Anonimato en las redes

He de confesar que he empezado a escribir este artículo con el ánimo predispuesto en contra del anonimato imperante hoy en internet y en las redes sociales. Sin embargo, al profundizar en el tema, he visto que hay matices importantes a resaltar que han cambiado mi perspectiva del asunto.

Lo que me molesta del anonimato es la falta de educación y de elegancia, por no decir, en muchas ocasiones, la agresividad gratuita, el acoso y el ambiente de violencia verbal que no solo es negativo en sí, y muy doloroso para quienes lo padecen, sino que puede llegar a propiciar el paso a una violencia física.

En internet, especialmente en los foros, abundan los “haters” (odiadores) y “lovers” (amantes) de cualquier tema que salga a la luz. Desaparecen los matices y las opiniones se convierten en blanco o negro; o estoy totalmente a favor, y defiendo el tema, tenga argumentos o no, o lo ataco con todas mis fuerzas. Creo que esto dice poco de los que sustentan estas opiniones de manera tan tajante ya que la realidad suele ser bastante más compleja de lo que en ocasiones se nos intenta hacer ver.

Las redes pecan además de que sus algoritmos tienden a privilegiar el mostrarnos contenidos similares a los que ya hemos visto, lo que produce una realimentación que refuerza las creencias previas que teníamos, nos muestran el mundo solo desde la misma perspectiva que ya poseíamos y amplifican en definitiva nuestra actitud de “hater” o “lover”.

El llamado ciberacoso ha hecho que importantes personajes públicos abandonen las redes sociales ante la avalancha de críticas desmedidas y la necesidad de apartarse de una pelea en la que uno se mete casi sin darse cuenta. Hay casos que se hicieron famosos como el de la bloguera Lovely Pepa (con más de 70.000 mensajes de odio hacia ella y su familia) que, con su denuncia, hizo que Vogue tomara la decisión de cerrar su foro.

El anonimato ha existido invariablemente bajo distintas formas. Siempre han existido cartas anónimas denunciando determinados hechos. En Pompeya se descubrieron carteles en los que mujeres de mala reputación apoyaban a un candidato electoral; en este caso no se sabe si la autoría era auténtica o si fue realizado por adversarios del político para desacreditarle (como se ve, nada nuevo bajo el sol).

Las redes sociales favorecen el uso de pseudónimos como medio de identificación y cabe preguntarse qué hay detrás de la persona que evita el uso de su nombre en las redes.

Me gustaría hablar primero de aquellos que insultan y agreden desde el anonimato. Cabe preguntarse si lo que escriben sería lo mismo en caso de conocerse su nombre, de que fuera reconocido por familiares o amigos. Seguramente no. Es un uso en estos casos del medio para descargar una agresividad o frustración a la que no puede dar salida en su día a día. Es un acto cobarde del que el receptor no tiene la culpa pero que, sin embargo, sufre. Me temo que hay mucho de esto. Es como aquel jefe de la oficina que es un cero a la izquierda en su casa y que descarga su frustración en el trabajo siendo especialmente duro con sus empleados.

También está el caso de aquellos que siembran “F.U.D.”(miedo, duda e incertidumbre) sobre una empresa, un producto o una persona. Sería importante conocer el contexto del denunciante: ¿es una denuncia legítima o es un empleado descontento, alguien de la competencia, hay algún rencor personal o rivalidad?

Habría que preguntarse, a modo de Sherlock Holmes, ¿a quién beneficia el mensaje?, ¿por qué lo envía?, ¿por qué lo hace de forma anónima?

Internet es el entorno preferido del trol (palabra que el Diccionario panhispánico de dudas define como “Adaptación gráfica de la voz noruega troll, monstruo maligno de la mitología escandinava que habita en bosques o grutas”) que designa según la Fundéu al ‘alborotador o polemista que, a través de mensajes en foros digitales, intenta molestar o provocar al resto de los participantes’. La motivación última del trol probablemente sea la de convertirse a sí mismo en el centro de atención de la discusión. En general las redes sociales permiten bloquear a los troles, siendo otra de las tácticas recomendadas para evitarlos la de simplemente ignorarlos, para lo que se ha popularizado el uso de la frase “Don’t Feed the Troll” (No alimentes a trol).

Todo este ruido ha hecho que los partidos políticos hayan tratado en varias ocasiones de regular el tema del anonimato en internet. Rafael Hernando, portavoz en su día del Partido Popular, defendió en su momento la necesidad de obligar a identificarse en las redes sociales a raíz del acoso sufrido por un cargo de dicho partido en Twitter y su partido ha presentado recientemente en el Senado una proposición de ley en ese sentido. El gobierno de Sánchez expresó también su intención de regular el anonimato en redes sociales para que los jueces puedan localizar ciberdelincuentes. También varias redes sociales se han planteado este tema.

Algunas opiniones, como la de David Davenport, también están en contra del anonimato, argumentando que “El precio de nuestra libertad no es el anonimato, sino la rendición de cuentas” y que “Los defensores de las comunicaciones anónimas en Internet, por lo tanto, abren la puerta a muchas formas de conducta delictiva y antisocial, mientras que deja a las víctimas y a la sociedad en su conjunto completamente indefensas”

Ahora bien, el anonimato tiene también una función de defensa de las libertades individuales que no debemos pasar por alto.

Antes me preguntaba por qué algunas personas prefieren no revelar su nombre en su actividad en redes sociales. Mike Masnick ofrece en un conocido artículo varias razones para ello. Entre ellas están la necesidad de privacidad (para evitar que su orientación sexual o sus creencias políticas o religiosas puedan ser un obstáculo en su relación con otras personas o perjudiquen a los de su entorno), evitar el acoso (protegiendo la identidad real con un nombre ficticio), permitir más fácilmente la exposición de posturas u opiniones controvertidas, salir de las convenciones sociales y sortear entornos hostiles o regímenes políticos que impiden la libertad de expresión. Es por ejemplo el caso de los informantes anónimos (whistleblowers) que han hecho grandes servicios a la democracia.

Estas razones nos llevarían a la conclusión de que el anonimato es un escudo contra la tiranía de la mayoría y tiene por objeto proteger a las personas impopulares de las represalias que puedan surgir de una sociedad intolerante. Así lo indica la Electronic Frontier Foundation (EFF), asociación norteamericana de derechos civiles, que afirma que el cifrado y el anonimato son elementos fundamentales a la hora de permitir que los individuos ejerciten su libertad de opinión y de expresión en la era digital, y que como tales, merecen una protección fuerte y categórica. En algunos casos esta protección puede suponer incluso salvar vidas.

En 2015 un informe del Consejo de Derechos Humanos de la Naciones Unidas se pronunció en la misma línea.

Asimismo, el abogado Carlos Sánchez Almeida, del Bufete Almeida, Abogados Asociados explicaba cómo «El ciudadano tiene derecho a ser anónimo. Y el Estado, a través del Poder Judicial, puede levantar ese anonimato en caso de delito» y considera que prohibir el anonimato sería posiblemente inconstitucional.

Es importante resaltar que, en caso de delito, un juez puede levantar la confidencialidad de internet siendo en general sencillo hoy en día técnicamente identificar al infractor por mucho pseudónimo que utilice. Con ello queda desactivado el argumento antes indicado de David Davenport.

El prohibir el anonimato nos llevaría a situaciones similares a la de China donde dicho derecho a la privacidad está vetado desde 2017, así como el uso de Redes Privadas Virtuales (VPN) y otras medidas que tienen por objeto el control total de la población. Los comportamientos en la red que el gobierno chino no autoriza son, entre otros, el de Oponerse a los principios de la Constitución del país, poner en peligro la seguridad nacional y propagar rumores o interrumpir el orden social. Con criterios tan vagos, cualquier razón puede valer para reprimir las libertades individuales. ¿Es este modelo al que queremos ir en nuestro país? Da miedo pensar en el próximo liderazgo económico de China en el mundo.

Evidentemente sería deseable que los usuarios de Internet fueran más educados, no tuvieran mal gusto o mal carácter, pero la preservación de la libertad de expresión es un derecho que hay que conservar a toda costa ya que nos ayuda a mantener las libertades públicas y a denunciar los abusos de los poderes.

En el caso de los políticos, no les queda más remedio que endurecer su piel si son criticados (va en el puesto) y denunciar los excesos que sean constitutivos de delito.

En cualquier caso, considero que ellos ayudarían a evitar algunos de estos excesos prescindiendo de debates elevados de tono que a veces tenemos que padecer en el ruedo político.

7 comentarios

7 Respuestas a “Anonimato en las redes”

  1. Alicia dice:

    Totalmente de acuerdo con lo planteado en el artículo y con la forma en que está expresado. Sería delicioso que todas las opiniones vertidas en las redes fueses plasmadas con tanta corrección y elegancia, con independencia de cuál fuese la opinión manifestada ya contraria ya a favor del criterio del que lo leyera.
    Ocurre sin embargo también que cualquier opinión, y por muy pulcra y elegantemente que esté expresada, irá a parar ojos de quien al leerla esté en absoluto desacuerdo, y puede también que lo exprese en términos perfectamente correctos; pero, aún así, o al menos es la sensación que tengo — y por eso me borré de todas las redes, aunque no soy famosa —, si se es discrepante con el sentir general, se corre el riesgo de ser increpado, o amonestado, sin que quien increpa o amonesta pierda ni un ápice de buena compostura.
    Y es que el sentir general — o el manifestarse a tono y dentro de los márgenes rígidos y estrictos del sentir general, u oficializado — es, hoy por hoy, no ya un uniforme sino una especie de corsé que hay que colocarse con mucho cuidado antes de mostrarse en público.
    Así puede elegirse — en eso sí se es libre — quedarse aislado, cada uno encerrado en su propia burbuja, en parte por evitarse sinsabores y, también, porque para qué meterse en disertaciones siendo tan probable que las tales opiniones sirvan tan sólo para reforzar la opinión contraria de quien esté en desacuerdo.
    Pero esto lleva a reflexiones — o, bueno, a mí me lleva — de si quedarse al margen de todo, sea por rebeldía o por aburrimiento o por escepticismo, es una forma acertada, u honesta al menos de proceder.
    De modo que, y centrándome en lo expuesto en el artículo, opino que si bien el anonimato está perfectamente justificado en cuestiones de índole política o religiosa — los dos temas realmente conflictivos, peligrosos, que existen — no tendría por qué ser necesario cuando se tratan temas de la cotidianidad.
    Sucede, también y sin embargo, que todo, absolutamente todo, revierte hacia la religión o la política; o véase qué ocurre con el aborto, o con la eutanasia; o con la sexualidad, en general, y las sexualidades alternativas en particular.
    Vamos, que no sabe una qué hacer mas que vivir en el sinvivir de no saber cómo vivir el sinvivir que depara el vivir en unos tiempos en los que resulta tan difícil no meterse en charcos, que si saltas uno vas a caer ineludiblemente en el siguiente.
    En fin…
    Ah, y conste que todo esto no tiene nada que ver con lo muy poco que por tanto tiempo llevo sin participar en el blog. Que nunca me he sentido rechazada ni amonestada por más que en ocasiones haya soltado alguna tontuna.
    No, participo poco porque puede que esté algo zángana, o poco inspirada. Pero que sepáis que os quiero y os leo con asiduidad y agrado; y que también me gustan mucho los podcast (no sé si lo he escrito bien), que tienen la característica, muy digna de encomio, de… Llevo un ratito devanándome los sesos, entre, “instruir”, “educar”, “informar” “poner en conocimiento”, pero nada de ello se corresponde con lo que quiero elogiar y es que, tras escucharlos, me queda la grata sensación de que no se me ha pretendido en absoluto adoctrinar ni crear inquinas, que, por cierto, bastante tengo con las que de por sí (mí) tengo ya por mí misma.
    Bueno, besos otra vez y, a ti, Paco, que me gustas.
    ¿Habrá quedado mal?
    Lo dicho. Que un sinvivir y que qué sufrimiento, de verdad.

    1. Francisco Díaz-Andreu dice:

      Hola Alicia.
      Gracias por tus amables palabras.
      El tema, como bien indicas, es bastante complicado, porque es difícil poner la frontera entre lo que es libertad de expresión y lo que ya supone un abuso de esa libertad.
      La tentación de los grandes poderes (especialmente en algunos países poco admirados por su calidad democrática) es la de controlar al personal para que no se pase de la raya o bien directamente para vigilarlo (siempre por su propio bien).
      En los países democráticos (y así lo interpretan sus jueces) la tendencia es favorecer en caso de duda la libertad de expresión ya que es muy fácil pasarse por el otro lado.
      Yo vivo también más cómodo en una sociedad que emplea esos criterios, aunque el inconveniente sean esos comentarios innecesariamente agresivos en las redes.

      1. O'farrill dice:

        Estimado amigo: la agresividad y el enfrentamiento sociales no nacen espontáneamente. Se crean, se promueven y se difunden por quienes quieren dividirnos. Para ello hay verdaderas organizaciones perfectamente engrasadas agazapadas tras nombres rimbombantes, con capacidadeconómica para mantener una nómina de «trolls»(creo que es el término) manteniendo ese ambiente de confrontació. Al final hay que preguntarse ¿a quien beneficia? y tendremos una idea más clara de cómo desde los diversos poderes: económico, social y político, se ha creado una red de monaguillos que mueven el inecensario, se manifiestan, crean ruido interesado, etc. al servicio de tales poderes.
        Unos poderes a los que se tiene un miedo cerval porque actúan con la sutileza necesaria y los medios adecuados para destrozar vidas humanas, que ya consideran innecesarias o son molestas para sus propósitos. El anonimato es en esos casos una forma de prudencia que, como se ha dicho, puede ser levantado por decisión judicial, aunque en determinados casos es sólo copia de la forma de actuar de poderes anónimos. Si a estas alturas no podemos conocer el contenido de las maletas de Delcy y sus responsables o tantos casos de actuaciones institucionales que quedan en esa supuesta «razón de Estado» (un cajón donde cabe todo), es lógico que los ciudadanos se protejan al manifestar sus opiniones por muy elegantes que sean. Es más, tales opiniones son las que fastidian más a los poderosos.
        Un saludo

        1. Francisco Díaz-Andreu dice:

          Hola O’Farrill. Efectivamente, el anonimato en las redes es un medio para garantizar la libertad de expresión, especialmente en aquellos casos en que los gobiernos están empeñados en ocultar información ya que el que salgan a la luz determinados hechos les resulta incómodo.

          Mencionas un tema interesante y es el de los troles (trolls) promovidos o generados por gobiernos o poderes fácticos a fin de influir en la opinión pública. Desgraciadamente este sistema se ha convertido en un medio más de lucha con fines políticos. Además, no solo emplean troles humanos, sino que se emplean cada vez más “bots” (es decir robots de software) que permiten multiplicar la capacidad de acción de un trol humano.

  2. Manu Oquendo dice:

    En 2014, poco después del golpe de Estado en Kiev, salió a la luz pública una compañía de California que acababa de firmar su primer contrato con el Pentágono. El objeto del contrato no se especificaba pero la compañía en cuestión proporcionaba un servicio que consistía en simular desde un solo punto geográfico varias direcciones IP en países diferentes y sin trazabilidad al origen real.

    La Unión Europea exige que toda nuestra mensajería electrónica se conserve un mínimo de tres años –Rajoy lo elevó a cinco–. La voz digitalizada es «mensajería» electrónica, como nuestros emails, chats, sms, etc. En mi caso esto quiere decir que la UE me trata mucho peor que los curas de mi internado. Entonces teníamos que entregar nuestras cartas a casa abiertas pero las respuestas de nuestros padres las entregaban cerradas. No quiero vivir en un sitio así.

    Assange está siendo juzgado –lleva preso ya ni se sabe cuántos años incluyendo una falsa denuncia para retenerlo en UK– para que un tribunal inglés autorice su extradición a los EEUU pedida por Obama si no recuerdo mal.

    La principal fuente de Fake News es el Poder Establecido y su prensa. También es la Única Fuente de algo mucho peor: Los Silencios y Ocultaciones de Información.

    Nos están imponiendo la Ideología de Género en la educación de nuestros hijos y nietos. Los niños, que ya se hicieron con entusiasmo al Halloween olvidando el antiguo y desaparecido SAMAÍN, se hacen a todo lo que les cuentan los activistas, los maestros activistas y los libros de texto activistas. Ya hay datos de una explosión de niños «trans». Y se está silenciando como se silencia y censura cualquier discrepancia en los mantras graves como el del CO2.

    En España estamos viendo que hay hoy dos grandes focos de Ilegalidad: El Hampa y el Gobierno, acompañados notoriamente por el anterior Gobierno de la Generalitat Catalana que Sánchez e Iglesias se han apresurado a indultar. Probablemente infringiendo la ley del Indulto como sabremos en unos días.

    En este estado de cosas los seudónimos de la pobre gente no me parecen preocupantes. Es un bien a proteger en una sociedad dominada por la autocensura y el miedo.
    Tenemos preocupaciones mucho más graves y el silencio de los corderos nos hace mucho daño. Vivimos ya en una situación Soviética agravada y con peor nivel educativo del que se impartía en Rusia.

    Anoche estuve charlando con un periodista de guerra que hace años vivió un largo secuestro y sigue trabajando en lo mismo. De vuelta del miedo y del síndrome de Estocolmo. Explicaba la salida de Afganistán y de muchos otros lugares diciendo «¿Qué vas a hacer con alguien que se hace explotar cuando vas a capturarlo? No tenemos respuesta a eso. Somos una cultura muy blanda y respetuosa con del poder.»

    Efectivamente.

  3. pasmao dice:

    Atinada columna Don Francisco y buenos comentarios, también.

    Lo primero es comentarle que si no fuera por la posibilidad de escribir bajo un seudónimo yo no me habría atrevido a asomarme a algunos foros, como este de aquí. Twitter, Facebook, … de esos no quiero saber nada.. aunque se que existan.

    Uno de los motivos, todo lo pueril que usted quiera, pero cada uno es como es; es que cometo muchas faltas de ortografía, sintácticas, etc… de las que me doy cuenta una vez publicado el escrito. Y me daría mucha vergüenza que constaran con mi nombre y apellidos reales.

    Y otro mucho mas serio es que realmente, y visto que en el mundo en que vivimos va a mas, es que es uno no sabe por donde le puedan caer antes o después las represalias. Que además muchas veces no es a uno si no a familia cercana por el pecado de compartir apellidos. Llámame cobarde si quiere; yo por mi parte mido mucho mis comentarios, sobre todo cuando son «excesivamente» irónicos, no es el caso de este foro, cuando me parece que el interlocutor va a pecho descubierto. Por mal que me pueda caer.

    Tan es así el caso de la represión contra quienes puedan ser incómodos, que aquí mismo un especialista en tema de vacunas tuvo que escribir una columna bajo seudónimo, por lo que le pudiera pasar. Cuando lo del COVID. Muy acertada columna por cierto.

    Si he observado que muchos medios, no es éste el caso, aprovechan el decir que combaten a los trolls para censurar comentarios inconvenientes, bien con el medio o con el columnista, pero impecablemente escritos. Sin ningún insulto y con una calidad argumentativa impecable.

    Pasaba habitualmente en medios cómo El Confidencial (incluso en la era Cacho) .. hasta que dejé de frecuentar aquello. Y después en Vozpópuli (donde la cosa comenzó bien hasta que se vio que ciertos comentarios eran en exceso inconvenientes con patrocinadores económicos del invento) … llegados al punto que los suprimieron. Ambos los leo menos… ya casi nunca.

    Otro medio que me ha sorprendido mucho al suprimir los comentarios es DISIDENTIA. No se si porque gentuza aprovechó ello para colar bichos.. o porque molestaban a la línea editorial o a alguno de sus articulistas. Si fuera por esto último seria una pésima noticia.

    Un periódico de mi patria chica, el Heraldo de Aragón, al que a veces echaba un vistazo; también los ha quitado y los ha dejado sólo a suscriptores. También se ha perdido un feedback muy valioso.. que ha hecho que ya casi no me pase por ahí. Sólo para ver si han rectificado, y si no, aún pasa mas tiempo hasta la siguiente vez. No creo que sea el único.

    Si pongo el ejemplo de los comentarios a los artículos en los medios, es porque es muy obvio cuando los comentarios bajo seudónimo o anónimos, son de trolles nauseabundos y cuando de personas que realmente a portan y de manera educada, pero poniendo en evidencia al medio o al articulista.

    Y no es precisamente por los primeros por lo que existe miedo a esos comentarios, estilo Forocoches (con todos los respetos porque ahí los hay también muy buenos) si no por los segundos.

    Los de de personas bien informadas que con cuatro frases evidencian la manipulación a que se quiere someter al personal. Personas que no tienen porque aceptar el riesgo de ser señaladas vista la sociedad cada vez mas dictatorial hacia la que nos encaminamos.

    No es el caso de esta página. Insisto.

    Un cordial saludo

    1. Francisco Díaz-Andreu dice:

      Hola Pasmao.
      Como indicas, hay un montón de razones por las que hay que preservar el anonimato tanto en las redes sociales como en otros medios en aras a la libertad de expresión y a que se puedan oír aquellas voces discrepantes de la mayoría o del gobierno, sin temor a represalias.
      Lo que es una lástima es que algunos con falta de tacto o, en algunos casos directamente descerebrados, aprovechen esta libertad para sacar una agresividad que, además de ser innecesaria, pone en peligro esta misma libertad.

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