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El impacto de esta pandemia está siendo tan fuerte que ya casi es un tópico decir que nada será igual cuando todo esto acabe. Quizás, en muchos casos, solo refleje el estado de shock que ha supuesto para mucha gente, y en realidad luego todo vuelva a ser como antes. Para bien o para mal.

Obviamente, esto es lo que subyace cuando el personal sanitario, que está viviendo esta “batalla” en los hospitales, pide a los políticos y a la sociedad en general, que cuando termine esta pesadilla no se olviden de las deficiencias que se han puesto en evidencia en el sistema sanitario y hagan las inversiones necesarias para corregirlas.

Uno de los aspectos que no ha suscitado la atención que cabría esperar es el de las circunstancias en que han muerto muchos ancianos.

Sin embargo, en esta crisis no todo ha despertado el mismo interés por parte de la opinión pública. Y uno de los aspectos que no ha suscitado la atención que cabría esperar es el de las circunstancias en que han muerto muchos ancianos.

Es sabido que el coronavirus se ha cebado principalmente con la gente mayor. Quizás era inevitable, por razones biológicas. Pero, todo apunta a que se ha cebado de modo especial en las residencias para mayores. No ha pasado solo en España, también ha sucedido en otros países muy afectados por este virus.

El País informaba el 3 de mayo de que un tercio de la mortalidad en Francia se concentraba en dichas residencias, en Bélgica era la mitad, en el Reino Unido más de 5.300 personas entre el 1 y el 24 de abril y solo en Nueva York se estima en más de 5.000. En España, este periódico estima en unas 15.300 los fallecidos en estas residencias. 

¿Cambiará algo en la actitud que tiene la sociedad, sus políticos y sus ciudadanos, hacia las personas etiquetadas convencionalmente como “mayores”, cuando esta pandemia acabe?

Si a estas cifras pudiéramos sumarles las de los ancianos muertos en sus casas, seguramente llegaríamos a la conclusión que todos suponíamos: que los auténticos paganos de esta crisis han sido ellos. Pues bien, ¿cambiará algo en la actitud que tiene la sociedad, sus políticos y sus ciudadanos, hacia las personas etiquetadas convencionalmente como “mayores”, cuando esta pandemia acabe?

Me imagino que, ante esta pregunta, serían muchos los que se preguntarían sinceramente si, dejando buenismos aparte, realmente hay algo que debería cambiar. Es lógico que un virus afecte mucho más a quienes, por razón de edad, tienen una salud más frágil. Por tanto, más allá de exigir a las autoridades competentes que obliguen a estas residencias a dotarse de los recursos de atención sanitaria necesarios, y que ellas mismas se comprometan a vigilar que lo hacen, no parece que hubiera mucho más que hacer.  Y, probablemente, no habría más que hacer si el papel social de los “mayores” se mantiene básicamente como está

Tanto los políticos como los ciudadanos nos tendríamos que plantear si el papel que estamos asignando a los mayores es el más inteligente y adecuado.

Sin embargo, si la política se enfocara como una actividad que intentara promover un modelo de sociedad y de convivencia tan humana y enriquecedora como fuera posible, tanto los políticos como los ciudadanos nos tendríamos que plantear si el papel que estamos asignando a los mayores es el más inteligente y adecuado.

El punto de vista político que rige desde hace mucho tiempo está dominado por la visión económica. Por tanto, su mirada sobre los mayores, a partir de cierta edad, se reduce a establecer las condiciones en las que se jubilan, poniendo fin a su actividad productiva. Todo lo que interesa de ellos, en la visión política del mundo que nos han / hemos inculcado, es lo que concierne a la cuantía de sus pensiones y a su financiación. Pero, sobreentendiendo en cualquier caso que ya nada útil socialmente se debe esperar de ellos.

Todo lo que interesa de ellos, en la visión política del mundo que nos han / hemos inculcado, es lo que concierne a la cuantía de sus pensiones y a su financiación.

Desde esa visión, el primer error es meter en un mismo saco a personas que están en condiciones de seguir activas con personas que, por salud o por el deterioro biológico que suele acompañar al envejecimiento, ya no están en esas condiciones.

Por entendernos, y aunque esto habría que matizarlo mucho más, se podría decir que, quizás, la mayoría de las personas en edades comprendidas entre los 65 y los 80 años estarían en el primer grupo y, salvo excepciones, la mayoría de las que superan los 80 años probablemente estarían en el segundo grupo. Según el INE, esto significaría que algo más de 6 millones de españoles que, en 2018, tenían entre 65 y 80 años, están siendo desaprovechados socialmente. Una cifra que, en el 2033, ascenderá a los 8,6 millones de personas.

Algo más de 6 millones de españoles que, en 2018, tenían entre 65 y 80 años, están siendo desaprovechados socialmente.

¿Puede permitirse este país semejante despilfarro de capital humano?   

Visto desde la perspectiva que tanto preocupa de la sostenibilidad financiera del coste de las pensiones (145.000 millones en 2018, el 43% de todo el gasto público no financiero), daría como para buscar en serio fórmulas que incentivara a mantenerse total o parcialmente en el mercado laboral a los jubilados que quisieran. No obstante, siendo claramente necesario, este enfoque sigue adoleciendo del mismo sesgo economicista al que me refería antes.

El segundo error, en mi opinión, viene de considerar que a este país solo le interesa lo que es útil en términos de economía productiva, cuando lo cierto es que hay un enorme margen para actividades que pueden ser muy útiles para la sociedad, aunque no generen beneficios económicos. Por ejemplo, la puesta en marcha o el apoyo a proyectos educativos, culturales, científicos, políticos, de ayuda a gente necesitada, etc. ¿Nos imaginamos el impacto que tendría socialmente si 6 millones de personas, con su experiencia laboral, se volcaran en proyectos de esta naturaleza? Visto así, ¿debería aceptarse socialmente que tantas personas capacitadas se retiren a un cuasi ostracismo, con todo lo que se podría hacer? 

¿Debería aceptarse socialmente que tantas personas capacitadas se retiren a un cuasi ostracismo, con todo lo que se podría hacer? 

El principal obstáculo para esto, es que, además de que a la clase política no parece interesarle este enfoque, los propios ciudadanos, empezando por los que estamos ya en esas edades, nos hemos convencido de que nuestra principal responsabilidad hacia la colectividad termina con nuestra vida laboral. Aunque la inactividad o las actividades irrelevantes vayan minando nuestras capacidades intelectuales y nuestra energía vital, hasta el externo de convertirnos en ancianos prematuros.

Si hubieran estado embarcados en proyectos que les llenaran, les enriquecieran y, además, les hicieran sentirse útiles, ¿cuántas de estas personas mayores habrían evitado que el aburrimiento les consumiera y deteriorara hasta terminar aparcados en las consabidas residencias? ¿No merecería la pena que, tras la experiencia del coronavirus, nos replanteáramos a fondo el papel de los mayores?

7 comentarios

7 Respuestas a “Cuando termine el coronavirus ¿seguiremos mirando igual a los mayores?”

  1. Rafa dice:

    Creo que en sociedad todos tenemos y debemos tener algo que aportar individual y colectivamente.

    El problema actual es que de esos valores sembrados y cosechados a lo largo de nuestras vidas, es el estado y los condicionantes sociales en la empresa, la demogracia, la tecnología etc.., el que determina como y cuando debemos aportarlos, como tu apuntas con criterios económicos y de productividad, y eso es tan absurdo como hacer balance de una vida, conocer cuanto vale una experiencia vital en función de la edad, el sexo o la condición social.

    A mi juicio el hecho de clasificar a los mayores, como viejos o tercera y cuarta edad (como quiera llamárseles ahora) en función de las actividades que realizan, es equivocado, pues lo importante es el como.

    Entiendo que se estan yendo las últimas generaciones inmunes a la frustración.

    Conozco el caso de varias personas que empezaron como botones de un banco u hotel y acabaron siendo el director del mismo ; y estas personas al contrario de renegar, estan muy orgullosas de ello y de lo que han trabajado para conseguirlo.

    Cuando hablo con mi madre (94 años), me cuesta explicarle lo que es la depresión postvacacional, me interpela » ¡¡como!!, que les dan vacaciones y además se deprimen?,».

    Es absurdo manifestar a hombres y mujeres que han vivido trabajando fuera de casa y criando hijos y nietos en la difícil situacion que se vivió en la postguerra española y que su vida es el trabajo que :

    » bueno, tu ya has trabajado bastante, ahora a descansar», porque no saben vivir sin trabajar y es muy dificil que se frustren por un revés o una adversidad.

    Y esa es su verdadera aportación a una sociedad permanentemente fantasiosa, en muchos casos frustrada, que entiende su actividad productiva más en derechos que en deberes.

    Su ejemplo lo llevan a todas sus actividades, desde preparar la comida hasta iniciarse en informática.

    Deberíamos de tener mas cuidado cuando les compadecemos diciendo, pobrecillos con lo que han trabajado.

    Porque probablemente seamos nosotros los que necesitemos compasión.

    Un abrazo

  2. Sedente dice:

    Pues sí.

    ¿Qué quieres ser de mayor?

    Pero ya ve, es todo descorazonador. No se mueve un dedo. Ni un solo dedo se mueve, tal es el pasotismo de todo ante todo.

    A todo el mundo le llega su san Martín, pero nadie quiere verlo.

    Hace años escribí aquí, en referencia a un artículo de los suyos hablando, o mejor dicho intentando denunciar, la soledad de los mayores en los centros asistenciales. Como si se tratara de una profecía hoy nos vemos en esta terrible pandemia que se ha encargado de esquilmar principalmente a ese sector de la población ya olvidado desde hace mucho (No dejo de preguntarme si ocurriera lo mismo con los niños, ¿qué es lo que pasaría?).
    Y seguimos así. Ni un dedo se mueve.

    Me parecen muy acertadas las cosas que propone y a mí se me ocurren algunas más para solventar todas estas carencias, pero me temo que toda esta sociedad está tan corrupta que a nadie le importa un comino nada.
    ¡Hay que volver al bar a tomar una cervecita!

    Si toda esta sociedad no fuese tan ilógicamente estructurada como es, además de lo que dice, se me ocurre que podría incluso cambiar la forma en la que se trabaja.
    Existen multitud de tareas pagadas que se encargan de mantener las estructuras de las diferentes regiones en su toda burocracia. Todas esas tareas están siendo realizadas por empleados públicos con un coste gigantesco para las regiones en cada parte del mundo que las tiene. Si en lugar de ser así en su totalidad, se dedicara gran parte del potencial humano que son la gente de edades no ya capacitadas para tareas laborales demasiado físicas, la cosa cambiaría mucho.

    Imagine por ejemplo que toda persona con cualquier trabajo tuviera la posibilidad durante su vida laboral de destinar unas cuantas horas de su semana laboral a prepararse para su trabajo de mayor. La buena y conocida frase ¿Qué quieres ser de mayor? que muy pocos saben contestar cuando se la hacen. De esta forma cualquier persona que estuviera desarrollando una tarea acorde con su potencial físico, tendría la posibilidad de dedicarse, en los años en los que el cuerpo no acompaña, a tareas mucho más placenteras y con mucha menos carga física.
    Estoy pensando en la multitud de personas que están sentadas detrás de un mostrador poniendo timbres, sellos, membretes y cosas parecidas, por ejemplo.

    Si la burocracia que requiere tantísimas cosas fuera aligerada, además, las personas que se dedicaran a esas tareas siendo mayores, tendrían un horario laboral muy reducido, haciendo que su jornada fuera más apacible y convinable con otras merecidas labores o asuetos (viajes, tiempo libre, descanso merecido,…)

    Es así que ,entonces, en gran medida, gran parte de las tareas de la administración estatal y de la ingente cantidad de recursos humanos y de todo tipo que se requiere para mantener al funcionariado público, estaría en manos de muchos mayores útiles para la sociedad pero no para picar piedra, recoger patatas, levantar edificios o enfermos o limpiar suelos.

    Pero parece que no se mueve un dedo en el sentido correcto de nada.
    ¿Utopías? Sí, sí. Utopías.

  3. Manu Oquendo dice:

    Enhorabuena por el artículo. Creo que, como mínimo, merece un par de lecturas y varios comentarios porque varios son los temas importantes que aborda. Solo lo he leído una vez y ando corto de tiempo y, de momento, me gustaría comenzar con una intervención de una diputada en el Congreso.

    https://www.youtube.com/watch?v=KM0MSTpLweo

    Saludos

  4. Ligur dice:

    Escalofriante y merecido repaso de la de Vox al miserable e hdlgp. Aldabonazo de gran calibre en toda la linea de flotación al Marquesado de Iglesias Turrión. Ni siquiera pestañea, no se le mueve un pelo cuando es interpelado, no contesta a ninguna de las preguntas, solo se defiende insultando y atacando. Miserable e indigno.
    Gracias Manu por el link.

    Un anciano jamás debería estar confinado en un asilo, ahora llamado residencias de ancianos, a no ser que fuese totalmente indispensable y necesario y la última baza de los hijos que allí los ingresan.
    Poco o nada importa a una gran parte de esta sociedad desnaturalizada el destino de los ancianos y el de los que vienen y son abortados.

    Curioso el paralelismo, cargarse de un plumazo al que quiere nacer y acelerar la marcha de los que están al final del camino. Y es que la ley de eutanasia que se puso en marcha, ya ha empezado a dar sus frutos ahora, en los asilos, cuando comenzó la pandemia. Por eso no han hecho nada para evitar tanta muerte. Y esto aún no a acabado.

    El planteamiento de Manuel lo veo muy difícil, a nuestros viejos se los están cargando y a los que sobreviven en sus casas, les llevaran como hasta ahora a centros de día a hacer manualidades y a que los animadores les entretengan jugando al parchís y bailando los pajaritos.

    Cuidaros

  5. O'farrill dice:

    Los «mayores», como amablemente les llama Manuel, tienen un gran problema para la «nueva normalidad» o el Nuevo Orden Mundial: no se les puede comprar, adoctrinar y manipular con los relatos. Tienen algo mucho más importante: experiencia y conocimientos. Son como los libros que también están en peligro de extinción. Unos por su preparación intelectual sólida y rigurosa. Otros por ese «sexto sentido» que les alerta cuando quieren manejarlos. Son los nuevos rebeldes sin otra causa que vivir en paz y libertad lo que les queda de vida y no dejar que sus hijos, que sus nietos, acaben sumidos en el estercolero tecnológico que les espera, tras haberse entregado a él como una nueva religión. Les preocupa el futuro de un mundo en que los «poderes» o la «autoridad» no surge espontáneamente del conocimiento o de la madurez, sino de las trampas en el juego democrático.
    Por eso no pueden ser tenidos en cuenta. Ya se ha comentado el principio freudiano de «matar al padre» de rebelarse contra la autoridad moral y la experiencia para trazar nuevos caminos que, más tarde, se mostrarán sin salida muchas veces.
    ¿Hay alguna formación política que se base en un «consejo de ancianos»? En casi todos los casos son despreciados. Sólo les faltaba cargarles el sambenito de «población de riesgo» para ver cómo muchos se apartan de ellos o los miran con recelo.
    Estamos en la tormenta perfecta para los límites al crecimiento de población preconizado por el Club de Roma: los mayores cayendo uno tras otro por el Covid 19 y otras enfermedades, mientras se producen más abortos y habrá más resistencia a la reproducción de la especie y, en todo, caso, ésta se hará en laboratorio donde ya veremos lo que sale….
    Sigo recomendando el mundo de la literatura distópica que empieza a ser real y preocupante. Son modelos en los que han bebido muchos de los dirigentes actuales sin saber digerirlos en su contexto.
    Lo dicho, no quisiera que mi hija acabara portando un «chip» que se convierta en el amo de su libertad. No quiero verla convertida en un robot más, sin criterio propio y sin libertad destinada a lo que unos poderes espurios quieran hacer con ella. No quiero que viva en un mundo de «clones» sin alma y sin sentimientos. No quiero que se convierta en una esclava de «amos» autoritarios que la utilicen a su antojo….
    Todo esto es lo que está en juego por desgracia. Si no nos atrevemos a verlo es porque nos entretienen con sus hábiles juegos de prestidigitación (sombras en la caverna platoniana) que impiden ver la luz de la verdad.
    Un saludo.

  6. Manu Oquendo dice:

    Soy mayor, como dice el artículo. Cada día más. ¿Y?

    Y estoy muy de acuerdo con Manuel Bautista, D. Manuel, en que el nivel de desperdicio de capital humano de las sociedades actuales es tremendo. Tan tremendo que estoy convencido de lo que dice O’Farrill: Hay interés en reducir drásticamente el tamaño de la Burbuja de Mayores. Mucho interés.

    Así, a bote pronto, recuerdo cosas como que Felipe González, Aznar y Zapatero retiraron de los Fondos de la Tesorería de la SS en torno a 256,000 millones de Euros durante sus mandatos. Este dato lo Publicó Funcas a raíz de un trabajo de Alonso Meseguer y lo difundió El Mundo (Francisco Núñez) en 2008.
    Los fondos «sustraídos» provenían de los SUPERAVITs de Cotizaciones para Jubilación que dichos presidentes usaron para pagar otras partidas no presupuestadas–en los presupuestos generales del Estado, no de la SS– . Además hay 7 grandes hospitales que eran de la SS, pagados con dichas contribuciones y que fueron donados sin cargo a las Autonomías. Hoy falta dinero pero nadie ha vuelto a hablar de esta deuda no contabilizada por el Estado.

    De lo que sí habla la prensa es de que la causa del Déficit son las Pensiones, la Longevidad y el número de mayores.

    Con este enfoque, que no es casual —salvo que hayan estudiado para ser ignorantes redomados de aquello sobre lo que escriben– nace y se alimenta la cultura de la MUERTE que por activa y por pasiva vienen empujado desde la Izquierda al Pseudocentro de la Sra Arrimadas y en ocasiones los silencios del Partido Popular.

    He tenido la oportunidad de hablar de este asunto con un Secretario de Estado en cuyo mandato, el último de Zapatero, se retiraron de los fondos de la SS 6,000 millones de euros de los 8,000 millones de Superávit que hubo aquel año, el 2010.

    Posteriormente hablé de esta misma cuestión con la Ministra de Trabajo y SS de Mariano Rajoy, y ella era perfectamente consciente del Saqueo de los Fondos de la SS y de que el Informe de Funcas (2008, septiembre) es y era correcto.

    Por cierto, el desperdicio de Capital Humano tiene remedio porque, habida cuenta de los planes de educación españoles y europeos de los últimos 35/40 años, es en este segmento de la población donde queda el principal depósito de conocimiento y experiencia. Esto es un grave problema que ya estamos psagando.

    Les adjunto un dato para que los más jóvenes comiencen a preocuparse y a preguntarse QUIÉNES han Estado Gobernando la UE y España y muy especialmente en el ámbito de «SU» educación :

    En 2017, según la Oficina Mundial de Propiedad Intelectual, China generó el 42.8% de las solicitudes de Inscripción de estos derechos, patentes, etc; los EEUU el 19.4%, Japón el 10.2%, Corea el 6.7%. Toda la UE produjo menos que Corea y eso que entonces contábamos con el Reino Unido. Datos generalmente desconocidos e ignorados pero que ponen a la UE, como “potencia económica”, en su sitio actual y en su problemático futuro.
    Puedo enviar el informe completo a quien lo pida.

    Por cierto, la joya de la corona de la Industria Europea es la Industria Electromecánica. Esta industria ya tiene que estarse preparando para «el Internet de las cosas». Para ello es imprescindible tener Comunicaciones del 5ª Generación hoy en manos chinas. Y ni tenemos licencias ni tecnología para ello. Por no tener no tenemos ni un solo computador europeo (había diez)y ni una sola «red social».

    Hay mucho más para ocuparse y preocuparse. Por eso los mayores estamos viviendo la parte más importante de nuestras vidas. Y no para nosotros,
    precisamente.

    Buenos días

  7. Mª del Mar dice:

    Todas estas observaciones me suscitan dos comentarios o dos enfoques:

    Primeramente, un giro copernicano como sociedad, como familias. Dejando de lado estados de enfermedad y diagnósticos insalvables, mientras no se vuelva a valorar y se deje que el viejo recupere toda la respetabilidad y reconocimiento, por su bagaje, por su experiencia y su mayor sabiduría, mal seguiremos como sociedad. Por tanto, el planteamiento casi natural de aparcar al viejo a un segundo plano -si no tercero o cuarto- y tristemente casi asumido por multitud de ellos, empezaría a caerse y todas las estructuras que conlleva, también.

    Como Administración, es obvio que mandar a casa a personas cuando están en el cénit de su capacidad profesional es desperdiciar talentos que no son sustituibles por ninguna juventud por muy preparada que se diga están -cosa que discrepo-, solo se entiende desde un puro enfoque mercantilista, nada más. Si realmente se quisiera, se buscarían fórmulas para compatibilizar el estado de jubilación con tareas que en unos casos se plantearía cómo retribuir y en otros ni siquiera haría falta, pero en definitiva echar mano de una riqueza que como país ahí tenemos y que está por desarrollar: Todo un conocimiento puesto a disposición de la sociedad, ¡total nada!

    Todo ello requiere un cambio de mentalidad y una puesta en valor del viejo como sujeto a recuperar la dignidad y veneración que antaño tuvo.

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