La economía española está con respiración asistida. Sin ella se moriría. Sin las inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo ya nos habríamos desplomado. Pero un enfermo no puede pasarse el resto de sus días con respiración artificial. Necesita levantarse y respirar aire puro.
¿Por qué el Banco Central Europeo no interviene más decididamente comprando directamente deuda española e italiana, como, por otro lado, han hecho ya la Reserva Federal estadounidense para salvar el dólar y el Banco Central de Reino Unido para hacer lo propio con la libra? Pues sencillamente porque los alemanes no se fían de nosotros. Piensan que libres de los agobios de los «mercados» no haríamos las reformas imprescindibles para abandonar el respirador. Tienen razón.
¿Cual es la situación de nuestra economía? La demanda de bienes y servicios españoles se desploma. El consumo interno ha caído y el gasto público ya no puede tirar del carro. Simplemente porque ya nadie nos fía. Los datos del dinero que ha huido de la deuda pública española en abril de 2012 son pavorosos: unos 25.000 millones de euros, es decir, más o menos a lo que asciende el recorte en el presupuesto de 2012.
El ajuste doloroso para recuperar el equilibrio ha venido por una reducción de la oferta: cierre de empresas, despidos, paro. La única forma de animar la demanda y reactivar la economía sería vender más fuera. Es verdad que las exportaciones han crecido, pero no lo suficiente. Para eso nuestros productos tienen que ser más competitivos. En una economía con tipos de cambio flexible (como era el de la peseta), ese aumento de competitividad se podía conseguir a través de una devaluación. Sin embargo, el euro funciona para España como una economía de tipo de cambio fijo, por lo que sólo podemos ser más competitivos si aumentamos nuestra productividad.
Desde 1995 hasta 2008, España redujo año tras año su productividad. Es decir, cuando crecía lo hacía a base de añadir más trabajadores que cada vez sumaban menos a la producción total. Desde entonces el aumento de productividad ha venido como consecuencia del paro y de la diminución de salarios (con menos trabajadores se producía más o menos lo mismo). El caso español es digno de estudio. En los países desarrollados entre el 25% (EEUU o Reino Unido) y el 50% (Alemania o Suecia) de su crecimiento se explica por un aumento de la productividad. Incluso en los países en desarrollo, como China o la India, el aumento de este factor explica buena parte de su crecimiento.
Llevamos años a vueltas con el tema de la productividad, mareando la perdiz y manosenado la palabra, como si por fuerza de repetirla se fuera a obrar el conjuro. No nos engañemos. Aumentar la productividad supone darle la vuelta a nuestro modelo, como un calcetín. No valen medias tintas. Hacen falta reformas de raíz que vayan a las causas de nuestros ahogos.
Primero, la educación. Nuestro modelo conduce al funcionariado. Repeticiones cansinas de teorías sin enfoque práctico alguno. Necesitamos una educación que enseñe a pensar, que estimule la curiosidad. Una educación enfocada a resolver problemas. Que anime a emprender. Estos principios son aplicables tanto a la enseñanza escolar, como, sobre todo, a la universitaria. ¿Por qué no se puede aprender Derecho simulando que se crea un despacho y se llevan casos reales?
Es mal síntoma la reducción de los presupuestos en educación y en investigación y desarrollo. Esta es una de las partidas que más decrece con un 25% de disminución en 2012. No olvidemos que está estudiado en economía que la principal ventaja competitiva de los EEUU es la capacidad de innovación y formación de sus universidades. En los fuertes recortes presupuestarios que tuvo que hacer Finlandia en los años 90 una de las pocas cosas que no se tocó fue el gasto en innovación. Surge Nokia.
La reforma de la educación es la principal herramienta para el aumento de la productividad del trabajo. Es una ocasión de oro para meterle mano en serio a nuestras Universidades, para convertirlas en verdaderos foros de pensamiento dinamizadores de la sociedad.
Segundo, la organización del Estado. Nuestro sistema electoral ha dado una visibilidad excesiva precisamente a las dos Comunidades Autónomas más nacionalistas. Las demás se han mirado en ese espejo, con lo que hoy las fuerzas centrífugas son intolerables. El Estado no aguanta más las tensiones. Un síntoma en relación con la productividad: una persona que quiera invertir en España tiene que estudiarse 17 legislaciones distintas y cumplir con requisitos diversos por regiones. Es decir, en el intento de crear un mercado común europeo, en España nos hemos dejado por el camino nuestro mercado interior. Tal y como están las cosas, todo deberían ser facilidades administrativas para que las empresas se creen y para que puedan desarrollarse correctamente (España ocupa el puesto 147 de 183 países en facilidad para crear una empresa).
Tercero, la función pública. Con el actual modelo, el empleado público que, durante toda su vida profesional, mantiene la motivación para hacer un trabajo productivo, es un héroe. La administración está en coma profundo. ¿Por qué? El funcionario se jubila prácticamente con el mismo nivel con el que ingresó. No hay carrera profesional. Las escasas posibilidades de ascenso que hay no se basan en la calidad del trabajo que uno realiza para la administración, sino en lo que hace fuera de su trabajo (cursos, doctorados, oposiciones). Trabajar bien o mal resulta irrelevante, tanto retributivamente como en posibilidades de ascenso.
Si no fuese real, parecería un sistema intencionadamente pensado para experimentar con las posibilidades de degradar la motivación humana. Un apunte más: la reforma en profundidad de la función pública no puede abordarse por funcionarios empeñados en defender su estatus. En que nada cambie.
Pero quizá lo más importante sea culminar, de una vez por todas, la reconversión de nuestro sector financiero. Leo que los préstamos de bancos y cajas al sector de la construcción a finales de 2011 estaban valorados en unos 450.000 millones de euros. El Banco de España calculaba la exposición de la banca a la construcción en 176.000 millones de euros. Otra vez el baile de cifras que genera desconfianza.
Dadas las nulas expectativas de que la construcción se recupere en los próximos años, se calcula que el sector financiero puede tener pérdidas de entre 50.000 millones y 200.000 millones de euros. Esto hace que se esté hablando de bancos y cajas zombies. La incertidumbre sobre el agujero real de la banca está lastrando las posibilidades de España de salir del hoyo. En nuestro modelo económico, las entidades financieras son la sangre que oxigena a empresas y familias. Para que vuelva a fluir hay que reconocer el roto, pero de verdad, y después decir qué vamos a hacer para solucionarlo. Si los fondos internos no bastan (el Fondo Ordenado de Reestructuración Bancaria se constituyó con 15.000 millones de euros), para eso está el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Eso sí con absoluta exigencia de responsabilidad a los bancarios que nos han metido en este lio y a partir de una verdadera reforma del sistema financiero que evite futuras crisis de este tipo.
Son tiempos de valientes. No son tiempos de reformas de medio pelo que lo único que hacen es comprar unos segundos de respiración asistida.
Realmente interesante articulo pero dificil para neofitos. He leido articulos en la prensa sobre la importancia de que el BCE salve el euro como salva la Reserva Federal el dolar. Ayer mismo escribía sobre esto Felpe Gonzalez, Ajeno a controversía politica parecía un flotador, más que un respirador, para nuestra economía.
Salama dice que si se hiciera esto, quizás, no haríamos las reformas necesarias. También se dice que llevamos más de 2 años por la buena senda y cada día hay más desconfianza de los mercados con España. Si, el problema es la productividad y a renglón seguido el problema real es el sistema financiero. Que se hace con el dinero?. Hay tanta economía sumergida?. Todo esto es causa de la burbuja inmobiliaria?
Y, el empleo. También se dice que muchos jóvenes dejaron sus estudios para meterse a la construcción, dinero fácil. Estos jóvenes ahora engrosan el paro. Y los inmigrantes, a bajo coste, que en un momento llenaron las arcas de la seguridad social, también en el paro. Entonces viene los males endémicos de la mala, o mejor dicho baja, educación. Viene el nacionalismo, el racismo, etc. Esto también da fundamento a menos presupuesto para la educación y la sanidad?.
En fin, Isaac Salama, usted dice verdades como puño. Pero hacía donde vamos?. Hacemos todo lo contrario que se debe hacer porque estamos atrapados en una «burbuja» de deudas y sin respirador sobreviviremos?. Ese puede ser el dilema o damos oxigeno al enfermo o que se muera para que sobrevivan los pocos sanos?
Un artículo muy estimulante, pero………………. ¿Quién pone el «cascabel» a los bancos (que sería la medida más inmediata)?
Las reformas deben empezar por el final. Los Bancos. Ellos tienen la pasta. A ellos les ha dado el BCE el dinero prácticamente gratis para revendérselo a los demás.
Despues hay que proteger al trabajador cualificado. Poco vas a motivar para estudiar cuando al final solo hay sueldos eternos de becario.
Todo lo que dices del trabajo de la carrera profesional en la administración se traslada a muchos puestos de trabajo de la empresa privada.
El sistema electoral ha dejado un país de azul. Mas del 80% de los escaños son partidos no nacionalistas.
Además, si ahora que lo tienen todo no armonizan, no pueden echar la culpa a los nacionalismos.