En nuestro afán de simplificar el mundo, para hacerlo más manejable, es habitual polarizar el pensamiento político en dos tendencias, la izquierda y la derecha, cada cual con su correspondiente ideología y los comportamientos asociados que se esperan de ella. Así, por ejemplo, de un gobierno de izquierdas se espera que redistribuya la riqueza y reduzca las diferencias entre las clases sociales, beneficiando a los más desfavorecidos, mientras que de un gobierno de derechas se espera lo contrario, que actúe respetando la iniciativa privada y las reglas básicas del mercado, en el que unos tienen éxito y otros fracasan. Unos practican una política más social, más centrada en el colectivo, y los otros ejercen una política más individualista, más orientada hacia el individuo.
En esta línea, y siendo muy esquemático, una política de derechas preconizará un sistema educativo basado en la meritocracia mientras que una política de izquierdas defenderá un modelo que busca el igualitarismo; es decir, en un caso se busca seleccionar a los más inteligentes a costa del resto mientras que en el otro se persigue eliminar las diferencias, perjudicando con ello a los que podrían destacar.
Y en ninguno de los dos casos se beneficia a los más inteligentes, sino a los más listos; a aquellos que saben aprovechar en su propio interés los automatismos, los vicios y las debilidades de cada sistema. Porque alguien realmente inteligente, más que títulos, necesita desafíos a su inteligencia y ninguno de los dos modelos se lo ofrece. El primero solo le suministra una sucesión de contenidos y saberes encadenados que conducen a una meta establecida de antemano mientras que el segundo simplemente le aburre o le hastía.
En ambos casos tampoco se ayuda a los que no dan la talla, cualquiera que sea lo que se entiende por talla y cualquiera que sea la talla que se establezca. Porque tan poca ayuda es exigir lo que no se puede dar como pedir menos de lo que cada uno podría llegar a alcanzar. El resultado es el mismo: que el afectado no se mueva o se mueva muy poco, que no dé todos los pasos que podría dar para recorrer su propio camino.
Y los sistemas educativos que se construyen sobre uno u otro modelo están llenos de contradicciones. Porque no se puede implantar una escuela inclusiva que mantiene los ingredientes de la meritocracia ni se pueden formar élites con prácticas igualitarias. Y muchos de los que critican la meritocracia y ponderan la educación pública como garante de la equidad, han accedido a ella mediante el sistema meritocrático por excelencia, que es la oposición.
En este enfrentamiento, cada bando se apropia de ciertas palabras, con las que pretenden reforzar sus argumentos. En un lado se habla de esfuerzo, calidad, exigencia y excelencia, mientras que en el otro se habla de diversidad, equidad y colaboración. Y todas estas cualidades son necesarias en el proceso educativo y está por encontrar la fórmula en la que unas no excluyan a las otras.
Dicen que toda acción provoca una reacción. Y esta es la impresión que da la futura ley de educación, la LOMCE: una reacción extrema ante los excesos de la ley que deroga. Una ley que ha sido elaborada sin consultar a los directamente implicados, que solo se justifica con razones de eficiencia y competitividad pero que carece de pensamiento pedagógico. Una ley cuya principal fuerza reside en la que proporciona la mayoría absoluta, pero que no goza de ningún apoyo entre los partidos de la oposición. Una ley que pierde lo que podría tener de razón por su total falta de consenso, incluso entre los miembros del propio partido.
Aunque hay que decir que los rechazos que provoca y el consenso que se busca responden más a razones políticas y de reparto de poder que a un intento sincero de mejorar la educación y el sistema educativo. Así, la pérdida o ganancia de atribuciones de las Autonomías, la lengua en la que se imparten las enseñanzas, el tratamiento que recibe la religión en el currículo y el aumento o disminución de los conciertos educativos han primado sobre cualquier otro planteamiento o discusión sobre lo que debería hacerse para proporcionar la educación que cada uno precisa y armonizarlo con lo que la sociedad, en su conjunto, necesita.
Pero esta discusión no se ha producido. No ha habido ninguna intención de construir un modelo educativo que sea capaz de perdurar al margen de los vaivenes políticos. No se ha buscado la aportación de los colectivos de profesores, padres, alumnos, empresarios, trabajadores, parados, jubilados, artistas o economistas; como tampoco se ha pedido o se ha tenido en cuenta la opinión de pedagogos, filósofos, historiadores, científicos o cualesquiera otros expertos, generalistas o pensadores con el suficiente peso como para ser escuchados por separado.
Y este ideal de crecimiento y mejora personal y global, no va a conseguirse mientras que la política consista en una lucha de intereses y poderes, mientras que cada derrota electoral venga acompañada de una nueva Ley de Educación, mientras que en el debate sobre esta ley, y sobre cualquiera de las que la siguen, prime el rencor sobre la inteligencia.
Enrique, gracias por compartir sus ideas. Sus seis primeros párrafos se centran en el debate ideológico hoy dominado por dos posiciones que uno, como cualquier otro observador, puede diferenciar tan claramente como uno quiera. Mucho me temo, sin embargo, que esa diferenciación poco ayuda a entender la política como actividad humana dentro de un sistema particular de gobierno.
Partiendo de que el Planeta Tierra está dividido en estados nacionales cuyos gobiernos son titulares del poder coactivo legítimo, lo importante para entender la política en cada estado nacional es definir claramente su sistema de gobierno porque este sistema es determinante principal de las conductas legales en la competencia por acceder y gozar ese poder coactivo (sí, para mi la política siempre ha sido y seguirá siendo competencia por el poder coactivo legítimo). En las democracias constitucionales esa competencia se centra en acceder vía elecciones populares a los varios órganos estatales en que se divide el ejercicio del poder coactivo y los competidores se organizan en grupos llamados partidos que se justifican en ideologías pero que en buena y variable medida subordinan sus principios al acceso y goce del poder.
En otras palabras, en la democracia constitucional española, no debe extrañar que algunas políticas de Zapatero fueran rechazadas por la izquierda ideológica y algunas políticas de Rajoy hoy sean rechazadas por la derecha ideológica. Si uno quiere entender la política española debe ir más allá del debate ideológico y en particular centrarse en las estrategias de los varios partidos para acceder y gozar del poder. No digo que uno deba ignorar las ideologías que podrían justificar, como causas últimas, la búsqueda del poder, sino que esta búsqueda está condicionada principalmente por la probabilidad de éxito en acceder al poder o en mantenerse en el poder, algo que requiere movilizar masas poco interesadas en las ideologías. Tanto el PSOE como el PP deben atraer votos de la masa independiente (es decir, no interesada en ideologías), y por tanto deben moderar o diluir sus ideologías para conseguirlo. Y por esta misma razón hay mucho más debate interno sobre estrategias en los dos partidos mayores que en otros partidos (algunos de los otros partidos pueden darse el lujo de ser muy ideológicos si sus ideologías jamás serán compradas por un porcentaje superior al 10% de la masa electoral pero si por un porcentaje suficiente para ganar una cuota de poder o apoyo financiero externo).
Gracias por leer el artículo y comentarlo. Aunque el comentario tiene poco que ver con el tema que se trata. Le recuerdo los criterios de moderación del blog:
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Enrique, precisamente señalé el número de párrafos dedicados a ideología (los primeros seis) porque ocupan la mayor parte de su post. ¿Cuál es el tema del post? Si lo es la educación, me parece que le dedica poco espacio a un tema que hoy día es tremendamente complicado en todos los países. Pero supongo que usted le dedicó poco espacio a educación porque quiso usarlo como ejemplo de lo que es la política, a la que menciona explícitamente sólo en el último párrafo e implícitamente en los párrafos dedicados al debate ideológico. En todo caso, si quiere que conversemos sobre educación, en particular sobre por qué es un tema tan complicado, quedo a su disposición.
Pues supone usted mal. Este es un artículo más de los muchos que contiene este blog sobre educación. Un artículo que se complementa con otros, con la intención de construir una reflexión amplia y coherente. Y el tema no es la educación en abstracto, sino un aporte más a uno de sus temas clave, que está por resolver: cómo construir un sistema educativo en el que no haya rezagados, excluidos ni perjudicados.
Conversemos entonces sobre educación. Revisé los archivos del blog y me quedó claro que una conversación provechosa requiere que cada uno precise de qué está hablando. Cuando yo hablo de educación me refiero al proceso de desarrollo pleno de la persona hasta los N años (siendo N mayor que 15 y menor que 25) y no solo a la instrucción en escuelas. En otros tiempos, la educación así entendida se suponía que tenía lugar principalmente en el ambiente familiar y se complementaba con la instrucción por personas especializadas, los maestros, en un tiempo y espacio que además contribuía a la formación social en la infancia y la adolescencia. En las escuelas religiosas esa instrucción se complementaba con un refuerzo de la formación moral del ámbito familiar. Antes de la masificación de la educación, y dependiendo de los recursos dedicados que las familias podían dedicar a la instrucción, ésta se complementaba también con formación estética, deportiva o técnica. En los últimos 50 años, ese modelo de educación ha ido cambiando y ha sido cuestionado porque una mayoría de jóvenes de más de N años parece no lograr un desarrollo pleno de su potencial, lo que quedaría probado por sus limitadas habilidades para pensar y hacer lo que nosotros hicimos cuando nos graduamos y por su escaso interés en disfrutar lo que nosotros disfrutábamos después de graduados. Nuestro problema es primero si nuestros nietos deben ser educados de manera de lograr lo que nosotros logramos para nuestra graduación o alternativamente tomamos en cuenta las experiencias de nuestros hijos (esto es, sus padres) y nos replanteamos qué debemos buscar con la educación. Y segundo cómo debemos cambiar la educación y en particular la instrucción para lograr lo que queremos, algo que claramente varía según la respuesta que demos a la primera cuestión.
Una aclaración. Algunos cuestionarán que tome el pasado como punto de referencia para plantear el problema de la educación hoy y preferirán usar alguna utopía como nuevo modelo, esto es, algo novedoso que motive a adultos y jóvenes que tendrán a su cargo la gran reforma. Creo que quienes planteen utopías ya han probado estar equivocados (lo aprendí de sobrevivientes de la revolución cultural de Mao) y en todo caso prefiero que los jóvenes que buscan nuevos caminos los busquen por su cuenta una vez que terminen su educación (algo frecuente hoy día entre jóvenes que se sienten perdidos en ese momento y rechazan las drogas para sobrevivir esa condición).
tenemos los países nórdicos, que están a la cabeza en educación y formación de trabajadores. Noruega, Suecia, Dinamarca, Islandia, son países donde TODO ES ESTATAL, pagado con los impuestos que son altísimos, pero la educación es de primera, como son la formación de propios y de los inmigrantes que llegan, reciben 400€ /mes para aprender el idioma, q es monitorizado por excelentes inspectores del Dpto de Inmigración,de Educación y la Policía, q vigila cada paso.Al año, pasan un examen y se les concede el privilegio de residir y trabajar bajo la supervisión de las divisiones citadas y q mensualmente constatan el progreso y en q áreas necesita apoyo.Al terminar el proceso, le buscan trabajo,le dan vivienda, con ADSL,electricidad gratis, transporte gratis,seg.social gratis y empieza a pagar impuestos siempre apoyado por el Estado que vigila su integración. Los niños reciben desde antes de nacer cuidados neonatales, leche,comida. En el cole se les da alimentos de calidad y el Estado cuida q no falten alimentos en el hogar. Eso es SOCIALISMO . SI SE PUEDE EN ESPAÑA, pero NO quieren. La gente quiere pagar poco impuesto porque sabe que el POLITICO SE LO VA a QUEDAR.
Las palabras se quedan vacías cuando no son aplicables, todo es marketing y falsedad. Tiene que corresponder la teoría con la práctica, no se puede llevar toda una vida diferenciando los dos lados, cansa hasta el mismo hartazgo. Que la vida si está compuesta de los dos polos, a veces prevalece uno más que el otro, en otras se entremezclan, existe claridad porque está la oscuridad, la alegría porque está la tristeza.
Pero dejemos las tonterías y al grano, lo importante es » Mirar en serio por los temas importantes de un País, como la educación», unos quitan, otros ponen…pero hieren mientras tanto a los » niños», por poner un ejemplo. Menos palabras y más hechos.
Importante artículo. ¡ Basta ya, por favor, y miremos por los niños !, no entiendo tantas envidias, tantos odios, tantas diferencias, tantas pamplinas y la casa por barrer, la verdad.
No entiendo de medallas, no entiendo de palabrerías, no entiendo de tú mas guapo y yo más fea, no entiendo de los supuestos intelectuales, pero supuestos, no entiendo que todos quieran ser jefes, no entiendo que se engañen las personas a sí mismas, no entiendo de tener tanto dinero y no ser felices consigo mismos, porque no han construido nada para el bienestar de una sociedad, no entiendo a los pueblos…no entiendo…
Solo entiendo que los niños no tienen culpa de las sinrazones de los tonterías de nosotros los adultos. No entiendo, mi razón y mi corazón NO ENTIENDE.
http://www.youtube.com/watch?v=6sVC4uAOXzk
Oir, escuchar y Amar…que canten…
Coincido plenamente con el autor
España no es una democracia. Se resume en esta muy interesante frase:
“No se ha buscado la aportación de los colectivos de profesores, padres, alumnos, empresarios, trabajadores, parados, jubilados, artistas o economistas; como tampoco se ha pedido o se ha tenido en cuenta la opinión de pedagogos, filósofos, historiadores, científicos o cualesquiera otros expertos, generalistas o pensadores”
De todas formas yo creo que la inteligencia es una aptitud que genera unos resultados (lo oportuno a favor de la verdad), no una capacidad. La listeza la vinculo al oportunismo, lo oportuno en favor del beneficio. La verdad y la moral, están ligadas. O en ausencia, la creencia y la moral.
Enrique, básicamente estoy de acuerdo contigo. El primer paso para mejorar el sistema educativo es sacarlo del debate político de partidos.
En un viaje que hice a Boston para visitar a un pariente me llevó de visita a una de las universidades de élite del mundo. Harvard. En una de las puertas de acceso se podía leer “entra para crecer en sabiduría”. En la parte posterior, a la salida, podía leerse “sal para servir mejor a tu país y a tus semejantes”. Ignoro si esos nobles objetivos son los que se alcanzan en esa universidad pero esas dos sencillas leyendas dicen mucho más sobre el objetivo deseable en la educación que cuantas leyes se han promulgado en España.
Crecer en sabiduría requiere esfuerzo, exigencia y disciplina. Servir a la sociedad requiere de sabiduría, generosidad y colaboración. Y todo ello se aprende. No viene escrito en nuestro código genético.
Lo que ya no tengo tan claro es que en debate deban intervenir todos esos actores: profesores, padres, alumnos, empresarios, trabajadores, parados, jubilados, artistas o economistas, pedagogos, filósofos, historiadores, científicos o cualesquiera otros expertos generalistas y pensadores varios. Demasiados intereses particulares. Aunque si se contase con la experiencia de profesores y maestros con años de docencia y reconocida competencia sería un detalle. Algo tendrán que decir.