Pongo siempre el mismo ejemplo, porque creo que es muy ilustrativo para aquellos que saben de qué hablo (gran parte de la humanidad), pero en los libros (y en la serie de televisión, antes de que la destrozasen por completo en las últimas temporadas) de la saga de Juego de Tronos es fascinante ver como los personajes luchan hasta la muerte en sus guerras casposas por parcelas de poder mientras el verdadero enemigo, el que puede acabar con todos, avanza imparable desde el norte en forma de Caminantes Blancos.
Espero que esta crisis del coronavirus a la que ahora nos enfrentamos nos haga darnos cuenta de una vez por todas de quienes son nuestros verdaderos enemigos, nuestros caminantes blancos, no ya como sociedad, sino como especie. Nuestros enemigos no son los de derechas o los de izquierdas, los rojos o los azules, los negros o los blancos, las feministas o los machistas… nuestros enemigos, en un nivel más profundo, son aquellos que pueden destruirnos, y aunque suene a paranoide, en esta categoría entran cosas como las pandemias (medicina de la que a lo mejor solo estamos probando un pequeño sorbo: según diversos estudios la viruela acabó al menos con un 90% de la población autóctona de América del Sur y la Peste Negra pudo acabar con la mitad de la población de Europa), las armas nucleares en manos de locos, el choque de un meteorito o los peores enemigos de todos, incluido uno al que muchos siguen empeñándose en negar: la contaminación, el envenenamiento y la degradación a la que estamos sometiendo al planeta y, en última instancia, el cambio climático.
¡Ya está aquí el del cambio climático!, dirán mientras argumentan que “solo hay pruebas circunstanciales”, “el que habla de cambio climático con series temporales de solo unos cientos de años es que no entiende el concepto de tiempo geológico” o “ya ha pasado antes y el hombre no tiene nada que ver”, etc. etc… pues, sí, puede que tenga usted razón y no tengamos nada que ver ni podamos hacer nada para evitarlo, pero aquí tiene usted una pandemia, esa para la que no hacía falta invertir, esa para la que no había que tener nada preparado, esa que hemos subestimado y que, insisto, podría ser mucho peor de lo que ya es.
En su ya famosa charla de TED de hace unos años Bill Gates abogaba por prepararnos para una pandemia global invirtiendo dinero del mismo modo en que los estados se preparan para la guerra: a fondo perdido, pero sabiendo que si se da el improbable suceso de una guerra entre estados occidentales en pleno siglo XXI se tiene un ejército al que acudir. La tesis de Bill Gates (un personaje al que admiro) en esa charla era que era mejor invertir dinero, aunque esa pandemia no terminase de llegar, que sufrir las enormes consecuencias económicas de una catástrofe de esa magnitud si llegaba.
Y llegó.
Y henos aquí, unos pocos años después, a punto de darnos cuenta de hasta qué punto son terribles las consecuencias económicas de la falta de previsión respecto a un problema que todo el mundo sabía que se presentaría antes o después.
En ingeniería, en un centro productivo, hay un concepto básico, que es el de mantenimiento preventivo: es mejor invertir un determinado tiempo y esfuerzo en revisar, reparar y adecentar las máquinas y los procesos antes de que fallen, con el riesgo de que te paren la fábrica y te hagan perder mucho dinero; pero en muchos temas, como las pandemias, el cambio climático o la destrucción de nuestro planeta –a la que nos dedicamos con esmero– la humanidad prefiere conducir el coche sin seguro y no hacer caso a las luces parpadeantes y las sirenas de alarma que avisan de que algo falla en el motor del avión que pilotamos mientras solo miramos el indicador del PIB.
El mismo Bill Gates que nos avisó del peligro de una pandemia como la que me tiene escribiendo esto encerrado en mi casa (suelo escribir encerrado en mi casa, pero ahora no me dejan salir…) patentó hace unos cuantos años un procedimiento para evitar huracanes. No recuerdo muy bien en qué consistía, pero sí recuerdo como se financiaba: lo pagaban las compañías de seguros, a cuenta del dineral que se ahorrarían si de verdad funcionaba el sistema y se podían evitar miles de millones en indemnizaciones.
No sé si el sistema funcionaría o no, pero lo que si sé es que es muy difícil convencer a alguien (en este caso las compañías de seguros) para evitar algo que no sabemos si se va a dar o no.
En el caso del cambio climático y la destrucción de los recursos naturales del planeta esa es la madre del cordero: ¿estamos dispuestos a pagar ahora la tasa del seguro, en forma de menor crecimiento económico?
Y más teniendo en cuenta que hay gente que está encantada con el cambio climático: España será un desierto en unos años, pero Rusia será un vergel y Noruega un destino turístico invernal de primer orden…pero hemos de pensar como especie, algo que no solemos hacer.
Yo tengo muy claro que el cambio climático existe, y tengo muy claro que sus consecuencias son devastadoras para la humanidad: tempestades, riadas, incendios…cada una de esas tragedias por separado cuestan mucho dinero, y si las consideramos en conjunto nos saldría muy barato empezar a tomar medidas ya. Y esto no es nada comparado con lo que se nos viene encima, ya que todo parece indicar que los efectos futuros pueden ser terribles, pero, por buscar analogías con el coronavirus que ahora nos ataca, nosotros seguimos tranquilos en nuestros sillones: podemos manifestarnos que esto solo es una gripe y no hace falta comprar mascarillas… ¿no será mejor que se nos caduquen las mascarillas que correr el riesgo de no tenerlas?
A los negacionistas del cambio climático solo pedirles que se informen, que visiten cualquier glaciar y se pasen por alguno de los pueblos en la falda de la montaña y miren las fotos que suele haber en cualquier bar del pueblo del glaciar a principios del siglo XX y busquen las diferencias con lo que han visto en directo. Y a los que encuentren las diferencias, pero no se crean que es culpa nuestra, solo pedirles que hagan un balance rápido de lo que se pierde por tomar medidas si resulta que no es un problema causado por nosotros y de lo que se gana si de verdad podemos evitarlo.
Felicidades. Suscribo todo lo dicho.
Vengo de escribir por ahí y de advertir a otros sobre un tema muy relacionado con esto.
No entiendo como tales insensatos, llenos de codicias, avaricias y soberbias, han sido encumbrados al poder en tantos lugares.
No consigo entender cómo puede existir tanto insensato encumbrando a insensato, carentes de toda buena fe.
Bueno, en realidad sí que lo entiendo.
Se han encargado bien bien de hacer creer que esto es la ley del más fuerte. Mintiendo.
Han dejado que ese mensaje rija sobre todas nuestras cabezas.
Luego viene un «bichito» y se ponen todos a temblar, aunque no quieran reconocerlo. Son mentirosos hasta en eso.
Felicidades de nuevo. Un saludo.
Un mismo cerebro con multitud de caretas.
Primero se adueñaron de la lucha por la clase obrera y de ello hicieron su bandera.
Luego acapararon la lucha feminista y grupos lgtbi, los asociaron y también abanderaron.
Más tarde, antes de ayer como quien dice, cual paladines, defendieron y se adueñaron de todo lo relacionado con el clima, la contaminación, la capa de ozono y el cambio climático.
Pusieron a danzar por el mundo a la niña Greta, a surcar los mares en catamarán, a que se manifestase, hablase y despotricase ante los altos mandatarios, con la frase que soltó entre llanto y grito histérico y que dejó helados a medio mundo, quedando grabada cual calcomanía en las mentes de todos: “me habéis robado la infancia”.
Y se lo consintieron y nadie replicó. Cuando, a quién realmente les hemos robado TODO, ha sido a los 55,7 millones de seres al año que no hemos dejado nacer. Y a los 8.500 niños que mueren cada día en el mundo de hambre.
Esta niña en su momento fue el producto de grandes corporaciones muy interesadas en este nuevo negocio del cambio climático. Se ve que la aleccionaron a la perfección. Es curioso pero no se ha vuelto a saber de ella. Con su aparición en escena, la orden y señal fue lanzada y más de medio mundo, ya está adoctrinado y entrenado en el tema, cual perro lazarillo o delfín en un acuario.
La proliferación de ongs medioambientales que deberían como ongs sobrevivir por ellas mismas por la cuota de afiliación, pero que están llevándoselo crudo al llegarles las subvenciones puntualmente. Salvar al lince, al alimoche, al lagarto ocelado y al nido del águila culebrera.
Se podría cuidar de todo, posiblemente si, pero antes cuidar al ser humano. Y si no es así, no lo entiendo.
Y si, estoy de acuerdo con que hay que cuidar todo lo que podamos la tierra, somos muchos y más que afortunadamente tendremos que ser, a pesar de que hay corrientes de desalmados que dicen que, de seguir así, no habrá espacio ni comida para todos, pero ellos no se dan por aludidos.
Y esto que digo, y que con algo de imaginación, podríamos enlazar con el Covid-19, con todo lo que conlleva y la lucha de distintos países por encontrar y liderar el hallazgo de la tan ansiada y controvertida vacuna, que en el mejor de los casos puede librarnos, controlarnos y en peor, aniquilarnos. Las cosas no ocurren por casualidad. ¿Podría ser que la persona que tanto admira Raúl, pudiera arrojar algo de luz sobre el tema? Y ahí lo dejo…
Recoger nuestra basura tanto física, como la que vertemos mentalmente y no contaminar es indispensable. Y por supuesto que me refiero a dejar de contaminar TODO a nivel mundial.
Por qué se sigue cultivando por inundación para cosechar arroz o remolacha, por qué TODOS los cultivos no se realizan verticalmente en invernaderos con riego hidropónico. Dejar los campos libres de cultivos y convertirlos en bosques y jardines.
Por que no se aprende de los israelíes, que hicieron de un páramo desértico, una muy buena zona de cultivo.
La sociedad tiene una responsabilidad que cumplir, pero quien tiene más, son los gobiernos de turno.
Claro que estos llamados cambios climáticos han sucedido desde que las tierra es tierra, entonces el hombre no contaminaba mucho, creo yo. Por lo que habrá que buscar algo que lleve a descubrir por qué ocurre y por lo que parece ser, seguirá ocurriendo. Por que la lluvia que cae y que es la misma desde la creación, ni crece ni mengua, como dice el chiste, la que entra por la que sale, ¿por que nunca llueve a gusto de todos y hay años con más sequía que otros?. No se contestar.
Os puede interesar. Ya lo puse hace tiempo y puede que arroje algo más de luz.
https://www.youtube.com/watch?v=aEcH8f6heOA
Saludos
Buenas tardes Raul
Sin amargura, resentimiento y entendiendo que has escrito tu columna con la mejor de las intenciones, discrepo de muchas de las cosas que has expuesto.
Básicamente con el tema del cambio climático. Que existe un cambio es evidente, a mi que me gusta el esquí de travesía y que llevo en esa afición un tiempo largo, quien me lo va a negar.
De lo que no estoy tan seguro es que nuestro proceso de contaminación y destrucción del planeta, algo que tampoco niego, puede tener una influencia tan decisiva en ello.
MANU ha comentado varias veces que no hace mucho tiempo, desde 400 años atrás y a posteriori.. hasta los romanos (por hablar de la historia reciente) ha habido cambios significativos en la temperatura del planeta, tanto hacia arriba cómo hacia abajo. Y cómo presupongo que nuestra actividad industrial entonces pesaba sobre el planeta mucho menos que ahora no me atrevo a concluir que lo que ahora pasa responda al poco aprecio que tenemos por nuestro entorno y si a las mismas causas que en el pasado.
Al respecto si MANU nos lee rogaría que nos volviera a poner alguno de los links que nos ilustran esa perspectiva.
Y si me detengo en lo del cambio climático, supuestamente por el CO2 acumulado en la atmosfera debido a nuestra actividad humana, es porque me parece representativo de los peligros a los que nos enfrentamos. Mucho mas ligado a que hemos desviado la atención de enfocar los problemas de manera racional, apostando por un mundo emocional donde debido a la subjetividad inherente a la emotividad nos permite apostar a una cosa y a la contraria; como si todo fuera posible.
La realidad de la contaminación, en mares, ríos, aire, suelo.. es perfectamente mesurable, tiene además una trazabilidad, y se puede apuntar a sus responsables mas directos. Si se quisiera. Y a partir de ahí se podría corregir.
Y sin embargo nos desgastamos discutiendo sobre si son galgos o podencos con lo del CO2, mientras dejamos el tema anterior en stand by.
Es curioso que se comente que el parón en muchas actividades debido al COVID haya propiciado que especies que hace tiempo estaban alejadas de nuestro ámbito reaparezcan, por motivos obvios. Pero entre los que sin duda NO está lo del CO2. Es imposible que la concentración de CO2 haya disminuido de manera significativa en estos dos/tres meses en todo el mundo (cuando se nos ha vendido que es su acumulación desde 100 años atrás la causa de todos nuestros males).
Pero lo que resulta sospechoso es que cuando se empezaba a racionalizar éste hecho, se nos vuelva a querer colocar desde los medios masivos otra vez lo del CO2 y el calentamiento global. Parece que hubiera miedo de que si intuitivamente lo que hemos visto estos meses pudiera poner en duda esa teoría haya alarmado a sus poderosos promotores.
Discrepo también respecto a Bill Gates. Hasta el punto de que cuando me sea posible y pueda comprarme un nuevo ordenador me instalaré LINUX y empezaré a trastear con él. Ya se que es posible en un mismo ordenador haciendo una partición del disco duro, y tal y tal.. pero prefiero hacerlo de la otra manera.
Incluso si se pudiera configurar la BIOS para que no tuviera nada que ver con los sistemas del Sr Gates lo haría. Ya preguntaré por ahí.
Respecto a las pandemias, la actual ni siquiera sería considerada una pandemia según los criterios antiguos de la OMS, temo mucho mas sus efectos políticos (derivados de los económicos) que los sanitarios.
No hay duda de que con el potencial de letalidad de la viruela, de cuya vacuna descubierta de manera empírica cuando aún no se sabia de la existencia de las bacterias, huían los campesinos aterrados; las consecuencias sanitarias habrían sido terribles. Conviene recordar también la historia de Semmelweis y cómo fue demonizado en su momento. De parecida manera y motivos parejos por los que no aceptamos lo del CO2 también somos anatemizados, o sea por indirectamente poner en duda el estatus quo de los que mandan.
Un mundo que huye del empirismo y del método científico y que se refugia en un «emocionabilidad» fácilmente manipulable por unos pocos desde arriba es, en mi opinión, el verdadero desafío al que nos enfrentamos.
Porque nos ciega ante pandemias, desastres ecológicos, etc … no se si lo del meteorito tendría remedio.
Un cordial y respetuoso saludo
Estando de acuerdo en bastantes cosas de las que dice el artículo he de confesar que en algunos momentos me ha sorprendido su vehemencia. Tanto que pensé que era un recurso retórico de su autor para incentivar respuestas en una cuestión en la cual probablemente todos coincidimos.
Claro que el clima cambia. Claro que tenemos que cuidar el jardín mientras dure. Claro que la Tierra se va a vaporizar mucho antes de que el sol reviente como inevitablemente reventará. Claro, hombre, claro.
El el salón social del campo de golf de la Herrería, propiedad del Patrimonio del Estado, hay un tapiz en el cual unos paisanos están jugando al hockey sobre hielo en lo que hoy es el green del majestuoso hoyo 1.
No sé exactamente la época del tapiz pero recuerda mucho a los cuadros flamencos e ingleses con los ríos helados durante meses y gigantescos bloques de hielo apilados contra los puentes según las fuertes mareas los iban rompiendo.
Cuatro o cinco siglos antes sucedió lo contrario. La cálida edad media en la cual Inglaterra producía el vino que bebía –y se lo bebían todo–. De ahí vienen las numerosas calles «vitivinícolas» de Londres y de casi todas las ciudades inglesas. También sus grandes catedrales. Aquella época se terminó por el Cambio Climático y los ingleses se desplazaron a la costa francesa, hacia Burdeos y más al sur, Oporto, etc para irse convirtiendo en los grandes cosecheros de otras latitudes. Por aquel entonces Groenlandia era verde gran parte del año y había árboles con los cuales se construían viviendas vikingas permanentes.
Un poco antes, unos 10,000 años, el mar estaba 120 metros más bajo. Desde entonces la subida ha sido de más o menos, un milímetro por año. ¿Les suena?
Y de esto existe memoria histórica oral en muchos pueblos costeros. En el mío, por ejemplo, pero también en Irlanda, en todas partes. Las islas Donegal son la parte no sumergida de la ruta pedestre entre Irlanda y Escocia. En Boston, los niños de Primaria saben que por aquel entonces la capa de hielo era de dos kilómetros y cubría hasta San Luis, Missouri que si no recuerdo mal es el paralelo de Algeciras. En el sur de Francia esta capa era de 500 metros y en Inglaterra de 1,500. Nuestra vieja Hispania era peor que Siberia. Los animales que sobrevivieron tuvieron que ser capaces de comer tojos.
Todos los datos anteriores –excluyendo el tapiz escurialense– los ofrece el padre científico del ecologismo moderno: Sir James Lovelock que se hizo famoso por identificar los aerosoles de refrigeración como posibles causantes del agujero de ozono hace ahora unos 50 años.
El libro estaba en todas las librerías –«La venganza de la Tierra»–. Digo estaba porque en algún momento este hombre se convirtió en un hereje merecedor de la hoguera y el olvido por parte del actual movimiento ecologista que resiste todo menos los datos y la verdad. Ya saben ustedes que a los herejes no arrepentidos se les excluye de los circuitos de lecturas recomendadas.
Pero afortunadamente, en estos tiempos quien quiera saber, puede saber. Solo tiene que buscar bibliografía y datos históricos. Puede incluso llegar a darse cuenta de que el principal gas de efecto invernadero es el vapor de agua. Nada menos que el 95% Y que todo el CO2 antropogénico no supere el 0.112% de dichos gases. El resto es el Gas sin el Cual la Vida no existiría.
También puede saber, de varias academias de ciencias –todas bastante alejadas del estos movimientos– que cuando sube la temperatura planetaria (ciclos de erupciones solares, por ejemplo) sube el CO2, y no al revés como propugnan. El truco es que hay que encontrar un culpable que no sea el culpable de verdad. Preferiblemente un «taxpayer».
Puede igualmente tratar de recordar quién se empeñó en que el coche del pobre fuese diésel y quién promovió y autorizó envases de plástico. Lo he contado ya algunas veces. En 1973 vivíamos en Inglaterra y los coches de casa eran de gasolina. No había diésel. La leche la traían en botellas de «one pint» en una furgoneta eléctrica. Ese año UK entró en la UE.
Los legisladores y reguladores que produjeron el cambio los tenemos muy cerca: Los Gobiernos de la UE.
Si nos preguntamos por qué diablos lo hicieron (en 1970 todos los coches eran de gasolina hoy los diésel superan el 70%) a lo mejor comenzamos a entender por qué suceden algunas cosas.
Pero de momento les sugiero vuelvan a leer la Venganza de la Tierra. James Lovelock. Padre fundador y, hoy, hereje. Un gran tipo.
El ser humano necesita creer en algo que le explique todo lo inexplicable. Muerto Dios surgieron las religiones de Sustitución.
Por cierto, hay un universo –o varios– a nuestra disposición. Los astros son seres vivos y el Sol ya ha pasado más de la mitad de su vida. Se está calentando y a no tardar todo lo que está cerca se va a vaporizar. Datos, solo datos.
Esta es una imagen cierta –sucede con todas las estrellas del tamaño y la edad del Sol– y por lo tanto nos indica…….. un camino.
Les dejo aquí, crezcan y multiplíquense.
Mientras tanto tengan todo muy limpio y recuerden que ustedes no legislaron nada de lo que ahora tratan de echar sobre sus conciencias los que Sí Legislaron.
Un saludo cordial.
Es todo esto realmente sorprendente.
Por empezar por algo. El vídeo ese, cuando en el minuto trece el entrevistado dice que quiere hacer una pausa y seguir al aire libre porque le encanta el aire libre, es como mínimo «enternecedor».
Podría haber dicho «unos minutos para publicidad» y le hubiera quedado mucho mejor. Un portento de mente para la oportunidad del mensaje. Precisamente idóneo. ¿Qué no lo ven?
Pero no quiero enfrascarme en esos asuntos.
Yo quería hablar de los tiempos. Sobre los tiempos que son requeridos para ciertas cosas y sus causas.
Para esto quería centrarme, como ejemplo, en la cuenca del amazonas.
¿Cuánto tiempo es requerido para que la cuenca del amazonas se forme y produzca tal hábitat de seres allí?¿Qué condiciones?¿Cómo?
Vamos a ver. Primero deben emerger las montañas para formar la cuenca. Toda una cordillera debe levantarse de los mares y surgir por encima de todo para frenar vientos, condensar aguas y canalizarlas hacia los mares de nuevo. Toda la cordillera de los Andes debe ser levantada por fuerzas titánicas impulsadas por magmas y placas tectónicas lindantes con otras, en un todo que forma la esfera terrestre, con todas sus necesidades y fluires. Casi nada al aparato.
Debe ser la cuenca un lugar sin freno que conduzca las aguas recogidas de forma sinuosa, formando meandros y multitud de ríos y riachuelos que discurran con pausada armonía regando sin descanso las tierras allí puestas. Ésto si es ser preciosamente idóneo.
Crecerán así allí durante años, no sé decir cuántos, todo tipo de plantas y árboles de singulares características por ser tan singular y característico el lugar. Anidarán allí aves y todo tipo de insectos y vida de todas las características conocidas e incluso todavía desconocidas. Reptiles, mamíferos y peces, sorprendentes flores y sonidos manarán de tales tierras que cualquier oyente que las oyera quedará abrumado y sorprendido. Tal será la vida que florece de tales montañas emergidas para formar semejante cuna de vida.
Vergel donde los haya en la actualidad.
¿Cuantos años son estos? ¿Millones? No tengo ni idea.
¿Qué precisión de necesidades se han ido sumando unas a otras para que se produzca todo ello y se mantenga de forma equilibrada y natural por siglos y siglos o milenios?
Ni idea. A ver quien calcula semejante cosa. Solo la mente humana puede comprenderlo.
¿Qué cosa destruiría semejante construcción y hábitat, generador de migraciones, barrera de vientos, lugar en donde se condensan los cielos para regar la tierra?
¿Un rayo? ¿Qué fuego?
Una tormenta con todos sus rayos no incendiarían y esquilmarían tal selva. Solo el grado de humedad relativa allí es tan alto que cualquier cosa parece estar permanentemente bañada en agua. De hecho, aquello sigue estando allí aún después de tanto posible tiempo de rayos y tormentas. (Humedad relativa media por encima del 80% . Se estima que hay 390 mil millones de árboles individuales)
Entonces, ¿Qué cosa sería capaz de hacer arder y esquilmar aquello que se ha formado durante no sé decir cuánto tiempo?
https://www.nytimes.com/es/interactive/2019/08/26/espanol/america-latina/incendios-brasil-mapas.html
¿Y en cuánto tiempo lo hemos hecho?
Si todas aquellas cosas que condensaban los cielos y daban cobijo a tantas fuentes de intercambio, ya no están allí, ¿quién harálo?
Áralo, ara la tierra y siembra soja, dice el humano.
Haremos «petróleo» con ella.
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2020/05/27/5ecd36c6fdddffc5bd8b4580.html
Luego vienen otros y dicen algo como: ¿Cómo es posible? Ha aparecido un debilitamiento del campo magnético terrestre encima de Sudamérica.
Los otros dicen: ¡El polo magnético en el Norte se traslada hacia Siberia!
Mientras los necios gritan: ¿Y qué? ¡Dame más cerveza!
Existen algunos que consideran que todas estas cosas están relacionadas. Este Universo de energías.
No es posible combinar unos átomos con otros si no son compatibles o armonizables. Es el agua hidrógeno y oxígeno y es el agua conductora toda de energías.
Somos todos los seres conductores de energías, formados por mucha agua.
Vivimos todos en una franja de apenas diez kilómetros de ancho alrededor del planeta, cosa que se nos olvida o en la que ni pensamos. Esa es nuestra franja de vida.
Y otros gritan: ¡El agua está sucia! ¡Se está contaminando!
Y otro agrega: He visto allí, en medio de los océanos, una inmensa zona de plásticos flotando. Tal que una isla parece. ¡Frena incluso corrientes marinas!
Muere allí todo pez y toda ave que se aproxima.
¡Más madera!- gritaban aquellos. Ya saben cómo acabó el tren.
Sin pretenderlo, el video sobre este asunto contiene un mensaje acerca de todo esto.
https://www.youtube.com/watch?v=N19wMhML_m4
Si tantos piensan en algo, ¿no será ese algo merecedor de atención?
¿Creen que todas estas cosas no las hacemos nosotros?¿Qué no las aceleramos?
¿Creen que todos los que gritan sobre estas cosas tienen intereses económicos en ello? o ¿Que hemos sido todos engañados?
Se ha esparcido el hombre por la tierra y la ha llenado de volcanes y de fuego, que no arden, pero sí arrasan por donde pasan.
https://estaticos.muyinteresante.es/media/cache/680x_thumb/uploads/images/gallery/5548e20741444aef0ed38e4c/277600a9862ee0777c1b08a611b6eeb1e5eeb16d.jpg
Toda esa luz tiene debajo su asfalto. Toda evaporación tapada. Todo intercambio. Todo balance cercenado. Todo clima cambiado.
Somos nosotros. El llamado por sí mismo ser humano.
Todo lo quema. Sin pensar en nada ni en nadie mas que en sí mismo.
Somos esos. Los más especiales. Los seres más complejos de entre todos.
Los más capaces.
¿Capaces de qué?
¿Somos capaces de balancear adecuadamente y con consciencia sobre lo que sucede?
Si no sólo sumamos nuestra inconsciencia del no saber lo que hacemos, si no que añadimos el hacerlo aún a sabiendas para enriquecernos solo unos pocos de forma desmedida y sin criterio o cuidado alguno, entonces…¿qué?
¿Qué nos espera?
Aquel tren es el que dejamos. Muchos somos los que estámos como atónitos en ese tren. Unos muy pocos los que azuzan la máquina y otros menos los que huyen de todo el asunto.
Son aquellos, los del verdadero negocio, unos muy muy pocos. No están ni el tren, ellos tienen su propio carro. Sus únicas formas para huir de todo el desastre que arrastran.
Como dije hace 2 días en este mismo artículo de R. Ponce, se podría intuir la relación del cambio climático y la pandemia mundial, con las vacunas que muchos se afanan por conseguir y parece ser que Bill Gates, es uno de ellos (ya profecito en 2.018, la llegada de la pandemia), con la que descarada y desagraciadamente quiere eutasaniar a medio mundo con la inestimable ayuda de Monsanto, diversas multinacionales, sus amigos de Davos y la complicidad de la OMS y los representantes de la Agenda 2020.
Palabras textuales de este filántropo tan admirado por muchos: “si hacemos un buen trabajo con las nuevas vacunas, la sanidad y salud reproductiva, podemos disminuir la población mundial hasta en un 10-15% “. Y continua: “Solo un genocidio puede salvar el mundo”.
Que Dios nos asista
Desde el Parlamento Italiano:
https://www.youtube.com/watch?v=5bNETOmWrI8
Raul vuelve a poner en debate asuntos tan importantes como las pandemias, la destrucción del planeta y el cambio climático. Hace unos días parece que se aprobaba en el consejo de ministros una llamada «ley del clima». Como el texto de la misma no es conocido, voy a tratar de suponer con un cierto sentido del humor lo que podría decir:
En el preámbulo debería detallarse qué es exactamente el sujeto jurídico sobre el que se legisla, por lo que más o menos debería argumentarse:
«….. dado el mal comportamiento del clima y sus desastrosas consecuencias para la especie humana, el gobierno de España ha decidido su regulación inmediata, a cuyos efectos…..»
Artº 1º.- A los efectos de esta ley el clima de la Tierra queda sometido a los preceptos contenidos en la misma.
Artº 2º.- La infracción de cualquiera de estos preceptos por el sujeto objeto de la ley acarreará las correspondientes responsabilidades, tanto en vía administrativa como incluso la penal, a cuyos efectos se habilitarán juzgados y procedimentos especializados.
Artº 3º.- A partir de la fecha de entrada en vigor de esta ley, el clima se someterá a las necesidades que el gobierno considere oportunas para mantener nuestro estado de bienestar y los intereses generales de la Nación……
Artº 4º.- La organización territorial del Estado y sus respectivas competencias autonómicas, ajustarán su clima a las condiciones específicas de su geografía, su geomorfología, su economía y su planificación teritorial…… etc.etc. »
Como el asunto del efectivo, real y permanente cambio en los muchísimos climas y microclimas de nuestro planeta a los largo de su historia, ha sido ya suficientemente debatida y rebatida en el mundo científico real (no el apesebrado) no merece la pena insistir en ello y Manu ya lo comenta.
También el de las epidemias que, cada cierto tiempo, nos avisan de que no estamos solos y, sobre todo, que no somos «dioses» intocables. Que debemos convivir ay adaptarnos a las condiciones del planeta (no al revés) y que tenemos que ser mucho más humildes y menos pretenciosos (algo que no encaja con la «lucha contra el cambio climático» o la mencionada «ley del clima», operaciones de falsa bandera tras las que se adivinan intereses espurios (como en el resto de las cuestiones con que nos bombardean a diario).
Acabo con la filantropía que empieza a principios del siglo XX (+/-) en cuyo ropaje aparecen causas nobles como la paz, la democracia universal y la felicidad de las personas….. Empieza con Rockefeller (David dijo aquello de «sólo necesitamos una crisis adecuada y la gente aceptará el NOM», sigue con Ford…. llega a los «Soros» actuales y al mismo Gates (ídolo al parecer de Raul). No es para menos, lo que vale es su cuenta de resultados. Por ejemplo: «invierto 20 millones en investigación, pero recibo a cambio cientos de los gobiernos agradecidos por ella que, mientras tanto, tienen a sus investigadores mal pagados y entretenidos en banalidades…..» (es un ejemplo en relación con el Covid 19 a partir de los datos publicados). Siempre se ha idolatrado a los «listos» que sabían hacer negocios…..
Para terminar la «destrucción de planeta» no está en los sucesivos cambios naturales del mismo, sino en las condiciones que el desarrollo de las sociedades ha afectado en mayor o menor medida al entorno natural. Ese es el verdadero debate que, además, no es «moderno», sino que viene desde la década de los 70 en España con organismos públicos dedicados a la ordenación territorial, al medio ambiente y a la conservación de la Naturaleza.
Más o menos creo que me he ajustado a los temas que que habla Raul.
Un cordial saludo a todos.
Cuando era yo joven y telefonista escuché cómo una compañera respondía, a un señor que le estaba protestando en la oreja porque había tenido algún problema con su conferencia, con el argumento de que “es que aquí, oiga usted, habemos muchas”.
Pero, bueno, a lo que voy. Y que voy a mi manera, que es la mía, que soy una mujer sencilla que no manejo datos – ni micro ni macro – de esos que dices, “mira, he aquí un argumento aplastante”. Y que soy poco culta, y que ando escasa de instrucción; pero que, oye, como que sin darme cuenta o sin querer me fijo mucho, en todo, en los comportamientos, los gestos, los actos, en fin, en todo, de mis congéneres o similares.
Y en el piar de los pájaros. Y en las hojas de los árboles, y en las ventanas cerradas que me quedan lejos y no puedo ver qué pasa; pero me digo “en todas partes está pasando algo; bueno o malo o ni fu ni fa, pero algo”. Y pensando en tantas cosas que están pasando en cada instante por el mundo pienso, sigo pensando, o fantaseando qué sí pasa y qué no pasa y en cómo o cuánto pueda estar ello influyendo en quien lo vive, o en quien lo ve, o en quien lo escucha a través de las paredes.
Alguna vez he escuchado que las ardillas del retiro, al no ser autóctonas (que son originarias de América, creo), se buscan la vida las criaturas como pueden y su “poder” corre en perjuicio de los pájaros.
¿Es culpa de la ardilla? ¿Cruzó el océano a saltos?
Hace un par de días, en un telediario; que en una playa (en Andalucía, me parece) un tipo de pájaro en peligro de extinción había anidado, tan contento, en la arena y sin más y allí estaban, ellos, que había por lo visto varios nidos, tan felices con sus polluelos.
Y cantidad de ejemplos parecidos ― la contaminación en las ciudades ¿Os habéis dado cuenta, las señoras mayormente, de que duraba más el pelo limpio? ― en poquito más de un par de meses.
En sólo un par de meses y tan sólo porque nos hemos movido menos.
Hemos (habéis, que yo no tengo) utilizado apenas los coches, y los trenes y los metros y los autobuses y los barcos y los aviones. No hemos (habéis, que yo ni con pandemia ni sin ella) invadido las playas con vuestras tumbonas, sombrillas, chancletas, gorritos, cremas bronceadoras, balones, pelotas… Y, claro, el pajarito en peligro de extinción se dijo, en su cabecita tan pequeña “mira tú qué sitio tan aparente para instalas mi hogar sin apreturas”.
¡Y en tan sólo dos meses!
Eso sí, que como al parecer todo en la vida tiene sus pros y sus contras – debe de ser por algo así como como la ley de la compensación o el equilibrio de fuerzas y esas cosas ―, en eses mismo tiempo se ha incrementado de manera alarmante la cantidad de desechos (guantes, mascarillas, plásticos en general) que invaden los mares y los ríos y se cargan a los peces con tanta inocencia (o más, al ser inanimados) pero no menor denuedo que el de las ardillas del retiro cargándose a los pájaros.
Y, si, es verdad, Raúl, todos somos culpables.
¿Pero qué culpa tenemos de ser culpables?
Ya mismito, en cuanto se pueda o se está empezando a poder, el personal se lanza enfebrecido a los coches, y a las carreteras y a las playas, y a los aviones y a las islas paradisíacas a las que cómo coño (y perdón) accederían si no fuese en avión… ¿En catamarán como la niña Greta? Desaparecida, por cierto, de las noticias sin dejar rastro ni muestra de haber dejado el planeta más limpio que un jaspe.
Y a los cruceros horteras a pagar en diez meses con bebida incluida y niños gratis.
Y es que, mi compañera tenía razón, “es que aquí, oiga usted, habemos muchos”.
Y la “muchez” hace, en todas las extensiones de sus “mucheces”, que sean cada vez muchas más cosas (impensadas o impensables no demasiado tiempo atrás) las que demandamos los cada vez más que aquí estamos queriendo, todos, satisfacer nuestras necesidades ― verdaderas o inventadas, o compradas a los que nos las venden a su propio interés (muy alto y no menos mezquino) ― y nuestros caprichos.
Pero me digo yo, a mi manera que es la mía y que a la vista está que no tengo remedio; que el planeta es un ente vivo tan vivo como yo; tan dispuesto y presto y diligente a defenderse de las agresiones como yo; y que en cuantito puede levanta las orejas como yo (y como mi perro); y que oreja por oreja aquí estamos todos, él (planeta, claro, que el perro también pero conmigo) y vosotros y yo (con mi perro y, ah, cuatro gatos).
Y que pues que se acostumbre – el planeta, que el perro es bastante cabezón y de los gatos qué decir ― a convivir y contemporizar y encontrar el equilibrio, o la compensación de fuerzas, entre sus intereses y los nuestros.
Que desde que echó a rodar bien que ha demostrado a lo largo de siglos y milenios que sabe manejarse con soltura.
No entiendo por qué nos arrogamos el privilegio (no me sé el antónimo de privilegio, pero que también puede a lo mejor estar pillándonos dependiendo de según o a qué se mire) de ser los artífices y responsables únicos de los males (o de los bienes, y que por eso digo) de que disfrutamos o sufrimos.
Que debía ir al revés, lo sé; pero me cuadraba mejor para la rima.
Y va sólo con el corrector automático. Que releerme a mi misma me aburre muchísimo.
El comentario de Alicia deja clara la cuestión: o renunciamos voluntaria y racionalmente a los modelos de desarrollo de lo que se considera mundo «civilizado» (modelos que son los primeros que se imponen en el resto de las sociedades) o debemos adaptarnos a las consecuencias de todo tipo de nuestra forma de vivir.
Las sociedades humanas están en continuo desarrollo demográfico. Los lugares para que las poblaciones se asienten y convivan ya no son suficientes, sino que tenemos que hacer «turismo» o, lo que así se considera: invadir otros espacios geográficos, imponer nuestras culturas (si se las puede llamar así) y, en su caso, influir en sus costumbres hasta desnaturalizarlas. Es una tendencia natural como especie al nomadismo, a la curiosidad y al comercio.
¿Se puede racionalizar este proceso y revertirlo con una confinación permanente en el propio territorio? Ni mucho menos; estaríamos renunciando a nuestros caractéres adquiridos a lo largo de millones de años en nuestra propia evolución.
Estamos en un callejón sin más salida que el sentido común personal para hacer o no hacer determinadas cosas, para consumir o no consumir otras, para vivir de una forma o en un lugar u otro…. pero, claro, siempre que nos dejen porque nos han «cosificado» y obligado a modelos y patrones que, al final, nos hacen vivir la vida de los demás, no la nuestra…
Un saludo.
Gracias por abrir diálogo sobre estas cuestiones.
Siento ser, de nuevo, el que aproveche las circunstancias, pero si no tuviera nada que decir no diría nada.
Cuando escribí anteriormente olvidé hacer una referencia al aumento de la población mundial al que pretendía añadir algún link que lo constatara. La curva demográfica es pareja a los aumentos de contaminación.
Ya ha surgido dos veces el tema en todo esto de lo que hablamos y esta es otra «oscura cueva» en la que he metido también la cabeza para intentar ver algo.
¿Qué hacer con ese asunto?¿Cómo manejarlo?
O’farrill trae a su vez un tema muy interesante como es el «vivir la vida de los demás», otra «oscura cueva» a mi entender. Uno de esos caminos sobre los que algunos nos preguntamos muy seriamente.
Miren, algunas veces les he hecho referencia a la globalización y para mí, no es otra cosa que el hecho de que el ser humano se ha extendido por los confines del planeta. Yo ni entiendo de Nuevos Órdenes Mundiales, ni de movimientos o pensamientos al respecto aunque realmente piense en ello.
Pienso en ello porque el planeta forma un todo y todos nosotros estamos en él. El hecho aberrante de que un señor se crea dueño de millones de árboles que producen oxígeno para todo ser vivo me produce un sentimiento difícilmente explicable. Que lo consintamos es ya en sí una auténtica locura. Lo mismo ocurre con los mares, los ríos, la antártida y todo lo que bajo nuestros pies existe. Nos educan y nos incitan hacia una cultura de «tierra quemada» y esto es absolutamente intolerable e irracional.
Por mucho que el aumento de la población conlleve circunstancias parecidas al concepto «tierra quemada», es deber, debería ser deber nuestro, como población extendida y racional, el luchar o encontrar las formas de «compensar» tal deterioro. Voluntad y esfuerzo son requeridos. Conciencia sobre ello.
Es así que en toda esta «oscura cueva», después de estar grande rato allí, la vista se acostumbra y comienzas a ver sombras o a intuirlas y unas cosas te llevan a otras.
Es necesario ver todo esto como un todo global. Es imperativo. No hay alternativa posible. El planeta es uno.
Hace años ideé un edificio con forma de flor, una especie de margarita, para lo que debería ser uno de los ámbitos a los que el saber humano debería dedicarse con gran énfasis y no es otro que la biotecnología aplicada.
Este asunto me lleva a otro y es el aprender de todo lo que la naturaleza nos enseña, tema antiguo donde los haya. Fuente de casi todo saber y base de lo que comento.
Miren a dónde voy ahora.
Si grandes masas de especies animales consideran oportunas las migraciones, ¿Cómo es que el se humano no las hace?
Vemos miles de ñus migrando cada año, pájaros, mariposas y todo tipo de animales efectúan esta tarea periódicamente en una especie de ritual que sirve a su vez para compensar recursos en distintas zonas. ¿Y el hombre?
Mayormente solo turismo desde hace aproximadamente 500 años o menormente por asuntos laborales. Estas son las dos grandes razones voluntarias.
Las involuntarias son guerras o grandes catástrofes.
Si eliminamos las destructivas guerras (tierra quemada) de ésta ecuación, nos quedamos con el turismo, el trabajo y las grandes catástrofes.
Estos tres conceptos son absolutamente combinables con el concepto «vivir la vida de otros».
Nos hemos acomodado a un modus vivendi destructivo olvidando las necesidades de millones y las necesidades del terreno que nos da la vida.
Deberíamos comenzar a considerar la posibilidad de temporadas laborales semestrales en un lugar e intercambio racionalizado con otras partes y gentes durante el resto del tiempo.
Semestrales o trimestrales o periódicamente necesarias.
Yo te «ayudo» a tí y tú me «ayudas» a mí. O dicho más sinceramente, yo trabajo para tí y tú trabajas para mí, pero de forma más racional y equitativa. Aquí y allá.
¿En qué?
En hacer el planeta un lugar más confortable para todos, en crear una «migración» saludable de tareas, conocimientos y ayudas, en crear hermandad entre los distintos pueblos, culturas y recursos del mundo. En ir todos en busca de algo mejor para todos.
Estudiar y poner en práctica tales asuntos ayudaría a que toda esta locura en la que estamos sumidos cambiara y tuviera un futuro e incluso un presente alentador.
Si el asunto es que nos necesitamos, aunque no queramos reconocerlo.
¿Mi idea es mala? Pues quizá sí, pero ya es un reto en sí para que otros busquen una mejor.
Saludos.
El cambio climático es una cosa DISTINTA a lod residuos.
El cambio climático no depende esencialmente del hombre.
Los residuos, sí.
Hola, buenos días.
El IPCC es el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (The Intergovernmental Panel on Climate Change en inglés).
Este estamento se formó en 1988 por científicos de todo el Mundo con la idea de estudiar, analizar e informar a los distintos gobiernos del planeta sobre sus conclusiones acerca del cambio climático.
El grupo está formado por tres distintos subgrupos de científicos. Analizan datos basados en la ciencia, datos científicos de todo tipo, sobre distintas materias: manchas solares, concentración de carbono a distintas alturas en los hielos de los glaciares, aumento del nivel del mar, aumento de la acidez del mar, profusión de catástrofes relacionadas con el clima y un largo etcétera de asuntos relacionados, así como el impacto socio-económico y sus posibles soluciones.
Todos estos científicos de distintos países y todos sus estudios son analizados por otros grupos de científicos que constatan la veracidad de los experimentos, datos y análisis.
Viendo los listados calculo que son unos cuantos cientos si no más bien miles de personas de distintas carreras científicas implicadas.
Posteriormente todos estos informes son enviados a los distintos gobiernos para que tomen decisiones en lugares como las Cumbres sobre el Cambio Climático.
Son estos últimos, los distintos Gobiernos de los distintos países los que toman decisiones sobre los datos presentados sobre las regiones del planeta que gobiernan.
Es muy fácil entender que si a un país le dicen que lo que está haciendo va en contra del clima del planeta, pero lo que está haciendo ese país con un gobernante que , como en nuestro caso está allí por cuatro años, hace que pueda pagar sus cuentas y dar sin rascarse mucho la cabeza ni generar controversias entre sus ciudadanos, seguir con lo que sea que haga, éste seguirá igual.
¿Cómo voy a plantear desmantelar la industria automovilística si nuestro país vive de eso?
¿Cómo voy a dejar de talar árboles si nuestro país vive de eso?
¿Cómo voy a pedirles a empresas que me financian y que me han ayudado a que gobierne el país que sea, que dejen de contaminar los cielos, los ríos y los mares?
A fin de cuentas, los que se llevan la peor parte de todo siempre son los mismos, los más pobres de entre los pobres o incluso otros países.
Resulta fácil pensar que ante tales diatribas, elija no complicarse el mandato de cuatro años, «tirar pa’lante» y decir simplemente…¡Oye, lo de las pajitas de plástico para el año que viene! y ya veremos lo que va pasando, que así quedo bien con todos.
Es también fácil deducir que si en todos estos análisis y estudios está implicado el carbono y si es el carbono esencial para la vida, algún tipo de incidencia debe tener en los seres vivos de todo el planeta.
Por otro lado, ¿Pueden estar todos estos científicos de distintas partes del mundo estar engañándonos? Pues difícilmente pueden hacerlo si se basan en datos.
Uno, o el punto más relevante de todos los análisis en el último informe dice:
«Se estima que las actividades humanas han causado un calentamiento global de aproximadamente 1,0 °C con respecto a los niveles preindustriales, con un rango probable de 0,8°C a 1,2°C.
Es probable que el calentamiento global llegue a 1,5 °C entre 2030 y 2052 si continúa aumentando al ritmo actual (nivel de confianza alto).
Reitero, pues me parece esencial saberlo, los científicos hacen los informes, los analizan, revisan y obtienen conclusiones y posteriormente los presentan a los distintos gobiernos.
Son éstos últimos, los gobiernos de turno, los que toman las decisiones.
https://www.ipcc.ch/