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Resulta que la paz aburre, y la tragedia entretiene, como ha descrito con acierto en El País el Profesor Moreno Luzón en relación con la historia de la construcción europea. Una moraleja que quizás no sorprenda a todo lector del Marqués de Sade, pero mientras Victor Hugo, Kant u Ortega y Gasset entre otros tiemblan en sus tumbas.

Cierto es que, cada año, una parte del currículo de Historia en el colegio queda en paréntesis. ¿El profesor interesado en dar la historia de la integración europea? Una anomalía. «Este tema lo damos rápido cuando hayamos acabado el resto del temario». Un temario que, por nuestra historia, rima con guerra, tragedia, genocidio y horror. «Este tema lo vemos por encima, en un par de días».

El resultado es que sabemos pintar una legión entera de mortíferos aviones cóndor, pero pocos saben qué es lo que se conmemora cada 9 de mayo. La tragedia del siglo pasado despertaría más interés que la historia de la integración europea. Esta sería demasiado aburrida para los alumnos.

¿Aburrida? ¿No será que no saben contárnosla? ¿No será que no saben contar cómo las armas se nos cayeron de los brazos o cómo esos políticos encorbatados que no les hipnotizan en sus libros de historia, hipnotizaron a toda una tripulación europea para cambiar el rumbo de un continente inundado de sangre desde que comenzó su historia?

Quizás fuera mejor si, yendo más allá del frío arquetipo bruselense que se proyecta de la Unión Europea, los profesores contaran a sus alumnos que Victor Hugo no es solo el autor del libro que inspira la película y el musical Los Miserables, sino que habló ya en 1849 de los Estados Unidos de Europa (“¡Un día vendrá en el que las armas se os caigan de los brazos, a vosotros también!”). Y que cuando les hablen, porque probablemente no les hablan, de Jean Monnet les cuenten la aventura vital de este francés, sin estudios superiores pero arquitecto de la construcción europea, al que algunos consideran espía norteamericano, que aprendió el oficio de comerciante en la City londinense, trabajó para los aliados en la Primera Guerra Mundial, se hizo funcionario de la Sociedad de Naciones e intentó convencer a los franceses de aceptar el ofrecimiento de Churchill para crear un Gobierno y un Parlamento conjunto franco-británico antes de la rendición de Francia a Hitler. Un Jean Monnet que tras ser el primer presidente de la Alta Autoridad del Carbón y del Acero volvió a su labor de ideólogo europeo y acabó sus días retornando a su tierra de Cognac, de la que salió para aprender a vender el producto de sus bodegas familiares en la City.

Quizás podrían contar el baile de nacionalidades de Schumann, al ritmo del dibujo de las cambiantes fronteras europeas por las guerras. O hablarles de la Resistencia de Mansholt o de la fortaleza de Simone Veil ante la pesadilla nazi. Todos ellos no son más que ecos de intelectuales milenarios.

Será que en los colegios no nos cuentan que la integración europea va más allá de un apretón de manos entre generales de guerra. Será que no cuentan que el caer de los muros y fronteras desde los Pirineos hasta Berlín constituyó toda una revolución que hizo temblar a un continente.

Si el himno no retruena y la bandera raramente ondea, será porque los tiempos de patrias de nailon y cánticos excluyentes se nos empiezan a quedar pequeños.

Será, sobre todo, que no nos cuentan que el desenlace de esta historia queda aún por escribirse, que muchas de sus páginas siguen vírgenes. Que duras críticas de este cuento quedan por ser escuchadas, que faltan muros por tumbar. Que quedan demasiadas armas por caer de nuestros brazos, que quedan manos que extender y, hoy más que nunca, en nuestros suelos y nuestros mares quedan tragedias a las que debemos mirar de frente y conflictos que evitar.

Hoy nos encontramos ante una encrucijada: elegir la tragedia que nos es ya conocida, o coger la pluma y cambiarle la moraleja al cuento. Gran parte de esta tarea recaerá en los hombros de todos nosotros y nosotras que aún estamos en las aulas. Muchos profesores y muchas profesoras nos han enseñado a mirar al horizonte. Nos han repetido que nuestra mirada no debe, ni puede, pararse ante muros, sino que debe reconocer que nuestra solidaridad, fraternidad, humanidad debería cruzar mares y fronteras.

Yo he tenido que esperar a la Universidad para que algunos profesores me leyesen el cuento europeo con tanto entusiasmo como me leyeron el del Imperio en el que no se ponía el Sol, o el de la Revolución Francesa. Quizás no vendría mal recordar que todos somos participes de la historia, y que para que sea fascinante esta no tiene por qué rimar con tragedia.

Escribirla es labor de discípulo, pero enseñarla es labor de maestro.

6 comentarios

6 Respuestas a “Carta abierta a un Profesor de Historia”

  1. Alicia dice:

    En cuanto a Simone Veil, todo mi respeto por haber sido víctima del nazismo, respeto que igualmente merece todo aquel que ha sido víctima de cualquier tropelía. Pero me pregunto si los no nacidos por causa de la despenalización del aborto aprobada por ella no merecen también ser considerados víctimas.
    Las feministas, y más las abortistas, dirán que no.
    ¿Cuál es la Historia que, con todos sus matices y al margen de opiniones, debería escribirse?
    Siempre habrá buenos y malos, dependiendo de quién y de cómo la cuente.

  2. O'farrill dice:

    Dicho de otra forma: lo normal no es noticia y, por lo tanto, está excluído del «scoop» mediático.
    La Historia en definitiva es el relato que justifica lo que somos y porqué lo somos. El problema es que el «relato» puede narrarse, enseñarse o escribirse «con» o «sin» renglones torcidos interesados. La Historia de Europa, como la de otros muchos continentes, se ha hecho más a golpe de cañón que a golpe de pluma o de ideas. Menos si no han sido producidas por el «líder» político de turno con un carisma más o menos artificioso. El proceso de gestación de la UE a partir de las ideas del funcionario Jean Monnet, debe hacernos reflexionar sobre toda la parafernalia estructural actual, donde Europa dejó de ser un «proyecto de los ciudadanos» para convertirse en un «sistema» ajeno a ellos (aunque lo tengan que pagar). No sólo los británicos se han apercibido de eso, empiezan a sonar de nuevo en variados puntos de su geografía.
    En cuanto a la enseñanza o aprendizaje de la Historia. Lo estamos viendo como se retuerce el relato a conveniencia, hasta el punto de resultar menos interesante que una vulgar serie televisiva. Llevo hablando de Historia, Geografía, Literatura, etc. con mi hija desde el comienzo de su escolaridad, al comprobar que lo «útil» se ha reducido a saber tocar una tecla de GPS para saber donde ir a tomar copas. Lo demás no importa, como me confesó uno de sus profesores de primaria cuando veía que no se enseñaba siquiera a leer y escrbir: «para eso está el ordenador» fue su explicación.
    Por eso ya quedan pocos «maestros» y demasiados «profes» que no saben siquiera lo que pasó en España en el siglo XX (cobrando bien a pesar de eso o… ¿precisamente por eso?) No, mi estimada amiga. El conocimiento no está de moda más allá de las RR.SS. o la TV. Nos están formando en la obediencia ignorante, en la seguridad cobarde y en el sometimiento resignado. Un saludo.

  3. Paz dice:

    Una de las cosas positiva del «pruses» es que me he acercado a la historia de España y he descubierto que las cosas no son exactamente como nos las han contado. No que sea mentira, pero no es la verdad. Aprendemos lo que alguien, con el criterio de ingleses y franceses, entre otros, han decidido que figure en los libros. El libro sobre la leyenda negra de Elvira Roca Barea me ha servido de percha para buscar la verdad sobre España, sobre las Españas, sobre una vision del mundo que no era tan oscura como nos han hecho creer, como aquello de protestantes buenos y listos, catolicos ignorantes y malos. Es asombroso todo el valor del imperio español, imperio creador y no depredador como los imperios con mejor reputacion a pesar de las barbaridades perpetradas.
    Y en la actual situacion, buscare mas libros sobre el siglo XIX, que creo que nos dara pistas de lo que esta pasando ahora.
    Intentare transmitirlo a mis hijos a medida que llegue el momento, y que busquen la Verdad en la historia que es lo que nos puede ayudar a evitar errores.
    Todo esta en los libros. Los maestros os guian y ayudan a elegir los mejores en cada momento.

    Alicia, eso mismo pense yo de Simone Veil. El haber sido victima no te hace ser un verdugo digno.

  4. pasmao dice:

    Doña Araceli

    Coincido con O´farrill en muchos de sus puntos.

    Símplemente recordar que si la CEE funcionó es porque a terceros les interesaba que funcionase, no le adjudiquen el mérito romantico Monet.. recuerden que la Rusia soviética en 1945 era un potencia temible que se habría comido con patatas Uropa de no ser que temiera mas a los USA y sus bombas atómicas en Japón.

    Pero antes o después con una Uropa divida, habría caido: Si se consolidó la CECA fue porque había que dotar de economías de escala supranacionales a Uropa para poder afrontar una carrera de cañones y mantequilla que no pudiera ser batida por los del otro lado del muro.

    La socialdemocracia convenció a los curritos Uropeos de que merecía la pena pertenecer y luchar por éste lado del muro. No tenía mucho de de hambre de libertad per se, si no la consolidación de un estatus económico en los curritos que contrapuesto a la las miserias soviéticas desalentaba a las izquierdas extemas.

    Y la historia de la socialdemocracia, hija putativa de la democracia cristiana, es la historia de esa CEE.

    Lo posterior, la interferencia USA para cargarse el primer asomo de lucha por una libertad real con De Gaulle y la V Republica, el obligar a los franceses a tolerear la entrada de UK que tampoco quería entrar es sintomático de los tiempos de entonces y de quien mandaba y cómo mandaba. (o sea la NATO, esa organizacion que Doña Araceli ha olvidado mencionar)

    El fin vino de la mano de la caida del muro y del diseño desde USA de cómo cargarse Yugoeslavia para tener el knowhow de cómo cargarse la URSS. Para ello contó con la decidida ayuda de los alemanes, mas brutos ni hechos de encargo.

    La guerra en los Balcanes fue el fin de Uropa.

    Una Uropa unida y que fuera una potencia económica no interesaba, ni interesa a los que mandan. La Globalización se ha hecho mientras se dopaba a Uropa con deuda para que no notase su pérdida de músculo.

    La desindustrialización de España y el expolio a que sido sometida España desde Uropa por la NATO (1982) y CEE (1986) son obvias. La creencia de que previamente España no estaba o no pintaba en Uropa es cuento que ha venido muy bien para colgarse medallas mercenarias.

    Se sobrevalora Uropa, y sobre todo la Uropa actual.

    Para colmo nuestros políticos (apoyados por Uropa) se han especialeizado en intentar «resolver» cualquier problema derivándolo o pasándolo por Uropa. Lo que ha contribuido aún mas a que debamos aún mas favores a quienes no tienen precisamente ninguna simpatía por la herencia y cultura española, y/o portuguesa.

    Un cordial saludo

  5. O'farrill dice:

    El anterior comentario de «Pasmao», viene a desmontar gran parte de la «mitología» europea diseñada y confeccionada desde el otro lado del Atlántico, tal como ha ocurrido con gran parte de los conflictos repartidos a lo largo y ancho de la geografía. «El gran tablero mundial» de Zbigniew Brzezinski puede ser una buena pista. También hay que repasar la enorme influencia de Kissinger (que aún continúa) y las «trilaterales» u otras organizaciones (como el Bildeberg Club), fundaciones, etc. que vienen dedicando mucho tiempo y dinero a estas tareas. Efectivamente, todos han contribuído a «dopar» con deuda pública a los estados-nación bajo el otro «mito-mantra» del «estado de bienestar».
    Mi aplauso porque no os conformemos con el «relato» impuesto, sino que nos cuestionemos (una posición muy liberal o de librepensador) todos aquellos artificios (las sombras de la caverna platoniana) con que nos adormecen. Recuerdo ese gran poema de León Felipe, musicado por «Aguaviva»: «La cuna del hombre la mecen con cuentos…..» Merece la pena sacar entre tanta basura tecnológica (hecha de cuentos) los viejos textos arrumbados en ese rincón oscuro de la memoria de poetas, filósofos y pensadores y enseñarlos en las aulas, estimada Araceli. Animo. Mi más cordial saludo.

  6. Manu Oquendo dice:

    Tengo que decir que esta UE no me gusta y que en absoluto la tengo por un proyecto deseable para mis hijos y para mis nietos.
    Las razones son complejas y numerosas.
    Pero si tuviera que resumirlas diría que no quiero un proyecto forzado por gente y grupos de interés ocultos o secretos.
    No quiero un proyecto construido para ser el muro de uno de las vencedores de la II Guerra Mundial contra el otro vencedor, la URSS.
    Un proyecto que hoy tiene todas las trazas de ser ya un proyecto totalitario, y en muchos sentidos colonial, disfrazado y plagado de trágalas ideológicos en contra de la mayoría de la población. Por ejemplo, una ideología de género impuesta de modo totalitario y con nocturnidad por lobbies escondidos y por gobiernos cuyas políticas nos han llevado al colapso económico y vital con engaños para ahora terminar el trabajo a golpe de eutanasia y abortos mientras nos sustituyen por otros «demos» que hoy les convienen más.

    Un Proyecto que se descojona, –literalmente–, del voto negativo en el 2005 de los ciudadanos holandeses y franceses a la Constitución Europea y que nos lo meten por la puerta trasera del Tratado de Lisboa en el que, por cierto, los poderes «ocultos» se niegan a reconocer en dicho tratado las Raíces Cristianas de Europa y que, no contentos con dicho fraude, equiparan las «Sociedades Filosóficas» a las Religiones Judeo-Cristianas con más de 2000 años de Historia Europea. Cada día está todo mucho más «claro».

    Hay muchas más razones que son evidentes e indiscutibles si se habla en Verdad. Algo que Europa ha olvidado hace mucho tiempo.

    Mi conclusión de español y de europeo es que esta Europa debe cerrar su ya excesivamente larga vida. No interesa porque realmente no trabaja para nosotros sino para nuestros amos y para nuestros enemigos que ya están dentro de nuestras instituciones y no precisamente por el voto.

    Recuerden que ya hay ejércitos europeos –por ejemplo, la Bundeswehr– que ya contemplan un escenarios estratégico en el cual, para 2040, la UE ha dejado de existir. Y que España es, de largo, el país más europeísta de esta UE. Lo cual debiera hacernos reflexionar seriamente porque ni somos más listos que los demás ni nuestros gobernantes dan señales de serlo ni de trabajar para nosotros antes que para ellos y sus miserables egoísmos.

    Gracias y un saludo cordial

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