Oigo que estamos ante las elecciones más vibrantes que se han vivido en nuestra democracia reciente. Asistimos al atractivo espectáculo de contemplar como cuatro candidatos, con posibilidades reales de ser el próximo Presidente de Gobierno, se precipitan desbocados hacia la línea de meta. Existe incertidumbre sobre el resultado. Nunca antes habíamos visto una situación parecida.

Ciertamente todo esto es positivo, en cuanto siempre es bueno tener más opciones políticas que nos permitan votar con ilusión y no resignarnos al voto del mal menor. Además, resulta novedoso ver cómo se consolidan dos nuevos partidos surgidos de la nada o más bien del descontento ciudadano hacía los antiguos partidos. Hace bien poco algo así parecía imposible.

Y, sin embargo, falta algo. Algo falla.

He seguido con interés los debates entre tres de los candidatos (y el cuarto presente por omisión o por representación) y me han dejado profundamente insatisfecho. Los candidatos han hecho los deberes (incluido el ausente). Se sabían bien la lección. Pero ¿realmente podemos afirmar que esto es la representación de una democracia madura?

El espectáculo bochornoso de ver a los candidatos haciendo piruetas diversas en programas de lo más variado no ha sido nada edificante. Como mucho significa que tienen demasiado tiempo libre y, desde luego, habla mal de una ciudadanía infantilizada que demanda ese tipo de circos.

Pero volvamos a los debates. En uno de ellos el esmerado moderador afirma algo así como señor Rivera, tiene usted dos minutos para exponer su modelo de Estado. ¿Realmente pensamos que alguno de los candidatos puede explicar en dos minutos, con un mínimo detalle, algo tan complejo como su propuesta de modelo de Estado? ¿Es una broma? A lo más que podemos llegar así es a la simpleza de decir cosas como que la solución al problema de la integración territorial de España está en que todos vayamos a ver la película 8 apellidos catalanes (literalmente es lo que propuso Pablo Iglesias) o en que traslademos el Senado a Barcelona (Pedro Sánchez dixit).

Tampoco la demanda de este tipo de debates habla demasiado bien de un espectador que se conforma con oír ideas superficiales y simplonas y que no exige que se profundice en los detalles.

¿Estamos entonces abocados a una democracia cada vez más populista?

Ciertamente con ese tipo de formato de debates resulta imposible explicar la necesidad de adoptar determinadas decisiones que posiblemente sean necesarias para la buena marcha del país y que, sin embargo, sin una adecuada pedagogía pueden resultar manifiestamente impopulares. Tampoco ese formato permite indagar en el coste efectivo de propuestas que pueden sonar bien a la mayoría de la gente pero que simplemente resultan inviables o inadecuadas.

¿A quién no le gustaría que pudiera establecerse una renta mínima para todo aquel que tenga necesidad de ella? Esta propuesta lanzada sin más sonaría bien a cualquier persona con sensibilidad social. Sin embargo, la cosa cambia si profundizamos en ella. Así, si examinamos los costes de esta medida y la forma en que la misma debería financiarse (subidas de impuestos generalizadas y/o mayor endeudamiento que deben pagar las generaciones futuras) la cuestión quizás empiece a cambiar. Si, además, analizamos las contraindicaciones que algunos economistas encuentran a este tipo de medidas podemos empezar a tener alguna duda sobre su conveniencia. Como sabemos, estos riesgos están relacionados con el fomento de una sociedad inactiva en la búsqueda de un nuevo empleo: ¿para qué lo voy hacer si tengo una renta mínima que me garantiza mi subsistencia? Que se me entienda. No estoy defendiendo aquí ni el sí ni el no a la renta universal, sino la posibilidad de tener un debate en profundidad donde se expongan y analicen los argumentos a favor y en contra.

Las mismas dificultades se plantean para discutir sobre una cuestión esencial para el futuro de cualquier economía, como es la del modelo productivo o la del tipo de mercado laboral que queremos establecer. En los debates, más allá de afirmar que tenemos un mercado laboral excesivamente precario, no pudo profundizarse en las causas ni en las posibles recetas para su solución. Por supuesto, a bote pronto, todos podemos estar de acuerdo en que la excesiva precarización laboral es mala, pero a partir de ahí cada uno tiene su diagnóstico de las causas y sus recetas para solucionarlo. Nada de esto puede discutirse en un formato de debate como el que hemos visto.

Ciertamente los debates parlamentarios dan más juego para entrar a discutir y razonar sobre el fondo de las cuestiones relevantes que afectan a una sociedad. Sin embargo, es evidente que nadie les presta atención y que estos tienen, cada vez, menos importancia en la vida política. Lo relevante es el resumen de 30 segundos que, después de horas de discusión, hacen los medios de comunicación y que poco aportan a la profundización de argumentos que estamos defendiendo.

Creo que no debemos resignarnos a esta forma de democracia.

¿Sería demasiado pedir que cada candidato se sometiera a entrevistas por bloques temáticos en las que especialistas en cada bloque y de distintos colores políticos le hicieran preguntas sobre su diagnóstico de los problemas y las soluciones que proponen? En este tipo de entrevistas, sí podría profundizarse en los aciertos y contraindicaciones de cada una de las propuestas que realizan los distintos partidos políticos, de modo que los ciudadanos nos formáramos una opinión más fundada.

Pero, como siempre, el requisito previo para que este formato se imponga es que exista una sociedad madura que repruebe los espectáculos circenses a los que gustosamente se someten los políticos y que demande un debate más profundo de los asuntos que realmente le afectan.

Por otro lado, parece conveniente que, como se hace en algún otro país, una autoridad independiente evalúe el coste y las posibilidades de financiación de cada una de las promesas electorales de los candidatos? Como señalamos en otro post, en España se ha creado la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), para evaluar el comportamiento presupuestario del sector público. ¿No podríamos aprovechar esta Institución y encomendarle también la misión de evaluar cómo afectaría a la estabilidad presupuestaria comprometida con Bruselas cada una de las medidas propuestas por los partidos que concurren a las elecciones.

Entre el populismo absoluto y la democracia perfecta hay muchos estados intermedios; pero lo que es inaceptable es que nos quedemos parados en lo que tenemos cuando percibimos que es manifiestamente mejorable. El populismo se alimenta de la vocación ciudadana de quedarse en la superficie de las cosas, de la pereza por profundizar en las cuestiones que a todos nos afectan. Si no impulsamos ese cambio, no nos quejemos después de que el candidato al que voté me ha decepcionado porque no cumplió el imposible que prometió. Si jugamos al populismo, ya sabemos lo que hay.

6 comentarios

6 Respuestas a “Tiempo de debates y… ¿Populismo?”

  1. RBCJ dice:

    Transcribo del artículo «El populismo se alimenta de la vocación ciudadana de quedarse en la superficie de las cosas, de la pereza por profundizar en las cuestiones que a todos nos afectan. Si no impulsamos ese cambio, no nos quejemos después de que el candidato al que voté me ha decepcionado porque no cumplió el imposible que prometió. Si jugamos al populismo, ya sabemos lo que hay.».
    Entiendo que hay una crítica directa a Nosotros los lectores, y una indirecta a la ciudadanía.Creo que lleva razón en las dos pero no son de fácil ni por desgracia rápida solución. A mí mismo me cuesta impulsar el cambio y encontrar los instrumentos en el supuesto que tenga alguna idea interesante que transmitir. A la ciudadanía se le debe educar en esa vocación de profundizar en lo serio , el razonamiento , el análisis …hasta dónde cada un llegue.Pero esto es ,educación , y la educación necesita tiempo , método y enseñanzas acertadas. No es sencillo a corto pazo. Luego viene que superemos el fracaso escolar y evaluemos la nueva democracia de los medios de comunicación , si ellos lo permiten. Mientras ,sin duda, a veces nos entretenemos con los debates ,¿es malo?.¿todo debe ser muy serio?.¿Es necesario y natural que todo el mundo sea muy serio?.
    Sigamos con buena voluntad.Veremos , aunque los síntomas no sean buenos pero no creo que sólo sea un problema de España, pero claro es lo que nos duele.
    Saludos

  2. Juan Teruel dice:

    Pues a mi me parece que el los alimentos del populismo son:

    1. En los jóvenes: la LOGSE
    2. En la vivienda: la actitud cicatera y desestructuradora que han tenido los Bancos más importantes a lo largo de la crisis.
    3. En los partidos políticos: la prepotencia de estructuras diseñadas para el poder con una progresiva desidia hacia los problemas ciudadanos.
    4. En los sindicatos: la perversión de una instituciones concebidas para el fin opuesto para el que trabajan.
    5. En la judicatura: la abierta inclinación a dejarse invadir y convertirse en amplificadores de la acción política.
    6. En los votantes: haber caido en la tentación de ser seducidos por cantos de sirena.
    7. En los poderes fácticos: haber permitido que la corrupción se convierta en la motivación de su existencia.
    8. En el peridodismo: ser simples correas de transmisión de los poderes imperantes, olvvidando el compromiso con la verdad informativa.
    9. En las televisiones: convencer a los políticos que para lo que hacen mejor que se conviertan en realities shows.
    10. En la sociedad: votar solo teniendo en cuenta lo que puedo obtener con mi voto.

    Saludos,

  3. Sedente dice:

    Podría suscribir casi por completo todo lo que el Sr. Salama comenta en este post e incluso al que hace referencia.
    Ya incluí en mi primer comentario en su blog que no era la primera vez que mis intereses eran semejantes a los suyos.

    En aquel primer comentario además de explicar la idea para que la democracia fuera un sistema de gobierno más especializado haciendo que los votantes testimoniaran de algún modo su conocimiento sobre lo votado, se podían desprender paralelas conclusiones a estos dos artículos suyos.
    Por otra parte, también se hubiera podido pensar que la aparición de tantos canales de televisión aportarían algo de especialización a muchos temas de verdadero interés para el conjunto de la ciudadanía, pero todo sigue siendo, salvo alguna excepción, un batiburrillo de programas «populistas» hechos en su mayoría para atrofiar la mente crítica y convertirla en un todo se vale con tal de la simplona carcajada, que sin duda es muy necesaria, pero no a todas horas y por cualquier motivo.

    Además de la idea del voto especializado, hablaba a su vez de sistemas de control externo al gobierno de turno, algo así como el «AIReF» del que hablan, pero tratándose como dicen de algo que depende del parlamento, me temo que el resultado es otro organismo sin demasiado peso ejecutor.
    ¿A quién hará caso si no a sus amos?

    Así mismo esbocé la idea a la que llamé «el cuarto poder».
    Separada del poder legislativo, ejecutivo y judicial, existiría un cuarto poder, que en realidad serían las cuentas del estado, la riqueza del pueblo. Un órgano totalmente independiente de los tres primeros y que actuaría de forma autónoma y que quizás podría recaer en el actual Tribunal de Cuentas renovado para tal fin, y que podría ser, en cualquier momento, consultado por quien lo deseara.
    De éste modo las cuentas del estado estarían separadas del poder ejecutivo y no correrían infructuosos riesgos por las decisiones que éste tomara para su personal y momentáneo beneficio, si no que el destino de la riqueza del pueblo dependería de varemos fiables y reales.

    Pero me temo que se ha perdido una gran oportunidad. Dice el refrán que:» A río revuelto, ganancia de pescadores». Y eso es lo que ha pasado. Todas aquellas movilizaciones sociales se han convertido en nuevos partidos políticos, en nuevos pescadores. Si gran parte de ellas hubieran permanecido como tales, sin querer convertirse en pescadores, quizás habrían podido suplantar, por ejemplo, al denostado y empobrecido poder que tenían los sindicatos. Corrompidos éstos también por el poder, y sin una clara visión de futuro, cualquier representación ciudadana ha desaparecido. Ni el partido con el nombre de «Ciudadanos» o el de «Podemos» pueden subrogarse ya ésta idea pues han entrado en la tan nombrada concepción de las «castas».

    Si por el contrario toda aquella movilización ciudadana se hubiera quedado en su lugar, renovándose y fluyendo de forma voluntaria por los particulares intereses motivadores de cada uno de sus integrantes, quizás, digo, hubieran podido llegar a representar un grupo con el suficiente peso social como poder hacer cambiar cosas en favor de mayores controles, mayor veracidad y profundidad en los debates y toda serie de necesidades del conjunto de la sociedad.

    Seguro que vocacionales y especializados ciudadanos de todos los sectores y personas interesadas en todos estos menesteres se podrían haber convertido en un grupo con el suficiente peso social para encaminar todo hacia una mejor forma de gobierno.

    Quizás de allí hubieran podido surgir ideas que alentaran o incluso obligaran a los gobiernos y otros poderes públicos a construir un futuro mejor.

  4. Jose Maria Bravo dice:

    «Estamos dispuestos a afirmar que, frente al sistema establecido, el movimiento estudiantil es de una importancia capital y quizás decisiva, ya que, sin hacer promesas y, por el contrario, descartando toda afirmación prematura, opone y mantiene una potencia de rechazo capaz, creemos nosotros, de abrir un porvenir”.». Este escrito lo firmaron, para Mayo del 68, Sartre, Lefbvre, Lacan, Blanchot, Gorz, Claude Roy, entre otros.

    Volaba la frase «seamos realistas, busquemos lo imposible», atribuida a Marcuce o transformada a otros, como el Che, en America Latina. Cuando uno habla de Realidad o Utopia, recuerda a Tomas Moro o Teoria de la Realidad, etc. Es cierto los años pasan y parece que todo es igual, pero decir eso no es «real». Han pasado muchas cosas. Quien diria»?. La España de hoy no es la de la barbarie de la «realidad» del clasismo, del racismo, del cierre, «cerril» de las fronteras. Algo, mucho, ha cambiado.

    Es Realista este Sistema?. Este Sistema le mira a los ojos al hombre para leer las horas, el espacio, el silencio, la vida y la muerte?. Es «Realismo», el mundo de los supermercados, de los cajeros automaticos con todo tipo de comisiones?. Es «realista» levantarse por las mañanas con la preocupacion de no tener como pagar el alquiler, o tener dolor de estomago y saber que tarde o temprano tendremos que aguantarnos por no tener como pagar al medico? . Es realista entender que nuestro hijos parecen no tener porvenir?. Es realista que un ciudadano, despues que un «maestrias, doctorados», tenga que emigrar al extranjero?. Es «realista» que la cultura se eche a la basura nocturna del consumismo?

    Algo tiene que cambiar drasticamente. Eso es «populismo»?

    Muchas gracias por el articulo

  5. Vicente Bou Ayllón dice:

    Víctor Lapuente Giné (profesor de ciencias políticas de la Universidad de Gotemburgo y autor de «El retorno de los chamanes») ha publicado un artículo con ideas próximas a las expresadas más arriba.

    «Los Diez Mandamientos de un Debate Electoral»

    http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/Mandamientos-Debate-Electoral_6_462013813.html

    Slds, Vicente

  6. Manu Oquendo dice:

    A mi me parece que, en general, los debates televisivos para elegir gobernantes son un error.

    Con este método nadie debe sorprenderse de que en toda Europa la calidad de nuestros Gobernantes sea un auténtico problema (Nota 1)y el Sistema Político sea suspendido con un 3.5% sobre 10 por los ciudadanos de 28 Países.

    Me explico.

    1. Ni uno solo de los asuntos relevantes para los ciudadanos se aclaran en dichos actos públicos. A veces, ni siquiera se plantean.

    2. Suelen tratarse asuntos de interés de los partidos que no coinciden con los de la ciudadanía. Por ejemplo: El tema del sistema electoral es de su interés pero es irrelevante a efectos de solución de problemas para nosotros.

    3. El medio audiovisual y el formato del debate político no está hecho para la comprensión, el análisis y el discernimiento.
    ——————–

    En la universidad participé en varios debates y uno de ellos me dejó una huella indeleble.
    Aquellos debates se calificaban por un jurado –profesores– y además había una votación de la audiencia. Normalmente un par de cientos de alumnos.

    El acto en cuestión fue sobre la pena de muerte y a mi compañera de tesis y a mí nos había tocado por sorteo defender este castigo penal.

    Resultado:

    El jurado dio como ganadores por un margen claro, unos 15 puntos en diversos factores, a los defensores de la prohibición de dicha pena.

    El público hizo lo contrario de forma abrumadora, un 90/10 a favor de dicha pena.

    Nunca he tenido claro por qué.

    Saludos

    Nota 1.

    El estamento académico comienza a preguntarse –en público y en privado– por qué las democracias occidentales producen liderazgos de calidad decreciente y con valores morales claramente inferiores a los de otros sistemas políticos.

    Acabo de presenciarlo en una charla con un reconocido especialista USA que no tuvo el menor problema en plantearlo como el principal problema de nuestro Sistema Político añadiendo que ignoraba si tenía solución

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