Nos dicen que vivimos en la sociedad más avanzada que ha conocido el ser humano pero, si prestas un poquito de atención, todo a nuestro alrededor parece contravenir a la lógica. Mires a donde mires, busques donde busques, encuentras que nuestra puntera sociedad, nuestra rica sociedad, está llena de contradicciones, de historias (¿o son histerias?) que no creerías jamás si fueran el argumento de una película, pero que te resultan totalmente naturales cuando te llegan a través del mesurado tono de voz del presentador de un telediario.
Se nos trata de convencer de que disfrutamos del mejor de los mundos que El Hombre, así, con mayúsculas, ha sido capaz de inventar, y no tengo motivos para pensar que no sea cierto (¿acaso te cambiarías tú por un campesino en la Edad Media? ¿Verdad que no? Yo tampoco: hambre, peste, vivir 40 años, derecho de pernada… ¡y ellos no tenían ni tele para consolarse!), pero: ¿de verdad es ESTO lo mejor que somos capaces de crear?
Te sientas cada día ante el televisor para ver cómo, mientras unos pocos se hacen obscenamente ricos, muchos otros mueren víctimas de la avaricia de los primeros. No nos confundamos: si lo hace manteniendo ciertos principios «éticos», no tengo nada en contra de que haya quien se haga asquerosamente rico vendiendo ropa «con glamour», cantando letras manidas o dando patadas a un balón. Aunque me escandalice un poco, ni siquiera me opongo a que alguien gane más dinero del que él y varias generaciones de sus descendientes serán capaces de gastar, comprando por un sueldo (mísero o no) el tiempo, la vida, de sus empleados en fábricas u oficinas, siempre que ese Tiempo haya sido vendido voluntariamente, claro.
Entre lo que de verdad carcome mis entrañas no está solo (que también) el ver cómo la sociedad más opulenta de la historia permite, con un mínimo rubor, que cada día toneladas de comida se pudran en los vertederos del primer mundo (y del segundo, y del tercero…) mientras millones de personas pasan hambre. Mientras millones de niños mueren de hambre.
Lo que más me hiere (que también, y mucho) no es que un oligarca ruso (o un jeque árabe, o un millonario yanqui, o El Pocero…), estrene el avión privado que habrá de llevarle de fiesta en fiesta alrededor del mundo mientras millones de madres ven como la vida se escapa lentamente del pecho de sus hijos porque ellas, hambrientas también, no tienen con que alimentarles, o que si esos niños tienen la fortuna de sobrevivir, posiblemente sea para pasar una corta vida de penalidad y enfermedad.
Lo que de verdad me fastidia, lo que me jode, además de su TREMENDA injusticia, es la falta de coherencia del Sistema.
Convivimos con un sistema económico que permite que, en una Europa acosada por una crisis que pocos dicen entender y NADIE sabe cómo solucionar, miles de empresas cierren cada día enviando a sus trabajadores al paro y la incertidumbre mientras sus gobiernos, sin despertar más asombro que el estrictamente necesario, «rescatan» con el dinero de esos pequeños empresarios, de esos trabajadores, a grandes bancos y corporaciones que se han pasado de la raya, que han arriesgado demasiado y han perdido en el Juego, solo porque son «Entidades Sistémicas», porque son demasiado grandes para quebrar sin llevarse por delante el Sistema.
¡No salgo de mi asombro! Durante años han hecho millonarios a sus directivos, han repartido jugosos dividendos con sus accionistas… ¿Y ahora hay que «rescatarles» para que no se lleven el Sistema por delante? Cada vez que alguien dice eso yo me pregunto: ¿Por qué no dejarlas quebrar? ¿Por qué no ser coherentes? Pero si decides «rescatarles», porque no tienes el valor de dejar que caiga nuestro «amado Sistema económico» (y te entiendo, entiendo que no te atrevas…), al menos asegúrate de que los responsables de llevar todo al borde del abismo, como poco, devuelvan el dinero que esconden en paraísos fiscales y se pasen la vida en la cárcel, envueltos en la vergüenza.
Si eres uno de los «peces gordos», y arriesgas, y ganas, te quedas con la ganancia, pero si pierdes, te jodes y asumes tus perdidas. Y si para no mandar todo al garete me obligas a pagar tus platos rotos, al menos me gustaría que no te paseases en un Ferrari delante de mis narices, enseñándome su vajilla nueva. Preferiría que escribieras tus memorias desde la cárcel.
Si permitimos que te saltes las reglas del juego, si permitimos que se ignoren los fundamentos del Sistema sin nada que perder ¿Acaso no está ya claro que no hay Sistema que llevarse por delante? A lo mejor es que ese es el verdadero problema: el problema es que no hay tal Sistema.
El problema es que la Economía Mundial, el Capitalismo, se rige por una Ley mucho más poderosa que la «Ley de los rendimientos decrecientes», más cierta que la «Ley de Say» o la «Curva de Engel» y mucho más simple que ninguna de las anteriores:
La Ley que, para bien o para mal, rige la economía es La Regla del Oro: «Quien tiene el Oro, hace las reglas».
La costumbre mata el asombro, y con él la ira, pero en estos tiempos difíciles, cuando el mar, empujado por la marea, está a punto de rebasar las esclusas (y ahora lo está, créeme), de repente empezamos a ser conscientes de cómo nuestra Sociedad del Bienestar es un gigante con pies de barro que se tambalea ante el poder de las Fuerzas de los Mercados, que son los que tienen el Oro. Que son los que hacen las Reglas.
¿Pero qué son los mercados? ¡Nadie lo sabe! Los Mercados deben de ser unos señores muy malos, intuimos, que están detrás de los ataques a la Deuda que están a punto de destruir Europa. Son gentes a las que también suponemos detrás, entre muchas otras maldades, de la especulación sobre los Futuros sobre los precios de los alimentos que provocan hambrunas en el cuerno de África. Deben de ser malos y crueles… pero esta imagen no es del todo cierta: en realidad, los Mercados somos todos los ciudadanos del Primer Mundo (y la mayoría de los de los otros) que tenemos una cuenta en un banco o un fondo de pensiones.
En esta película no hay malos. Es cierto que hay mucha gente con pocos escrúpulos y demasiada ambición, pero si les dices que mientras buscan su parcela de beneficio están destruyendo una aldea en Mozambique o mandando al paro a un señor de Huelva posiblemente te miren asombrados y te digan que, como Jessica Rabbit, no son malos, es que les han dibujado así. El problema no son solo los Mercados, es lo que les dejamos que hagan.
Hacen falta reglas claras, meditadas, que no se puedan romper a cada momento.
Estamos sumidos en la crisis más devastadora para la economía mundial en décadas y el mayor problema con el que se encuentra la sociedad en este momento es que, más allá de teorías conspiratorias de todo tipo, nos encontramos en manos de gente que no sabe que es lo que se trae entre manos, y lo que es peor: tiene muchas teorías para justificar sus errores, muy pocas ideas para arreglar el embrollo en que estamos metidos y el suficiente poder para cambiar las reglas a cada momento.
La cruda realidad es que la economía no es una ciencia, que (además) los economistas no saben de economía y que los gobernantes no tienen la fuerza, la voluntad o el talento para cambiar el Marco actual.
Personalmente, y es una opinión, no creo que el Modelo Capitalista de Mercado tenga nada de malo, más bien al revés. Es un Juego que ha favorecido avances increíbles en la tecnología, en la medicina (¿por qué se investigan nuevas vacunas si no es por dinero?), en la cultura…pero es un Juego y el principal problema, lo que está a punto de mandarlo todo a tomar por saco, es que es un Juego de reglas injustas, poco claras, y que cambian cada momento.
Ha llegado el momento de clarificar las reglas del Juego: no hace falta mandarlo todo al fuego para comenzar de nuevo. Las reglas pueden ser básicamente las mismas, puede incluso haber menos…
Pero hay que clarificarlas; esta es la pelota en el tejado de nuestra generación: clarificar las reglas y hacer que los jugadores se ajusten a ellas, asumiendo las consecuencias de sus actos. Pedir además que sean reglas justas quizá sea demasiado, pero las nuevas reglas, al menos, deberían evitar que los jugadores, al ganar o al perder, se llevasen entre explosiones todo el tinglado, con todos los espectadores «inocentes» por delante.
Si no saben jugar, que se fastidien: Game Over. The End.
Me gusta el articulo de Perez Ponce, «Estamos Locos» porque dice las cosas por su nombre. Sin «atajos de la razón». Es lo que oigo de la gente común. Muchos de los que han dejado, o nunca, han votado. Ni pertenecen a un partido político. A los que se les ve venir y te hablan con descaro. Eso también es política, en el sentido de ciudadanía o, quizás más, de vida cotidiana.
Señala la injusticia, no de una manera plañidera ni tampoco formal. La señala como un fenómeno. Si es el fenómeno diario de vernos inmersos en unas reglas impuestas para mantener el famoso «status quo», que ya no es un estado del «momento actual», sino que algunos han querido que sea el estado del «momento permanente» amañando las reglas a su favor. Es como vivir en un castillo «cimentado» en tierra movediza. La locura de vivir la fantasía de una imagen que lleva a la depresión psicológica y económica.
Al hilo de las consideraciones que hace Raúl Pérez, me gustaría que se aprobase una Ley que, con el adecuado ropaje legal, viniese a decir:
“Cuando una empresa entre en concurso de acreedores, cualquier decisión sobre incremento de sueldo u otro beneficio económico de su personal directivo y de los miembros de su consejo de administración, que haya sido aprobada desde que la empresa empezó a tener pérdidas, queda automáticamente derogada. Y las cantidades así percibidas serán descontadas de su liquidación o de su sueldo”
Y algo análogo debería aplicarse a las empresas que tengan que ser rescatadas con dinero público, además de imponer un límite razonable al sueldo de su personal directivo, mientras la empresa no devuelva los fondos públicos recibidos.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ BRAVISIMO!!!!!!!
Totalmente de acuerdo. A por ellos señor Perez, incluyendo la clausula de Aranda.
Y que podemos hacer la gente «normal» con esta situación? Creo que lo que necesitamos todos son propuestas asequibles y reales, de las que carezco.
Creo que el verdadero problema está en como somos las personas en general, llamadme pesimista pero poco se puede hacer aparte de intentar intentar cambiar el mundo.
de acuerdo, pero hay una forma más sencilla de explicarlo… cuando alcanzas el pico del petróleo (el cenit de producción) se termina la fiesta, ya no hay más posibilidad de crecimiento (el crecimiento del PIB sigue al crecimiento de consumo de petróleo), es la otra cara del cambio climático, por qué ocurre de esta manera? pq. si llegas al máximo de producción, la oferta de petróleo no puede subir más, y como la demanda si lo hace (ahí están los bric), alguno se tiene que quedar si cubrir su demanda, es asi de sencillo… en el caso de españa el consumo ha caído un 2% anual desde 2008! lo que es realmente alucinante es que la gente no haya oído hablar de esto… viene incluso en la wikipedia, buscar «pico del petróleo» y leer las conclusiones del informe Hirsch! es para tomar medidas urgentes ya!!! lo demás son pijadas!
Me gusta la narración de lo escrito, está muy clara contundente y sin pelos en la lengua mas en mi particular opinión, creo que no hay nada que clarificar,desde luego a mí por favor que no me clarifiquen nada que lo tengo todo muy claro: esto está muy montado para que tengan inmensos beneficios por doquier de todas las clases y de todos los colores los mismos de siempre, y por ello, pierdan los mismos de siempre también: precisamente los que apenas tienen ya nada que peder mas que la vida en un momento dado; Asíque, clarificar qué?..quizás transformar, cambiar, e ir variando como se vaya pudiendo esto que tan mal está generado y que ya se sabe qué dirección humana va tomando, la peor posible..se nos está condenando a la precariedad mas absoluta y al desánimo total, mientras unos señores ultraadinerados hablan y hablan de que van a mejorar las condiciones de vida del conjunto de los ciudadanos cuando se palpa y se huele que justo, y a PLENA conciencia van a hacer lo contrario..o lo que es lo mismo..las personas importan un auténtico carajo tal y como anda organizada la sociedad;entonces, quizás o nos vamos poniendo nosotros mismos esas reglas que nos beneficien en conjunto, por sectores afectados..etc..o las reglas de esos señores llamados gobernantes que está claro, sólo gobiernan para LA MERCADERIA Y EL TINGLADO QUE HAY MONTADO MUNDIALMENTE,póxima guerrita: esa la de Irán;caerán de la forma más gruesa y contundente que jamás hayamos visto; a mí desde luego me da pavor..lo que hay generado..lo considero monstruoso, pero, cómo dicen en general, A GRANDES MALES GRANDES REMEDIOS..y de todo esto tendrá que salir un mundo nuevo donde las personas seamos mas capaces de vivir con otras perspectivas a las impuestas desde siempre,y con otras maneras de organizarnos..donde el valor esté mas centrado en las necesidades de todos nosotr@s, sin que por ello se especule financieramente con dichas necesidades; en fin..por favor que no me clarifiquen nada que yo lo tengo pero que bién CLARO..de que van esos que dicen establecer las reglas?.
Tampoco salgo de mi asombro con el rescate a la banca privada a costa del ciudadano de a pie y la pequeña y mediana empresa. Más aun cuando se permite a la banca privada utilizar esos rescates a su libre albedrío teniendo la posibilidad de usarlo para comprar deuda pública con un interés más alto que el que ellos deben pagar por ese préstamo o para seguir especulando; pero no reactivar el crédito a la empresa y el ciudadano. Por no hablar de que la motivación de este rescate sea pagar la deuda que tienen con bancos alemanes a los que recurrieron para alimentar la burbuja especulativa que tanto les lucró. Esto último, nos genera dudas sobre la soberanía que tenemos sobre nuestro propio país… Pero no creo que todo se vaya a conseguir poniendo regulaciones o límites a esos que aprovechan la oportunidad de un sistema capitalista en el que prima el enriquecimiento a corto plazo y la especulación en detrimento de la economía productiva y el bien común. Es necesario poner límites, pero mientras continúe un sistema donde impera el interés privado al común, siempre se van a encontrar atajos, siempre se va a hacer daño al prójimo, al país vecino o al planeta de nuestros herederos.
De hecho es posible que la salida al problema actual con la banca privada hubiese venido a través de intervenir estos bancos que no pueden hacer frente a la deuda que han contraído y disponer de una banca pública que sirviera al interés general y reactivara el crédito y la demanda interna.
Yo creo que existe un problema, y es que todo lo que sea público nos recuerda al comunismo, sistema antagónico con el orden actual de cosas, y que se mira con miedo y recelo, pues ya perdieron la batalla en su momento y a muchos les trae a la cabeza dictaduras y sangre. Y a mi me parece que es juntar churras con merinas, pues es simplemente un sistema económico alternativo y distinto, que de hecho han sido muy castigados en los pocos países donde el socialismo ha seguido siendo una apuesta. Perdieron una guerra, la más fría, pero no por ello debemos demonizarlo y rechazarlo de pleno. Tanto es así que ya no hay casi comunistas, ahora son anticapitalistas; igual que ya no hay antisistema y se han convertido en altermundistas.
Me duele escuchar Sr. Ponce que diga que el único motivo por el que se pueden desarrollar vacunas es porque produce beneficios económicos a unos pocos ¿No estamos entonces ante una crisis de valores además de económica? Quizá se podrían desarrollar vacunas con dinero público invertido en I+D+i por el simple motivo de que es de interés común vivir más tiempo y más sanos. ¿Debo de dejar de creer en esto?
Con esto no estoy diciendo que evolucionemos a un sistema comunista desde el punto de vista más estricto. No soy de los que piensa que haya que eliminar la propiedad privada por completo. Aunque tampoco creo que por la suerte de nacer en una familia determinada, por inútil que yo sea, tenga que tener derecho a una herencia que me solucione la vida; fomentando la división de clases. Estoy de acuerdo en que es un sistema idealista y tiene por resolver temas de motivación, los cuales si genera la competencia voraz. Pero no quiero que el mundo donde vivo esté supeditado a lo que sea más rentable, ya sean vacunas (no accesibles para tantos) o bombas.
Estoy diciendo que quitemos las etiquetas, que separemos rencores pasados, que dejemos de mirar al de la izquierda como enemigo o al de la derecha con rencor, que capitalista neoliberal, monárquico, conservador y facha no tiene por qué ir de la mano o que comunista, republicano, liberal y perroflauta tampoco. Que no podemos seguir viviendo en un mundo (y en particular en una España) con dos bandos. Dejemos atrás esas dicotomías que nos dividen. Aunque yo, como usted, soy la primera generación nacida en democracia y quizá para mí sea más fácil…
Por supuesto podemos hacerlo mejor! Esto que tenemos no es lo mejor que sabemos hacer y debemos limpiar la pizarra y empezar a trabajar juntos por una alternativa equilibrada y que sirva a un objetivo común. Que tanto el capitalismo como el comunismo tienen buenas cosas y que seguro que podemos buscar un sistema económico donde mantengamos esa motivación para avanzar, pero de manera responsable, respetuosa con en medioambiente y donde cualquier persona, venga de donde venga, tenga unas mínimas oportunidades y unos servicios públicos cubiertos. Si, en mi caso apostaría por un sistema con una democracia más representativa y mucha más participación de lo público que permita redistribuir la renta; pero es una opinión.
Dejemos las nomenclaturas pasadas de lado, olvidemos rencores y vamos a trabajar por otro mundo mejor.
Nunca recibiré una herencia, ni la recibí de quienes habrían podido dejármela si hubiesen tenido algo que dejar. Pero me parece muy bien que lo que ha sido de uno pase a sus descendientes, y aun mejor me parecería que pasase sencillamente a quien buenamente quisiera el que tuviese algo que legar ¿Pero qué criterio se le ocurre a usted que podría aplicarse que fuera mejor que la voluntad del que deja el legado? ¿Habría de ser el estado quién decidiese?
Comunismo, solidaridad, y conceptos parecidos seducen a quienes en el reparto tendrían algo que ganar. Dile a alguno de esos que tanto claman por el comunismo que también ellos tendrían que aportar algo de lo suyo; o a quienes propugnan que hay que ser solidario pídeles que renuncien a algún derecho en beneficio de otro alguien.
Me gusta la propiedad privada, aun no teniendo nada, pero si tengo 5 euros quiero elegir dónde y en qué gastármelos, y para poder elegir tengo que comparar entre diferentes ofertas, y para que haya diferentes ofertas ha de haber competitividad, y para que haya competitividad tiene que existir un interés particular e individual de quien ofrece, y para que quien ofrece tenga ese interés ha de saberse dueño y sentirse responsable de su producto; y eso en un sistema comunista no es posible. Creo.
Estoy de acuerdo.
Trabajemos por ese mundo. Para eso hay que conocer el mundo que tenemos y mucho más importante, el que teníamos.
Eso pudiera parecer difícil, pero en realidad es muy sencillo.
Podemos empezar por recordar cómo vivían nuestros padres y nuestros abuelos, y si nuestros padres o abuelos nos lo han contado, mucho mejor.
Me lanzo a escribir, de golpe, y se que pareceré rotunda pero es porque doy algún tipo de respuesta -abierta – a lo que llevo años preguntándome.
En concreto acerca de las vacunas, ¿se ha preguntado alguien porqué nuestras madres o nuestras abuelas, cuando un hermano nuestro pasaba el sarampión nos acostaban juntos para que «lo pasáramos todos de golpe»? Al menos, eso es lo que me decía mi madre. Estuve años pensando que era cruel, ahora se que era sabio, aunque ella no lo supiera de forma consciente, funcionó, porque sólo lo pasó una de las tres.
Hay plantas que curan, lo afirmo. Plantas que curan enfermedades que de un plumazo matan cada año a millones de personas. ¿Porqué no se utilizan?
Pues porque hemos purificado el principio activo, analizado su mecanismo de acción, fabricado la pastillita y hemos visto que eso curaba y además era más rápido y rentable. (Ah el tiempo , el tiempo..)
Pues bien, sólo temporalmente.
Nos hemos olvidado de la capacidad de adaptación de la Naturaleza. Cierto es que el componente activo mata al patógeno, pero el patógeno, cuyo ciclo de vida es mucho más rápido, –lo mismo para células malignas, y lo que queráis añadir a la lista– muta y se hace resistente. Y sin embargo no es capaz de hacerse resistente jamás a la planta entera. Obvio no?
Pensarlo.
Lo de la clasificación de los dos bandos, depende de cómo te lo tomes, tengo un amigo que me llama cariñosamente alternativa, y yo creo que cada vez me vuelvo más «conservativa» o en vuestro argot, «conservadora». En realidad lo difícil es irse moviendo «arriba y abajo » de los tiempos, a tiempo.
Tengo un cierto interés, o fascinación podríamos llamarlo, en la tortura y las decapitaciones y todas esas cosas, y es porque cada uno de estos actos me recuerda en la vida, una y otra vez, lo bestias que los seres humanos son en realidad. Al llegar al fondo de la cuestión, los seres humanos no son nada más que ordinarias bestias de la jungla. Salvajes. No son diferentes de la gente Cro-Magnon que vivió veinticinco mil años atrás. No son diferentes. Nuestro ADN no ha cambiado sustancialmente en cien mil años. Todavía estamos operando con la parte la parte inferior del cerebro. El cerebro reptiliano. Luchar o huir. Matar o ser matado. Nos gusta pensar que hemos evolucionado y avanzado, ya que podemos construir una computadora, volar un avión, viajar en submarino, podemos escribir un soneto, pintar un cuadro, componer una ópera. Pero ¿sabes una cosa? Estamos apenas fuera de la selva en este planeta. Apenas fuera. Lo que somos, es semi-civilizadas bestias, con gorras de béisbol y armas automáticas.
Tengo una reflexión en la cabeza que en alguna parte tengo que endilgarla. Así que he buscado “economía” entre las etiquetas del blog y me ha parecido que a la sombra del título “¿Estamos locos?” de este artículo de Raúl Pérez Ponce pude más o menos encajar.
El fin de semana pasado, puente de la Constitución, estuvo por lo visto el centro de Madrid hasta los topes, oí comentar que hubo un rato en que se cerró el acceso a la Puerta del Sol y que el metro pasaba de largo. Pensé si es que habría ocurrido algo malo, pero no, será solamente que había acudido mucha gente solamente por el gusto de acudir y pasearse.
Al día siguiente, lunes, escuché en la radio que los comerciantes no estaban contentos porque el consumo no había sido tanto como pudiera hacer pensar tanta afluencia.
Ahí, viene mi reflexión, porque me pregunto si tanto como cabezas pensantes — en este mismo blog, no digo concretamente en este artículo, que leí entero y prestando atención en su momento pero no estoy releyendo ahora, que ando con prisas — hacen (hacéis, hacemos) consideraciones referentes a que vivimos en una sociedad en exceso consumista, no entra en contradicción con la consideración contraria de que si el consumo se retrae una economía, y un país, no funcionan.
Pregunto, y dado que como decía mi madre no se puede soplar y sorber al mismo tiempo, ¿nos ponemos finos y exclamamos “oh, cielos, es que hay que ver lo materialistas que somos”, o nos ponemos sensatos y lo que exclamamos es “joder, es que sin una economía prospera no se puede ser feliz?”?
Y lo más chungo de todo es que (estoy convencida) todos, los que vivimos, clamamos al mismo tiempo por lo uno y por lo otro.