Esta famosa frase, atribuida a los bandoleros españoles que asaltaban los caminos de Sierra Morena que unían la meseta con Andalucía, se ha instalado en el acervo popular como una manera de expresar una circunstancia drástica en la que no cabe elegir más que una opción. Te ponían en un brete y, ante la amenaza que suponía, no cabía otra que deshacerte de los bienes que tuvieras encima para entregarlos a los ladrones.
El dilema no tenía salida alguna, ya que si elegías dar la vida en realidad estabas dando ambas, pues es de suponer que cuando te mataran no te iban e dejar con los dineros o bienes, por lo que era una manera pícara de hacerte partícipe de una decisión. Un forma de interacción. Para los que tienen eso de la autoestima baja seguro que les consolaba haber sido ellos los que habían tomado la decisión.
Estas formas de sentencias que tiene el lenguaje español pueden relacionarse, por su radicalidad, con aquellas aseveraciones del antiguo catecismo católico. Recuerda aquello de: “Los tres enemigos del alma son: el mundo, el demonio y la carne”. Como esto te lo obligaban a recitar en las catequesis previas a las primeras comuniones, donde se solía rondar los siete años de edad, se podría tener claro lo del demonio, pero muchos pensábamos que la carne debían ser los filetes de ternera o algo parecido y que el mundo debía ser algo relacionado con el turismo o las turistas. Y aunque no cuadrara, porque en tu casa te daban filetes y en vacaciones te juntabas en las playas con turistas, uno lo asumía con total devoción. Pasaban unos años hasta que te ibas enterando en que consistía el peligro de la carne. ¿Y el mundo?
Se traen estas cuestiones a colación como consecuencia de uno de los dilemas más serios y controvertidos que tienen los padres de hoy en día respecto de la educación que deben dar a sus hijos. Igualmente, los programas educativos, los proyectos curriculares y las personas que los diseñan se encuentran en la misma tesitura. Y, en realidad, cualquier acción educativa que se precie topa con este mismo dilema, y en la edad de aprender casi todo lo que te llega te está educando.
¿Para qué educo? ¿Hacia dónde dirigir los pasos de mis hijos, alumnos o lectores, televidentes, etc.? ¿Qué prioridades se deben establecer con ellos? Se trata al fin y al cabo de una elección trascendente, pues seguramente de esa decisión van a depender los pasos y derroteros futuros de los menores.
Es habitual encontrarse con padres y educadores que desconfían claramente de muchos de los parámetros por los que transita el mundo educativo actual, entendiéndolo en el más amplio sentido. No solo es lo que se estudia, sino todo lo que se aprende en la vida social, familiar y escolar de los menores. Y, casi siempre, esa desconfianza y recelo tiene que ver con las modas y tendencias. De manera cada vez más impetuosa e invasiva se sienten unas fuerzas que proceden del medio social, los medios de comunicación, las últimas tecnologías y los sofisticados productos de consumo, que incitan con intensidad a ser comprados y utilizados por parte de los chicos y chicas, así como por los niños más pequeños.
Una impactante serie televisiva de jóvenes, el último modelo de móvil, un programa de ordenador o de consola con las mejores imágenes y la mejores posibilidades de manejo, un vídeo subido a la red con imágenes o comentarios que sorprenden, fascinan o escandalizan, son algunas de las más renombrados productos en los que ellos andan enredados. Detrás unos padres y educadores que o no se enteran de nada, o cuando lo hacen salen tan espantados como impotentes. Porque no es una moda ocasional, ni una tendencia pasajera, es una tónica que va in crescendo y que está lejos de poder pasar.
Estas realidades mediáticas ofrecen una variedad de opciones, herramientas y posibilidades que están enormemente distanciadas si las comparamos con las de las generaciones educadoras que, como mucho, podían disponer del teléfono clásico y de la televisión de dos canales. Se les conoce a estas últimas como los inmigrantes analógicos para marcar la diferencia con los jóvenes, denominados nativos digitales. Es sin duda un avance considerable a varios niveles, que cuando se ajuste adecuadamente va a suponer cambios importantes tanto en el medio educativo como en el social.
Mientras tanto las amenazas aparecen por doquier. Jóvenes aislados o encerrados en su mundo tecnológico, otros permanentemente de espaldas a otra vida que no sea la que tienen con sus “conectados”, padres que se dejan llevar por todo ello para evitar la desagradable y esforzada tarea de educar, otros adultos que no observan en ello más que ventajas para su hijos sin atisbar los peligros y amenazas. Y las modas, las compañías que las crean, los productos, y las empresas que las comercializan, los contenidos, y los grupos mediáticos que las suministran, haciendo balance de cuentas, que sale enormemente positivo.
Y cuando nos preguntamos qué está pasando, vamos descubriendo que sutil y progresivamente se ha ido colando un cambio de paradigma en la manera de contemplar el mundo educativo en el más amplio sentido. A pocos he oído hablar de las consecuencias de esta colada, y a menos aún han sido capaces de oponerse a que la adaptación al medio sea un valor principal, que establecer relaciones satisfactorias con las influencias mediáticas resulte, sin más, positivo, y que delegar ciertas funciones familiares y escolares al mundo circundante no supone peligro alguno.
Los pactos sociales implícitos entre la macrosociedad del mundo empresarial, el del consumo, y el mediático con las esferas microsociales de las familias y las escuelas, hace tiempo que han estallado, y ante la pregunta básica de para qué se enseña, se asevera con rotundidad que para el mundo en el que viven, entendiendo con ello la mayor aproximación posible a una buena profesión, un mayor poder adquisitivo, una potente adaptación al medio y una intensa vida social. ¿Cambiar el mundo? ¿Educar personas sabias? ¿Desarrollar tu individualidad? ¿Conocer tu propia personalidad y la de los otros? ¿Qué…?
Y ante esta respuesta masiva muchas personas adultas se rinden, y aunque esperaban poder educar chicos sanos, inteligentes, fuertes y nuevos, se van conformando con criarlos adaptados, acomodados, adecuados y conformes, de forma que el valor principal es que hagan lo que el medio les vaya diciendo. Y qué es el medio sino el Poder.
Esta elección, la mayoría de las veces tomada por pasiva desde la impotencia creada por la avalancha mediática, somos muy poco conscientes de lo que supone. Porque apostar por ello significa postergar ciertos valores fundamentales para la vida misma, como la fortaleza interior, la claridad mental, la búsqueda de la aventura vital, la intensidad del encuentro personal, la lealtad contigo mismo, el reconocimiento de tus límites, el personal dialogo con tu conciencia, la lucha por los cambios personales, la superación y la trascendencia de tu realidad, la capacidad de sacrificarte por un bien superior, la renuncia a privilegios personales, tu limpieza interna, una afectividad desimpregnada de sufrimiento, asumir tus contradicciones, digerir tus fracasos, profundizar y reconocerte en tu exclusiva identidad, enfrentarte a tus miedos, pugnar por deshacerte de herencias y condicionantes, ansiar tu libertad interior y soñar con que se repitan esos breves momentos en que alguna vez lo fuiste.
No, no es la bolsa, es la Vida.
…
Y me pregunto donde han ido a parar las madres.
Buenos días Carlos.
Este es un tema recurrente que suele aparecer al reflexionar sobre casi cualquier actividad social importante como la educación o la economía.
¿Para qué educamos?
¿Para qué trabajamos?,
¿Qué es un niño? ¿Qué es una persona? ¿Cuáles son o deben ser sus fines? ¿Son estos estrictamente temporales o tienen alguna dimensión trans-temporal?
Creo que algún post nos hemos cruzado al respecto y es un tema que merece ser revisitado a menudo.
Es lógico que surja cada vez con más fuerza porque son momentos en los que se percibe un gran fracaso de algo más que una persona, una generación, una sociedad o un país concreto. A veces parece que toda una cultura se está resquebrajando aquejada de aluminosis y con alarmantes fallas estructurales.
Lo que a nuestro alrededor sucede puede vincularse de modo claro –y no excluyente–
a decisiones concretas de los gestores del poder político.
Si nos preguntamos cuántos años llevamos durante los cuales los diseñadores concretos de nuestra vida han optado por desvincular el estado de toda fuente de moral exógena tenemos un rango de respuestas que en algunos casos nos lleva a algunos siglos y en otros a unos cincuenta años atrás.
El estado moderno –que en Europa continental está muy viculado a la Ilustración y a la revolución francesa– necesitó excluir de su esfera toda referencia a normas morales que pudieran representar limites en su actuación o reconocer algún poder superior.
Los hemos eliminado a todos para ocupar su lugar. Nunca hubo sobre la tierra poder más fuerte y pertinaz que el actual.
Nunca fue menor la autonomía personal en temas esenciales. Quizás nunca hemos sido menos conscientes de ello. Pero el ser humano sin autonomía deja pronto de ser humano.
La exclusión de lo religioso en la vida pública resultó necesaria y fue evidente pero también de otras cosas mucho más sutiles y dirigidas a referentes laicos, filosóficos y de fuentes del derecho.
¿Quién se acuerda hoy del derecho natural como «principia iuris», como fundamento de legitimidad y justicia?
A mi modo de ver hay un antes y un después de Kant y de Schleiermacher y quien lo captó clarísimamente fue Federico Guillermo de Prusia que a la muerte de Kant tardó un suspiro en contratar a Hegel para proporcionar un antídoto suficiente y el cimiento de las ideas que sostienen el poder.
Desde entonces vivimos esta lucha cada vez más desigual entre el estado y la persona. Nuestra historia política más reciente lo refleja con nitidez. Aquí, en USA, en todas partes.
Todos recordamos los esfuerzos del estado por convertirse en fuente de moral. Sin más referencia que leyes promulgadas de una cierta forma a través de un proceso perfectamente dirigido y controlado por quienes detentan el poder. Los que pretenden representarnos cada vez con más fuerza y menos fundamento.
No lo han tenido fácil porque la memoria, la costumbre, la tradición, la historia, la familia, el sentido común no son barreras menores. Pero tenemos delante de nuestros ojos huellas claras de que la lucha y la porfía son constantes. En todos esos aspectos vivimos ejemplos de gestión del olvido y destrucción soterrada de cualquier institución social no sometida.
Por eso son de tanta actualidad y vigencia las preguntas de siempre: ¿Qué es un niño?, ¿Cuáles deben ser sus objetivos vitales? ¿Cuál su equipaje para el camino?
Para mucha gente este modelo de estado no tiene respuestas y las que intenta son cancerígenas.
Pero lo curioso es que tras toda la fachada de relativismo sólo queda el vacío, una oquedad inmensa y triste porque esto es algo tan sencillo que la cultura griega nos lo legó bien definido.
Se llamaba Areté y se buscaba a través de la Paideia.
Sócrates y Antígona lo dejaron plasmado para siempre. No hay que ir a religión formal alguna para sentirlo y verlo con certeza.
Y por eso se busca su olvido y van desapareciendo del sistema educativo..
Un tema muy interesante, Carlos.
Muchas gracias por traerlo y por recordar que existen «el mundo, el demonio y la carne».
Precisamente forman el núcleo duro de la «oferta vital» de nuestra forma de estado.
Buenos días.
Me ha encantado, Carlos.
Un abrazo.
Reconozco mi generación muy amaparada en el medio… o queriendo aferrarse a él absolutamente para evitar experimentar todo lo que mencionas en tu último párrafo.
No sé si son las madres… ellas están… de alguna manera siempre terminan impulsando nuestro sueño.
Cada vez tenemos más espejos que nos dicen que el tiempo es nuestro, que las decisiones son nuestras… pero no queremos acogernos a esa responsabilidad.
Ahora se despierta la necesidad de redescubrir los impulsos que van grabados en nuestros ancestros… Y las madres y los padres de ahora, lo saben… porque también es algo que ahora se nos ha privado, conocer nuestra raíz para poder presentir nuestro futuro.
Quiero agradecer especialmente tu llamada a impulsar el desarrollo de nuestra capacidad vital… la sangre del humor y del amor.
Gracias…
Entre Carlos y Manu Oquendo..lo que hay que darle á la perola (cabeza), por diossss….comentarios en otro momento..me encanta de lo que por aquí se habla..
No, ya no quedan bandoleros en Sierra Morena que te roben la cartera. Hoy los salteadores de camino son otros y de muy distinta catadura. Son una calaña sutil que pulula por las vías informativas revistiéndolas de imprescindible importancia, al tiempo que agrian el caldo de cultivo de lo formativo. Son virtuales, pero eficientes si se les consiente, legiones de diablillos, que como diminutos duendes invisibles se aprovechan de estados de distracción permanente, para, en alimentándose de dicho estado, reproducirse sin cesar a la par que el disfrute hipnótico del asaltado aumenta.
Diablillos a miles, bandoleros ni uno, habitan todo tipo de maquinitas del mundo digital y están expectantes desde sus torres chips para asaltar y saltar sobre las vulgares ocurrencias de cotilleo infantilizado, con el fin de hacer de cada una de ellas un pueril espectáculo con el que deleitar a su autor, convirtiéndolo en protagonista de una obra satisfactoria de banal egolatría.
Son gentecilla diminuta, aparentemente insignificantes, diablillos dependientes pero aprovechados, falsos magos que actúan suscitando encantamiento en la distracción. Realmente son humo, pero provocan dirección en la educación desde cada feliz ciudadano distraído, y desde la perversa intención que todo sistema alberga dirigida hacia la libertad del hombre.
Esta noche necesito que dejéis en los laberintos rotos de vuestra huella digital los versos más despreciados por el “modelo”, para componer un poema que pincharé con clavo de tres puntas a la entrada de la puerta de clase, de modo y manera que cuando el moderno “corregidor”, de tablet en mano, venga a examinar a los niños de cinco añitos, le de hartazgo de hígado, y su ocasional llanto no le permita pasar y ver cómo los angelitos cuidan sus alas sin la maldita autoridad gubernamental.
El comentario de Goyo me ha tocado la fibra. Y, mucho.
También tu artículo, Carlos.
Creo, como Goyo, que los bandoleros ya no existen.
Pero, apuesto como él por la reivindicación de los Quijotes. Porque así me siento cuando se trata de luchar contra las gigantescas redes sociales que nos envuelven y nos asfixian, porque así me siento cuando intento comprender, profundizar y proteger a mis hijos y a mí misma de los tentáculos de esos seres invisibles, virtuales e intangibles que secuestran mi intimidad y me invaden de impulsos ajenos, apuntándome con el dedo si me atrevo a intentar mantenerme fuera de su marco de influencia.
Pero también afirmo que no me da la real gana de elegir entre «la bolsa y la vida», que a mi no me va a venir nadie a decir que tengo que optar, cuando la opción viene de fuera y no de una reflexión interna, madurada y compensada con mi evolución personal y mis sentires más primigenios.
Cuando tenía pocos años o digamos que los suficientes para leer, descubrí que la evasión de la lectura era, como todo, por una parte, fascinante y por otra, peligrosa. Sin llegar a los extremos quijotescos, de vivir en carne propia lo que los personajes de mis historias contaban, sí sentía que podía incorporarme a un mundo de ensueño cuando la realidad me era hostil. Más tarde, con los años, establecí distancias de seguridad, aprendí a desgajar mis sueños románticos de los soñados por los protagonistas de mis historias favoritas, pero también, tomé de la mano «palabras, citas, ideales, pesadillas …» de mis amigos de ficción, pues eran herramientas que me ayudaban a comprender, hoy todavía, los ejes turbios de mi madurez intelectual y espiritual.
Si los medios actuales, consiguieran algo así, creo que estaríamos en el buen camino.
La virtualidad en sí no es negativa, aquí estamos nosotros comunicando nuestras incertidumbres a través de ella.
El problema radica, en algo más abstracto, la incapacidad del ser humano de sentir «lo infinito» con mesura.
«Lo inabarcable» de los medios actuales provoca confusión, ansiedad, depresión, dependencia, ceguera y obnubilación, entre otras razones, porque nos vivimos como limitados y jugamos con lo infinito tratando de aprehenderlo sin que exista un proceso previo de reflexión personal y crítica.
Devoramos sin saborear. Nos empachamos sin digerir. Nos ahogamos sin aceptar que no sabíamos nadar.
Aquí lo dejo, me voy a ver como van mis molinos.
que somos?, genética o medio ambiente?, que nos preguntabámos allá cuando estudiabámos, cuando se me dió la oportunidad de acceder a estudios universitarios…
que son los niñ@s con esa sonrisa tan amplia y tan limpia, y esas ganas de juego y de reír a cada paso que dan?, que son l@s niñ@s así?, están locos?, les pasa algo?, necesitan algún tipo de medicación, para aplacar su alegría, su curiosidad?,..está acaso prohibido el que así sea?, porque lo que les esperaaaa…. lo que se les va a preparar es, otro estilo de vida otra cosa?…
Y de adultos, ni se nos ocurra recordar que fuimos niñ@s!!…es pero que muy peligroso..para aquell@s que no lo desean, esa alegría desbordada- ese inventar la vida de manera permanente- ese dialógo desinteresado o no con los compas- esos trueques, yo tengo esto, te lo dejo a cambio de que me dejes patinar por una hora..luego está la generosidad de cada cual..recuerdo una amiga: coge mi bici del garaje, cada vez que quieras..
pero aquí está el poder- el sistema, aquí todo se vende- todo se compra, y si no es así- así pudiera ser..y sino lo haces, eres TONT@.., y si sonríes-alguna tara tienes, y si quieres vivir como te parece..los impedimentos son abismales..hay que ser más que los demás, hay que tener más que los demás, hay que ser mejor que los demás, hay que poseer-retener-sacar-utilizar-y..sobre todo conformarse con lo que el poder nos indica de forma un tanto subliminal;
eso de dar- compartir-intercambiar-ayudar-solidarizarse desinteresadamente con el otr@..estas cosas están seriamente penalizadas..sino conllevan otro tipo de intereses ocultos que le vengan bién al poder (sistema), este sistema de valores forma identidades falsas- a su imagen y semejanza..y en contra estarían lo que se denominan las religiones oficiales que enseñan lo contrario–pero en alianza con el poder siempre;
Para mí que natural-biológicamente somos muy normales, y en general buenos-solidarios-comunicativos..etc…para mí que sí, pero ya se encarga la sociedad o el poder etc..de entremeternos toda clase de ideas.(si es que entran), para que unos contra otros andemos siempre, que si yo trabajador-tú desempleada, que si yo gordo-tu flaco, que si yo más guapa, me merezco el puesto..etc..que sí yo sanidad- tu te mueres porque eres pobre..
en fin, y ahora con la que nos viene..como para sonreír eh??…
Si entendierámos que la vida es nuestra y sólo nuestra y que no se debe desperdicar ni un sólo segundo, a ser posible, en al menos, sentirnos bién o tranquilos, las razones están demás..tenemos ya mucho ganado, y que la «carne» no es tentación sino disfrute-si se desea, si hay complicidad con aquello que se dé, que al «demonio»..maneras de vivir sucias con los peores sentimientos..sí que hay que mirarlo de frente y acotarlo, y al «mundo»…por mi parte al mundo..yo lo mando literalmente a donde haga falta tal y cómo nos lo pintan..hoy día, ya virtualizado casi totalmente. En definitiva, si hiciéramos como realmente queremos, y sabemos (intuitivamente), las sociedades viviríamos sin tantas calamidades seguro!!…
Así que propongo que la infancia y la sonrisa sean patrimonio de la humanidad, desde ya!!.
El mundo virtual no es más que otro utensilio cualquiera que a los que no somos ya niños nos sorprende, a unos más que a otros, a mí mucho porque tengo ya bastantes años, a los que han nacido ya prácticamente inmersos en él, apenas nada.
Es un tópico repetir que eso ha pasado siempre con lo nuevo, ya lo sé; pero aunque sea un tópico no nos terminan de entrar en la cabeza constataciones tan manidas como que el agua sirve para quitar la sed y que lo puede a uno matar; y el agua no fue creada por ninguna voluntad o inteligencia malévola. Y un cuchillo sirve para pelar patatas y para dar una puñalada.
Y cuando aparecieron los primeros coches, los paisanos de la época se quedaban espantados al verlos pasar y ¡¡¡van como locos!!!
Pero, caramba, no pasa nada. No son sólo estas tecnologías las que nos condicionan y nos adormecen. Cada tiempo ha tenido sus adormideras, y en todos los tiempos los hombres han echado mano, cada cual con su capacidad y con su inteligencia, de sus propios mecanismos internos para separar el grano de la paja… O no tan sólo internos, que muchos adquiridos y llegados, precisamente, de aquello que en cada momento se haya querido denostar.
Los coches fueron inventos infernales, pero el que se veía obligado a acudir de urgencia a un hospital y no sabía cómo se ponía muy contento de que lo llevara un vecino que, el muy insensato, tenía una de aquellas máquinas.
Y así con todo.
A mí me encanta Internet y tener acceso a tanta información, y poder entrar en contacto con personas, con vosotros, con muchos con los que sin este medio no habría conocido jamás, ni a ellos ni a sus pensamientos ni a sus planteamientos que, de alguna manera, contribuyen a modelar los pensamientos y planteamientos míos.
Me sirve también para — bueno, esto ya es anécdota personal — para dar salida a una forma de hacer (de escribir, concretamente) con la que a lo largo de toda mi vida he andado batallando porque lo que yo quería hacer no encontraba la manera de que fuese manejable ni soportable por nada más el papel y la numeración de unas páginas.
Hoy, con Internet y a base de mucho trastear he encontrado la manera de expresar lo que me parecía imposible; y veo, cada vez que me siento frente al ordenador, que el propio sistema, lo que estoy teniendo enfrente de los ojos, me invita a esforzarme, un poquito más, a una media vuelta más de tuerca que, tengo la sensación, ayuda a que cada neurona pegue un codazo a la de al lado y la espabile. Y la sensación de que cuando me marche de este mundo contenta de haber dedicado gran parte de mi vida a lo que quise lograr.
Y todo eso gracias a la virtualidad.
Me he pasado de rosca y de extensión, al escribir. Y puede que se perciba como agresiva mi forma de escribirlo; pero de verdad que no es así. Si estuviéramos en grupo, conversando, sonarían distintas voces y distintos tonos y risas y chascarrillos y objeciones y réplicas a cada cosa que cada uno dijera; y todo tan distendido. Al escribir desde el uno mismo y a solas todo queda como más envarado…
Pero, no; de verdad.
Eso digo yo, y de las madres?, porqué de las madres no habla nadie…
¿que papel tienen las madres en todo este sistema perverso? ¿Que piensan y sienten las madres? Debería ser más importante infundir fe en un hijo, que procurarlo todo para que se sienta «integrado» en la sociedad, porque parece que lo estamos haciendo al revés. Creer en ellos, poder soñarlos, eso es lo mejor que podemos entregar y eso imagino que es mucho más importante que cualquier tipo de vía para la adaptación al medio…
Deberíamos ser más valientes y no adaptarnos tanto… crear pequeñas colonias y educar desde otros lugares con el apoyo de padres y madres inconformistas… crear espacios donde poder relacionarse y crecer, vivir de otra manera. Y creo que esto las madres lo están empezando a reclamar, aunque por ahora es en voz baja. Ya veremos.
La última frase pretende introducir en la discusión del tema un aspecto que suele ser olvidado. Se trata de que en relación con la educación en general, un elemento básico como es la «crianza» parece haberse olvidado, ¿Casualidad? ¿Intención? ¿Perversión?¿Venganza matriarcal?. La crianza suele atribuirse en las diferentes culturas a las madres, que más allá de otros debates, se han ocupado de ello, especialmente en todo lo relacionado con la educación emocional: impulsos, autoridad, desafíos, territorialidad, vínculos de apego, manejo de las emociones, complejidad de las relaciones, criterios en la socialización, etc. ¿Qué pasa ahora al respecto y porqué? ¿Hay una conspiración subterránea de lo femenino contra este despropósito al que nos está llevando el patriarcado, o estoy yendo demasiado lejos?
El próximo artículo se tocará el tema. «Sin madres, desmadres»
Básicamente creo yo que educar a un individuo, es prepararle para su felicidad y realización en el futuro, que suponemos le va a tocar vivir, y digo suponemos porque desconocemos como va a ser, por lo que habría que educarle para la felicidad de cualquier futuro.
Como generalmente entendemos que adaptado al medio va a ser más feliz que peleándose contra él, le procuramos las habilidades que creemos le van a enseñar a la adaptación a ese medio;
Pero eso conlleva que si el pupilo tiene impulsos individuales que no van con los roles que están establecidos, se las cortamos de raiz, con lo cual el individuo en cuestión acaba por dejar de tener impulsos propios y busca referencias ya fijadas, (hacerse un hombre de provecho, una mujer dulce y cordial, o un niño bueno etc.) que además tienen que ver con nuestro pasado, pues estas ya están de sobra aceptadas.
Estos parámetros se repiten de generación en generación, pues ahora para transmitirlas se usa el ordenador y el movil, y antes la pizarra y el catón.
Para enseñar a un individuo a seguir y tener fé en las capacidades que tiene y las que puede desarrollar, tendríamos primero nosotros (padres, educadores, legisladores etc.), que aprender a usarlas, lo que conllevaría un trabajo permanente educar y a la vez aprender.
Por lo tanto, como digo, parece que educar y educarse es una tarea, o quizás una obligación prácticamente constante, y que correspondería a todos los que estamos implicados, que seríamos todos, y en todos los momentos.
¿mucho trabajo, no?
Y los padres, ¿dónde han ido a parar los padres? Las madres, al menos, acuden a las reuniones del colegio. Transmiten sus inquietudes, expresan sus miedos, cuentan que no saben qué hacer… Pero ¿y los padres? Son pocos.
Las madres de hoy no lo tienen fácil. Batallan en muchos frentes. Pero claro, las hay de todos los colores y de todos los tipos, tantos como tipos de personas.
Las nuevas tecnologías planteaban muchos interrogantes cuya respuesta estamos empezando a vislumbrar. Me ha llamado especialmente la atención la campaña «Escuelas sin Wifi» que alerta sobre el peligro de la exposición de los niños a campos electromagnéticos y recomienda la instalación de Internet por cable, o el reconocimiento, por parte de la Organización Mundial de la Salud, de los efectos tóxicos del Bisfenol-A presente en plásticos y latas relacionados con el consumo alimentario, pero también en los componentes electrónicos y en el polvo que se deposita sobre los aparatos. La salud física está claramente comprometida, pero no dejan de ser evidentes los problemas que se derivan del uso de las redes sociales por menores, las conductas adictivas en relación con el ocio virtual, el aislamiento, el acoso, etc. No quiero por ello dejar de reconocer los grandes beneficios que aportan, pero creo que es necesario un debate sincero que analice en profundidad un sistema que ha generalizado su uso de forma masiva en la población en general y se ha instalado en nuestras vidas como un elemento indispensable. En cualquier caso, es preciso recordar que los niños que viven en las grandes ciudades necesitan también el contacto con la naturaleza.
¿Los padres? Los padres nunca han estado, y cuando lo han hecho mejor hubiera sido que no lo estuvieran.
No, no he pretendido acusar a las madres de nada. Al contrario, quería expresar lo mucho que se las echa de menos en tantos momentos y lo fundamentales que me parecen a todas luces.
Tampoco pretendo desenterrar ningún hacha de guerra. ¿No hay ya bastante sangre en todo esto?
Saludos María Isabel.
Maravilloso. Y me encantaría otro segundo artículo en el que siga profundizando en las consecuencias de ese arrastre… Y en las alternativas que se pueden seguir sin un planteamiento de aislamiento social
Gracias! Encantada.. Qué maravilla!!
Yo creo que padres-madres son ESENCIALES en «la crianza», el asunto quizás desde qué ideario y desde qué valores, y si entre progenitores hay acuerdos y no demasiada gresca. El hombre tiene mucho que recorrer para encontrarsu lugar como hombre- persona frente a la nueva posición socio humana de la mujer a la que se le ha acabado eso de «tragar» con todo y ser luz siempre aunque la » maten»..y todo es sencillo..si ya no se quiere..pues..a….»otras cosas»…no??