En este principio del segundo verano COVID, me han sorprendido dos hechos televisivos.
El primero tiene que ver con la Eurocopa que Italia le ganó dramáticamente a Inglaterra en los penaltis. En España los partidos los ha retransmitido el grupo Mediaset y, en cada uno de ellos (no he visto todos, pero sí los suficientes), el presentador ha hecho la siguiente cuña publicitaria: tenéis que ir a ver la película “Operación Camarón”, que ha financiado el grupo Mediaset, en su apoyo a la cultura europea.
Seguro que Operación Camarón es una película divertida con la que pasar el rato. Pero, estos señores de Mediaset ¿saben lo que es la cultura?
El segundo hecho tiene que ver con uno de los programas estrella del grupo Atresmedia: Pasapalabra. Mi padre está enganchado y me cuenta que un chaval culto, Pablo Díaz, ha ganado el bote de 1.828.000 euros. Un buen dinerito, sin duda. Pablo es un gran violinista y quiere ser compositor, pero, como en este país no hay dinero para la cultura, tuvo que dedicarle el tiempo a aprenderse el diccionario, ganar Pasapalabra y así poder financiarse su carrera de composición.
A todos los políticos se les llena la boca cuando hablan del apoyo a la cultura. Se ha convertido en una especie de lugar común en el que todos se sienten más o menos a gusto en la retórica de la cultura es muy importante y, si hubiera dinero, la apoyaríamos mucho más. Pero, como no hay recursos, poco más podemos hacer.
Vamos a ahorrarnos el listado de auténticas chorradas para las que sí hay el dinero que nunca parece llegar a la cultura.
Porque antes de todo, me parece que tenemos poco claro qué es eso de la cultura y por qué es tan importante para cualquier sociedad.
Si el actual modelo se puede definir de alguna manera, más allá de las ideologías de izquierdas o derechas, el rasgo que me parece más característico es el del utilitarismo: sólo merece la pena aquello que nos pueda dar una posición de ventaja en nuestra carrera competitiva frente a los demás.
En este planteamiento vital, existe nuestro tiempo útil al que le dedicamos un gran esfuerzo y que nos deja agotados y un tiempo de desconexión en el que estamos entretenidos, con la última serie de moda, conectados a Internet o con cualquier otra actividad que requiera poco movimiento neuronal. Por cierto, en el nuevo modelo COVID cada vez hay menos tiempo para el entretenimiento clásico de tomar una caña (o lo que sea) con los amigos.
En esta estructura modélica, hay poco espacio para la cultura, que se ve como algo inútil en esa carrera a ningún lado en que se convierten nuestras vidas ¿de qué me sirve la cultura con lo que me cuesta llegar a fin de mes?
Pero a pesar de todo, somos conscientes de que es importante salvaguardar y transmitir lo más esencial de la experiencia del ser humano en este planeta. Las preguntas y respuestas que se han dado a los grandes problemas que todas las generaciones afrontan.
Dicen que al escritor Mario Vargas Llosa le preguntaron cuál de sus novelas salvaría de la hoguera si sólo pudiera rescatar una (contestó que “Conversaciones en la catedral”). Creo que habría una cierta coincidencia sobre qué obras del ser humano merecerían salvarse del próximo diluvio universal. Y probablemente no tendrían que ver con la última serie que nos hizo pasar un rato entretenido, sino con aquellas obras que nos conmovieron profundamente y nos sacudieron el alma. Porque eso es lo que hace la verdadera Cultura, la que es capaz de superar el tiempo, el lenguaje y el propio pensamiento.
Claro que esta Cultura (con mayúsculas) tiene una fuerza expansiva que aterra al poder. Un pensamiento filosófico profundo puede generar una onda que haga tambalearse al modelo. El mismo tsunami puede provocar una obra literaria, poética, una obra de teatro o cualquier otra manifestación Cultural que lance un mensaje desde la inteligencia y la sensibilidad hasta el infinito.
Si la Cultura puede hacer todo eso, parece lógico que nos traten de vender que financiar Operación Camarón es apostar por la cultura. No: es apostar por un entrenamiento muy lucrativo.
No permitamos que nos den gato por liebre. Si la Cultura es importante, vamos a defenderla. Pero de verdad.
Cultura igual a «cultivo» o construcción personal de cada uno, nada menos. Por eso aterra al poder y por eso el poder siempre trata de destruirla.
La historia viene de lejos y ya se ha escrito y comentado en este blog cómo esos poderes ajenos a la Política (porque la «política» la hacen ellos) han venido intentando borrar de nuestras almas, de nuestras memorias, de nuestras tradiciones, de nuestros conocimientos y formación, cualquier indicio de lo que la Cultura signifique en nuestras vidas.
El sentido pragmático o «utilitario» -como dice Isaac- de la llamada «modernidad» que empezó al final de la 2ª Guerra Mundial, ha ido deconstruyendo o destruyendo directamente el sentido de la Cultura y su necesidad para las personas, para construir nuevos «dogmas» que, a través de los medios de comunicación (nuevos lugares de liturgias y ritos), produzcan unas sociedades alienadas, confusas, ignorantes y por tanto fáciles de someter a eso que llaman «opinión pública» o nuevas creencias. Allí se erigen falsos dioses, falsos «mesías», falsos ídolos a los que venerar, respetar y rezar. A cambio se recibirá de la magnanimidad del poder la ración de alimento, ropa y dinero que cada uno merezca.
Por eso desde hace tiempo desde el marxismo se crea la «guerra cultural», sabiendo que la Cultura es el campo de batalla de los relatos y que éstos pueden ser contados (el poema «Yo sé todos los cuentos…» de León Felipe) a conveniencia de cada uno.
Hoy he retomado el libro de poemas «Cavernas del silencio» que el disidente cubano Armando Valladares fue formando mentalmente durante los 22 años de reclusión en las cárceles cubanas. En «wikipedia» en lugar de denunciar (como tampoco hacen ahora España y la UE) el régimen cubano de dictadura, de persecución política, de presos y desaparecidos, de torturas. de violaciones de derechos, etc.etc. intentan «blanquear» el sistema con versiones distorsionadas de la triste realidad de la revolución cubana (cristiana en sus orígenes) que devoró a sus mejores revolucionarios para evitar la competencia en el liderazgo castrista.
Contra la Cultura de verdad se alzó la «contracultura» oficial en todos los ámbitos dominados por el dinero y las oligarquías financieras que marcan el ritmo de lo que debe y no debe ser, en paradójica coincidencia con el nuevo «marxismo cultural» de los líderes-títeres en el mundo occidental. Por eso tenemos que tragarnos las patadas al diccionario de ministras, sin que la Real Academia de la Lengua -para empezar- pongan las cosas en su sitio.
Un saludo.
Gracias O’farrill por entrelazar la “0peración camarón” con la tragedia que se vive en estos momentos en Cuba (tragedia que lleva viviéndose casi 70 años).
Creía que el tema cubano no se mencionaría en esta página. Eres el primero que hace eco y mira que han pasado días. Felicitaciones.
Leía hoy en un diario que: “Solo el socialismo es capaz de dejar a Cuba sin azúcar, Venezuela sin petroleo, Argentina sin carne y a España sin turismo”.
Y si, wikipedia es el reducto de la desinformación, donde se nutren todos los cenutrios que pretenden decir algo rimbombante para aparentar que saben lo que desconocen.
Saludos
En las «palabras iniciales» del libro de poemas, Fernando Arrabal dice:
«¿A quien puede sorprender el celo de sus verdugos para impedirle escribir en la cárcel o el ardor con que hoy se combate su obra? Las cloacas de la Historia, desembocan en el mar de los embustes. Pero el espíritu no se corrompe, las escamas caen en el abismo de la Tierra y las campanas repican vestidas de palomas. ¿Qué mayor elogio puede recibir un poeta que la saña de los déspotas y sus cómplices? ¡Cuanto le hubiera envidiado a Valladares André Breton! .»
Hoy, un humilde zapatero cubano me decía. «Mientras la gente no esté dispuesta a morir por la libertad, no se podrá hacer nada en Cuba. El régimen seguirá adelante».
Ya no hay héroes reales, sino de cartón-piedra abducidos por hipotéticos «estados de bienestar», donde lo importante es tener un «celular» y ver la televisión doctrinaria.
Un saludo.
Una de las acepciones de la RAE para la palabra cultura es la de conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico, también la de conjunto de modos de vida y costumbres conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico industrial, en una época, grupo social.
Todas las acepciones aluden, como apuntaba O’Farrill al concepto de “cultivo”.
En realidad solo se puede cultivar si se ha preparado el campo y se ha sembrado antes.
Actualmente vivimos momentos que si no fueran dramáticos, en cuanto a las consecuencias que tendrá el retorcimiento y el atentado contra su desarrollo natural, del denominado “lenguaje inclusivo”, serían esperpénticos y como tales deberían contemplarse.
Eso nos da una idea de por donde se encuentra ese cultivo de la consciencia que es el intelecto del ser humano y qué clase de “siembra” se está provocando.
¿Puede llamarse cultura al “odio”, a la “muerte”, al “género”?, y encima así sin más, desde el punto de vista más primario que nos podamos imaginar, es decir aludiendo a las más superficiales y viscerales supuestas sensaciones, acercándonos, sin ninguna reflexión, sin ningún ánimo de profundización, relegando y menoscabando el conocimiento que de ello se tiene y elevando a categoría de ley la ignorancia, la mediocridad y la grosería….pues sí esos parecen ser los criterios actuales del “no conocimiento”, del culto a la “inconsciencia”….
Lo peor de todo es que en pleno siglo XXI, y en las sociedades democráticas más desarrolladas, resulte que el mero impulso, la emoción más primaria, moldeable y manipulable, sea la que esté primando en las instituciones que ¡deben legislar!, es decir, que deben organizar las leyes por las que han de discurrir el desarrollo de una sociedad ¡moderna!…
Así nos damos el lujo de tener verdaderos zotes sin ningún tipo de preparación y haciendo gala de ello, dictando las leyes que nos regirán a todos.
¿Es de extrañar, entonces, que al odio se le tache de cultura, y que la muerte se legisle como si ello fuera posible….?.
Ni siquiera se pueden abordar estas barbaridades desde el mero utilitarismo.
Hablamos de términos que pueden llevar a sociedades que buscan desesperadamente mantener los términos de seguridad en los que ha creído mantener su supervivencia, a aceptar dejar de “cultivarse”, renunciar tener un juicio crítico, a buscar conocimientos para ello, y a renegar de los que ya existen…para abrazar términos que no pueden darse en la naturaleza, en la biología, y mucho menos, en el arte, y darlo todo por bueno con tal de…¿qué?.
Seré breve al exponer mi reflexión sobre, cuál es el nivel general de cultura existente en el momento actual en España.
Desde que la dictadura terminó y se instauró el “sistema democrático”, han pasado más de 4 décadas. Si contamos desde que la Constitución entró en vigor, el 29-12-1978, 42 años largos.
En todo ese tiempo, solo 3 partidos políticos diferentes han dirigido los destinos de este país, dictando las principales normas de conducta social, incluyendo las leyes que las legitiman: UCD (1977-1983), PSOE (1978- actualidad) y PP (antes AP, 1978- actualidad).
UCD duró solo 5 años al máximo nivel pues, en 1982, sufrió una debacle que desembocó en su disolución en 1983. Pasados 39 años podemos darlo por amortizado.
Sin embargo, PSOE y PP han tenido a su disposición esos 39 años, para hacer de España un país más moderno, justo, plural y avanzado en todos los ámbitos sociales (ciencia, humanidades, artes, tecnología, etc) de lo que es actualmente. Y, qué nos han dejado, pues un país de servicios, endeudados para los próximos siglos, unos niveles de corrupción política inadmisibles, cada vez más recortes en todo lo que tiene que ver con el buen funcionamiento del estado del bienestar y, limitaciones de nuestras libertades hasta niveles que rozan la indecencia.
Y, con todos esos antecedentes, la inmensa mayoría de las personas sigue votándolos, a ellos y sus formaciones satélite, que cambian de siglas y de imagen pictográfica para intentar colárnosla.
Qué conclusiones saco yo después de este razonamiento, pues que si una de las acepciones del término cultura es: conjunto de conocimientos que permiten a las personas desarrollar su juicio crítico. Solo puedo decir 3 cosas:
1º. Que en España, a día de hoy, tenemos muy poca cultura.
2º. Que los conocimientos adquiridos para desarrollar ese juicio crítico, son completamente erróneos.
3º. Las dos apreciaciones anteriores a la vez.
Postdata: Mientras la educación siga valorándose con 10 y la cultura con 3, las cosas no cambiarán a mejor.
La «Cultura», según la Sociología actual, es una de las cuatro patas sobre las cuales se sustenta el Poder Social. Las otras tres son la Fuerza Coactiva, la Economía y la Política.
Este es un cambio académico muy importante porque aclara la situación y descalifica la tesis Marxista de que solo la Estructura de Producción crea la Superestructura de Gobierno.
La principal referencia académica es Michael Mann autor de una obra ingente: «Las fuentes del Poder Social» 4 Volúmenes. Un buen resumen se puede encontrar en «Power in the 21st century» que es una larga conversación entre dos grandes sociólogos, Mann y el entrevistador, John Hall.
Una vez nos damos cuenta de la importancia de este cambio en la evidencia académica comenzamos a entender por qué la Cultura es siempre objeto de la Obsesión del Poder a poco inteligente que este sea.
Quien primero se dio cuenta de la importancia actual de este factor –la Cultura– fue un Comunista Italiano: Antonio Gramsci. Gramsci propone que solo a través de una Guerra Cultural –guerra de trincheras, dice– podrá la izquierda acceder al Poder en Occidente. Tras la segunda guerra mundial la Izquierda arranca esta batalla pero es tras la caída de la URSS en los últimos años 80 cuando el proceso de destrucción cultural de la sociedad occidental adquiere grandes y definitivas proporciones.
Hoy vemos que Occidente tiene las sociedades más divididas e internamente enfrentadas del mundo. Pasa aquí y en todas partes–nacioncitas, familias tradicionales, razas, sexos, géneros a gogó, gente con casa o sin casa, padres, hijos y hasta nietos, etc, etc.–
Lo de menos ya es la tradicional división Marxista entre Capital y Trabajo. La Izquierda es hoy aliada del Gran Capital ya que el Poder controla los Monopolios y Oligopolios que, a su vez, son la Cúpula de la estructura económica y una ayuda importantísima al Poder para que éste controle a «su sociedad». Con la Cultura pasa lo mismo. El poder la degrada para facilitar nuestro control.
En este video el profesor Ampuero, antiguo comunista, lo explica a sus alumnos en muy buen detalle. Guárdenlo porque » no conviene al Poder que ustedes lo sepan». https://www.youtube.com/watch?v=D4XNIvH7EYA&t=648s
Igualmente les recomiendo la biblia de la Izquierda Post Marxista: «Hegemonía y Estrategia Socialista» de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Es el manual de procedimiento usado para romper hasta la última fibra moral de nuestra sociedad. Publicado originalmente en Inglés y numerosas reediciones también en español.
Creo que les ayudará a entender mucho mejor qué nos ha sucedido y por qué. En consecuencia podrán reaccionar y defenderse de la Agresión Cultural llevada a cabo por profesionales con nombre «Intelectuales» y Apellido: Intelectuales «Orgánicos».
Un ejemplo. Saben ustedes que en los últimos 50 años mientras se han creado e impuesto nuevas lenguas para dividirnos por toda Europa, y muy especialmente en España, el sistema educativo europeo se ha ido degradando hasta llegar a eliminar el Latín y el Griego que son nuestras madres lingüísticas. (Un 75% del Eusquera es etimológicamente latín, imaginen el resto de las lenguas romance).
Pues bien, la necesidad de eliminar ambas lenguas comunes, Latín y Griego, arranca en un texto de Gramsci, publicado numerosas veces por el Partido Comunista Italiano que no solo insta a la desaparición de dichas lenguas sino que dice Por Qué deben desaparecer: Para que los estudiantes no asuman de modo natural sus raíces en el pensamiento Greco-Romano. La obra en cuestión se titula: «Los intelectuales y la organización de la cultura» edición en español de Nueva Cultura, 1949. Se sigue reeditando y nos prefieren «Sin Raíces».
No se sorprendan de que estemos como estamos.
Están en guerra contra nosotros y, a pesar de que no lo ocultan, no nos hemos dado ni cuenta.
Saludos cordiales