
Va para todo un año que el Covid-19 habita entre nosotros. A todos los niveles esto ha supuesto unas modificaciones sustanciales que de diferente manera nos han afectado a todos, a nivel planetario, como no podía ser de otra manera, pues lo han sido la mayoría de las cuestiones importantes que se han desarrollado desde hace más de un siglo (guerras, globalización económica, terrorismo, comercio, etc.).
“Forma parte del acervo histórico de las civilizaciones, que es otra manera de llamar al “subconsciente colectivo”.
Desde el shock inicial, cuando el dichoso virus saltó sin freno las fronteras de los países que nos consideramos seguros, controlados e invulnerables, para atacar a los ciudadanos impertérritos, se han ido sucediendo acontecimientos que han desbaratado el estatus quo de nuestras formas y estilos de vida, para afrontar una realidad desconocida en nuestra cotidianeidad, pero que forma parte del acervo histórico de las civilizaciones, que es otra manera de llamar al “subconsciente colectivo”.
“Ataca a las poblaciones independientemente de credo, raza, religión o ideología…”
Dantesco ha sido –y sigue siendo– lo que ha pasado en las residencias de ancianos (según la PNL, antiguamente asilos). Apocalíptico en cuanto a cómo se han ido produciendo las infecciones, la saturación de los hospitales, centros de salud, UCI y hospitales de campaña (según la PNL, antiguamente, de guerra). Genocidio por el número de muertos, afectados, heridos, convalecientes, etc., y lo que aún parece que nos queda. Pandémico al tratarse de una epidemia generalizada, que ataca a las poblaciones independientemente de credo, raza, religión o ideología, y hasta los que simplemente pasaban por allí para ir a comprar porras o churros…
Se ve que los agoreros del 2012, que nos llenaron de malos augurios aquel año, y que se prepararon para lo peor, han errado en ocho años, que es una minucia si lo comparamos con previsiones hechas en términos milenarios, pero que funestamente al parecer se están llevado el gato al agua.
“Tragar pasivamente y recelar activamente en un solo acto de deglución y pensamiento simultáneos”.
Para los investigadores sociales, lo que está ocurriendo a nivel general, es una amplísima muestra de los entresijos más oscuros y activos de las sociedades que poblamos, entre la que destaca, en mi opinión, esa doble realidad paradójica de obediencia al Poder al tiempo que una seria desconfianza hacia él. Tragar pasivamente y recelar activamente en un solo acto de deglución y pensamiento simultáneos.
Desde la Psicología General, es bien sabido que las situaciones que son susceptibles de atentar contra nuestra existencia tienen un efecto múltiple de generar traumas y de levantar sospechas al unísono, incluso en actos abiertamente accidentales o azarosos. Si lo primero supone un soberano impacto emocional, lo segundo desata una suspicacia galopante que pone en jaque nada menos que al constructo racional en el que se asienta el mundo occidental.
“…el Poder, es decir lo que ahora es la Razón Social que pretende colarnos un Ministerio…”
El paso de la suspicacia a la sospecha, y de esta a una certeza relativa suele ser rápido y sencillo, pese al carácter supersticioso que tienen estos pensamientos para la razón. Estas sospechas se tildan como teorías conspirativas o paranoias, de una manera desconsiderada y despectiva, pero es el recurso principal que tenemos los humanos cuando nos sentimos mortalmente expuestos e indefensos.
Las habrá simples, generalizadoras, absurdas e infantiles, de hecho son la gran mayoría, y en estos tiempos en los que la comunicación cibernética no tiene un control claro, el Poder, es decir lo que ahora es la Razón Social que pretende colarnos un Ministerio –siempre por nuestro bien–, empieza a ponerse muy nervioso.
Buscar razones, explicaciones y motivos es consustancial a nuestro existir. Una actividad que es la base de los avances científicos a pesar de lo disparatado de las propuestas que se realicen y lo inusitadas que sean. Por ejemplo, los tres grandes “popes” del pensamiento humano y científico en las que se asientan nuestras verdades actuales, Freud, Marx y Darwin utilizaron este tipo de propuestas.
“Marx desarrolló toda una tesis sobre la conspiración de las clases dirigentes para el manejo del capital”.
Freud demostró unas razones subconscientes que explicaran las anomalías del comportamiento humano, una conspiración del “alma humana” contra la estructura psíquica racional que debería controlarlo todo. Marx desarrolló toda una tesis sobre la conspiración de las clases dirigentes para el manejo del capital, el control de los medios de producción y el manejo de las plusvalías para hacer prevalecer el naciente capitalismo. Darwin sospechó que había una conexión implícita en todas las especies que hacía prevalecer a los sujetos más fuertes de cada una, para garantizarlas adaptándose a las condiciones y propiciando su evolución posterior, hasta la cúspide humana.
Total, estos tres conspiranoicos en los tiempos que corren deberían estar en la cárcel.
El pensamiento humano más o menos elaborado es una de las señas de identidad de nuestra libertad. Cuando se quiere constreñir a una especie de pensamiento oficial establecido desde un sector social (los gobiernos y los partidos lo son), esa libertad se resiente en mayor o menor medida y surge -afortunadamente- otra facultad humana: la rebeldía, el cuestionamiento de lo que se nos quiere inocular a través de las muchas vías de comunicación, información o adoctrinamiento. De la pura y dura propaganda en favor (de quien la maneja) o en contra (de quien se atreve a disentir).
En el «mundo feliz» de Huxley se identifica una sociedad compuesta de básicamente dos tipos sociales: los que mandan (Alpha) y los que están obligados a obedecer (Epsilon) que son la mayoría. A cada uno se lo ha «fabricado» genéticamente para responder a esas premisas. Mientras tanto, el darwinismo social surgido de la aplicación del concepto «selección natural» a la ingeniería social, se va imponiendo y, lo que es más sorprendente, asumiendo por unas sociedades previamente preparadas para ellos a través de sofisticados y hábiles sistemas de debilitamiento social. Pero los pueblos, las gentes, tienen en su código genético algo importante: la intuición que lleva a desconfiar y a cuestionarse la realidad que se les presenta interesadamente desde la propaganda. Eso, más la búsqueda de la verdad y el conocimiento real es lo que puede -todavía- darnos alguna esperanza.
«Conspiranoicos», «paranoicos» «negacionistas», etc. es parte del lenguaje propagandístico que desde nuevos fundamentalismos se nos imponen y que choca con lo que es la realidad: racionalidad desde el conocimiento personal, del pensamiento elaborado tras mucha experiencia y conocimiento y, sobre todo, capacidad de discernir lo que cada día y en todo momento se nos sirve en el menú de la casa.
Un saludo.
Hablando de Roma ya me gustaría que este video fuese un «fake».
https://lbry.tv/@elinvestigador:0/Plandemia-2-En-el-mundo-de-los-doctores.–Completo-en-espan%CC%83ol:7
Les dejo con las reflexiones de un miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes Militares.
LA GUERRA CULTURAL y EL FIN DE OCCIDENTE
André Glucksmann, miembro de la Academia Europea de las Ciencias y las Artes y destacado filósofo francés, fallecido en 2015, en otro tiempo comunista escribió en 2003 un ensayo titulado “Occidente contra Occidente“, producido por la fractura que provocó en Europa la segunda guerra de Iraq. Lo que configura a una civilización no es, según Glucksmann, lo que la une, sino lo que busca destruirla, al menos así ha sido a lo largo de la Historia, pero hoy en día, el enemigo mismo son las contradicciones de la civilización occidental.
Es desconcertante descubrir como el relativismo, junto al postmodernismo, frutos que solo nuestra civilización occidental podría haber generado, cuestionan toda la esencia del pensamiento occidental. Un estudio de la universidad de Cambridge indica que las grandes civilizaciones no son destruidas por enemigos externos, se destruyen ellas mismas y además el final llega por sorpresa. En la epoca que vivimos parece que todo está controlado y el progreso asegurado, pero aparecen las crisis, de diverso tipo, incluso las producidas por virus, y las sociedades no son capaces de atajar sus consecuencias y las personas se enfrentan a su tremenda “fragilidad”.
La sociedad actual es un sistema muy complejo formado por personas, hiper-relaciones y altas tecnologías, cuando estas últimas ocupen la mayor parte del espacio, incluso el de la libertad, el fin de esa sociedad aparecerá por sorpresa. Vivimos en una época crítica, pero no somos conscientes de ello, el hedonismo no nos deja ver el problema.
Ser consciente de que vivimos una guerra cultural es el primer paso para poder contener las fuerzas que, desde dentro, pretenden romper con las raíces culturales de Occidente. El humanismo occidental, que tiene su origen en el humanismo cristiano, pretende sustituirse por un posthumanismo que viene impulsado por un desencanto por lo humano y una fascinación por lo material, lo efímero, lo físico, que termina despojando al hombre de su condición singular en el orden natural.
Durante la guerra fría existía un enemigo único y bien definido, había una linea que dividía dos mundos, que apenas se conocían, eran dos civilizaciones basadas en conceptos totalmente distintos. Una, la occidental, basada en la democracia liberal y la economía de libre mercado y la otra, la soviética, basada en el socialismo real o comunismo y en la economía dirigida. La utopía comunista cayó por si sola después de casi 50 años de intentar que funcionase. Al pasar de la predica de Marx y Engels a la praxis de Lenin y Stalin todo se desmoronó.
En efecto, lo que hoy busca destruir la civilización occidental no es ya aquel enemigo bien definido de la guerra fría, sino “una adversidad polimorfa, difícilmente detectable y no menos implacable y peligrosa”. Las Estrategias de Seguridad Nacionales, en el ámbito de la Alianza Atlántica, recogen varios escenarios, lineas de acción y estrategias derivadas, pero ninguna que ponga los medios para detener esta amenaza polimorfa y peligrosa, debido a la casi imposibilidad de describirla.
Zygmunt Bauman en su libro «Modernidad líquida», refiere que las «realidades sólidas» de nuestros abuelos se han desvanecido y han dado paso a un mundo mas precario, provisional, ansioso de novedades, no comprometido con nada y listo para cambiar de ritmo o de sintonía cuando sea preciso. El problema es que entre esas realidades sólidas de nuestros padres está la nación, la patria, el legado histórico, el Estado y las Fuerzas Armadas. La solidez de algunas instituciones, principios y valores se enfrentará tarde o temprano a la liquidez de la sociedad. Esa disimetría provocará inestabilidad e inseguridad y tampoco las Estrategias de Seguridad parecen estar concernidas por el momento.
Hoy en dia están de moda los “Posts”, la postmodernidad, el posthumanismo, quizá el mas peligroso, por su presencia permanente en los MCS, es la postverdad, que no es mas que una mentira, una tergiversación de la verdad o una verdad a medias. La mentira es un “arma” y la verdad su “victima”, las “falsas noticias”(fake news), no noticias falsas, son un arma que produce no pocos réditos políticos, económicos, sociales y de seguridad. La Inteligencia Artificial potenciará en gran medida estas herramientas de corromper la verdad. En el futuro no habrá forma de distinguirla.
Volviendo a Bauman, el individualismo sin valores, ni referencias, ni principios, donde solo existe el yo, destruye la aspiración de alcanzar un bien colectivo, un bien común que implique «renuncia, compromiso y esfuerzo» al estar el «yo» por encima de todo. La Libertad, la Justicia y el Bien Común que son bienes sociales, bienes públicos están amenazados por ese individualismo que se cierra en el circulo de los derechos de uno mismo, de las libertades o los deseos de uno o del grupo al que pertenece. Mas allá, nada importa.
La fractura social en Occidente es consecuencia de un creciente aislamiento o individualismo donde se tiende a sustituir las relaciones humanas por la conexión virtual. “Estamos más cerca de los que están lejos, pero más lejos de los que están cerca” otra disimetría a resolver. La soledad es una de las enfermedades de nuestra civilización occidental y derivada de ella el suicidio.
Fruto del relativismo es el desencanto de una sociedad consumista donde se impone el «imperio de lo efímero». El único tiempo social que existe es el presente, no existe la trascendencia, “carpe diem”, vive el presente que es lo que cuenta. Es el “presentismo” lo que prevalece. No hay ansia de futuro, todo se mueve exclusivamente en el corto plazo, no solo la política actual y los políticos, sino también la sociedad. No importa el pasado, ni el legado histórico, ni las hazañas realizadas, ni nuestros antepasados, no importa la Terra Patria, la tierra de nuestros padres de Cicerón, no interesa la Patria. Es el presente lo que cuenta, lo otro pasó y ¿a quien le importa? y lo que viene, ¿quién sabe lo que pasará?. La Patria, la Nación, la Civilización son conceptos que tienen su pasado, también su presente y su futuro, pero, ¿pueden sobrevivir al presentismo?.
La guerra cultural se está desarrollando en nuestras propias sociedades, y utiliza el relativismo, el individualismo, el hedonismo, el presentismo y la postverdad como armas que pueden destrozar la civilización occidental. Desgraciadamente, hay algo que impide en la práctica a muchos enfrentarse libremente a todo ello, que impide manifestar un espíritu crítico y es la llamada «corrección política» y quienes determinan lo que es políticamente correcto o no. En este escenario, la Libertad y la Justicia están totalmente comprometidas. Esta guerra cultural podrá conseguir hacer temblar todo en Europa, y si no se pone remedio dejarlo reducido a cenizas. Así acaban las civilizaciones. Volviendo al principio de este texto citando al filósofo del pesimismo, nuestra civilización, como todas las anteriores, incluso las mas grandes, se autodestruirá, casi sin ruido, y vendrá otra a ocupar su lugar, como así ha sido a lo largo de la Historia de la Humanidad.
Sin embargo, hay un atisbo de esperanza, es el rasgo distintivo de la civilización occidental y es su «espíritu crítico», de preguntarse por que pasan las cosas, de reinventarse, de renovarse, de corregirse a sí misma, de saber elegir y decidir en plena libertad. Pero, ¿podrá hacerlo ahora cuando el espíritu crítico está en permanente contradicción con lo políticamente correcto, con el pensamiento único, con la postverdad?. «Vigilia Pretium Libertatis», vigila pues la civilización no sabe ni el día ni la hora de su ocaso.
Fin de cita.
Como ven el blog anda muy poco despistado.
Muy interesante el enlace de R. Estévez sobre la crisis sanitaria de la que ya se hablaba (y para la que se trabajaba al parecer) … ¡en el año 2003! Los documentos de patentes antes de que apareciera recientemente, indican o unas cualidades proféticas excepcionales o el diseño de un proyecto o plan predeterminado.
Resulta sorprendente que ningún gobierno (occidental al menos) no haya movido un dedo para investigar el origen, las motivaciones y los promotores o inductores de algo que se ha atribuido a los murciélagos y su inclusión en los «menús» orientales (o africanos). Los expertos saben de los trabajos que se venían realizando con «coronavirus»en centros especiaoizados, quien los financiaba y orientaba, con qué fines o motivos….. Y el Derecho Internacional así como los Códigos Penales de todos los estados de Derecho, tipifican acciones que pongan en peligro la seguridad de las naciones o de sus habitantes….. ¿Alguien (salvo Australia) está trabajando para esclarecer lo ocurrido….?
Un saludo.
Superstición definido en la RAE como: 1. Creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón., y 2. Fe desmedida o valoración excesiva con respecto a algo.
En la primera definición incluye a la fe religiosa en la razón, reconociendo, entiendo, el lugar que en la inteligencia humana debe ocupar la mística, el misterio y los trascendente, oponiéndose a una razón primaria y visceral, una “razón pequeñita”, o sea, “doctrinaria”, ya que esto último es una versión troceada, desgajada, de lo que realmente debiera suponer una visión científica: la Naturaleza, no parece que “desgaje”, nada….forma parte de todos y de todo.
Respecto a la segunda definición, parece que se ajusta mucho a lo que estamos viviendo.
Los argumentos que sustentan la imposición y la legislación de “ideas primarias, y todo tipo de ocurrencias a su sombra”, se basan en ella, no hay atisbo de “inteligencia”, que parece querer abolirse vía “decreto”.
¿Nos estamos abocando a una sociedad de supersticiosos en el sentido más profundo de esa palabra?.
Si tenemos en cuenta que “superstición” tiene su etimología, al parecer, en la palabra latina “superstitio”, propiamente “supervivencia”, a lo mejor nos podríamos hacer una idea de lo desesperado y agónico de los conceptos, ideas y acciones en las que dicho término se puede inscribir.
“Agarrarse a un cable ardiendo…” para sobrevivir, mantenerse sobre la vida, sin vivirla.
En contra de la Inteligencia, de la Razón de verdad, del Espíritu contenido….de la Naturaleza, en definitiva, de la Ciencia, por tanto, también.
Ese es el panorama que parece depararnos el actual estado de cosas.
Algo que está contribuyendo a que esa “Razón Social”, se aferre a una actitud totalmente “supersticiosa”, de supervivencia desesperada, lanzando a diestro siniestro aldanadas de slóganes, mensajes, etiquetas y lo que es peor, leyes “sin razón”alguna, sin bases científicas, sin escuchar a los que conocen, sin confrontar ni consultar a sus efectores sociales, los que tienen que desarrollarlas sobre las instituciones….
Una especie de “carrusel ciego en una loca carrera”, por mantenerse en la “superstición”.
¿Qué puede ser más conspiranoico que aquello que se ve amenazado de tal forma para actuar así?.
¿Qué puede tener mayor motivo en negar el concepto que, a lo mejor, lo está definiendo, en realidad?.