El toro se para y mira, midiendo antes de embestir; pero, cuando lo hace, agacha el testuz y se enfila contra su oponente levantando la cabeza y arrasando con todo cuanto tiene a su alcance, sin mirar a los lados, hacia adelante, hacia arriba.

El oso observa agachado a su oponente antes de hundir sobre la víctima sus poderosas zarpas. En la pelea se levanta sobre sus cuartos traseros y deja caer su peso, o el de sus patas delanteras, desde tan alto como puede, con una fuerza avasalladora.

Y son estos dos animales, el oso y el toro, los símbolos de las fuerzas que mueven los mercados, hasta el punto de que en la terminología financiera un mercado es bajista, bearish, cuando está dominado por los osos y los precios de los activos tienden a bajar, y es alcista, bullish, cuando son los toros los que llevan la voz cantante y hacen que la tendencia de los precios sea creciente.

Cuando alguien quiere invertir sus ahorros (si es que tiene la suerte de tenerlos) especulando con activos en algún mercado financiero (divisas, acciones, futuros sobre el precio de materias primas, …) tiene que saber que pone su dinero a merced de las fuerzas del mercado, y que serán las decisiones que tomen osos y toros, y el resultado de sus batallas, las que decidan el futuro de su inversión.

Pero lo cierto es que aunque no compres acciones o inviertas en ningún mercado financiero, puede que tu destino esté también en manos de estos “animales”; porque uno de los efectos colaterales de ese mundo que nos hemos inventado es que la economía “real”, la de las fábricas, las tiendas y los trabajos “palpables” supone solo una ínfima parte de lo que representa la economía financiera, la de los productos “inventados”, la de los activos diseñados para que permitan especular o para cubrir los riesgos derivados de la compra o venta de otros activos; con base, ciertamente, en la economía real, pero en una magnitud absolutamente sobredimensionada.

Voy a poner un ejemplo: la bolsa de Nueva York es la mayor del mundo atendiendo a la capitalización de las compañías que en ella cotizan, y tiene un volumen de transacciones anual que supera los 36 billones de dólares… Parece mucho dinero, ¿verdad? Pues no lo tengo tan claro, porque como decía un mentor mío, todo depende de si lo mides o lo comparas: si lo mides está claro que es mucho dinero (cambia de manos cada año en Wall Street el equivalente a treinta veces el PIB de España), pero si lo comparas con otros mercados de los que mucha gente puede no haber oído hablar tampoco es para tanto; hay otros que lo hacen parecer pequeñito.

El FOREX, el mercado donde se negocian las divisas, sin ir más lejos, es más grande que todas las bolsas del mundo juntas.

En un solo día se mueven contratos por valor de 5,5 billones de dólares, es decir, en seis o siete días se negocia tanto dinero como en Wall Street en un año, y casi todo ese dinero no es “real” (no hay dólares o yenes), solo son anotaciones de cuentas en las que las variaciones de valoración de los pares de monedas hacen que unas carteras suban (afortunados sus dueños) y otras caigan (pobrecitos).

Nació para facilitar el comercio internacional -si un empresario valenciano le vende naranjas a un ruso no quiere para nada sus rublos, prefiere que le paguen con los euros que él va a necesitar para pagar a sus proveedores, y es aquí donde se negocian los pares de monedas para facilitar estos intercambios- pero lo cierto es que, hoy en día, el FOREX es un enorme casino donde se hacen y deshacen fortunas y se negocian contratos por ingentes cantidades de dinero, del que solo una ínfima parte tiene como destino operaciones comerciales en el mundo real.

Así, para el común de los mortales, términos como apalancamiento (operar con mucho más dinero del que tienes, con lo que se multiplican tus beneficios si aciertas y tus perdidas si fallas), operar en corto (convertirte en oso: vender algo que no tienes, apostando a que caiga el precio del activo para poder recomprarlo con beneficio más adelante), operar con futuros (instrumentos que te permiten especular con el precio de un activo comprándolo o vendiéndolo en un momento futuro a un precio acordado de antemano) o hacerlo con swaps (permutas financieras por las que las partes se comprometen a intercambiar cantidades de dinero en fechas futuras) parece estar más allá de su comprensión y solo al alcance de brókers, millonarios, fondos de inversión y gentecilla de ese estilo, pero lo cierto es que la mayor parte de la gente va a “apalancarse” (jugar con mucho más dinero del que tiene) y “ponerse en largo” (apostar a que el precio de un activo sube) al menos una vez en la vida: cuando se compra una casa.

Cuando alguien pide una hipoteca compra por una fracción del precio del activo (la entrada del piso) y el compromiso de pago de unos intereses sobre la cantidad prestada, un activo que de no existir ese producto financiero no podría pagar (eso es apalancarse); con la intención de que ese activo se revalorice (tome una posición “larga”). En España, antes del estallido de la burbuja inmobiliaria alguien podía, por ejemplo, comprar una casa de, digamos 200.000€ adelantando 40.000€, pidiendo una hipoteca por la diferencia, y vendiéndola al cabo de un par de años por, digamos 280.000€. Había puesto 40.000€ y después de impuestos y gastos varios aún podía haber doblado su capital inicial.

Juegos de ese estilo, en que el dinero se crea de la nada y aparece y desaparece en base a extraños contratos y conjuros financieros, son el día a día en la pelea entre osos y toros.

Lo que pasa es que si esa persona falla en su apuesta y no puede pagar su deuda, porque cae el precio de la vivienda y esa inversión de 40.000€ se convierte en una pérdida de 50.000€ después de que el banco recupere el subyacente (el piso en este caso), a esa persona no le queda otra que fastidiarse cuando le dejan en la calle, mientras que cuando se equivocan unos cuantos grandes bancos, movidos por la desmesurada ansia de bonos de sus directivos, todo puede irse al carajo; como ocurrió en 2008, en que una crisis estrictamente financiera ocasionada por una pésima gestión del riesgo por parte de las grandes ballenas (en el mundo financiero las ballenas son los grandes inversores, los grandes de verdad, los que “se comen” a osos y toros por igual cuando así lo deciden) acabó arrastrando al desastre a la economía real.

Y el riesgo de que una crisis así se repita no solo sigue siendo real, sino que a entender de muchos analistas puede estar más cerca de lo que creemos. A fecha de escribir esta entrada (principios de mayo de 2018) el SP500, el índice bursátil que mide la cotización de las 500 compañías más importantes que cotizan en la Bolsa de Nueva York y en el NASDAQ, muestra un importante retroceso desde los máximos históricos de enero.

Los toros no dejaban de empujar desde los mínimos de febrero de 2009 pero parece que están perdiendo fuerza y, si los osos toman el control, si los mercados financieros caen, si la economía financiera muestra debilidad, esta debilidad antes o después va a afectarnos a todos, y los mismos excesos de la economía financiera que causaron la crisis de 2008 pueden repetirse -amplificados si cabe por el uso de “bots”, robots preprogramados que invierten automáticamente en base a algoritmos- antes de lo que cabría esperar, ya que nada diferente se ha hecho desde entonces para mejorar la supervisión de los mercados financieros.
Yo no tengo nada en contra de que la gente juegue con un dinero que no tiene y mucho menos que lo gane o lo pierda: lo que me fastidia es que los mismos políticos que no le ponen ningún tipo de trabas a su ambición luego me obliguen a mí a pagar sus errores.

Bernard Baruch, uno de los grandes especuladores de la historia, que hizo su fortuna en el mercado del azúcar a principios del siglo pasado y luego fue asesor de diversos presidentes de los EEUU, solía decir que “los mercados de valores son sobre todo personas, personas intentando leer el futuro, y es precisamente esa cualidad humana la que hace del mercado un escenario tan dramático”.

Pues eso: los mercados son personas intentando leer el futuro a las que les da igual el tuyo.

Cuídate de ellos.

7 comentarios

7 Respuestas a “Los mercados son personas intentando leer el futuro”

  1. Ligur dice:

    No me extraña que el toro vaya perdiendo fuelle.
    Al toro de Wall Street le colocaron los de siempre, como señal de su poder; y ahí le vemos, furioso, bramando, arremetedor, defendiendo su plaza.
    Pero no es el oso su oponente.

    Tiempo después de colocar al astado, alguien colocó a escasos 4 metros a una pequeña niña, desafiante, en jarras, en enfrentamiento directo al morlaco. Solo faltaba que la hubieran colocado un capote. A la niña la acompaña un can.
    Quien puso ahí a la muchacha?; desde luego no fueron las feministas.

  2. loli dice:

    Escalofriante el relato que desbroza el artículo de Raúl.

    El mercado ,base económica de la organización mundial de las sociedades en que se han conformado los pueblos, simbolizado, y no por casualidad, por la envergadura y fuerza de dos “bestias”, que ponen toda esa potencia en la acción, aún primaria y animal, de la depredación, para sobrevivir, marcar territorio y mantenerse en él por encima de todo y de todos….

    Así funciona la base de la organización social del ser humano a día de hoy.

    Quizás, con razón, se escucha que la Tercera Guerra Mundial, puede estar ocurriendo ya, solo se ha transformado en Financiera…

    Hay muchas maneras de impedir el desarrollo y doblegar el camino de los pueblos, y la especulación brutal, el ambiente de terror que se pretende crear ante la “incertidumbre” económica, debilitando la visión de otros caminos que quizás habría que empezar a no temer, es una manera, también de matar…, de acabar con impulsos, con alegrías, con sensaciones, con iniciativas…con las cualidades que rodean lo que denominamos “vida”.

    El artículo, me ha sugerido, un funcionamiento dentro de un marco “patriarcal”, pero expuesto sin adornos ni tapujos, desnudo en toda su acritud.

    Un marco en el que las sociedades enteras nos movemos, y hemos incorporado a nuestras actitudes y pensamientos, aunque no seamos conscientes de ello.

    Sí que es sugerente, asimismo, la aparición de la niña en jarras delante del animal ciego y embravecido en su irracionalidad….., el que confía a la fuerza bruta, al poder acaparado, a la sensibilidad acorralada, a las emociones enloquecidas, a la alianza oscura con El Miedo…., su hegemonía, su prevalencia sobre el resto del mundo.

    Y es sugerente, porque, quizás esté planteando, que hace falta otra mirada,…, que la agresividad y la psicopatía que se refleja en el lenguaje de los mercados, es producto de toda la sociedad, bajo una visión absolutamente lateralizada de la realidad….

    Que hace falta lo femenino….que sirva de espejo al morlaco y le despierte la verdad que la enfurecida bestialidad, le está robando.

    Que nos hace falta bucear en esa parte escondida, que solo puede salir a la luz disfrazada con vestimentas “patriarcales”…o masculinas mal entendidas, pero que aun así…lo hace, siente que debe hacerlo, aún a bandazos, aún de forma confusa, porque la única referencia, latente desde su educación más temprana, sea el mismo modelo que le ahoga.

    Es posible que el día que observemos cambiar o desaparecer los tecnicismos que describen las acciones mercantiles o bursátiles, y no sean los únicos, estemos, también, contemplando un cambio importante de valores y de percepciones en las sociedades que conformemos.

    El siglo XIX marcó un hito importante en la historias de los pueblos occidentales, y me refiero, sí, a los movimientos feministas…

    Situaciones de ostracismo, de abuso, de bloqueo continuado a la iniciativa vital de la mujer, en un contexto de evolución del modelo social, llevaron a movimiento muy importantes de éstas, que aunque su evolución no llevara a la comprensión y a la profundización de lo que supone abrir la espita de la energía femenina y dejar que ilumine caminos sensoriales y sensitivos, sin deseos de revancha, ni de poder, sí que recogió y ayudó, a mi modo de ver, no solo a muchas mujeres en aquél momento en su deseo de desarrollo, sino que dejó impronta de que algo no estaba funcionando en el modelo social, y que ese algo respondía a la represión a la que se estaba sometiendo una parte de la situación energética de todo ser humano…lo femenino.

    Por eso, tampoco creo justo, y sí me parece facilón y lineal, englobar de forma descalificativa, toda una serie de acontecimientos, de orígenes varios y de componentes complejos…que se manifestaron en una serie de movimientos históricos, con desigual evolución.

    Puede que finalmente se hayan englobado o acogido en una sola palabra, situaciones reivindicativas o inclusive intentado conformaciones de pensamiento doctrinarias, que no responden, y a lo mejor ni siquiera quienes hacen uso de ella son conscientes, al estímulo que la alienta.

    Puede que el propio modelo se quiera adueñar de esa “palabra”, para seguir manteniéndola dentro de los parámetros del “patriarcado”.

    Pero, también puede, que creyendo ser poseedores de una iniciativa más evolucionada o rompedora, no estemos sino dando de beber a ese modelo, si nos limitamos a poner etiquetas globales a movimientos que, como todos, deberían contemplarse desde perspectivas más amplias y complejas.

  3. Después de buscar un poco en Internet dice:

    No hay que dejarse engañar por lo de la niña frente al toro, que no es lo que parece.
    En estos artículos se explica un poco

    https://www.elconfidencial.com/cultura/2017-04-19/toro-wall-street-nina-sin-miedo-apropiacion-arte_1368279/
    https://elpais.com/internacional/2017/10/06/mundo_global/1507304621_312098.html

    1. Alicia dice:

      Muy bueno el enlace. Prueba fehaciente tanto de que las apariencias pueden engañar como de que, habida cuenta de que todo en la vida puede estar sujeto a diversas interpretaciones (y condicionado por variopintas intenciones) resulta prudente no dejarse llevar por el apasionamiento a que suele arrastrar el deseo de que los símbolos y sus mensajes se adecúen a nuestra forma de pensar y nos reafirmen en que es la correcta y acertada. En que somos los buenos, los puros.

  4. loli dice:

    El toro elegido como símbolo de una de las fuerzas que dominan el mercado, y ¡oh casualidad! materializado en escultura justo delante de la mayor entidad bursátil del mundo…para animar a los descorazonados.

    Más tarde, una niña, de unos ocho o nueve años, curiosamente la edad «de las princesas» para ellas (aunque ahora se esté dando un cierto adelantamiento de esa etapa infantil femenina), la edad en que se manifiestan más brillantes en cuestiones de aprendizaje que los niños de su misma «quinta», momento que luego se igual, hasta casi revertir…, pero hay un modelo que constriñe mucho el desarrollo analógico.

    Princesas aventureras, donde la magia y la creatividad hacen su aparición en el proceso de crecimiento, principalmente, en las niñas.

    En los niños llegan procesos, de este tipo también, pero más lentamente, para luego hacer su aparición procesos analíticos con más fuerza, que finalmente son más premiados y alentados por un modelo que constriñe su capacidad creadora y de aventura.

    Posiblemente los autores, no solo de esas dos esculturas, en general, cualquier medio de propaganda, de utilización incluso de expresiones artísticas que quiera llevar un mensaje de forma extendida, al final utiliza la simbología.

    Los símbolos tienen la cualidad de ser universales, de ser captados y reconocidos, aunque no necesariamente de forma consciente, por la mayoría de la gente, porque abarca conceptos amplios y complejos, que en el fondo, están también latentes e inscritos en la estructura conceptual de nuestra mente, y porque responde a configuraciones presentes en el funcionamiento psicológico, y quizás hasta biológico, del ser humano, aún bastante desconocidos.

    Por eso, entiendo, que, independientemente del objetivo perseguido por los autores de las esculturas, o, puede que por los que se las encargaran, eligieron símbolos universales y complejos, trascendentes, aún a pesar, no suyo, sino de quienes querrían tener la capacidad de adueñarse de su carga conceptual, y no pueden.

    Por eso, entiendo también, que la lectura, o la proyección de la dinámica de esas esculturas, en cada uno de los que las contemplen, y a poco que se esfuerce por cultivar un poco la posibilidad de profundizar y ampliar en el conocimiento de las cosas, pueden ampliar, y hasta dar la vuelta totalmente, las posibles intenciones manipuladoras que se pudieran dar.

    Todos podemos, claro está, adaptar ese lenguaje complejo y universal del símbolo, a lo que previamente hemos conformado en nuestro pensamiento, actitud, y comportamiento, nos movemos en un modelo que moldea las tres cosas, pero es que el símbolo está diseñado de forma inabarcable por moldes lineales…, responde a lo misterioso y desconocido del hombre también.

    ¿Qué pensaría Jung, contemplando el conjunto «Toro, Niña, Wall Street?

  5. Alicia dice:

    Loli. No se si has leído este enlace https://www.elconfidencial.com/cultura/2017-04-19/toro-wall-street-nina-sin-miedo-apropiacion-arte_1368279/
    https://elpais.com/internacional/2017/10/06/mundo_global/1507304621_312098.html que ha puesto otro comentarista. Ahí se explica que el toro lo hizo y colocó ahí el artista voluntariamente, nadie se lo encargó y él lo colocó ahí causando mucha polémica. La palabra «she» no significa «ella» sino que son unas siglas que dan lugar a que la intención del artista quede desvirtuada. O lo he leído muy mal.

  6. loli dice:

    Sí Alicia, leí el artículo, y quizás lo interpreto mal, pero me dio la sensación de que se dirige hacia una lectura un tanto lineal de la posible polémica en torno a la intencionalidad de las esculturas.

    Se centra en dirimir dos supuestas premisas, (así lo entiendo yo): el «toro malo, niña buena» al «toro bueno, niña mala».

    Y es cierto que seguramente el planteamiento responda a la realidad de manejos que intenten desvirtuar, la intencionalidad del artista, o que la segunda escultura pudiese responder a esa intención.

    Lo que observo, también, es que ambos escultores, utilizan, no sé si conscientemente o no, dos símbolos potentes, muy universales.

    Porque, aunque menos difundido, o más escondido, el de la niña, es también un símbolo…., ¿Qué se ha querido manipular?, ¿utilizar para unos determinados y dirigidos movimientos?….como todos los símbolos, repito, entiendo que cualquier poder, o que aspire a serlo, quiere apoderarse de ellos, pero sigo pensando que intereses parcos, parciales, limitados y limitantes, no pueden evitar que la complejidad se les escape de las manos, y finalmente, la lectura múltiple y plural que la simbología ofrece, procure reacciones y descubrimientos internos en las gentes, que estén lejos de los objetivos perseguidos en su manipulación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza Cookies propias para recopilar información con la finalidad de mejorar nuestros servicios. Si continua navegando, supone la aceptación de la instalación de las mismas. El usuario tiene la posibilidad de configurar su navegador pudiendo, si así lo desea, impedir que sean instaladas en su disco duro, aunque deberá tener en cuenta que dicha acción podrá ocasionar dificultades de navegación de la página web. política de cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies