
Las recientes elecciones han supuesto un cambio en la escena política en varios aspectos. Uno de los más significativos ha sido el fracaso absoluto de Ciudadanos, debacle por otro lado ampliamente esperada. El partido ha conseguido solo el 1,35% de los votos y ha desaparecido de doce parlamentos autonómicos y de muchos ayuntamientos, entre ellos el de Madrid, donde Begoña Villacís ocupaba la vicealcaldía.
La historia de los partidos de centro en España desde el advenimiento de la democracia ha estado marcada por grandes altibajos. Cabe aquí recordar a la UCD (Unión de Centro Democrático) liderada por Adolfo Suárez que gobernó el país después de las primeras elecciones. Posiblemente fuera el mayor éxito de un partido de centro que podamos referir. En este caso se daban circunstancias muy particulares como era la salida de una larga dictadura y el miedo ancestral a los extremismos y a los enfrentamientos que llevaron a una guerra civil todavía en la memoria de muchos. Seguramente en ese momento una opción que se definía como moderada y democrática tenía muchas posibilidades de obtener la simpatía del ciudadano medio que quería que las cosas cambiaran pero sin violencia ni sobresaltos.
La UCD se disolvió por las presiones internas de las distintas facciones y Adolfo Suárez fundó un nuevo partido de centro, el CDS (Centro Democrático y Social) que tuvo una vida breve.
Más reciente fue la existencia de UPyD (Unión Progreso y Democracia) de Rosa Díez que no pasó de unos modestos resultados electorales y que fue arrollada por el surgimiento de un nuevo partido en este espectro político, Ciudadanos.
El nuevo partido apareció primero en Cataluña (con el nombre de Ciutadans) como respuesta al creciente nacionalismo y con un líder, Albert Rivera, que representaba una opción joven, con ideas nuevas y no contaminada por las continuas denuncias de corrupción que afectaban a los partidos tradicionales. En 2018 Inés Arrimadas ganó las elecciones catalanas con 37 diputados, en 2019 Albert Rivera consiguió en las elecciones generales más de 4 millones de votos y 57 diputados colocándose como la tercera fuerza política a tan solo 200.000 votos del PP (Partido Popular). Solo 4 años más tarde vemos a un Ciudadanos en proceso claro de extinción, como ya le ocurriera al resto de partidos de centro anteriores.
En mi opinión varios han sido los errores del partido de Ciudadanos (Cs) que le han llevado a la situación actual:
- -El no presentarse Inés Arrimadas a la investidura para el gobierno catalán en 2018 cuando era la opción más votada (con el argumento de que no iba a salir elegida por el bloqueo del resto de partidos) defraudó a muchos catalanes que pensaron que su voto no había valido para nada. Este sentimiento se agravó cuando más tarde Arrimadas dejó la política catalana para hacerse cargo del partido a nivel nacional.
- –El éxito electoral del partido en las elecciones nacionales de 2019 hizo pensar a Albert Rivera que podía dar el sorpasso al PP y convertirse en la fuerza hegemónica de la derecha. Por ello no quiso pactar con el PSOE para formar gobierno confiando en un resultado incluso mejor en la repetición de elecciones. En los meses entre elecciones Cs pactó con el PP varios gobiernos autonómicos, lo que le posicionó ideológicamente a los ojos los electores en la derecha. En la repetición de las elecciones el 10 de noviembre la debacle de Cs fue enorme siguiendo el fenómeno habitual de que, si vas a votar a la derecha, te vas a la de toda la vida. También a tener en cuenta el ambiente crispado que se produjo en el país después de la intentona separatista del gobierno catalán.
- –En 2021 Arrimadas intentó echar abajo el gobierno de Murcia con una moción de censura a fin de gobernar con el PSOE. Varios parlamentarios tránsfugas hicieron fracasar el intento y Ayuso (PP) en Madrid aprovechó para adelantar las elecciones y echar fuera a Ciudadanos, pensando que le podían hacer lo mismo que habían intentado en Murcia.
- -Después de las recientes elecciones municipales de 2023 y del batacazo electoral recibido, la actual dirección del partido ha decidido no presentarse a las elecciones anticipadas convocadas por el presidente de gobierno para julio argumentando que necesitan hacer un “rearme orgánico e intelectual”. Esto los votantes no lo entienden y van a dar el partido por extinguido, especialmente después de las repetidas dimisiones y airadas declaraciones en contra de algunos de sus principales dirigentes.
No obstante hay que decir que no toda la culpa hay que echarla a los errores de los dirigentes de Ciudadanos. Hay varias circunstancias que no se lo ponen nada fácil a un partido de centro:
- –La polarización política. En estos momentos los mensajes de moderación que puedan venir desde este tipo de partidos chocan con los mensajes simplistas lanzados por la mayor parte de los dirigentes políticos que son voceados y amplificados desde las redes sociales. De hecho el mayor éxito de Ciudadanos en Cataluña fue cuando simbolizaba la resistencia al nacionalismo, no cuando hacía propuestas sesudas de gobierno. Cabe preguntarse si, viendo nuestra historia y recordando lo que decía Machado de las dos Españas, nuestro carácter es propenso a los extremos y poco al acuerdo entre las partes. En momentos de polarización como los actuales el componente emocional pesa mucho en la decisión de voto y para que una opción de centro saliera adelante se necesitaría un electorado que comprendiera la necesidad de pactar con unos y con otros.
- –La dificultad de proponer una ideología diferenciada. Si ya las diferencias programáticas entre los partidos principales se han ido diluyendo con los años en la práctica (ni la derecha renuncia a la protección social ni la izquierda a la economía de mercado) el espacio ideológico de centro queda muy líquido, poco identificable.
- –La presión de los partidos convencionales ávidos de hacerse con el electorado de centro ya que puede suponer la diferencia entre ganar o perder unas elecciones. Esto se traduce no solo en propuestas programáticas cercanas a las centristas sino incluso en ocasiones en invitaciones a cambiar de partido a sus dirigentes.
- –Las llamadas al voto útil. Si tu voto se diluye en un partido pequeño puede que estés provocando que salga el partido que no querías, por lo tanto no lo desperdicies. Esto no solo lo argumentan (cada vez más) los dirigentes de los partidos grandes, sino que está metido en la conciencia de los ciudadanos.
- -Las épocas de inestabilidad económica (la pandemia y la crisis económica subsiguiente) hacen que la gente busque soluciones radicales, que alguien te asegure que todo va a cambiar y a mejorar. Las propuestas de centro pueden parecer tibias ante el tamaño de la crisis que se está viviendo.
Pero habría que pararse a pensar un momento ¿Qué es el centro político? ¿Qué lo diferencia de la izquierda y la derecha? Se puede decir que representa la moderación por una parte y la asunción del liberalismo económico manteniendo la protección social a la población. Como decía antes, el espacio político es compartido en gran medida por los partidos convencionales de derecha e izquierda, lo que dificulta en gran medida llegar al electorado. En cualquier caso es un espacio reclamado por todos los partidos cercanos ideológicamente.
Según el CIS del orden del 30% del electorado español se considera de centro y así lo ha sido desde hace muchos años (se posiciona en el 5 o 6 en una escala de 1 a 10 donde el 1 es la izquierda y el 10 la derecha). Este porcentaje debería ser suficiente para justificar teóricamente un partido de centro con éxito en España. No obstante no está tan claro ya que muchas de las personas que se posicionan de centro responden con un “no sabe / no contesta” cuando se le hacen en la encuesta preguntas más concretas, lo cual puede ser porque corresponda a una masa despolitizada que, por comodidad, opta por una posición intermedia, pero que en muchas ocasiones ni siquiera vota.
¿Sería bueno un partido fuerte de centro en España? La existencia de un partido de este tipo evitaría que los partidos grandes a un lado y otro del espectro tengan que aliarse con partidos extremistas o independentistas para gobernar y ayudaría a moderar las propuestas programáticas de todos facilitando una transición más suave entre gobiernos y evitando los bandazos que a veces hemos visto cuando el nuevo ejecutivo se dedica en su primera etapa a anular las leyes que hizo el gobierno anterior. En otros países este tipo de planteamiento funciona, pero requiere ser consciente y aceptar que los partidos bisagras son, por sistema, partidos pequeños que deben asumir su función de influir, no de gobernar en solitario.
¿Es posible un partido de centro de esta índole en España? Lo que está claro es que el momento de Ciudadanos ha pasado y que, de momento, todo apunta a que no vamos a tener un partido de estas características que sea relevante. En otro momento histórico, sin dirigentes que cometan errores garrafales, en una situación más estable económica y socialmente, y con menor exacerbación de lo que nos diferencia, es posible, pero, como diría José Mota, “hoy no… mañana”.
Como parte que vivió la Transición y la formación de UCD, puedo decir que el «centro» político no existe. Es un término tan vacuo como ya lo son hace tiempo «derechas» o «izquierdas». La política de la guerra fría impuso en Europa ese término que cada cual interpreta a su manera: socialdemocracia. Es decir, una democracia socialista donde el primer término «modera» el segundo. Y se impuso en toda Europa por EE.UU como manera de distraer al personal del gran enemigo de entonces: el comunismo soviético (luego estaban los «eurocomunistas» que eran socialdemócratas disfrazados).
Si nos atenemos a España UCD fue una simple coalición de demócrata-cristiano, liberales, falangistas y socialdemócratas que eran lo mismo. A los primeros se los cargaron rápido por aquello de lo «cristiano» en un estado aconfesional; los segundos todavía andamos en la nube de la teoría (galgos o podencos) unos «social-liberales» y otros «liberales» a secas cada cual con su propio liberalismo. Los procedentes del antiguo «Movimiento Nacional» eran -como Franco- socialistas cristianos (ver Fuero de los Españoles) y fueron -como en el caso de Suárez- los que marcaron el ritmo político del nuevo régimen político desde la Ley de Reforma Política aprobada por las antiguas Cortes.
La voladura a propósito de tal coalición fue obra de personajes que tuvieron en ella cargos y responsabilidades importantes, buscando mayor protagonismo personal (lo mismo que ahora PSOE, SUMA y PODEMOS). Entonces ese supuesto «centro» desapareció para no volver más. Pensar que CDS, UPyD y Ciudadanos lo representaban era una falsa ilusión y así les ha ido.
Ahora, no hay que cansarse de repetirlo, sólo hay un pensamiento único político al servicio de quienes siempre han manejado el mundo. La propia Constitución Española señala un «estado social y democrático» (lo que sería inconstitucional nada más empezar, pero pocos tenian ganas de leer y analizar lo que eso suponía) que venía a ser lo mismo anterior. Y eso es lo que en forma de alternancia bipartidista tenemos al servicio de la nueva religión llamada «agenda 2030», donde todos (excepto VOX) son cómplices y colaboran con entusiasmo. Sólo hay que mover los peones necesarios en cada etapa, como ya se puso de manifiesto en el 15M de «indignados» («PSOE y PP la misma ….. es»). O como lo fueron demostrando diversos hechos históricos como la entrada de España en la OTAN, la conversión de los republicanos en monárquicos enfervorecidos (incluso el PCE)… Todo a mayor gloria del capitalismo mundial.
En estos momentos en que se sigue aumentando la confusión «espacial» de la Convención francesa y las teorías políticas históricas; donde predomina todo lo que sea liquidación de lo anterior (el «matar al padre» freudiano) incluyendo la destrucción de las naciones-estado y de sus bases de principios y valores para ser sustituidos por doctrinas acientíficas, estrambóticas y falsas.
En el tablero juegan sólo dos contendientes con fuerzas muy diferentres: los que colaboran en la distopía política a beneficio de los de siempre (mayoritarios por los medios de comunicación a su servicio) y quienes todavía se aferran al mundo de las certezas y la racionalidad. Como vemos la cosa está clara.
Un saludo.