¿Cómo se explica el repentino auge que han tenido los movimientos populistas? ¿Qué supone que hayan surgido al unísono en tantos sitios? ¿Son realmente un peligro? ¿Se deben sólo a la crisis económica, y de no haberse producido ésta tampoco habrían surgido aquellos? ¿O esta crisis solo ha sido el factor detonante pero su gestación venía de atrás? ¿Qué perspectivas plantea todo esto de cara al futuro? ¿Se tratará solo de una “fiebre primaveral” o cambiará sustancialmente las reglas de juego?
Para hablar de todo esto os invitamos a nuestro segundo Encuentro el miércoles 8 de marzo a las 18.30, en la taberna Quintaesencia (C/ Santa Engracia, 87), de Madrid. Nuestra idea es que Isaac Salama, Carlos Peiró y Manuel Bautista hagan una breve introducción, antes de daros la palabra para que tengamos un coloquio que nos permita profundizar entre todos sobre este tema.
El local estará reservado para nosotros hasta las 20.30 y la entrada será libre, sin más coste que el de la consumición para quienes tomen algo.
PD: Para evitar sorpresas con el espacio reservado, nos vendría bien que quienes penséis asistir nos lo comunicaseis al correo: otraspoliticasinfo@gmail.com con cierta antelación.
Quería felicitar de nuevo a los editores del blog por este «encuentro» de ayer y, en todo caso, animarles para recoger la propuesta que se hizo de seguir profundizando en temas de interés público.
Como dije en el «encuentro» hay que analizar el sentido y significado real de unos términos y conceptos que se repiten en la caja de resonancia de los medios de comunicación y, al final, quedan «sacralizados» por su uso. Lo peor es que incluso muchos «profesionales» y «expertos» del mundo académico, jurídico y político sigan la misma línea cuando por su preparación no debían caer en el juego.
Como la conclusión de ayer era que «todos» somos populistas de alguna forma porque nos interesan los problemas de la gente, creo que el «populismo» no es asimilable (como interesadamente se pretende) a ningún tipo de ideología.
Un saludo.
O’farrill, yo lamento que los editores se centraran en el “populismo”. En su post Isaac Salama escribió “Y, por supuesto, también sería pertinente la pregunta de si no se habrá convertido la palabra populismo en una etiqueta que colocamos a movimientos que no nos gustan, para así denigrarlos como peligrosos o sospechosos de antidemocráticos.” A mi juicio eso es el “populismo”: vulgar ataque de los partidos viejos a los partidos y movimientos nuevos. Si ese ataque no se analiza en el contexto de la política como lucha por el poder coercitivo del estado-nación controlada por los partidos viejos y en la que cualquier medio vale, se está tomando posición en favor de los partidos viejos. Francamente considero una pérdida de tiempo centrarse en algunos medios usados en esa lucha porque permite distraer la atención de los problemas graves de la institucionalidad de la política y el gobierno en las democracias constitucionales.
Si nos centramos en lo que hoy está pasando en España, le recuerdo que la lucha por el poder se da en por lo menos dos frentes. Uno es entre partidos viejos y partidos nuevos a nivel de estado-nación (lucha que ha ido cambiando en los últimos 5 años y hoy está centrada en el moribundo PSOE contra Podemos). El otro es entre partidos y movimientos que defienden el estatus quo territorial y los que buscan una nueva división territorial a través de la “independencia” de Cataluña y País Vasco. Si usted compara lo que está ocurriendo hoy con los sucesos de 1936 (ver http://www.elmundo.es/cronica/2017/03/12/58c3b8bb46163f9f338b457d.html ), creo que estará de acuerdo conmigo en que la segunda lucha puede tener consecuencias más importantes que la primera.
En el encuentro del pasado día 8 uno de los ponentes, creo que Salama, dijo en alusión al populismo y qué predica que “el pueblo es inocente de lo que le pasa”.
Estaba siendo el día de la mujer y los medios de comunicación estuvieron todo el día dando la vara con el tema de las mujeres maltratadas. Entrevistados, opinadores, legisladores, quienquiera que tenga algo que decir ante las cámaras, insisten machaconamente en que hay que educar (a los maltratadores) y que hay que denunciar… también por supuesto a los maltratadores.
Al escuchar lo de la “inocencia” me asaltó la idea, que me indigna bastante por cierto, de que eso mismo ocurre con estas mujeres. Nadie pronuncia palabra de que también estas mujeres han de ser “educadas” y aprender a encauzar sus vidas.
Siempre se las trata además, de cómo víctimas, cómo absolutamente inocentes de la situación por que atraviesan.
Creo que es incuestionable que toda persona tiene una parte de responsabilidad de qué, bueno o malo, acontece en sus vidas.
Pero de estas mujeres, de qué pasó antes de que intimidaran con las personas que las maltratan – y que en ocasiones las asesinan, sí –, de cuál fue la trayectoria de sus vidas, de si ellas a su vez fueron en la adolescencia acosadoras o acosadas, nunca se dice nada, nunca se cuestiona en qué medida tuvieron en sus manos el no entablar unas relaciones tan dañinas.
Por otra parte por cada mujer maltratada hay un maltratador, y por cada asesinada un asesino.
Si las asesinadas son muchas (que no lo dudo) son también muchos los asesino.
Pues me cuesta mucho creer que haya tanto asesino. Me cuesta también mucho creer que a los hombres no les indigne que tantos de sus congéneres sean tildados de asesinos.
En fin, y por resumir, que muy al contrario que la mayor parte de las personas de mi sexo, entiendo que las mujeres maltratadas son víctimas, sí, pero lo son más que nada de sí mismas y de la “alegría” con que eligen a sus parejas – o “compañeros sentimentales” – guiadas, me temo, no por sentimientos profundos sino por unos impulsos bastante primarios y no muy diferentes de los que preceden al apareamiento entre los animales.
Pero nunca se les dice, nunca se las invita a cuestionarse sus conductas, quizás porque el hacerlo no está bien visto.
El otro día lo tuve en mente a la hora de haber podido participar, pero considerando que al haber mujeres cuyas opiniones posiblemente fueran opuestas a las mías preferí callar por no suscitar tensiones ni polémicas.
Aquí y por escrito es distinto.
Y, por rematar, que no quiero callármelo, que callando callando se hace dentro una bola difícil de digerir y termina una pensando si es que soy un monstruo o un ser anormal, y creo que no lo soy: siento bastante desprecio por las mujeres maltratadas y por una sociedad que se muestra tan “comprensiva” y paternalista con ellas.
Allá va.
Hola Alicia, buenos días:
Una de las conclusiones más importantes que saqué del encuentro del miércoles, fue, quizás, el gran camino que nos resta por recorrer a nuestra “sociedad civil” por alcanzar los niveles necesarios de responsabilidad, para empezar a ser conscientes del peso que tenemos en la forma de organizarnos socialmente, y en las consecuencias que de ello se derivan, o se podrían derivar.
Esta especie de estado de “inconsciencia” o de “obnubilamiento”, nos hace vivir bajo una maya tupida de confusión, con capacidad a veces nula, por nuestra parte, para poder discernir con conocimiento de causa, todo lo que se va filtrando en ella.
Por esos calan mensajes simplistas…, por eso es, demasiado fácil, adherirse a aquéllos en los que nuestras ansiedades, necesidades más inmediatas parecen encontrar eco, tenemos demasiado bloqueado nuestra capacidad de reflexión, y las emociones están sometidas al miedo.
La educación no ayuda mucho, más bien se encarga de fomentar estereotipos de pensamiento y sellarlos bajo diversos anatemas, en definitiva a través del temor.
Por eso, como bien dices, es muy posible que no seamos tan “inocentes” en lo que finalmente nos acontece a la hora de cómo establecer, afrontar y elegir nuestras relaciones, pero sí que hay que reconocer que estamos muy dirigidos, educados y bombardeados por el “modelo”, ese al que no somos aún capaces de “poner en solfa”, quizás por la misma carencia de desarrollo al que nos está abocando.
Yo me preguntaría si desde el hecho de, primero, tener, aunque sea de forma lejana o intuitiva, pero creo que sí que está presente en una gran parte de la población, el convencimiento de que es necesario superar el estado de desconocimiento en el que nos vemos envueltos, de que nos faltan criterios y la intencionalidad de querer aumentar nuestra implicación en la formas sociales que, finalmente, dirigen nuestras vidas, y segundo, la realidad de que ese mismo modelo, ni posibilita, ni va a facilitar en modo alguno, que ese crecimiento de la consciencia humana y colectiva, se produzca de forma que se ponga en riesgo, las estructuras de poder, en las que se basa, nos hace vivir bajo esas presiones emocionales muy fuertes, a veces, brutales.
Poder material, ideológico y doctrinal…..poder sobre la evolución más libre del hombre, en definitiva.
Por eso me resulta muy difícil realizar un juicio de valor tan categórico como el que resumes en tu comentario.
Por supuesto que no estamos siendo capaces de enfrentar la denominada “violencia de género”, desde la profundidad, la extensión, y la inteligencia que requiere, como ya se abordó en este blog en otros artículos.
Que su análisis se basa en estereotipos cerrados y sometidos a los vaivenes de los partidos políticos como “reivindicaciones” a envolver en programas e idearios donde ya faltan ideas…,.y los trabajos de pensamiento político ….parece quedaron congelados hace más de un siglo, sí que puede ser verdad.
Pero….¿cómo, desde una mentalidad, la mía en este caso, educada, desarrollada y a duras penas intentando entender e ir más allá de los límites en los que me enuentro inmersa en el modelo social que me vio nacer, y empezando a intentar querer aumentar mi consciencia de esa realidad, puedo enjuiciar, de manera tan tajante, a aquellos que sufren, de forma brutal, las consecuencias del mismo?.
Hombres y mujeres, sí, son, somos víctimas de formas infantiles, interesadas, predeterminadas, cargadas de necesidad de reconocimiento y poder, al buscarnos, al elegirnos,…somos víctimas de una educación y unos mensajes interesados y dirigidos.
También de nuestra propia inercia, o pereza, al respecto.
Pero…por favor…si además de equivocarse en esa elección, en formas o modos, como hacemos todos, (no hemos sido educados, precisamente, en descubrirnos en “sentimientos profundos”, se nos niega, por ejemplo, el acceso real al arte, una de las formas más importantes de acceso al mundo de la emotividad y sensorialidad de cada ser humano), además de eso, alguien es humillado, maltratado y hasta asesinado por ello…pues no se le puede, encima, “despreciar”.
No estamos tan exentos de responsabilidad, en lo que ocurre a nuestro alrededor, como para , además,….sentenciar de ese modo.
Un cordial saludo
Aunque no asista a los «encuentros» sintonizo-con- lo expresado con O’Farril, esto de que el «populismo» o lo popular o lo que pareciera que es más «pueblo» que élite es un término no atribuible a ninguna ideología, o así debiera ser.
En absoluto desacuerdo con el comentario de Alicia, las «mujeres» en general y en determinados países son el «colectivo» más explotado y violentado, aparte de no «culturalizado» (saber es poder), y absolutamente empobrecido…
la desventaja/desigualdad que padece es más que evidente, si le añades su sensibilidad «emocional» desde la que se la puede ningunear: blanco y en botella: el maltrato o aprovechamiento de tales «perfiles» es total…
que la mujer, ha de salir ( o no pasar por situaciones tales?), en un mundo patriarcal por excelencia?-….es casi como decir que para que voy a utilizar el Dinero para comprar…
sobre su desprecio hacia tales mujeres, como es suyo: siga con él…ni mucho menos a esas «mujeres»(en mala situación) les haría ninguna falta…
y, claro..para gustos los colores o sabores: si ya entre hermanos (EB), se instala el negocio/del más list@/ la especulación etc…como algo normal en las relaciones entre humanos…pues…
eso! Lo Ya dicho: para gustos los «colores», en este triste mundo de sinsabores.
Si hay erratas…se siente…
A raíz de este segundo encuentro acude a mi magín, de forma recurrente, una reflexión que se me antoja no está fuera de lugar el exponer. Es algo que muy posiblemente habéis pensado algunos pero que, quizás por su obviedad, nadie ha plasmado.
En el primero, el de octubre, éramos muy pocos los que estábamos – apenas una veintena de personas – y, bueno, como un arranque o primera toma de contacto resultó una reunión un poco fría. Y es lógico.
En el segundo, este de marzo, el clima – en mi sensación, por supuesto – fue muy distinto, con más personas y con más participación y con más contraste de opiniones. Más caldeado.
Recuerdo que el primero que habló a continuación de las ponencias fue Manu y, acto seguido, un señor cuyo nombre no conozco – estaba en las primeras filas, con camisa de cuadros rojos y blancos y el pelo canoso, junto al pasillo – que al iniciar su intervención lo primero que dijo fue estar en desacuerdo con Manu.
Uno y otro daban la misma sensación, la de tener muy claras las ideas y sus respectivas opiniones; uno y otro ― y con independencia de por cuál de las dos “corrientes” pudiera yo (sin ir más lejos, pero para eso soy a quien tengo más cerca) empatizar más o mejor, que ni viene al caso ni es lo que me ocupa ― las verbalizaron de manera que saltaba a la vista que sus criterios están cimentados sobre estudios, conocimientos, investigación, documentación.
Pienso que eso es bueno. Es más, que las diferencias de opinión pueden ser enormemente enriquecedoras siempre que sean defendidas y replicadas por un “Manu” y por un “señor que estaba en las primeras filas, con camisa de cuadros rojos y blancos y el pelo canoso, junto al pasillo”.
Pero en la vida y en el mundo no todos somos “Manus” o el señor cuyo nombre desconozco. No todos disponemos de estudios, conocimientos, investigación, documentación…
A lo largo de estas semanas y como la imaginación va de por libre, la mía ha dado en fantasear que en el próximo encuentro podremos tal vez estar ochenta, o cien personas, y el grupo ir tomando cuerpo y adquiriendo una identidad que…
De ahí mi reflexión porque ¿Qué identidad? ¿Cuál de entre las identidades posibles?
Personas con inquietudes y buena voluntad pero con una formación muy media ― como la mía ―y muy generalizada, que si en verdad el grupo crece seremos también cada vez más, parece inevitable que se sientan (nos sintamos) inclinados a empatizar con unas u otras de las tendencias de los que “sí saben”, y que ello las (nos) lleve a adoptar las posturas que entendamos se estén correspondiendo con la tendencia a que “apuntarse”, y a defenderlas de maneras y en término que muy posiblemente no serán términos o maneras como los utilizados por las dos personas que he tomado de referencia.
Ahí es donde me enfrasco yo a reflexionar porque:
O el grupo se mantiene, unido, con las diferencias que puedan surgir dentro de él, pero reforzándose y nutriéndose de matizaciones y contrastes.
O las distintas tendencias hacen que se disperse y se formen grupúsculos.
Lo primero – estoy, insisto, imaginando a largo plazo ― me parece difícil, porque gran parte de los componentes habría de renunciar en mayor o menor medida a criterios propios (subjetivos sí, y con una base argumental aprendida “de oído”, pero hay que ver cómo nos aferramos las personas a “esto es lo mío”). Y en ese renunciar sospecho que antes o después terminan saltando por alguna parte las costuras. Y casos se han visto.
Lo segundo, los grupúsculos, también pueden tener su por qué y su para qué. Y sus correspondientes posibilidades de a su vez mantenerse o disgregarse. Y así indefinidamente y como imagino se han ido formando las sociedades, y los partidos políticos, y las corrientes filosóficas (uno que decía “todo es, nada cambia” y, otro, “nada es, todo cambia” y los dos eran filósofos) o las ideas de en qué dirección ha de moverse una economía para prosperar.
Me digo, como resultado de esta disertación, que no sé discernir cuál de los “desenlaces” serían el más probable, ni cuál el más conveniente o deseable…
Y me pregunto si – llegado el momento en que el grupo se viera en el brete de tener que elegir – optaría por asirse de sí mismo, a su identidad y a su supervivencia. O sí por el contrario accedería de buen grado a “dejar de ser”.
Pero, claro, para tener esa respuesta primero sería necesario saber si su evolución va a estar en consonancia con la voluntad que, pienso, ha movido a los que lo habéis hecho nacer; o si va a tomar unos derroteros que no serían muy diferentes de los de tantos movimientos que han fracasado.
Y no quiero poner ejemplos.
Gracias por tu comentario, querida Alicia.
Dibujas un escenario altamente probable y en el cual, en algún momento, se deben producir dinámicas dialécticas y emocionales que no es sencillo predecir.
Hay un elemento importante: el grado de esfuerzo que cada ponente esté dispuesto a dedicar a preparar su exposición del tema así como sus conocimientos previos.
Del mismo modo que no es lo mismo preparar en artículo que escribir un breve comentario o expresar una opinión o la adhesión a una idea.
Siempre recordaré que en el primer debate en público en la universidad perdimos –mi compañera y yo– según la valoración del jurado y ganamos según el voto de los asistentes. En ambos casos abrumadoramente. Comunicar es complejo.
Una de las evoluciones posibles es la de un Club o Asociación de Estudio en el cual los conferenciantes o ponentes deban presentar su trabajo por escrito y que esté sujeto a un coloquio con el público tras la exposición oral.
De estos hay varios modelos. El que más me gusta es uno, vivo y activo, que se reúne un viernes sobre las 20:00 para una conferencia abierta al público seguida de una cena para los interesados y al día siguiente, sábado, tres o cuatro horas de discusión a fondo con el conferenciante. Dos o tres veces al año.
Esta barrera de tener que «preparar y entregar por escrito» es muy importante. En mi experiencia, entre personas ocupadas, exige unos tres meses de trabajo y consulta de fuentes.
Además es una barrera que resulta muy dura para «las ideologías establecidas» que no están preparadas para enfrentarse a ello y mucho menos desde el mundo de la PostVerdad que tan bien se acomoda a la emotividad que hoy buscan muchos partidos y la «ciencia» patrocinada por ellos.
Esta dinámica termina creando grupos de gente motivada, capaz de trabajar y comunicar que no tarda en tener criterio propio.
De estos nos hacen falta muchos y yo no me preocuparía por los conflictos porque la propia dinámica del grupo los va asimilando y resolviendo de una forma casi imperceptible.
Un saludo cordial
Hola Manu.
Al empezar a leer tu comentario a mi comentario he pensado “no concuerda, no estamos hablando de lo mismo”. Luego me he dado cuenta de que yo en el mío digo algo en lo que no sospeché estar pensando ni tuve, por tanto, consciencia de estar escribiéndolo.
Son trampas, o quizás sólo bromas, que a veces tienden desde el subconsciente las palabras.
Creo, si te estoy interpretando bien, que en mi “entrelineas” he manifestado sin saberlo una cierta preocupación por cual podría ser el encaje dentro del grupo de los ignorantes como yo.
“Ignorante” es término quizás un poco exagerado, puede resultar ofensivo para quien se sintiera aludido, pero téngase en cuenta que a quien primero aplico el calificativo es a mí misma.
Pero no; eso no me preocupa, o no al menos de manera consciente. En todas las circunstancias de la vida el ignorante juega su papel, hay un lugar para él y alguna tarea que pueda desempeñar.
Eso sí, creo que es necesario que tenga consciencia de su propia ignorancia, y la asuma sin mayor frustración. Y que conozca los límites que su ignorancia le marca.
Eso sí es lo que me preocupa.
El que tiene un criterio – tú, por ejemplo, o el señor de la camisa a cuadros por seguir con el ejemplo – y lo sostiene con argumentos, propios y sólidos, nunca será un problema en ninguna parte por más que se confronte con criterios diferentes. Pero cuando el “ignorante” se adhiere a uno de esos criterios, el que sea, guiado no por discernimiento sino por el afán de que cualquier posible objetivo vaya encaminado a su beneficio personal, existe el riesgo de que incurra en la patanería, o en la soberbia. Y de que otros ignorantes lo sigan.
¿Cuántas veces no hemos visto bosquejos de “algos” que pudieron ser distintos, innovadores, y se fueron al traste porque terminaron capitaneados por soberbios o patanes?
Besos.
Por si sirve de algo, les comento que yo hubiera asistido sin falta a la primera reunión y seguramente también a la segunda.
Comentarles también que incluso el hecho de vivir a 600 km lo podría haber subsanado si la primera reunión hubiera sido en fin de semana. Con todo lo que eso supone, creo que hubiera hecho el esfuerzo para poder estar allí aquella primera vez aunque hubiera sido simplemente para poder ver, escuchar y decir simplemente yo soy ese que está mayormente sentado cuando les escribe y lee, y me he levantado para venir a verles y saludarles.
No sé si en próximas quedadas el esfuerzo en tiempo y económico me lo podrá permitir, pero tengan por seguro, que entono el «mea culpa» en silencio muchas veces pensando en que no asistí.
Al final, las circunstancias son las que son.
De todas formas, se agradece muchísimo el poder leer sus comentarios y las cosas que cuentan de esas reuniones.
Un saludo.