“Me llamo Octave y llevo ropa de APC. Soy publicista: eso es, contamino el universo. Soy el tío que os vende mierda. Que os hace soñar con esas cosas que nunca tendréis. Cielo eternamente azul, tías que nunca son feas, una felicidad perfecta, retocada con PhotoShop. Imágenes relamidas, músicas pegadizas. Cuando, a fuerza de ahorrar, logréis compraros el coche de vuestros sueños, el que lancé en mi última campaña, yo ya habré conseguido que esté pasado de moda. Os llevo tres temporadas de ventaja, y siempre me las apaño para que os sintáis frustrados. El glamour es el país al que nunca se consigue llegar. Os drogo con novedad, y la ventaja de lo nuevo es que nunca lo es durante mucho tiempo. Siempre hay una novedad para lograr que la anterior envejezca. Hacer que se os caiga la baba, ése es mi sacerdocio. En mi profesión, nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume. Vuestro sufrimiento estimula el comercio. (…).”
Esta es la presentación del francés Frédéric Beigbeder en su novela autobiográfica 13,99 euros, una cruel sátira del mundo de la publicidad que provocó su despido fulminante de la agencia de publicidad en que trabajaba, de la que vendió 400.000 ejemplares en Francia, un millón en todo el mundo y que ha sido llevada al cine.
Más allá de esta visión, excesivamente caricaturesca, lo cierto es que la industria de la publicidad viene siendo objeto de un fuerte debate casi desde sus comienzos. Entre quienes la acusan de crear necesidades artificiales o falsas, y quienes la defienden como una actividad necesaria para informar a los consumidores de las ofertas del mercado, hay un sinfín de matices y de grises intermedios.
Según los expertos, lo que subyace a este debate no es otra cosa que definir qué se entiende por necesidad “auténtica” y por necesidad “falsa”. En otras palabras, qué deseos y aspiraciones serían “legítimos”, y cuáles no. Debate que, desde luego, ha hecho correr ríos de tinta y para nada está concluido. Porque, al parecer, se trata de dilucidar si, en una sociedad volcada hacia el consumo, las motivaciones de compra responden a la búsqueda de un mayor confort material como sinónimo, en cierto modo, de “calidad de vida”; o si, por el contrario, nos hemos adentrado casi sin darnos cuenta en una conducta patológica que, al ser colectiva, hemos convertido en normal; o cuánto de ambas hay. El tema da para mucho al tocar algunas de las fibras más sensibles de lo que nos mueve y nos motiva vitalmente.
Pero, aún a riesgo de perder de vista toda su complejidad, propongo que ahora lo contemplemos desde un determinado ángulo. Se estima que el gasto mundial en publicidad en el año 2013 se ha situado en torno a los 517.100 millones de dólares USA; esto es, 374.710 millones de euros. Un promedio de unos 52 € por persona, en todo el mundo. En España, en el año 2011, pese a la crisis, las empresas gastaron 4.734,6 millones de euros lo que equivaldría a unos 100 € por cada españolito.
Cuando invierten en publicidad, lo que buscan las empresas en muchas ocasiones es darse a conocer al mercado, informar de que están ahí; pero no cabe duda de que otras muchas veces lo que pretenden es estimular la compra de sus productos y hacer que los consumamos más. En el mundo en que vivimos esa estrategia empresarial es perfectamente razonable. Y también lo es en el marco de las políticas económicas de los gobiernos.
Según el INE, el año pasado el consumo de los hogares en España ascendió, en total, a los 595.535 millones de euros: un 58,2% del PIB. Y lo mismo sucede en el resto del mundo. Por tanto, si el consumo cae, la economía nacional (el PIB) retrocede, las empresas venden menos, el paro aumenta, los ingresos del Estado disminuyen y, a la larga, habría dificultades para, por ejemplo, financiar nuestro Estado de Bienestar.
Por eso, todos los gobiernos están encantados cuando los ciudadanos nos lanzamos a consumir. Y en esto coinciden la mayoría de los economistas: si queremos salir de la crisis, es fundamental que, entre otras cosas, el consumo vuelva a crecer. Es un síntoma de “salud” económica. Como ya me he referido a ello en otra ocasión no insistiré más en ello ahora.
Así pues, si queremos ser realistas y tener los pies en el suelo, debemos aplaudir con fuerza cuando nos digan que el consumo vuelve a crecer vigorosamente.
Pero si, además, quisiéramos dedicar una parte de nuestro cerebro a pensar hacia dónde debería tender en el futuro el modelo de sociedad que tenemos, para quizás poder llegar algún día a vivir en un mundo más respetuoso con las personas, nos deberíamos preguntar si nos conviene o no este empeño por animarnos a consumir, por hacernos creer que necesitamos todo lo que compramos o, simplemente, por inducirnos a comprar sin siquiera pensar si lo necesitamos o no (“la compra por impulso”).
Por supuesto, cada persona debe ser libre de comprar con su dinero lo que le dé la gana y de decidir qué necesidades tiene y cómo las quiere resolver. No es a eso a lo que me estoy refiriendo. Lo que planteo es si debería aceptarse, desde la perspectiva de los ciudadanos, que los gobiernos apoyen un sistema económico basado en inducirnos a consumir.
En teoría la democracia es un sistema político que debe servir, entre otras cosas, para fomentar la libertad de los ciudadanos. Es cierto que el concepto de libertad es muy poliédrico, y aunque algunas de sus caras nos son muy familiares, como la libertad de opinión, de manifestación, de asociación, etc., otras, en cambio, nos las planteamos mucho menos, aunque también tienen que ver con nuestra libertad. Concretamente, y en relación con el asunto que tenemos entre manos, es difícil creer que fomentar nuestras necesidades de compra nos haga más libres. No hay que ser un filósofo para percatarse de que cuantas más necesidades acumule una persona más dependiente de ellas y menos libre es. Es obvio que, llegados a ciertos niveles, el impulso por consumir adquiere los típicos rasgos de una adicción y eso es lo contrario de lo que se entiende por libertad.
Por supuesto que el hecho de comprar algo no significa, en multitud de casos, crear una necesidad y, menos aún, una adicción. Como tampoco beberse una caña significa hacerse alcohólico. Pero hay muchos casos en que sí podríamos hablar de adicción. Y lo malo es que es una adicción inducida. ¿Por quién? Podríamos decir que por todos y por nadie, por el modelo económico que tenemos.
La cuestión que planteo es bien sencilla y se reduce a una pregunta: ¿es admisible conceptualmente que en una democracia los gobiernos apoyen un modelo económico basado en fomentar nuestras necesidades, en lugar de reducirlas haciéndonos así más libres? ¿Es compatible que, por una parte, los gobiernos prometan defender nuestra libertad y, por otra, apoyen un modelo económico que, en cierta medida, se basa precisamente en intentar mermarla haciéndonos propensos al consumo?
Un gobierno y unos partidos políticos que realmente se preocupasen por avanzar en el desarrollo de las libertades de los ciudadanos, ¿no deberían plantear públicamente esta reflexión, aunque no sepan cómo solucionarla en la práctica ni qué otro modelo económico proponer? ¿No sería una prueba de madurez democrática que pusieran sobre el tapete este tipo de cuestiones para que reflexionásemos sobre ellas entre todos?
¿Y la sociedad? ¿Y el mundo de la educación, de la cultura? ¿Por qué no toman la iniciativa?
No se trata de caer en una especie de izquierdismo infantil, pero si no queremos hundirnos en la resignación (“estoy es lo que hay”) tendremos que empezar a plantearnos en serio qué cosas no son aceptables de este modelo de sociedad, a qué otro modelo deberíamos aspirar y cómo tendríamos que avanzar hacia él.
Sólo una observación el consumo permite que el excedente que una persona A tiene sobre sus gastos necesarios para vivir lo dedique a comprar algo que otra persona B produce y de paso con IVAs y demás facilita el trasvase de parte de ese excedente al Estado1 para que éste lo dedique simplificando a servicios sociales. Desde esta perspectiva el consumo sin duda resulta útil. Ahora podríamos empezar a analizar qué es lo que produce esa persona A, ¿es bueno es malo conviene al bienestar general de la sociedad?.Esto ya afectaría a las libertades y se ha demostrado que cuando el Estado1 protagoniza la producción va a pique. No cabe duda que nos gustaría producir cosas útiles pero ¿ para quién?, para la propia sociedad del Estado 1 o para la sociedad de otro Estado E2 pobre. Desde esta perspectiva tendríamos que exportar cosas útiles a ese otro Estado E2 , pero¿ cómo lo paga? para que la persona B siga trabajando. También puede suceder que no pueda producir ese bien sino que necesitaría estar en el Estado E2 y producir allí directamente , pero esa persona B ¿se tiene que convertir en emigrante? o hay que otorgar libertad a la persona B para que produzca un producto inútil pero que esa persona A compra libremente.
Entramos como siempre en las fronteras del Estado en el mundo global , en los conceptos de solidaridad colectiva e individual , en quién decide , en hasta dónde la libertad no entra en conflicto con la solidaridad con el bien común de colectivos que no conocemos…y todo esto cuando enfrente nuestro seguro que hay alguien a quién podemos ayudar. Un mundo cada vez más insostenible y no solo dejándonos llevar por los dogmas de la escasez de los recursos naturales y la desigualdad en su distribución.
¿Quién pone orden ,el G20?, o ya lo harán las generaciones venideras.
Abzs
Excelente entrada. Cada día se hace más evidente que las bases del sistema económico son insostenibles, indeseables y absurdas. Hay un asunto fundamental que no se toca en el texto, y es que estamos cada vez más cerca de chocar cintra los límites físicos del planeta. Gran parte de los disturbios de los últimos años (me atrevería a decir que incluso la crisis de 2008) vienen provocados por la escasez de materias primas y su elevado coste. A lo que nos enfrentaremos en un futuro no creo que seamos conscientes, ya que los sumideros naturales de la tierra están colapsados y los efectos del cambio climático son imprevisibles. Va siendo hora de tener políticas responsables, empezando por nuestra propia forma de vida.
El caso es que en esta cuestión los ciudadanos tenemos una enorme responsabilidad, a fin de cuentas nadie nos obliga a comprar lo que no queramos.
No vamos a resolver este asunto limitándonos a echar la culpa a otros, sean políticos, empresarios, publicistas o lo que sea… aunque tengan su respectiva cuota de responsabilidad. Pero gran parte de la clave está en nosotros.
Parece obvio que el consumismo tiene un sustrato psicológico profundo. Habría que preguntarse qué es lo que lo impulsa.
Saludos
Afortunadamente, este es fácil de comentar.
Plebiscito, 100 euros por voto para el si y 0 para el no.
El artículo de Manuel Bautista tiene largo recorrido porque todos hemos observado que –además del lógico tirón publicitario hacia el consumo– también existe el empujón por parte del estado. El «pull» nunca viene solo y lo normal es que venga acompañado del «push».
Por ejemplo.
Alguien se ha preguntado cómo pudimos criar a nuestros hijos sin sillitas especiales para el coche y cómo hemos llegado a tener una en cada coche familiar por niño? –Incluyo coches de abuelos–.
¿O las ITV’s de vehículos y ahora la de las casas?
¿O la prohibición de bolsitas gratis en el super como si fuésemos tarados? ¿Y las bombillitas de «bajo consumo y altísimo precio» a pesar de que apenas inciden en la factura doméstica? –Y Ojito, que recaudan de golpe el IVA de 20 bombillas de las de antes que además se hacían en España.
La lista es «inacabable si entramos en las espacificaciones técnicas.
Si hiciésemos una lista exhaustiva de cómo se nos obliga a aumentar el consumo (normalmente por nuestro bien) probablemente estaríamos hablando de contribuciones artificiales al PIB no menores del 20%.
No exagero. Solo el sector bancario-financiero occidental ha pasado de ser en torno al 2% a más del 5% del PIB sin ninguna contribución real a la economía y simplemente por el proceso de «financiarización». Es decir, de hinchar el globo del crédito.
Con estos mimbres todo se va haciendo irracional en la economía porque nuestras métricas son perversas. Hechas a medida del interés político.
Lo son por diseño si analizamos cómo se fueron construyendo en los años 20 y 30 del siglo pasado.
Hoy el PIB casi no mide «Producción». Da igual si fabricamos aquí o en Vietnam. El PIB a igualdad de precio final es el mismo, posiblemente más si consumes a crédito.
Esencialmente medimos «Consumo» y en pocas décadas todo el sistema pasa a comportarse con la «racionalidad» de una métrica pensada para otro mundo. Es decir, muy poca porque nos comportamos Irracionalmente pero apenas nos damos cuenta.
Este asunto está en la raíz de nuestros actuales problemas sistémicos. No es marginal. Es central porque es una de nuestras formas más importantes de medir al sistema político: Los medimos como ellos quieren que les midamos. ¿Crece o no crece el PIB?
Buenos días
Estimados Manuel Bautista y Manu Oquendo,
Discrepo profundamente del planteo que hacen sobre el consumo y en particular sobre el consumo en las democracias constitucionales. La palabra consumo define algo que todo humano siempre ha debido hacer, es decir, utilizar materia para vivir. Por suerte hoy podemos vivir con mucho menos esfuerzo que antes y darnos gustos que nuestros antepasados jamás habrían imaginado. Mejor todavía, muchos humanos hoy lo podemos hacer con un grado de libertad que nuestros antepasados nunca tuvieron. Y gracias a esa libertad, hoy muchos decidimos sin imposiciones de otros lo que hacemos con nuestro tiempo (sí, decidimos cuanto trabajamos para conseguir materia y satisfacer nuestros gustos y darnos lujos que nunca antes fueron posibles). Sí, las sirenas nos quieren tentar con sus encantos pero está en nosotros saber decir que no, y si no somos capaces de decir que no entonces no jodamos a los que sí son capaces de hacerlo. Costó mucho conseguir la libertad que tenemos, pero todos los días nos seguimos esforzando para proteger nuestra libertad porque siempre están aquellos que en nombre de la Fe o de la moral pero sobre todo de sus propios ambiciones y caprichos quieren imponernos sus gustos.
Estimado Adam Smith,
La palabra consumo abarca acepciones muy distintas. De hecho, gran parte del consumo es imprescindible, porque se refiere a cosas como la alimentación, el transporte, la educación, etc., pero también hay una parte de consumo-capricho.
En cualquier caso, yo no me estoy refiriendo a la libertad de cada uno para decidir sobre su propio consumo, sino a eso que usted denomina «las sirenas».
Esas sirenas son un entramado de intereses públicos y privados que dedican mucho esfuerzo a inducirnos a consumir más de lo que pretendíamos. Es el modelo de política económica que triunfa en el mundo desarrollado, y es el que están copiando en el resto del mundo.
Naturalmente, la responsabilidad de cada uno frente a esas sirenas (y tantas otras que tratan de uniformar nuestras ideas y comportamientos) es ejercer su propio criterio. Pero esto no quita para que también haya que «afear» a las sirenas su juego.
Este razonamiento cabe para cualquier tipo de adicción. Se puede ser muy «liberal» hacia el derecho de cada cual por consumir drogas, pero lo que nadie aceptaría es que el Estado fuese cómplice en el intento de hacernos drogadictos. Salvando las distancias, a eso es a lo que me estaba refiriendo.
De todos modos, otro aspecto que pretendía poner de manifiesto en el artículo es el de las otras caras de la libertad.
Cuando hablamos de libertad, parece que nos hemos quedado únicamente con la versión que nos ha legado la Revolución francesa, cuando es un concepto que tiene muchos más matices y algunos de ellos mucho más decisivos que los «descubiertos» por aquellos revolucionarios.
Nos conviene ir profundizando en los aspectos que más traban nuestra posibilidad de libertad.
Un cordial saludo
Estimado Manuel,
En su comentario, usted apunta a las sirenas que mencioné en mi comentario inicial. Pero sus sirenas no son las mías. Mis sirenas son los miles de millones de personas que todos los días deben trabajar y para trabajar venden, y no importa si trabajan en forma independiente o en relación de dependencia. Como dijo Arthur Miller
«The only thing you got in this world is what you can sell. And the funny thing is, you’re a salesman, and you don’t know that.”
Death of a Salesman, 1949, palabras de Charlie a Willie.
En algunas traducciones al español la primera oración está mal traducida. La idea original en inglés se refiere a todas las personas y no sólo a Willie. La segunda oración sí se refiere sólo a Willie, el vendedor y personaje principal.
Usted, sin embargo, presume que las sirenas son una minoría que conspira para que la masa consuma lo que la minoría dicta. Sus sirenas tienen poder, mucho poder, y especialmente poder coercitivo para imponer a la masa sus dictados. Por suerte, los políticos que gobiernan son tan grotescos que no me puedo imaginar a un Obama conspirando para joder a sus ciudadanos. Elijo el ejemplo de Obama porque he estado siguiendo la ejecución de su plan de seguro médico, y no puede menos que reírse de su incompetencia y corrupción. En el peor de los casos, estos políticos son una amenaza por lo que pretenden hacer pero no por lo que pueden hacer. Peor todavía, su propia incompetencia los lleva a buscar alianzas, en particular con empresarios ricos (por ejemplo, Soros en el caso de Obama), pero sus colusiones no cumplen requisitos mínimos de racionalidad para sobrevivir contingencias adversas (aplicación de teoría de juegos al análisis de colusiones). En fin, como dijo Hanlon, no es necesario atribuir a la malicia lo que se explica por estupidez. A esos políticos y sus cómplices no hay que afearlos, hay que enfrentarlos y para eso lo primero es asegurar que el poder coercitivo del estado esté limitado por medios eficaces, algo que todavía está lejos de lograrse, incluso en EEUU, por la fuerte resistencia de quienes quieren conservar sus privilegios.
Un tema esencial. De él dependen casi todos los demás temas; nuestra salud física y mental, nuestra relación con los otros, nuestra interacción con el planeta que habitamos y por supuesto la libertad y la oportunidad de que siga existiendo un futuro.
Ésta es la ecuación básica que relaciona población y consumo:
∑in = ci ≤ C, que para hacerla más fácil, en términos de consumo medio per cápita:
n x c ≤ C.
Donde n es la población mundial, c el consumo y C la capacidad de carga total del planeta.
Para mí esta claro, en términos morales, éticos y místicos:
Para disminuir la capacidad de carga del planeta, hay que reducir el consumo.
Lo otro es lo que pasará si no lo reducimos. ( lo otro es n, que ya no crecerá sinó cambiamos completamente el modelo)
No sólo que conocemos los límites físicos del planeta y los límites de la fuente de energía que mayoritariamente consumimos. Sino que sabemos que esos límites se están estrechando peligrosamente.
Antes no lo éramos, pero ahora el ser humano es «Detritívoro». Eso es lo que comemos mayoritariamente, detritus energético fósil y lo que nuestras sociedades han permitido hasta convertirnos en una plaga.
La biología dice, que la especie que deja de alimentarse de sus energías renovables, es decir de las que consigue en cada estación anual gracias al sol y a la base fotosintética de nuestra cadena alimentaria, pasa a crecer en exponencial , es decir se convierte en invasora. Pero ¿que les pasa en un medio limitado a las especies invasoras? Pues yo me lo imagino como un cultivo de levaduras en
en un frasco de vidrio, cuando se agotan las fuentes de carbono disponibles, y se empieza a producir etanol y CO2 agotando la glucosa… se mueren todas, si no disponen de fuentes alternativas de energía.
Podemos incluso aventurarnos a pensar que en términos fisico-químicos, nuestras moléculas de DNA y proteínas procederían casi en un 50% del gas natural ( y no es broma) , principalmente metano.
Estas macromoléculas necesitan nitrógeno y fósforo ( que están casi agotados); El ciclo del N2 ciclo del nitrógeno maravilloso que teníamos en simbiosis con bacterias, y plantas no nos ha parecido bastante y hemos incorporado nitrógeno inorgánico a través de los fertilizantes nitrogenados ( ec de Haber- Bosh) primero a los vegetales y después a los animales, por medio de la agricultura y la ganadería industriales.
Eso por una parte.
Por otra, la que más me preocupa es que cuando evidentemente falten recursos y haya que volver a métodos tradicionales basados en los procedimientos por los cuales los hombres han desarrollado un crecimiento sostenible, hasta el siglo XIX, ¿quienes sabrán hacerlo? ¿cómo nos moveremos sin máquinas?
Lo primero por tanto es dejar de ser y comportarse como una máquina y enterarnos de lo que estamos comiendo, bebiendo, respirando y la parte de cada uno que contribuye a contaminar por la irresponsabilidad de su consumo.
Lo segundo, pero sólo con nuestro ejemplo, enseñarlo, educar en una especie de filosofía social en la que se integren diferentes materias en vez de separarlas. Única forma a mi entender, de darnos cuenta de que ser humano, sólo será posible si se da cuenta de que es una especie más y que se comporta como una de las mas ignorantes, puesto que no protege a su descendencia, no conserva, no multiplica el hábitat en el que nació y está enganchada en una rueda de consumo estúpido e inútil completamente plastificado y envasado al vacío, artificial.
Lo tercero es cómo y de qué nos alimentamos. Para qué y porqué llamamos «Producción animal » «producción vegetal» «Producción intensiva» ¿Realmente necesitamos tanto para comer? Unos tanto a consta de los otros cuando jamás hemos tenido tanta abundancia de alimentos.
Esto último si no lo legislamos, y no tenemos la ayuda de ( gobiernos no la vamos a tener, porque lo que tenemos es un «salvese quien pueda») comunidades con fuerza suficiente para proteger, restaurar, recuperar las semillas valiosas, las especies de animales adaptadas a cada hábitat.. Si no lo hacemos, en un día no muy lejano, sólo los muy ricos podrán disponer de alimentos no contaminados que se venderán a precio de oro, y los demás a saber qué comeremos.
Pongo dos ejemplos de la estupidez humana que cuestan millones de dólares y van destinados a engañar a las poblaciones de los Países donde se pasa hambre.
En la India se cría una vaca pequeñita que da de 1-3 litros de leche al día, igual ocurre en el ganado extensivo africano. Pues bien, les vendemos nuestras vacas lecheras ( las blancas y negras) porque nos sobran ( nosotros ya bebemos soja transgénica) Y es que a nadie le da por pensar qué pasa en la adaptación de los animales a sus climas de origen, o por ejemplo en los patógenos y las enfermedades a los que los locales se han hecho resistentes pero no los introducidos? Si, si que lo saben, lo saben los pobres que han hecho la inversión y que se dan cuenta tarde del gran timo.
Esto pasa mucho mas frecuentemente con las especies vegetales, pero nada, fabricamos transgénicos y los libramos de las plagas. Y nuestro Gobierno responsable y solidario con sus subditos, acaba de ser uno de los Países de la Unión Europea que, en contra de los votos del Parlamento, y por supuesto, de la abstención cómplice de Alemania, que no lo va a plantar ni a consumir, acaba de aprobar una tercera semilla de maiz transgénico, que Dupont lleva tratando de colar trece años, y que lleva un pesticida incorporado, por lo que hasta ahora, todas las agencias la habían rechazado.
España es uno de los pocos países donde tenemos la mayor superficie cultivada de transgénicos. No es una aberración? Con todo el campo fértil y maravilloso que tenemos, con la riqueza en frutas y verduras, ahora lo dedicamos a cultivos de plantas para los coches y para los animales.. y eso nos llega. Nos llegará, lo incorporaremos y además lo transmitimos por epigenética a nuestra descendencia. Así también nos aseguramos que la Industria farmaceútica nos siga proporcionando nuevas drogas sintéticas para las nuevas enfermedades del siglo XXI.
Esto no es ningún cuento de terror, está basado en datos rigurosos. Otra cosa es que se quiera o no se quiera ver.
La solución debe empezar y terminar en nosotros, cada uno un poquito- siento repetirme- pero luego el trabajo sólo avanza si una vez conocida la realidad somos muchos de golpe los que empezamos a vivir de otra forma, decreciendo, consumiendo alimentos que no hayan sufrido transporte, porque así el productor se llevará el precio justo por lo que con tanto mimo ha cultivado y entonces, los jóvenes, quizás podrián verlo no como un trabajo ingrato, sino uno de los mas dignos y loables, darnos de bien-comer y enseñarnos a hacerlo. Porque sólo los que están con los árboles, con la naturaleza, con los animales, saben de su comportamiento, de sus ciclos, de su obstinada resistencia y de su crecer cooperativo.
Inés,
Luego de leer sus primeras líneas sobre la ecuación que limita el consumo y la población no pude seguir leyendo. Esa ecuación ignora la historia de la humanidad porque sus tres variables (n, c y C) están relacionadas en el tiempo de maneras complejas que todavía seguimos sin poder explicar bien pero que sí sabemos que nunca deben ser consideradas independientes entre sí. Sus trayectorias en el tiempo están en última instancia determinadas por lo que Julian Simon llamó el último recurso, esto es, nuestra capacidad de adaptación y creación. El desafío de los científicos es precisamente determinar cómo nuestra capacidad ha evolucionado y cómo su evolución ha ido condicionado las complejas relaciones entre esas tres variables.
Estimado A. Smith,
Seamos realistas ya que no científicos, el último recurso de J. Simon puede ser como la botella de Coca Cola para los bosquimanos de “Los dioses deben estar locos”, un verdadero incordio:
“Xi, quien justo va pasando por allí ve caer del cielo la botella, la recoge y la lleva a la aldea. Para él y los suyos este objeto desconocido es «un regalo de los dioses». Primero todos están interesados y contentos ya que es un material desconocido y pronto se le encuentra variados usos incluyendo el de instrumento musical, pero pronto la botella se convierte en objeto de discordia y reyertas nunca antes vividas por ellos, ya que todos la quieren y no hay ninguna más, por lo que Xi decide llevarla al extremo de su mundo conocido, para que no ocasione más disputas y devolvérsela a los dioses.”
Otro claro ejemplo de consecuencialismo ciego es la atroz postura “solidaria” de Sala i Martí (el de las chaquetas horteras):
“La institución que más ha hecho para erradicar la pobreza en África no es ninguna ONG. Es la Coca Cola y las decenas de miles de puestos de trabajo creados.”
También mueren diariamente decenas de miles de personas a causa de la pobreza y no lo llamamos desarrollo. En fin, tal y como dijo Einstein «No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo.”
Un saludo
Un amigo en su blog escribe lo siguiente
Somehow I doubt that expanding the earned-income credit would do much for the people in those 775 zip codes. But I can tell you what would do a lot for them: ending the drug war, ending the grinding regulation that prevents many of them from selling food on the street, driving cabs, and doing scores of other jobs without government permission.
Le recomiendo que lea el post completo
http://econlog.econlib.org/archives/2014/03/is_outrage_at_t.html
Y lamento que piense que le quedan sólo dos años de esta maravillosa vida.
Vale, supongo que la respuesta es para Manuel, yo lo que quería decir con la historia bosquimana es que el argumento del último recurso es tan anacrónico como una botella vacía en el Kalahari, un estorbo inservible. Podemos lamentarnos o hacer como el avestruz, y no resolveremos nada:
http://www.resilience.org/stories/2010-05-19/peak-fish-and-biodiversity-crisis
ABOUT 3 billion people live within 100 miles (160km) of the sea, a number that could double in the next decade as humans flock to coastal cities like gulls. The oceans produce $3 trillion of goods and services each year and untold value for the Earth’s ecology. Life could not exist without these vast water reserves—and, if anything, they are becoming even more important to humans than before.
http://www.economist.com/news/international/21596990-humans-are-damaging-high-seas-now-oceans-are-doing-harm-back-deep-water
Si no se están estrechando los límites del planeta como dice Inés, será porque aún nos quedan por probar las medusas y los insectos.
Tambien en español se reflexiona en contra de la corriente dominante BAU (Bussines As Usual):
http://crashoil.blogspot.com/2011/09/por-que-se-despilfarra-tanto.html
la inés…..con perdón….mola cantidad!!
seré breve, una vez ví , no hace mucho, una foto de tomates del campo, sííí..tomates!!!, normales y corrientes, cada cual de un tamaño, casi de un color que de otro, unos mas rojos que verdes otros más verdes que rojos, más grandes más chicos..alguno desfigurado, mas-menos..etc..
qué tontería verdad?, tomates!!–me quedé´mirándolos como una tortolita y me dije, coña!! si estos son los naturales?, los de la tienda?–tan rojos ellos, tan iguales, tan gemelos, tan perfectos…de qué estarán echos?…me pregunto, sin responderme por el momento..
igual me pasa con las fresas..hace poco que las he visto, y mi primera impresión ha sido..vaya!!, si parecen salidas de fábrica!!——
y así con todo..lo natural que se «vende»…
vamos a ver, si habrá que comer para no morirse, pero o nos vamos informando de lo que va entrando para dentro de nuestro organismo..o cualquier día nos comemos un ajete con adn de dinosaurio!!…..a saber!!
Hace muchos años escuché a un responsable de la fabricación de camiones Pegaso, que eran más importantes y, por tanto debían ser mejor pagados, los buenos agentes comerciales que los ingenieros creadores del producto. Un ingeniero que diseñara trenes, coches, camiones…era muy valorado, pero sin una red de venta y unos buenos portavoces del género, responsables de su colocación en el mercado podía hundirse. Este señor echaba mucho en falta que desde las escuelas de ingeniería, no se diese importancia a esta faceta tan necesaria y no se preparase al alumno para ello.
Con el tiempo lo he podido comprobar en el ámbito artístico. Pintores, músicos, teatro; grandes obras maravillosas, presentadas en sitios dignos, con buena acogida, pasar, a duras penas, por un día a día difícil, sin tener la amplificación necesaria en los medios de comunicación, por fallar la cadena de trasmisión, fallo, por qué no decirlo, que tiene que ver con el dinero que se necesita para movilizar la promoción y la propaganda y que también tiene que ver con la nefasta gestión de la cultura desde el Estado, más atento al rédito electoral que a promover verdadero arte que forme y sensibilice.
La reflexión sobre este artículo me lleva a pensar en la necesidad de esta publicidad, ¿por qué no? Siempre que sea clara, que informe, que estimule. Entrevistas bien hechas donde se escuchen las propuestas y se analice con conocimiento, pueden enseñar al consumidor.
Lo que vale para un cuadro y para un ballet, puede servir para un coche. Pero, ¡ ojo!, crear la necesidad psicológica de que cada cierto tiempo, en cuanto se pinche una rueda hay que cambiar el coche, es más que excesivo y todavía más que se estimule la filosofía de la necesidad de cambio ante determinado número de kilómetros, o de diferente estética en los electrodomésticos, porque si no se entra en esa rueda de renovación, se demuestra, sí o sí, falta de posición social y económica, cosa que desazona mucho en esta sociedad de nuevos ricos.
Plantear el problema como se hace desde este blog, me parece importante; también la invitación a profundizar; no dar todo por cerrado, porque todo es modificable. El camino no termina, no se le ve el fin y su trazado podemos cambiarlo.
No me resisto a iniciar con una cita que ciertamente mal recordaba y me ha costado trabajo el encontrar :
La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del «libre mercado»: el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente (J. BOLVITNIK)
En la actualidad en la que la mayoría de los países tienen estructuras político sociales muy alejadas de posturas marxistas el consumidor es soberano y la producción simplemente responde a las preferencias de los mismos: el consumidor tiene la suprema libertad de elegir en el mercado.
La posición EN CONTRASTE agudo con la idea de la soberanía del consumidor, la producción «produce el consumo», determinando el modo de consumo, creando al consumidor («La producción crea, pues, al consumidor»)
La soberanía del consumidor y la libertad de elección son ilusiones , como se apunta en otro comentario cuales y quien pone las fronteras a las atribuciones del Estado?
Para mi el problema, como lo plantea Manuel, no es que el Estado promueva un «consumismo artificial» sino en que el resultado de ese consumo, impuestos, lo distribuya correctamente. Un consumo «excesivo» en bienes no necesarios, si sirve para producir bienes o servicios menos atractivos «para el mercado» pero socialmente necesarios, está bien.
Buenas.
Hace algunas semanas fue portada en periodicos alemanes y daneses, dos empresas de alta tecnologia, que «casualmente»recibian avalanchas de clientes inconformes y descontentos precisamente dos años y pico despues de haber efectuado la compra de dichos aparatos de tecnologia moderna, y que desgraciadamente ya no cubria la garantia, que para estos paises son de dos años. Tampoco se podian reparar, y se veian abocados a la adquizición de un nuevo producto. Las empresas han sido denunciadas y estan a la larga espera de temas con esté calado. Obsolescencia programada ? Ahi os dejo un documental que está ganando muchos premios, y no se debe de pasar por alto . http://www.rtve.es/noticias/20110104/productos-consumo-duran-cada-vez-menos/392498.shtml
Yo diría que el actual modelos no sólo no es aceptable por las razones expuestas por el autor sino que es un modelo que nos está llevando en un tren sin frenos directos al precipicio. Me sorprende que ninguno de los comentarios ni el autor haya mencionado este tema.
Nuestra civilización, y con ella su modelo socio-económico está condenada al fracaso, a estrellarse contra el planeta. Lo malo es que no va a ser un paseo en el parque.
Consuman que quedan sólo un par de años.
https://www.youtube.com/watch?v=lUsvPiwg6wU#t=1
http://www.tullettprebon.com/documents/strategyinsights/tpsi_009_perfect_storm_009.pdf
http://ourfiniteworld.com/2014/02/25/beginning-of-the-end-oil-companies-cut-back-on-spending/
http://www.cookingideas.es/oil-crash-20131216.html
Aplaudo este artículo de Manuel. Yo creo que, de alguna manera, debemos desatarnos de la necesidad y emprendernos en la creatividad
Que es consumir?. Es engullir? Es matar el tiempo? . Pasar por el mundo aceleredando nuestro devenir?
Yo ahora observo a niños del llamado tercer mundo jugando con pelotas de trapo. Montando bicicletas casi de desguace. Esos niños van a la escuela impecables. Se levantan antes del amanecer. Me entristece que no haya esperanza para ellos. Pero luego me pregunto cual es esa esperanza?
Cual es nuestra esperanza? Tener más? Tener capacidad de consumo?
Entonces estos niños de sonrisa blanca terminan siendo narcotraficantes, politicos corruptos. Se ufanan de sus contactos con la gente «blanca». El consumo aturde, despersonaliza, prostituye, envilece. En el tercer mundo se cuece la sangre de ese consumo sin limites de la sociedad del llamado primer mundo
Esos niños eran los niños españoles en los años 50, 60, y parte de los 70.
Este articulo me trae a cuenta aquello del Deuda Publica Ficticia. El dinero que emiten los Bancos Centrales para hacer circular el dinero. Ese dinero para el consumo. Para, podemos decir, ese macro consumo.
Pregunta Bautista sin un gobierno democratico debe fomentar ese consumo. Uno diria que no. La pregunta podria ser si este modelo de gobierno es democratico y entonces podriamos afirmar que no. El problema es esencial. Porque el caso no es que dejemos de consumir. Como bien dice Bautista. Si no hay consumo la economia, esta economia entra en crisis.
Entonces, hablando claro, el problema no es de Democracia. Que es Democracia?. Es algo diferente a esta manera de gobernar. Esto podria llamarse el «Gobierno del Consumo». Siendo bruscos podiamos llamarlo «consumocracia»,
Es malo caer siempre al problema con vocablos. Pero esto es el modelo neoliberal. De que hablamos todos los dias. Hablamos del «cash flow», de la «prima de riesgo» de la «Bolsa». Estos valores sirven de «termometro» de nuestros sintomas.
El dia que nos levantemos con noticias sobre la vida, la felicidad y los suenyos, quizas amaneceremos en la Democracia.