Partamos de lo obvio: los ataques del 7 de octubre fueron de una atrocidad y un ensañamiento jamás vistos en tiempos modernos.
Y frente a esa barbarie, resulta difícilmente comprensible la aparente justificación (Israel oprime, con lo que es lógica la respuesta) o incluso la negación de los hechos. Respecto esta cuestión, habría que explicar la razón por la que nunca veréis imágenes de las víctimas israelíes: el judaísmo prohíbe mostrar los cadáveres y, de hecho, en un entierro judío no se ve al muerto, que está cubierto (agradezco no tener grabada la faz de la muerte en mis seres queridos).
Sigamos con lo obvio. Hamas es una organización terrorista, que, según su Carta fundacional del 18 de agosto de 1988, tiene como fines, entre otros, “izar la bandera de Alá en cada centímetro de Palestina”; la Yihad contra Israel y los judíos, sin “diferenciación entre el hombre y la mujer, entre niños y ancianos” [“El Día del Juicio no llegará hasta que los musulmanes no luchen contra los judíos y les den muerte …”]; o el rechazo de “las llamadas soluciones pacíficas”, ya que “no existe ninguna solución al problema palestino sino por medio de la Yihad”.
Israel es un Estado de Derecho en el que, de una población de 9 millones, casi 2 millones son árabes (fuera de Occidente, de los pocos musulmanes a los que se les reconocen libertades básicas como la libertad e identidad sexual o de género). Y parece lamentable que un atentado terrorista reavive el debate sobre el derecho de Israel a existir, cuando sus orígenes son análogos a los de la mayoría de los Estados surgidos en procesos de descolonización (en este caso británica).
Pero al margen de lo anterior, es importante entender qué pretendía Hamas con los atentados del 7 de octubre. Hamas sabe que, en este momento, no puede derrotar militarmente a Israel, por lo que su objetivo era otro: perpetrar tales barbaridades (asesinatos de niños y ancianos, mutilaciones, violaciones y secuestros), que Israel no tuviera otra opción que dar una respuesta contundente.
Y este escenario tenía causas precisas y una hoja de ruta planificada.
Como explicaba Fernando Reinares en su artículo en El Mundo, las últimas encuestas en Gaza reflejaban, entre otras cosas, que tres cuartas partes de la población estaba harta de la corrupción generalizada de la autoridad Palestina, debida a la ausencia de un Estado de Derecho, o que la mitad de los gazatíes era favorable a la normalización de las relaciones con Israel si lo hacía Arabia Saudí.
Y aquí el contexto internacional se presenta con una enorme relevancia. Después de que, en 1967, gran número de los países de la Liga Árabe firmaran los tres Noes [no a la negociación, a la paz o al reconocimiento de Israel] y del abandono de esta línea primero por Egipto, luego por Jordania y, recientemente (2020), por los firmantes de los Acuerdos de Abraham [Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos]; la pieza más importante del tablero estaba a punto de realizar el definitivo acercamiento a Israel: Arabia Saudí. Y este país no sólo tiene una evidente importancia económica, política y social en el mundo árabe, sino que es el primer centro religioso del islam (especialmente, para los sunitas). La firma de un eventual acuerdo entre Arabia Saudí e Israel hubiera provocado un acercamiento sin precedentes entre dos mundos aparentemente irreconciliables.
Este escenario no podían consentirlo ni Irán (líder ideológico de los chiitas y archienemigo de Arabia Saudí) ni, por supuesto, Hamas.
Y, si este era el plan de Hamas, Israel debería hacer el mayor esfuerzo por no convertirse en una pieza en la realización del plan preconcebido por la organización terrorista.
Es cierto que, habiendo cientos de secuestrados (muchos de ellos niños), la obligación de cualquier Estado es intentar el rescate y eso obliga a incursiones terrestres en Gaza, con el desastre que eso supone.
También es cierto que la gravedad de los atentados hace imprescindible una respuesta contundente de Israel frente a Hamas. Pero esta debería tener en cuenta que los líderes que han diseñado y planificado los atentados, probablemente, ya no estén en Gaza y que la respuesta va a afectar, fundamentalmente, a una población, secuestrada por la organización terrorista y que, en estos momentos, mostraba hartazgo de su gestión.
Adicionalmente, quizá lo más relevante en estos momentos es evitar que Israel se convierta en un peón en el plan de Hamas, que impida (o al menos retrase) el esencial acuerdo con Arabia Saudí. Este es el único camino en la solución del conflicto.
Por cierto, se oyen muchas voces bien pensantes que exigen a Israel la apertura de una negociación y la pregunta que no responden es ¿con quién debe negociar? ¿Con una organización terrorista cuyo objetivo es la destrucción de Israel o que es capaz de las atrocidades que ha perpetrado Hamas?
En estos momentos, la única negociación posible es con los países árabes y, entre estos, Arabia Saudí tiene una importancia decisiva en cualquier solución del problema. Espero que los líderes israelíes tengan la inteligencia y la habilidad de mantener esta vía abierta.
Creo que Isaac se queda un poco corto en su análisis.
La izquierda está usando el islam como ariete destructor en su guerra contra la cultura y creencias de Europa y de Occidente. Tras este último ataque de Hamas es evidente que ya estamos en plena guerra de «relatos» y la Izquierda nos lleva unos sesenta años de ventaja y de experiencia en estas lides.
Poco a poco iremos viendo cómo la prensa se centra en Hamás y en la Franja de Gaza. Olvidarán los muertos de Israel y lo que haga falta olvidar. El Mundo, por ejemplo, es especialista en trabajar para dicha izquierda pretendiendo ser equidistante. Hasta en los chistes d gráficos se delatan.
Mientras tanto nuestras ONGs, financiadas por la ONU y la UE, alimentan a Hamas. Ambas, ONU y UE, dos escondrijos de los tentáculos de la Izquierda destructora y sus «agendas». Allí jubilaba Zapatero a sus ministras más vociferantes y bajo sus auspicios se aseguran un sueldo cuando no gobiernan.
Shalom
Suscribo todo lo que dice Isaac y Manu. Desde aquí todas mi condolencias con el pueblo de Israel y con los palestinos inocentes que sufren los desmanes de los criminales de hamás, irán, hezbolá, sin olvidarme de los inocentes secuestrados por esas bestias criminales. (pido perdón a las bestias)
Está corriendo un vídeo por whatsapp, un vídeo donde dice: mujeres judías, musulmanas y cristianas, marchan por la paz. Es un video del 2016. No creo que ahora se juntaran para hacer esa marcha tan solidaria. Estos videos son dignos de los abraza árboles, cambioclimatistas y amigos de Greta Thunberg, los que quiere desviar la atención de lo importante. Tanto el comunismo como la extrema derecha nazi, quieren que se perpetre otro holocausto y conseguir lo que Hitler no consiguió, terminar con el pueblo judío.
El tema geopolítico que concierne a este tema, lo dejo a los que saben de ello. En este momento solo respondo a la reacción de mis tripas y se que no es bueno.
Osé shalom bimromav, Hu
berrajamav ya‘asé shalom ‘alenu,
ve‘al ‘al kol Yisrael. Amén