El conversador automático

Además de ingenieros, programadores, informáticos y técnicos de todo tipo, en Silicon Valley ahora trabajan guionistas y poetas. Su objetivo es conseguir que las máquinas que se relacionan con los humanos, conversando con ellos, se expresen como lo hacen las personas y no como las expendedoras de tabaco.

Al hablar se respira, se entona, se carraspea y se enfatiza; no solo interviene lo que decimos sino cómo lo estamos diciendo. El hablante, además, tiene dejes, se apoya en muletillas y comete imperfecciones. Aunque lo que transmitamos sea una información lineal  o un razonamiento lógico, siempre viene acompañado de algún tipo de emoción o de implicación en lo que intentamos comunicar.

Se ha avanzado mucho en el reconocimiento y la síntesis del habla. En breve, no seremos capaces de distinguir si las voces que salen de nuestro teléfono, del cajero o del portero automático pertenecen a una persona o a una máquina. Es muy posible que, por ejemplo, cuando nos pongamos en contacto con el servicio de atención al cliente de cualquier empresa, mantengamos una conversación sobre nuestro problema sin saber que estamos dialogando con un programa.

En 1950, Alan Turing , uno de los padres de la Informática, ya abordó el tema de la inteligencia artificial y propuso un test para distinguir entre una computadora y un humano. En este test, un observador humano tenía que evaluar conversaciones en lenguaje natural entre una persona y una máquina y decidir, después de varios minutos de conversación, quién era cada cual. La computadora superaba la prueba si era capaz de convencer al evaluador.

Hoy en día, los asistentes personales inteligentes, como Siri, Cortana o Google Now, están cada vez más cerca de conseguirlo. De momento, interpretan algunas de nuestras indicaciones y preguntas con bastante acierto, incluso cantan o cuentan chistes si se lo pedimos, aunque en otras ocasiones son bastante torpes y no pueden disimular su condición de artilugio tecnológico; pero puede llegar un momento, y llegará, en que la conversación con estos programas sea lo suficientemente fluida e impredecible como para que olvidemos que estamos tratando con un software muy sofisticado.

En ningún caso se está pretendiendo que la máquina piense, sino que imite lo mejor posible lo que hacen los humanos. Así, para que sean más convincentes, a estos programas conversadores se les podría enseñar a mentir, a exagerar o a contradecirse. Incluso, con la voz, podrían emular un estado de entusiasmo o un enfado. De momento ya se les puede dotar de memoria y de sensores para que nos reconozcan; también son capaces de aprender, modificando su base de datos de acuerdo con nuestras respuestas, reforzando los aciertos y minimizando los fallos; incluso se están desarrollando  tecnologías para reconocer las emociones a partir de las expresiones faciales.

Aún falta tiempo para que estos conversadores virtuales comprendan un juego de palabras o se sorprendan y se rían con un chiste, con un salto brusco de lo lógico a lo absurdo. Tal vez no se consiga nunca, al menos mientras que las máquinas sigan siendo analíticas; pero, si se consigue, el comportamiento en una conversación, sin ver a los interlocutores, dejará de ser un criterio fiable para decidir entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana.

Cuando esto suceda, incluso si somos de los que creemos que el pensamiento no es únicamente un producto de la actividad del cerebro, tendremos que admitir que la mayoría de las conversaciones son repeticiones de otras, o son muy poco inteligentes.

No hay acuerdo entre científicos, psicólogos y filósofos acerca de qué es la inteligencia y cómo se reconoce. Algunos la definen como el modo en que se utiliza el pensamiento; otros llegan a decir que es aquello que miden los test de inteligencia. Una de las definiciones más extendidas es la que, en 1994, proporcionaron los investigadores de Mainstream Science on Intelligence:

Una capacidad mental muy general que, entre otras cosas, implica la habilidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápidamente y aprender de la experiencia. No es un mero aprendizaje de los libros, ni una habilidad estrictamente académica, ni un talento para superar pruebas. Más bien, el concepto se refiere a la capacidad de comprender el propio entorno.

Analizando la lista anterior, veremos que ya hemos fabricado ingenios electrónicos que, en mayor o menor medida, disponen de una o más de estas habilidades. Dichos ingenios son capaces de contar, ordenar, comparar, identificar, reconocer, clasificar, combinar, separar y tantas otras acciones propias de la lógica binaria. Todo aquello que puede traducirse en términos analíticos también es programable; incluso la incertidumbre, la complejidad y el caos se emulan mediante matemáticas diseñadas para ello.

La inteligencia artificial, uno de los recursos preferidos de los escritores de ciencia ficción, ya está presente en nuestras vidas; mucho más de lo que creemos. Ya hay millones de máquinas que, de acuerdo con el programa que ejecutan y según los datos que reciben, diagnostican una avería o una enfermedad, fijan una trayectoria, conceden un préstamo, publican comentarios en Internet o localizan personas; incluso componen “música” o escriben “poemas” de modo automático.

Nuestra dependencia de estas máquinas aumenta mientras que, simultáneamente, se complica su control y se reduce nuestra capacidad de reacción. Tanto es así que, personalidades como Noam Chomsky, Daniel Dennett, Stephen Hawking, Bill Gates o Elon Musk ya nos advierten sobre los riesgos de la inteligencia artificial. Algunos de estos riesgos, como el empleo de armas letales autónomas, son evidentes; otros, como las dimensiones que está adquiriendo el llamado Internet de las cosas o el poder que otorga conocer, por ejemplo, la posición de todos los aviones que están sobrevolando el planeta o los gustos y tendencias de millones de personas, no lo son tanto, o no queremos verlos.

En múltiples tareas, las máquinas ya pueden tomar decisiones de manera más fiable y rigurosa que una persona.  Algunas de estas decisiones son simples, como encender o apagar la calefacción o encontrar el número de veces que aparece una palabra en un texto, pero otras son mucho más complejas y sus consecuencias tienen mayor alcance. Se plantean incluso dilemas éticos: ¿cómo debe comportarse un vehículo autónomo en el caso de un accidente inminente? ¿Protegiendo a sus pasajeros o al resto de personas implicadas? ¿Qué debe hacer: atropellar a un grupo de personas o salirse de la carretera y despeñarse por un barranco?

La inteligencia artificial tiene, a veces, comportamientos muy estúpidos. La Wikipedia es continuamente visitada por bots que se corrigen unos a otros en un bucle infinito. El 25% de los tuits que se publican, y más de la mitad de los anuncios que se ven y de las visitas a páginas web que se realizan corren a cargo de robots. Esto puede parecer anecdótico, pero los mercados financieros pueden venirse abajo por las compras o ventas de acciones que, en nanosegundos, después de analizar miles de datos en tiempo real, deciden programas autónomos.

El peligro de la inteligencia artificial no reside en que las máquinas puedan llegar a ser más inteligentes que los humanos y se rebelen contra ellos, sino en todo lo contrario: Estamos dejando el control de nuestra civilización y de nuestras vidas en manos de entes artificiales que no piensan, solo ejecutan.  Entes que interactúan entre sí, reforzándose o anulándose según los objetivos prefijados. Hemos puesto en marcha el piloto automático, cediendo nuestra autoridad y nuestra responsabilidad a los algoritmos y los artefactos.

14 comentarios

14 Respuestas a “El conversador automático”

  1. Por favor, que los prueben en el servicio al cliente de Telefónica, Endesa… etc Quizás ganemos algo. El operador telefónico debe poder tomar partido por el cliente sin temer represalias de la compañía. Si no puede ser, una máquina estará bien. O al menos, tan mal. Entonces tal vez los teleoperadores puedan plantarse por su cuenta, aprender y convertirse en defensores del cliente. Los clientes tal vez pagaríamos por ello.

  2. Andrés dice:

    Estimado Enrique,

    Realmente interesante todo lo que comenta.
    Coincido con usted en que el aspecto de la inteligencia artificial es realmente útil en algunos casos, pero tiene una naturaleza repetitiva, poco creativa, muy lineal.

    Realmente me parece que en ocasiones obviamos el papel de la creatividad en la inteligencia. La creatividad es uno de los elementos principales que nos hace humanos. El otro es la conciencia (que realmente no parece ser independiente de la creatividad).

    La conciencia, es algo de lo que carecen los sistemas automáticos. Y si bien, parecen llegar a poder simularla, no lo tendrán. Si le interesa, existe un neurocientífico Americano, de origen italiano, llamado Giulio Tononi (integratedinformationtheory.org), el cual tiene ha definido teoría seria y muy formal sobre el qué es la conciencia.

    En resumen, podemos decir que la conciencia tiene una capacidad de síntesis (en el sentido de relación entre elementos) que la capacidad analítica no tiene.
    Es esta capacidad de síntesis, la que está asociada a la conciencia y la creatividad, que los procesos analíticos y lineales de inteligencia artificial no tienen.

    El riesgo parece que no reside en que un día la inteligencia artificial un día llegue a parecerse más a la humana. Sino en que la humana, cada vez más tiene a parecerse más a la artificial, es decir, es mecánica, es repetitiva, es analítica, cada vez menos creativa, más especializada y por ende, menos global.

    Un saludo!

  3. O,farrill dice:

    Cuando nadie compre estos artefactos o les de sólo el uso que nazca de neutra voluntad, se acabó el problema. Volveremos a fabricar sanitarios, lavadoras y artilugios que nos ayuden pero que no nos sometan. Para eso tenemos que cambiar y ahí radica el problema. Los seres humanos somos capaces de las mayores genialidades, pero también de las mayores estupideces. Las primeras corresponden al ámbito de la inteligencia natural y al conocimiento, las segundas al ámbito de la banalidad y la ignorancia. Mientras comprobamos en unos lugares cómo hay mentes brillantes que, por cierto, no tienen el reconocimiento que se merecen, hay otros donde la gente «se congela», «tuitea», se hace «selfies» o hace otras memeces por el estilo pero, además, se los venera como dioses. ¿Qué podemos esperar de una sociedad capturada y dependiente? Nada. Sólo quienes siguen luchando contracorriente de modas y «modos» impuestos y mantienen su rebeldía crítica, parecen darse cuenta de adonde nos llevan. Y no es nada atractivo.

    1. pasmao dice:

      Cómo dice O,farril

      En el fondo es un problema nuestro (de los humanos) no de las máquinas.

      A mi cabrea esa tendencia que hay a hacerle la pelota a las máquinas para demostrar que humanos sómos mas inteligentes entre nosotros.

      Reducimos nuestra capacidad de comunicarnos, divertirnos, etc.. en definitiva de ser humanos, sólo para que una máquina nos de su bendición y nos diga que A es mas listo que B porque A se comunica mejor con la máquina (o la máquina que B)

      Es cómo si pusieramos a juzgar el test de Turing a un maestro reconocido de Ajedrez (Fischer) o a Lorca (por ejemplo).. el resultado no sería el mismo. Y nadie puede decir que no eran personas geniales).

      Muy posiblemente la maquína de turno pasaría mejor el test si estaba Fischer de observador que si estuviera Lorca.

      Y ahora de lo que se trata es de convertir a Lorca en Fischer, para que la IA de turno quede homolagada, en el fondo bajando los requisitos, para que podamos estar tranquilos con nuestro Frankenstein cuando tome sus decisiones.

      Se trata de homologar Guerra y Paz, o elQuijote o Shakespeare con un twit ingenioso, o Mozart con un politono sofistcado de cualquier reagaton.

      Bajamos nuestros requisitos, nos convertimos en cenutrios, sólo hay que ver lo que saben del Muro de Berlín en GH, y luego dejamos que que las IA programadas para interactuar con cenutruios tomen el mando.

      Complicado lo veo, pero por lo visto ahí vamos.

      Y algunos se creen que la crisis educativa que nos asola nos ha llegado por casualidad.

      El día que una IA sepa hacer un chiste y sepa porque es gracioso sin tener que explicáselo a si misma abandono.

      El día que una IA haga un chiste sobre otra IA (será eso posible o habrá una sola IA?) y se rian, flipo.

      un cordial saludo

  4. Rosae dice:

    Le paso con un agente para que le atienda personalmente!!

    La verdad que sí, va a haber que tener bastante cuidado con esto de la «tecnificación»-«digitalización»- y «robótica»..etc, en la vida humana;

    Sin ser entendida en nada realmente y tirando siempre a lo simple, si pudiera ser, cómo los algoritmos tecnológicos nos marquen el ritmo de la vida!!, habrá que «discernir» muy mucho, a qué nos conectamos!
    y cómo todo es raudo y veloz, y para pensar se requiere «tiempo», o vamos con calma..o la tecnología nos deja Kao!!

    Y saliendo algo de lo redactado en el artículo, tan listos cómo somos- tan superguays del paraguays- tan digitales-informáticos etc..
    para cuándo aplicaciones informáticas y políticas que acaben con el hambre en el mundo, totalmente; solucionen la «vivienda», el vestido, la pobreza energética y tecnológica..
    para cuando eh?-….energía para tod@s (con la tecnología sí es posible), internet para tod@s..etc…

    todo esto es posible, con el avance tecnológico…sí, es posible..
    hace falta cómo siempre, que «dejen hacer».

    Claro, da algo de mieditis tanta automatización: pero, que el coche, no tiene ni porqué atropellar, ni despeñarse..Un Parón En Seco pudiera ser también, y un parón en seco también cuando la tecnología nos «supere»// buenos paseos por un parque incluso como terapia; porque aunque la «inteligencia artificial» puede ser útil, pero tantísima tecnología- aplicaciones etc, pueden afectarnos, seguramente;

    de hecho, para poder comentar, me he tenido que enchufar a la «maquinita»..y, no es por nada, pero..eso la «maquinita» (o móvil), a todos lados con ella..cómo el catecismo de antiguo. amen.

    perdón erratas, no tengo tiempo, para revisar texto.

  5. Alicia dice:

    Imagino que un animal irrumpe en la calzada ¿Qué hará entonces la máquina?
    ¿Podrá la máquina sentir la emoción o la angustia de qué elegir frente a un ser irracional?
    Supongamos que sí ¿Pero qué elegirá?
    Quiero creer que si puede esquivarlo lo esquivará.
    ¿Pero y si la máquina detecta que al esquivarlo se pone en peligro a sí mismo y a sus ocupantes o a otra máquina?
    Si es a otra máquina esa misma maquina utilizara los recursos con que la programasen para esquivar el golpe. Y las fuerzas estarían equilibradas.
    Si es a un ser racional el ser racional echara mano de su entendimiento y de su responsabilidad y de su sentido de la supervivencia.
    Pero, si es un animal…
    Del conductor humano cabe la esperanza de que contra toda lógica cometa la insensatez de priorizar el salvar al animal. Hay gente muy rara…
    ¿A qué queda reducido el ser humano si se le priva del derecho a celebrar sus aciertos y lamentar sus errores?
    ¿No sería espeluznante un mundo en el que los humanos, puestos ante el brete de tener que elegir entre elegir y no elegir, eligiésemos no elegir?
    Ah, y como detallito accesorio, sin la posibilidad de pedir cita con el «Programador» que nos programase para, con lágrimas en los ojos, suplicarle «¡Padre, por favor, concédeme la posibilidad de retractarme!».
    Y lo sé porque tengo una amiga – bueno, ya nada más conocida – que lo intentó hacer pero Él le contestó «de eso nada, chata».
    Ahora que, y eso tengo que reconocerlo, mi amiga no había atropellado (que yo sepa) a ningún perro.

  6. Manu Oquendo dice:

    Muy interesante y con muchos grandes detalles. Artículo y comentarios.

    La robotización lleva muchísimos años con nosotros. De hecho en este medio los agentes robóticos representan más del 50% del tráfico que tenemos por humano y eso que apenas han comenzado a instalarse cosas conectadas. Este es un medio idóneo para que el agente humano sea absolutamente marginal.

    Aunque hay excepciones, nuestras compañeras de camino no suelen ser lectoras de ciencia ficción a pesar de que el 80% de los lectores de narrativa son mujeres. Invito a visitar esa literatura.

    Sobre el tema de los robots y más concretamente de sus estándares de comportamiento, criterios de decisión y legislación hay una gran serie de novelas escritas por Isaac Asimov hace unos cincuenta años. Quizás más.
    Allí aparecen muchas de las preguntas aquí planteadas. Se conoce como la Serie de los Robots y tenía unos cuatro o cinco títulos en formato bolsillo.

    Esa Serie y la «Trilogía de la Fundación» del mismo autor son grandes obras de la mente humana.
    Especialmente la segunda es de esos libros que leeremos varias veces a lo largo de la vida porque transforman nuestra perspectiva para siempre.

    Entre las reflexiones de Alicia me he quedado enganchado en lo de la «amiga» que se ha reubicado en la condición de «conocida».

    Buenos días

    1. Alicia dice:

      Hola Manu.
      Mira, en este enlace
      http://www.otraspoliticas.com/politica/que-futuro-politico-para-la-sociedad-civil#comment-59857
      La P.D. que pusiste en tu comentario.
      Estoy esperando que lo escribas. Que qué cosas me haces.
      Venga, un saludo. Pero, en serio, me gustará leerlo.
      Y algún libro de Asimov, que no sé por qué nunca le he tenido mucha simpatía. Y algunos otros que tengo comprados atendiendo a alguna indicación tuya.

      1. Manu Oquendo dice:

        Hola, Alicia.

        Lo siento, se me había pasado entre otras cosas porque no es un tema sobre el que se pueda improvisar. Lo que sigue son unas ideas destiladas.

        Por tratar de no complicarlo: una red son un conjunto de nudos unidos por los hilos que los forman.

        Su valor instrumental aumenta con cada nudo que se conecta a la red pero no es el número de nudos el factor determinante (hay quien opina que sí y en algunos casos con razón) sino la adecuación del conjunto –la red– a su función. Cada red tiene la(s) Suya(s) y hay que tomarse el trabajo de crear los nudos y decidir la función o funciones del conjunto.

        Las redes, al igual que sucede con las de pesca, suelen funcionar mejor sumergidas.

        Cuando hablamos de una red –en el contexto de aquel artículo de Manuel– estamos hablando de un organismo de grupos (nudos) con alguna forma de interconexión (hilos de unión) entre sí que sin establecer relaciones jerárquicas puedan desarrollar la homogeneidad necesaria para formar una red que sea funcional y consiga sus objetivos.

        Estos objetivos pueden ser difundir un tipo de conocimiento elaborado en alguno de las grupos, crear una opinión o resquebrajar y confrontar otras, etc.
        Hablábamos de redes para el mundo de las Ideas en el contexto de Mann.

        Lo importante es que la red no se convierta en una estructura jerárquica rígida.
        Por muchas razones pero la principal es que, entre otras cosas, debe ser una red de Discernimiento y nada hay más opuesto a la Comprensión que la rigidez de una doctrina.

        Otro motivo es que, hasta hoy, los modelos de comunicación social eran/son jerárquicos con retroalimentación restringida o nula. Es el modelo de una emisora de radio o TV: Broadcast. Se emite «de uno a muchos» que no responden o lo hacen condicionados.

        Por contra, una la red es siempre bidireccional. El tirón de un nudo se transmite a toda la red y viceversa. Por eso los blogs de éxito son abiertos a la discusión y la discrepancia.

        De este modo la red se convierte en un motor ágil de envío, de recepción, de retroalimentación y de reflexión colectiva. Una máquina de aprendizaje.

        Las estructuras jerárquicas, en este sentido, son funcionalmente muy inferiores a las redes. Los Partidos Políticos clásicos son un ejemplo de lo que no es una red.

        Fundamentalmente porque sus cúpulas no pueden dedicarse a interactuar con los niveles inferiores que rápidamente se cansan de participar porque sus opiniones no cuentan.

        Lo que hoy estamos viviendo con tanto Cisne Negro (Trump, Brexit, etc) es fruto de este fenómeno. La red desarrolla su propio discernimiento que deja de ser construido desde la cúpula jerárquica y ésta última termina por perder legitimidad a los ojos de su estructura orgánica y se tiene que volver Coactiva.

        De esto creo que hablamos el otro día.
        Es un trabajo intelectual y organizativo ni simple ni fácil porque este mundo tiene sus leyes y venimos, por los siglos de los siglos, del otro mundo, del jerárquico.

        Un saludo y buenas noches.

        1. Alicia dice:

          Pues sí que es complicado. No de entender la explicación, que sí la entiendo; pero entiendo también que existe un gran número de personas que aun clamando ― o vociferando ― en demanda de eso que se suele confundir con Libertad pero son nada más libertades, en realidad, libertades de las que la gente quiere gozar y tomarse cuantas más pueda, pero que no son la verdadera Libertad en grande y en limpio lo mismo que las “razones” no tienen por qué ser, y con demasiada frecuencia no lo son, la Razón.
          ¿Cuántas personas estábamos en la cafetería?
          Menos de una veintena que, aun dentro de las características de cada una y que si nos analizásemos todos a todos en profundidad podría haber incluso notables discrepancias en aspectos muy diversos, sí teníamos (tenemos) un nexo, esa especie de cordón umbilical, de hilo de red que nos vincula por medio del blog.
          y, aun así, aunque no se busque e incluso quiera evitarse, siempre hay un alguien en quien de algún modo, desde el momento en que se ha depositado en él la confianza que lleva a acudir a aquello a que convoca, se deposita ―aun sin quererlo, insisto ―la responsabilidad de no ser uno más, de no ser uno de tantos.
          Y es que las personas somos así. Parece que nos proporciona tranquilidad el ir detrás de alguien, que mientras llevemos la vista fija en su cogote y el cogote siga estando a la vista no nos caemos por un despeñadero. Y, con el mismo criterio, atentos al cogote, allá que va la comitiva al precipicio si lo hubiera.
          Apenas una veintena de personas en la cafetería. Me imagino la misma situación llevada a un grupo más grande en el que, inevitablemente, habrá muchas personas que con la mejor de las predisposiciones y voluntades estén ansiosos por encontrar un cogote, distintos de los ya vistos pero cogote al fin…
          Vi el fin de semana pasado un documental de Gadafi. Parece ser que cuando tenía 27 años sus intenciones eran buenísimas y sus motivaciones muy dignas de encomio.
          ¿Qué pasó después? Sí, lo que podemos ver en las televisiones y se conserve en crónicas y libros de historia ¿Pero qué pasó para que se convirtiera en el monstruo que llegó a ser?
          ¿No tuvo su gran parte de culpa la multitud enardecida por la idea de que venía a salvarlos del (el que estaba antes que él, un rey del que no me aprendí el nombre) y de sus desmanes o sus tiranías (que tampoco me las sé)?
          O Hitler.
          Creo que los monstruos no siempre lo son, o no siempre en o por sí mismos, los monstruos a veces los “fabrican” los que cuando no lo eran, ni deseaban ni sospechaban poder serlo, pusieron la vista en su cogote.
          Por eso veo muy difícil que lo de la red, que me has explicado muy bien y que muy bien funciona, por ejemplo, en las “sociales” de internet ― aun con sus inconvenientes y a tantas situaciones indeseables a que puede llevar como acosos o pederastias―, pero bien en cuanto a lo que es el funcionamiento del mecanismo, quiero decir, pueda funcionar a gran escala en las relaciones humanas.
          O en qué quedó el celebérrimo y en su momento tan jaleadísimo 15M.
          Gracias, Manu, por dedicar tu tiempo ― que estoy segura merece ser consagrado a cuestiones de mayor enjundia ― a responderme.

  7. Rosae dice:

    Cómo dispongo de muy poco tiempo para casi nada: necesito decir, a mi manera: mola un web!! Oquendo tus comentarios- aportaciones…

    Isaac Asimov- «Yo Robot»..donde establece unas normas de como los robots deben comportarse con los humanos…….y……
    nada que ver! De cómo hacemos unos con otr@s…
    nada que ver!!

  8. Manu Oquendo dice:

    Alicia, al usar la palabra «complicado» nos trae a la mente la palabra «complejo». No son lo mismo.

    Nosotros vivimos en un mundo complicado y complejo a la vez.
    ¿Cuál es la diferencia?

    Hay varias pero la más importante no tiene que ver con el número de componentes ni con las relaciones entre ellos.

    Tiene que ver con dos cosas que son las que separan los sistemas complicados de los sistemas complejos.

    1. Los Grados de Libertad de cada Componente.
    2. Los Ritmos Temporales de cambio en la naturaleza y el comportamiento de cada componente y del conjunto.

    Es decir, dos factores: Libertad y Temporalidad: La diferencia entre lo Vivo y lo Mecánico.

    Un Coche es un mecanismo Complicado pero no es Complejo. Lo normal es que su comportamiento sea repetitivo y predecible.

    Un grupo humano, incluso teniendo muchos menos componentes que un coche, es Complejo y frecuentemente Impredecible.
    Si el grupo entra en relación con otros grupos y se crea el Grupo Sigma de ellos, su complejidad crece más deprisa de lo que sería el mero incremento de componentes.

    Esto tiene enormes consecuencias que no es posible ignorar o desconocer.

    Saludos

    1. Alicia dice:

      A la vista de tu explicación caigo en la cuenta – has de considerar que mi utilización del lenguaje es bastante coloquial, sin pararme a aquilatar el significado último y exacto de las palabras – de que al escribir “complicado” lo que pretendía expresar es “difícil”.
      Difícil de poner en práctica porque, y tomo literal un párrafo de tu comentario de más arriba “Lo importante es que la red no se convierta en una estructura jerárquica rígida.
      Por muchas razones pero la principal es que, entre otras cosas, debe ser una red de Discernimiento y nada hay más opuesto a la Comprensión que la rigidez de una doctrina”, la sensación quizás equivocada o un poco derrotista que yo tengo es que la estructuras formadas por seres humanos tienden, tal vez por tendencia de los propios humanos, a hacerse rígidas y jerárquicas.
      Esta opinión o creencia mía tal vez se desmoronara (o sólo modificara, que ya sería algo) si ― según intento entender en mi cabecita como interacciones entre los componentes de cada grupo que, a su vez, estaría interactuando con otros grupos que a su vez estuvieran siendo modificados por las interacciones entre sus componente ― supiera hacerme una composición de lugar de estar más o menos comprendiendo qué es un Grupo Sigma.
      Lo busco en Internet pero a lo más que me lleva es a Sigma y a su utilización del dibujillo como símbolo, que creo que no es lo que busco.
      De cualquier modo lo que sí comprendo perfectamente es que las mías son ignorancia con las que habré de convivir por el resto de mis días; que hay conocimientos que para serlo es necesario que se hayan ido asentado en uno a lo largo de la vida, no los incorpora a su yo ni de la noche a la mañana ni por más que pudieran serle explicados.
      Pero, concretando, que me parece a mí (y conste que me encantaría ver con mis ojos que estoy equivocada) que mucha gente junta se convierte en masa.
      Y seguro, encima, que estas líneas no se corresponden para nada con lo que vienes de intentar aclararme. Y que, cualquiera que las lea, muy bien podrá decir “¿Pero y ésta por dónde sale?”.

  9. Loli dice:

    Complejidad es un término unido al de la búsqueda de la realidad.

    Estamos acostumbrados a mirar en una sola dirección, no importa desde qué ángulo, esa dirección viene descrita, determinada, y se nos convence de que solo podemos utilizar nuestros sentidos por separado, cada uno adiestrado y ejercitado para aquella percepción para la que, también nos han convenido, están diseñados.

    Desde ahí, desde la dirección indicada, podemos “rizar el rizo”, o dejar que nos lo ricen.

    Plegarnos y replegarnos, sin salirnos de la línea trazada, hacer de la complicación el espejismo de la cognición.

    Si no somos capaces de imaginar, siquiera, que quizás somos capaces de lanzar el pensamiento en varias direcciones, que no pasa nada cuando lo hacemos, que no se rompe nada, que, al contrario, los horizontes se amplían, los complejos se despliegan, y la incertidumbre aumenta.

    Y que vencer el miedo aprendido y repetido desde todos los canales posibles dentro y fuera de nosotros mismos, mantener un cierto grado de firmeza, de confianza en que lo más cercano a conocer la realidad en la que estamos inmersos, es romper la certidumbre, porque, seguramente, eso es lo más irreal de todo.

    Bajo una forma de pensamiento que asuma la complejidad y sepa distinguir que lo “complicado” es propio de un funcionamiento mecánico, necesario quizás en los estadios de desarrollo en los que nos encontramos, pero que no pueden considerarse la finalidad a mantener y consolidar, porque es tanto como querer que estemos convencidos de que como seres humanos somos “una maquinaria”, y las máquinas, aún en combinaciones “complicadísimas”, siempre serán predecibles…. y manipulables.

    ¿Dónde quedarían las doctrinas, los debates enrocados y sin sentido, o en un solo sentido, aunque parezca lo contrario, la demagogia… si se encontraran ante una sociedad que comenzara a explorar la complejidad de su naturaleza….de, simplemente, las múltiples direcciones en que los sentidos, la mente y el pensamiento de las gentes que la forman, pueden discurrir….?.

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