El representante de De Beers, la empresa que comercializa la mayor parte de los diamantes del mundo, saca un pañuelo blanco de su cartera de piel, un pañuelo que esconde un puñado de gemas, y lo deposita sobre la mesa. Luego desata el nudo con que están unidas las puntas del pañuelo y descubre los tesoros que esconde, formándose un pequeño montón con diamantes muy distintos, de diferentes volúmenes y calidades. Las piedras preciosas de tamaño respetable, alta pureza y fácil talla, son las más preciadas, pero los diamantes pequeños o impuros tienen, como mucho, uso industrial y son de escaso valor. Naturalmente, al potencial comprador estos últimos no le interesan para nada, pero si quiere conseguir un diamante en particular ha de licitar por todo el lote. No se puede comprar solo el que se quiere: se ha de pujar por todo lo que contiene el pañuelo.
Aquí, cuando murió Franco y nació la democracia, se tomaron ciertas decisiones, se optó por un modelo y se crearon o adaptaron una serie de instituciones, porque se consideró que era necesario para poder avanzar hacia un modelo democrático. Se aceptaron imperfecciones porque se pensó, posiblemente con razón, que de no hacerlo la cosa podía acabar muy mal. Por eso, a los miembros de la generación a la que le toco vivir la Transición (en mi caso, la de mis padres) les hicieron quedarse con el pañuelo entero: si querías un diamante en concreto tenías que pagar por todos.
Pero ahora nos estamos dando cuenta de que, para hacernos con el diamante, tuvimos que quedarnos también con mucha morralla, con cargas que ya no queremos acarrear porque nos lastran como sociedad, y de las que deberíamos prescindir ya. Pero no nos liberamos de esos pesos, entre otras cosas, porque muchos de los que nos gobiernan y deberían soltar ese lastre son los mismos que nos lo vendieron.
Yo no tengo memoria de la dictadura en España, solo recuerdo la democracia; nací con ella, y hasta hace bien poco no había tenido nunca la percepción de que el pueblo renegase, taxativamente, de todos los que nos gobiernan o de los propios mecanismos de la democracia. Es cierto que antes la gente bramaba en arameo contra Aznar o González, y todos teníamos claro que, dentro de la clase política, había muchas manzanas podridas, pero el Sistema era aceptado, y la democracia por la que nuestros padres lucharon parecía digna de merecer otra oportunidad.
Pero es que ahora ya no existe esa percepción..
Ahora es distinto: casi todos los que votaron a Rajoy lo hicieron para castigar la gestión de Zapatero, pero sin poner ninguna esperanza en que el nuevo presidente, que lleva toda su vida haciendo igual las mismas cosas, fuera capaz de encontrar el camino para salir de esta. Si, en lugar de Rajoy, el candidato del PP hubiera sido Espinete, ahora este sería nuestro Presidente, y un enorme erizo rosa (vestido de traje y con corbata, claro) sería quien se habría hecho el otro día la foto con el matrimonio Obama: porque nuestra democracia, de facto, solo nos permite elegir entre PP y PSOE.
Solo unos meses después de que Rajoy llegase a la Moncloa, hasta sus más fervientes votantes dudan de la capacidad de este Gobierno, pero lo más peligroso es que, cuando volvamos a ir las urnas, también vamos a renegar de los que salgan de las próximas elecciones, porque gane quien gane nos gobernarán los mismos: distintos perros con el mismo collar. O son estos, o son los que nos metieron en esto, y los que acudan a votar, que son cada vez menos, cuando introduzcan su papeleta, lo harán sin creer en ello; lo harán porque no tienen otra opción.
Y dejar a la gente con la percepción de que no tiene opciones es muy malo; porque si algo nos enseña la historia es que, en ciertos momentos (y este podría muy bien ser uno de ellos), cuando la gente se ve completamente sin opciones, de repente descubre que a lo mejor sí que las tiene, aunque sean drásticas, y no le importa pagar un alto precio por ellas, porque cree que no tiene nada que perder, llevando a la sociedad a la radicalización. Y la radicalización no es buena. No es buena para nadie.
Por eso me preocupa tanto que nuestros dirigentes, tanto los que están en las cúpulas de los dos grandes partidos como el resto de los políticos, no se den cuenta de que con sus cerriles políticas partidistas, con sus corruptelas y corrupciones sin castigo, lo único que consiguen es que cada vez haya más gente con la percepción de que no hay nada que perder, gente que reniega de los que nos gobiernan, y de paso, de todo el sistema democrático.
El 15M fue solo el primer signo de que ya no se confía en los gobernantes, pero el siguiente paso ya se está empezando a dar, al ponerse en duda, cada vez desde más foros y cada vez por más gente, la totalidad del Sistema, su propia legitimidad.
Yo, aunque cada vez dudo más de la capacidad de nuestros políticos, confío en que entre ellos haya algunas personas capaces (aunque parece que saben esconder muy bien su talento), y por eso no entiendo como no se dan cuenta de que o se hace evolucionar el modelo o es todo el sistema el que corre el riesgo de tambalearse y caer, llevándose todo por delante.
No entiendo cómo, una vez que hemos localizado muchos de sus fallos, lo seguimos aceptando como si fuese un todo inmutable, un dogma de fe, sin posibilidad de evolución. La Constitución es imperfecta, el modelo autonómico es imperfecto, la ley electoral es imperfecta, etc. ¡El modelo mismo del Estado se resquebraja, y no se hace nada, se considera intocable, y además se acusa de deslealtad, traición o algo peor al que insinúa la necesidad de retocarlo! Se escudan en una constitución que se compró como los diamantes, aceptándola entera, con todos sus fallos, y no se toca nada porque no les interesa a los que viven del sistema (partidos, sindicatos, patronales…). No permiten tocarlo porque no quieren morder la mano que les alimenta; pero como se descuiden, va a caer, aplastándolos, el modelo entero, con todo lo malo que tiene, pero también con todo lo bueno (mucho) que ha costado siglos conseguir.
El 25 de septiembre acudieron al pleno del Congreso menos de 100 de los 350 diputados (a los que se están “apretando el cinturón” se les descuenta el día si no van a trabajar ¿y a estos? ¡A eso me refiero!). Los pocos que allí estaban seguramente eran conscientes de que al otro lado de las tanquetas de la policía y de los escudos de los antidisturbios, el pueblo al que en teoría representan estaba dándoles un toque de atención.
Yo, como muchos de los que se manifestaron el otro día, pero también como muchos de esa “mayoría silenciosa” a la que apela Rajoy, que no se manifestó, creo en la democracia, pero cada vez creo menos en ESTA democracia. Por eso me da miedo que, si la clase gobernante que tenemos no hace lo posible porque nuestra democracia evolucione y mejore, la desesperanza y el hastío que ahora reinan puedan dar paso al imperio de la crispación y la ira.
Y aunque ciertas comparaciones me asustan mucho, no dejo de pensar que posiblemente los comentarios entre los congresistas que contemplaban las cargas de los antidisturbios en Neptuno, cómodamente instalados tras las ventanas del congreso, no diferirían mucho de los que en otro tiempo se hacían entre ellos los aristócratas rusos el día de la mujer de 1917, mientras en los puentes de San Petersburgo empezaba la Revolución.
No quiero una revolución, pero ansío una evolución, otro paso en nuestro sistema democrático. Esto es como montar en bicicleta, o coges velocidad o te caes. Hace tiempo que nos quitaron los ruedines y nuestra democracia no hace nada por moverse: nos vamos a caer, de lado, ridículamente, con los pies en los pedales. Si no hacemos algo por racionalizar esto, por cambiar esto, por acabar con las injusticias y las ineficiencias heredadas, podemos estar siendo abocados por la ceguera de nuestros gobernantes a un escenario de radicalización muy peligroso.
El día 4 de Julio de 1776 el rey Jorge III de Inglaterra hizo una sola anotación en su diario: “hoy ha sido un día como otro cualquiera, no ha pasado nada especial». Me gustaría saber qué anotó Rajoy el 25 de septiembre del 2012.
Un artículo bien hilvanado, sin duda. La analogía de los diamantes tiene mucha fuerza e ilustra que no todo tiene la misma importancia ni valor, en la ordenación de la convivencia democrática. Justamente ayer, en un congreso de educación celebrado cerca de Valencia se hacía referencia a esa frase con que titulas el artículo: si no hay evolución, finalmente llega la revolución.
No creo que estemos a las puertas de una revolución, pero sí es cierto que hay síntomas preocupantes, como tú bien dices. Por una parte,el desapego hacia la acción política reglada y la sensación de distancia entre gobernantes -incluida la oposición- y gobernados, puede tener efectos desastrosos para la gobernabilidad. Por otra parte, la necesidad de reconstruir el espacio público y permitir el debate en el mismo, para llegar a conclusiones no relevantes, esto es, no partidistas ni rutinarias. Que la polémica deje paso a la reflexión, y la consigna a la idea. Si los políticos no lo hacen, lo harán -lo haremos- los ciudadanos. Y el coste, para las instituciones, será su desprestigio; llegarán a la irrelevancia.
Leyendo el comentario, me he dado cuenta de un error: al modificar el lugar de una frase, queda «conclusiones no relevantes», cuando en realidad, quería decir «conclusiones relevantes, esto es, no partidistas ni rutinarias». El error tiene importancia porque cambia el sentido de la afirmación. Gracias.
Magnífico artículo que refleja con claridad el sentir de mucha gente en este país.
Especialmente, la «silenciosa» que con tanta habilidad política, el sr. Rajoy ha querido hacer suya.
Hasta eso nos roban.
El día 4 de julio de 1776 se independizo Norteamerica de la Corona. No lo se si el 25S Rajoy pensó algo diferente al Rey Jorge III pero fue algo más que indiferente, fue displicente. Es que, Raúl, es que en este país, en esta España, se considera inteligencia ser displicente. Sabes Raúl, te voy a contar un asunto personal, nací en Colombia y llevo viviendo en España 31 años, con un pequeño impasse de 1 año en Estados Unidos. Más años de los que he vivido en Colombía y aún hay gente que me pregunta que si puedo votar. que si puedo opinar de politica. Yo me encuentro con la gente en las calles, con los extranjeros que cuidan a los ancianos, con los extranjeros que hasta hace poco hacían que hubiera superavit de la Seguridad Social. Con los extranjeros que dejo entrar Aznar para trabajar en el «Boom» inmobiliario, con los que Rajoy llamo «efecto llamada» de Zapatero. Y, todos empiezan a odiar a España porque los españoles se han vuelto más que displicentes, se están volviendo racistas. Dentro de poco a los jóvenes del «15 M» los llamaran golpistas.
Raúl, este país no esta evolucionando, este país esta involucionando. Para los gobernantes la cultura es un lastre, la evolución es «Darwiniana Capitalista». Un monstruo de dos cabezas. Para la gente la evolución es ser «como los alemanes», y creen que los alemanes son fuertes, agresivos, bien sexuados, resistentes al alcohol y ricos. O sea son como el Mono.A eso vamos?
Muchas gracias por tu visión, José María. Ojalá la gente se diese cuenta de estas cosas.