Estamos tan acostumbrados a que el rechazo al modelo capitalista proceda solo de las filas del marxismo que, tras el fracaso de la antigua URSS, nos hemos convencido de que, pese a sus defectos, el capitalismo es el único modelo económico al que tiene sentido aspirar.
De hecho, esta concepción económica se ha convertido en uno de los pilares centrales de nuestra sociedad y a nadie con dos dedos de frente se le ocurre plantear mínimamente en serio que debamos buscar otra opción. Salvo que se haya quedado anclado en los planteamientos de la izquierda radical de hace 150 años. O se trate de alguien que apunte tan lejos hacia el futuro que pueda ser etiquetado como un soñador. Voy a asumir el papel de este último.
Antes de nada, quisiera precisar que al hablar del modelo capitalista en realidad nos estamos refiriendo a la economía de libre mercado, entendida como la combinación de capitalismo y libre competencia.
Visto con perspectiva histórica, este enfoque económico ha sido la causa principal de que la economía mundial haya experimentado un crecimiento espectacular desde el siglo XIX hasta la actualidad. Según Angus Maddison, especialista de referencia en este tema, en el año 1.000 el PIB del conjunto de Europa Occidental, EEUU, Canadá, Australia, Japón y Nueva Zelanda era de unos 14.000 millones de dólares y en 1.820 era de 198.000 millones; es decir, en algo más de 800 años la economía de esa zona del mundo se multiplicó por 14. Pero, desde 1.820 a 1.998, menos de la cuarta parte del período anterior, el PIB se multiplicó por 90, alcanzando la cifra de 17,998 billones (europeos) de dólares. Todo ello medido en dólares constantes de 1990.
(…) el capitalismo ha protagonizado una etapa histórica en la que la humanidad ha obtenido grandes logros. Sin embargo, también ha generado importantes problemas, que se van agudizando. Razón por la cual es una etapa que debe dar paso a otra en la que se resuelvan todos o algunos de esos problemas (…).
Aunque este crecimiento de la riqueza se debió en parte a la expansión del comercio mundial y a la colonización por esos países de grandes áreas del mundo, la causa principal fue la aparición del capitalismo asociado a la Revolución Industrial. Ese crecimiento nos ha llevado a una parte nada desdeñable de la población mundial a unos niveles de confort material como nunca antes se habían conocido.
Así pues, el capitalismo ha protagonizado una etapa histórica en la que la humanidad ha obtenido grandes logros. Sin embargo, también ha generado importantes problemas, que se van agudizando. Razón por la cual es una etapa que debe dar paso a otra en la que se resuelvan todos o algunos de esos problemas, si aspiramos a que el ser humano siga mejorando su calidad de vida. Voy a referirme a algunos de ellos.
En primer lugar, su propio éxito ha hecho que la economía haya ocupado toda la atención de la sociedad hasta convertirse en lo único que de verdad importa. Lo cual se ha traducido en que lo que más nos interesa a nivel individual es encontrar la fórmula laboral/profesional que nos asegure el éxito económico. En consecuencia, este sistema nos ha ido llevando hacia una situación en la que cualquier otro objetivo personal, que no sea ese éxito laboral, queda relegado a un nivel muy secundario, si es que no se desprecia directamente.
El tipo de sociedad que hemos ido construyendo (…) desincentiva, o apenas deja margen para incentivar, el desarrollo humano asociado al enriquecimiento intelectual, cultural, artístico, científico, social, afectivo o espiritual.
Por tanto, el tipo de sociedad que hemos ido construyendo impulsados por el éxito del libre mercado desincentiva, o apenas deja margen para incentivar, el desarrollo humano asociado al enriquecimiento intelectual, cultural, artístico, científico, social, afectivo o espiritual. Es decir, atrofia al ser humano, y por tanto al conjunto de la sociedad, al impedir su crecimiento multidireccional y focalizarlo exclusivamente en el éxito material.
En segundo lugar, en la medida en que este sistema económico se basa en el continuo crecimiento de la riqueza (PIB) y el consumo constituye casi el 60% del PIB, es lógico que se nos esté estimulando por todos los medios a que consumamos. En otras palabras, el éxito de este sistema pasa necesariamente por convertirnos a todos en consumistas desaforados. Esto nos ha conducido a que hagamos del consumo nuestra principal motivación existencial al ser esta actividad la que más fácilmente obtiene la gratificación que justifica nuestro sacrificio laboral. Poder comprar todo lo que nos demanden nuestras necesidades, deseos o caprichos ha llegado a convertirse en la versión más accesible y popular de la felicidad tangible. El problema es que consigue lo que el famoso opio del pueblo: embrutecernos.
En tercer lugar, al estar basada en la competencia, la economía de libre mercado lleva consigo la extensión del virus competitivo a todos los niveles de la sociedad, desde las etapas escolares más tempranas al momento de la jubilación, con la correspondiente consolidación de un modelo basado en que siempre haya ganadores y perdedores. Y a medida que la competencia se va haciendo más dura y global, los ganadores son cada vez menos y los perdedores más.
Pero ser perdedor en esta contienda, después de habernos inculcado el éxito económico como el único valor por el que merece la pena luchar, genera unos costes personales muy elevados en envidia, autoestima, frustración y fracaso existencial.
Una sociedad con un porcentaje creciente de frustrados o fracasados (de perdedores, en definitiva) es una sociedad cada vez más enferma.
La percepción de que los resultados de esa competición apenas tienen relación con el esfuerzo y los méritos que cada cual ha estado cultivando en su vida académica y laboral, genera una clara sensación de injusticia e impotencia que va creando una sociedad de cabreados. Una sociedad con un porcentaje creciente de frustrados o fracasados (de perdedores, en definitiva) es una sociedad cada vez más enferma.
En cuarto lugar, en la medida en que prácticamente el único valor que se aprecia es el del éxito profesional y económico, el sentido de utilidad social se vincula exclusivamente con ese tipo de éxito. Por tanto, todo lo que no sea cultivar ese tipo de utilidad es quedar condenado al estigma de la inutilidad, tanto desde el punto de vista colectivo como personal. Afecta de modo evidente a los jubilados. Pero también a quienes, en su mayoría mujeres, deciden dar prioridad al cuidado de hijos o parientes mayores, sobre sus aspiraciones profesionales.
La etiqueta de inutilidad, o de “carga familiar”, es la base psicológica que lleva a proceder después a la estigmatización y marginación social de las personas así etiquetadas. El resultado, obviamente, es una sociedad de castas en función de la mayor o menor capacidad para ganar dinero.
(…) superar la etapa del capitalismo es una condición necesaria, aunque no suficiente, para poder construir un modelo de sociedad que sea más favorable al pleno desarrollo por cada persona de los talentos con los que nació.
Me centro en estas cuatro razones para concluir que superar la etapa del capitalismo es una condición necesaria, aunque no suficiente, para poder construir un modelo de sociedad que sea más favorable al pleno desarrollo por cada persona de los talentos con los que nació.
Es verdad que, pese a que este sea el marco en el que nos encontramos, la mayoría tratamos de compatibilizar en nuestras vidas la presión que nos genera este tipo de sociedad con el desarrollo personal de otras facetas que nos enriquezcan o gratifiquen. Pero, más allá de los esfuerzos particulares que cada cual hagamos, lo cierto es que este modelo de sociedad sigue deslizándose cuesta abajo empujada por las fuerzas descritas y avanzando en sentido contrario al que le interesa a nuestro crecimiento humano.
Naturalmente, no será fácil ni inmediato dar con un sistema económico alternativo que no genere más problemas que los que resuelve. Pero, desde luego, ningún camino se recorre si no se parte del convencimiento de que hay que hacerlo.
Mientras no se suprima la tiranía y dictadura del dinero y se disponga del mismo libremente como bien universal, como medio e instrumento de intercambio, no habrá progreso posible ni solución a las causas de la crisis y los problemas implícitos con el sistema económico que se trata de sostener a costa del sufrimiento de millones de personas.
El nuevo modelo productivo debe de procurar «la motivación por el progreso del ser humano» como paradigma e ideal, sin la división y exclusión de las personas por cualquier causa, ya sea por discriminación de raza, sexo, clases o castas sociales, creencias, ideas o cualquier otra.
La propia sociedad de consumo y sistema productivo deben ser remplazados por la «motivación de un mundo de abundancia» en armonía y equilibrio con el entorno en que todas las personas puedan acceder y disfrutar activamente de los derechos humanos en libertad y libre elección, sin más condicionante que el conocimiento y la disponibilidad de cada cual con los medios de producción, transformación de la propia naturaleza y los recursos.
Así, las diferencias deben de sobrevenir por la propia naturaleza y el esfuerzo del intelecto, no por las cosas y medios creados por el hombre. Lo creado por el hombre debe estar al servicio del ser humano y no al revés, porque entonces sólo se benefician unos pocos privilegiados a costa de los demás.
Muy de acuerdo con el artículo que, sin embargo, deja de lado el -tal vez- mayor problema del capitalismo: la destrucción de los recursos naturales del planeta. En todo caso, felicidades y buen verano
Estimado Manuel: el «capitalismo» va a más pues todos aspiran a ser «capitalistas»de una u otra forma.
El capitalismo además ha perdido la condición «sine qua non» de la competencia, logrando crear oligopolios o auténticos monopolios que son los que marcan el paso a todos: a gobiernos (diluídos en un magma distópico como la UE), a sociedades ( adoctrinadas perversamente) y a personas (estableciendo patrones de comportamientos). Es un capitalismo global sin competencia pues engulle, destruye o arrasa cualquier intento de competir. Como tú sabes bien, incluso las «competencias» son negociadas y el viejo truco del reparto funciona: esto para mí, esto para tí, etc.
El capitalismo estuvo suejto a reglas o leyes en otros tiempos, pero los actuales muestran el «capitalismo salvaje» (Luigi Ferrajoli) no sujeto a normas, pues son ellos quiienes las imponen.
Recordarás aquel intento de TTIP en Europa promovido por EE.UU. que finalmente no cuajó. Todavía en Europa quedaba racionalidad, pero sólo era cuestión de tiempo la colonización americana de Europa, impedir su propio desarrollo y hasta exigirle medidas de acuerdo con sus intereses. La UE ahora está al servicio de esa capitalismo que siempre ha funcionado porque el dinero corrompe hasta las más altas instituciones.
No hay más que ver que la frenética carrera de «lobbies» e «influencers» de alta gama como los Gates o Soros en la política mundial, sin que nadie les muestre la puerta de salida pues ellos tienen el anorme poder de la propaganda. Son capaces de crear revoluciones, cambiar gobiernos y fronteras y desplazar poblaciones.
La soberanías nacionales se han distorsionado y los supuestos adversarios del capitalismo (las llamadas izquierdas) han sido igualmente capturadas bajo el nombre de «progresismo» que ha vuelto las espaldas a los «parias de la Tierra» pero los sigue manejando y utilizando haciendo el «trabajo sucio» al capitalismo como cipayos a su servicio.
En fin, como dicen ahora: la cosa tiene «color de hormiga» (negra por supuesto) mientras nos tienen entretenidos con falsedades, estupideces y toda clase de «teorías». La última: «Gates quiere tapar el sol y Biden está de acuerdo….»
Un saludo.
Se agradece el debate.
Para entender por qué no me es posible estar muy de acuerdo con el artículo de mi querido Manuel Bautista es necesario repasar pausadamente dos libros muy citados, rara vez leídos y mucho menos pensados: «La Riqueza de las Naciones» de Adam Smith y «La Constitución de la Libertad», de F. Hayek.
Ninguno de los dos textos permite denominar a nuestro sistema de «capitalismo liberal»y mucho menos la actual Unión Europea que opera bajo el indisimulado principio de Dirección Centralizada –soviética para el insigne filósofo social D. Dalmacio Negro– camuflada bajo la retórica del buen rollito y el falso guante blanco.
Una EU que desde 2006 nos obliga a legislar la obligatoriedad de la Ideología de Género en la enseñanza infantil, que sanciona económicamente las terapias inversas a médicos, psicólogos y psiquiatras y que no se inmuta ante la tenebrosa proliferación de casos debidos a la sugestión psicótica promovida por la propia UE que ahora se esconde tras leyes autonómicas y estatales como la última de Irene Montero. Por cierto una Irene Montero recién nombrada Política Mundial del año por el Foro Joven de Davos. (El Español)
Lo mismo se puede decir de la fiscalidad basada en el gas de la Vida, el CO2, convertido en motor de encarecimiento energético en contra de cualquier evidencia. Multiplicada por 25 en diez años.
Cómo será la cosa que deben recurrir a la infancia para sostener supuestas teorías científicas que son incapaces de predecir nada y se hartan de ocultar datos. https://institutodemocracia.ceu.es/blog/la-pausa-en-la-transicion-verde-de-la-ue-una-oportunidad-la-pausa-en-la-transicion-verde-de-la-ue-una-oportunidad-la-guerra-contra-rusia-en-ucrania-nos-enfrenta-a-dos-graves/
Quien lo dude que se pregunte qué sucedió con aquel principio Fundacional Europeo de la «Subsidiariedad». Es decir «sólo se abordará algo por un nivel jerárquico superior cuando sobrepase las capacidades del ente más cercano al ciudadano y con absoluto respeto democrático a las decisiones de los grupos ciudadanos de base». Esto último es garantía de Diversidad Real que es requisito esencial de la Libertad. La UE convertida en los amos mundiales de la «Parálisis por Regulación». Como no somos nadie en IA nois convertimos en reguladore.
La clave, en ambos casos, –Adam Smith y Hayek– es ver cómo el poder imperial y el vasallaje actual incentiva, tolera y usa los oligopolios y los monopolios convertidos en cooperantes necesarios del poder Occidental y ambos instrumentales en el creciente retraso intelectual, tecnológico y económico que ha experimentado EEUU –Elizabeth Warren–Harvard, D. Concursal– y la UE que ya produce menos Propiedad Intelectual que Corea del Sur que sólo tiene 50 millones de habitantes. Una frase en boga ahora mismo en los EEUU. «Las tres ramas del Gobierno son: Blackrock, Raytheon y Big Farma».
A su vez, la caída de Europa es abismal a poco que se mire como corresponde y se debe a su situación de vasallaje indisimulado de los EEUU que, a su vez, están ya en abierta decadencia económica y moral. Para empezar la mitad de la población de los EEUU ya no cree en la limpieza de su sistema electoral. Es decir, el tan cacareado virtuosimo «democrático y libre» no se ve por lado alguno tal es el servilismo de los Medios y las distintas ramas del Poder que en vez de servir de contrapeso estructural están sometidas al mismo poder de modo abyecto.
En fin, agradezco el artículo porque es de las pocas ocasiones en las que este tipo de realidades pueden ser discutidas en una Europa que nos prohibe el acceso a medios rusos (RT, Sptnik, RIA Novosti, etc) como si fuéramos idiotas y una OTAN que desde 2022 tiene la prioridad estratégica de Contolar y Gestionar nuestro «Espacio Cognitivo».
Efectivamente, estamos en pleno «camino de servidumbre».
Saludos y muchas gracias