La reciente retirada de EEUU y del resto de países occidentales de Afganistán y la inesperadamente rápida ocupación del gobierno de ese país por los talibanes han producido una percepción de fracaso de Occidente en este país así como de una victoria del extremismo islámico.
No es solo que, tras una ocupación de 20 años, se haya cedido el control del país a los mismos a los que se desalojó por las armas y que se haya tenido que hacer una retirada precipitada con las bochornosas imágenes del aeropuerto de Kabul que todos hemos visto. Queda además comprometida la imagen de EEUU como defensor de las libertades del mundo, abandonando a los afganos a su suerte (entre los cuales hay que destacar la situación en que van a quedar las mujeres así como los colectivos LGTBI).
¿Qué confianza tendrán en ese país norteamericano los ciudadanos de aquellas zonas en las que los estadounidenses tienen tropas (o las tengan en un futuro) cuando saben por experiencia que les pueden dejar desprotegidos en cuanto sus intereses geoestratégicos no coincidan con los suyos?
¿Qué confianza tendrán cuando hace apenas dos meses el presidente Biden afirmaba que “No es cierto que el gobierno afgano vaya a colapsar?”. Creo que este tipo de afirmaciones es muy representativo de la falta de entendimiento que se tiene en Occidente de la situación en determinados países.
Está además el riesgo (de momento negado por los talibanes) de que Afganistán dé cobijo a Al Qaeda, al ISIS y otros grupos terroristas, lo cual supone un enorme peligro. ¿Podemos esperar que los nuevos dirigentes hayan moderado sus actitudes en cuanto al trato a las mujeres, los disidentes y el apoyo a grupos radicales con respecto a lo que hicieron hace años? Eso afirman, pero el tiempo dirá si es verdad; las primeras impresiones hacen temer lo peor.
Afganistán es un país complicado, no hay duda de ello, y su historia también. Su situación geográfica, en la ruta de la Seda, propició las ansias dominadoras de los imperios ruso y británico en su momento. En 1979 se produjo la intervención de la Unión Soviética en apoyo del gobierno comunista que se vio enfrentado a la guerrilla islámica (que, por cierto, recibió la ayuda de EEUU y de otros países, lo que favoreció el crecimiento de este tipo de grupos). Los soviéticos estuvieron 10 años y poco después de su retirada los muyahidines se hicieron con el gobierno. En 1996 los talibanes (con el respaldo de Arabia Saudí, Pakistán y Osama bin Laden) consiguieron el poder instalando lo que Amnistía Internacional calificó como el “reino del terror” (además de la represión de las mujeres, recordemos, entre otros hechos, la destrucción de las dos estatuas gigantes de Bamiyan que databan de hace 1500 años).
Los atentados de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, realizados por Al-Qaeda y respaldados por los talibanes, provocaron la invasión del país por fuerzas de la OTAN lideradas por los estadounidenses con el objetivo de destruir al citado grupo terrorista, capturar a bin Laden y derrocar al régimen talibán. Éstos se retiraron a zonas alejadas pero no desaparecieron.
Afganistán es además un país en el que han dominado los jefes tribales, generalmente enfrentados entre sí (lo que impide una estructuración social y política coherente como nación) y con una corrupción generalizada. Por si fuera poco, el país produce una cantidad ingente de opio, lo cual alimenta a su vez las corruptelas y la violencia. Recientemente se han descubierto grandes reservas de minerales y tierras raras necesarias para el desarrollo de nuevas tecnologías, lo que la convierte en objeto de codicia de las potencias.
En los 20 años de dominación estadounidense no se ha conseguido erradicar a los talibanes y la falta de honradez en el ámbito público ha ido en aumento. El saldo han sido 100.000 afganos y 6.000 americanos muertos, así como un coste de 83.000 millones de dólares de los que una parte significativa ha ido a parar a los bolsillos de algunos pocos. La formación realizada a 300.000 militares afganos en este tiempo se ha esfumado de la noche al día.
EEUU se justifica argumentando para su retirada que los objetivos que se habían marcado en 2001 ya se han cumplido, es decir acabar con Osama bin Laden y destruir la capacidad operativa de Al Qaeda. También indican la incapacidad de los líderes afganos de asumir su propio destino.
Y esto es la clave del tema. Los estadounidenses han estado allí mientras entendían que estaban defendiendo sus propios intereses, es decir, no es la democracia ni el bienestar del pueblo afgano lo que les motivó a estar allí, sino exclusivamente lo que les podía beneficiar.
Ésta es una clave política cada vez más frecuente en nuestros socios trasatlánticos, lo cual tiene consecuencias importantes para el resto del mundo.
¿Cuál ha sido el papel de Europa en esta película? Pues hay que reconocer que la imagen que ha dado es que hemos actuado como meros comparsas. La UE no ha tenido una política propia en este tema; se ha limitado a acompañar a EEUU cuando fue para allá y salir precipitadamente cuando han decidido marcharse.
Cada vez está más claro que los estadounidenses no están dispuestos a cargar con el grueso de la defensa de Occidente, lo que obliga plantearse a Europa una estrategia efectiva de defensa.
Es interesante el dato de que el presupuesto militar conjunto de todos los países de la UE es tres veces el de Rusia pero, al ser inferior al de EEUU o China, no permite una defensa sin la ayuda del amigo americano. Europa se tiene que plantear una política clara de defensa y de política exterior que le permita avanzar hacia una autonomía manteniendo sus valores tradicionales de multilateralidad, respeto al derecho internacional y acuerdos con sus aliados.
Entre las cosas a desarrollar está la compatibilidad de los sistemas de armamento y la coordinación de las políticas de defensa, lo cual permitiría evitar duplicidades y costes, a la vez que mejoraría la eficacia. Las divisiones y susceptibilidades internas entre los países son un obstáculo ciertamente a superar.
A Europa le va a llegar, con bastante probabilidad, un problema adicional con los refugiados de Afganistán. Visto lo ocurrido con los de Siria y la falta de acuerdo entre los países, no hay duda de que será un nuevo desafío para la Unión.
¿Cuál es la postura de Rusia con respecto a lo ocurrido? Aunque no disimulen cierta alegría por el fracaso de los americanos, son conscientes de que varios de los países exsoviéticos tienen más de 2000 Km de frontera con Afganistán y el peligro de contagio de islamismo radical y terrorista les preocupa, aunque hoy en día consideran que los talibanes no van a fomentar este tipo de grupos.
A los chinos también les preocupa el contagio de actitudes terroristas o que estos grupos se refugien tras las fronteras afganas. Son los que han adoptado una actitud más proactiva entablando negociaciones con las nuevas autoridades y comprometiendo ya una ayuda de 31 millones de dólares para la recuperación del país, pero advirtiendo que deben reflejarse en acciones las declaraciones de los talibanes de no dejar actuar en su territorio a grupos terroristas. No obstante, ya están hablando de modernizar las minas de cobre y recordemos la abundancia de este país en tierras raras, tan importantes hoy en día para la industria tecnológica.
Como vemos, nada nuevo bajo el sol. Los intereses geoestratégicos siguen dominando la política de las grandes potencias como ha ocurrido a lo largo del tiempo, siendo en cada caso los protagonistas los imperios que correspondían a la época histórica.
¿Podría hacerse de otra manera? ¿Podría hacerse mejor? Lo que está claro es que el modelo empleado en Afganistán de la dominación militar y la imposición en poco tiempo de pautas culturales y modelos de gobierno externos, con frecuencia con actitud prepotente, acaba fracasando.
Los cambios más duraderos (y más difíciles de conseguir) son los que se producen en el interior de cada sociedad y de cada persona. No funcionan cuando son impuestos, cuando no surgen de un proceso interno en el que, desde el convencimiento, se perciba la necesidad de un nuevo tipo de relación social y se tenga en cuenta el contexto cultural, con frecuencia muy distinto al nuestro. En esto es en lo que habría que trabajar y no tratar de trasladar modelos de otros países (a veces con no disimulados intereses comerciales) a los locales.
No se puede implantar un modelo de elecciones al estilo de Occidente a toda prisa cuando no hay medios de comunicación independientes, ni hay sociedad civil y el gobierno es percibido por la población como altamente ineficaz y corrupto.
¿Es la caída de Afganistán un síntoma de la decadencia de Occidente? En los procesos históricos es muy difícil decir en qué momento se producen los cambios en la hegemonía de los países, pero es verdad que lo pasado no deja en buen lugar a esta zona del mundo.
Lo único cierto al final es que, en esta historia, mientras que Occidente se ha jugado su prestigio internacional, los afganos se han estado jugando la vida.
Certero artículo sobre algo que no es de ahora. La decadencia de Occidente ya era un tema de pps. del siglo pasado (Spengler o Toynbee) donde ha jugado un gran papel la perversión de principios y valores que daban consistencia moral a unas sociedades.
En cuanto a lo ocurrido en Afganistán es una prueba más del fracaso de intentar imponer (por ignorancia o prepotencia) modelos extraños a culturas, creencias y tradiciones que cuentan con milenios a sus espaldas. Que nos gusten más o menos no deja de ser una injerencia que nadie nos ha pedido, sino que obedecen a intereses particulares vestidos de geopolíticas y geoestrategias. Como está ocurriendo con las nuevas y vacuas ideologías que salen siempre del mismo lugar: «el fundamentalismo USA» (Galtung) y su prepotencia económica y militar (modelo costa Este).
La UE al haber actuado como una colonia americana haciendo dejación de sus proyectos políticos, económicos o culturales, se ha convertido en algo inoperante en todos los sentidos, excepto en las burocracias administrativas y el seguir siendo una especie de títere en manos de intereses ajenos. No es «ni chicha, ni limoná» que dicen por ahí. Es una estructura colonizada, organizada, tutelada y mantenida por EE.UU. desde la 1ª G.M. con una presencia cada vez mayor en esa tutela a partir de la 2ª G.M. y la llamada «guerra fría», incapaz de hacer una verdadera unión de sus estados miembros y con su propia política donde debería estar Rusia. Sólo entonces podría despegar con fisonomía propia.
Un saludo.
Solo en parte estoy de acuerdo con el título pero sí lo estoy totalmente en el sentido de que –en la actualidad– Occidente está fracasando en toda regla y que a pesar de ello no hemos puesto en marcha el proceso analítico de vernos, de verdad, en el espejo.
El periodo de fracaso civilizatorio se extiende como mínimo a todo el siglo XX y es probablemente anterior. No cabe duda de que hemos contribuido y mucho al progreso material y espiritual de la humanidad sin que debamos ser presa del patético y destructivo revisionismo que se está impulsando en la «Anglosfera», en la UE y en la «Hispanosfera». Una «Hispanosfera» en horas muy bajas que tenemos olvidada, que no es menor y que se expresa en muchos cientos de millones de personas cada día. Incluyo naturalmente la herencia portuguesa que, no lo olvidemos, fue la lengua en la que Alfonso X escribía. Lengua pues tan Hispana como el resto de las Peninsulares e Iberoamericanas.
Me refiero al cutre, manipulador y freudiano revanchismo de la moda «Cancel» de la cual algunas ideologías –siempre totalitarias– están haciendo un uso fraudulento y falso que además destruye en vez de crear. Los del «cuanto peor, mejor».
No es momento de analizar esta cuestión tan nuestra pero creo que Occidente se ha degradado porque algunas ideologías han llegado al poder y han borrado del mapa nuestros principales «activos» construidos a duras penas a través de Rebeldía ante el Poder, búsqueda incansable de la Libertad personal y la Verdad, la creencia en que el Espíritu es nuestra esencia y que nuestras raíces son Grecolatinas, Judeocristianas y Racionalistas. Por estas raíces hemos sido lo que hemos sido. Entre otras cosas líderes en creación intelectual y en generación de bienestar material.
Todo eso –que hemos comenzado a perder a lo largo del Siglo XX y seguimos perdiendo aceleradamente– lo causan nuestros liderazgos –élites parasitarias según Toynbee– que nos van llevando deliberadamente al abismo causado por la Manipulación Emocional, la Mentira Sistémica, la Anulación de la Memoria y De nuestras Raíces.
Esta, creo, es la causa del fracaso que se manifiesta en muchas cosas y, entre ellas, la gravísima pérdida del liderazgo mundial en el Conocimiento y en la búsqueda de una Verdad en cuya existencia nuestros gobernantes ya no son ni tan siquiera capaces de creer porque basan en la mentira su supervivencia.
Esta panda de «Petit Maîtres» alelados que hablan de un modo y actúan de otro –acabamos de saber que la UE, cuyo Parlamento acaba de Condenar Comunismo y Nazismo como ideologías Criminales, ha apoyado al Partido Comunista Ruso en estas elecciones que Putin ha vuelto a ganar— nos han llevado, desde los años 70, a la situación de estar tras Corea del Sur en Patentes y Propiedad Intelectual. Esta es la gente que hoy se aferra al poder tras la mentira del CO2 y la Ideología de Género ambas nada científicas, falsas y prueba evidente de su impotencia creadora y su innoble pasión por el poder totalitario y el narcisismo como fuerza impulsora.
Saludos