A veces lo que puede parecer una ventaja se convierte en un terrible inconveniente.
Desde el siglo XVI y durante más de 200 años los conquistadores europeos importaron millones de esclavos africanos para que trabajasen en las plantaciones y minas americanas. Los esclavistas del Nuevo Continente se aprovisionaban en África, y no en Asia (por ejemplo) por tres motivos fundamentalmente: el primero, porque ya existía un comercio de esclavos bien desarrollado entre las plazas esclavistas africanas y Oriente Medio, y es mucho más fácil utilizar un mercado que ya existe que crear una infraestructura de la nada; el segundo, de proximidad geográfica: Senegal está mucho más cerca de América que Indonesia, lo que hacía que fuera mucho más barato importar esclavos desde África, ya que al ser el viaje más corto había más posibilidades de que los desdichados cautivos sobreviviesen a la penosa travesía en las entrañas de los barcos negreros, y el tercero, el más importante: el genético.
Las plantaciones americanas en lugares como Alabama, Haití o Brasil estaban infestadas de mosquitos transmisores de enfermedades como la malaria o la fiebre amarilla, que eran enfermedades originarias de África. Los africanos se habían visto expuestos a estas afecciones durante siglos y habían adquirido cierta inmunidad, lo que les hacía mucho menos vulnerables que otras razas a unas enfermedades ante las que los europeos estaban totalmente indefensos. Por eso era mucho más sensato para el dueño de una plantación, si quería proteger su inversión, gastar su dinero en un esclavo africano en lugar de hacerlo en uno europeo o asiático, ya que estos últimos posiblemente caerían mortalmente enfermos en su nuevo destino a las primeras de cambio.
Pero el dinero no lo mueve todo -al menos no nos gusta creer que es así- y los dueños de plantaciones americanas se negaban a aceptar que los señores que se deslomaban para ellos de sol a sol, los que labraban sus tierras y perforaban sus minas, eran esos y no otros solo por motivos económicos. Los colonos europeos, en el fondo, no solo querían ser vistos como exitosos empresarios, sino como gente justa y piadosos de Dios: había que encontrar una justificación para su superioridad respecto a aquellos a los que esclavizaban y se acudió a la Teología, que explicaba que los negros descendían de Cam, uno de los hijos de Noe, que portaba la maldición divina de que su descendencia sería esclava; o a la Ciencia, con médicos y biólogos cuyos estudios sesgados demostraban una y otra vez que los negros eran menos inteligentes, más promiscuos y con una moral menos consistente que la de sus amos blancos, lo que les hacía merecedores de su destino.
Y esas teorías seudocientíficas, nacidas para aliviar los sentimientos de culpa que pudieran albergar los que portaban el látigo, encontraron fértil acogida en suelo norteamericano, donde todavía hoy un porcentaje muy alto de la población funciona con esquemas mentales que se adecuan a esos principios, hasta el punto que en una fecha tan cercana como 1958 un estudiante negro que solicitó matricularse en la Universidad de Mississippi fue ingresado en un psiquiátrico, al considerar el juez que un negro que se creyese capaz de entrar en la Universidad tenía que estar loco por la fuerza.
Es curioso, pero la superioridad genética original (en términos de resistencia a la enfermedad) se tradujo con el paso de los siglos en términos de inferioridad social, en un círculo vicioso que llega hasta nuestros días: da igual que en la Casa Blanca se siente ahora un negro, que el deportista mejor pagado del mundo sea un negro (el boxeador Mayweather) o la presentadora de televisión más influyente y con mayor sueldo sea negra (Oprah Winfrey), si eres negro en Estados Unidos tienes muchas más posibilidades de ser pobre, no poder acceder a una buena educación o morir bajo los disparos de la policía que si eres blanco.
Círculos viciosos como este, que nacen de acontecimientos históricos puntuales o de circunstancias accidentales, se perpetúan en el tiempo en todas las facetas de nuestra sociedad, ya que la discriminación injusta suele empeorar con el tiempo: el dinero llama al dinero, la pobreza a la pobreza, la cultura llama a la cultura y la ignorancia a la ignorancia.
Si acudimos a la lista de las mayores fortunas del mundo vemos que la mayoría de los milmillonarios son herederos, y que incluso entre las fortunas de nuevo cuño, las forjadas a partir de cero, la mayoría de los millonarios ya pertenecían a la élite de la sociedad (las familias de gente como Bill Gates o Carlos Slim estaban perfectamente relacionadas y sus hijos tuvieron acceso a la mejor educación y a los mejores contactos). Es cierto que existen casos de millonarios o dirigentes políticos salidos de guetos, pero lo normal es que las élites se perpetúen y los guetos también.
Así, los buenos empleos suelen ir a parar a gentes de clases altas, mientras que la gente de clases medias y bajas, salvo en casos excepcionales, han de conformarse con empleos peor remunerados y de menor poder, aunque solo sea por una cuestión de contactos: la gente que va a buenas universidades conoce a gente cuyas familias ya tienen una red formada y el círculo se cierra.
Además, en el mundo laboral muchas veces se confunde causa y efecto cuando, en los procesos de selección, se da por supuesto que haber estudiado en una universidad de élite o haber trabajado como becario en ciertas firmas especialmente valoradas es una muestra de la valía del candidato, cuando como demuestra el caso de la lista filtrada con los “enchufados” en cierta prestigiosa compañía, suele ser más bien al contrario: tus contactos te garantizan una buena entrada en el mundo laboral que posteriormente se traduce en una carrera más exitosa (en general) que la de aquellos que no salieron desde la primera línea de salida.
Y supongo que será un sesgo cognitivo, pero casi todos los que en nuestra sociedad consiguen un cierto status tienden a creer que ha sido por méritos propios, “porque yo lo valgo”, gracias a su dedicación, esfuerzo y talento, sin darse cuenta de que generalmente han tenido el camino bastante más despejado que la gente igualmente válida que trabaja para ellos.
Y en esa actitud de neoliberalismo mal entendido tendemos a creer que aquellos que no gozan de nuestra situación no es porque no hayan tenido nuestros privilegios, sino por algún fallo de su carácter. No digo que aquellos que han ido a una buena universidad o han tenido acceso a ciertas entrevistas no sean válidos, o que no merezcan su posición, solo digo que deberían ser más conscientes de que parte del secreto de su éxito puede encontrarse más allá de ellos, algo que sistemáticamente se niegan a aceptar.
Lo de que los seres humanos somos iguales es una mentira piadosa que ni siquiera es cierta metafóricamente, un mito que ha inventado nuestra sociedad, un mito como otro cualquiera en el que, a un nivel profundo, nadie cree.
Pero yo sí creo en otra verdad: que todas las personas deberían tener las mismas oportunidades para desarrollar sus potenciales, y la sociedad actual, aunque posiblemente sea la más igualitaria de la historia, una sociedad que se define a si misma como meritocrática, está muy lejos de serlo.
Hay motivos por los cuales hoy es más importante el círculo de amistades y tus conocidos que hace veinte o treinta años.
Hoy la persona es menos determinante de los resultados de la empresa que antaño. A su vez los resultados dependen menos del rendimiento personal que de la posición de Mercado.
Cuando tus resultados dependían de competir de verdad no podías permitirte el lujo de contratar a hijos de conocidos, cosa que además estaba rigurosamente prohibida por «Company Policy».
Hoy, para sobrevivir, el «Company Policy»v ha tenido que adaptarse.
Éstos resultados hoy vendrán primordialmente del Poder de Mercado de la empresa. Si es grande será Oligopolista sin duda alguna y si es pequeña estará integrada como subcontratista en la jerarquía de algún Oligopolio o Monopolio y esta situación se da en casi Cualquier sector.
El último en llegar ha sido la banca que ha pasado de más de cien actores (todos vivían bien) a menos de ocho (casi todos en quiebra técnica con apalancamientos de muerte). Algo inaudito y que ha sucedido sin que se oiga un suspiro.
Otro factor muy importante es que el Peso de la Industria se ha reducido muchísimo en los últimos 35 o 40 años y en paralelo se ha desarrollado desaforadamente el tamaño de un Gran Cliente: El Sector Público. Es decir un Monopolio.
En estas circunstancias y a efectos de negocio y supervivencia es mucho más importante el Know Who que el Know How.
En mayor o menor medida sucede en toda Europa. A menos Industria y a más
Oligopolización Privada y Pública menos dependencia de los rasgos puramente profesionales y de carácter de cada persona y más de la calidad de sus relaciones que se van convirtiendo en Factor Crítico de Éxito.
Saludos
según su comentario, volvemos a los dioses del olimpo. Y todos los demás somos títeres de ese reducido número de privilegiados?
por suerte,mi experiencia vital me alivia de tal creencia; espero que muchos ciudadanos, al igual que yo, desarrollen felizmente sus vidas sin la obligación de sentirse indefensos o privilegiados.
El análisis de Manu es simplemente impecable y da de lleno en las dinámicas establecidas en la actualidad en las empresas y los mercados. Cada vez es más evidente como la habilidad para mantenerse en los centros de poder y decisión de los mercados es la clave del éxito. Las competencias profesionales cobran menos importancia, así como las cualidades, la visión de futuro y la capacidad para identificar las vías por las que conducir la línea de las empresas. Estos funcionamientos actuales se basan en otorgarle la importancia al poder, frente a otros criterios, y dan lugar a auténticos chiringuitos en los que se trata de estar o no estar. ¿A quién no le suena eso de «estar o no en la foto, que aunque a modo de anécdota refleja la mentalidad dominante?
Como se ha expresado en algún artículo de este blog, la filosofía del empoderamiento domina si n lugar a dudas las dinámicas sociales, económicas y políticas de la actualidad. Los líderes mundiales con potentísimos equipos de análisis y marketing detrás han aupado a muchos políticos a la cima del poder, con mensajes del tipo «Yes, we can», que reflejan fielmente de que lo que se trata es estar en el centro de este.
En lenguaje castizo, nosotros tenemos el «Sí se puede» y el «Podemos», como réplica de este enfoque mundial.
El elemento central de la filosofía que domina a estos colectivos, viene caracterizado por la simpleza de confundir por sistema el mundo propio con el mundo general. «Mi mundo» con «El mundo» y lo doméstico con lo social. Es como pretender hacer una visión del cosmos a través del microscopio con el que se observan las bacterias, traslandando dos o tres pequeñas claves efectivas en mi realidad a la complejidad de lo que sucede en los grandes conjuntos sociales.
¿De estos análisis simplistas y elementales se pretende cambiar el mundo?
Saludos
Las políticas de integración social y las subvenciones también hacen mucho daño a los negros en Estados Unidos, al final ganan casi lo mismo como pobres subvencionados y en el paro, que trabajando (y perdiendo esas subvenciones) lo que hace que se queden incluidos en ese circulo vicioso.
Hola, Nati, buenos días:
Sin necesidad de irnos del Olimpo la realidad es que los aspectos relacionales son hoy más importantes, en términos relativos, que las cualificaciones profesionales y los rasgos del carácter que hace tiempo eran, a distancia, lo principal.
Es así porque en muchos sectores, –no en todos, naturalmente–, nos hemos desplazado hacia zonas en las cuales el Poder de Mercado por si mismo facilita la obtención de resultados en mayor medida que una mejoría de la calidad del personal de dirección local.
Desde que se descubrió que para prosperar es preferible eliminar competidores o fusionarse con ellos que esforzarte en ser mejor. Además los gobiernos lo incentivaron porque reducía mucho sus costes de Control Social.
Es el reciente ejemplo de lo sucedido en la Banca y antes en otros sectores.
En muchos pueblos de España, donde había cuatro o cinco bancos, hoy queda uno, a veces dos. Lo mismo sucede en los pueblos de Francia. Hasta el punto que en algunos han tenido que usar las oficinas de Correos para algunas funciones bancarias.
En estas condiciones y sin tener que ir a los pueblos trate usted de negociar cualquier cosa y verá lo que le contestan. Luego compárelo con la situación anterior.
No solemos analizar dos cosas.
1. El Proceso de Concentración de Poder Político y sus no existentes límites en lo económico y en otras cosas. Es más hay partidos que procuran aumentarlo continuamente.
2. Que dicho proceso alimenta la misma dinámica en la Esfera Económica porque ambos se refuerzan mutuamente.
Es decir, no resolveremos el segundo sin una sustancial revisión de los límites del Poder y su función.
Saludos
Completamente de acuerdo.
Añada, para el caso español, las divisiones administrativas del antiguo Estado en las 17 Taifas actuales, básicamente prediseñadas para facilitar que los más inútiles de la antigua oligarquía (y mas en provincias) tengan un acomodo en el sector privado a costa de lo público.
Acomodo que además pasa de padres a hijos, sobrinos, esposa, exesposa.. que le voy a contar.
De ahí la dificultad de de reorganizar de manera mucho mas eficiente nuestra Adminstración actual. Los primeros en resistirse serían todos esos esos sectores que dependen de que exista ese maná de ineficiencias..
un cordial saludo
Cuentan que el Apartheid era legal, y el Nazismo-tambien, y hasta pensarán que las guerras son legales..
así andamos cuando lo legal es cuestión de poder y no de Justicia..
nada cambiará en el mundo (afuera), sino es un@ quién cambie.
Buen 15M; que es la víspera. Y, salud!!
¿ Y qué es el Mérito?.
https://www.youtube.com/watch?v=sXArvSVqpyo