No hay comunicador que lo cuestione, ni dirigente que no esté dispuesto a pronunciarlo en cuanto pueda. Se ha convertido en un sello que resume convincentemente un propósito hacia el bien común, y que salvaguarda a quien lo maneja de sospecha alguna ante los demás. Basta mencionarlo para despejar las dudas y que una digna aureola de bondad impregne a quien lo pronuncia.
Es un término que siempre llamó la atención desde que se comenzó a usar. Es una de esas palabras que se insertan como coletillas en la forma de hablar, y que se utilizan de manera mecánica dando por supuesto su significado. Se considera como uno de los principios inamovibles que sustentan inequívocamente la esencia de nuestra identidad social. La sociedad del bienestar.
Yendo a lo más usual del término, se está hablando de sociedades en las que la educación y la sanidad son un bien común gratuito y universal, ciertos derechos individuales importantes están garantizados, la opinión de los ciudadanos es tenida en cuenta y las leyes regulan las relaciones generales. Hay, y cabrían, muchas acepciones y variantes, pero sin duda, se está hablando de una «sociedad en la que se está bien» porque estas cuestiones, consideradas básicas, están aseguradas.
Los medios de comunicación, en su ya consolidada estrategia de polarizarse hacia las noticias más escabrosas, y trayéndonos las múltiples incidencias mortales de otras sociedades, y tragedias de diversa índole en cualquier lugar del planeta, por remoto que resulte, es cómo si quisieran decirnos «no te quejes, pues mira como están otros sitios», participando así como un elemento importante de esta escenografía.
Paradójicamente, se observa en el clima social en el que nos movemos, una tensión en los conflictos que son recogidos y registrados, que contradice esta versión benévola del bienestar. Separaciones de pareja fuertemente disruptivas, conflictos escolares frecuentes, extendido estrés laboral, tensiones y agresividad intrafamiliar, bajas en el trabajo por razones de salud psicológica, violencia de género y abusos por doquier.
Los profesionales que trabajan en los medios en los que estas situaciones se producen, alzan su voz mayoritariamente para reclamar más medios, poner en evidencia la escasez de recursos, y así se crea un escenario en el que muy pocos piden una reflexión colectiva sobre lo que está sucediendo, y, en cambio se reivindica una mayor cuota de participación y protagonismo en todo ello.
Si nos atenemos a los datos relativos a la salud psíquica y mental de los usuarios del sistema público de salud, también nos encontramos con una situación que parece contradecir esta realidad de bien estar.
El 40% de los europeos sufre cada año algún tipo de trastorno neuropsiquiátrico según el último informe de Septiembre de 2010 del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología y del Consejo Europeo del Cerebro.
Entre los países con mayor tasa de suicidio, seis pertenecen a la comunidad europea (OMS). La depresión es uno de los primeros trastornos manejados en el primer nivel asistencial, y el consumo de antidepresivos ha superado hace una década al de los antibióticos, siendo el primer medicamento entre la población adulta (18-45 años) en muchas sociedades, estando presente en millones de hogares (Journal of Clinical Psychology). Se calcula que entre un 30 y 60 por ciento de las personas que acuden al sistema sanitario de salud lo hace con algún tipo de anomalía relacionada con la salud mental, como alteraciones psicológicas o sus derivados. El suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes entre los 10 y los 14 años en la Europa comunitaria, y el estrés grave y los problemas adaptativos es la segunda causa de ingreso hospitalario entre esa misma población. Los problemas de salud mental afectan al 20% de la población infantil, y más de un tercio de los atendidos por otras causas presentan sintomatología relacionada con ello. La enfermedad mental en la mayoría de los países europeos es la causa de la mitad del absentismo laboral registrado. Entre los niños de todas las edades, los trastornos relacionados con la salud mental son los que más han crecido porcentualmente en la última década. Por último, un informe reciente de la OCDE indica que casi el 50 por ciento de los pacientes con enfermedades mentales graves y cerca del 70 por ciento de aquellos con un desorden moderado no reciben tratamiento para su enfermedad, por lo que los datos mencionados son casi con total seguridad bastante más altos que los aportados.
Visto todo ello sonroja decir que vivimos en una sociedad que está bien, y preocupa sobremanera que no se incida en mensajes que nos hagan tomar conciencia de la necesidad de abordar el «estado personal» como una cuestión prioritaria entre los ciudadanos. ¿No se nos estarán escamoteando unos datos que es necesario que sepamos? ¿No deberíamos conocer estas situaciones para ayudarnos a reflexionar sobre las causas que podrían estar generando esta notable insatisfacción común, y tratar de abordarla como un objetivo esencial en nuestras vidas? ¿Por qué este desinterés en que no seamos más conscientes de lo que nos está sucediendo, y nos mantengamos en una ficción de autosatisfacción?
Quizá convenga vigilar este malestar, más que seguir persiguiendo un bienestar que parece tan sobredimensionado como ficticio.
(Este artículo se publicó por primera vez el 15 de Enero de 2012)
Este articulo de Carlos Peiro, ¿Bienestar?, me hace remitir, de alguna manera, a los artículos de Bautista y de Sanchez Ludeña.
El concepto de Sociedad de Bienestar se acuño después de la segunda guerra mundial, teniendo en cuenta el malestar social que hizo producir esa Gran Guerra. Por un lado, vinieron las sociedades social-comunistas, con un solo partido político y con una economía que planteaba la igualdad económica y que, no hay que desdeñar, una educación popular generalizada. Por otro lado, una sociedad liberal con un capitalismo-democrático, con unos partidos políticos competitivos, una educación básica y a su vez una «libertad» de enseñanza.
Que ha pasado?. Ha pasado lo que señalaba Sanchez Ludeña, se ha homogenizado el perfil del éxito, en la sociedad capitalista,. Y se burocratizo extremadamente el poder en las sociedades socialistas, en donde la educación permitió, solapadamente, la expresión artistica y cultural con desdeño gubernamental y mal pagada.
Los dos sistemas se «ideologizaron» y están haciendo aguas. En la sociedad «occidental» la riqueza extrema, basada, en buena parte, en la explotación de los países subdesarrollados y en los bajos salarios, ha producido desigualdad social y frustración. Una frustración, podía llamarla de «imagen». Si, hay la «imagen» de una «economía mixta», o sea un capitalismo de libre mercado, con una planificación comunitaria en lo concerniente a la educación y la salud publica.
Cuales son las consecuencias?. Las que señala Peiro. Frustración, en nuestra sociedad, porque se vende la idea de una educación publica pero prosperan, mayoritariamente, los estudiantes de la educación privada. Por,la lógica de la economía de mercado, en donde las empresas de poder son multinacionales piden requisitos de idiomas, de afinidad de valores, en fin de ideología. Para eso se hacen «test psico-tecnicos», etc. Y, por otro lado la educación cultural y artística es un «snobismo social». La pueden practicar los que tienen recursos o los que tienen «la imagen» que la economía de mercado exige,
En las charlas coloquiales se nota la depresión generalizada de no poder consumir lo que se quisiera. La sociedad de bienestar nos ha impuesto «una imagen» que si no cumplimos no somos «nadie». Pero que significa, en nuestras sociedades, Bienestar?. Señor Peiro, usted mismo nos lo dice: «un bienestar que parece tan sobredimensionado como ficticio»
Chorrada tras chorrada. El hombre por naturaleza siempre ha sido melancólico y depresivo, ayer se preocupaba por la caza y hoy por asuntos laborales y cuestiones superficiales. La ciencia avanza y hoy descubrimos miles de afecciones psicóticas que desde luego no nacieron ayer. Evidentemente no contamos con la estadística ni los datos sobre la agresividad en la escuela ni la agresividad interfamiliar que había antaño. No obstante, son hechos que siempre han estado presentes en la historia del hombre y jamás fueron un factor de preocupante hasta la llegada a una sociedad hiperprotectora y gilipollas como la de hoy.
El hombre lleva siglos siendo agresivo en los distintos ámbitos de su vida, ya sea trabajo, familia… No seamos tan inocentes de creer que solo en nuestra sociedad podemos encontrar casos de estrés, ni cualquier otro tipo de anomalía mental. Mucho mayor era la presión y el estrés al que estábamos sometidos en la Edad Media.
La cuestión es que el ser humano relativiza todo y se adapta a todo. Ayer se preocupaba por hacer fuego y hoy su supervivencia depende de conseguir el éxito profesional o esa imagen ficticia e inalcanzable de la que se ha hablado. Realmente nada cambia.
Parece que no has entendido bien el motivo del artículo, Inconforme. No dudo, en absoluto, de que siempre ha habido malestar, violencia y patología, sino que el motivo del artículo es sospechar que habiéndola ahora nos han hecho creer, y creamos, que estamos en una sociedad en la que se está bien, fomentando la pasividad, la docilidad, la hipnosis de un colectivo dormido, autocomplaciente y dependiente. ¿Porqué estamos tan seguros, porqué nos insisten en ello, porqué se nos escamotean los datos que lo desdicen, porqué queremos desesperadamente creérnoslo, y porqué no se nos lee bien a lo que queremos denunciarlo? Mientras se persiga la adaptación como fin, y no el avance evolutivo con sus crisis, con sus dudas, con sus gritos y sus anhelos, seguiremos en ese estado de espera que tanto beneficia a ese Estado que no espera.
No se si quizás este sometido a esta hipnosis de la que hablais, en la que el Estado de bienestar nos sumerge en el país de las maravillas. Pero no estoy de acuerdo con la idea de que estemos viviendo en un mundo fantástico mientras otra fea realidad acecha.
Llevamos apenas medio siglo con este Estado de bienestar, hemos avanzado a un paso exponencial en todos los sentidos, ciencia, derechos, libertades… ¿Por qué nos empeñamos en pedir progresos inmediatos que hasta el momento han costado siglos de espera? Es cierto que hay que patelear, luchar y continuar por que todo continue evolucionando a mejor, pero no es el apocalipsis. Esta sociedad nos ha dado la oportunidad de formarnos, de crear un espiritu crítico y la facilidad para moldearla o acabar con ella. Y con esta crisis actual, que plantea problemas realmente mas serios que la burbuja inmobiliaria, encontramos la perfecta oportunidad para demostrar una vez más de lo que es capaz el hombre. De verdad creo que las cosas tienen que cambiar y que cambiarán, nuestro viaje evolutivo sin duda tiene que continuar.
Me parece muy interesante que el autor del articulo, D. Carlos Peiro, entre en la dinámica de los comentarios. Yo creo, como dice el, que es importante denunciar la «manipulación» de conceptos y «slogans». «Inconforme» habla de la historia, incluso cabría preguntarse, cual historia?. Es evidente que es saludable despertar a la historia, todas las historias. Pero, sobre todo, despertar al hombre, a cada hombre. Peiro habla de la desesperación, de la depresión, del suicidio de los hombres y habla también de su entorno. Quizás, eso es una aproximación a la verdadera historia, a la vida de los hombres. La historia escrita es la historia de las «gestas», de las «virtudes», de los «dioses». Yo le pregunto a «Inconforme» cual era la desesperación del hombre de la Edad Media?. No, no eran «chorradas»,eran vidas humanas. Muchas de ellas mutiladas por decir que la tierra se movía, por sentir la vibración de la vida. Y ahora, cual es la «chorrada»?. Quizás creer que lo importante es expresarse, tener una opinión, prorrumpir con su arte, con su cultura, con su valor humano y no con su «peso en oro y sobre alimentos».
Parece muy grave que los porcentajes de depresión o suicidio, o tratamientos antidepresivos sean tan elevados en las sociedades éstas llamadas del primer mundo, cuando lo normal en cualquier manifestación vital lo normal es eso, continuarla, o lo que es lo mismo..optar por vivir es lo normal, pero el como hacerlo y ver con que prioridades lo hacemos, sería importante a tener en cuenta, sociedades depresivas o suicidas por lo general son sociedades muy deshumamizadas, o lo que corresponde a ello, son sociedades cuya relación humana está basada en asuntos que poco tienen que ver con lo que realmente somos: personas, si nos tratan como transacciones económicas, si sólo somos material para producir, si a cada paso que damos es casi obligado el consumir, si apenas hay tiempo de hablar porque hay demasiadas «obligaciones», si cuando hablamos es desde demasiados Intereses…donde las relaciones normales entre las personas?, donde una mejor comunicación-ausencia de soledades..y menos depresiones?..
Gracias.
Es un tema sobre el que no se habla y una voz de alarma que se debía dar.
Redondo artículo por otra parte.
Trabajo en una farmacia, y además soy joven, con lo que por unas y por otras, me paso el día viendo como la gente de todas las edades y estratos sociales destroza su mente para poder aguantar la ansiedad del día a día.
Orfidal y Lexatin, están en la lista de los 10 primeros fármacos que más se venden, y la lista cuenta con unos 30.000
La Cocaína, que es la droga portadora de felicidad y seguridad personal por excelencia, junto con los porros, que la mayoría utiliza para relajarse y calmar la ansiedad, son las dos drogas que más se consumen y en mi opinión, en un porcentaje de la población mucho mayor de lo que normalmente se afirma.
Me llama poderosamente la atención, que se haga publicidad constante de la cantidad de muertos que se producen todos los años por violencia de genero o por tráfico, y que no se pasen el día con una cantilena como esta.
Creo que es evidente que hay muchos intereses implicados y muchos políticos y farmacéuticos encantados, pero creo que es super infantil y extremadamente simplista, ver a otros como los verdugos de nuestros problemas. ¿Por qué no empezamos por analizar como conseguir que nuestra vida sea más plena y que falla en el planteamiento habitual?
Ha sido muy interesante la diatriba entre Peiró e Inconforme. Por mi parte, suscribo las posiciones de Inconforme ya desde antes de leer sus comentarios. Creo que uno y otro muestran no ya opiniones distintas sino dos maneras de ver la vida y de situarse ante ella. La condición humana es dubitativa, doliente, contradictoria, exigente, inestable, decepcionada y decepcionante, admirable, despreciable, entusiasta, desfalleciente, temible y amable. Eso ya se sabe. Vivimos nuestro tiempo y debemos jugar las cartas que nos han tocado en suerte. Pero creo que hay que jugarlas de verdad y poner a funcionar cada cual su voluntad y sus capacidades, en lugar de acomodarse en una actitud quejumbrosa que siempre ve la culpa en los otros: en el sistema, en los políticos, en la sociedad, en la Historia… De modo que el Estado del Bienestar es una basura que prácticamente nos conduce a la droga o al suicidio. A mi juicio, tales afirmaciones son una verdadera frivolidad. Cómo es posible que quien puede ir al médico para remediar o paliar el dolor, la enfermedad y la agonía; quien ha podido aprender en la escuela y en la universidad conocimientos que le sirven para ganarse la vida; quien disfruta de una pensión cuando la edad no le permite seguir trabajando; quien sale a la calle y está la calle, con transporte público, aeropuerto, tren , calzadas; quien prende la luz, enchufa la lavadora, dispone de un móvil o diez y se comunica por internet a través de su ordenador, su i-phone, su i-pad o su blackberry; quien puede votar en elecciones municipales, autonómicas, europeas y estatales, expresar su opinión en un periódico, en un bar o en un blog… se permita despreciar el mundo en que vive. Tal vez ese sea el verdadero mal de nuestro mundo privilegiado: el ensimismamiento. Justo ahora, cuando, en lugar de consolidar, ampliar y extender el Estado del Bienestar a todo el mundo, estamos empezando a perderlo ¿cómo es que no levantamos la voz a todas horas para defenderlo? Una élite financiera descerebrada y brutal tiene de rodillas a unos gobernantes desorientados o corruptos y a una sociedad aterrorizada, sin criterio y sin liderazgo. Lamento que este blog tan prometedor «otras políticas» no sea utilizado para hacer propuestas de verdad, concretas, ambiciosas,reales y factibles, en lugar de echar balones fuera. A ver si nos arremangamos antes de que sea demasiado tarde y nos toque llorar por lo que ahora despreciamos.
Me parece que estamos bastante de acuerdo Marta, en nuestra forma de ver las cosas pese a tus afirmaciones. La forma que tienes de describir la naturaleza humana me es muy familiar, y me parecen buenas razones de más para cuidarle que para descuidarle.
La cuestión central del artículo no es de quien es la responsabilidad, a diferentes escalas, del malestar individual, que por definición en última instancia siempre es de uno mismo, sino de si nos podemos sentir orgullosos de los que hemos creado entre todos para hacer de la vida un camino de desarrollo. Siento no participar del “buen rollito” colectivo que se destila por doquier, porque a pesar de los avances tecnológicos apreciables y liberadores, seguimos yendo al médico para curarnos de la enfermedad en vez de aprender a estar sanos, vamos a la escuela y a la universidad y salimos ramplones, mediocres y no hemos aprendido a pensar, acabamos jubilados y nos sentimos que no nos dejan aportar lo que podemos ofrecer, vamos a tantos sitios en transporte público o privado y volvemos de ellos sin haber viajado ni cambiado, dispones de energía que te facilita la vida y utilizamos el tiempo para distraerte y entretenerte, no para convocarte y descubrirte en miles de nuevas dimensiones, tienes muchas formas de comunicarte y tus mensajes siguen trasmitiendo ramplonería, frivolidad y chismorreos, puedes votar cada cierto tiempo lo que presentan enlatado y ahí se acabó todo, puedes expresar tu opinión y el pensamiento colectivo dominante te mirará altivo acusándote de quimeras ineficaces, y, sobretodo, disponemos de todo eso con tanta superficialidad que nunca pensamos en que nuestros privilegios están matando de hambre a muchos otros que no tienen nada, y sin sentir que estamos profundamente en deuda con la humanidad entera. Soy de los que me desprendería de algunas de mis prebendas para que esto no sucediera.
También acuerdo contigo en que frente a la complacencia no valga el ensimismamiento, y muchos menos la enfermedad, pero alguna responsabilidad tendremos todos y cada uno de lo que está sucediendo. ¿No? Ese es el sentido de lo escrito.
Gracias, Carlos, por responder a mi comentario, que también era motivado por otras intervenciones sobre tu artículo. Lo cierto es que yo no partcipo del «buen rollito» ni estoy particularmente «tecnologizada» -es más, critico los excesos en este campo. Ahora bien, aplaudo lo que nos ha hecho avanzar en comodidad sin ninguna duda, y la sola idea de ir a la fuente a por agua, a lavar en el río, comer solo gachas, parir puñados de hijos que se mueren o perder todos los dientes antes de los 30 me espeluzna, y no me cabe duda de que semejantes condiciones de vida no me habrían hecho ni más feliz ni más sabia; a mí ni a nadie. La enfermedad no es una entelequia ni siempre culpa nuestra: es real, duele, degrada y mata también a quienes hacemos la vida más sana del mundo. Las comodidades nos dejan tiempo libre para hacer otras cosas que nos producen placer: a unos nos permite leer buenas obras, acudir a excelentes cociertos y operas, viajar o bailar; a otros, ver fútbol, leer revistas de chismorreo o tragarse todo lo que ponen en la tv. En eso consiste la libertad. Y si nos miran altivos los que viven en el error, igual que nosotros miramos también altivamente a los que creemos equivocados, ese es el precio de opinar en libertad: recibir con naturalidad la crítica ajena. Claro que siento responsabilidad individual y colectiva frente a la injusticia que hoy, como ayer y anteayer y seguramente mañana, por desgracia, nos rodea, fuera y dentro de nuestro mundo, como la sienten muchísimas personas a mi alrededor. Complacencia en cambio no es una actitud que cultive, aunque tengo que confesar que me alegro y disfruto en la vida con lo que me proporciona comodidad y placer, sea un aria sublime o un lavaplatos más rápido y silencioso. Me gustaría que del colegio y la facultad o de la enseñanza profesional salieran sólo lumbreras, y salen unas cuantas auque desde luego no todas, pero eso obviamente no es posible, por mucho que se adopten métodos y planes de estudios para «aprender jugando». Sí es cierto que podrían mejorarse muchas cosas en la enseñanza, al igual que en tantos campos, como en toda obra humana, de por sí imperfecta. Me encantaría conocer proyectos al respecto. No voy de «buen rollito», qué horror, claro, no me conoces; ni siquiera me rodea ese ambiente, sino todo lo contrario. Pero tampoco participo en posiciones maximalistas, sobre todo si son sólo detractoras. Hay bastantes personas sensatas, cultas, con sentido crítico e ideas que creen mejorarían las cosas. Supongo que ellos, como yo, actúan sobre su entorno personal y tratan de influir en la sociedad y en los poderes públicos por los medios a su alcance. Para no alargarme más, insisto en que lo que mi comentario pretendía es propugnar la crítica constructiva: ninguna descalificación sin propuestas concretas y ejecutables, ningún problema sin oferta de soluciones,nada de generazaciones, abstraciones o paraísos imaginarios. Mejor, espíritu constructivo.
Vivimos, como claramente define Carlos, en una sociedad enferma. Enferma físicamente, solo que los medicamentos impiden notar el dolor, y enferma mentalmente porque diariamente ha de afrontar contradicciones insolubles:¿cómo puede armonizar una madre su jornada de 8 horas con el hecho de tener que alimentar a un recién nacido? No puede, los recién nacidos son abandonados por sus propias madres a los tres mese de edad, cuando se acaba la baja. Y se abandonan a personas que no se conocen de nada, hala, ahí, todo el día, con la cuidadora de turno… ¿Cómo se come esto?¿cómo? Pues no se come, se traga. Y ese es el problema: que no nos negamos a tragar. Tragamos, tragamos y tragamos porque TENEMOS MIEDO a que nos echen del trabajo,sí de nuestro trabajo de teleoperadora o de cajera o de oficinista. Y sacrificamos no solo salud mental, vendiendo, como dice Raúl, nuestra vida a precio de pelo de p**a por esa ***rda de trabajo, sino que sacrificamos también la de quienes confiaron en nosotros para venir a este mundo. Cierto, otros países viven peor, pero eso solo hace la contradicción más insufrible. ¿Quieres propuestas de verdad? Deja tu trabajo, recoje a tu hijo de la guardería, y empecemos a vivir acorde a nuestras necesidades, que son muchas menos de los que se nos dice por la tele.
Por alusiones, debo contestar a Elihayu. Su propuesta para esta «sociedad enferma» es que yo deje el trabajo, recoja a mi hijo y viva acorde con mis necesidades, que son menos que las que dice la tele. Esto último no lo sé, porque «la tele» no marca mis necesidades. Sí sé que difícilmente se puede cuidar a un hijo si no se trabaja para alimentarlo y darle cobijo. Quizá es que el lema de Elihayu es «la mujer con la pata quebrada y en casa» y si sale, bien tapada,porque lo de traer el sustento es cometido masculino. O quizá es que yo no alcanzo a entender el lenguaje «profético». Más bien creo que cada cual debe ocuparse de sus asuntos privados en lugar de pontificar sobre los ajenos. Seguro que habrá mejores proyectos que esta salida de tono arcaica.
Estoy de acuerdo en eso llamado ensimismamiento de estas socidades llamadas del primer mundo,el mirarse únicamente el ombligo nunca fué bueno; Que estamos en manos de unos alucinados psicopatéticos cómo por hay por las alturas que de lo único de lo que hablan es de dinero y de cuentas de resultados como si fuera lo único a tener en cuenta en nuestras vidas,está claro;antiguamente y no tanto, nos metían por donde fuera el asunto este el de las religiones: que si la virgen parió a Jesús, que si el padre era humilde y carpintero, que fue perseguido y muerto en la cruz..vamos!!, que había que saberlo sí o sí..a beneficio cómo no de los eclesiasticos y sus compinches; Hoy, es con todo aquello que tenga que ver con eso llamado «dinero», hay una ingenería financiera muy pensada a nivel mundial que está dando lugar a lo que ocurre ahora y ocurrirá mas adelante en esos países llamados emergentes; Que no nos falta de nada, parece..perooo, a BENEFICIO DE QUIÉN?..y tengamos o no tengamos cosas materiales- nos dejen opinar?..faltaría más lo contrario, quién tiene tiempo para conversar una tarde o noche entera con alguién sin pensar que igual se le va la vida en ello..o va a tener algún tipo de pérdida..dineraria-de tiempo?;tengamos una y mil cosas, para qué?..igual se puede pasar con mucho menos, igual es EXCESIVO todo lo que poseemos, y peor si encima estamos infelices o insatisfechos; Creo, que, simplemente si nos permiten o nos atreviéramos a vivir como queremos REALMENTE, lo pasaríamos algo mejor, lo del médico estaría mas lejano-la farmacia a ser posible ni verla, y nos encontraríamos de mejor ánimo..con lo cual, para que poseer o tener o desear que se quiere de todo..vivamos! que esto es un pequeño VIAJE que nos han regalado..del cual no volvemos, del cual no se debe desperdiciar a ser posible ni un sólo segundo en pasarlo mal..por difícil que parezca en algunas ocasiones.
¿quieres soluciones prácticas Marta?
¿quieres «profesionales» con «conocimiento» ante esa enfermedad Manu?
No siento en absoluto decir rotundamente que los métodos no valen.
En el caso de Marta, directamente niega los datos objetivos de las sociedades del «bienestar», pero son obvios, y cuando nosotros no habíamos alcanzado aún ese rozado bienestar que apenas hemos olido, los otros, los que sí lo tuvieron, se mataban a bandadas.
Es eso lo que convendría analizar, porque efectivamente el mal llamado bienestar poco tiene que ver con el «buen ser».
Nos queremos morir pero sólo agonizamos como niños chicos buscando atención, niños dependientes de mamá estado, y mamá estado es una falacia conseguida a través de la desestabilización de otros pueblos, que pobres de ellos, cuando los vemos un minuto por la tele … qué molesto, porque nos cortan «el buen rollito».
Particularmente, me importan un bledo los lavavajillas silenciosos o los molinillos de café eléctricos, porque adoro molerlo con el molinillo de manivelas rojo de mi abuela, con el cual elijo el grosor de los granos y a la vez voy oliéndolo y me invento sus ritmos y además la evoco, y me llega el olor de sus pestiños.. y seguiría pero se que es difícil que se me entienda.
Y a Manu Oquendo, de igual modo le diré que recelo mucho de los profesionales, pero aquí esta novata, cuando preguntaste, se acordó de un pequeño e inmenso verso que -problemente escrito para la amante- como lo transmitió directamente el alma, es uno de mis mejores antídotos contra la depresión.
Es tan sencillo que sólo debe leerse literalmente.
Y puede cantarse, claro, porque en cada momento te saldrá una musiquilla:
«Tu vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, te arrancas auroras, triunfos, colores, alegrías
es tu música
La Vida es lo que tu tocas»….
…
Y aquí está el truquillo:
«Porque has vuelto los misterios del revés
Y tus enigmas, los que nunca entenderás
son esas cosas tan claras
la arena donde te tiendes
la marcha de tu reló
y el tierno cuerpo rosado que te encuentras en tu espejo cada día al despertar
y es el tuyo,
los prodigios que están descifrados ya…»
Terapeuta:
Don Pedro Salinas,»La voz a tí debida»
Puro, claro, venido del siempre.