Pocos habrá en España que no se hayan enterado de que estamos en crisis. Pero las cifras son bien crudas y elocuentes: si 2007 terminó con casi 2 millones de parados hoy son 6; y si, entonces, el número de hogares con todos sus miembros en paro no llegaba a 450.000, hoy superan el 1.800.000. A eso habría que añadir los recortes salariales de quienes trabajan, los aumentos de impuestos, etc. Motivos de sobra para que cunda la sensación de que nos estamos empobreciendo. Y no cabe duda de que, si nos fijamos en estos cinco últimos años, eso es lo que está pasando. Pero la realidad puede, y debe, contemplarse desde diversos ángulos y, si lo vemos con perspectiva histórica, España es la historia de un éxito espectacular en lo que a salir de la pobreza se refiere. Me remito al artículo de Javier Santiso, profesor de ESADE Business School.
En 1962, España tenía un PIB per cápita de apenas 3.800 dólares. Cuando en 1986 se incorporó a la Comunidad Europea ya casi lo había triplicado, llegando a los 10.000 dólares. En 2012, y a pesar de la crisis, superamos los 27.000 dólares; es decir, siete veces más que en 1962 y casi tres veces más que en 1986.
Los que vivieron en la España de los años 60 recordarán la situación de penuria que había. Supongo que, si entonces les hubieran preguntado, a la gran mayoría les habría parecido que sus aspiraciones de bienestar material habrían quedado plenamente satisfechas con una renta tres o cuatro veces superior a la que tenían. ¿Qué habrían dicho si les hubieran contado que los españoles alcanzarían una renta siete veces superior a la suya?
Naturalmente, el concepto de bienestar material es muy subjetivo. Pero, aún así, ¿cuándo consideraremos que ya tenemos suficiente y que no necesitamos seguir enriqueciéndonos?
Aumentar nuestra riqueza nacional, el PIB, es el principal objetivo de las políticas económicas de todos los gobiernos. Pero nadie lo justifica porque todavía sea necesario alcanzar un determinado nivel de bienestar material. La razón que suele esgrimirse públicamente es que tenemos que igualarnos con los países más ricos. Pero eso tampoco lo hemos hecho nada mal: si en 1960 la renta per cápita en España era el 59,5% de la media de la Unión Europea de los 15 (antes de la ampliación al este), en 2005 era de 95,3%. Y si nos comparamos con Alemania, el país más rico de Europa, hace tres décadas el alemán era 2,5 veces más rico que el español, y ahora es apenas 1,06 veces.
Si hace diez años el objetivo era llegar a ser tan ricos como entonces lo eran los alemanes, eso desde luego lo hemos conseguido. Lo que pasa es que, a su vez, los alemanes han aumentado su propio nivel de bienestar, y nosotros ahora no nos conformamos con el que ellos tenían hace diez años sino que queremos el que tienen ahora. Simplificando un poco se podría decir que hemos hecho de la envidia el motor de nuestra política económica. Si ellos tienen dos, yo quiero dos, y si tienen cuatro yo también. Típica actitud que la mayoría de los padres aborrecen cuando la ven en sus hijos y que, sin embargo, nos parece tan natural cuando la practica el Gobierno. ¿Es razonable seguir basando nuestra política económica en llegar a ser tan ricos como el que más?
Algunos dirán, y con razón, que se puede tener un PIB per cápita muy alto pero, como esté mal distribuido, la situación real será mala. Sin embargo, también en eso estamos relativamente bien. Una voz tan autorizada como Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, lo dice en un libro de reciente publicación (“El precio de la desigualdad”): entre1985 y 2000, en España disminuyó la desigualdad en la renta disponible de las familias, aunque la crisis actual está provocando un drástico aumento. Con todo, si el indicador que mide esa desigualdad (coeficiente de Gini) es de 0.30 en países tan igualitarios como Suecia, Noruega y Alemania, y es de 0.47 en Estados Unidos, en el caso de España era de 0,34 en 2010. Desde luego debemos seguir mejorando en este aspecto, pero comparativamente no estamos tan mal, pese al grave deterioro de estos tres últimos años.
¿Qué pasaría si llegara un Gobierno y nos plantease a los ciudadanos que ya no tiene sentido seguir pugnando por ser cada vez más ricos, que lo que ahora toca es redistribuir mejor la riqueza que tenemos, para evitar que haya gente pasándolo mal, y plantearse otros objetivos? No soy adivino pero probablemente se le echaría todo el mundo encima y les acusarían de todo. Sonaría a derrotismo.
Pues bien, en mi opinión ese es justamente uno de los cambios más importantes que habría que abordar. Sobre todo si tenemos en cuenta la cantidad de cosas que estamos sacrificando en aras de ser más y más opulentos.
Por citar solo algunos ejemplos, es evidente que para que crezca el PIB es necesario estimular continuamente el consumo, aunque este se base en una acumulación de objetos que apenas se necesitan. Para “ayudarnos” en ese empeño tenemos una industria publicitaria que nos crea toda clase de necesidades. ¿Os imagináis que se prohibiera la publicidad, que no hubiera un solo anuncio animándonos a comprar lo que no teníamos previsto comprar? Ya sé que suena a fantasía bucólica, pero si nadie nos estuviera induciendo a ello y, por el contrario, los mensajes que nos llegaran fueran en sentido opuesto, nuestras necesidades materiales serían mucho menores. Pero no le echemos la culpa solo a los grandes intereses económicos, también la tenemos los ciudadanos. El afán de ganar más dinero, de comprar y de tener más cosas, se ha constituido prácticamente en el principal valor de nuestra sociedad. Ir a un centro comercial a pasar un día del fin de semana se ha convertido en una fiesta para muchas familias. Es casi una necesidad psicológica. Sin poder salir “de compras” mucha gente se aburriría. Vale, pero ¿cuántas camisas necesitamos tener en nuestro armario? ¿Cuándo hay que decir “basta”?
Por otra parte, si no fuera por esta política económica, y por la actitud social que la sustenta, es muy probable que el sistema educativo que tenemos no estuviera tan polarizado hacia el tipo de formación que requiere nuestro sistema productivo, y prestase mucha más atención a la formación cultural y al desarrollo personal de cada individuo. La enorme presión que se les mete a los niños desde muy pequeños, con los deberes que tienen que hacer en casa y con los continuos exámenes a los que se les somete, tiene que ver mucho menos con esto segundo que con lo primero. No estoy sugiriendo que no haya que dar una formación que permita tener un trabajo y ganar para vivir, pero desde luego estamos muy lejos del equilibrio virtuoso entre lo uno y lo otro.
Podríamos hablar también de los costes que esta política y esta actitud social generan en la vida de las personas. Baste mencionar la enorme dificultad que plantea en la práctica cotidiana la famosa conciliación del trabajo, en una cultura profesional cada vez más competitiva, y la vida familiar, tanto para tener hijos y prestarles la atención que se merecen como para poder prestar la atención que requiere una relación de pareja o como para disponer del tiempo suficiente para que cada cual pueda desarrollar otros intereses distintos a los que su profesión o su mera manutención exigen.
Soy consciente de que nuestro modelo económico depende básicamente del consumo y que, si por un hipotético cambio de mentalidad este se redujera sustancialmente, gran parte de las empresas y puestos de trabajo que tenemos en este país desaparecerían. Es más, nuestro Estado de Bienestar dejaría de ser sostenible -¡ojo! en su concepción actual- porque solo es posible financiarlo si el PIB sigue creciendo, y a buen ritmo. Por tanto, no es probable que justo ahora haya alguien que quiera oír hablar de “congelar” el PIB. ¡Bastantes problemas tenemos ya para salir de esta crisis, como para complicarlo aún más! Es lo que diría todo el mundo si algún “iluminado” viniera con una propuesta así. Porque es cierto que una política basada en el supuesto que he citado implicaría un cambio radical de nuestro modelo económico.
Sin embargo, creo que es positivo ser conscientes de que la preservación de este modelo nos obliga a hacer lo que sea para ser cada vez más ricos y así poder consumir más y más, indefinidamente. Aunque para ello nos tengamos que estar inventando un montón de nuevas necesidades, cada vez menos reales y de las cuales cada vez somos más prisioneros. Por tanto, no estaría mal pensar en otro tipo de modelo económico que estuviese realmente orientado a atender las auténticas necesidades de las personas. No de los productores o de los consumidores, sino de las personas.
Respetado Sr Bautista,
concuerdo totalmente con usted en los planteamientos económicos.
Me encanta que haya mencionado la relación entre la educación y el modelo económico a mantener y como este sistema educativo se aleja completamente de la formación cultural y desarrollo personal (herramientas básicas para el crecimiento de un individuo sano intelectual y emocionalmente).
Estos períodos de crisis nos han llevado a reflexionar sobre el modelo económico y creo que es ya evidente para una mayoría la necesidad de un nuevo paradigma; pero este es el punto crítico: que modelo económico y como alcanzarlo inmiscuidos en el actual?
Te pones a escuchar la radio, uno de esos programas de las diez de la noche donde se tratan temas serios, con tertulias serias y participantes respetables hablado de economía y de política; y, de repente, “continuamos tras una pausa para la publicidad” y te endilgan que te compres relojes por 10€ al mes, o un sillón con un mando para qué te tumbes o te pongas de pie — también en cómodos plazos —, o cualquier otro artilugio sin el que puedes vivir tan ricamente y ni tan sólo te habías planteado. Termina la publicidad y te siguen hablando en términos perfectamente razonables de política y de políticos y de tantas cosas reprobables por las que se los puede criticar, y de economía y de gastos innecesarios.
¿No tienen, esos programas de radio — que son todos — una responsabilidad en lo mismo que están denunciando?
Y de la televisión mejor ni hablar. Perfumes que harán a las mujeres ser más bellas y más admiradas, y más deseadas, y más amada; y para los caballeros, coches de alta gama y mucha cilindrada con los que lograrán que ellas (las perfumadas del anuncio anterior) caigan rendidas a sus pies.
Es el mundo que tenemos montado y que nos parece muy lógico y perfectamente normal.
Es todo una cadena, claro, y los medios de comunicación necesitan la publicidad para financiarse, pero…
Son cosas en las que no podemos echar toda la culpa al empedrado (aunque el empedrado, en efecto, ahí está) porque, qué pasa… ¿No se supone que el ser humano ha de tener un mínimo de capacidad de discernimiento para saber qué necesita y qué no; qué lo va a hacer sentirse “más feliz” o disgustado y agobiado porque entre unas cosas y otras se mete en gastos que muy bien podría evitar y no se puede permitir?
Tal vez todo eso tiene, a su vez, que ver mucho con la educación; de la que tanto y con tan buen sentido se habla en este blog.
Pero para que el asunto de la educación se enderezase sería necesario que todo aquel que ha de trasmitir una escala de valores (tanto padres como educadores) tuviese clara, para sí mismo, esa escala; y las personas, aparte de qué digamos, trasmitimos el cómo actuamos y nuestras contradicciones a la hora de proceder.
Quizá es que sea ineludible el verse “forzado a” (a lo que sea) para que desde la experiencia no buscada ni elegida se pueda uno percatar de que vivía engañado en la creencia de que la felicidad era aquello que le mostraban envuelto en aromas y diseños y papel celofán.
Así que quién sabe si de la crisis no saldremos (cuando salgamos, sí) renovados y purificados y con una escala de valores más digna, y menos materialista, y más veraz.
Estimado Manuel Bautista, en el penúltimo párrafo de su artículo habla de que si se redujera el consumo desaparecerían gran parte de las empresas y puestos de trabajo pero no ofrece una solución (o una luz)….Después de tan magnifico artículo me ha quedado con ganas de que diera una alternativa que «cerrara» su propuesta….Ojalá la nos la pudiera ofrecer en un nuevo artículo. Le seguiré atentamente.
Me consuela y me ilusiona saber que hay gente competente, como Ud, que vé las cosas de otra manera.
Muchísimas gracias por compartir su interesante punto de vista.
PD Coincido plenamente con el post de MIH de 23 de enero
Opino de forma parecida, si bien creo que la transición es posible y se puede estar creando ya. EL problema, como en todo, es el plazo y las formas en las que se produzca. Ahora mismo, sin el mínimo apoyo político, se están empezando a gestar distintas iniciativas que apuntan a una salida de la sociedad de consumo: Grupos de consumo de alimentos ecológicos, talleres sociales, bancos del tiempo, monedas locales, consumo responsable, huertos urbanos, grupos de artesanía… Hasta ahora se trata de movimientos independientes y aislados, pero que van ganando terreno y solidez. Lo importante de esto es que se están produciendo en el escenario más adversos posible, con un gobierno subordinado a las grandes empresas y poder financiero, con mucha gente buscando el low cost, en lugar de un precio justo, y con una legislación que premia la deslocalización, la economía de escala y la producción en serie.
Si hubiera mayor apoyo por parte de las instituciones (ahora mismo sólo hay obstáculos), se podrían lograr mayores avances y la posibilidad de presentar alternativas al modelo consumista dentro del modelo educativo. no se trata de hacer propaganda, pero sí de dar distintas opciones a los ciudadanos desde la educación. Al fina y al cabo se trata de un cambio cultural que debe ser voluntario, no obligado. de este modo, el cambio en hábitos de consumo podría propiciar un cambio del sistema económico que no supusiera una debacle, sino una transición serena.
“Un modelo económico que estuviese realmente orientado a atender las auténticas necesidades de las personas”… aquí está la clave!!!
Como dice David Harvey en El enigma del capital… una tasa de crecimiento del 3% anual para siempre, es claramente insostenible, absurda en un planeta de recursos finitos. Y plantea como el caso de China tendrá unas consecuencias enormes sobre los recursos del globo: petróleo, carbón, cemento, soja, etc. (en 2018 se estiman que India y China consumirán TODO EL PETRÓLEO DEL MUNDO)… si la economía es un “juego de suma cero”, en el que las ganancias de unos son las pérdidas de otros: el crecimiento de China, India, Brasil, etc. será a costa de nuestra riquezas!! No hay más! Entonces lo que deberíamos criticar a los políticos (que no tienen ninguna opción de resolver la crisis mientras no cambiemos el modelo) es que oculten este hecho.
Solución? Ya lo dice Harvey… sustituir la imposibilidad del crecimiento exponencial sin fin por las posibilidades infinitas del desarrollo de las capacidades y potencias humanas como también apunta el autor de este post!
Qué significa desarrollar las capacidades humanes???
Muy bueno el artículo y estoy muy de acuerdo con los males que nos aquejan con el consumo y los modelos productivos. Llevo varios meses pensando que la solución a todo esto ya no es que se nos pague con dinero para obtener bienes materiales de consumo; sino que la calidad de vida estaría en que se nos pagase con otras clases de moneda en convivencia con la de metal; funcionando como una reducción de nuestras deudas de familia con otros valores: tiempo; servicio social, etc… Por ejemplo si uno sale a trabajar por x nº de horas, que tenga un impacto directo en descuento de lo que debe al banco simplemente porque con su tiempo sirvio a la productividad nacional (sin moneda de por medio); si un animador social sale a la calle para hacer lo que mejor se le da (sacar sonrisas de la gente en un teatrillo municipal) que esas horas de servicio le sirvan para obtener a cambio un servicio de adquisición de alimentos en un hipermercado… no es solo volver al trueque de servicios sino de generar un sistema paralelo al monetario de valoración de los mismos, para que esten en competencia con la moneda (de hecho le estan aflorando sucedaneos locales en competencia); creo que sería un sistema algo más justo si nuestro rendimiento se pagase por dos vías; monetaria y en especie: dar valor como pago económico a las cosas que no lo tienen. Un paisaje sin contaminación no tiene precio, y alguien que trabaja para sostenerlo tampoco incluso monetariamente es insostenible; pero que digno sería que pudiese vivir de ese oficio para ganarse la vida con dignidad y honradez. Son divagaciones utópicas en tiempos de crisis.
Las utopías como la que mencionas son necesarias para mantener unos valores y perseguir unos objetivos beneficiosos. Muy buen raxonamiento, a propósito.
A lo largo de la historia las sociedades se han contado grandes mentiras, para maquillar sus miserias.
En este momento nos hacen creer que se puede resolver cualquiera de los graves problemas que nos acontecen tratándolos por separado, sin un cambio profundo de mentalidad como acertadamente propone Manuel Bautista en el artículo de referencia.
Por ejemplo, resolver el problema de la tan debatida privatización del sistema sanitario, conllevaría que en un modelo social que mantiene la Sanidad gracias a las aportaciones de un contribuyente que cada vez contribuye menos por mor de la bajada de cotizantes, algo debería de cambiarse.
Pero si de momento no vamos a modificar la estructura económica que nos sostiene, tendríamos que afrontar problemas asociados, como obviamente el de la menor fiscalidad como consecuencia del desempleo.
Como la falta de empleo, cobra tintes dramáticos en el desempleo juvenil (entre otras cosas por sus abultadas cifras), tendríamos además que potenciar de nuevo otros campos como el del (I+D), y en general el de la investigación, para intentar recuperar la capacidad productiva del país, donde el objetivo, además de ir creando timidamente empleo, fuera el de sentar una base de confianza y credibilidad entre los jóvenes, que en este momento está por los suelos.
Daría igual poner en funcionamiento un sistema sanitario con garantías para los jóvenes que en este momento han emigrado pues preferirían que mejorara el de Alemania o China que es donde están viviendo, y los que todavía estan buscando trabajo en España, quizá la gestión de la sanidad para ellos es un problema secundario.
También es evidente que habría que modificar el sistema educativo, por razones que me parece innecesario enumerar.
Así que en vez de entender, que los problemas que nos están surgiendo son dependientes unos de otros que son producto de la misma mentalidad de un individuo homogeneizado, en un mundo complejo, interrelacionado, y sin departamentos estancos, preferimos pensar que la Sanidad va a estar mejor gestionada en manos privadas.
Pero este cambio de mentalidad para encarar los problemas de una manera global, necesitaría aunar muchas voluntades individuales y un esfuerzo de generosidad de todos, que ahora no se dá, por tanto en la misma linea seguida hasta ahora, a cualquier gobierno que estuviera en el poder, le crecerían los enanos.
Así la mayor mentira que nos estamos contando, es creer que los problemas que nos surgen actualmente son por causa de lo que se ha dado en llamar «crisis económica».
Las teorías y paradigmas de la economía, deben ser revisadas y corregidas. Países otrora poderosos como USA, están dando palos de ciego con la economía. Europa y Japón están en recesión. Indicadores macro económicos de España al cierre del 2012 tales como: Tasa de inflación = 2,87%; Tasa de desempleo = 26,02%. Indice de miseria = 2,87% + 26,02% = 28,89 %, son más altos que los de algunos países del tercer mundo. Con esos índices de miseria, es de esperarse que empiecen a aumentar también los índices de delincuencia. Estos resultados tienen mucho que ver con el tema: «Por qué han Fracasado los Economistas ?». Leerlo en: http://auribe-economia-y-politica.blogspot.com/2013/01/por-que-los-economistas-han-fracasado.html
Alicia en su comentario apunta algo muy cierto: este modelo económico pervive por la decisión de las empresas y los gobiernos, y también por nuestra activa colaboración, la de cada uno de nosotros. Nadie nos obliga a consumir lo que no queremos y en la creación de nuestras necesidades es obvio que somos los principales responsables.
MIH, y en parte también MBH, plantean la cuestión de qué otro modelo económico podría sustituir al actual, y cómo llegar a él. MBH incluso me pide que proponga una alternativa. Me encantaría complacerle y descolgarme en el siguiente artículo con ella, pero la verdad es que no la tengo. Pero en todo caso creo que no es sencillo diseñar una alternativa por dos razones fundamentales: porque esta ha cosechado un enorme éxito hasta ahora (y no hay más que mirar el estado de la humanidad hace 200 o 300 años, incluso hace 60) y eso hace que haya muchísima gente convencida de sus virtudes; y porque además, como decía antes, es un modelo económico en el que la gente participa muy activamente y lo “disfruta”; es decir, es muy popular.
Dicho esto, yo sí creo que es necesario ir pensando en otro sistema económico más respetuoso con los seres humanos. Como suele ser habitual, supongo que el nuevo modelo surgirá poco a poco y tanteando bastante a ciegas. Pero ya es un paso muy importante, ir percatándose de aquellos aspectos que fallan en el actual.
Ulmo y Raquel mencionan varias fórmulas que se están practicando en diversos sitios como economía “alternativa”. Aparte del valor que en sí mismo tengan esas experiencias, pienso que evidencian un impulso de búsqueda que, tarde o temprano, tendrá que cuajar en algo distinto.
Por otra parte, estoy muy de acuerdo con DOROTHY en que el sistema económico actual tiene un serio desafío a la vista con el ritmo, y dimensiones, del desarrollo de China e India. A mí también me sorprende que los gobiernos y los medios de comunicación no le den mucha más importancia. Prueba una vez más del terrible cortoplacismo con el que funcionamos.
DOROTHY deja caer al final una cuestión sumamente interesante: ¿Qué significa desarrollar las capacidades humanas? Sería muy deseable que esta pregunta estuviera en el centro del debate político y social. Para empezar significaría que no nos consideramos seres “terminados y completados” sino que confiamos en que el ser humano pueda llegar mucho más lejos de lo que está. Y aunque muchos dirán que esto es casi una materia personal, creo que el papel de la sociedad (y, por tanto, de la política) tiene mucho que decir ahí; al menos para no entorpecer.
Muchas gracias a todos por sus comentarios. Un saludo
No pretendo parecer negativo pero si con una crisis como la desde hace años se está viviendo, si con la miseria y hambre que hay en zonas geográficas del mundo, desde hace años con auténticas hambrunas, los líderes, dirigentes, líderes religiosos no han sido capaces de plantear una mínima alternativa viable es qué realmente estamos jodidos, y realmente lo estamos.
Es buena la utopía pero la realidad es decepcionante, como vivo en México estas son unas cifras:Del 2006 al 2008, por primera vez en los últimos 10 años, el número de las personas en pobreza alimentaria, el equivalente a la pobreza extrema del Banco Mundial (BM), creció y pasó de 13.8 a 18.2% de la población del país. Aumentó pues, en 32 %
Mientras tanto el PIB per capita paso de 9,100 usd en el 2000 a 14,800 usd en el 2011.
Y cuando se habla de pobreza extrema en una encuesta reciente el bienestar lo definía un 23% de los encuestados como la posibilidad de comer todos los días.
Bueno pues esta es la sociedad que hemos construido, que mantenemos, que alentamos y de la que no hemos sido capaces, ni somos, ni seremos capaces de modificar.
¡Hola Ubaldo! Me alegra saber de tí, aunque sea por este medio, y además contar con tu opinión.
Es cierto que plantear, como hago yo en este artículo, una «congelación» del PIB, puede sonar a sarcasmo si se entiende como «que todos nos quedemos como estamos», y se ve desde la perspectiva de esas grandes áreas de la humanidad que viven en la pobreza. Es evidente que para ellos SÍ tiene que haber unas políticas que les permita el crecimiento de su capacidad adquisitiva.
En realidad, tu planteamiento apunta a la cuestión de la redistribución de la riqueza. Está estrechamente conectado a lo que yo digo, pero es distinto. Podríamos salir de esta crisis, volver a crecimientos del PIB y ver cómo la desigualdad crece y, por tanto, para una porción creciente de la población producirse una disminución de su riqueza. Es decir, al margen de que el PIB crezca o disminuya, es necesario redistribuir.
Es difícil hablar de esto por este medio, porque hay un montón de cosas que habría que matizar y el espacio disponible nos lo impide. Porque no es lo mismo lo que yo planteo verlo desde la perspectiva de España (incluso ahora que la cosa está tan mal) que verlo desde la perspectiva que tú tienes allí, en México. Y no digamos verlo desde el África Subsahariana. El modelo económico para ellos no puede ser lógicamente el mismo que para nosotros.
Pero, en todo caso, sí creo que nuestro modelo, basado en un consumismo patológico, NO es un buen modelo a seguir para quienes tienen que salir de la pobreza. Deberían aprender de nuestros errores y plantearse qué necesidades son las que realmente quieren resolver.
En cuanto a tu frase final, pues sí, es bastante pesimista. Lo más fácil hoy en día es caer en ese pesimismo. Todo parece imposible. Pero, si lo vemos con cierta perspectiva histórica, es probable que la humanidad, el mundo, no haya estado en una situación mejor que esta, desde hace mucho.
Un fuerte abrazo, Ubaldo
“El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo”.
Ubaldo, creo que habría que buscar un enfoque distinto… la crisis posiblemente es consecuencia de que cada uno de nosotros no llegamos a desarrollar plenamente esas “capacidades”. Y ahora que en este planeta hay casi siete mil millones de personas, se acusa mucho más, el mundo se ha vuelto más complejo.
La Biblia lo dice bien claro… el mundo va mal NO porque haya gente “mala”, sino porque la gente “buena” no hace lo que debe.
La verdad, no sé de dónde sale el dato de que un alemán es 1,06 veces más rico que un español, sobre todo si se calcula en PIB per cápita.
Alemania, 3,57 billones de dólares
España, 1,49 billones de dólares.
Población de Alemania, 81 millones.
Población de España, 46 millones
A mí me sale que con 4,21 veces más ricos que nosotros, y no 1,06…
Y nosotros ni siquiera hemos absorbido una escombrera comunista…
Ese dato está sacado del artículo de Javier Santiso publicado en El País el 17 de agosto de 2012, titulado «España 3.0».
No obstante, en la web http://www.datosmacro.com/ que la considero bastante fiable en cuanto a datos económicos, ese dato varía un poco. Según esta web,
El PIB de Alemania en 2011 fue de 2.592.600 € y el PIB per cápita fue de 31.700 €
El PIB de España en 2011 fue de 1.063.355 € y el PIB per cápita fue de 23.100 €
Así pues, según estos datos, el PIB per cápita alemán fue 1.37 el PIB per cápita español.
Es cierto que no es exactamente el 1,06 que dice Javier Santiso, pero aún así nada que ver con ese 4,21 de tus cálculos.
Gracias por tu comentario. Un saludo.
Es imposible que una sociedad cambie por decreto ley, creo que solamente pode cambiar cuando sus socios se empiezan a dar cuenta de que están siendo tele-dirigidos por los caminos que quieren los que la dirigen. Porque aún partiendo de la corrupción tan extendida por toda la sociedad, no solamente de los políticos, porque no nos olvidemos que los políticos no vienen de Marte u otro planeta, salen de entre todos los socios, es decir, salen de entre nosotros, y aunque a algún político se le hubiera pasado ligeramente por la imaginación poner en práctica algo de lo que se propone en el artículo que se debate, duraría en el poder, menos que el agua en una cesta.
De la misma manera que este modelo social no se crea de la noche a la mañana, sino que se viene fraguando desde hace bastante tiempo, el poder salir de él, caso que hubiéramos tocado fondo, nos costara igualmente mucho tiempo el poder cambiarlo.
No tengo ni idea de cómo se podría hacer, pero se me ocurre que como todo proyecto que se precie, habría que empezar por formar un equipo nuevo que estuviera dispuesto a cambiarlo, un equipo de personas que no fueran socios de este modelo, sino que se fueran formando en las escuelas, colegios y en sus casas, con el viejo concepto del prosumo. Es decir, que la educación no fuera motivo de culto, sino la manera de cultivar esas capacidades que tenemos los seres humanos, olvidadas en estos momentos, pero dispuestas a descubrirnos, que la riqueza y como consecuencia el poder, no se mide por el dinero que tengamos en los bancos, ni por las camisas que tengamos en los armarios, ni por como tengamos la despensa de llena, sino por la capacidad de no crearnos tantas necesidades que nos separan de nosotros mismos y de los demás. Aprender a satisfacer nuestras necesidades por nuestros propios medios, con nuestras manos, podría ser una manera de alejarnos de este consumismo en muchas ocasiones patológico en el que estamos inmersos. No se trataría de tener que escoger entre ser rico o pobre, sino, de no tener la necesidad de escoger, aunque escogiéramos ser ricos.
Reconozco que de momento no soy capaz de no tener necesidades, en la mayoría de las ocasiones inventadas, pero este tipo de comentarios como el que ha escrito Manolo Bautista, me invitan a seguir intentándolo, a seguir prosumiendo. No sé si existe esta palabra, pero pretendo cambiarla por consumiendo.
Sin desconocer la evidencia de la avidez de consumo, cuestión ampliamente discutida, en sus pros y contras, en esta sociedad de mercado. Y tomando en cuenta, con la buena apreciación de Carrillo sobre el prosumo. Quisiera anotar que el calculo del PIB fue, incluso, cuestionado por su inventor Simón Kuznets quien dijo en un discurso ante el Congreso Americano, en 1934, lo siguiente: «Hay que tener en cuenta las diferencias entre cantidad y calidad de crecimiento , entre sus costes y sus beneficios y entre el corto y largo plazo. Los objetivos de crecimiento deberían especificar de qué y para qué».
Posteriormente Robert Kennedy dijo, en su discurso antes de morir, «El PIB no permite medir la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación o la alegría con la que juegan».
En sucesivos debates sobre esta cifra macroeconomica se ha analizado sus deficiencias sobre su medición de la deuda acumulada, la economía sumergida, los factores de desigualdad social, etc.
Es cierto, este discurso sobre las Camisas, en un sector de la sociedad, que bien vale tomarlo muy en cuenta. Pero, en una sociedad de 6 millones de parados, muchos de larga duración, de familias enteras todas sin trabajo. Con recortes salariales, de servicios sociales, etc. Habrán muchos que tendrán apenas la muda y la comida que les proporciona Caritas u otros.
Salgo de viaje en unos minutos así que unas notas telegráficas.
En 1970 un servidor comenzó a trabajar.
Al día siguiente del último examen de Junio en 5º de Carrera.
Mi sueldo eran 96 euros. El sueldo de un administrativo de un taller de coches de barrio eran 55 euros. Bruto y neto eran iguales a todos los efectos. Había SS.
Me casé a los pocos meses, alquilé un piso amueblado cerca del Retiro por 36 euros al mes (6000 pesetas) y con el resto vivíamos.
Mi mujer no necesitaba trabajar fuera o su sueldo no hacía falta para vivir. Venía una señora por horas a casa cuatro días por semana.
42 años más tarde aquel mismo apartamento, renovado, sigue en alquiler: 1,300 euros mensuales y para mantener aquel mismo plan de vida, –sin dispendios ni lujos pero muy decente y ahorrando un poquito de mi sueldo–, estimo que hoy sería necesario un salario neto mínimo de unos 2,600 euros para un universitario normal en su primer año de trabajo. Algo inexistente.
Por cierto mi primer trabajo fue en una fábrica de centrales telefónicas que se hacían aquí, en Madrid.
Hoy se hacen sabe Dios dónde pero las primeras centrales digitales que se fabricaron en los años 70 contaron con un nutrido grupo de diseñadores españoles trabajando para una cía americana (en Bruselas y Connecticut).
Esto hoy no existe. Ni el sueldillo de 96 euros, ni la fábrica de centralitas, ni el casi nulo desempleo de entonces. El panorama era igual o mejor en todo occidente.
Algo muy gordo no encaja entre los PIBs que nos cuentan, la inflación que esconden y los sueldos de los jóvenes.
El PIB, como indicador, está construido para no decir nada relevante: Mide el consumo. Buena nota la de Kuznets el 34.
Da igual qué consumas, cómo lo produces, dónde lo produces, cómo lo pagas, etc. Pero convierte «Créditos» en «Riqueza per cápita». Manda leches, menudo milagro bíblico que deja los panes y los peces a la altura del betún.
Es la típica «métrica-subprime» construida a la medida del «poder» que evita desesperadamente que se vea tanto su desastrosa incapacidad de construir riqueza (Stock, Inventario) como su pésima capacidad logística y de distribución natural (riqueza personal individual, los «stocks» de las personas, su ahorro autónomo sin «redistribuciones cosméticas»)
Efectivamente, esto hay que rehacerlo desde fuera con una cuidadosa y muy larga transición de modelos. Un blog es un elemento importante pero necesitamos más cosas.
Saludos
Manu, es cierto que el recurso del PIB para medir la riqueza de un país no es nada convincente. En realidad pasa con todos los indicadores macroeconómicos. Y desde luego, hablar de la distribución de a riqueza en base al PIB per cápita no deja de ser una aproximación burda.
Por otra parte, tú apuntas a cuestiones que afectan de lleno a lo que podemos o no hacer con un determinado sueldo. Es verdad que depende de, por ejemplo, lo fácil que sea alquilar un piso barato, que puedas o no confiar en que tu puesto de trabajo dure muchos años, que tus impuestos sean razonables, etc. Cosas que evidentemente no mide el PIB ni ningún otro indicador.
Al final es cierto que la realidad macroeconómica no puede tomarse al pie de la letra para medir la realidad microeconómica. Y menos si esa realidad macro es usada para legitimar una política económica. La cuestión es cómo medimos la realidad de la economía que afecta a las personas. No lo sé. Pero sí comparto esa desconfianza hacia las estadísticas, los indicadores y las explicaciones de la economía oficial. Y no solo pasa en relación con la economía,pasa casi con todo: la realidad oficial es muy pocas veces un reflejo fiable de la realidad que tocamos las personas.
Por cierto, cuando dices que «un blog es un elemento importante pero necesitamos más cosas», ¿a qué te estás refiriendo?
Un saludo y gracias por tu comentario
Un saludo
Hola, Manuel.
Como bien sabes la costumbre nos hace aceptar muchas cosas sin pensarlas dos veces. Del mismo modo que aceptamos de modo natural la autoridad y sólo la cuestionamos cuando, como ahora, el daño que causa es mucho mayor que los beneficios que nos produce.
El PIB, y en general las «métricas» públicas son un engaño conceptual y un desastre semántico en el que nada es lo que parece ni las palabras significan lo que pensamos.
Que, por ejemplo, llamemos «Renta per cápita» al PIB dividido por las «cápitas» es algo tan estúpido que los trileros del Soho se sentirían avergonzados de usarlo.
De estas cosas hay muchísimas y cuando se miran en conjunto lo que emerge es un fraude de considerables dimensiones al cual han contribuido muchos: desde la academia a la política pasando por bien intencionados pastores de almas.
Como tampoco resulta intuitivo pues hace falta dedicar a estas cosas un tiempo que casi nadie tiene. De esta distancia emerge la respuesta a la célebre pregunta de Stiglitz sobre ¿cómo es posible que un porcentaje tan mínimo de la población mundial mangonée de esta forma a más del 99%?
Lo de tu segunda pregunta es que para tener alguna probabilidad de cambiar cosas es necesaria una red de opinión proactiva y esto necesita algún tipo de organización para incrementar las posibilidades de, desde buenos blogs y foros, (hay bastantes) influenciar seriamente la opinión pública.
Nuestro sistema de vida está en colapso pero no todo es negativo, ha producido cosas buenas y es sensible a la opinión. Por eso se gastan fortunas en manejarla.
Saludos
Antes que nada felicitarlo por su curriculum vitae realmente impresionante.
Tengo 13 años viviendo en España y siempre se ha hablado de que estamos en crisis y el número de los parados ya tenía esos 6 ceros antes. Pienso que la cultura española esta orientada al consumo totalmente y a ver quién tiene más y a presumir de lo que no sé tiene (posiblemente necesidades creadas por MKT). Sin olvidarnos de las vacaciones cada año a costa de un crédito, que muchos no podemos pagar ni antes ni mucho menos ahora. Esto es exagerado, pero se han dando muchos casos de créditos destinados a la compra de casas ostentosas, pisos, coches, vacaciones, bodas costosas todo a base de créditos. Todos sabemos que el sistema financiero de un país tiene que funcionar y debe de estar saneado ya que es el motor que impulsa el crecimiento económico del mismo. Si no hay dinero no hay créditos y no hay inversión.
Pienso que uno de los grandes errores que han dañado severamente la economía española ha sido los créditos exagerados destinados a estos fines absurdos y no a la inversión, sumando a esto la corrupción, todo esto es el resultado de una España al borde del abismo. La reforma laboral la veo sin sentido, si se ha hecho para atraer inversión extranjera es absurda. La reforma laboral ha traído más austeridad a España, quienes van a comprar pisos, coches, etc., si no hay dinero??? La solución tendrá que venir de los empresarios, cuando se cansen de perder dinero, por qué no habrá quién compre lo que producen. Y sin embargo todos los países han podido salir de las crisis. Saludos.
En primer lugar le agradezco sus amables palabras hacia mí.
Estoy completamente de acuerdo con su análisis en cuanto a la cultura hiperconsumista que se ha generado en ·España, yo diría que en los últimos 25 años (¡ya empezamos a perder la cabeza con los fastos del 92!). No obstante, yo creo que el cuadro no queda completo si no vemos también esa otra componente de esfuerzo, rigor y profesionalidad que, pese a todo, ha dado un gran impulso a este país. Este país, supongo que como todos, tiene su cara y su cruz, y aquí somos muy dados a caer en ensimismamientos depresivos, sin ver que hay otra cara con la cual otros países se venderían estupendamente.
Sin embargo, lo que yo pretendía señalar en mi artículo era la forma en cómo hemos creado una especie de «drogodependencia» hacia el consumo. A niveles individuales pero sobre todo a nivel de la macroeconomía. Todos los gobiernos necesitan, si o si, que los ciudadanos consuman desaforadamente para que el sistema económico funcione.
Pero evidentemente esa política macroeconómica no tendría nada que hacer (y tendría que orientarse de otra manera, que es posible) si los ciudadanos no tuviéramos ese afán compulsivo por inventarnos necesidades y por comprar lo que no necesitamos. ¿De dónde viene ese impulso? ¿A qué se debe? Bueno eso ya sería otro tema, pero muy interesante de abordar.
Un saludo y muchas gracias por su comentario
Excelente articulo. Lamentablemente Manuel no puede ofrecer soluciones, porque el mundo esta enfermo de VIGOREXIA (economicista, consumista, acumulativa…) en un proceso de crecimiento depredador y destructivo del que es muy dificil salir. Porque parar la maquina, supondria un atasco y un desastre economico global. Creo que abandonaremos solo este circulo vicioso forzados por las circunstancias adversas cuando el sistema no de ya mas de si. Cuando se estira tanto de la goma, se acaba rompiendo. Que nos coja confesados, porque las consecuencias pueden ser devastadoras, y la crisis de estos ultimos años son solo un aviso. Posiblemente la proxima sera peor.