¿Tiene sentido que Europa amenace a Rusia? Imagen de Luaks Johnns en Pixabay

Desde hace varios meses diversos líderes europeos, con el francés Emmanuel Macron a la cabeza, han adoptado un tono marcadamente belicista contra Rusia . Aunque no todos los líderes europeos están de acuerdo con él, es conveniente plantearse si esa actitud, viniendo de alguien con tanto peso en Europa como el líder francés, es sensata y realista o, pese a su aislamiento en la Unión Europea, lo es más en este asunto la de Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, cuando acusa de irresponsable la estrategia que están siguiendo la UE y la OTAN.

Si nos limitamos a analizar lo sucedido a partir del momento en que Vladimir Putin ordenase a su ejército la invasión de Ucrania, es lógico que la UE entienda que, en el supuesto de que Rusia acabase obteniendo una clara victoria (al margen de cómo se entienda ésta), pudiera interpretar que esa victoria ha sido posible gracias a la conjunción de dos factores; por una parte, el progresivo desinterés en esta guerra por parte de Estados Unidos y de Europa, y, por otra parte, la evidente recuperación del poder militar ruso. A partir de esa interpretación podría suceder que Putin decidiera aprovechar esos dos factores para continuar su apuesta, invadiendo otros países considerados por el nacionalismo ruso como parte de la “Gran Rusia” histórica, tales como Moldavia, Georgia o los países bálticos. Y ya puestos, si nadie le frenara, continuar con otros países.

La probable victoria de Donald Trump en las elecciones de noviembre podría traducirse en el abandono de Ucrania por parte de Estados Unidos e, incluso, en la salida del escenario europeo, reduciendo la presencia militar estadounidense en la OTAN a un papel meramente testimonial, o incluso saliendo definitivamente de esta organización. Por tanto, si los acontecimientos en Estados Unidos tomaran este giro, implicaría que Europa, la Unión Europea, se quedaría “sola” frente a Rusia. Ante este cuadro, ¿qué debería hacer Europa?

De entrada, se pueden distinguir dos posturas entre los políticos y comentaristas europeos. Por una parte, están quienes sostienen que es necesario y urgente que la UE se rearme y se prepare en serio para una posible guerra con Rusia. Sobre todo, para disuadir a Putin de que, tras Ucrania, se le ocurra lanzarse contra otros países y acabe haciéndolo contra determinados miembros de la UE. Quienes encarnan la versión más “dura” de esta postura (y aquí podríamos situar a Macron) consideran que para enviar a Rusia una señal del todo creíble sobre la voluntad europea de “pararla los pies” hay que volcarse desde ya en el apoyo a Ucrania con todos los medios.

Por otra parte, están los que piensan que, si bien la UE debe dar los pasos necesarios para estar preparada militarmente, paralelamente también debe darlos para buscar una paz negociada entre Rusia y Ucrania.

No obstante, este debate nos lleva inexorablemente a otro, que se resume en la pregunta: ¿puede la UE poner en pie, en unos pocos años, un auténtico ejército, capaz de medirse con Rusia, si llegara el caso? Antes de contestar afirmativamente, la UE tendría que solucionar, en mi opinión, cuatro grandes obstáculos.

En primer lugar, vistas las cifras de efectivos que se están movilizando por cada una de las dos partes en Ucrania, para que la UE dispusiera de un ejército capaz de frenar a Rusia tendría que reunir entre medio millón y un millón de soldados bien entrenados y equipados. Y esto solo sería posible si absorbiera a prácticamente todas las fuerzas armadas de cada uno de los países miembros. Es decir, que, en el caso de España, nos olvidáramos de las posibles amenazas militares provenientes del norte de África y cediéramos todos nuestros recursos militares a ese ejército europeo para hacer frente a Rusia. Y lo mismo los demás países miembros de la UE. Naturalmente, para que se abriera paso una decisión de este calibre, antes tendría que haberse resuelto el siguiente obstáculo.

Segundo, tendría que avanzarse sustancialmente en la famosa Unión Política de la actual UE. Lo suficiente como para que la cúpula militar que dirigiese a ese ejército estuviese sometida a los criterios y directrices políticas de una jerarquía civil; es decir, de un ministro o comisario europeo de Defensa y, por encima, un presidente europeo. Esto supondría que, en la práctica, se quedarían sin la mayor parte de sus actuales competencias los ministros de Defensa de los países miembros de la UE para transferírselas a ese comisario europeo de Defensa.

Podemos imaginarnos el típico proceso UE en el cual los ministros nacionales trataran de evitar ese vaciamiento de competencias reuniéndose constantemente para unificar sus criterios. Pero, acabaría imponiéndose la necesidad de que el grueso de las decisiones se trasladara desde un Consejo de 27 ministros de Defensa a la persona de un Comisario de Defensa. Y eso tendría efectos similares en relación con los ministros de Asuntos Exteriores y con los propios presidentes del Gobierno.

Tercero, un ejército europeo realmente eficaz tendría que estar surtido por una moderna y avanzada industria militar. Aunque esto ya se sabía, la guerra de Ucrania está poniendo de manifiesto en muchos casos la importancia de contar con un armamento de última generación. Y esto exige un proceso de concentración empresarial entre empresas de distintos países europeos seguramente traumático, que deberá traducirse en una drástica reducción de la diversidad de modelos de armamento que exhiben actualmente los 27 ejércitos europeos.

Solo como botón de muestra, mientras Europa utiliza (mantiene y desarrolla) 17 modelos distintos de tanques, Estados Unidos solo uno. Y en la aviación pasa igual: mientras Europa utiliza 20 modelos distintos de cazas de combate, Estados Unidos utiliza 6.

Y, en cuarto lugar, Europa tendría que avanzar sustancialmente en algo mucho más intangible: el sentimiento popular de estar en el mismo barco con los demás países de la UE. Pongo solo un ejemplo en el contexto de lo que estoy diciendo: en hipotético caso de una guerra abierta entre la UE y Rusia, ¿cuántos féretros con jóvenes españoles muertos en el frente de esa guerra con Rusia soportaría la sociedad española sin exigir al gobierno (me da igual de qué partido) que nos “sacara de esa carnicería”? ¿Cuánto tardaría en caer un gobierno que decidiera continuar en esa guerra?

Se pueden señalar más obstáculos a salvar para creernos de verdad que la UE pudiera estar en condiciones de poner en pie de guerra un ejército capaz de hacer frente militarmente a Rusia. Por eso sorprende la “ligereza” con la que se está tratando la posibilidad de un conflicto directo con Rusia, en la ayuda a Ucrania.

No creo que haya muchos analistas militares que piensen que Ucrania pudiera derrotar a Rusia. Por mucho armamento y dinero que se le suministrase a Ucrania. Por tanto, parece evidente que el mejor escenario para Europa, el más sensato, sería el de llegar cuanto antes a una paz negociada. ¿Habrá que esperar a que gane el “loco” de Trump en Estados Unidos para que se imponga la “cordura” en este asunto?

3 comentarios

3 Respuestas a “¿Tiene sentido que Europa amenace a Rusia?”

  1. pasmao dice:

    Buenas tardes Manuel

    El sentido no es el de que Rusia amenace a Europa, el sentido es como manejar esa amenaza para posibilitar un cambio de régimen en Europa que restrinja las libertades para que esa élite despótica que nos gobierna no tenga oposición real. Ese es el verdadero sentido de la amenaza rusa.

    Por otro lado habría que hablar de que se entiende por Europa, y aquí es muy importante diferenciar entre al Europa continental y UK. UK responde a los interese USA, o viceversa. Y Europa continental responde a los intereses de una oligarquía tutelada desde UK/USA.

    Sólo hay que analizar que pasó con el Nord Stream II. Quien lo destruyó y por qué. Y está muy claro. Para saber quienes son los que realmente amenazan nuestros intereses.

    La OTAN se creó por iniciativa anglo para tener a los USA dentro, a los rusos (textual, no a los soviéticos sino a los rusos) fuera y a los alemanes abajo. Y eso no ha cambiado en los últimos 75 años.

    El problema real con Rusia no es que amenace a la Europa continental, es que apueste de manera definitiva por una alianza a muy largo plazo con China e India, que son el futuro. Las diferencias entre Alemania y Francia tras la IIGM se resolvieron gracias a esa CECA, gracias al comercio. Y si ello tuvo el apoyo USA es porque se necesitaba una cohesión continental contra esa URSS.

    Con Rusia esa misma Europa continental podría a través del comercio ir consolidando una relación que hiciera ridícula cualquier amenaza militar mutua. Pero desde el mundo anglo, desde mucho tiempo atrás, desde al Imperio Británico en el XIX se ha hecho todo lo posible para que ello no haya sido posible.

    Conviene leer el artículo cada día mas difícil de encontrar de George F Kennan «A Fatefull Error» en NY Times (1997) una vez mas para ver este tema con mas perspectiva.

    Un cordial saludo.

  2. O'farrill dice:

    Empiezo por la última frase: ni Trump está loco, ni la «cordura» está en la UE o en Biden y el partido demócrata belicista por naturaleza.
    Europa fue raptada y colonizada hace ya bastantes años por un sistema hegemónico (USA) crecido tras la 2ª G.M. sobre todo. y enfrentado al sistema soviético (URSS). Desde entonces y cada vez más Europa se quedó sin pulso político, social o económico.
    EE.UU. impuso a Europa una forma de defensa (OTAN) que es también una forma de sometimiento.
    El sistema bueno era el americano y su fundamentalismo (Galtung) le dotó de un ansia mesiánica de imponer «democracias» allá donde le interesaba. Si para ello había que provocar guerras, estas beneficiarían a su industria militar y a su poderío económico. Así hemos visto como son hábiles para «tirar la piedra» (empezar los conflictos) y «esconder la mano». No hace falta relacionar la destruccion, los daños y el sufrimiento que eso ha supuesto para muchos países del mundo (como está ocurriendo en Ucrania).
    La UE por su parte, como buen vasallo del imperio, con la mayoría de las soberanías nacionales perdidas en los desagües de la geopolítica y la geoestratégica, gobernada por personajes criados en una gran parte en la religión USA y sin ninguna talla política, se ha convertido en la correa de transmisión de los intereses de EE.UU./OTAN/ONU que son a su vez guiados por intereses particulares económicos. Los verdaderos «putos amos» que mandan sobre unas sociedades «anómicas» (Dalmacio Negro) que les da igual todo mientras puedan gozar de las migajas del banquete.
    Es muy ilustrativo que un presidente americano pueda exigir a un presidente europeo el cese de compra de gas o petróleo a Rusia (para hacerlo EE.UU y revenderlo más caro) sin que la dignidad del cargo le señalase la puerta de salida.
    Europa ya no es más que un remedo de lo que fue. Y se limita a acatar órdenes.
    Rusia, inserta en el continente europeo desde el punto de vista geográfico, debía haber sido desde hace tiempo parte de Europa, con sus enormes recursos y potencial. Lejos de ello, EE.UU. -como es lógico- lo ha impedido siempre y así nos va: imponiendo sanciones a quienes son tan europeos como otros cualquiera y abriendo la caja de Pandora con un belicismo absurdo que puede traer consecuencias.
    Por eso el «loco» de Trump ganó las elecciones con los votos de un pueblo estadounidense harto de guerras, incursiones, operaciones de falsa bandera y estrategias que les han salido muy costosas, tanto en vidas humanas como en recursos económicos. Por eso quiso centrarse en los problemas propios en lugar de revolver en los ajenos. Por eso durante su mandato no hubo un solo conflicto bélico ni diplomático. Por eso estorbaba a ese sector sobre el que Eisenhower advertía: «El pueblo americano debe estar en guardia contra la adquisición de una influencia injustificada, buscada o no buscada, por parte del complejo militar-industrial» (1961).
    En estos momentos en que las dudas sobre la «cordura» de Biden pueden llevar de nuevo a guerras injustificadas, más vale que prevalezca la sensatez y el sentido común que intentó Trump y que mantiene Rusia.

  3. Manu Oquendo dice:

    Por responer directamente: Creo que no tiene sentido que Europa amenace a Rusia. Ninguno. Por muchos motivos comenzando porque, si no es por los EEUU en decadencia total, la EU militarmente da risa. Solo nos faltaba que los reclutas obligados pasen a autopercibirse mujeres.

    En realidad lo que viene sucediendo es la prueba de que la UE está gobernada por gente de muy bajo nivel y una moralidad muy cuestionable al servicio de Washington cuyos intereses son prioritarios mucho antes que los nuestros.

    Ahora mismo parecen estar encantados enviando contra las trincheras rusas oleadas sucesivas de hombres ucranianos, cada vez más jóvenes, y algunos gobernantes europeos –que por no hacer ni el servicio militar han hecho– se aprestan a escalar la guerra y a enviar tropas nuestras al campo de batalla.
    Demencial y probablemente buscado porque sería la forma de esconder el desastre en que se ha ido convirtiendo la Unión Europea. Ya estamos por detrás de Corea en generación de propiedad industrial y ostentamos el record de fiscalidad e hiperregulación destructivas. Por si fuera poco con las políticas energéticas que nos imponen han conseguido que la poca industria que queda decida irse.

    Por otra parte, el elemento fundamental de cualquier ejército nacional es la voluntad de luchar contra quien nos amenaza desde la sinrazón moral. Es lo primero que nos plantea el SunTzu –el libro de la guerra chino que con casi 2500 años es objeto de estudio en todas las academias militares del mundo.
    ¿Estamos en posesión de la razón moral? ¿Hay unión entre ciudadanos y ejército? Si no tenemos la razón moral y, además, carecemos de unión no debemos entrar en guerra porque es altamente probable que la perdamos.

    De hecho es curioso ver la cantidad de derrotas acumuladas por Occidente tras la segunda guerra mundial. Lo estamos viviendo en Yemen, en Ucrania, en Afganistán, en Siria, en Iraq y hasta en una Libia irremediablemente perdida tras la invasión y el cobarde asesinato de Gadhafi que provocó la hilaridad de una deleznable Hillary Clinton..

    ¿En cual de estas guerras nos asistía la legitimidad moral y la verdad? En ninguna.

    La UE se ha convertido en una máquina de imponer doctrina destructiva y mentiras rotundas como la del CO2. Ya ponen en las estaciones de metro anuncios acusando a personas físicas de su «huella de carbono». Somos el hazmerreir del mundo y de la ciencia.

    Y, atención, o nos plantamos seriamente ante esta casta perversa o no hemos comenzado a ver lo que de sus manos nos espera.

    Saludos

    PS. Recordemos que cuando Rusia dio su OK a la reunificación alemana se marchó con sus tropas. ¿Se han ido los EEUU? No, ni de broma. Todo lo cobntrario. Allí siguen unas 200 instalaciones militares reforzadas. Ni un tratado de paz se ha firmado tras el final de la guerra mundial.
    Alemania sigue siendo un país ocupado.

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