Reflexiones a la luz del flexo blanco de cuello cisne, tras la desesperante situación artística que viven nuestros tiempos, donde las fórmulas simplonas, a veces malas televisivas son llevadas a las tablas del templo y se hacen llamar teatro, como si en este caso más que nunca, el hábito, la catedral ahora al servicio de la venta de corderos, hiciera al monje.
Contra el arte nuevo de rehacer comedias

Como espectador y buen aficionado al teatro, tras lo que he visto, sobre todo en lo que a teatros nacionales se refiere, a lo largo de esta última temporada, me gustaría compartirles algunas reflexiones. Podríamos dividir las propuestas escénicas en dos grandes grupos: lo llamado “de creación contemporánea” y las versiones de textos clásicos. Y digo versiones de clásicos, que no los clásicos mismos, pues rara vez encontramos una obra clásica o de un autor no vivo representada tal como se escribió.

Del primer grupo, a grandes rasgos, destaca el teatro ligado a lo documental, con un punto de vista objetivo en torno a algún tema de carácter social, donde rara vez he encontrado propuesta artística, el riesgo y la catarsis que desde mi punto de vista debe siempre tener lo llamado Arte. Concepto del que valdría la pena hablar con mayor profundidad, pero hoy no es el caso. Dentro de estas creaciones contemporáneas, existe también la dramaturgia al uso, entrando ya en la ficción escénica. En general en torno a temas de nuestra actualidad, lo cual ni critico ni me parece malo. Mi desasosiego viene en cómo se tratan estos temas, donde de nuevo me falta la mirada del artista, del creador, lo que este propone al espectador. En la mayoría de los casos, si encuentro algo es corrección. Y no me vale. Asisto al encuentro de escenarios donde pasan muchas cosas, muy bien dichas, muchos dichos, y en el patio de butacas casi nada, luz de móvil y ni medio escalofrío que recorra al menos del cuello al hipotálamo y despierte la propia reflexión, o ilumine el pensamiento de emociones, aunque sea tan sólo un instante.

Vayamos pues al mundo de las versiones…

Y aquí, a la decepción acumulada, se añaden otras cosas. La primera cuestión que ya me indigna, y creo debiera revisarse, es el asunto de la versión en sí. No acabo de entender por lícito que alguien utilice una obra ajena, con ideas y juegos de originalidad ajena, re-corte, corte y pegue a voluntad y lo firme como suyo. Y por ello cobre derechos de autoría por edición y por representarse. Me parece, dejando fuera la moral, de elegancia poca y antiestético si hablamos de “creadores”.

Pero, ¡ay! cuando encima nos traducen, llamándonos incultos sin tapujos, las formas de los clásicos. Nos explican y evidencian la metáfora, reducen el símbolo al emoticono y nos hacen asequible el vocablo viejo, porque ya nadie usa un diccionario. ¡Y por ello damos gracias y dinero! Y están los teatros de institutos llenos, para así “aprender literatura”.
Y aquí es donde ya quisiera hablarles de una obra en concreto, pues el asunto me parece serio. A tiempo están de dejar de leer ahora, si temen incorrectas expresiones, pues en esta ocasión la indignación me impide serlo.

La obra, de éxito sonado, se llama “La ternura”. Su autoría y dirección de Alfredo Sanzol, en la actualidad que vivimos, insigne dramaturgo de nuestra era, considerado un hito y mejor director de escena. Podemos encontrarlo en la Abadía, La Zarzuela, el Centro Dramático Nacional (CDN) o el Teatro Clásico (CNTC) o el Pavón. Y en todos a la vez.

Bien, de Alfredo Sanzol me gustaría hacer una breve reflexión después de conocer su trabajo y haber asistido a algún encuentro donde he podido escucharle hablar directamente. Como autor se vanagloria y presume del corta y pega desde el que ha construido su texto “La ternura”, al que me voy a referir de aquí en adelante.

Pudiera ser inspiración, pero no es sino un plagio tras plagio de excelsos textos clásicos. Los argumentos de estos pueden ser algo banales, pero también de gran altura literaria, lingüística, formal, expresiva y teatralmente ágiles y vivos e ingeniosos.

Encontramos numerosas referencias en “La ternura” a Shakespeare, sobre todo, pero también a Lope, Calderón e incluso Valle Inclán. Y lo peor es que hasta el plagio está mal hecho, y la obra sigue oliendo a mescolanza de pachuli con fragancia de verbena, y sólo deja uno de aburrirse cuando alcanza a pescar alguna perla de los autores previamente señalados, que insertadas en diálogos, con calzador las muchas veces, se firman como propias. A mí no me la cuelan.

Perdonen, pero creo que podemos y debemos exigir un poco más de destreza y altura literaria, a quien hoy día adorna su vitrina con varios premios Max, el Premio Valle-Inclán y el Premio nacional de Literatura Dramática. Lo que no entiendo bien es cómo, ante esta situación de nuestras letras, los otros dramaturgos, y mejores, no se quejan, no discuten, no se expresan. Y el público tampoco.

Como espectador, como lector, como aficionado al teatro, quisiera cual de Bergerac Cyrano, a Don Alfredo hablarle:

Estimado Don Sanzol, seré claro: escribe usted y representa, y estoy seguro de que usted lo sabe, comedia fácil, facilona, sensiblera y absolutamente previsible, moralista y ñoña, a lo mejor sólo “superficial”.

Y mucho más que los clásicos que plagia, que ya sabían la ligereza de sus argumentos para agradar la necedad del público mayoritario. Pero al menos éstos, a sabiendas, exculpaban su falta con buen gusto y artificio literario, dramatúrgico y poético, y así pudiera divertirse el vulgo, y el culto, a la par de divertirse, hallara siempre algún atrevimiento a su intelecto, alguna idea, concepto, reflexión o desvelara por la emoción poética, mayor hondura y calado al sentimiento, rendijas de ilusión a algún misterio.

Delicado, sensible, feminista, fuerte, valiente, respira usted en la luna y en la tierra… parece que nos quiere descubrir al pobre público,(¡al que en esta estima tiene, ignorante, inculto y desleído!), el conflicto mayor que el hombre sufre: ¡la mujer!

Y puede que algo de razón la tenga, sobre el público que calla, y el problema; pues sufre mucho la diversidad, el pobre aburguesado en pensamiento y en espíritu, pobre de planteamiento, simple de miras y mocoso en el ingenio.

Y es que el problema es claro y muy muy grave. Y no lo simplifico más que usted, don Fénix de las letras y la escena, si lo expreso diciendo de este modo: el conflicto hombre / mujer está basado en que ellas hablan mucho y ellos son más simples que el betún. Y a esto añade luego que si papi me había dicho… y que si madre mala no me deja… que si me hiciste creer cuando era niño y ahora me doy cuenta… Aquel matar al padre que se cuenta en los libros de auto ayuda y que debiera haberse concluido con presteza entre los 15 o 20 años, ¡por salud y libertad!

Y, sin embargo, el público le aplaude y pelotea; incluso los jurados que le premian, Don Sanzol, ilustre de las letras, viven cual peterpanes y princesas, con algo más de los 40 años, 50 o incluso los 60, ¿pues, cómo si no se alabarían tanto sus hazañas literarias y en la escena?

Y no digo del todo que este tipo de género asesino matatiempos, se deba erradicar. Fresco, bobalicón, para el que quiera reír sin compromiso, sin exigencia alguna… que exista si existiere quien lo ampare, mas que no sea nunca a cargo del presupuesto que nuestro Estado empeña. Y que no llamen manantial a la cloaca ni nos cambien por plata el oro puro, los que dicen saber lo que se hacen. Llamemos a las cosas por su nombre, y esta “comedia nueva del Sanzol” se llama, que en poco se distingue de las viejas; las suyas, obviamente, me refiero.

Le pido no se enfade, pues hay cosas que creo que exigirle debo.

A su favor le digo que no niego ni siquiera haber soltado por momentos, libre la carcajada extrovertida, sin juicio ni decoro, en parte por inercia y en parte por buscar un generoso gesto hacia el actor que tanto sufre inteligencias breves y en ocasiones saca brillo de la cera. Actores entregados y mucho en su tarea, que le prestan su oficio; y ahí le aplaudo, pues supo elegir bien. Seguro algún hallazgo se encontrara, si en sus manos dejara alzar el vuelo de alguna que otra escena. Y sí los hubo, insisto, no se enfade, de dirección, que gracias al actor y su destreza funcionan por un rato. Mas perseveran mucho, y con franqueza le refiero que se se vuelven como el texto, por desgracia, muy pronto redundante y previsible. Desde su posición no creo que se deba conformar uno con lo ya logrado. Como creador le pido se cuestione si debemos premiar las ocurrencias, o los breves ejercicios actorales convertir en obra hecha y derecha. Al servicio de qué… ¿alguna idea?. Me preguntaba en el transcurso de la escena: pero, ¿es que hay de veras una IDEA?

Si quiere usted hablar de la ternura como una forma en que el Amor se expresa, hágalo por favor, pues en esta su gran obra no lo hiciera.

Me habló de hombres miedosos, simplones, aislados de este mundo social y de repente con afanes generosos…de loable inocencia, idealizada, verde fruto aletargado de su aún no despertada madurez.

Y hablome de mujeres de “sutil peligrosa inteligencia” al servicio de su pobre prepotencia, que desprecian al hombre si sufrieron desengaño por amor. También me habló de aquella que por vieja prefiere conformarse con cualquiera que vivir sin “catar”, que así lo expresa o casi, género de ajena procedencia. Discurso feminista y mucho el suyo, que tanto reivindica esta apariencia…

Y no por ello niego, aunque critico no con poca dureza y a sabiendas, la referida obra, que fuera la ternura un sentimiento ligado a lo amoroso de la vida; mas aguado se queda el planteamiento si la mujer expresa su ternura con un hombre si lo contempla cual si su hijo fuera; inocencia infantil… que no pureza. Amar al hijo cual si amante fuera o al amante convertir en heredero si lo siente dominar y hacer a su merced por la ternura, y arrebatarse de ternura no se deja, extraña perversión me pareciera.

Y ellos, cual cachorros desvalidos, amparo buscan en la su paredra.

Mas todo acaba bien y emparejados…extraña humanidad acobardada y sola en “tierna” compañía, confortable cárcel de complicidad serena.

Planteamiento, nudo y desenlace… y al final la moralina de la escuela. ¿Usted cree que soy tonto, Don Alfredo? Váyase usted pero que muy, muy a la mie… y llévese consigo allí su hermosa propiedad intelectiva, autor de corta y pega internetario, flaco de seso y de sesera hueca, celoso propietario de su firma de versiones malas de comedias buenas.

De acuerdo estamos ambos en que ternura fuera una forma de expresar amor; pero convendrá usted conmigo en que pequeña si hacemos del Amor sólo ternura, revelador demiurgo, cupido iletrado de las letras…
Permítame le diga que usted lo que quisiera es un chupete, o una teta o una infusión de bergamota de dulce olor y placentera. Esto último lo veo lo mejor, pues templa espíritus y sosiega el ánimo una tibia infusión de bergamota.

Dejando bromas fuera, pues son bromas, ¿hasta cuándo, señores, tragaremos aquello que nos venden y tan caro, pues el alma y la sensibilidad nos cuesta, con traje y vestimenta de Cultura? ¡Por tres veces pagada de las arcas nuestras! Pagamos las entradas en taquilla, la subvención que permite la encomienda y los premios que le pagan los que pagan, pues ellos se lo guisan y ellos nos lo imponen.

Firmado:
Un espectador y buen aficionado harto de callar los despropósitos que encuentra en el teatro. Madrid, 13 de junio de 2018.

5 comentarios

5 Respuestas a “Contra el arte nuevo de rehacer comedias”

  1. Eduardo dice:

    Estimado Mariano, de buena se ha librado usted entonces si no asistió a la siguiente, La Valentía. A los pocos minutos de comenzar nos miramos mi pareja y yo extrañados, puesto que era la primera obra de este autor que veíamos, preguntándonos, con la mirada, si nos habríamos equivocado de obra, de país o de planeta. La platea se destornillaba con los chistes más evidentes y groseros que desde hace tiempo no escuchaba. Los actores gritaban y sobreactuaban como si el público necesitara siempre de una explicación añadida. No hay peor cuentista que el que se repite o justifica.
    Aguantamos lo que la paciencia, cortesía, timidez y demás inútiles recursos requieren.
    Ya fuera, quitándonos el disgusto con una caña bien tirada, analizamos un poco las razones de lo allí acontecido y llegamos a la conclusión de que todo se parecía mucho a los monólogos de la tele, pero sobre todo a las series españolas de gritos y respuestas soeces que pueblan las cadenas de televisión a las horas de máxima audiencia, y a los programas donde acuden famosos o desconocidos a sacar lo peor de cada uno y sobre todo del prójimo.
    ¿Teatro? nada que ver con el teatro, o por lo menos nada que ver con el Teatro con mayúsculas, más bien representaciones fieles del estado de incultural y simpleza crítica de una parte del espectador madrileño y, por los premios que el autor ha recibidos, de todo el Estado Mayor de las artes y las letras españolas.

  2. Rafa dice:

    Parece ser que en los tiempos que corren, el teatro como hecho cultural no pretende, a rasgos generales descubrir al espectador lo que este ignora sobre el mundo en que vive y sobre el mismo en las obras representadas.

    Despertar el conocimiento a través de nuevas y distintas emociones; por el contrario, se le ofrecen propuestas sobre lo que ya conoce y desde lo que se conoce y que se ha interpretado una y otra vez de la misma manera, y además se vende como nuevo.

    Esto, en general produce que el espectador no activo, salga satisfecho de lo que sabe, ( vés, es lo que yo te decía D, Juan Tenorio es un tipo que las viola, y encima cae bién ), pero en definitiva cuando termina la función se encuentra igual que cuando entró, sin haber recibido ninguna aportación emocional o sentimental, que le haga plantearse la de cosas que no sabe sobre la realidad en que vivimos.

    Lo cual efectivamente produciría inquietud pero provocaria que el mundo se mueva, y se replanteen situaciones vitales, que a mi juicio es uno de los objetivos de las artes escénicas y del teatro.

    Vd, sr. Alba, lo expresa diciendo que no se produce catarsis, (palabra que parece que tiene su origen en los cátaros o albigenses, cuyo significado es pureza o depuración ), y que también falta riesgo (termino relacionado con la incertidumbre y lo no previsible).

    Esto no quiere decir, también a mi juicio que las obras representadas actualmente, no contenga elementos verdaderamente dignos y salvables, trabajos actorales de calidad, potenciación correcta a través de la tecnología de iluminación y sonido, puestas en escena aceptables ( aunque en caso de las versiones, o no se suelen repetar los textos de autores consagrados, o si se hace no se realiza un trabajo de interpretación del autor aportando algo nuevo, reescribir la obra).

    Por tanto estoy de acuerdo con su acertado artículo, y creo que se está dando un panorama hipnótico con algunas (pocas) aportaciones a lo que es y debería de ser la esencia del teatro, por otra parte como continuidad de lo que está sucediendo con el arte en general.

    Como yo tambien soy aficionado al teatro y a seguir aprendiendo, expongo relación de algunas obras que he visto últimamente por si alguien quiere realizar un contraste, análisis o aportación dentro o por fuera de este blog de alguna de ellas.

    Todo El Tiempo del Mundo y Bodas de Sangre de Pablo Messiez, Bodas de Sangre de Irina Kouberskaya, si alguien ha visto las dos versiones me gustaría contrastarlas, pues soy un Lorquiano convencido.

    Pedro y El Capitan sobre texto de Mario Benedetti,
    Los hermanos Karamazov de Gerardo Vera,
    Panorama desde el puente de Arthur Miller,
    Yo Feuerbach de Antonio Simón,
    El rey Lear y Yo con Helio Pedregal,
    El grito en el Cielo y Ahora todo es Noche… de La Zaranda, tambien La Extinta Poética dirigida y escrita por ellos con actores de otra compañia.
    El Concierto de San Ovidio
    El Refugio de Miguel del Arco
    Numancia de Luis Alberto de Cuenca
    Quien teme a Virginia Wolf
    Las Criadas de Jean Genet
    Un Obus en el Corazon
    Incendios con Nuria espert por Mario Gas.
    Amigas de Irina Kouberskaya.
    El Embrujado, La Cabeza del Bautista y La Rosa de Papel, tambien de Irina Kouberskaya.

    La Respiración de Alfredo Sanzol y la cuestionada en el artículo LaTernura, que aunque creo que le falta valentía, me pareció de lo mejor que he visto últimamente, aunque de premios yo no entiendo, porque tampoco hubiera apostado por Francia como campeona del mundo de futbol.

    Un abrazo

  3. O'farrill dice:

    Nací al lado de un escenario y permanecí gran parte de mi vida en medio de montajes teatrales. Hijo de un gran director y actor, me empapé de teatro desde los primeros biberones. Amo al teatro, siento el teatro y me he dedicado a la dramaturgia, a la producción teatral y a la dirección escénica. Incluso fui candidato a la dirección del CDN no hace muchos años, pero la plaza ya tenía nombre antes de la convocatoria (cosas de la política). También, como es lógico, he conocido muchos actores y actrices que decían compartir esta pasión teatral, a los que he ayudado a entender que el teatro no es lo que ellos conocían (sobre todo a través de la TV o de algunas «escuelas» de interpretación) sino algo más profundo, nada más y nada menos que convertirse en «personajes» de todo tipo, pero sobre todo transmitir sus emociones, sus miedos, sus alegrías, sus esperanzas a un público que se reconocería en todo ello….. Me miraban siempre de un modo raro (eso no venía en sus libros). Al cabo del tiempo (poco) ya tenían otros proyectos más fáciles, menos complicados y también más cómodos. Era el teatro de esta postmodernidad mal entendida, porque es inculta y superficial: pequeños juguetes cómicos, los consabidos monólogos cómicos (no los clásicos) y alguna «ocurrencia» que divertiría a su familia y amigos. No habían oído hablar de Ibsen, Sartre, Bergman, Camus, Williams, Mihura, Buero, etc.etc. pero tampoco les interesaba. Simplemente querían ser «famosos» y salir en la «tele».
    He intentado ir al reclamo de algún autor sólido para encontrarme con una «adaptación» y no he pasado de la taquilla. Igual que la ópera, llena de directores «genios» que son capaces de vestir a sus personajes de futbolistas para una ópera romántica. Tampoco he pasado de taquilla en cuanto me han dicho que era un montaje moderno. «Ya sabe cómo son ahora los directores…» Sí lo sé, engreídos e incapaces de respetar el contexto teatral de los autores. Están convencidos que hacen algo nuevo, pero no pasan de ser simplemente «cutres».
    Está claro que no me prodigo en esos ambientes y tampoco me suena la obra referida. En cambio, de pronto, encuentras algo que sí vale… «Piaf» en el teatro Fígaro. Una producción modesta en la que sobresale el personaje central tanto en la interpretación dramática como musical. Vale la pena verlo.
    Un saludo.

  4. Mariano Alba dice:

    Estimados amigos; agradezco sus comentarios y recomendaciones. Espero podamos seguir debatiendo cuestiones en cuanto al arte de la escena y , por qué no, también otras artes.
    Saludos afectuosos.

  5. loli dice:

    Hasta hace no mucho, a causa de caminos inesperados por los que me hallo deambulando a estas altura de la vida, de pronto, y como susurros cálidos y risueños, se cuelan en mi memoria los descubrimientos que, en momentos tempranos de una escuela menos troceada, disgregada…y alejada del atropello mental que supone el denominado “lenguaje inclusivo”, me abrieron el trabajo, la divertida y compleja dinámica que construye la poética, autores, poetas, cantores…. de momentos históricos que se pierden en el tiempo…, y que se me mostraron en escenarios, aún infantiles, para ponerse a disposición de mi capacidad de asombro, juego y disfrute de posibilidades comunicativas, de caminitos de palabras colocadas en formas matemáticas y geométricas que de pronto saltaban sobre el corazón, y me confirmaban la evidencia, atisbada unas veces, otras directamente escondida, apartada o disimulada, de un universo sensitivo, mudo y asustado, huérfano de lenguaje por donde discurrir.

    Lengua y Literatura, de aquellos Bachilleres Elementales y Superiores que formaban parte de una Educación Básica, impuesta y doctrinaria en muchos aspectos, aunque mucho más global e integradora en otras.

    Luces y Sombras….pero alguien me dijo una vez que la Sombra nunca puede agrietar, siquiera, la Luz.

    El artículo de Mariano me ha hecho recordar esos momentos escolares, y darme cuenta de lo que el estudio de esas materias, supuso para mis posibilidades de pensamiento, de ideas….y de la estrecha relación de éstas con el mundo de las emociones, y de la sensorialidad, que entonces se me abrieron, posibilidades que luego quedarían enterradas bajo paladas de socialización, ideologías, educación para la ciudadanía, y lealtades binarias, pendulares, y carentes de “vida”.

    Tengo la impresión de que ese mundo artístico, con su lenguajes mágicos que no son más que la expresión holográfica, la punta del iceberg de posibilidades mucho más inesperadas y amplias de explorar, es necesario para, o mejor, ya es imprescindible, para poder comprender, desglosar, encontrar respuestas y salidas avanzadas, y más coherentes al ser humano, en sus interacciones, en su forma de organización social, en su desarrollo en la “polis”….en “Política” .

    Todas las formas artísticas requieren compromiso y esfuerzo, son las herramientas de ese trabajo…evolutivo del hombre.

    La métrica poética no es fácil, pero el trabajo que supone su indagación y experiencia, abre una riqueza de herramientas en el lenguaje, que, de alguna manera, si es cultivado, cuidado y no denostado, es posible que diera lugar a personas, ciudadanos, que mucho menos abocados a la docilidad de un pensamiento único, o a la linealidad “visceral” de “soflamas” reiterativas.

    Es solo un ejemplo que se me ha ocurrido.

    Aplaudo la irrupción de la indagación en el arte, como motor, quizás imprescindible, de “otras políticas”….”Otras Políticas”.

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