Burocracia

Hay muchas palabras que comparten el lexema griego -cracia (teocracia, plutocracia, talasocracia, democracia… ) y todas tienen que ver con el poder y con el gobierno. Así, lo mismo que se habla del gobierno de las élites, el pueblo o los sacerdotes, también podemos referirnos al gobierno de las oficinas o de los funcionarios.

De hecho, la burocracia es una de las formas de gobierno más antiguas y persistentes. Ningún imperio ha podido sostenerse sin ella. Y, en muchos de ellos, los burócratas han sido, y son, una clase privilegiada. La clase de los organizadores, siendo el resto los organizados. Al igual que sucedía con los sacerdotes en el Antiguo Egipto, los burócratas son los especialistas que poseen los secretos de la Administración y los que únicamente pueden ejercerla.

En la historia reciente, si hubiera que buscar un referente de la burocracia moderna sería la Prusia de Federico II el Grande, quien se consideraba a sí mismo como “el primer funcionario del reino”, la cúspide de la pirámide de organización y disciplina del gobierno prusiano. Conviene recordar que los dos grandes apologistas del Estado, Hegel y Max Weber, proceden de Prusia.

Según Weber, la burocracia es la forma de organización y administración más racional y eficiente de todas las posibles. Y esto se consigue gracias a la división de tareas, la supervisión jerárquica y detalladas reglas y normativas. El aparato administrativo de basa en cargos que se crean para una misión concreta, a los que se accede mediante un sistema meritocrático. Los funcionarios superiores controlan a los de menor rango y cada administrador actúa dentro del ámbito de su competencia.

Esta forma de proceder, racional y jerárquica, recuerda mucho a las ideas tayloristas sobre la división del trabajo y el reparto de funciones. Y también a la descripción que todavía se hace de los organismos y los niveles de organización de la naturaleza.

Dentro de la Administración también se habla de organizaciones, organismos y órganos administrativos; siguiendo la misma lógica con la que suele concebirse el cuerpo humano, la de un conjunto de piezas cada una con una función que operan en conjunto para alcanzar el resultado final, que en un caso es gobernar y en el otro vivir.

Aunque la organización que impone el burócrata tiene muy poco de orgánica. Al contrario de las organizaciones, los organismos son anárquicos, esto es, no hay un órgano que ejerza exclusivamente el poder sino que lo tienen todos. No es el cerebro el que toma las decisiones, sino que todo el organismo se supedita en cada momento al órgano que en ese momento es el rector. De ahí que los organismos sean más ágiles y flexibles en sus respuestas.

La lógica de los organismos no es la misma que la de las organizaciones; entre otras cosas porque los organismos no se rigen por la racionalidad sino por la inteligencia. Los organismos son complejos y las organizaciones están concebidas para simplificar, aunque lo que suelen conseguir es añadir complicación. En muchas situaciones, con la burocracia se consigue multiplicar las horas, los recursos y los gastos necesarios para realizar un trabajo.

los organismos no se rigen por la racionalidad sino por la inteligencia.

Siguiendo con el simil orgánico, para sobrevivir la burocracia se tiene que reproducir. Tiene que crecer y para ello acaparar un número mayor de competencias o inventar necesidades y empleos para cubrirlas. Así, un médico de familia dedica más tiempo a introducir datos en un ordenador que a atender a sus pacientes o un profesor emplea más horas en cumplimentar el papeleo oficial que se le exige que en preparar sus clases. Y así podríamos seguir poniendo ejemplos.  Porque hay un mundo real y un mundo administrado, que solo existe en los papeles.

hay un mundo real y un mundo administrado, que solo existe en los papeles.

Frente a la larga lista de las virtudes y los beneficios que proporciona la burocracia se puede presentar otra lista igualmente larga de sus vicios y sus perjuicios. La burocracia desempeña ciertas funciones que son necesarias e indispensables para el funcionamiento social, pero también lleva a cabo otras que impiden que este funcionamiento sea de otra manera. Igual que sucede con el Estado, la burocracia protege a la sociedad pero también la oprime.

Volviendo a Max Weber, es la aplicación racional de la técnica lo que hace superior a la burocracia. Pero su aplicación, como la de todas las técnicas, está contaminada por la política; aunque puede que suceda a la inversa, que sea la burocracia la que condicione la política. Un gobierno difícilmente se mantiene si no tiene de su parte a los funcionarios.

En cualquier caso, la burocracia siempre favorece al statu quo y está concebida para mantenerlo. De ahí que la condición de funcionario sea vitalicia. Es decir, nunca favorece los cambios sino que los limita.

Esto no impide que cada funcionario por separado esté realizando lo mejor posible su trabajo y  tenga intención de mejorar las cosas, aunque la maquinaria en la que está inmerso ofrece pocas oportunidades para la creatividad. Es el precio que hay que pagar por obtener seguridad.

Un comentario

Una respuesta para “Burocracia”

  1. Paco dice:

    La palabra burocracia se asocia hoy en día a lentitud administrativa, a exceso de trámites innecesarios y al funcionariado. La palabra está claramente denostada y se emplea para criticar cualquier funcionamiento poco eficiente de una entidad o empresa, aunque sea privada.

    Por ello a cualquier persona que le preguntemos actualmente sobre este término le sorprendería enormemente la citada frase de Weber de “la burocracia es la forma de organización y administración más racional y eficiente de todas las posibles.”

    Más allá de la connotación que tenga actualmente la palabra lo que está en juego es la organización de la administración del Estado en la que conceptos como la división y organización jerarquizada del trabajo y a meritocracia son elementos importantes.

    Un tema relacionado con la administración del Estado y la burocracia es el del puesto vitalicio de los funcionarios. La pertenencia de por vida al puesto de trabajo se introdujo, entre otras cosas, por la necesidad de una continuidad en los cuerpos técnicos y administrativos del Estado y para evitar lo que se producía (y se produce) en algunos países de que, cada vez que cambia el gobierno, se renueva una parte importante del funcionariado poniendo en estas funciones a amigos o personas afines ideológicamente. Están claros los males de este sistema: nepotismo, dependencia del funcionario de los políticos que le han puesto, falta de visión y planificación de futuro, etc.

    No obstante el sistema actual tiene entre sus falencias la rigidez de este derecho vitalicio que elimina en gran medida el interés por una mejora en la eficacia del sistema. Salvo honrosas excepciones la administración se caracteriza por su poco rendimiento comparada con las empresas privadas y se le acusa de burocrática.

    ¿Qué habría que hacer para conseguir las ventajas de los dos sistemas? No tengo la solución pero esto abre un debate interesante. La mejora del funcionariado podría venir por introducir elementos de flexibilidad en la retribución y en la carrera profesional. No obstante tiene que ser un hueso duro de roer porque varios gobiernos se han propuesto hacer cambios en la función pública y casi no ha habido avances.

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