Regularmente y de forma recurrente, se nos recuerda en los medios de comunicación que España ocupa una posición mediocre en el ranking de las pruebas PISA, estando por debajo de países como Hungría, Estonia o Macao. Acto seguido se añade que potencias como los Estados Unidos, Francia o Alemania tampoco se encuentran en los primeros puestos. Nunca se nos dice que el informe PISA es mucho más complejo que la tabla comparativa que aparece en los periódicos, que se interpreta y se comenta igual que podría hacerse con los resultados del mundial de futbol o del festival de Eurovisión.

Sin cuestionar la credibilidad y los supuestos ideológicos del organismo que elabora el informe (la OCDE) ni los exámenes y cuestionarios que se emplearon para elaborarlo, se dan por buenos los resultados y se acepta que Finlandia, Shanghai y Corea del Sur tienen los mejores sistemas educativos del mundo, ya que son los que obtuvieron las mejores puntuaciones.

También se constata que, a pesar de ser países pequeños, tienen un gran desarrollo industrial y se construye el axioma de que una mejora en los resultados educativos viene necesariamente acompañada de un crecimiento económico. Sobre este discurso los gobernantes y políticos de turno fijan su atención en las políticas y prácticas educativas de los países ganadores, tanto para emularlos como para buscar culpables y justificaciones de las diferencias con ellos.

Se descubre así que un adolescente de Shanghai o de Corea del Sur duerme muy pocas horas al día, ya que emplea la mayor parte de su tiempo en asistir a la escuela, las clases de refuerzo y las actividades extraescolares que la siguen, así como en hacer los deberes asociados con todas ellas. Es decir, dedica su vida a estudiar o, para ser más precisos, a competir con los otros escolares; ya que llegar a una universidad de prestigio es la principal manera de escalar en la jerarquía social, lo que explica que los padres presionen a sus hijos para que logren ese objetivo cueste lo que cueste.

En el otro extremo, la jornada escolar en Finlandia es bastante más reducida, rara vez se hacen exámenes y la escuela se basa en la cooperación, más que en la rivalidad. Prácticamente no hay alumnos que repitan curso; cuando aparece un problema se proporcionan todos los apoyos que se necesiten y se demanda más esfuerzo del estudiante, aunque si todo ello no funciona la promoción es automática. Se podría decir que no hay grandes diferencias entre los estudiantes como tampoco la hay entre las escuelas; todos están en la media, pero la media es alta.

Algo debe fallar, o faltar, en el informe PISA cuando países tan diferentes y con sistemas educativos tan distintos como son Finlandia y Corea del Sur ocupan los primeros puestos de la lista. Salvo que, además de ser grandes fabricantes y vendedores de teléfonos, ambos países tengan más en común de lo que parece.

Tanto en Corea como en Finlandia se tiene un gran respeto a los profesores, no sabría decir si por miedo, por tradición cultural o por reconocimiento de la labor que realizan. Lo cierto es que en los dos países ser maestro o profesor es una profesión de prestigio, que se acompaña con un salario en consecuencia y a la que se accede mediante un riguroso sistema de selección. A esto hay que añadir que los estudiantes son esforzados y cumplen con su trabajo, aunque puede que, en uno u otro caso, se deba a la gran presión social o a la estricta ética luterana. En ambos países, además, se confía en la labor de las escuelas, que gozan de gran autonomía, tanto para organizarse como para innovar, diseñar sus planes de estudio y aplicar su metodología. Estos parecen rasgos deseables, que convendría adoptar.

No obstante, resulta insuficiente relacionar las excelencias académicas de un país con su éxito industrial y olvidar otros factores; por ejemplo, el grado de satisfacción personal o la felicidad de sus habitantes. Y no hay que esforzarse mucho para entender por qué los coreanos no son felices y tienen la tasa más alta de suicidios entre los países de la OCDE (más de 200 escolares en el año 2009, casi un 50% más que en el año anterior). Resulta más difícil explicar lo que sucede en Finlandia, donde con un sistema educativo tan modélico cabría esperar que el país también lo fuera. Sin embargo, la sociedad finlandesa tiene una elevada tasa de alcoholismo, violencia de género y el mayor índice de suicidios adolescentes de los países europeos. A lo que hay que añadir que la tercera fuerza política del país es marcadamente xenófoba. No se puede responsabilizar totalmente al sistema educativo de un país de los males que lo aquejan, pero hay algo que no cuadra.

Después de este discurso, alguien podría concluir que aunque nuestros escolares saquen peores notas que los coreanos o los finlandeses son, en contrapartida, más felices. Sería una conclusión excesivamente simple. Nuestro sistema educativo no es, ni mucho menos, modélico; como tampoco lo es la situación de nuestros niños y jóvenes que, a lo sumo, son menos infelices que los de otros países más industrializados.

No se trata de justificar lo que se tiene porque parece peor aquello de lo que se carece. Se trata de cuestionar lo que muchas instituciones, incluida la OCDE, ya están cuestionando: la validez de unos resultados y de unos indicadores centrados en lo financiero. Y es que, aunque PISA resulta impecable al medir las competencias en lectura, matemáticas y ciencias, no contempla otros aspectos, como la expresión artística, la madurez emocional o las habilidades sociales, mucho más difíciles de cuantificar y sin embargo esenciales para el desarrollo de los seres humanos.

10 comentarios

10 Respuestas a “SAMSUNG Y NOKIA”

  1. Emiliano dice:

    Muy interesante el razonamiento. Me gustan las mentes capaces de tirar del hilo sin miedo a lo que pueda encontrarse al final. En este caso, lo que yo he encontrado es un ovillo.

    Bueno, pues si la tasa de suicidios en jóvenes es un indicador del nivel de felicidad, podemos concluir que un sistema educativo que proporciona primeros puestos en PISA, no proporciona la felicidad. Casi me da risa decirlo.

    Mi sistema de creencias (y mi experiencia) personal me dice que el Conocimiento ayuda a identificar problemas, resolverlos y prevenirlos. Por lo tanto, una sociedad con alto nivel de Conocimiento debería lograr estos propósitos. Y yo creo que esto sí sucede. Tengo amigos islandeses, he viajado varias veces a Noruega, y es cierto que son sociedades con menos problemas y que han aprendido métodos para prevenirlos.

    Pero en efecto, tienen su tasa de alcoholismo, suicidios y maltrato (nosotros también).

    También en mi sistema de creencias (y mi experiencia) personal encuentro la idea de que los problemas de felicidad se fraguan durante la infancia mediante la relación con los padres. Sin embargo, nuevamente sería el Conocimiento (el Conocimiento del Ser Humano) el que permitiría prevenir los daños en la infancia con prácticas de crianza adecuadas.

    Quizá lo que ocurra es que los cambios necesarios para crear el Estado de Bienestar propio de los Países Escandinavos, eran en mayor medida económicos y políticos, mientras que los cambios que habría que realizar para preservar la salud mental de la infancia en el seno de la Familia, serían culturales y antropológicas, mucho más difíciles de llevar a cabo, además de mucho más discutibles.

    Y por otro lado, quizá todas mis disquisiciones sobran, y el problema es exclusivamente fisiológico: que en realidad los escandinavos modernos son más felices, pero unos cuantos sufren una depresión causada por la baja insolación; y que los españoles somos más infelices, sufrimos más depresiones (no reconocidas) pero llegamos menos a menudo al suicidio, salvados por el sol. Un asunto puramente ecológico, sobre el cual el nivel de Conocimiento de la sociedad no tiene la menor influencia. Y menos mal, ¿se imaginan ustedes qué clima reinaría en España si este fuese un mérito de la sociedad…?

    1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

      Posiblemente el problema resida en encontrarle un sentido a la vida, un propósito que vaya más allá de la simple subsistencia, por muy cómoda y confortable que esta sea.
      La concepción que nuestros sistemas educativos tienen, y transmiten, del ser humano es bastante deprimente: un ser fruto del azar y de la evolución, en un planeta minúsculo, en una galaxia perdida, etcétera.
      En cualquier caso, el suicidio es un indicador más y no precisamente el más importante. No se debe simplificar estableciendo una conexión directa entre la bondad de un sistema educativo y el índice de suicidios. La educación es un sistema complejo y, como tal, hay muchas variables ocultas que desconocemos.
      Pienso que muchas de las prácticas del sistema educativo finlandés van por el buen camino y son deseables; pero falta algo. La intención del artículo es poner de manifiesto esa carencia.

  2. Santiago dice:

    No todo el monte es orégano, ni en Finlandia, ni en ninguna parte. Los seres humanos, cuando venimos a este mundo, no somos responsables, de los valores que tienen nuestros padres, ni podemos analizar ni luchar contra las técnicas que se utilizan en diferentes países para transmitir memes de padres a hijos.
    De adulto, si tienes suerte, puede que acabes descubriendo, por qué eres como eres. Tanto si eres español, como si eres finés o coreano.
    Sólo podemos sentirnos afortunados o desafortunados, por haber nacido en un sitio o en otro. No tiene ningún mérito.

    Un saludo.

  3. pepe dice:

    Ya lo dijo Machado:…. para ser feliz hace falta mucha salud y poca cabeza.

  4. FERNANDO dice:

    El informe PISA no trata de medir el grado de felicidad de una sociedad, ni siquiera presupone que una nota alta traiga consigo el que un pais sea mejor ni peor que otro. Esta prueba solo indica que el grado de competencia en esas materias es muy superior en esos paises que en España, todo lo demás es querer sacar unas conclusiones que están fuera de contexto. Por lo que entiendo en el artículo, se puede llegar a la absurda conclusión de que se es más feliz cuantas más matemáticas se sepa. ¡Ah! y puestos a señalar materias que no se tratan en el PISA, como «la expresión artítica, la madurez emocional…», podíamos incluir el deporte, también esencial para el desarrollo como ser humano, y en esa materia sí que estamos los primeros. Por favor, no busquemos tres pies al gato: en las materias que mide el informe PISA no les llegamos ni a la altura del betún, aunque eso sí, somos MUY FELICES.

    1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

      La intención del artículo no es restarle valor al informe PISA, sino objetar el mal uso que se hace de él, en beneficio de los propios intereses.
      En tu comentario afirmas «Por lo que entiendo en el artículo, se puede llegar a la absurda conclusión de que se es más feliz cuantas más matemáticas se sepa.» ¿Has querido decir, «… cuantas menos matemáticas se sepa»? En cualquiera de las dos alternativas, en el artículo se deja bien claro que:

      «Después de este discurso, alguien podría concluir que aunque nuestros escolares saquen peores notas que los coreanos o los finlandeses son, en contrapartida, más felices. Sería una conclusión excesivamente simple. Nuestro sistema educativo no es, ni mucho menos, modélico; como tampoco lo es la situación de nuestros niños y jóvenes que, a lo sumo, son menos infelices que los de otros países más industrializados».

      Si tienes la amabilidad de releer el artículo con detenimiento, comprobarás que no estoy pretendiendo defender lo que tenemos sino aportar un discurso diferente del que ahora se maneja: excelencia, rendición de cuentas, productividad, etcétera. Una buena educación va mucho más allá del dominio de ciertas competencias instrumentales.

  5. POPO dice:

    Porque dices «Se trata de cuestionar lo que muchas instituciones, incluida la OCDE, ya están cuestionando: la validez de unos resultados y de unos indicadores centrados en lo financiero». El informe PISA no se centra en lo financiero precisamente. Creo que esa afirmacion no tiene sentido en este texto.

    1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

      Quizás no me he expresado bien al escribir «indicadores centrados en lo financiero» y debería haber escrito «indicadores cuya principal referencia es el crecimiento económico»
      El informe PISA no es un informe centrado en lo financiero pero tiene un sesgo en su elaboración, al considerar básicas ciertas competencias y excluir otras que también lo son. Por ejemplo, al elegir la competencia científica y excluir la artística, que no tiene una aplicación práctica inmediata, ni parece necesaria para alcanzar los principales objetivos de la OCDE que son, según dice la Wikipedia:

      – Contribuir a una sana expansión económica en los países miembros, así como no miembros, en vías de desarrollo económico.
      – Favorecer la expansión del comercio mundial sobre una base multilateral y no discriminatoria conforme a las obligaciones internacionales.
      – Realizar la mayor expansión posible de la economía y el empleo y un progreso en el nivel de vida dentro de los países miembros, manteniendo la estabilidad financiera y contribuyendo así al desarrollo de la economía mundial.

  6. Jorge dice:

    Alguien podría decirme que son las Bases de Cooperación en el Informe Pisa.
    Cuales son esas bases de las que se habla tanto?
    Gracias.

  7. Jorge dice:

    Alguien podría decirme cuales son las bases de cooperación en los Informes Pisa?
    Gracias

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