El metaverso

Tengo conocidos que están comprando terrenos en el metaverso para construir campos de golf. También conozco una persona que se ha comprado un bolso nada barato para disfrutarlo en sus vacaciones en el metaverso. A algunos os parecerá una locura, pero lo cierto es que Metaverse Group, una empresa de bienes raíces centrada en la economía del metaverso, compró un terreno en Decentraland, otra plataforma virtual, por 2,43 millones de dólares. La idea es crear un inmenso centro comercial en el que personas virtuales puedan comprar ropa y otra equipación virtual para usar en el metaverso.

La palabra metaverso se utilizó por primera vez en la icónica novela de ciencia-ficción, «Snow Crash», de Neal Stephenson publicada en 1992. El protagonista, un tal Hiro Protagonista, en la vida real es repartidor de pizzas para la mafia, que controla lo que antes era Estados Unidos. Pero cuando sale del trabajo, Protagonista tiene otra vida. Se conecta al metaverso: una realidad virtual en red en la que las personas se representan como avatares autodiseñados y pueden realizar todo tipo de actividades ordinarias (socializar, viajar, ligar) o vivir aventuras extraordinarias.

Jensen Huang, presidente de Nvidia, uno de las mayores fabricantes de chips, hace poco decía que con el metaverso pretenden crear un mundo virtual que sea un gemelo digital del nuestro. La idea es que nos podamos conectar a ese mundo virtual con unas gafas de 3D, auriculares e incluso un traje con sensores. Vista, oído y tacto crearían una realidad sensorial difícil de distinguir del mundo real para nuestro cerebro.

En ese mundo virtual, desde el sofá de casa podríamos subir un día al Kilimanjaro, estar al día siguiente en las Montañas Rocosas, por la tarde viajar al Polo Sur… o ¿por qué no? hacer un viaje interestelar. Todo ello con amigos/as que conocemos del mundo real o del propio metaverso y con los que quizá nunca tengamos contacto en la realidad. También podríamos vivir esas excitantes aventuras (sí, también nuestros sueños eróticos) que en el mundo real serían imposibles y las viviríamos con una autenticidad que resultaría difícilmente diferenciable de la experiencia real. Y todo a la distancia de un clic.

Todos esto os parecerá un poco friki, pero lo cierto es que las grandes empresas tecnológicas están invirtiendo verdaderas locuras para que todos terminemos enganchados al metaverso. En enero de este año Microsoft compró la empresa de videojuegos Activision (creadora de Call of Duty, Warcraft o Candy Crush) por 69.000 millones de dólares, aunque Microsoft ya tenía su propia empresa de videojuegos, Xbox. Y a pesar de esto, Microsoft solo es el tercer grupo mundial del sector del videojuego, después de Tencent y Sony. Y la inversión no es disparatada si tenemos en cuenta que los videojuegos movieron en el año 2020 -impulsados entre otras cosas por los confinamientos- 174.000 millones de dólares. Más que todo el dinero facturado por el cine y el deporte en Estados Unidos en ese mismo año.

Para Zuckerberg, el creador de Facebook que se ha rebautizado como Meta Platform, el metaverso será como un inmenso videojuego de realidad virtual en el que todos tendremos nuestro avatar con el que trabajaremos, viajaremos y nos entretendremos. Matthew Kanterman, analista de Bloomberg, lo explica como “mundos en 3D sociales, estables y permanentes, compartidos y virtuales, el metaverso es la convergencia de los reinos físico y digital en la próxima evolución de Internet y las redes sociales”.

Y muchos estaréis pensando que el metaverso nunca llegará. Pero más difícil parecía el éxito de YouTube cuando se lanzó en 2005 (¿por qué iba la gente querer ver videos de adolescentes teniendo una amplia oferta de televisión?) y ahí está. El metaverso lo tiene más fácil: los gamers llevan años gastándose dinero en plataformas en dos dimensiones como Fortnite en la que puedes invertir un buen dinero en ir equipando a tu avatar.

Desde que el metaverso parece lanzado y sin freno, me llevo haciendo la pregunta de si la humanidad será capaz de sobrevivir al reto. Sabemos que, desde hace años, las grandes empresas tecnológicas son perfectamente conscientes del potencial enormemente adictivo de sus productos y van a seguir apostando por productos cada vez más adictivos. Obviamente, desde un punto de vista empresarial, el sueño de cualquier vendedor es tener una clientela fuertemente comprometida con sus productos. Y que mejor forma de conseguir esa fidelidad que a través del fomento de adicciones.

Una experta en adicciones me comentaba que uno de los rasgos típicos del adicto es la fuerte desconexión de la realidad. Por cierto, esa desconexión y esa incapacidad de conectar profundamente con el otro son también características de las psicopatías. La psiquiatría también está advirtiendo del fuerte debilitamiento del cerebro prefrontal -ese que se utiliza para pensar- que produce el mundo virtual, en el que podemos satisfacer todos los deseos con un clic, sin esfuerzo, sin compromiso y sin entrega.

En fin, la universalización del famoso metaverso nos puede traer una ciudadanía más débil mentalmente, más dependiente y adicta, cuando no, simplemente, con rasgos psicópatas generalizados. Pero todos sentaditos en el sofá de casa y sin riesgos aparentes. Este es el sueño de cualquier poder: consumidores voraces y adictos y ciudadanos inanes que ni preguntan ni molestan y casi ni salen a la calle. La real, claro.

Y a punto de dejar atrás esta pandemia, voces del metaverso (como Bill Gates) nos advierten de que el próximo virus está cerca y será más letal (un buen impulso para la implantación de ese mundo virtual en el que tanto se está invirtiendo).

La neurociencia lleva años diciéndonos que lo que llamamos realidad sólo es la mejor estimación posible que nuestro cerebro hace de lo que hay fuera, en función de los estímulos nerviosos que recibe de los sentidos.

En el mito platónico de la caverna, percibimos las sombras, pero sin alcanzar la Verdad del mundo de las Ideas. La aventura de la humanidad siempre ha sido descifrar cada vez más espacios de esa realidad oculta.

Y lo ha hecho través de tres caminos. El científico: pocos podían suponer hace dos siglos que el hombre sería capaz de percibir gigantescos agujeros negros, como el que parece que hay en el centro de la Galaxia, o partículas tan pequeñas como las infra atómicas. Donde acaba la Ciencia, trata de adentrarse el mundo del Arte, en el que el artista percibe, quizá como intuición, quizá como soplo de las musas, porciones de ese mundo de las Ideas que todavía no se alcanzan a la Ciencia. Y el último es el camino del Místico, que más allá de la dogmática de las diversas religiones, profundiza desde el mito en la Realidad todavía ignorada.

Estas siguen siendo las mejores herramientas de que dispone la humanidad: más inteligencia, más sensibilidad. Desde estos impulsos, no hay virtualidad que acabe con la aventura del conocimiento.

O como le decía Morfeo a Neo mientras estaban en la realidad virtual de Matrix ¿es que crees que es aire lo que respiras?

4 comentarios

4 Respuestas a “El metaverso”

  1. R. Estévez dice:

    Excelente introducción a la cuestión de los multiversos virtuales.
    No tengo la menor duda de que tendrán un crecimiento explosivo y de que, en algunos aspectos, lo virtual –o la presentación virtual de lo que existe– superará ampliamente lo que la realidad percibida ofrece. Ya he dejado de sentir interés por viajar a sitios físicos tras conocerlos en reportajes y programas de video.

    Lo cual abre numerosas perspectivas. Por ejemplo: ¿Quién es el Soberano Titular de estas «virtualidades»? ¿Qué derechos de todo tipo tienen los soberanos, los visitantes y los usuarios residentes o nativos? ¿Qué Códigos Civiles y Mercantiles?, ¿Qué tribunales? ¿Habría derecho penal? ¿Qué fiscalidad van a tener las transacciones, los residentes y sus activos en esos mundos imaginarios? ¿Qué derechos de aduanas? Recordemos que ya se ha vendido una parcela virtual por algo más de 2 millones de dólares.

    En suma, ¿cómo van a reaccionar los actuales poderes terrenales en relación con estas transacciones?
    Seguro que alguien ya ha comenzado a pensar y quizás a legislar sobre esto.

    Puestos a ello y dado que ya se hacen muchas transacciones económicas en este mundo –y eso que China ya ha prohibido alguna Criptomoneda– ¿Debemos aceptar la Injerencia de los actuales Estados en, por ejemplo, un Metaverso ligado a un Paraíso Fiscal real que defina una Constitución, un privilegio de residencia física legal y unos derechos ciudadanos superiores a los que hoy otorgan los estados?

    Gran artículo de Isaac que, además, está especialmente bien equipado para explorar las cuestiones legales.

    Esto se va a poner muy interesante. A ver quién se queda con la plusvalía municipal y el impuesto de circulación.

  2. O'farrill dice:

    Antes se llamaba «timo de la estampita» o, lo que es igual, transacción sin bienes reales. Conozco el tema en el mundo del Arte donde se pueden comprar derechos de propiedad sobre cualquier obra porel sistema «cripto» o NFT (non fungible tokens). Así, por ejemplo, el Museo del Hermitage puso a la venta «criptocopias» de obras de Da Vinci, Van Gogh, Monet, Giorgione o Kandinsky con un precio de salida (es una subasta) de 10.000 dólares por cada obra. Un poco antes, el mismo museo había acusado a Till Lindeman del grupo de rock «Rammstein»de poner a la venta «tokens» de piezas de museo sin autorización previa. El comprador recibía una imagen con certificado del director del Hermitage.
    El mayor banco de datos del mercado de arte, titulaba en su análisis del 2021 «La locura viral de los NFT» calificándolo de «epifanía tecnológica», «nuevo Renacimiento»,»burbuja digital» o «nuevo nicho especulativo», con ejemplos como la venta en la casa de subastas «Christie’s» de una obra de estas características de «arte digital» de un tal «Beeple» (Mike Winkelman) con el título «Everydays:the first 5000 days», por 69,3 millones de dólares. Un millonario indio de 32 años creador de uno de los principales fondos de inversión de NFTde nombre «Metapurse», tiene como objetivo crear la colección de arte NFT más grande del mundo…El resto de las casas de subastas ya están en el asunto.
    «El robo de 2 millones de euros en NFT desata la polémica cripto (y el cachondeo en las redes)» es un titular de «El Confidencial» calificándolo de «otro sistema de esclavitud totalitaria».
    Hace unos meses, en un banco español me decían que «llevaban adquiridos bonos verdes por un total de 2.800 millones de euros». A mi pregunta de si se comían, se bebían o para qué servían, no hubo respuesta.
    Y es que no saben cómo seguir sacándonos el dinero, desde las instituciones a las corporaciones exóticas y «progres».
    Un saludo.

  3. pasmao dice:

    Excelente exposición Isaac

    El problema añadido es que para que «eso» funcione, nuestra percepción de la realidad «real» (perdón por la redundancia) debe empeorar.

    No solo porque el gusto y el olfato no están en juego.

    Es porque también los otros sentidos también deben hacerlo. Probablemente potenciando sobre todo la vista (en parte) sobre el tacto… Se perderán múltiples referencias de la realidad por el entrenamiento a que nos sometan las máquinas (vía recompensas) en su realidad virtual.

    El problema es que la realidad «real» cuando el problema es «real» nos pone a todos en nuestro sitio. Sólo hay que ver lo que ha pasado en Afganistán y quienes estaban/están en el mundo real y quienes no. A veces pienso que la necesidad de globalizarlo todo es deviene de la necesidad del sistema virtual de negarnos la posibilidad de que encontremos referentes fuera de su control totalitario. Un referente externo, que nos saque de esa caverna, es muy peligroso.

    Por ello, por ejemplo, el problema de Afganistán ha desaparecido de los media, porque evidencia el fracaso de un universo perfecto.

    Por otro lado no entiendo que necesidad tiene un sistema totalitario de tener al personal enganchado a los metaversos diversos, porque quien puede esperar trabajos productivos de gente así. Como no los esperaríamos de un yonkie o de un alcohólico, excepto en trabajos de muy poca responsabilidad, que estarían automatizados.

    ¿Que obtiene un sistema totalitario de gentes parasitarias, siendo estas una mayoría, e enganchadas a realidades irreales? ¿Cómo y por qué se mantiene eso?

    Me recuerda a lo del Viaje en el tiempo de HG Wells … que recuerdo acaba mal, muy mal.

    Un cordial saludo.

  4. Loli dice:

    Vivir enganchados a mundo irreales, ¿no potencia una tremenda incapacidad para resolver problemas e incertidumbres incluso de lo más cotidiano?.

    Puede que sea una manera de tener en un mantenido estado de inopia, o de idiotez, a la gente, y así, contenida, manejable… e incapaz.

    Pero también me pregunto si, de la misma manera, no está mostrando esa misma idiotez e incapacidad para aquellos que creen manejar desde el poder el destino de los pueblos y de las naciones.

    A las pruebas me remito…la pandemia, las crisis geoestratégicas, y la, cada vez más aplanada, inteligencia que manifiesta la clase política que elegimos en cada votación que se nos pone a mano ejercer.

    Puede que se fomente una ciudadanía idiotizada y con cada vez menos habilidades para resolver problemas cotidianos y relativamente sencillos, pero, es que, aquellos que idean situaciones para potenciar esto, a la vez, es posible, que también se vayan volviendo más incapaces…ellos mismos, y, encima, lo que tienen entre manos no son juegos de ordenador, son situaciones y gente real, y un motón de complejidades que demuestran su absoluta incompetencia para resolver, ni las más sencillas.

    Si no, no se explica que nos estemos moviendo, ya avanzado el siglo XXI, en las ideologías más estúpidas, vacías, incoherentes, anticientíficas, supersticiosas y dogmáticas que se hallan conocido y que harían reir a la gente de siglos que hemos dado en calificar como de «oscuros» y «denostadores de la razón» .

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