El precio de la energía (1)

En los últimos meses el precio de la energía se ha disparado y tanto el consumidor particular como las empresas han sufrido un elevado incremento de precios de la electricidad, el gas natural y los combustibles. Este hecho está generando gran incertidumbre en la población y está teniendo una repercusión creciente en los costes de producción de muchos bienes y, por tanto, en la inflación, poniendo en riesgo la recuperación económica después de la pandemia.

En este artículo (que dividiré en dos partes dado lo extenso del tema) se intentarán explicar las razones de estas subidas y las perspectivas de futuro.

En esta primera parte nos centraremos en la energía eléctrica.

¿Qué es lo que pagamos en la factura eléctrica de un hogar? El recibo se compone del término de potencia (que tiene un valor fijo que depende de la cantidad de kilovatios que tenemos contratados y, por tanto, del máximo que podemos emplear), el término de consumo (que hace referencia al coste de la energía efectivamente empleada y que, al igual que el de potencia, depende de los tramos horarios), el impuesto de la electricidad (aplicable a los dos términos anteriores y que, antes de la actual reforma del gobierno, era de 5,11%), el alquiler del contador eléctrico y el IVA (21% antes de la mencionada reforma).

Los denominados “peajes de acceso” están incluidos en el término de potencia y en el de consumo, y es un importe fijado por el Gobierno para cubrir el coste de transporte y mantenimiento así como los gastos debidos a las infraestructuras eléctricas.

El contrato de nuestra casa puede ser correspondiente al mercado libre (en el que cada compañía puede fijar sus propias tarifas) o al mercado regulado (el PVPC, una tarifa oficial que fija el Gobierno, pero que se indexa al mercado mayorista).

En cualquiera de los casos, la cuantía más importante de la factura es la parte asignada al coste de la producción de la energía eléctrica, no a los impuestos aplicados.

¿Cómo se forma el precio de la energía eléctrica?

Hay que recordar primero que la electricidad tiene una característica particular y es que, a diferencia de otras energías (como el petróleo o el gas natural), prácticamente no se puede almacenar (en cantidades industriales), es decir que hay que estar produciendo básicamente lo mismo que se está consumiendo. Esto supone que determinadas energías como la solar o la eólica (que dependen de si hay sol o viento) requieren que el sistema disponga de energías alternativas más seguras para el caso de que éstas fallen. Ello obliga a que el sistema esté sobredimensionado para poder abastecerlo en casos en que las mencionadas fuentes de energía no funcionen.

Es importante conocer el peso de cada una de las tecnologías de producción de energía eléctrica en España. Su distribución porcentual en 2020 fue, según Statista, la siguiente: Cogeneración y Ciclo combinado (principalmente gas natural, 28,2%), Nuclear (22,2%), Eólica (21,9%), Hidráulica (12,2%), Solar fotovoltaica y térmica (7,9%), Carbón (2%) y Otras (5,8%).

Todas los sistemas de producción de energía eléctrica entran a formar parte de lo que se denomina el pool de electricidad, dándose prioridad en cuanto a suministro a las energías más baratas, como son la solar, la eólica y la nuclear y, conforme la demanda requiere la entrada de otras tecnologías, se van incorporando a la red eléctrica de manera que la más cara que entre para satisfacer la demanda es la que fija el precio para todas. De este modo, si se requiere por ejemplo el uso de las centrales que usan gas natural, el coste de producción de éstas (que es uno de los más caros) fija el precio al que se remunera a las tecnologías más baratas.

En España y Portugal el precio de este mercado lo fija la OMIE, que es uno de los 15 operadores del mercado eléctrico designados en Europa en donde se ha establecido una coordinación entre los distintos países a este fin. La tarifa de los usuarios del mercado regulado se indexa a este precio. Para los del mercado libre su tarifa vendrá muy condicionada por este mismo valor.

Los precios de las diferentes tecnologías de producción de electricidad vienen determinados por los costes operativos, los de la materia prima y del transporte así como por los de la amortización de la inversión. Actualmente algunas de ellas están también penalizadas por los costes de emisión de CO2 (dióxido de carbono).

Las ventajas que se indican para el sistema de fijación de precios existente en España y en el resto de Europa son tanto su transparencia como el incentivo que supone para las inversiones en energías limpias y baratas, lo cual apoya los esfuerzos de transición energética europeos.

La lógica de este sistema de pool es que, al incentivar las inversiones en energías baratas, lo que ocurrirá a la larga es que la producción esté dominada por este tipo de fuentes energéticas y, por tanto, el precio global bajará.

¿A qué se deben los altos costes actuales de la energía eléctrica?

Por una parte está el considerable aumento de los costes de emisión de CO2. Esto se regula en un mercado europeo e internacional en el que las empresas que producen gases de efecto invernadero tienen que comprar sus derechos de emisión. Es un mercado de oferta y demanda que en año y medio ha más que triplicado su precio y cuya previsión es la de seguir subiendo.

Puntualmente está afectando también las paradas de algunas centrales nucleares españolas (por recarga de combustible) y las bajas reservas hidráulicas.

No obstante, el factor que más está influyendo en el precio de la electricidad actualmente es el precio del gas natural, que ha escalado a precios muy elevados y cuyas causas analizaremos en la segunda parte de este artículo.

Lógicamente el crecimiento de la demanda ha tenido un efecto importante en la subida del precio. Esto ha sido debido por una parte al aumento general del consumo como efecto de que se va saliendo de los periodos más duros de la pandemia y, por otra parte, a la situación meteorológica (esto afecta tanto a la electricidad como al gas natural). Las altas temperaturas de este verano han influido en un mayor consumo por parte de los usuarios y otro tanto puede ocurrir si tenemos un invierno frío (como de hecho así ocurrió el invierno pasado).

¿Cómo se compara el precio de la electricidad en España con el de otros países europeos? Nuestro país tiene un precio algo más caro que la media comunitaria (ver datos en Eurostat), pero no mucho más. El país con la energía más cara es Alemania.

¿Qué está haciendo el gobierno español para reducir la subida de la energía eléctrica?

Si analizamos la factura de electricidad que se explicó anteriormente, observaremos que al ejecutivo español (y a cualquiera de los europeos) le quedan pocos resortes para rebajar la factura eléctrica en un mercado de libre oferta y demanda y tremendamente globalizado, además de tener que seguir unas pautas de fijación de precios establecidas por la UE.

Una de los pocos factores en los que puede intervenir es en los impuestos, y así lo ha hecho reduciendo temporalmente (en este momento hasta marzo de 2022) el IVA de la factura del 21% al 10% y el impuesto de electricidad del 5,1%  al 0,5%. Como todos sabemos, estas reducciones han quedado eclipsadas por el elevado incremento en el resto de los componentes de la factura eléctrica.

En la Unión Europea, el gobierno español propuso modificar el sistema de fijación de precios así como hacer una compra centralizada de energía, pero se encontró con escaso eco entre el resto de socios.

En relación con esto, la Agencia Europea de Reguladores de Energía (ACER) ha publicado un avance de su estudio sobre las causas e implicaciones de los precios de la electricidad. En dicho análisis se descarta rotundamente que el funcionamiento del mercado mayorista haya tenido impacto en esta crisis. Defiende su diseño marginalista e integrado como el más eficiente para favorecer la transición energética en Europa. Tampoco ha considerado como concluyentes las posibles ventajas de una compra centralizada o de aumentar las reservas de gas obligatorias, aunque el primero de los temas se está volviendo a considerar.

Otra acción del gobierno ha sido la de proponer que se regulen los “beneficios caídos del cielo”, en referencia a los que obtienen las productoras de tecnologías baratas al aplicárseles el precio de las más caras.

Algunas de las compañías eléctricas han reaccionado con dureza ante esta medida ya que consideran que se está desincentivando la inversión en energías limpias (que son las más beneficiadas en el pool eléctrico) y porque este cambio produce una inseguridad jurídica. De hecho Iberdrola, Acciona y Endesa no se presentaron a la subasta de energías renovables de octubre y la primera de estas empresas ha anunciado que potencia sus inversiones en el Reino Unido replanteándose las de España. Es un pulso en el que el gobierno ya ha mostrado cierta flexibilidad.

Lo que sí puede hacer el gobierno es atender a los sectores más débiles de la población proporcionándoles ayudas que eviten la denominada “pobreza energética”.

¿Hacia dónde apuntan las previsiones de futuro?

Los mercados de futuros (donde se anticipan los precios que vamos a tener en los próximos meses) indican en este momento un precio por encima de los 250€/MWh para el primer trimestre de 2022 (similar al que estamos sufriendo en estos momentos) y de alrededor de 180€/MWh para el resto del año, disminuyendo posteriormente en 2023.

Obviamente estos precios están muy relacionados con el precio esperado del gas natural y en parte también con que los precios de las emisiones de CO2 se cree que seguirán subiendo. La baja demanda y la reducción de inversiones durante la pandemia así como el rebrote del consumo posterior están produciendo en gran parte estos desajustes del mercado que se confía que vuelvan a valores más bajos a partir de 2023.

Pedro Sánchez a primeros de septiembre se comprometió a que el recibo de luz de 2021 fuera equivalente al de 2018. Vista la evolución de los acontecimientos, el presidente pecó de temeridad al hacer ese tipo de promesas ya que, en el fondo, no dependen de lo que él o el gobierno pueden controlar y además era una promesa que nadie le había pedido con lo cual le ha puesto en bandeja la crítica a la oposición.

Estrategia energética europea

En la segunda parte de este artículo abordaremos el mercado de otros fósiles, especialmente el del gas natural, principal causante del incremento del precio de la electricidad.

También abordaremos la estrategia europea en cuanto a la energía, que pasa por un fomento de las energías renovables así como por perseguir una independencia energética para un continente que, en el momento actual, estar en manos de otros países para sus necesidades en este aspecto.

2 comentarios

2 Respuestas a “El precio de la energía (1)”

  1. Manu Oquendo dice:

    Muy buen artículo. Muchas gracias. El texto quev sigue habla del contexto, la historia y lo que se nos viene encima si no nos encontramos con otra guerrita USA en el corazón de Europa.

    Los precios industriales en Noviembre subieron un 33%. La energía en Cogeneración y Directa a ampresas ha subido un 88% por mucho que la prensa trate de disimularlo. Los principales sindicatos han recibido tanto dinero que ni siquiera reportan las industrias que cierran por esta causa. La Prensa calla. MIentras tanto la ministra de Sánchez culpa a Europa al igual que un Comisario de la UE que ante la misma cuestión alegó que el Parlamento Europeo había decidido la «descarbonización» y teníamos que obedecer.

    Tras todo ello es indudable que la UE está atizando la inflación y está destruyendo la industria de modo irresponsable. La energía afecta a todos los productos y esto se traslada pronto a precios en la calle en un momento en el que la Fed deja de regar el sistema y el BCE va a tener que hacerlo.

    Tenemos que entender que los burócratas que dirigen la UE –que se comporta desde siempre como una colonia USA– han decidido que tengamos energía muy cara cuyo resultado inevitable ha sido es y será acelerar la ya notable pérdida de industria al mismo tiempo que, como buenos servidores del imperio, han convertido a China en nuestro proveedor insustituible de todas las tecnologías y productos que emergen en el nuevo paradigma energético europeo.
    Ni siquiera somos capaces de ser líderes en lo que nosotros mismos provocamos con políticas fruto de mentes que se saben Irresponsables.

    De todo ello nos avisaron los Chinos en 2009 (Copenague) Pido disculpas por la extensión pero es imprescindible para entender lo aque está pasando.

    Zhang Monan es una economista china que escribe en diversos medios globales y que trabaja en el Ministerio de Información de su país.
    El texto que sigue lo publicó “China Daily” el 22 de Diciembre del 2009 para explicar la postura del gobierno Chino en la Reunión de Copenhague.sobre el «Cambio Climático» de aquel año.

    Creo que hoy, doce años más tarde, sigue siendo relevante para responder a los problemas que se encuentra la sobrevenida Cumbre de París en la que China e India dicen que «Sí, Bwana» pero que hassta dentro de sesenta o setenta años, verdes las han segado. En mi opinión con toda la razón del mundo.

    Es curioso que al final, y al principio de ambas cuestiones, –Género y Clima– nos encontramos con un objetivo de Hegemonía, –Imperial, Monetaria y Cultural– que se trata de imponer a lo largo de décadas y que, en general, ni los medios ni el público europeo entiende o desea entender.

    Nos encontramos ante problemas fundamentalmente «instrumentales», ante una batalla por la Hegemonía que nos toca pagar a nosotros, los vasallos. «Vassals», como afectuosamente nos llamaba Brzezinski que en paz descanse.

    Algo que fuera de Europa entiende todo el mundo –y eligen aprovecharse de lo que les conviene e interesa– aquí lo hemos vestido con tintes eco-religiosos para convertirlo en Fe y pronto en Auto de Fe bajo la mirada acusadora de una nniña forrada que en vez de acusar a los verdaderos culpables elige hacerlo con nosotros, los «vassals» que lo financiamos.

    El artículo que sigue ilustra bien el problema y el nivel de exigencia del sistema universitario chino. Una prueba de sus resultados es su autora.

    Quienes lean el artículo captarán su amplitud de visión y su profundidad intelectual. En cualquier caso les sugiero que lo guarden para futuras referencias porque en Occidente es muy difícil encontrar algo parecido. Hoy, doce años después, China ya produce más de la mitad de las patentes mundiales y es lider de mercado en todas las tecnologías que hemos obligado a adoptar creyendo que nosotros seríamos los fabricantes.

    Cita. En Inglés. Google translator disponible.

    Climate change is an issue that concerns the common interest of the international community, regardless of a country’s development status. However, it’s regrettably ironic that the West still approached climate change at the Copenhagen summit with the power politics of a Cold War mindset.
    With the absoluteness of “global warming” being replaced by the conceptual ambiguity of “climate change”, it has turned out that the forces pushing the world toward a climate problem are not generated from the catastrophic scenario of “global warming” drawn by scientists, but from the wrestling over a carbon-credit standard system and carbon rights that lie behind it.
    The Copenhagen talks appeared to focus on promises of emission reduction by developed and developing countries. But it was actually about the distribution of development rights, leadership and emission reduction resources in the international community. Energy efficiency, the right to reduce carbon emissions, has become an asset for countries to fight for during the last 10 years. The Kyoto Protocol, together with the post-Kyoto system, can be regarded as an international agreement endowing carbon dioxide emission rights with a completely new currency issuing system. The basic framework of a “carbon-credit standard system” that boasts the comprehensive advantages of commodity and currency standards has been established. The carbon standard has gradually evolved into a kind of sovereignty productivity, operating global wealth and redefining international division of labor.
    As for the commodity standard, huge market scale has formed the supplying capacity of a carbon currency. Statistics from the World Bank indicate that the average growth rate of carbon trading between 2006 and 2008 exceeded 320 percent. The gross carbon trade in 2008 hit 4.8 billion tons, or $126 billion in all, more than 100 times that of 2004. It has been calculated that the annual global average trade of carbon dioxide is between 700 million and 1.3 billion tons, making a mega international carbon trade market with an annual turnover between $14 billion and $65 billion, which is likely to become the largest commodity market in the world within five years.

    As far as a currency standard is concerned, binding carbon credits with currency may probably settle the reconstruction of the international currency system. The combination of economic activity and energy trading proves an important factor in deciding the status of a country’s currency, controlling the power of the most important energy in the world or whether the country has international pricing rights for the specific energy concerned. This has become the main motivator pushing a country’s rise and promoting its currency to become an international currency.
    The history of international currency demonstrates that the growth of a certain country’s currency into an international currency, or even a key currency, should always follow the routine from pricing settlement currency to reserve currency and finally anchor currency. All of the main players in carbon trading are striving to make their own currency the lead one in the energy market. The euro is currently the main pricing settlement currency in the markets for carbon spots and carbon derivatives. Japan is also passionately preparing to turn the yen into the third pricing settlement currency in carbon trading. The strategic advantages of the United States have been dented. The dominant status of the US dollar in the international currency system is being confronted with serious challenges.
    Therefore, the US is looking for a new direction for the dollar as it has been losing its credit advantage of being the global reserve currency. Moreover, Uncle Sam has been actively involved in constructing a carbon-rights market, snapping up and stocking up carbon dioxide emission rights to once again forge a new hegemony system.
    Besides, developed countries are building the basic parts of a global carbon-trade market for carbon emission rights and carbon-trade currency. Through the penetration of financial capital, Western countries, in order to occupy the commanding heights in the future global carbon-trade market, are dedicated to establishing a carbon financial system chiefly supported by a set of financial facilities including direct investing and financing, bank loans, carbon index trading, carbon options and futures.
    China is the most capable potential supplier in the low carbon industry chain, but is not a pricing party. Possessing the richest carbon emission resources, China has also become the largest carbon emission cutter under the CDM mechanism. As indicated by statistics from the United Nations Development Program, accounting for over 58 percent of global reductions among all registered emission reduction volume, China is the No 1 in terms of both registered numbers and absolute annual emission reduction among all countries.
    However, the renminbi has not become the pricing and settlement currency of carbon trading yet, which saddles China with austere handicaps for its lack of pricing rights in global carbon finance.
    With a comparatively low carbon capital efficiency, China is still short of basic carbon trade regulations, sites and platforms, let alone support for carbon finance and services. Mismatch between the development of its carbon financial system and the presumably great potential of a carbon market restricts China to a lower position in the trade chain of carbon finance.
    China has to prepare for changes in advance in order to grasp the development initiative by constructing the framework of a carbon finance strategy and development, and by trading, investing and financing a market mechanism for the renminbi in the global carbon trade.
    It is almost impossible for the West to compromise with the developing world, for it is playing a lead role in the international arena by using power politics. Even if a global agreement is hammered out, it may be another unbalanced Bretton Woods System. Copenhagen is not a finishing point, but a starting line. All developing countries, including China, have to face dozens of challenges, among which is how to break the West-led carbon emission reduction system to give a push to the construction of a balanced global carbon emission reduction and carbon financial system.
    The author is an economics researcher with the State Information Center.
    (China Daily 12/22/2009 page 8)
    Fin de cita.

    Un saludo cordial y Feliz Navidad.

  2. O'farrill dice:

    Con el precio de la energía -como tantas otras cosas- estamos ante un escenario de guerra no declarada que afecta a la geopolítica o la geoestrategia de determinadas naciones que -como muy bien indica Manu Oquendo- pretenden obtener la hegemonía mundial o, al menos, estar en condiciones de influir en la misma.
    Tenemos y conocemos suficientes formas de energía para que, desde hace mucho tiempo, se hubieran ido adaptando a las necesidades de la población y de la industria. La más barata y eficaz era la nuclear, pero eso -como en el caso de las armas- sólo está para quienes imponen y establecen las reglas. Como consecuencia, la nuclear fue desechada al igual que ahora se desechan los combustibles fósiles o el carbón, bajo admoniciones mesiánicas que más tienen que ver con intereses particulares que con la realidad. Algunos llaman a esto «guerra psicológica» consistente en paralizar cualquier intento de «bienestar» que no esté controlado, dirigido y autorizado.
    Nuestros recursos (que son muchos), nuestras industrias y nuestras riquezas, han pasado a estar monitorizadas y tuteladas por unas instituciones que se nos dicen «imprescindibles» pero que, en realidad, son enormes burocracias al servicio de los de siempre. Cuando vemos y conocemos los historiales de muchos de los que deciden lo que nos conviene o no, encontraremos pocos talentos carentes de pensamiento, acción u opinión propias. Sólo son correas de transmisión de sus amos en todos los contextos. «Cuentacuentos» que repiten lo que les dicen sin el más mínimo atisbo de racionalidad o conocimientos.
    Desde hace años se está jugando con los seres humanos, como peones de un gran tablero donde sólo juegan los escogidos, los «iluminados». El propio presidente Eisenhooverlos refería así: «la guerra psicológica es la lucha por ganar las mentes y las voluntades de los hombres» (luego se daría cuenta de lo que habían destapado y advertiría contra los intereses de la industria militar).
    Términos vacuos como «descarbonización», son la justificación que tienen (o que se busca) para ganar dinero a través de nuevos y cada vez más numerosos chiringuitos puestos de moda. El impuesto al CO2 otras forma de seguir destruyendo y evitando las actividades industriales y comerciales que puedan hacer sombra a «nuestros» intereses. Por eso, tanto China como India que aún tienen un poder industrial y tecnológico, no tragan con tales imposiciones. Rusia tampoco, pero en la UE estamos infantilizados (o comprados) para decir y admitir todo tipo de manipulaciones con la justificación de «salvar el Planeta» (lo que demuestra la pretenciosidad de algunos que luego no son capaces de resolver un simple problema de calefacción doméstica o de hacer un artefacto que dure al menos diez años).
    Termino igual que en una reciente conferencia en que un político trataba de convencernos de que ya no quedaba más dinero para gasto social. ¿Y el gasto «político? pregunté. La respuesta era que no lo había estudiado. Pues igual ocurre con el coste de la energía, problablemente no lo hayan estudiado bien y se hayan limitado a repetir como papagayos lo que les han ido contando.
    Quizás la solución esté en encontrar quienes sí están dispuestos a crear riqueza para todos, bienestar para todos y verdadero «progreso» desde el trabajo real y productivo,en lugar de en esos «observatorios» y tinglados llenos de «expertos» desconocidos. Los datos que conozco sobre la posible distribución de los fondos europeos, parecen demostrarlo: 50% para la «transición ecológica» (ni ellos saben en qué consiste, pero que no sea por nombre), el resto para lo que quede en el mundo clientelar (que es mucho).
    Un saludo y Feliz Navidad.

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