¿Tiene sentido preocuparse de que la Inteligencia Artificial pueda superar a la humana?

La posibilidad de que las máquinas lleguen a reemplazarnos a los humanos en gran parte de las tareas que hacemos forma parte del debate público desde hace varios años. En este mismo blog, sin ir más lejos, hace ya unos cuantos años que venimos tocando este tema desde diversos ángulos.

Sin embargo, se nos solía presentar como una amenaza a largo plazo, algo que podría tardar incluso décadas hasta que realmente empezara a visibilizarse su potencial.

Repentinamente, en cosa de unos meses, se ha disparado la alarma. Ya no es una especulación. Todo el que ha hecho la prueba de utilizar ChatGPT sale impactado con lo que esta herramienta es capaz de hacer. Y, según nos dicen, se trata sólo de una Inteligencia Artificial (IA) de primera generación. A medida que estos sistemas de IA se vayan sofisticando y perfeccionando su “poder” se disparará.

No cabe duda que han contribuido a la alarma mediática también algunos de los principales “creadores” de esta IA advirtiéndonos en cartas colectivas y en diversas entrevistas de sus peligros y de la urgente necesidad de que los gobiernos intervengan para regular y controlar su desarrollo.

En este ambiente de preocupación, el Parlamento Europeo acaba de acordar el inicio de los trámites para que se apruebe una ley que regule el desarrollo y uso de la IA en la Unión Europea.

(…) los neurocientíficos aún desconocen cuáles son los procesos biológicos, o de la naturaleza que sea, que dan lugar a los resultados visibles de lo que solemos asociar a la inteligencia (…).

Aun reconociendo los grandes beneficios que la IA nos va a aportar en nuestra vida cotidiana hay, sin embargo, motivos de sobra para inquietarse con este asunto de la IA, tanto en lo que concierne a su impacto en el mundo laboral, como al que ello supondrá en las cuentas públicas, o a su impacto en la calidad democrática o a tantos otros ámbitos de nuestra vida.

No pretendo extenderme ahora en todo ello porque me interesa más centrarme en un aspecto del que se habla poco: ¿tiene sentido preocuparse de que la Inteligencia Artificial pueda superar a la humana?

Para empezar apenas se sabe, desde el punto de vista científico, qué es la inteligencia humana. Ni siquiera está claro que haya solo una y si, como afirman muchos expertos, hay varias, qué tienen en común entre ellas. En cualquier caso, los neurocientíficos aún desconocen cuáles son los procesos biológicos, o de la naturaleza que sea, que dan lugar a los resultados visibles de lo que solemos asociar a la inteligencia, sean la producción de ideas innovadoras, la conexión de esas ideas entre sí o la inspiración creativa, por citar algunos ejemplos.

También sabemos que mediante el ejercicio intelectual o creativo podemos conseguir que ciertas formas de inteligencia crezcan y se desarrollen.

Sabemos que lo que llamamos inteligencia no es, en modo alguno, un atributo estándar en la especie humana. Cada persona tiene sus propios recursos, su propia inteligencia, diferente en principio de la que tienen los demás mortales. Por tanto, es un reduccionismo hablar de la inteligencia humana como si fuera una y la misma para todos.

También sabemos que mediante el ejercicio intelectual o creativo podemos conseguir que ciertas formas de inteligencia crezcan y se desarrollen. Sobre todo, si ese ejercicio nos hace ir afrontando situaciones o problemas de creciente complejidad. Pero, ignoramos si hay otras vías más eficaces para potenciar la inteligencia o, incluso, multiplicarla. En cualquier caso, desconocemos hasta dónde podríamos llegar en su desarrollo. O, dicho en otras palabras, cuánto de completo está el ser humano; si es que hubiera un límite en su desarrollo.

Ahora bien, si el objetivo político es que la IA no supere a la inteligencia más visible que, en promedio, tenemos las personas en nuestra sociedad, solo hay dos posibles estrategias de actuación: o limitar el desarrollo de la IA para que no nos supere; o hacer crecer y diversificar nuestra inteligencia, la humana, todo lo que se pueda.

Todos sabemos que a estas alturas la primera opción ya es prácticamente inviable. No solo por la enorme inversión que han realizado las empresas líderes en este campo y por los grandes beneficios que la IA va a aportar en otros muchos sectores de nuestra sociedad. Sino también por el enorme poder político y geoestratégico que proporcionará a los Estados que están detrás de esas empresas: Estados Unidos y China, principalmente, pero también otros.

Se está tratando de hacer digerible social y políticamente la aplicación de la IA, sin limitar su futuro desarrollo, acompañándola de la propuesta de que los gobiernos regulen su utilización. Pero, regular significa que los gobiernos disponen de expertos que conocen perfectamente las tripas de cada sistema de IA, de modo que las leyes que se aprueben indiquen claramente que pueden hacer y qué no esos sistemas; y regular significa, sobre todo, que una vez aprobada la ley “ideal” los gobiernos tienen capacidad para vigilar adecuadamente su aplicación y para corregir eficazmente los fallos en la misma. Todo esto y, en particular, lo último, es casi una ficción.

En realidad, es la segunda de las opciones citadas la que podría solucionar de raíz el problema y es, por otra parte, la que implicaría un claro beneficio para la humanidad. Pero los obstáculos para llevarla a la práctica son enormes.

¿Qué habría que hacer para que los humanos desarrolláramos al máximo nuestra inteligencia? Es más fácil señalar lo que habría que dejar de hacer.

Habría que eliminar de nuestra vida social todo aquello que nos lleva a reducir nuestra inteligencia a su versión más repetitiva, simplista y elemental. Para saber a qué me refiero propongo que el lector de un repaso a lo que nos cuentan los políticos y los medios de comunicación un día tras otro.

Pero, pensando en los que todavía no están demasiado contaminados, los niños, habría que reinventar prácticamente nuestro sistema educativo para basarlo en cosas como la creatividad, la investigación y el libre pensamiento.

Obviamente, la tentación de quedarnos como estamos es muy fuerte. Basta con que nos queramos creer que las leyes y los controles que aprueben en la Unión Europea o, incluso, en la ONU, nos garantizarán una protección suficiente.

Pero, seguramente el mismo ChatGPT, si se lo preguntáramos, se reiría de nosotros y nos explicaría con suficiente claridad por qué estamos pecando de ingenuos.

4 comentarios

4 Respuestas a “¿Tiene sentido preocuparse de que la Inteligencia Artificial pueda superar a la humana?”

  1. R. Estévez dice:

    He estado unos días echando una ojeada a la legislación que está votando la UE (Parlamento). También he visto una sesión del Senado USA con Sam Altman de Chatgpt, una representante de IBM (Sra. Montogomery) y un especialista, un tal Marcus.
    Sigo esporádicamente el tema desde 1985 que es cuando se comenzaron aplicaciones concretas civiles en España y en Europa.
    Mi impresión ya se la he resumido al parlamentario que me pasó la documentación. Resumo: «Europa, incapaz de generar espacios de libertad, independencia y progreso científico, se obsesiona con la regulación y el hipercontrol. Por ello se condena a si misma»

    En aplicaciones civiles quien va por delante es China. En aplicaciones militares no lo se pero creo que Rusia, China y EEUU deben ir bastante a la par y desde hace muchas décadas. Más de cuatro con certeza.

    La UE está en modo defensivo, como si reconociese su retraso ya de muchas décadas y su incapacidad presente y futura. Pero no se atreven a prohibir la circulación sin restricciones de los datos privados o de los metadatos de ellos derivados. Se cabrearía mucho el Imperio.
    Es decir, la UE es incapaz de proteger sus datos, sus metadatos y su mercado en este segmento de productos y aplicaciones.

    Los desarrollos pasan por el 5G (primacía china, también sobre EEUU, de unos 2 o 3 años). La UE es obligada por los EEUU a no comprar material chino (Huawei y muchos otros) y por tanto el retraso y la dependencia de EEUU se nos acumulará. Una de las aplicaciones chinas que leí hace un par de años consitía en automatizar los procesos de una mina de carbón. Cero mano de obra en las galerías. Estas aplicaciones serán imprescindibles para minería lunar, en Marte o en grandes Meteoritos que ya está en marcha. La UE se queda sistemáticamente fuera porque es colonial. La guerra de Ucrania ha sido la puntilla.

    He sabido de investigadores europeos que «se van fuera» y sus proyectos no se desarrollan aquí por las restricciones europeas. Nadie es capaz de inventar tantas como nuestros burócratas. Pero al mismo tiempo regalan el mercado a los EEUU.

    Mi conclusión es que o nos libramos de estos gobernantes –realmente empleados de los EEUU– o seguiremos la trayectoria decadente que llevamos. Tanto que a más de un país se le ocurrirá que, a medio plazo, estará mucho mejor fuera que dentro de la UE.

    Sobre la pregunta de Manuel Bautista, mi posición es que yo no me preocuparía por ella.

    Si puede pasar –los que saben mucho no lo ven a menos de 20 o 25 años vista– siempre estaremos mejor teniendo el recurso que no teniéndolo. Incluso si no es 100% humano.
    En segundo lugar, si puede suceder, va a pasar de cualquier forma. Siempre será mejor ir por delante. No podrá haber puertas al campo.

    El sistema escolar europeo ya muestra descensos de Coeficientes Intelectuales progresivos desde hace unos veinte años. Es decir, las inteligencias «naturales» decaen. Si además impedimos que progresen las «artificiales» lo llevamos claro.

    Saludos

  2. O'farrill dice:

    Partimos de la base de que aún no sabemos en qué consiste la inteliogencia humana y pretendemos introducirnos en algo que se ha llamado -interesadamente desde luego- inteligencia artificial. Un simple juego cuya aplicabilidad como herramienta siempre decidirá la inteligencia humana.
    Basta comprobar cómo las máquinas actuales funcionan peor que las antiguas.
    Un simple ejemplo en el muindo de la automoción: mi coche de gasolina con casi 200.000 kms. sigue siendo tan fiable como el primer día. Su mecánica simple o su dirección no me han dado ningún sobresalto (más allá del desgaste lógico de sus elementos). Pues bien, el pasado año adquirí otro más moderno con dirección electrónica que, bajando las carreteras de Picos de Europa, se bloqueó de pronto agarrotando el volante por alguna razón que se escapa a la inteligencia natuiral o capricho de sus «chips». Me dicen que es normal.
    Otro caso: un frigorífico nuevo lleno de pilotos, pitos y lucecitas, a los quince días precisó asistencia técnica (había sustituido a otro que sólo necesitaba conexión a la corriente y que salvó la situación).
    Podíamos seguir enumerando las muchas trampas a que nos han llevado diversas circunstancias: desplome de los conocimientos industriales y de las profesiones correspondientes; mala calidad de los componentes de las máquinas y excesiva credulidad y candidez en una sociedad «guay» para aceptar cualquier banalidad como «adelanto».
    Los adelantos se producen por procesos lentos, costosos que llevan consigo mucha inteligencia natural (de la que va quedando poca). Muchas de las otras cosas son simples ocurrencias infantiloides de barracas de feria que, además, ya eran conocidas hace muchos años.
    Intentemos aplicar IA a cualquier simple caso doméstico y nos daremos cuenta de que es incapaz de resolver situaciones muy simples. Está pensada para su aplicación en proyectos ajenos a la vida de las personas y trata de impresionar por su lenguaje críptico. Eso nos hace creernos superiores cuando en realidad somos bastante inferiores en inteligencia natural.
    Creo que pagaremos por todo ello un alto precio en humanidad y su significado.
    Un saludo.

  3. Manu Oquendo dice:

    La serie de Manuel sobre algunos aspectos de la IA es de agradecer. Y abre ángulos de reflexión más que interesantes.

    Estos sistemas se conocen desde hace unos muchos años como «sistemas expertos». en los últimos treinta años los computadores han progresado muchísimo en capacidad de almacenamiento de datos en la memoria de la máquina y esto significa que se pueden analizar a la velocidad de la luz inmensas cantidades de información. El sistema recibe reglas o las obtiene y valida él mismo en las últimas generaciones de sistemas y de este modo puede llegar a crear crea reglas de decisión que otros datos confimarán o no.
    De este modo, dadas las reglas, un sistema experto puede comenzar a «aprender». Es decir, a acercarse a la verdad.

    Este tema de «acercarse a la verdad» es peliagudo en cuestiones que no necesitan ser demasiado profundas para convertirse en un problema.
    Pienso en preguntas como.
    «Alexia, guapísima, ¿quién está interesado en que se multiplique por 7.000 la incidencia de la disforia de género en las niñas y niños?»; o esta otra, «A ver, Alexia, si resulta que el CO2 antropogénico solo es el 1 por diez mil de la atmósfera terrestre ¿por qué se le atribuye tanto poderío y se callan otros fatores dos órdenes de magnitud más poderosos?»
    O esta otra «»¿Por qué nunca nos cuentan la verdadera inflacción, Alexia?»

    Para mí que esto es lo que les está obligando a hacer un alto en el camino y pensar qué sistemas de IA se van a permitir y cuáles no.

  4. LITIO dice:

    Creo que la preocupación creciente que se está instalando en la sociedad respecto de la inteligencia artificial (IA) parte, incluso antes de hacer un análisis profundo al respecto, del nombre que se le da y que, desde mi punto de vista, es totalmente erróneo.
    La IA y, salvo que nos estén ocultando algo, no tiene nada de inteligencia. Se trata de meros algoritmos matemáticos, de mayor o menor complejidad, que se usan para, a partir del análisis e interpretación de millones de datos, resolver determinados problemas o tomar determinadas decisiones.
    Seguramente, alguien habrá elaborado una lista en la que aparezcan todas las especies animales conocidas con capacidad para volar y, seguro que chat gpt4 tiene acceso a ella. Si a partir de esos datos preguntamos a esa aplicación basada en IA, ¿los burros vuelan?, la respuesta será, sin duda alguna, NO. Sin embargo, una persona inteligente, con una capacidad analítica que va más allá de las conclusiones que puedan sacarse del análisis de los datos aportados, será capaz de hacer otras consideraciones y responder que, técnicamente, aunque los burros no tengan capacidad para volar, sin embargo sí lo pueden hacer, basta con meterlos en la bodega de un avión y que éste despegue.
    El ejemplo anterior, aunque pueda parecer muy peregrino, creo que es muy clarificador respecto a lo que a día de hoy se está llamando IA. La inteligencia humana y, seguramente la que poseen otras especies animales, además de sacar conclusiones y resolver problemas a partir de lo que sabemos, es capaz de hacer algo que a fecha de hoy la IA no puede, plantearse si los datos de que dispone son correctos y de esa forma buscar posibles alternativas a lo que la evidencia parece proponernos como correcto.
    La neurociencia no tiene claro todavía qué es la inteligencia, cómo se genera ni cómo es capaz de mantenerse dentro de nosotros, pero sí tiene claro que se conforma a partir de multitud de factores que pueden parecer contradictorios entre ellos, sino, cómo se explica que en ocasiones escojamos la que, a priori parece la peor opción, pero que a medio/largo plazo se demuestra que fue la mejor, o no.
    A día de hoy, la IA no puede resolver problemas dando soluciones que contradigan el algoritmo en el que está basada la toma de decisiones.
    De momento, pienso que podemos estar tranquilos. Sin embargo, creo que llegará el día en el que esos algoritmos alcanzarán la capacidad de dudar y, ese día, tendremos un gran problema.

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