Uno de los conceptos de nuestra cultura política que goza de mayor apoyo social probablemente sea el de la igualdad. La Constitución española lo consagra, desde el principio, como uno de los valores “superiores” de nuestro ordenamiento jurídico. Pero, al tener que compatibilizarlo con otros valores, como por ejemplo el de la libertad, es normal que surjan ciertas contradicciones.

Si nos remitimos a los discursos políticos, habitualmente estos se refieren a ciertos aspectos relacionados con la igualdad, y no a otros. Desde luego, hay un amplio consenso en torno a la demanda de igualdad ante la ley, eliminando privilegios y evitando discriminaciones por razones de sexo, edad, raza, religión, opinión, etc.

En cambio, en materia económica hay muchos más matices. Por una parte, todos tenemos plenamente asumido que el Estado debe promover activamente la igualdad de oportunidades, mediante políticas como la gratuidad de la educación, las subvenciones al transporte o la progresividad fiscal, entre otras; es decir, medidas que intenten compensar las desventajas en las que se encuentran los más desfavorecidos, como consecuencia de las peores condiciones socioeconómicas en las que se desenvuelven.

Pero por otra parte, y una vez “muerto” el modelo comunista, nadie pretende imponer la igualdad económica. Entre otras cosas porque se da de bofetadas con la propiedad privada, la iniciativa privada, la libertad de empresa y todos esos valores en los que se basa el modelo económico actual. Por tanto, en este aspecto lo que se intenta es poner límites a los excesos de la desigualdad, y punto.

La igualdad, sin embargo, tiene otras connotaciones que apenas solemos manejar en nuestra cultura política. Por ejemplo, ya al nacer somos diferentes unos de otros, de manera que cada cual viene a este mundo con unas peculiaridades y potencialidades que le son específicos; por tanto, su aspiración natural debe ser cultivarlas y desarrollarlas a lo largo de su vida. Esto también forma parte de sus derechos y libertades. Y a ello se estará refiriendo, sin duda, el texto constitucional cuando, en su artículo 10, habla del “libre desarrollo de la personalidad” como fundamento “del orden político”.

La cuestión es si el orden político debe hacer lo que esté en su mano para que se potencie el libre desarrollo de la personalidad de cada individuo –obviamente, mientras no se trate de un desarrollo patológico– o se debe conformar con “respetarlo”. Si, como en el tratamiento de la igualdad, debe ser un sujeto activo o no.

Oímos con frecuencia declaraciones políticas que hablan de promover el “respeto” a las diferencias, y en general sobrentendemos que se están refiriendo a ciertas minorías étnicas, religiosas o con alguna discapacidad; es decir, damos por supuesto que solo se contemplan las diferencias que pueden constituir un factor de “debilidad” frente al resto de la sociedad. Pero nos sorprendería, por inusual, que hubiera discursos políticos que hablaran de “fomentar” las diferencias asociadas a las genialidades de cada ser humano. Da la impresión de que eso le “chirriaría” a la gente, de que no sería políticamente correcto.

En cambio, en el ámbito de la educación al menos se lo plantean. Así, por ejemplo, en el preámbulo de la Ley de educación que se acaba de aprobar en España, dice: “Todos los estudiantes poseen talento, pero la naturaleza de este talento difiere entre ellos. En consecuencia, el sistema educativo debe contar con los mecanismos necesarios para reconocerlo y potenciarlo”.

¿Hasta qué punto podemos compatibilizar el objetivo de potenciar los diferentes talentos de cada individuo con el objetivo de promover la igualdad entre individuos? Dado que al potenciar los talentos de cada uno, se estarán agudizando sus diferencias con los demás, alejándoles de la igualdad, ¿hasta qué punto la sociedad está dispuesta a que el sistema político potencie esas diferencias?

Incluso el sistema educativo se mueve también en la contradicción entre potenciar esa diversidad de talentos y asegurar un cierto grado de igualdad. De hecho, como ya hemos comentado varias veces en este blog, en la práctica la educación se rige por un alto grado de estandarización al imponer a todos los estudiantes unos métodos de aprendizaje basados en los mismos cursos, asignaturas, horarios y exámenes, con independencia de cuáles sean sus talentos individuales y qué estrategias docentes fueran las más idóneas para potenciárselos. Parece evidente que, si la prioridad fuese esto último, el sistema tendría que estar organizado de otra manera.

Si nos fijamos en nuestro sistema político el panorama es mucho más inquietante, porque no es solo que se esté primando excesivamente el valor de la igualdad, en perjuicio de otros, es que además hay señales que apuntan a que nos estamos deslizando hacia una igualdad “a la baja”, con un contenido cada vez más pobre. Y cuando digo nuestro sistema político, no solo me estoy refiriendo a los políticos, sino también al grueso de la ciudadanía.

El tipo de democracia al que estamos derivando, con la desafortunada contribución de las técnicas publicitarias y de gran parte de los medios de comunicación, genera una cultura política cada vez más dominada por la mediocridad. En esta cultura a los líderes políticos se les exige que sean, o al menos que lo parezcan, un fiel reflejo del ciudadano promedio, de modo que este se pueda sentir identificado con ellos. Mientras que, paralelamente, ese ciudadano va siendo modelado –en gran medida con su contribución– hacia unos intereses marcados por la elementalidad. Y es un proceso que se va realimentando. Por ejemplo, las televisiones apuestan por los debates vocingleros y de nulo valor didáctico, y según parece el público se enchufa cada vez más a ellos; los líderes políticos recurren en sus actos electorales a los mensajes mitineros, trufados de simplificaciones y medias verdades, como si el personal fuera estúpido o interesara que lo fuera, y esto apenas se explicita en la agenda de los indignados.

A menudo se oyen advertencias sobre el riesgo de que, fruto de la crisis actual del sistema político y económico, surjan líderes políticos “populistas” que arrastren a la sociedad al desastre. Lo que habría que preguntarse es si, poquito a poco, no estaremos creando entre todos las condiciones idóneas para que acabemos inexorablemente inmersos en un sistema político esencialmente popu

Por tanto, ¿a quién le podría interesar en nuestro sistema político que empezasen a proliferar personas que claramente destacasen sobre los demás y que, además, tuvieran proyección pública? Sería una contradicción de base. Ni a la clase política ni al grueso de la sociedad le interesa, hoy por hoy, que emerjan personajes con un elevado nivel intelectual, capaces de pensar por sí mismos y de discrepar con fundamento de las mayorías. Por eso es más que dudoso que quisieran fomentarlos.

Uno de los mayores logros de la humanidad, en los últimos doscientos años, es haber conseguido que se eleve sustancialmente el nivel educativo del promedio de la población. Pero no parece que se haya conseguido eso mismo con la minoría más capacitada. Cabría incluso dudar de que realmente se haya pretendido.

En realidad, no se trata de generar una actitud específica hacia esa minoría. El tema va mucho más allá. A lo único que habría que aspirar es a que cada persona pudiera desarrollar, sin restricciones, todas las capacidades con las que ha nacido, con independencia de que estas sean más o menos útiles, visibles o valoradas por la sociedad. Uno de los muchos resultados que se obtendrían de hacer las cosas así, es que probablemente surgiesen muchos más genios y personajes brillantes de la talla de los Velázquez, Picasso, Beethoven, García Lorca, Einstein, Nietzsche o Juan de la Cruz, por citar solo algunos,  lo cual nos vendría muy bien al conjunto de la sociedad.

Para ello, no hay otra forma que la de apostar de verdad por las diferencias y la diversidad. Pero, ¿eso sería compatible con el actual paradigma político y social? ¿O tendríamos que empezar a pensar en otro distinto?

8 comentarios

8 Respuestas a “¿APOSTAMOS POR LA IGUALDAD O POR LAS DIFERENCIAS?”

  1. Adam Smith dice:

    Lamentablemente la hipocresía (yo prefiero decir podredumbre) de los intelectuales, especialmente esos que se han atrincherado en las universidades donde viven de privilegios e ingresos públicos, impide una discusión seria de la igualdad como valor comunitario. En la medida en que esos intelectuales se pusieron al servicio de los políticos para ayudarlos a acceder y mantener el poder, sus debates han estado marcados por los intereses de estos políticos.

    En todo caso, la experiencia de muchas actividades humanas nos muestran la imposibilidad de la igualdad de resultados y las serias dificultades para lograr igualdad de oportunidades. El análisis de ambas ideas requiere un espacio y un tiempo que escapa a un comentario a este post. Pero si los lectores quieren pensar por su cuenta estas dos ideas les sugiero que usen este post publicado hoy para dar contexto a su pensamiento

    http://blogs.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/escuela-de-filosofia/2014-05-04/quien-decide-sobre-la-independencia_124000/

    Y si algunos lectores prefieren pensar esas dos ideas en un contexto práctico, les sugiero considerar lo que está ocurriendo en Mondragón y leer este artículo también publicado hoy

    http://www.elconfidencial.com/empresas/2014-05-04/el-cierre-de-fagor-amenaza-la-paz-social-en-el-oasis-cooperativista-de-mondragon_124871/

  2. Lucas Montes dice:

    No entiendo bien esta dicotomía. Cuando hablamos de igualdad en la organización social no podemos tener en mente más que la igualdad de oportunidades que, al decir de M Bunge, es una característica de toda democracia. Todo lo demás es desigualdad porque cada uno somos único en nuestra biología y en nuestra historia y medio. Pero entiendo que la igualdad de oportunidades también es requisito para que cada uno desarrolle sus capacidades (qué podría desarrollar si el medio social/económico me lo impide).
    Por ello me alteró hasta lo más íntimo leer un artículo que escribiera Rajoy cuando era presidente de la diputación (de Pontevedra, supongo) en que al admitir la diversidad biológica (él la llama desigualdad) niega la posibilidad de igualdad de oportunidades. Este lerdo que tenemos por presidente no será uno de los intelectuales de los que habla con tanto resquemor Adam Smith…
    A mi juicio el igualitarismo es una de las ideas fuerza de la izquierda, pero también es uno de sus presupuestos más caducos, pues ignora la diversidad existente por todas partes que no se puede eliminar sin castigar las posibilidades de los excelentes. Por su parte la derecha, aunque lo jure sobre la Biblia, no cree en la igualdad de oportunidades, que es un requisito esencial para la justicia, la equidad y el desarrollo individual. En medio debe estar la virtud…

  3. José María Bravo Borda dice:

    Muy interesante reflexión de Bautista. Bien matizada, tocando los ambitos sociales como son: la economia, la politica y la educación.

    Es evidente que la politica se ha vuelto un juego populista. Una estrategia de identificación con las mayorias. En fin, una democracia electoralista.

    Con respecto a la economia. Es facil percartarse que aquel eslogán electoral: «es la economia, tonto», ha cundido. Vivimos atentos a la prima de riesgo, a los indicadores economicos, al deficit, etc. No importa si se arrastra al desempleo a millones de personas, si la asistencia social se disminuye, si la educación publica se aminora, etc. Lo importante es cumplir los requisitos de ajuste financiero.

    Los factores, anteriormente citados, han empobrecido la educación. Han lanzado a la pobreza a multitud de personas y ha ocasionado que la juventud no tenga esperanza. Que acuda a las drogas, que haya deserción y absentismo escolar.

    Quizas, esto es el igualitarismo del que habla Bautista. Podiamos decir, un «borreguismo», un «populacho» y se han consolidado las «elites». Pero no las «elites» culturales sino las elites del consumo. Las elites de la incultura, incluso del desprecio a la cultura. De idolatría a lo fastuoso, a lo costoso con firma.

    Bautista bien señala que se ha querido encasillar la educación a lo útil, en el sentido de lo utilitario, a lo que da redito economiico. Y en esto se ha basado la desigualdad, en esto si se ha potenciado.

    Efectivamente se debe potenciar la diferencia en lo que el individuo aporta al potenciarse. En aquello que alegra el espiritu, que aquilata la existencia mutua. Lo que, de alguna manera, nos hace eternos y comprometidos con la evolución.

  4. colapso2015 dice:

    Creo estoy “perdiendo el Norte”, no sé si a mi edad es bueno o malo, en esta ocasión parece bueno.

    ¿Igualdad? ¿Qué es eso de la igualdad? ¿Igualdad de oportunidades? ¿Pero qué es eso de la igualdad de oportunidades?

    Todo conceptos vacíos, sin ninguna raíz mínimamente racional.
    Al igual que “estado de derecho“ (no es ni parecido “Common law”, ni de cerca “imperio de la ley”), “E/estado social” y tantos otros,…,estamos rodeados de la aceptación del criterio del experto, hemos perdido la edad de la inteligencia, sumidos estamos en una pluralidad de ignorantes; en los cuales me incluyo. La dinámica de una sociedad tremendamente segmentada, consecuencia obvia de: la división del trabajo + mercado.

    A) Igualdad. Si partimos de la base de la igualdad llegamos a una rápida conclusión*, la igualdad es incapaz de crear UN SISTEMA y solamente puede crear UN RÉGIMEN. La razón es instantánea NO SOMOS IGUALES.

    B) Igualdad de oportunidad**-es. ¿Qué demonios significa eso de “igualdad de oportunidades”?
    ¿Oportunidad para qué? Y es aquí donde la compleción automática juega una mala pasada. La cosa de forma correcta se presentaría de esta forma: Igualdad de oportunidades ECONÓMICAS.
    ¿Acaso la economía es factor de gobierno? Pero acaso no se percatan que el “GRAN PRIX” del diseño sociocultural ya ha marcado aquello válido como FIN y aquello válido como MEDIO.
    ¿Estamos hablando que aquellos se benefician, o lo que es peor, creen se benefician de un estado de cosas van “rescatar” aquellos que la coyuntura social (oportunidad) ha relegado. ¿De qué estamos hablando? Eso no ha pasado nunca ni pasará jamás,….
    Tenga en cuenta alguien pretende obligar a los demás, forzar a los demás a una conducta “buena”, un político, es un tipo sospechoso. La estricta separación de poderes en origen y operación, explota el dilema de varios tipos sospechosos. Tan o más sospechosos que “El príncipe”.

    C) La diferencia. Si partimos de la base de la diferencia llegamos a una rápida conclusión*, la diferencia es incapaz de crear UN SISTEMA y solamente puede crear UN RÉGIMEN. La razón es instantánea, la ley requiere de impersonalidad.

    Tiempo atrás un tipo de texto pintoresco, A. Tocqueville, se sorprendió por la contraposición entre Europa y América, escribió un libro (Democracia en América) en el cual entre las preguntas y las aventuradas respuestas danzó alrededor de muchos de los conceptos relativos al auto-gobierno de la sociedad. Dice muchas cosas, enumera los mismos problemas que hoy padecemos como los problemas de Europa, y habló de la “igualdad de CONDICIONES***”. Que, aunque muchos equiparan a “igualdad de oportunidades”, no trago.

    “Todas las colonias europeas contenían, si no el desarrollo, por lo menos el germen de una completa democracia. Dos causas llevaban a ese resultado: se puede decir que, en general, a su partida de la madre patria, los emigrantes no tenían ninguna idea de superioridad de cualquier género, unos sobre otros. No son por cierto los más felices y poderosos quienes se destierran, y la pobreza, así como la desgracia, son las mejores garantías de igualdad que se conocen entre los hombres. Sucedió, sin embargo, que en varias ocasiones grandes señores pasaron a Norteamérica a consecuencia de querellas políticas o religiosas. Se hicieron allí leyes para establecer en la nueva patria la jerarquía de los rangos, pero pronto se dieron cuenta de que el suelo norteamericano rechazaba absolutamente la aristocracia territorial.”

    Dado que, después de años exprimiendo, quizá inútilmente los sesos (a ratos), he llegado a la conclusión solamente la democracia constituye un sistema de gobierno. Ese SISTEMA, la democracia, constituye un orden racional, no del mundo, sino de los asuntos públicos y su manejo.

    *: Quizá solamente aquellos que hemos perdido el norte evaluamos.
    **: oportunidad.
    (Del lat. opportunĭtas, -ātis).
    1. f. Sazón, coyuntura, conveniencia de tiempo y de lugar.
    2. f. pl. Sección de un comercio en la que se ofrecen artículos a un precio más bajo del que normalmente tienen.

    ***:condición.
    (Del lat. condicĭo, -ōnis).

    1. f. Índole, naturaleza o propiedad de las cosas.
    2. f. Natural, carácter o genio de las personas.
    3. f. Estado, situación especial en que se halla alguien o algo.
    4. f. Constitución primitiva y fundamental de un pueblo.
    5. f. Situación o circunstancia indispensable para la existencia de otra. Para curar enfermos es condición ser médico. El enemigo se rindió sin condiciones.
    6. f. Calidad del nacimiento o estado que se reconocía en los hombres; como el de noble, el de plebeyo, el de libre, el de siervo, etc.
    7. f. Cualidad de noble. Es hombre de condición.
    8. f. Der. Acontecimiento futuro e incierto del que por determinación legal o convencional depende la eficacia inicial o la resolución posterior de ciertos actos jurídicos.
    9. f. Arg. Baile tradicional de salón que ejecutan parejas sueltas e independientes. LA condición.
    10. f. pl. Aptitud o disposición.
    11. f. pl. Circunstancias que afectan a un proceso o al estado de una persona o cosa. En estas condiciones no se puede trabajar. Las condiciones de vida no nos eran favorables.

  5. Paz dice:

    Efectivamente, la igualdad es el pretexto para fomentar…la mediocridad.
    Todas las facilidades a los distintos…por abajo, pero ni agua a los distintos por arriba!

    Esto está mejor explicado aquí:
    ALTAS CAPACIDADES , BAJOS RECURSOS

    Es evidente que, cuando a una persona le cuesta aprender, la ayuden, la pongan en un grupo de refuerzo, la estimulen … ¿Pero has pensado alguna vez lo que ocurre con los niños que tienen una facilidad inusual para aprender? ¿Quién no quisiera entenderlo todo con tal facilidad hasta llegar al punto de sacar un diez sin estudiar y tener tiempo para aburrirse en clase? Dicho así, la vida de un niño con AACC parece genial y muy fácil, pero, si lo analizamos, veremos que ser así es de todo menos sencillo, y menos si el Sistema Educativo no cambia .

    Principalmente, lo que se hace en las escuelas no es aprender. No miden la inteligencia; miden la memoria. Si un alumno se puede pasar el curso sin hacer nada ni escuchar en clase y después puede sacar un sobresaliente en un examen porque ha estudiado a toda prisa, es que algo falla. En los centros generalmente no se tienen en cuenta la creatividad, la imaginación ni las maneras distintas de pensar; lo que se hace es establecer un sistema en el que todos, clasificados simplemente por edad sin tener absolutamente nada más en cuenta, aprendan lo mismo, en el mismo sitio, al mismo tiempo. Da igual si tienen más o menos capacidad. Si tienen dificultades para seguir el ritmo de este sistema, hay dos posibilidades: o piensan que son un fracaso y no hay nada que hacer, o bien los ponen en un grupo de refuerzo , en el cual el ritmo se adecua a las capacidades del alumno. En cambio, si tienen una inusual facilidad para «aprender » lo que ha propuesto el mismo sistema, simplemente piensan » oh, qué bien, que siga como ha hecho hasta ahora» y esperan que vaya hacia adelante solo.

    Pero esto suele ser difícil . El niño con altas capacidades tiene una curiosidad innata por aprender todo, para saber más. Entonces, pregúntate una cosa: ¿qué le pasa a un niño con esta capacidad cuando se encuentra con un sistema que le obliga a hacer todo lo contrario a su naturaleza? No puede desarrollar la creatividad, aprender, crear, imaginar… Simplemente tiene que copiar de la pizarra, saberse de memoria cosas que a la larga no recordará, y con ello puede llegar a terminar los estudios, incluso con buena nota. Sin aprender; sino memorizando . Y esta manera tan rematadamente creativa, original y efectiva de «aprender» lleva al niño a frustrarse.

    Por ello, párate a pensar: ¿es justo que una persona con dificultades para aprender reciba ayuda inmediata por parte del Sistema y, en cambio, un niño con AACC deba adaptarse a la clase normal y no se le preste ninguna tipo de ayuda a menos que sea solicitada? ¿Es justo que la Sanidad Pública se niegue a hacer unas pruebas psicotécnicas a un niño que cree que es superdotado, pero en cambio le hagan gratuitamente a uno que cree que tiene dislexia o TDAH ? ¿Es justo que el Sistema no dude en repetir un curso a un alumno, pero sea casi imposible avanzar de curso ? Ciertamente , el comportamiento del Sistema Educativo en general, y concretamente hacia las personas con AACC, no es justificable . No necesitamos mejorar las escuelas. Debemos reinventarlas para adaptarlas a las necesidades de TODOS los estudiantes .

    Fuente: http://viviendoconsuperdotados.blogspot.com.es/2014/04/entrevista-una-adolescente-que-busca.html

  6. ubaldo de azpiazu del campo dice:

    Un proceso de democratización finaliza con unas elecciones «democráticas» o por el contrario cuando finaliza un largo y dificil proceso de redistribución del poder?
    Si asumimos que el proceso democratizador continua más allá de las elecciones, la democracia para ser efectiva debe conllevar la inclusión y participación política de la mayoría de los ciudadanos. Es casi inmediato pensar que ciertas situaciones socioeconómicas favorecen el funcionamiento de las instituciones democráticas, estas son las que promueven la igualdad social como la distribución del ingreso y la educación.Hay mucho mayor consenso en admitir que la igualdad social es un factor determinante para el establecimiento y mantenimiento de la democracia que al revés ; la democracia no promueve, en sí misma, la igualdad social.

    La instalación de la democracia en varios países de Latinoamérica se produce con unas condiciones socioeconómicas favorables de mayor igualdad social.

    La realidad es que en toda sociedad la mayoría tiene menos riqueza,menos educación, menos prestigio social y en consecuencia menos poder que la élite.

  7. Epicureo dice:

    Todo consiste en hacer lo que no hace este artículo: distinguir bien entre la desigualdad económica y la desigualdad de talento o personalidad.

    Me parece estupendo que el sistema educativo estimule a los estudiantes con más talento, siempre que no sea en detrimento de la mayoría. Porque todos son personas. Y está claro que la única forma de aprovechar el talento al máximo es que haya igualdad de oportunidades.

    El problema es que si se permite que la desigualdad de talentos se traduzca en una gran desigualdad socioeconómica, se acabó la igualdad de oportunidades. Porque si tienes muchísimo dinero puedes comprar para tus hijos una educación mucho mejor que cualquier cosa que pueda ofrecer el sistema público. Y además, los contactos, medios y conocimientos no académicos necesarios para partir siempre con ventaja.

    La única manera de evitarlo es reducir la desigualdad económica al mínimo necesario para servir de incentivo al esfuerzo. Para eso basta (y probablemente sobra) con que el que más gana ingrese diez veces más que el que gana menos. Y, por supuesto, las herencias deben estar gravadas con un fuerte impuesto progresivo (hasta el 90 % en algunos casos); es el impuesto más justo, ya que al fin y al cabo es un dinero que recibes sin habértelo ganado.

    1. John Galt dice:

      No soy de comentar pero tu comentario me ha dejado anonadado. La desigualdad económica viene dada en muchas ocasiones por la desigualdad de talento o personalidad, viene siendo habitual, y es natural, que aquellos más talentosos o con ciertas dotes de personalidad tengan una capacidad diferente o especial para sacar el máximo partido de su potencial y crear un valor añadido para la sociedad, y de paso, para ellos. En el segundo párrafo afirmas: «El problema es que si se permite que la desigualdad de talentos se traduzca en una gran desigualdad socioeconómica, se acabó la igualdad de oportunidades.» Que hacemos, les prohibimos a los talentosos ejercer lo que en ellos es natural para evitar diferencias con los envidiosos? En vez de premiar al virtuoso le castigamos, y de paso premiamos al mediocre, muy bien, eres apto para votar a Podemos. Me hace gracia cuando afirmas que la única manera de evitarlo es reducir la desigualdad económica y hablas de las medidas populistas e injustas de Christian Felber. Que fácil es gestionar el dinero que ganan otros ¿Quien eres tu para decidir sobre el dinero que gana cada uno? cada uno debe obtener lo que se merece, el desvario populista y neocomunista del » exigir según la capacidad y dar según la necesidad» es el más gran agravio hacia la naturaleza del ser humano. Y ya el colmo es lo del impuesto sobre la herencia: o sea me paso toda la vida trabajando y el estado me sustrae de forma coactiva y para fines ajenos a mis intereses individuales el 50% del fruto de mi esfuerzo físico y mental y encima el dinero que me queda, que es mio porque yo me lo he ganado decido dejárselo en herencia a mis hijos y apareces tu que no eres nadie para mi y pretendes repartirlo entre los amigos de lo ajeno que viven parasitariamente del estado, es decir, que potencian que el mismo estado siga haciéndonos trabajar como esclavos la mitad de nuestra vida para que otros vivan a nuestra costa ¿sabes que? ANTES QUEMO MI DINERO. Vete al infierno con tus amigos de Podemos.

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