En la privilegiada área donde vivo, al norte de Madrid, entre las numerosas urbanizaciones de lujo que jalonan la salida hacia Burgos (en las que no vivo por cierto) existen, en un radio de unos 15 km a la redonda, no menos de 30 colegios públicos y privados, la mayoría con sus respectivos niveles de primaria y secundaria. Sin duda parece, a priori, una buena oferta educativa. Sin embargo, cuando uno por uno me propongo examinarlos, veo que están cortados todos por el mismo patrón. Desde luego los públicos son todos exactamente iguales, da igual uno que otro. La oferta educativa es en todos ellos la misma: los mismos patios, las mismas aulas, los mismos muebles, ¡incluso los mismos colores para las paredes! El mismo ambiente entre los profesores, las mismas caras entre los alumnos que entran, las mismas mochilas con los mismos libros. Los mismos horarios, las mismas materias, las mismas metodologías… La versión privada de esta oferta es más de lo mismo, pero con más horas lectivas y con más deberes.

Si comparásemos esta situación con otra más familiar, como pudiera ser la de entrar en una tienda de moda por ejemplo, sería como entrar en ella y ver que por doquier solo se venden camisetas blancas y pantalones negros para los chicos, y vestidos oscuros para las chicas. Todos iguales salvo levísimos matices. O mejor aún, sería como pasear por la Gran Vía y ver que solo existen tiendas de H&M.

¿Cómo se ha llegado a una situación como esta, de mercado cerrado? ¿Tendrá algo que ver con las altas tasas de fracaso escolar que se constatan para España? ¿Es este país diferente al resto en esto? Y si esta falta de oferta tuviera que ver con las altas tasas de desmotivación existentes entre profesores, padres y alumnos y, por tanto, directamente con el fracaso escolar, ¿cómo se podría revertir esta situación?

Una de las claves para atisbar una respuesta nos la da la Universidad. Creo recordar que ni una sola de las universidades públicas españolas figura, ni de cerca, entre las más valoradas a nivel mundial. En cambio, las universidades privadas norteamericanas copan muchos de los primeros puestos. ¿Es el hecho de ser privadas lo que marca la diferencia? ¿Cómo afecta la competencia al mundo educativo?

Esta sí es una buena pregunta. Y compleja. Porque la respuesta es tremendamente ambivalente. Aún así merece la pena, como mínimo, planteársela porque lo que sí sabemos, en cambio, es cómo afecta la falta de competencia. Más que saberlo lo padecemos. Así que busquemos otras soluciones. Una de ellas, la más popular sin duda y la que más me ha llamado la atención de entre las que he podido vislumbrar (que no son muchas, desgraciadamente) es el cheque o bono educativo. Solución que, según la generación precedente, ya se debatió en su día para España. Con gran revuelo, por cierto.

En Estados Unidos, que, junto con Suecia, es uno de los países donde más ampliamente se ha usado, se conoce como «voucher» y es una más de las acciones que desde la década de los noventa se vienen practicando en diferentes estados de la Unión para generar diversidad en la oferta de escuelas y ahorro en las arcas públicas. El programa se conoce genéricamente como «School Choice», «Elige tu escuela». Bajo este epígrafe se encuadran diferentes tipos de acciones que tienen en común una misma orientación: «subvención directa a la demanda». Esto merece una explicación. Por desgracia, las explicaciones requieren a veces de rodeos. Pero paciencia. La idea es que, en vez de subvencionar indiscriminadamente la oferta, es decir a los centros escolares públicos, se subvenciona a la demanda, esto es, se proporciona directamente a los padres un chequeo bono anual que ellos pueden gastar en la escuela pública o privada de su elección. Para ello el Estado calcula el montante de lo que le cuesta la educación del alumno que se acoge al sistema en un centro público y sobre eso ofrece un cheque escolar por algo menos de esa cantidad. Para hacernos una idea, en Estados Unidos esa cifra varía entre 5.000 y 12.000 dólares anuales. En España, el coste medio de un alumno de la pública oscila entre los 6000 y los 8000 euros anuales, de modo que, si se aplicaran los mismos criterios que en Estados Unidos (un descuento entre el 15% y el 20% del coste total) el cheque sería, como mínimo, de unos 4800 euros anuales, esto es, ¡400 euros al mes, cuando los salarios apenas rozan los 1000! Da que pensar.

El sistema es, pues, a la vez público y privado. En el sistema americano no todo el mundo puede optar por acogerse al cheque. Pueden establecerse limitaciones por ingresos (familias que superen el límite de ingresos quedan excluidas); se puede pedir que el solicitante proceda tan solo de una escuela pública; o que concurran cualesquiera circunstancias familiares concretas; etcétera. Las variaciones del sistema pueden llegar a ser prácticamente infinitas.

Trasladando el caso aquí, a España, de entre los 30 colegios públicos y privados de mi área, podría decidir gastar mi cheque en cualquiera de ellos, por poner un ejemplo (inventado), en el carísimo liceo francoalemán de Alcobendas, mientras haya plazas en él. Por supuesto, con solo el cheque no me llegaría, pero el esfuerzo económico que yo tendría que hacer para poder llevar a mis hijos allí sería mucho menor que sin él. Mientras tanto el Estado retraería ese gasto de mi antiguo colegio.

La consecuencia inmediata podría ser predecible: una fuerte migración del sistema público al privado y un progresivo desmantelamiento del primero. Este es uno de los principales argumentos que se esgrimen en contra de este sistema. Y sin embargo, ni en Suecia, ni en Canadá, ni en Estados Unidos esta fuerte migración se ha dado. En Suecia, con un programa mucho más amplio que el practicado en Estados Unidos (donde no existe en realidad ni un solo programa en el que todos los educandos sean seleccionables para acceder a estos cheques), el porcentaje de familias que se acoge a ellos es inferior al 12%, a pesar de que, como decimos, todas las familias tienen derecho a hacerlo.

¿Por qué? Porque, como se dice en uno de los estudios consultados, «la gente ha votado con los pies», es decir, ante la  igualdad de mediocridades educativas han preferido la que les caía más cerca. Ahora bien, en estos países, se ha abierto la vía para la diversidad. Y los resultados, a pequeña escala, a escala de distrito, se empiezan a notar. Y se empiezan a notar, curiosamente, en los colectivos que estaban más necesitados de ella, en aquellos colectivos que están quedando hoy escandalosamente al margen de los estándares educativos. En Estados Unidos cerca de la mitad de los 18 programas de cheques en marcha están orientados específicamente a alumnos con dificultades educativas: autismo, dislexia, dificultades de aprendizaje, capacidades excepcionales. Del resto, al menos otros dos programas están orientados a mejorar los logros académicos de familias con muy pocos ingresos y en situaciones de marginalidad manifiesta.

Esto es esperanzador, porque al vertiginoso ritmo con que avanza la «nada» educativa en todo el mundo pronto serán (seremos) todos alumnos con dificultades educativas manifiestas (si no lo somos ya).

En esa vía abierta a la diversidad, por lo tanto, podremos deducir que todos somos alumnos con necesidades de aprendizaje especiales. Y una idea  muy interesante del cheque o, mejor dicho, de la idea de una «subvención directa a la demanda», es que, en ausencia de una oferta que se considere adecuada para cubrir dichas necesidades especiales, un grupo de padres suficientemente numeroso puede unirse para financiar la creación de esa oferta. En el caso de los «vouchers» o cheques, pueden juntar sus cheques y financiar con ellos, en buena medida, la construcción de una nueva escuela adaptada a sus intereses. O coger y, sencillamente, pagar un tutor personal para sus hijos.

Ambas posibilidades están contempladas aunque, de momento, no se han puesto (que yo sepa) en práctica. La legislación de los Estados y las presiones de las asociaciones de profesores al parecer lo impiden. Es cierto que los cheques en Estados Unidos han generado un aumento de la educación en casa de los hijos, pero no porque socialmente sea una opción bien considerada (que no lo es), sino porque determinados grupos religiosos como los mormones han recurrido a ellos para dar a sus hijos la educación que ellos creer que deben tener. La preceptura, el empleo de preceptores para la educación de los niños, es considerada como un increíble acto de egoísmo que sustrae a los niños de la posibilidad de relacionarse con otros niños y formarse en el servicio al Estado. Al menos eso se desprende de una consulta que sobre este tema se planteó al pueblo de California, que dijo «no» a la posibilidad de emplear los cheques en «homescholling», es decir, en «escuela-en-casa», previa campaña del gobierno así orientada.

Pero como decimos, la vía está abierta y, en principio, el único medio previsto para el control estatal tras estas subvenciones directas son los exámenes estatales o reválidas externas, como las que se quieren poner de nuevo en España. Si se pasan estos exámenes, en Estados Unidos por lo menos, el Estado Federal se da con un canto en los dientes y da por bueno lo que hasta entonces se haya hecho y cómo se haya hecho. Esto es una exageración, pero la idea va por ahí. En España, en cambio, están reglamentadas cuántas horas se han de dar semanalmente de cada materia, qué materias han de darse y cuándo (a qué edad). No se dice nada del cómo, pero se debe sobreentender, porque todos los colegios enseñan, de hecho, del mismo modo, con una inercia tan conmovedora que haría palidecer al mejor de los legisladores.

La idea de una «subvención directa a la demanda» se conoce desde hace muchos años, desde finales del xviii y se puso en práctica en muchos países a lo largo del xix. Entre los años 60 y 80 del pasado siglo el premio Nobel de economía Milton Friedman y su mujer, Rose, revitalizaron la idea y la popularizaron en una serie de publicaciones que llegaron a cristalizar en una serie de TV llamada «Free to Choose», «Libre para elegir», uno de cuyos capítulos estaba dedicado a cómo organizar la escuela según estos parámetros.

Palabras asociadas, con el «cheque escolar» (heredadas del debate que antaño mantuvieron nuestros padres) son: «liberalismo», «neoliberalismo», «privatización» o «nueva derecha». Etiquetas que, si bien pueden alertarnos, no deben en cambio hacernos perder de vista la verdadera vocación del debate que abren: que es a todas luces injusto que profesores cuya vocación es cierta y su desempeño acertado cobren lo mismo y se les premie y se les promocione de la misma manera que a aquellos cuya vocación es dudosa y su desempeño nefasto. Lo mismo corre para los centros educativos.

Para saber más:Milton Friedman, Capitalismo y libertad, Sintesis, 2012.

John Locke Foundation, «Spotlight», Nº 429, marzo de 2013.

19 comentarios

19 Respuestas a “¡ELIGE TU ESCUELA!”

  1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

    No creo que la falta de diversidad de la oferta educativa sea por falta de competencia. Los colegios privados compiten entre sí y las diferencias no radican tanto en los contenidos que ofrecen o la metodología que desarrollan sino en las instalaciones, los medios técnicos, las actividades extraescolares y otras cosas que pueden comprarse con dinero. Los resultados que alcanzan sus alumnos en las pruebas PISA y en la selectividad son equiparables a los que alcanzan los alumnos de la enseñanza pública.

    Por otro lado, esta competencia entre la oferta pública y la privada no se realiza en igualdad de condiciones. Una empresa privada tiene un amplio margen de maniobra con sus empleados y puede conseguir que su plantilla sea estable y desarrolle un proyecto común; esto es muy difícil de conseguir con una plantilla de funcionarios.

    Aunque en este momento da un poco igual, porque la enseñanza se orienta a conseguir los mejores resultados posibles en las pruebas que establece el Estado, con lo cual se enseña para superar un examen y todo lo demás es un añadido, algo que se valora siempre y cuando se consiga el objetivo principal: que a uno no lo expulsen del sistema por no alcanzar las calificaciones adecuadas.

    Teniendo en cuenta este hecho no veo cómo el cheque escolar va a conseguir la aparición de nuevas propuestas. Supongamos que lo consiguiera, que aparecieran algunas escuelas (aunque fueran pocas) con una altísima demanda, a pesar de que sus resultados en los exámenes oficiales fueran muy mediocres; es decir, supongamos que un grupo de padres prefiere que sus hijos reciban otra educación aunque no superen los controles estatales. ¿Se permitiría que estas escuelas siguieran funcionando gracias al cheque escolar que reciben sus clientes? Lo dudo mucho.

    Lo que sí que puede potenciar es la aparición de guetos educativos, es decir, de instituciones en las que se concentran todos aquellos que no han conseguido plaza en las escuelas más demandadas. Esto está pasando, con cheque o sin cheque, desde que la educación se vende, desde que otorga una ventaja social al que la tiene, desde que se concibe como una inversión que recibe un retorno económico en el futuro. Estos guetos ya existen y, en contra de lo que afirmas, no todos los colegios públicos son iguales: los hay que lo tienen más difícil por el entorno en el que se encuentran. Estos centros son, precisamente, los que necesitarían los mejores profesores y las mayores inversiones. Es más, posiblemente en estos centros es donde podamos encontrar esas propuestas alternativas que demandas; forzados por las circunstancias y quedando en evidencia que el sistema convencional no funciona, tienen que encontrar otra forma de hacer las cosas.

    1. mrtaid dice:

      Hola Enrique,

      evidentemente es muy difícil entrar a analizar uno por uno, con cierta profundidad, las objeciones que aquí propones. Pero si me gustaría señalar varias cuestiones:

      1. No veo porqué una educación financiada por un grupo de padres a través de sus bonos escolares ha de obtener necesariamente resultados mediocres en los exámenes estatales. Es más, creo que la implicación directa de los padres en la educación lo que dará lugar será a mejores resultados académicos y no a peores.

      2. Lo de los ghetos educativos, en relación con este sistema, está muy poco argumentado. Precisamente los cheques escolares han servido para dinamizar ghetos educativos. Y entiendo por ghetos no solo los sociales, sino también a todos aquellos alumnos que el sistema ha dejado tirados por las cunetas: asperguer, hiperactividad, dislexia, retraso mental, autismo… Es decir, como decía en el artículo, el sistema educativo actual es cada vez más un gheto en sí mismo.

      3. Sí hay diferencias importantes de metodología y de tratamiento de los contenidos entre escuelas privadas como la Waldorf o una escuela Montessori y una escuela pública, al menos en los niveles de infantil y primaria. Una escuela Waldorf, por ejemplo, se atreve a tener columpios y árboles en sus jardines, y le concede un espacio al hecho de que el niño coja y se caiga en un momento dado, mientras que la escuela pública vive paralizada por el terror a una demanda judicial por ese hecho. Una escuela Montessori le da importancia al hecho de que cada niño pueda tener y tenga de hecho un ritmo aprendizaje distinto, mientras que en la pública esto es algo sencillamente imposible. Mi teoría es que habría no muchas, sino muchísimas más de estas escuelas si yo pudiese elegir donde gastar el dinero que ya pago a través de mis impuestos.

      4. Luego la falta de oferta educativa sí está condicionada por la falta de competencia: si las escuelas Waldorf o Montessori fuesen gratuitas, ¿acaso no proliferarían como las setas? ¿Acaso no adoptarían las mismas escuelas públicas sus mismas metodologías que están a todas luces mucho más adaptadas a los ritmos y a las necesidades de aprendizaje de los niños?

      5. Dices que son los centros con mayores dificultades los que necesitan de los mejores profesores, también dices que será posiblemente en estos centros donde podamos encontrar las alternativas que demando. Pero para atraer mejores profesores se necesitan mejores incentivos, hay poco profesor vocacional con alma de misionero. Los mejores profesores van a las escuelas privadas, tal y como los mejores profesores universitarios van a las mejores universidades privadas. Por no decir que a la escuela pública, por definición, no distingue entre un buen profesor y un profesor mediocre. De hecho basta con superar un único examen para gozar de un buen sueldo para toda la vida, ¿es este un método adecuado de selección? ¿seleccionaría ud. así a sus empleados, por un simple examen?

      En cuanto a las alternativas, ¿quiénes las van a demandar? ¿los padres y madres que llevan a sus hijos a los colegios de los suburbios de Madrid, Barcelona o Sevilla? ¿El cuerpo de funcionarios que sirve en los barrios de vallecas o de las 2000 viviendas y que está deseando salir de allí cuanto antes? ¿quién, cuando ni siquiera los padres «mejor formados» y «mejor educados» de los barrios bien, que son quienes podrían pedir estos cambios, lo hacen?

      1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

        Hola Taíd, respondo a tus respuestas:

        1. No he querido decir que los resultados de las escuelas financiadas por grupos de padres tengan que ser mediocres. He dicho que, en el caso de que voluntariamente lo fueran, porque se ha optado por educar sin tener en cuenta los estándares estatales (algo así como una desobediencia civil), posiblemente estas escuelas no se siguieran financiando, aunque fueran muy demandadas.

        3 y 4. Comienzas tu artículo afirmando que en un radio de 30 km a la redonda no has encontrado grandes diferencias en la oferta educativa, sea pública o privada. Ahora sin embargo, resulta que sí las hay, que hay alternativas que te parecen mejores que la oferta pública, pero que son de un coste prohibitivo para la mayoría de los mortales. Después aseguras que si estas alternativas fueran gratuitas o se pudieran financiar a través del cheque escolar estarían mucho más extendidas, proliferarían como las setas. No deja de ser una opinión optimista acerca de las preferencias educativas de todos aquellos que tienen hijos en edad escolar. No tengo datos para saber si en aquellos países donde ya está aplicándose el cheque escolar proliferan este tipo de escuelas.

        No soy un partidario acérrimo de la escuela pública, ni de la privada tampoco, ni siquiera de la escuela en general, pero tengo que decir que, aunque se parezcan mucho, las escuelas públicas no son todas iguales; es más, pueden llegar a ser muy diferentes dependiendo de las personas que se encuentran en ellas y de la sintonía que sean capaces de llegar a alcanzar. Otro asunto es que las circunstancias hagan muy difícil que los colectivos y proyectos diferentes de lo establecido, cuando se producen, se mantengan en el tiempo.

        5. No se puede generalizar ni hacer afirmaciones tan categóricas acerca de lo público. No es cierto, al menos en este país, que los mejores profesores estén en la enseñanza privada. Si acaso al contrario, entre otras cosas porque los salarios de los colegios y universidades privadas son más bajos. Después de tratar con muchos profesores trabajando en los sitios más variopintos, te puedo asegurar que se encuentran magníficos y pésimos profesores tanto en la pública como en la privada. Me consta que tú conoces buenos profesores en los dos sitios.

        Respecto a las universidades privadas españolas, de momento, no son comparables a otras universidades que puedas tener en mente. Básicamente se dedican a la docencia y preparación de futuros profesionales cualificados (ingenieros, economistas…) pero su labor investigadora y de aportación al conocimiento es más bien escasa.

  2. AdamSmith dice:

    La gran tragedia de la educación, en su sentido limitado de conjunto de escuelas o sea organizaciones para la enseñanza desde la cuna a la tumba, es que se ha convertido en responsabilidad primaria del Estado, conversión que tuvo lugar hace mucho tiempo. Las diferencias entre países se limitan a cómo el Estado cumple esa responsabilidad y dependiendo de cómo lo haga hay algún margen para escuelas privadas pero siempre reguladas. Me atrevería a afirmar que en ningún país hay educación privada en algún sentido que implique que el Estado no tiene responsabilidad alguna sobre la educación, especialmente en los primeros 25 años de vida. Por ejemplo, en EEUU donde existe un grupo pequeño de padres que rechaza enviar a sus hijos al sistema escolar formal y pretenden que la escolaridad sea principalmente en sus hogares, estos padres no pueden ignorar que llegará un momento en la vida de sus hijos en que deberán asistir a universidades que exigirán pruebas de conocimiento de acuerdo a estándares establecidos por el Estado. Si uno toma como referencia el último post del Sr. Manuel Bautista Pérez en este blog, la única conclusión que se puede sacar es que hace tiempo y en todo lugar, la educación escolar está en la esfera de lo público. Una barbaridad, un atentado contra la libertad, cuyos orígenes y consecuencias podríamos discutir por siglos, pero nada cambiaría porque los intereses creados alrededor del sistema educacional público son tan fuertes que sólo una guerra civil llevaría a cambios radicales.

    Sí, todos sabemos que la educación pública es mala, incluso en Finlandia y Singapore. En muchos países es horrible. Si alguien está interesado en reformar la educación pública debe prestar atención a lo que ha estado pasando en países que en algún momento de su historia tuvieron sistemas que parecían buenos pero que con el paso del tiempo, y en particular con la masificación, dejaron de serlo. Yo sugiero estudiar las experiencias de EEUU y Argentina porque el deterioro viene de lejos y ha habido varios intentos de reformas que no han tenido buenos resultados. Pero cualquiera sean las conclusiones que saquemos, recordemos que su aplicación en otro país depende mucho de cómo se practica la política y de cómo se gobierna en este otro país.

    En todo caso, insisto en algo que dije en un comentario a otro post de este blog. Siempre hay que distinguir entre educación en su sentido amplio de desarrollo personal de los recién nacidos y educación en su sentido limitado de enseñanza o traspaso de algunos conocimientos y habilidades. En un principio la educación escolar era complementaria de la educación familiar, o sea era parte de la educación en sentido amplio. Uno de los problemas graves se origina en la intención de que la educación escolar sustituya a la educación familiar y se convierta en la parte central de la educación en sentido amplio. Sí, esta intención está en los programas de los que gustan proclamarse progresistas y por supuesto su versión más extrema se ha dado en los estados comunistas y se sigue dando en Cuba y Corea del Norte, entre otros paraísos terrenales.

    1. mrtaid dice:

      En cuanto a lo de la educación privada/pública a mi me gusta, momentaneamente, la postura de Milton Friedman en el libro que citaba al final del artículo: creo que el Estado debe asegurar unos niveles mínimos de instrucción a sus ciudadanos. Ahora bien, ¿qué entendemos por mínimos? Pues yo entiendo saber leer, escribir, dibujar, saber escuchar, saber sumar, restar e incluso multiplicar, aprender también a tener curiosidad por las cosas. Sin embargo, el Estado entiende por «mínimo» saber hacer raíces cuadradas y derivadas, integrales, matrices y ecuaciones de segundo grado; saberse la lista de los reyes godos (no nos engañemos, esto es esencial para el buen funcionamiento del Estado) y la de los reyes de España desde Ramiro i hasta Juan Carlos; saberse las capitales de África (también algo esencial para el devenir del ciudadano en el Estado) y los nombres de los rios de medio mundo; saber discernir los elementos que juegan en el mito de la caverna de Platón; etc… Hombre, creo que se han pasado un poco con este «programa de mínimos». Es como la Televisión Pública entendida y justificada como «Servicio Público»: ¿qué demonios de «servicio público» juega «Corazón, Corazón» y porqué diablos tengo yo que financiarlo?

  3. José Luis Carrillo dice:

    Es curioso ver como ante una idea de cambio de modelo, del tipo que sea, siempre hay opiniones que no están de acuerdo, aunque estas opiniones procedan de personas totalmente críticas con el modelo en cuestión.

    Es posible, que la critica que podamos hacer hacia el modelo educativo que venimos padeciendo desde hace tantos años, (posiblemente desde que se introdujo la enseñanza pública o estatal en Europa), este viciada en sí misma, quiero decir, que cuando juzgamos algo, puede que no nos demos cuenta que, al margen que nuestra intención sea cambiarlo, estemos utilizando argumentos que se encuentran dentro del modelo, y que lo único que nos permiten es parchearlo, me refiero a: más inversión, más medios, mejores sueldos, más reconocimiento, más atención a la diversidad, etc.

    Aunque me reconozco menos conocimientos del tema en cuestión que Enrique Sanchez, sinceramente no comprendo por qué el sistema que expone Taíd, no puede dar opciones a que aparezcan nuevas propuestas educativas, aún en el caso de que, al menos los primero años nos pudiéramos confundir en la elección del centro.

    Recuerdo como no hace mucho tiempo había un colegio en Madrid, con una idea educativa-cultural, donde muchos padres, algunos con un esfuerzo económico bastante grande, llevaban a sus hijos esperando que esa semilla cultural que se ofrecía les pudiera ayudar, no solo a aprobar (quiero recordar que no había exámenes al menos en primaria), sino a saber desarrollarse en la vida. Quién sabe si con el cheque escolar no habría llegado a tener los problemas que tuvo.

    1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

      Querido José Luis,

      El cheque escolar no es una idea nueva, ni tampoco es algo que no se haya puesto en práctica o no esté aplicándose ya en algunos países. Para no alargarme, te incluyo un enlace donde se informa ampliamente sobre el particular

      http://profesorgeohistoria.wordpress.com/2012/08/04/desmontando-el-cheque-escolar/

      Como podrás comprobar la intención, la forma de aplicación y los resultados son muy distintos de unos a otros. En el mismo artículo se incluyen argumentos a favor y en contra, más en contra que a favor, porque el autor tiene su opinión y sus intereses sobre el tema.

      Respecto a lo de criticar alternativas al modelo, mi crítica o mis reservas se basan en que no me parece una alternativa, sino una forma de reducir el gasto público sin ofrecer a cambio la flexibilidad y la libertad que promete. Mientras el Estado siga decidiendo cuál debe ser el resultado final, no veo dónde está el cambio. Solo se deja cierta autonomía respecto a los medios pero se imponen los fines.

      Por otro lado, en ningún sitio de mi comentario estoy demandando, así en general, más inversión, más medios, mejores sueldos, etcétera. Se necesita que los haya, pero un gasto mayor no siempre viene acompañado de mejores resultados si no se cambia lo fundamental. Solo estoy diciendo que si hay que gastar más en unos sitios que en otros, estos sitios no tienen que ser precisamente los más demandados sino a lo mejor todo lo contrario, los que nadie quiere porque sus resultados son lamentables y es muy difícil que sean de otra manera.

      En lo que se refiere a España, el cheque escolar ya se está aplicando de alguna forma, solo que no lo reciben los padres sino los colegios concertados, entre los que los padres pueden elegir si no les satisface la oferta pública, siempre que que puedan pagar la diferencia. Como bien dice Taíd, no hay gran diferencia entre la oferta de unos y otros; y no la hay porque lo que se busca mayoritariamente es que los alumnos obtengan los mejores resultados en las pruebas estatales.

      En cuanto al colegio que citas, bien sabes que gran parte de lo que defiendo lo aprendí trabajando allí. Algunos de aquellos años ese colegio fue concertado y ahora también lo es. No creo que hubiera cambiado mucho la situación si el dinero en vez de recibirlo el colegio lo hubiera recibido cada padre por separado.

      El problema no es el cheque, el problema es el Estado.

      Un abrazo

      1. mrtaid dice:

        «Desmontando el cheque escolar», ¡¡un artículo «muy objetivo»!!

        ¿Qué tiene que ver la idea de una subvención directa a la demanda con los colegios concertados? ¿¡Qué es eso de que «ya está aplicado de alguna forma»!? Recordemos que el cheque escolar podrían ser unos 400 euros mensuales que cada familia podría gastar el el colegio de su elección. Si yo tuviera un hijo con autismo, ¿acaso cambiaría esta opción por una de «colegios concertados»?

        1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

          Ya advertí que el autor del artículo tenía sus opiniones y sus intereses, pero proporciona datos.

          Hay distintas formas de aplicar el cheque escolar, pero deduzco que la que estás proponiendo es que el dinero que se gasta el Estado en educación se le entregue directamente a los padres y deje de recibirse en las escuelas, a las que llegaría siempre y cuando hubiera suficiente demanda, suficientes clientes dispuestos a acudir a ellas. Bueno, es una opción. Queda por determinar de dónde sale el dinero para construir y mantener las escuelas, que no se cubre ni de lejos con el cheque escolar.

          En cierto sentido las escuelas concertadas son un sistema similar al de los cheques porque también subvenciona la demanda: se financia con dinero público una escuela que tiene una demanda y la financiación es tanto mayor cuanto mayor es el número de alumnos que acuden a ellas. Si no hay alumnos no hay concierto. A eso me refería.

  4. Manu Oquendo dice:

    Hay una frase de Thomas Kuhn en su obrita «La estructura de las revoluciones científicas» que viene a decir algo tremendo: «Un paradigma científico no sólo es una forma de explicar algo, también es algo de lo cual se vive y en lo cual se vive».

    Es casi inevitable que así sea y nos resta al menos ser conscientes de ello y de sus implicaciones.

    Hace unos días salía a la palestra el instituto Iturrama –en el barrio pamplonés del mismo nombre– al que asiste una buena proporción del mundo que simpatiza o es directamente etarra a juzgar por el porcentaje de detenciones de sus alumnos.

    Lo digo por apuntar un fenómeno grave y muy específico de España tras el 78 que consiste en la ideologización nacionalista del sistema en el cual encuentra modus vivendi acogedor la parte más radical de estos movimientos. Un sistema infiltrado hasta las cachas.

    La cosa no termina ahí sino que las lenguas autóctonas lectivas –obligadas hasta para el transeúnte– se han diseñado (castrapo y batúa) para ser precisamente el modus vivendi de ese tipo de gente que, al fin y a la postre, tienen como misión la implantación obligatoria de entidades étnicas.
    Esta gente siempre estará en contra de cualquier asomo de libertad en el sistema educativo porque para ellos es un factor de dominio político.

    Esto sucede ante el silencio más absoluto de una Sociedad y un Estado –.impotentes y cómplices de políticas que superan con mucho lo que sucedía en el franquismo.

    Al final un mal sistema educativo –a tenor de resultados– resulta también un sistema de imposición totalitaria que captura la sociedad y la hace uniformemente degradada.

    Acaba de llegar a España: «Ha vuelto». Es una novela que cuenta las impresiones de Hitler al despertar tras un largo sueño desde 1945 y ver lo que hoy sucede.

    Me temo que, como apunta Adam Smith, el problema es cómo repartir un bien escaso: –la buena educación– en un sistema con una mala definición del ser humano, su esencia y sus fines. Uniformidad que también se extiende al mundo privado: Colegios y Universidades.

    También está el «asunto» la libertad de asistir o no. De escolarizarse por libre. De asistir a una escuela o educarse en casa. Como tanta gente se escolarizaba antes.

    En este entorno, no dar esa libertad, es fomentar el poder de los que destrozan el sistema y dejar a la ciudadanía sin opción. Es la única «competencia» real.

    Buenos días

  5. Alberto dice:

    Después de muchos artículos y comentarios, la mayoría buenos y algunos buenísimos, de mucho reflexionar, de realizar verdaderos hallazgos de pensamiento, he sentido que unas palabras escritas en el último comentario de Manu Oquendo caían como una gota de esencia, y que ese extracto, bien cuidado y desarrollado, pudiera llegar a ser la clave sobre la que trabajar para la comprensión de esta crisis (que es final) que sufre este modelo de realidad que habitamos, algo necesario para la concepción de uno nuevo. Desde luego no es un concepto inédito, pero lo encuentro ¡tan bien expresado y tan oportuno! Esas palabras son: «La mala definición del ser humano, su esencia y sus fines».
    Gracias a todos.

    1. Isi dice:

      Tienes razón Alberto. Demasiados estudios sobre lo listos que son los monos y demasiados pocos sobre lo estúpidos que podemos llegar a ser los humanos. Sin acritud.

  6. Travieso dice:

    Pero Alberto ¿Cuándo ha estado bien definido el ser humano, su esencia y sus fines?

    La cultura, la filosofía y la religión, y ahora la ciencia, llevan milenios intentándolo, y, si ha habido algo satisfactorio en su búsqueda, siempre ha sido visceralmente transitorio. El problema no radica tanto en no tenerlo completo, sino en que el poder adopta la actitud impostora como si lo tuviera.

    Si una propuesta educativa partiera no solo de lo que se sabe, sino también de lo que se desconoce, ya se habría dado un paso definitivo que acabaría con toda la concepción de la escuela tradicional y moderna.

    Si una propuesta educativa intentara enseñar no solo lo conocido sino también facilitara el camino hacia el misterio, ya no sería escuela, sino la plataforma en la que se llevará a cabo el aprendizaje del futuro.

    1. Manu Oquendo dice:

      Estimado Travieso, me va a permitir discrepar suavemente acerca de la supuesta indefinición de los fines y la naturaleza profunda del ser humano.
      El que no lo sabe es porque no quiere o prefiere ignorarlo.
      Otra cosa es que al poder político este conocimiento le resulte inconveniente. Esto suele ser el caso y por ello es importante hacer el pequeño esfuerzo clarificador de ubicarse en el universo, en nuestras sociedades, familias y en el tiempo que percibimos.

      Para ello no necesitamos recurrir al fenómeno religioso que, en mayor o menor medida, acompaña a todos los seres humanos.
      Nos basta repasar hitos culturales y reflexionar un poco sobre ellos.

      Grecia nos legó el concepto de Areté y el camino para alcanzarla, Paideia, Santo Tomás el concepto de libre albedrío como requisito de la acción moral humana, Kant el fundamento moral de la resistencia a los impulsos del mal y la revolucionaria exposición del «imperativo categórico universal». Maslow y Frankl –ya en el siglo XX– nos muestran la coherencia de lo anterior con nuestra realización trascendente y altruista.
      Con todo ello es difícil no tenerlo claro a poco que intentemos buscarlo.

      Pero, como bien apunta, nada de ello conviene al poder político.

      Es muy ilustrativo ver lo que hizo Federico Guillermo de Prusia a la muerte de Kant: Contratar a Hegel para que «enseñase la filosofía que hay que enseñar».

      La filosofía, las ideas, son especialmente importantes para el poder y, aunque no lo parezca, se ocupa constantemente de ellas. De destruir y olvidar unas, de fomentar otras.

      Cicerón lo explicó con mucha sencillez. «Queda» –escribió– «una contienda final entre el placer y el valor moral»
      ¿Qué forma de vida es más acorde con la realidad del ser humano?
      Pocas dudas caben sobre esto.

      Saludos.

      1. Travieso dice:

        Disculpe que me haga sonreir el trato que me da cuando se dirige a mi diciendo «Estimado Travieso».

        Yo me lo he buscado, podría usted decir, con razón.

        Acepto su discrepancia «suave» en cuanto a la mayor o menor indefinición de los fines y naturaleza profunda del ser humano. No es muy distinta a la polémica sobre el vaso medio lleno o medio vacío. Solo que tratándose de la enseñanza, y visto sus derroteros dogmáticos, doctrinales e instrumentadores del poder, quizá sea especialmente importante ver este tema como medio vacío que de la otra manera. Para evitar tentaciones en las que otros ya han caído.

        Un saludo,

  7. Soñando... dice:

    Otro punto de vista sería empezar a mirar todo esto de la educación de manera más básica, imaginando que no hubiera políticas dirigidas de ningún tipo ni imposiciones de cual es el mejor modelo.
    Primero, porque no hay modelo que se adapte a una población heterogénea de individuos sin que éstos no tengan que integrarse. Pequeños modelos diseñados para grupos homogéneos de niños: listos, torpes, vagos, «superdotados» discapacitados físicos, psíquicos, desamparados y hambrientos ¿qué son? Guetos. Simple y llanamente.
    Me da igual el cheque que sin cheque, ¿que saben de sitios y cheques y lugares especiales la mayoría de padres y de niños? Bien, pues construyamos un organismo especial de asesoramiento y guía dependiente del ministerio de lo Social en el caso de la exclusión y entonces del ministerio de Sanidad en el caso de los enfermos…No way.

    La escuela tendría que estar cerca de casa, requisito indispensable, sería barata porque en vez de gastarnos los dineros en sofisticados «medios didácticos» nos los gastaríamos en clases soleadas y aireadas, calentitas y en centros bien construídos con su zona de árboles alrededor, e incluso podrían tener piscina.
    Podría organizarse un comedor para aquellos que se queden solos a mediodía y contratar a personal que sabe lo que compra, de mediana edad, que les haga una comida como los Dioses mandan y les saque unas sonrisas con la amabilidad que caracteriza a los/las que ya no tienen que hacer comida para nadie pero lo han hecho toda su vida. Aquí mientras se alimentan se produce intercambio generacional que es otro aprendizaje indispensable.
    La escuela además tendría que tener diversidad de alumnos ( en mi instituto público había una chica sin ambas manos que tomaba apuntes mejor que yo con los pies y pintaba..!! y era de graciosa..alumnos de toda clase y condición porque para cada cual individualmente supondría una lección diaria de modos de vida diferentes y la posibilidad de hacer minigrupos entre ellos se vería reducida, sería como en la vida, mucho más real.
    ¿Y los maestros? pues ellos valorarían las capacidades de cada uno y por supuesto que no todos van a sacar un 10 en mates o en dibujo, pero todos con ansias de aprender y en un buen ambiente donde se trabajara en grupos se potenciarían entre ellos y el nivel subiría,y las medias se compensarían siempre que tuvieran, no ya un buen maestro especialista en algo, sino un maestro con ganas de remangarse y que fuera el referente para su grupo.
    Puede parecer utópico y coincido plenamente con Enrique en que el problema son las pruebas y los exámenes específicos al que se tiene que someter a los alumnos, pero otros vendrán que el sistema cambiarán y no podemos estar jugando con los aprendizajes sometidos a las políticas. Estamos en el entretanto y en ese entretanto, como hemos visto en algunos ejemplos, los niños tienen que formarse como personas, que es lo importante, los conocimientos si luego no los aplican, se les olvidarán, si le les imponen los odiarán y para eso están los grandes profesionales capaces de hacer un arte de un concepto abstracto, si es preciso se sale del aula para que vean geometrías o se les encarga una compra o un canon a dúo o a trío con una simple flauta simple y tres o cuatro notas.
    Pero juntos, diversos y enseñándoles a reconocer lo bello de las diferencias.
    Todo esto, me atrevo a decir que es compatible con cualquier Ley Central siempre que haya Escuela, para TODOS. Y la tenemos, aún, no la perdamos.
    (Sr Oquendo, espero que no se le hayan quitado las ganas de aprender a hacer zapatos, era una buena idea, en serio.)

  8. GOYO dice:

    La educación es como ese monstruo modélico, que precisamente por ser modélico no lo vemos, que pulula alrededor nuestro, y hurga en nuestros bolsillos y en nuestros pensamientos para contarnos cantando las bondades del sistema, y el buen hacer de su normalización… Sutil monstruo es éste, con el que convivimos y nos fundamentalizamos, al considerar “correctas” sus propuestas y válidos sus credos, sin parar a pesar que eso de la “educación” es un invento más, traído y llevado a conveniencia por el poder.
    Como en este foro se viene planteando, la razón de ser del hombre está por encima de cualquier sistema, y siendo así, no hay que preconizar tanto el “derecho a la educación” ( estatalizada) cuanto la responsabilidad y necesidad del ser humano por buscar “conocimiento”, por ser éste el modo con el que contamos para trascender nuestro precario estado de consciencia enfocada a la subsistencia.
    Plantearse la educación a través de la cultura, del cultivo al conocimiento, que no es culto al esquema y al credo ramplón, es siempre alternativa de futuro . Pues la Poética nunca comulgó con lo modélico; antes bien, enfrenta y desenmascara los monstruos inventados, que protagonizan tanta tragedia humana. Y es cierto también, que la poética nunca soportó el aburrimiento… y a un colegio, le quitas el “compañero” , y, ¡ cuanto aburrimiento transita por sus pasillos ..!

  9. mrtaid dice:

    Como muchos de vosotros sabéis, una de las páginas web más vistas en los últimos tiempos es «How school kills creativity», «Como la escuela mata la creatividad». En la página web de TED, que es su sitio oficial, figuran ya más de 20 millones de visitas. La crisis educativa es global, ya no es algo sutil. Es algo notable. La gente empieza a preguntarse cada vez con más frecuencia porqué la escuela es incapaz de incorporar a sus métodos y a sus contenidos aquello que la ciencia hace ya años que ha descubierto: ¿porqué la escuela se encastilla en los viejos paradigmas? ¿Porqué se la mantiene disociada de estos descubrimientos? ¿Es que a alguien le interesa mantenerla como conservada en formol, disecada?

    Esta es la gran pregunta. Y es el gran reto. El Estado parece incapaz de adaptar la escuela a los pareceres científicos acerca, por ejemplo, de cómo el cerebro aprende. Si el Estado es incapaz de hacerlo, o sencillamente no quiere o no le interesa , ¿no debemos ser aquellos que sí tenemos consciencia del problema –biólogos, psicólogos, neurólogos, educadores, pedagogos– quienes debamos hacerlo? ¿No es acaso la subvención directa a la demanda uno de los medios que está demostrando ser más eficaces?

    ¿Cuánto tiempo pasará hasta que ese tipo de políticas tan siquiera sean consideras en España, aunque sea como políticas complementarias? ¿Cuánto para que en este y en otros países se empiece de una vez a desmontar la pavorosa entente que forman Iglesia y Estado? Entre ambos tienen dividido el pastel de la educación en España. Ojalá esto fuera un discurso populista. No lo es. Parece como si la famosa (cada vez más tristemente famosa) transición hubiera llegado a una «entente cordial» por la que unos aceptarían un gobierno socialista a cambio de mantener sus competencias en educación: ¿cómo se explica sino que en un país socialista de nombre, la mitad de los centros educativos estén en manos de religiosos y subvencionados por el Estado? ¿Cómo se explica que un país que se dijo a sí mismo socialista se mantuviese la religión –católica– como asignatura obligatoria en todos los centros estatales?

    Hablábamos de la falta de diversidad, de la falta de oferta educativa. Y Enrique decía que esa competencia existía entre los colegios privados. Pero si más del 70% de los coles concertados son religiosos y responden a este «entente» con el Estado y el resto son colegios públicos, el resultado es… Que no hay competencia, que lo que hay es un monopolio educativo repartido entre dos únicas empresas que han llegado a un acuerdo para mantener el status quo educativo.

    Cierto, el cheque educativo no es sino una forma más de subvención de la escuela por el Estado. Lo ideal sería una escuela que no debiese nada al Estado (al menos mientras los Estados sean como lo son ahora). Pero en el interín, el cheque me parece un buen medio para romper el monopolio, para romper la inercia y generar algo de diversidad, algo de color en un discurso monocromo.

    Y sí, efectivamente es el modelo ser humano que queremos lo que está en juego o, al menos, su definición.

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