Hay múltiples ocupaciones, como la de mozo de almacén, manipulador de alimentos, dependiente o barrendero, que se aprenden o podrían aprenderse fuera de las instituciones escolares. Otros empleos, como el de jardinero, fontanero, sastre o albañil, precisan de más cualificación; aunque cuando esta formación se proporciona en las escuelas no deja de ser algo artificiosa. No hace tanto que la mayoría de los oficios se aprendían sobre la marcha, empezando como aprendiz tutelado por alguien que ya los dominaba. Ahora que todo se pretende institucionalizar esto no es posible.

En su papel de expendedor de títulos, el Estado ha puesto en funcionamiento un sistema que todos conocemos como Formación Profesional, que presuntamente mejora la anterior manera de aprender, aquella en la que cada maestro se hacía responsable de la formación de sus aprendices en el más amplio sentido; es decir, no limitándose a lo estrictamente técnico sino también educándolos. Y puede que la formación reglada, diseñada y homologada por el Estado, sea más adecuada para aprender algunas profesiones, especialmente si requieren del uso de tecnologías avanzadas y ciertos conocimientos teóricos; pero tal vez la mejora no sea tanta en otros oficios, más cercanos a lo artesanal y familiar que a la fabricación industrial y la producción en masa.

Allá por 1970, la Ley General de Educación convirtió la FP1 en la opción forzosa, al menos hasta cumplir los 16 años, para aquellos que no habían superado con éxito la EGB. Y aunque algunos alumnos concluían reglamentariamente los estudios básicos y optaban por los estudios profesionales, muchos otros los iniciaban partiendo de una situación de fracaso, lo que contribuía muy poco a mejorar la imagen social que se tenía de la FP y además se reflejaba en los resultados.

Más de la mitad de los alumnos matriculados en FP1 no terminaba este ciclo. Y gran parte de este abandono se debía a que los alumnos volvían a encontrarse con muchos de los problemas que habían tenido en las enseñanzas obligatorias y no habían conseguido resolver. Es decir, aunque se incorporaba un importante componente práctico, se mantenían en los planes de estudio, sin cambiar la orientación ni la metodología, muchas de las materias que les hicieron fracasar. Así, el aprendiz de tornero seguía teniendo las mismas dificultades y el mismo interés para encontrar el complemento directo de una oración o averiguar el punto en que se cruzaban dos trenes que habían partido a la vez, con distintas velocidades, desde Madrid y Barcelona.

Esta es una de las situaciones que se pretendió remediar con la LOGSE, eliminando la FP1 y ampliando en dos años los estudios comunes para todos los alumnos, además de contemplar otras medidas encaminadas a reducir el fracaso escolar. Entre ellas, la revisión de los currículos de las materias tradicionales y la posibilidad de adaptarlos para atender a las distintas necesidades educativas.

A pesar de ello, año tras año, sigue habiendo un elevado número de alumnos que, ya cumplidos los 15 o 16 años, debido a su historial académico, a su actitud y a sus aptitudes, no va a conseguir los objetivos mínimos de la Educación Secundaria Obligatoria y, por tanto, no va a titular. Al menos no va a hacerlo inmediatamente, siguiendo los cauces habituales y en los tiempos establecidos. Es un problema que se mantiene, pertinaz, una ley de educación tras otra.

Para atender a este colectivo se han empleado distintas fórmulas, como los programas de Garantía Social de la LOGSE, los actuales Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) de la LOE o la futura Formación Profesional Básica que se pretende implantar con la LOMCE. Con distintos nombres, la idea es la misma: retener a estos alumnos en la escuela con la intención de que obtengan alguna cualificación o formación profesional mínima que les facilite la entrada en el mundo laboral y, si es posible, proporcionarles una base que les permita seguir estudiando en un futuro más o menos cercano.

Es el último recurso que se emplea; una vez que han fallado las repeticiones de curso, los apoyos individuales, la adecuación de los programas y otras actuaciones compensatorias o correctoras. Y, sorprendentemente, es un recurso que funciona. Lo cierto es que estos programas de garantía social, cualificación profesional inicial, formación profesional básica, o como quieran llamarse, consiguen recuperar a muchos alumnos, que inician los estudios profesionales de grado medio e incluso consiguen el título de la ESO.

¿Cómo lo hacen? ¿Qué tienen de particular para tener éxito donde las fórmulas académicas han fracasado?

Para empezar, las enseñanzas que se imparten son mucho más concretas y pueden agruparse en dos grandes bloques, uno más académico y el otro más práctico, el primero orientado a aumentar la formación básica de los alumnos y el segundo encaminado a enseñar un oficio, además de proporcionar unas nociones generales sobre el mundo laboral e incluir un periodo de formación en centros de trabajo. Aunque para ser precisos, por aprender un oficio se entiende el “haber adquirido las competencias profesionales propias de una cualificación de nivel 1 de la estructura actual del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales.”

En segundo lugar los grupos son más reducidos y se componen de 15 a 20 alumnos que son atendidos por dos profesores que les dedican muchas horas, bastantes más de las que les corresponderían si se limitasen a impartir una asignatura. Uno de estos profesores suele ocuparse de los módulos más académicos mientras que el otro es el responsable de la formación práctica, el que les enseña el oficio.

Pero lo fundamental es cómo son recibidos estos alumnos. A partir del hecho de que alguien les mira bien, confía en ellos y no les juzga por su historial anterior, resulta que, después de años fracasando, empiezan a tener éxito, a recibir una respuesta positiva a lo que hacen. Hay que señalar también que, debido a la edad de los alumnos, la incorporación a estos programas suele ser voluntaria, no obligada; con lo cual el compromiso que llegan a adquirir con sus profesores y su aprendizaje parte de una elección personal que puede ser revocada.

Claro está que no todo es idílico, que la fórmula no funciona para todos los alumnos y que unos centros lo hacen mejor que otros. Aunque lo habitual es encontrar chavales bastante centrados en lo que están haciendo y profesores muy comprometidos con ellos (al menos en los institutos y colegios que he visitado). Sin embargo, a pesar de los resultados conseguidos, no hay suficientes plazas para todos los alumnos que lo demandan, y las que se ofrecen no siempre coinciden con los deseos de los interesados. La oferta de estos estudios es voluntaria por parte de los centros y no todos ellos están dispuestos a asumir las complicaciones adicionales que esto supone.

Hay que señalar que, para que estas medidas tengan todavía más éxito, son importantes las facilidades que ofrezcan para reengancharse en el sistema educativo; es decir, que los estudios realizados no solo les permitan insertarse en el mercado laboral sino que también les permitan continuar estudiando por las vías oficiales. Y en esto sí hay diferencias entre las sucesivas leyes educativas, unas lo facilitan más y otras lo facilitan menos. Por ejemplo, los actuales PCPI ofrecen la posibilidad de obtener el título de la ESO cursando unos módulos voluntarios, una vez superados los módulos obligatorios, mientras que la Formación Profesional Básica que se implantará con la LOMCE no contempla esta opción.

Leyendo entre líneas, y no tan entre líneas, la totalidad de una ley educativa, se puede deducir la valoración que otorga el legislador a aquellos que han quedado detenidos en las etapas más bajas de la escala académica, también se puede intuir la preocupación que tiene por ellos. Si la atención que se les proporciona es rigurosa y con ánimo de encontrar soluciones y ofrecer recursos para que el aprendizaje no se detenga o si es meramente asistencial.

Y se plantea además una pregunta: si esto funciona con los alumnos más difíciles, con aquellos de los que casi nadie espera nada, cabe preguntarse qué resultados se obtendrían si algunas de estas prácticas y estrategias se aplicaran a todos los estudiantes, tanto de primaria como de secundaria obligatoria, y no solo a los marginados. Si los resultados mejoran cuando las asignaturas se agrupan en ámbitos más globales, se reduce el número de profesores responsables de cada grupo de alumnos, se aumenta el número de horas que cada uno de estos profesores les dedican, se adapta el currículo a las demandas y posibilidades que estos alumnos tienen y se dota de más sentido, de más concreción, a lo que se está aprendiendo, ¿por qué no es este el proceder habitual?

34 comentarios

34 Respuestas a “SI NO VALE PARA ESTUDIAR, QUE APRENDA UN OFICIO”

  1. Teresa Cabarrush dice:

    Muy interesante el artículo, me quedo con su último párrafo, y con su pregunta final, debería hacerse con los demás alumnos, incentivar, entusiasmar…y veran como responden los chicos…sistema de enseñanza que es un muermo en todos los niveles, primaria, secundaria, universitaria, todo muy aburrido.

  2. Teresa Cabarrush dice:

    Me olvidaba, el título del artículo dice mucho, no creo que haya chicos que no sirvan para estudiar, sino que el sistema de enseñanza español es superaburrido…tampoco pasa nada por aprender un oficio, muy digno que es, yo veo muy importante la formación profesional, no la veo como algo secundario, siempre se ha creido en este País que los chicos torpes acababan en FP…eso es una mentira, simplemente hay chicos que les gusta más las practicas unida a la teoría, se encuentran en su elemento, como suele decirse.

    1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

      El título del artículo está puesto con toda la intención. Era un dicho bastante habitual cuando la escolarización empezó a ser universal y obligatoria. Lo solían emplear aquellas personas que habían ido poco, o nada, a la escuela. Con ello manifestaban su complejo o inferioridad por no haber tenido suficiente escuela y de paso reforzaban la prioridad de lo intelectual sobre lo manual. Claro está que en aquellos tiempos lo manual era muy duro y propio de obreros y campesinos; mientras que las clases más acomodadas eran gente de estudios, gente que tenía éxito en la escuela. ¿Cómo no lo iba a tener si la escuela estaba diseñada a su medida?
      Todo este tema se refleja muy bien en el libro Carta a una maestra, escrito por los alumnos de la Escuela de Barbiana, de Lorenzo Milani. Un modelo a seguir.

      1. Teresa Cabarrush dice:

        Gracias por su recomendación literaria Señor Sánchez, lo apuntaré a mi lista de libros, debe de estar interesante, así que cuanto más leamos más puntos de referencias tendremos.

  3. Micaela Casero dice:

    ¡Hola, Enrique!

    Tengo una pregunta, ¿cómo definirías a «un chapuzas»?

    ¡Saludos!

    1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

      Hola Micaela,
      No tengo muy claro por qué me haces esa pregunta, ni qué es lo que quieres saber. Así que te respondo lo que me parece:

      Un chapuzas es el que hace chapuzas y una chapuza es algo que se hace para solucionar un problema empleando técnicas o materiales que no son los más adecuados, según los cánones.
      Normalmente las chapuzas crean más problemas que los que solucionan. Sin embargo, hay chapuzas inteligentes, bien hechas, que funcionan y que duran indefinidamente. Según los criterios ortodoxos, MacGyver sería un chapuzas; pero otros dirían que es muy ingenioso.
      Conseguir que algo funcione con los medios que tenemos a nuestro alcance, o con el poco presupuesto que tenemos, puede ser una chapuza o un diseño muy inteligente.

      Un abrazo

  4. Alicia Bermúdez dice:

    Como siempre interesante y estupendamente escrito el artículo de Enrique, sin estar yo pretendiendo establecer comparaciones con los artículos de todos los demás salvo en que, o porque — pero eso es cuestión puramente mía — me identifico más con los temas que se encuadran en eso que creo que se llama Humanidades, aunque no estoy muy enterada de la forma en que se dividen las distintas disciplinas y saberes y sí estoy enterada de que Enrique es, como se suele decir en términos llanos, de Ciencias.
    El caso es que Ciencias o Letras, pero formación académica. Con formación académica se puede y se sabe hablar y escribir de prácticamente todo; se pueden escribir artículos de contenidos tan variados como los que se publican en este blog y, en todos ellos, se percibe que quienes los escribís tenéis en vuestra alma, en algún lugar de vuestro ser, la capacidad de reflejar (aunque no lo tratéis directamente) todo un compendio de conocimientos en los que de forma natural se imbrican conceptos e ideas pertenecientes a diversas ramas.
    ¿Pero cuántas páginas bien escritas hemos encontrado nunca nadie, no ya en este blog sino en cualquier otra parte, por alguien cuya formación no sea académica?
    Eso es algo que de toda la vida me ha desesperado y hecho que me quiebre los cascos preguntándome por qué; por qué prácticamente nadie cuya ocupación esté siendo un oficio adquiere al mismo tiempo la formación que le permita saber hablar y escribir y expresarse y apreciar el valor de cualquier tipo de manifestación que vaya más allá de la inmediatez de lo cotidiano y, me atrevería a alargarme, más allá de la propia subsistencia.
    ¿Por qué es así?
    ¿Depende de los entornos, o de los gobiernos, o de los regímenes, o de los sistemas educativos, del estrato social al que se pertenece?
    Yo creo que no, aunque sí quizás un poco del estrato social al que se pertenece, sin dejar de reconocer que hay y ha habido excepciones a lo largo de la historia.
    Pero pienso que hay algo más, algo que está arraigado en la esencia del “cada uno” y que eso es muy difícil de modificar, y que hay personas que no se han planteado jamás el cuestionarse el porqué ni el para qué de la vida ni del existir, y que se decantan por el trabajo manual no ya ni siquiera como opción sino como mal menor con el que hay que transigir para ganarse los garbanzos.
    Y es que hay gentes, admitámoslo, a quienes sólo importa llenar la barriga. Y nada más.
    Nota: No tengo formación académica y mi vida personal ha trascurrido en un medio en el que la mayoría de los que me rodeaban tampoco la tenían, y mi vida laboral ha sido más próxima a lo manual que a lo intelectual. Es por eso quizá que me permito opinar en términos un poquito… En fin.

    1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

      Si tienes la oportunidad, el tiempo, la inquietud o las ganas de leerlo, en el libro Carta a una maestra, que he citado antes en otro comentario, puedes encontrar muchas claves sobre las reflexiones y preguntas que planteas.
      Copio el principio:

      Primera parte
      La escuela obligatoria no puede hacer repetidores

      Querida señora:
      Usted ni siquiera se acordará de mi nombre. ¡Se ha cargado a
      tantos!
      Yo, en cambio, he pensado muchas veces en usted, en sus
      compañeros, en esa institución que llamáis escuela, en los chicos
      que «rechazáis».
      Nos echáis al campo y a las fábricas y nos olvidáis.

      1. Alicia Bermúdez dice:

        La encontré, “carta a una maestra” en internet; primero una vista previa en la que no salían las páginas centrales, pero luego un pdf entero.
        No me ha gustado. Me ha gustado leerla pero no me ha gustado.
        Está mal escrita, gramaticalmente mal escrita, frases cortas y tajantes, como cortadas con hacha, sin la menor concesión a lo que pudiera ser la búsqueda de un algo de “el arte de escribir” al que aluden en las páginas 102 y 103; pero no es de extrañar habida cuenta del rechazo o desprecio que manifiestan por las palabras “sobrantes”.
        ¿Qué palabras son sobrantes?
        Sin palabras “sobrantes” El Quijote habría cabido en un folio, pero no sería el quijote.
        Vamos, que literariamente tampoco…
        Se percibe resentimiento a lo largo de todo el escrito, un echar la culpa de todas las frustraciones y carencias al empedrado. Reprochando a la maestra, al sistema, a los “ricos” el “no quitarnos los obstáculos” ¿No es más deseable — me pregunto — aprender que el obstáculo existe y cómo sortearlo?
        Algunas aseveraciones que me han parecido especialmente chirriantes las he seleccionado a base de corta y pega:
        “Entonces es más honesto decir que todos los chicos nacen iguales y si luego ya no lo son, la culpa es nuestra y debemos poner remedio”.

        “El otro obstáculo que no quitáis, son las modas”.

        «Pasar curso a quien no lo merece es una injusticia contra los mejores», nos dijo otra almita delicada”.

        “En África, en Asia, en América latina, en el Sur de Italia, en la montaña, en los campos, hasta en las grandes ciudades, millones de chicos aguardan a que se les haga iguales”.

        “No podéis seguir atrincherados en la teoría racista de las cualidades”.
        “Todos los chicos son aptos para hacer octavo y todos son aptos para todas las materias”.

        “Las únicas organizaciones de clase son los sindicatos. Así que la doblescuela les corresponde a ellos”.

        “Estudiemos un poco lo que ha pasado. O nosotros o vosotros. Alguno está fuera de tiesto”.

        “¿Estáis seguros de que para ser un buen maestro es indispensable el latín?”.

        “El Libre Desarrollo de la personalidad es vuestro credo supremo”.

        “La segunda materia equivocada son las matemáticas. Para enseñarlas en primera etapa de EGB basta saber las de primera etapa de EGB. El que haya hecho hasta octavo ya tiene tres años de más. Así que en el programa de magisterio hasta se pueden suprimir”.

        “La teoría del genio es un invento burgués. Nace del racismo y la pereza mezclados a medias”.

        “El arte de escribir se enseña como cualquiera de las demás artes”.

        “Un chico con opiniones personales sobre cosas mayores que él es un imbécil. No se le debe apoyar. A la escuela se va a escuchar lo que dice el maestro”.

        “De esa manera hemos comprendido lo que es el arte. Es querer el mal de alguien o de algo”.

        Algunas de estas frases me dejan tan perpleja que me cuestiono si es que están dichas con sarcasmo, queriendo significar lo contrario de lo que se dice, o es que no sé interpretar condicionada (tal vez) por algún tipo de prejuicio.
        Mucho de lo escrito va en contra de la práctica de no pasarlos de curso si no están preparados; estarían contentos con lo que se hace actualmente, pasar no importa cómo,
        ¿Qué es más acertado, aquello o esto?
        Si lo suspendes la criatura se frustra y lo desarraigas de sus hábitos, de sus amigos y de su entorno ¿Les hace más favor la forma en que se está haciendo actualmente?
        Y luego, en mitad de toda esta estupefacción que me traigo me asalta la incógnita, que no sé desentrañar, de ¿cuál es el “mensaje subliminal” (tómese no al pie de la letra) que me estaba enviando Enrique al sugerirme esta lectura?
        Porque no sé si me estabas invitando a modificar mis criterios, o a reforzarlos, o hallar un punto de equilibrio en el que nada es absoluto y sí, también he encontrado cosas con las que estar de acuerdo; pero, en líneas generales, más bien me afianzo en mi postura. Y quizás lo lamento, pero necesito argumentos sólidos y en este libro he encontrado muy pocos.
        De cualquier modo aceptaré con gusto si te parece procedente hacerme algún tipo de observación (o muchas) que matice apreciaciones mías en exceso subjetivas.
        Me temo que me he extendido demasiado y pido perdón por ello. Aunque también considero, a decir verdad, que qué mal hay en extenderse mucho. Un texto demasiado largo o que no apetece se salta y… ya está. Internet es una especie de cinta sin fin donde nunca faltará papel.

        1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

          Vayamos por partes, porque tu comentario es muy largo y aborda muchos temas:
          Totalmente de acuerdo contigo en que, literariamente hablando, el libro es un desastre. Entre otras cosas porque está escrito entre varios alumnos y no precisamente los más brillantes. Habría, además, que leer el original en italiano para valorar si la traducción es, o no, una chapuza. Pero en el caso de este libro la literatura importa menos que la sensación y el mensaje que pretende transmitir, y eso lo consigue.

          El libro fue un revulsivo en una época revuelta en la que se ansiaba una revolución. Se publicó en 1967, en plena época hippie, un año antes del Mayo francés del 68. Hay que situar el libro en su contexto: la guerra de Vietnam, el triunfo de la revolución cubana, la sociedad de consumo y sus crisis periódicas, etcétera. Se estaba cuestionando el modelo en su totalidad y la escuela en partícular; en concreto aquella que siempre favorecía a las clases más privilegiadas, o que perjudicaba a las más humildes, como era el caso de los alumnos de Barbiana.
          Se puede encontrar por Internet un documental en el que se explica cómo era dicha escuela y cuál era el empeño de su fundador, el sacerdote Lorenzo Milani. Basta con escribir Barbiana en el buscador de YouTube.

          La situación de desigualdad que denuncia el libro y el papel segregador de la escuela era cierto en ese momento. Hoy no lo es tanto y es posible que, entendiendo mal en qué consiste la equidad, ahora se haya caído en el extremo opuesto y no se les está haciendo ningún favor a los alumnos mintiéndolos acerca de su situación. Se ha intentando implantar una escuela que no sea exclusiva pero se ha hecho mal (ya he hablado de ello en algún artículo). Ni la equidad se alcanza igualando a todos a la baja, ni el conocimiento se puede socializar; no es algo que pueda tributarse y repartirse como los impuestos. No obstante, sí se puede hacer todo lo posible para facilitar que el que quiera acceder a él pueda hacerlo. Y hay está la clave: en querer.

          Te cito textualmente:
          … por qué prácticamente nadie cuya ocupación esté siendo un oficio adquiere al mismo tiempo la formación que le permita saber hablar y escribir y expresarse y apreciar el valor de cualquier tipo de manifestación que vaya más allá de la inmediatez de lo cotidiano y, me atrevería a alargarme, más allá de la propia subsistencia. ¿Por qué es así? ¿Depende de los entornos, o de los gobiernos, o de los regímenes, o de los sistemas educativos, del estrato social al que se pertenece?

          Depende de todos los factores que has citado; pero también depende de la intención, necesidad o voluntad personal. Y esa intención, necesidad, voluntad o inquietud de aprender, de cultivarse, ¿de qué depende?. Es un misterio. Pero hay que disponer las cosas para que, cuando aparezca, si es que aparece, pueda desarrollarse. Es más, en ciertas circunstancias se produce mejor que en otras; hay lugares, personas, momentos y situaciones que lo facilitan más y otros que lo facilitan menos.
          En cuanto a las frases que te han llamado la atención, algunas de ellas extraídas sin más del resto del texto, fuera de contexto, pueden ser chirriantes o sorprendentes. Unas de ellas son sarcasmos, otras están dichas con rabia o pueden resultar excesivamente radicales o simplistas. Ten en cuenta que el libro lo han escrito jovencitos y que lo importante es la esencia.

          Respecto al mensaje subliminal. No hay ninguno, ni tampoco la intención de convencerte sobre algo para lo que yo tampoco tengo respuesta; tengo más datos y le he dedicado más tiempo, pero nada más.

          1. Alicia Bermúdez dice:

            Sabía que no estaba tratándose de que pretendieras convencerme de nada, por eso el «mensaje subliminal» iba entrecomillado.
            Me gusta y te agradezco que me hayas contestado.
            También me doy cuenta de que las frases, como yo las he cogido, quedan bastante fuera de contexto; pero sí tuve cuidado de que cada una fuera completa, de punto y seguido a punto y seguido, sin quitar ni poner nada entre medias. También es cierto que las inflexiones en la voz, la cadencia y el tono, dan mucha pista de cómo las cosas están dichas; y eso es difícil de plasmar (y de percibir) en un escrito.
            Gracias de nuevo. Buscaré el documental.

  5. Teresa Cabarrush dice:

    Pues tu opinión ha sido muy buena, Alicia, no dejes de comentar.

  6. Alicia Bermúdez dice:

    Gracias, Enrique, y te aseguro que voy a procurar leerlo, que querer quiero y ganas tengo —pero tengo también la manía (cosas mías) de no adquirir nada no perecedero y de poseer sólo lo imprescindible— así que tendré también que ver si lo encuentro en alguna biblioteca para poder una vez leído devolverlo.
    Y gracias también a Teresa.
    Temí en un principio que alguien se me tirase al cuello.
    Sé que lo escrito en mi comentario no es exactamente lo que pueda llamarse políticamente correcto (expresión que me es bastante antipática), pero sí basado en mi propia experiencia. Por eso he pensado que podía permitírmelo atendiendo, quizás, al criterio de que… no sé cómo explicarlo, algo así como que si alguien con la formación que yo no tengo hubiese escrito lo mismo habría resultado cruel o una grosería.

  7. Micaela Casero dice:

    A Enrique.

    Gracias por tu respuesta.

    La pregunta surge fruto de una cuestión personal y por los dos últimos artículos que has escrito sobre los oficios y el intento (sin adjetivos) de «organizarlos» por parte del gobierno actual y los pasados.

    Soy una persona torpe, tengo «dos manos izquierdas», admiré siempre la relación que otros tenían con el mundo físico, su capacidad de transformar un simple trozo de madera en algo útil, de aplicar la teoría física en un frigorífico, de comprender la textura de un paño y convertirlo en un diseño divertido y con nombre, por ejemplo, una falda.

    Lo veía, y lo percibo todavía, como un acto mágico .
    Contemplar las manos de un artesano, sin título o con él, me ha provocado siempre una fascinación que va pareja a un profundo respeto.

    Y, no idealizo.

    Cuando mi abuela tejía y convertía el ovillo informe en un mundo de mandalas de colores, la miraba las manos, buscando el truco de su arte, y cuando ya cansada de explicarme que allí no había trampa que valga y miraba desolada el fruto de mis dos horas de trabajo con los mismos materiales, cansada, me decía: «anda léeme un rato esas historias de gallinas que tanto me gustan». Nunca había aprendido a leer, pero yo sí. Entonces, era ella la que miraba, buscando mi secreto en el movimiento de los labios que convertían en palabras los signos jeroglíficos de aquel cuento para niños.

    Y, conozco otras historias, de personas sabias, de manos sabias y ligeras, que transformaban el mundo físico y lo conformaban según reglas misteriosas que ni ellos conocían, ni sabían formular, cuya sabiduría provenía de las enseñanzas de otros que no tenían títulos, ni habían ejercido en teorías.

    Y, aquí, me pregunto, ¿cuándo empezó mi incapacidad manual, dónde castraron mi relación con el mundo físico, en qué momento me amputaron esa «inteligencia práctica», que sólo reconozco cuando abro el frigorífico y convierto elementos dispares, como un pimiento, una cebolla y unos tomates, en una sabrosa y alquímica salsa de tomate?

    Creo, como tú, que los chapuzas, tienen una definición precisa en nuestro mundo cotidiano, pues yo soy una chapuza diplomada, porque hay una parte de mí, que nunca recuperaré, que me robaron, en algún momento de mi infancia, en algún colegio, que privilegió la parte teórica a la práctica, por considerar esta última superflua para eso que llamamos el subsistir cotidiano.

    Y, este es un error común de la actual gestión educativa, ver al ser humano en partes y no como una globalidad, donde es posible potenciar cada una de las capacidades que intrínsecamente poseemos, dejando la decisión de a qué dedicar nuestras tendencias naturales e individuales, a un proceso paralelo. Decido, una vez que conozco mis potencialidades, mis intereses y donde me encuentro más en paz conmigo mismo.

    Por último, quiero afirmar que conozco algunos chapuzas que son premios Nóbel anónimos e imprescindibles. Y, otros que trabajan actualmente disfrazados de hombres sabios y son muy peligrosos.

  8. Teresa Cabarrush dice:

    Magnífico Señora Micaela, es precioso su comentario.

    En cuanto a la Señora Alicia, no deje nunca de comentar lo que crea, porque este blog es respetuoso, y no creo que nadie se le tire al cuello, cuestión distinta es que haya diferencias de opiniones o mal entendidos. Pero, puesto a que ocurriera lo de la mano al cuello por una opinión, con contestar educadamente a la persona, sobra y basta, usted demostraría que es educada, y si nos equivocamos en nuestro parecer o nos perdemos un poquito al explicar las cosas, tampoco pasa nada, nada de nada…¿ Qué va ha ocurrir Alicia ?…nada, su comentario anterior estuvo muy bien.

    Saludos.

    1. Juan dice:

      Sra Cabarrush:

      Los lectores habituales de este blog ya sabemos sus características y lo respetuoso, lo humilde y lo poco elitista que es.Esa es una de las razones por las que lo visitamos.

      Otra de ellas es por sus comentarios (los del blog), que suelen ser elaborados y aportan informaciones, reflexiones o puntos de vista interesantes, novedosos o polémicos, que enriquecen o complementan el tema en cuestión.

    2. Alicia Karl dice:

      Estimada Teresa, lo que quizá están queriendo decirle es que si usted se limita a decir que le gustan mucho los comentarios de otros sin aportar nada más, nos puede ahorrar su propio comentario.

      1. Teresa Cabarrush dice:

        Estimada Señora Alicia karl. Lo más importante es el contenido de los comentarios, pero para mí ,también tiene importancia decir a un autor o comentarista si su artículo me ha gustado o lo veo impresionante, aunque yo pueda o no aportar nada.

        De todas maneras, según su propio criterio, yo podría ahorrarme mi comentario, perdone Usted, a mí no se me ocurre decirle eso a nadie, aunque lea un comentario insignificante o sin interés, por respeto y educación, ni lo digo, no es mi forma de proceder, en esa circunstancia, habría hecho lo que Usted me propone, AHORRARME EL COMENTARIO, porque racionalmente, si leo algo y no me interesa, CON PASAR DEL COMENTARIO TODO SOLUCIONADO.

        Yo sigo creyendo, que cada uno puede comentar con respeto lo que quiera, sea o nó interesante, porque sus propios comentarios pueden interesar a algunos participantes, y a otros nó.

        Saludos Cordiales.

        1. Alicia Karl dice:

          Le respondo por última vez. Para usted tendrá importancia decir lo que siente, pero yo estoy bastante ocupada y tengo muy poco tiempo para leer, y francamente me da igual cómo se siente usted ante un post. Si no tiene nada que aportar a veces, como reconoce, haga como todos los demás, guárseselo para sí y no escriba nada. Así nos facilita la lectura a los demás. Yo comento poquísimas veces y cuando lo hago intento dar algo nuevo.

          1. Teresa Cabarrush dice:

            Perdone y con todos los respetos, pero Usted no es nadie para decir a una persona lo que debe o nó hacer,hasta ahí podríamos llegar. Además Usted misma dice que comenta poquísimas veces, ¿ y tan pocas ?, pues he estado ojeando los comentarios hasta Noviembre del pasado año, y no he visto ni un solo comentario suyo…ni uno, ni una sola pregunta, así que… queda clara la cosa.

            Permítame que le diga, seguiré comentando, preguntando, y felicitando cuando quiera y a quien quiera, ya sabe Usted, tiene mi permiso, para cuando vea mi nombre, pasar de mi comentario, no hay problem.

            Disculpe que le diga, las personalidades se demuestran a través de los blogs. Con esto dejo zanjado el asunto, al igual que Usted dice, mire por donde, en eso estamos de acuerdo, porque llegado un momento, no vale la pena seguir conversando.

            Saludos Cordiales.

  9. Teresa Cabarrush dice:

    Señor Juan, Muy amable de su parte en recordarme la respetuosidad y hospitalidad de este blog, agradecida quedo. El respeto existe y debería existir siempre, aunque no excluye la posibilidad de que un participante pueda ofender a otro en sus opiniones. De todas maneras, siempre esta la buena labor de los moderadorse para que no pueda ocurrir.

    Y si importante es la amabilidad y el respeto, también lo es el contenido de los artículos y comentarios de los participantes que tanto nos ilustra.

    Creo que lo dije en un anterior comentario mio, que me guste mucho este blog.

    Saludos Cordiales

  10. Interesante, de nuevo, la reflexión que planteas, Enrique. Sin duda este es el punto donde se estrellan todas las reformas, como se viene demostrando en los últimos 40 años. Aunque seguramente el problema es más complejo que una reforma y hay que remontarse aún más lejos. Cómo tú planteas, hay un exceso de institucionalización en la Formación Profesional. Pero en mi opinión, hay un exceso de institucionalización en la educación en general, y especialmente en la obligatoria. Creo que uno de los problemas graves que sufre el sistema educativo, que conduce a esta doble vía segregadora y jerarquizada, de FP y Bachillerato, es el de ligar este periodo obligatorio a una orientación académica y/o profesional. La etapa obligatoria no debería suponer en ningún caso repetición, tal como tú mismo planteas. Pero por otro lado, una enseñanza obligatoria debería suponer una marco de posibilidades colectivas e individuales de conocer el mundo, sin constreñimientos curriculares y mucho menos evaluadores, que conduzcan a dar un valor de éxito o fracaso, a algo que no debería de ser sino una experiencia de vida y de aprendizaje. Ahí está, a mi modo de ver, el problema esencial de la enseñanza obligatoria, y que ningún gobierno ha sido capaz de comprender. Sólo movimientos alternativos, como la escuela nueva, o la referencia que haces de Milani, escuelas alternativas, etc. están poniendo sobre el tapete formas distintas de entender la educación. Pero los gobiernos tienen que controlar. Parece que es la única manera en que saben gobernar. Y la institucionalización e hiper-regulación del sistema educación es su forma de hacerlo.

    1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

      Además de hacer posible la equidad, la única razón que podría justificar la intervención del Estado en el sistema educativo sería la homologación de las titulaciones, el garantizar que el que afirma que es médico, mecánico o conductor de tren posee realmente las habilidades que se le suponen. Aunque se podrían buscar otras fórmulas y de hecho se están buscando en ese proceso incierto que llamamos la construcción de la Unión Europea.
      Por otro lado, una cosa es homologar el resultado de un proceso y otra cosa imponer la forma de llevarlo a cabo. No hay una única manera de aprender e, inversamente, aprendiendo todos de la misma manera no se consiguen los mismos resultados.
      Además hay múltiples oficios que no precisan de ninguna homologación. Se demuestran ejerciéndolos, oficiándolos, mostrándolos, no profesándolos.
      Gracias por tu comentario

      1. Especialmente, cuando hablamos de enseñanza obligatoria, las credenciales no debieran de importar, y lo que habría que establecer otros modos de acceder a los diferentes estudios que no condicionen un modo de hacer único y homogéneo en esta primera etapa. Coincido con tu planteamiento, sin duda

  11. admin dice:

    Recuerdo los criterios de moderación del blog. En particular el tercer criterio:

    1. No se aceptarán comentarios que contengan descalificaciones racistas, sexistas, insultos, acusaciones de mala fe y semejantes.
    2. La longitud máxima de los comentarios es de 350 palabras, salvo en casos justificados en los que las circunstancias o la excepcional calidad de su contenido aconseje publicar comentarios más extensos.
    3. No se aceptarán comentarios que se desvíen demasiado del tema tratado en el artículo.
    4. Del contenido de cada comentario solo es responsable su autor.

  12. Teresa Cabarrush dice:

    Gracias Señor Administrador por el recordatorio, tiene Usted toda la razón. No hay que desviarse del tema.

    Hay un libro que leí hace tiempo, bastante interesante sobre la enseñanza es de Javier Orrico titulado » La Enseñanza Destruida» y te aporta mucho.

    Por si alguien tiene curiosidad, es una entrevista antigüa.

    http://www.elmundo.es/encuentros/invitados/2005/04/1505/

  13. Alicia Bermúdez dice:

    Una vez vistos los videos la idea que trasmiten no es la que trasmite la carta, escrita desde Barbiana (bueno, desde los alumnos) pero haciendo menos referencias a lo positivo de la escuela de Lorenzo Milani que a lo negativo de la otra escuela, la oficial, de la que habían sido excluidos.
    A quienes habiendo leído la carta o inducidos a confusión por mis comentarios anteriores se forjaran una opinión tan poco favorable como la mía les sugiero que los miren, son muy interesantes.

    Pego el enlace del primero de 6. Luego salen seguidos.

    http://www.youtube.com/watch?v=2gh56iAiT7s

  14. Alejandra dice:

    Para mi, la clave es esta frase del artículo:»…su aprendizaje parte de una elección personal que puede ser revocada.»
    Creo que en cualquier momento de la vida esa es la única manera en la que realmente puedes desarrollar todo tu potencial, y si se aplicara en las etapas educativas no sería necesaria la supuesta» motivación» para superar el escollo de los aburridos temarios.

  15. Carlos dice:

    Como bien señalas, todo no es idílico; y si conocieras mucho más en profundidad como funcionan los PCPI verías que tienen muchas más deficiencias de lo que parece. Adolecen del mismo problema que el resto del sistema educativo: hay que ser «resultadistas» y ello nos lleva a falsear la realidad y dejar a un lado lo verdaderamente importante, el proceso.
    Un saludo

    1. Enrique Sánchez Ludeña dice:

      Gracias Carlos por tu comentario. El principal objetivo de este artículo era dar a conocer en que consisten los PCPI y contribuir a quitarles el estigma de fracaso que tienen. Les sigo más o menos la pista y visito centros con cierta regularidad; pero claro se trata de centros con una larga trayectoria en la formación profesional y de personas que voluntariamente han elegido trabajar en este tipo de enseñanza. Es muy posible que no sea la norma, aunque me gustaría que lo fuera.
      Si te apetece, te agradecería que ampliaras más en qué consisten las deficiencias que no se ven y, también, qué es eso de ser «resultadista»; aunque me lo puedo imaginar.
      Un saludo

  16. victor dice:

    El autor de este artículo es profesor de pizarra y tiza, no es profesor de taller, como yo que soy de ciclos y de pcpi, ¿ has dado clase en este tipo de enseñanzas ? ¿ Conoces de primera mano al alumnado?

    Es curioso que alumnos con problemas en los estudios , luego no tengan problema en sacarse el carnet de conducir…..

  17. Enrique Sánchez Ludeña dice:

    No, no soy profesor de taller ni he dado clase en Formación Profesional; lo mío han sido las matemáticas y la física y la química. He pasado muchas horas en el laboratorio, eso sí, pero no es comparable con lo que se hace en un taller de chapa o de carpintería, por ejemplo.

    Ahora ni siquiera soy profesor, sino que me dedico exclusivamente a hacer libros, recursos interactivos, guías didácticas, programaciones y demás materiales didácticos que se puedan imaginar. Para ello tengo que estar continuamente en contacto con profesores, preferentemente en sus centros de trabajo y viéndoles trabajar.
    Algunas de estas visitas fueron a unos cuantos centros de Madrid y Valencia en los que actualmente se imparten PCPI. Parte de lo que se escribe en este artículo procede de lo que vi y lo que me contaron en esas visitas y de la impresión que me produjo.

    Deduzco de tu comentario, y también del comentario de Carlos, que el éxito que se consigue no es tanto como podría deducirse de la lectura del artículo. Pero éxitos hay. Supongo que se deberán a la conjunción adecuada de ciertos profesores con ciertos alumnos, en el momento correcto.

    En cualquier caso, te estaría muy agradecido, si pudieras escribir un comentario más extenso sobre el tema.

    Muchas gracias por comentar

  18. Conchi dice:

    Lo que nunca entenderé es si en España hay tanto fracaso escolar comparándolo con el resto de Europa.,porque no miramos como se enseña fuera y somos capaces de copiarlo.
    Yo creo que ni somos más tontose ni más listos que el resto del mundo.
    Muchas gracias.
    Espero que si alguien sabe la contestación la ponga en seguida en conocimiento del señor/a ministro/a.
    Un saludo afectuoso .

  19. Conchi dice:

    Aaaaahhh y otra cosa que se me ha olvidado antes en Alemania por ejemplo está superbien mirado hacer FP .Sin embargo aquí siempre pensamos que son los chavales menos listos y más complicadosi.
    Repito. Un saludo .

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