Los nacionalismos han sido y serán una de las grandes cuestiones de estos tiempos que nos ha tocado vivir. Pero, ¿cuál es su fundamento intelectual, al menos en nuestro país?
Cualquier persona que haya estudiado Historia del Derecho sabe que el nacionalismo en España nace unido a la derogación de los llamados derechos forales o históricos, por los Decretos de Nueva Planta, a principios del siglo XVIII.
Sin embargo, los derechos históricos no eran sino unos derechos locales que fueron surgiendo durante la formación de los modernos Estados nación. En esa fase previa, el monarca no tenía fuerza suficiente para imponerse y no tenía más remedio que ir concediendo privilegios a los poderosos señores feudales para conseguir su adhesión a la Corona. Así, los fueros/privilegios se concedían por la reconquista o la repoblación de un lugar, por el asentamiento definitivo en el mismo o para solucionar desavenencias con el señor feudal. Estos fueros son los que van configurando los derechos históricos en cada una de las localidades.
Se trata, por tanto, de ordenamientos jurídicos dispersos y segmentados, de carácter local y con poca coherencia interna. Este tipo de ordenamientos jurídicos era ciertamente razonable en sociedades agrarias que vivían volcadas hacia sí mismas y con poca interconexión con otras regiones.
El ideario de la Revolución francesa, obsesionado con los principios de justicia y de supresión de los privilegios, aspiraba a una ley general justa y de igual aplicación para todos, con independencia del rango, clase, poder económico o del territorio. Los ilustrados imaginaban leyes perfectas, que configuraran sociedades verdaderamente justas. Para ello, creían en la necesidad de suprimir todo tipo de privilegios normativos.
Estas ideas ilustradas fueron llevando a la convicción de que eran precisos nuevos códigos que suprimieran los antiguos privilegios y los sustituyeran por normas claras, precisas y bien pensadas, que rigieran por igual para todos. Además, sociedades cada vez más interconectadas y complejas, requerían de leyes únicas y fácilmente accesibles que crearan el entorno adecuado para favorecer relaciones cada vez más fluidas entre personas de distintos territorios.
Como casi siempre, estas nuevas ideas ilustradas tardaron en llegar a España, pero lo hicieron cuando un grupo de gentes se reunió en Cádiz para redactar nuestra Pepa, la Constitución de 1812. Esta aspiraba a que un solo Código Civil, Mercantil y Criminal rigiera para toda la Monarquía. Abajo el privilegio. Pero, un momento, quizás uno de los primeros ilustrados fuera Alfonso X El Sabio que, a través del Fuero Real y de las Partidas, ya en el siglo XIII, trató de unificar la gran multitud de fueros que existían en su reinado. El intento fracasó por la oposición de los nobles y los concejos. ¿Nos suena?
Desde la Constitución de Cádiz, hay una verdadera obsesión de los juristas españoles por conseguir aprobar un Código Civil que rija en todo el territorio y acabe con la dispersión de fueros. Cada uno de los intentos chocó con el mismo muro: la oposición de los regionalistas defensores de los derechos forales. Otra vez los nuevos nobles y las regiones actuando como freno de la modernidad en España. Finalmente, el ansiado Código Civil solo pudo sacarse adelante con un importante sacrificio: fue necesario reconocer Compilaciones de Derecho Civil para las regiones de Derecho Foral. El soplo renovador de Alfonso X El Sabio había vuelto a fracasar.
Lo que, sin embargo, sí estaba claro en el siglo XIX era que la ilustración y la modernidad iban de la mano del impulso de leyes generales que fueran superando los privilegios.
En España, todo esto cambia tras la Guerra Civil y 40 años de dictadura. Por arte de magia, lo que ya era retrógrado en el siglo XIX, en el XX y en el XXI pasa a convertirse en progresista. En una verdadera obra de arte del disfraz político, los nacionalistas, como perseguidos por el franquismo, consiguen hacer pasar por modernidad, nada menos, que la defensa de privilegios otorgados por antiguos reyes y por razones que poco tenían que ver con la inteligencia. Los sueños ilustrados de leyes generales y perfectas se nos consiguen presentar como algo reaccionario y caduco. El mundo al revés.
Estas cuestiones han tenido una relevancia capital en el devenir de España en los últimos años. Primero, porque el nacionalismo ha ido consiguiendo sus objetivos, sin oposición intelectual alguna que hiciera ver la debilidad de sus fundamentos. De hecho, los partidos que se dicen nacionales tampoco han dado respuesta intelectual a los formalismos. Como botón de muestra, sirva el siguiente ejemplo: el PP valenciano lleva años tratando de recuperar los fueros de Jaime I, derogados en 1707 y que desde entonces no han tenido vigencia alguna.
Segundo, porque el mantenimiento de un mosaico de leyes regionales ha dificultado el desarrollo económico, estableciendo verdaderas barreras entre territorios. Eso que ahora se trata de solucionar a través de la llamada Ley de Unidad de Mercado, que, como no, ha recibido una fuerte contestación nacionalista. Y es que, ¿qué sentido pueden tener una serie de fueros locales en una Unión Europea que aspira a grandes códigos que nos rijan a todos y que faciliten la movilidad, la fluidez y los intercambios?
He empezado diciendo que esta es la época de los nacionalismos. Pero el devenir de los acontecimientos también demuestra que es una época muy favorable para descubrir la realidad detrás de las apariencias. Para desenmascarar al impostor. Una sociedad madura está obligada a mirarse en el espejo y ver la imagen que refleja. Si este ejercicio se hace con una cierta honestidad, veremos que el nacionalismo está desprovisto de todo fundamento intelectual. ¡Alguna vez tendrán que decirse estas cosas alto y claro!
Por precisar uno de los aspectos que cita Isaac, –el de la Unidad de Mercado–, quisiera recalcar su importancia y lo difícil que ha resultado para España alcanzarla.
Nuestro diferencial de paro con los países normales se basa en dos factores y este es uno de ellos. El otro tiene que ver con el brutal desmantelamiento industrial por decisiones políticas que no corresponde tratar aquí.
La realidad histórica es que el mercado único, con normas relativamente modernas y una moneda, sólo se alcanza entre 1959 (plan de Estabilización) y 1975 (Inicio formal de la Transición).
Durante este periodo España creció en media al 7.5% anual y alcanzó pleno empleo con una industria modesta pero mucho más completa que lo que hoy existe.
El miércoles pasado, en un hotel de Madrid, el profesor Leopoldo Gonzalo dio una charla sobre este asunto de la Unidad de Mercado. Algo que en España ya no existe y que es crucial para una mínima eficiencia económica, para una mínima racionalidad en la creación de riqueza y para que la iniciativa económica a escala nacional sea plausible, no utópica e imposibilitada por la fiebre legislativa de cada «Particularitocracia»
Sobre la Unidad de Mercado se está tratando de legislar actualmente a pesar de que es uno de los principios sagrados establecidos –y no cumplidos ni de lejos– de la Constitución del 78.
Ante los tímidos movimientos legislativos en marcha para recuperar un bien colectivo tan fundamental como la Unidad de Mercado ya hay 4 autonomías, desde Cataluña a Andalucía, –esta última el record mundial de desempleo– con recursos al TC para defender su taifa privada. El coto privado de caza y extracción de rentas.
El asunto no es menor si se es consciente de lo que en España costó construir algo parecido a un mercado o de los beneficios colectivos de tener un mercado en vez de muchos mercadillos.
Para empezar nuestro territorio físico, sin ríos navegables, cruzado por cadenas montañosas –y valles aislados en el norte que bloquearon hasta muy recientemente la comunicación– es de las geografías más difíciles de Europa. Un factor de entorno muy negativo.
Por ejemplo, frente a los 89 Km navegables que tenemos, –de Sanlúcar a Sevilla–, Francia y Alemania pasan de los 7500 kilómetros cada uno. Los Países Bajos más de 2000. Inglaterra más de 3500.
Nuestra desventaja estratégica de partida es dantesca y ha fomentado extraordinariamente las ineficiencias y la fragmentación amén de diferentes legislaciones y hasta diferentes monedas internas en pleno siglo XIX..
Hoy todos los sectores económicos, desde las Antenas de Radio Frecuencia a los Servicios médicos, se enfrentan a diferentes exigencias y normas autonómicas.
Hasta tal punto que causamos sorpresa en el mundo por nuestra irracionalidad y la imposibilidad de actuar sin adaptar tus productos y servicios a las normas de cada Satrapía.
Por no citar el hecho de que estamos forzando al uso de idiomas diferentes con el efecto que esto tiene en «Costes de Transacción». La unidad de mercado trae beneficios por reducir costes de transacción, confianza recíproca (factor crucial según explica Fukuyama) y facilidad de movilidad de recursos. El principal recurso es el Trabajo y la fragmentación lingüística las empeora todas. Adrede, naturalmente.
¿Nos creemos que es gratis atizar por decreto diferencias lingüísticas y tirar por la borda el inmenso capital de dominar un idioma global de alta calidad?
No lo es. Es otra quiebra esencial de un mercado unitario como sabe cualquiera que llame a una centralita y se encuentre con una persona o una máquina saludándole en la lengua autóctona. Pasa una vez, la segunda no pasa porque es un coste extra que termina pagando quien llama: el cliente.
La nueva Constitución del 78 ha resultado –en boca de alguno de sus padres «rematadamente mal»– a causa de la fragmentación autonómica que ha destruido, entre otras cosas, la unidad de mercado hasta límites insospechados por la población en todos los Sectores de Actividad.
Hasta trasladar un féretro –con ocupante– entre Málaga y Coruña exige papeleo en cada «Autoctonía» de tránsito.
Hoy viven a cuenta del «estado autonómico» tantas estructuras políticas y tantos intereses improductivos que no es concebible que sea ni siquiera parcialmente abordado por parte de los partidos que de una u otra forma, queriendo o sin querer, lo han instaurado.
Frente a este escenario, Leopoldo Gonzalo sugirió el pasado miércoles la vía frontal: Un retorno a un estado unitario. Parece utópico y lo sabe, pero un 70% de la población está de acuerdo a pesar de que todas las fuerzas y recursos de Comunicación del Régimen Autonómico del 78 evita abordar el tema entre patéticas alabanzas al evidente desmadre.
El 26% de paro –maquillado porque es bastante más alto– no proviene del azar. Nos lo hemos currado a tope.
Abundando en lo que dice Isaac lo que procede es no huir de un debate racional y necesario para frenar el visible declive hacia la pobreza estructural. Hemos de comunicar.
No puede ser que «Políticas Identitarias» retrógradas apoyadas en falsedades históricas nos traigan tantos problemas sin que reciban respuestas serias desde la ciudadanía.
Hay cosas que no sólo no son gratis sino que resultan en miseria por generaciones.
Este, más o menos, fue el tenor de la interesante y excelentemente documentada conferencia del señor catedrático D. Leopoldo Gonzalo.
Un saludo cordial y gracias al autor del artículo. Estas cosas hay que decirlas. Son razonables, son beneficiosas para todos y no son destructivas. Son de sentido común.
Muchas gracias Manu por tu comentario, que comparto plenamente. Aunque tardía, hay que reconocer el mérito de la Ley de Unidad de Mercado y que ha costado Dios y ayuda sacar adelante, a pesar de que se limita a consagrar algo tan elemental como la autorización única, es decir, que cuando un profesional es autorizado a prestar un servicio en una comunidad autónoma, dicha autorización les sirva para prestar ese servicio en todo el territorio español, sin necesidad de nuevas verificaciones o autorizaciones autonómicas.
Comparto tu preocupación por el uso político que se está haciendo de las lenguas. En este país hemos llegado a la estupidez de que un texto legal de la importancia de un estatuto de autonomía como el de Andalucía haya consagrado el andaluz como «modalidad lingüística». Es un estatuto muy parecido al catalán de 2006 y que se aprobó con el voto favorable del PP.
Saludos
Estimado Isaac,
Discrepo profundamente con su planteo del nacionalismo en España. Su argumento puede usarse para alegar que España es tan artificial como el País Vasco o cualquier región de España. Y también usarse para alegar cualquier división territorial del Planeta Tierra que uno prefiera. Nunca antes, ahora y mañana un ordenamiento jurídico en los términos enunciados por usted podrá ser único en un territorio ni siquiera en territorios del tamaño de Gibraltar. Ayer Larry Solum recomendaba este libro
http://lsolum.typepad.com/legaltheory/2014/05/legal-theory-bookworm-1.html
que trata precisamente el problema del pluralismo de ordenamientos jurídicos en nuestros días.
Otro punto. No puedo dejar pasar que usted haga referencia a los ideales jurídicos de las revoluciones francesas y españolas como si esos ideales fueran sus determinantes principales. No, como siempre el determinante principal de cualquier revolución es acceder al poder coactivo asociado a la idea de gobierno. Los ideales, sean o no jurídicos, son una bandera que sirven de excusa para la ambición de poder. Le recomiendo leer esta reseña de Revolutionary Ideas, el último libro de J. Israel, publicada días atrás en el WSJ
http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424052702304512504579493673087584120
Buen punto.
Efectivamente, nuestro funcionario cae en su propia trampa “racional”. Por una parte somete la configuración de los estados nación a un “correcto” devenir legislativo basado en ideas superiores (“grandes códigos que nos rijan a todos” + “ilustrados”) y por otra en ningún momento se para a pensar en las dinámicas del poder, para nada democráticas, que han sucedido en España.
Y por supuesto, el territorio denominado España no ha tenido ni un solo segundo, en su mal contada historia, un SISTEMA capaz de articular un auto-gobierno territorial (país democrático). España nunca ha sido una democracia, prueba incontestable en “la constitución de los cinco” (78) la cual supera los 10 folios,…
¿Por qué los ciudadanos no querrían comerciar con sus vecinos? Carece absolutamente de toda lógica,.., ¿alguien sabe lo que es una feria? Las hacían cuando los kilómetros se contaban por horas,…, ¿por qué no querrían comerciar ahora con Rusia, Macao, Martinica, Madrid, Barcelona o Sevilla? ¿Por qué querrían 1 millón de textos legales al año y un incordio legislativo constante? Simplemente sucede que NO ES UNA DEMOCRACIA.
En general, se confunden las razones de existencia (la configuración de España como estado-nación) con las razones de voluntad (esa supuesta voluntad por la unidad).
Y para ello tengo unas frases:
– Amigos sí, pero la vaca por lo que vale.
-”La paz, el comercio y la amistad honesta con todas las naciones; enredar alianzas con ninguno.” T. Jefferson.
De la frase de (“rural”**) Jefferson se desprende, no se deben asimilar -ideas dañinas o contrarias- para pertenecer a una unidad superior*. Además del ejemplo de EEUU, también tenemos Suiza (pequeñito y autónomo legislativa-mente, “fragmentado” en cantones y con una de las rentas más altas del mundo),…, no es el tamaño sino LA CALIDAD, del estado-nación o federación-país, o lo que sea. No es casualidad que EEUU sea una democracia y tampoco es casualidad que Suiza es una democracia con o sin “ilustraciones”,…
*: aplicable también al individuo.
**: … tengo la idea que las democracias solamente se pueden construir sobre la voluntad de propietarios…
¿Quiere decir su comentario que debemos resignarnos a ver como España sigue siendo una democracia manifiestamente perfectible? El hecho que comenta de que nunca hayamos tenido democracia ¿quiere decir que no podamos tenerla en el futuro?
Por supuesto que creo que hay que cambiar los procesos de formación de la voluntad y de elaboración de las leyes, pero eso no quiere decir que no sea fácil percibir las dificultades en que nos está colocando el «millón de textos legales al año» que menciona. Saludos
A una democracia no se puede llegar sin un proceso de ruptura. La LIBERTAD funda la democracia, república constitucional. No se puede mejorar esa no-democracia,…,
Armar una Constitución y se asiente la LIBERTAD lleva AÑOS.
¿Usted cree la sociedad española está preparada para ello?
Una visual al nacionalismo. Añado, el tema recurrente del nacionalismo que usted trata es el resultado inmediato de la carencia de una democracia en el territorio España. La «tierra de conejos»,..
Nada está basado en la verdad (libertad de pensamiento + libertad de expresión +…) y todo es falacia,…, en este caso falacia institucional.
Un saludo.
Estoy de acuerdo con usted en la artificialidad de las fronteras, cualquiera que ésta sea. Así lo puede leer en mi anterior artículo sobre los nacionalismos. Sin embargo, lo que me parece aberrante en estos tiempos es que se pretenda justificar la necesidad de levantar nuevas fronteras, si cabe más artificiales.
Por supuesto las revoluciones se utilizan como medio para que el poder cambie de manos. Eso no quiere decir que algunos movimientos no se inicien provistos de unos valores que pronto se mancillan con la proximidad del poder. Saludos
Muy interesante el artículo y algunos de los comentarios. Mis felicitaciones.
Soy un filósofo, pensador e investigador, que cree haber dado con las claves por las que se rigen muchos de los comportamientos sociales de los seres humanos. Quien desee conocer las que fundamentan el nacionalismo, puede visitar esta dirección:
gulliverlavoz.es/pdf/losnacionalismos.pdf
Me parece que ha olvidado usted explicar los orígenes y la mascara del nacionalismo español, dándome la sensación de querer desvincularlo del franquismo, espero que solo sea una sensación…
Por otro lado el tema de que el nacionalismo español nace con el decreto de nueva planta…. bueno yo pensaba que el nacionalismo era un movimiento de la burguesía, no de los monárquicos, añadiendo que desde 1714 hasta 1812 son las cortes de Castilla las que gobiernan en todo el reino.
Aunque admito que el nacionalismo español es tan retrograda que no encaja en las revoluciones liberales, solo falta ver que le hicieron a la Pepa en nombre de España y de la gracia algún dios.
Ojalá los liberales hubieran pasado por la guillotina a la casa real como los franceses, quizás la Pepa hubiera tenido alguna oportunidad real y habríamos evolucionado un poco.
Pero claro en España seguimos sin superar la guerra de sucesión…
Así nos va, con nacionalistas que les da miedo admitir que lo son ( españa) y nacionalismos que llevan 200 años intentando su revolución liberal.
Supongo que está usted en trance irónico cuando habla del carácter liberal de nuestros nacionalismos periféricos.
No se fíe de las adscripciones formales. Hoy entre los liberales europeos son ellos los que portan la antorcha en un ejercicio de cinismo inaudito tanto por parte del los Parlamentarios Liberales de Estrasburgo como por CIU y PNV que, oh maravilla, hasta hace unos días eran los Representantes del Liberalismo español en Europa.
Hace pocos días, ambos dechados de «liberalismo» intentaron bloquear la entrada en el grupo de los parlamentarios electos de UPyD y de Ciudadanos cosechando su primera y merecida derrota.
El movimiento liberal tiene muchos problemas y uno de ellos es la distancia que hay entre el «talante» y la capacidad real de defender con fuerza los propios valores.
Me temo que el utilitarismo moral no es base suficiente para construir valores duraderos y creíbles.
Por otro lado no me parece muy correcto hablar hoy día del «nacionalismo» español. Justo el que calla la boca cuando vemos a auténticos émulos literales del fascismo más retrógrado obligar a hijos ajenos a adquirir las «identidades excluyentes» diseñadas por ellos.
Esto no es una anécdota, es la quiebra de la arquitectura de los derechos civiles elementales a manos de banderas identitarias propias de la época de los Habsburgo.
Para resolverlo hay que retirar la competencia educativa y devolverla al Estado de quien nunca debió salir.
Aprovecho para recordar que en España seguimos reviviendo cada día el célebre discurso de Hitler a los obreros de la Siemens-Motorwerke: «Sabemos que no estamos en vuestros corazones ni en vuestras mentes. No importa. Nos basta con educar a vuestros hijos».
https://www.youtube.com/watch?v=PQoCkgl7i_w
Por correlación nítida nos encontramos con que vamos a tener que dar el apelativo de liberal a sus herederos.
En fin, lo digo porque hay afirmaciones que no resisten el espejo.
Saludos
Es muy preocupante la reducida aproximacion al nacionalismo contemporaneo que el autor propone sin tener en cuenta los cambios sociales… Hay mucha bibliografia sobre la relacion entre nacionalismo y cambio social. Es triste ver esta maniquea interpretacion de la Historia social de Espana.
Quizás podría ilustrarnos y citar dicha bibliografía.
En general los grandes tratadistas del tema son bien conocidos, fuera y dentro de España, ya desde Vico y Herder.
Salvo que se refiera a los ideólogos-promotores tipo Sabino Arana o Krutwig su comentario me ha desorientado porque no sé a quien puede referirse.
Saludos
Aun considerando que el articulo de Salama enumera las fases constitutivas del Reino de España. No podemos considerar que la Historia, lo que llamamos Historiia se circunscribe solo a esos acontecimientos.
Partamos de la base que el Sistema Juridico es una regulación de los Derechos en un Estado- Nación. En la configuración de un Estado Nación, la Fuerza establece esos Derechos. La Fuerza del Derecho implica, digamosle, una fuerza moral y una fuerza institucional.
Dentro de este contexto un Estado se configura, si vemos la Historia, por la Fuerza. Si en su configuración se han considerado ciertos Derechos, digamoslos contractuales, es de «moral» cumplirlos. Extrapolando, esos fueros llamados «historicos»,han sido constitutivos de ese Estado- Nación. Son en si mismo ese Estado-Nación. Es más si consideramos la Historia, el hoy llamado Reino de España, nació dentro de ese contexto.
Que de acuerdo al devenir, a lo que hoy se llama modernización, tras el paso de la Revolución Francesa, la Revolución Industrial, el nacimiento de la burguesiá, etc. Si esos Derechos han perdido valor, podriamos en el curso de la Historia decir que la identidad misma del Estado-Nación, tambien, pierde vigencia.
La Mascara del Estado es también, en cierto sentido, la Mascara del Nacionalismo. No olvidemos que la inspiración de esos Estados fueron etnicos. Tuvieron una inspiración de Raza, Religión, Cultura, etc..
Yo creo que el Derecho, el Derecho de hoy tambien ha caido en el «Tecnicismo». Vamos a la Norma, vamos a la coersión, a la Fuerza Institucional. Pero la Fuerza «moral», la de las costumbres. Las costumbres son la lengua, el trabajo, la expresión sensible. En fin el devenir del hombre en su entorno es la consideración esencial del Derecho.