Cuenta Cicerón que Simónides de Ceos había sido invitado a una multitudinaria cena por un rico mecenas, en el transcurso de la cual había de recitar uno de sus poemas. En un momento de la misma el poeta se ausentó para recibir un correo, y justo en ese momento se derrumbó el techo sobre el resto de los comensales, que quedaron enterrados bajo los escombros, totalmente desfigurados, presentándose entonces el problema de la identificación de los cuerpos en una época en la que la posibilidad de hacerlo con muestras de su ADN aún estaba lejos en tiempo.
Simónides, el único superviviente, fue capaz de identificar uno a uno a todos los que habían de ser enterrados por la situación que ocupaban en la mesa en el momento en que él había abandonado el recinto: se dio cuenta de que su mente establecía relaciones entre la posición de cada uno de los comensales y las caras y nombres de estos, facilitando su recuerdo, lo que le sirvió para crear uno de los métodos nemotécnicos más usados a lo largo de la historia: el método Loci (o “palacios de la memoria”).
Este método consiste en relacionar aquello que quieres memorizar con un “palacio” o “recorrido” que ya tienes instalado en tu mente, sea porque es habitual para ti o porque lo has creado expresamente para servir a tu propósito. Por ejemplo, imagina que quieres memorizar la lista de la compra; una posibilidad es ir creándote imágenes de las distintas cosas que has de comprar y relacionarlas con algún sitio que ya conozcas, y luego “recorrerlo en tu imaginación creando relaciones entre lo que quieres memorizar y lo que ya conoces. Podrías, en este caso, utilizar como “palacio de la memoria” el camino de tu casa al trabajo (si es que lo tienes) y crear una imagen mental en la que una enorme barra de pan te impida salir de tu casa, para luego imaginarte a ti mismo tropezando con la leche en el descansillo, abrir la puerta del ascensor y encontrarte con una vaca que te recuerda los filetes que has de comprar y luego verte a ti mismo saludando a un vecino cuya cara mágicamente se ha convertido en el queso que se te ha antojado para la cena. Las posibilidades son infinitas y cuanto más llamativas sean las imágenes con las que ligas lo que tienes que recordar con los palacios de tu memoria tanto más potente será el método.
Porque a lo largo de la historia, aunque ahora sea una habilidad denostada, el tener buena memoria solía ser muy útil. Cuentan, por ejemplo, que entre las habilidades de Napoleón estaba la de saludar por su nombre de pila y conocer datos personales- así como los nombres de sus hijos y los de sus esposas o amantes- de todos los integrantes de su Vieja Guardia. No está mal, si tenemos en cuenta que hablamos de miles de hombres… pero claro, el pequeño corso sabía que es mucho más fácil correr contra un montón de cañones humeantes bayoneta en mano si el mismísimo Emperador te ha saludado antes de la batalla por tu nombre y te ha preguntado por la salud de tu hijo: sentirse especial para el amo del mundo hace más agradable salir al encuentro de tu destino.
¡Buena memoria la de Napoleón!; casi tan buena como la del filósofo William James -hermano mayor del literato Henry James-, que a la tierna edad de 90 años memorizó los 10.000 versos sin rima de “El paraíso perdido” en menos de un mes porque se asustó al pensar que estaba perdiendo memoria y no quería oxidarse.
O, por poner otro ejemplo de buena memoria, podemos mencionar a Mitrídates V, rey de Ponto, que entre los años 150 y 120 a.c, reinaba sobre 22 pueblos distintos, con 22 lenguas y sistemas de leyes diferentes, y era capaz de impartir justicia a cada uno de sus súbditos en su propia lengua y según sus leyes…
Pero hoy la memoria, como la adquisición de otras habilidades, no está en la agenda de los educadores; es más, se minora y se considera un “arte menor” que contamina el verdadero conocimiento. La verdadera educación no pasa por la capacidad de memorizar datos “inútiles”, ¿para qué, cuando todos los datos del mundo están a tiro de google?
Ahora, a los niños en los colegios, se les dice que memorizar es una estupidez sin sentido, que no sirve de nada. Siento discrepar.
Respecto a la Educación, puedo tener mis opiniones, como todo el mundo, y no tengo ni la menor idea de cómo debería funcionar el sistema educativo para potenciar al máximo las capacidades de los niños al tiempo que los hacemos lo más felices que sea posible, pero sí sé cuáles son las habilidades que a mí me vienen muy bien en mi día a día y veo que la escuela, y posteriormente la educación superior, las obvia completamente: lo hacían cuando yo era víctima del sistema educativo y ahora todas las nuevas modas y costumbres no hacen más que incidir en el (mal) camino.
Los nuevos métodos educativos inciden mucho en la felicidad del niño y en su formación como persona, tratando de apartarse del aspecto “utilitarista” del ser humano como engranaje de un modelo social o económico, que ha sido hasta hace muy poco la principal misión del sistema educativo, pero por el camino pueden estar obviando aspectos que pueden hacer más fácil la vida de ese niño en el futuro; en concreto, aprender técnicas nemotécnicas puede hacer mucho por la felicidad futura de un niño, que tendrá así que invertir mucho menos tiempo en memorizar las sandeces que seguramente le harán estudiar a lo largo de su vida…
Cuenta Derren Brown (el ilusionista británico) que cuando llegó a la universidad -es abogado- en realidad el único libro que estudió fue uno de técnicas nemotécnicas; después, memorizar leyes y leyes era coser y cantar y se pudo dedicar a otras cosas más entretenidas. Este es el tipo de cosas que no se enseña en los colegios. ¿Si de todos modos te voy a obligar a memorizar cosas, por qué no te enseño a hacerlo?
Porque pese a que dentro de unos años posiblemente los asistentes virtuales hagan completamente accesoria la necesidad de aprender casi cualquier cosa (Siri y Cortana ya saben todo lo que tú necesitas para tu vida diaria, y en poco harán inútiles a médicos y abogados entre otros: se saben todas las leyes aplicables a cualquier situación posible, tienen memorizados todos los casos, todas las enfermedades, todos los tratamientos, los que funcionan, los que no…) el ser humano tendrá que seguir adquiriendo habilidades, y en eso Apple o Microsoft solo podrán echarle una manita.
Raul, felicidades por tu artículo, como curiosidad contaré una anécdota que me ha sucedido hace poco.
Estoy entrenando un equipo de baloncesto, cuyos componentes tienen 19 o 20 años.
Hace aproximadamente un més, jugamos un partido en un área cercana a Carabanchel.
Yo cito a los jugadores una hora antes del partido, para calentar suficientemente.
Para mi sorpresa, uno de mis jugadores, no apareció, y no pudimos contactar con él por teléfono.
Al dia siguiente, cuando le pregunté el motivo, me contestó.
» Es que no tenía internet, el mobil no funcionaba, y no estaban mis padres «.
No había encontrado ninguna alternativa para localizar el polideportivo, (preguntar a un vecino, taxista; mirar algún mapa, etc), que no pasara por seguir fielmente los pasos que le fuera marcando el google maps, o programa similar.
Menos mal que le ocurrió dentro de casa, si le llega a pasar una vez fuera, hubiera muerto de inanición en el siglo XXI, en la ciudad de Madrid.
Un abrazo