El viernes 24 de junio, horas después de conocerse el resultado del referéndum por el cual el Reino Unido abandona la Unión Europea, las firmas de apoyo a una propuesta para que dicho referéndum se repitiese en otras condiciones colapsaba la web de la Cámara de los Comunes. Diez días después esas firmas superaban los cuatro millones y los dos principales líderes políticos de la opción ganadora, el exalcalde de Londres, Boris Johnson, y el dirigente del partido independentista UKIP, Nigel Farage, anunciaban su retirada y renunciaban de paso a ejercer la responsabilidad de conducir al país por la vía que habían promovido, mientras arreciaban las acusaciones contra ellos por haber mentido en sus principales argumentos.
Sin acabar de asimilar lo que había sucedido, tanto en Londres como en el resto de las capitales europeas, políticos y comentaristas contrarios al Brexit acusaban a los líderes británicos ganadores del referéndum de practicar el más puro populismo. Como si esta palabra reuniese todo el compendio de trampas y manipulaciones más inaceptable en una democracia.
Pero, ¿qué es lo que ha pasado? Vale, es obvio que la fórmula del referéndum no era la adecuada. Una decisión de esta trascendencia, con tanta componente económica y con la enorme dificultad que entrañaba comprender y evaluar sus consecuencias, no podía ser tomada cabalmente por la mayoría de los ciudadanos, con el nivel de información y de conocimientos políticos y económicos que tenemos hoy en día. Algo que ya hemos comentado recientemente. Así pues, es evidente que el Primer Ministro Cameron ha cometido una barbaridad al poner a sus conciudadanos a jugar a la ruleta rusa con este referéndum.
Pero, dicho esto y rascando un poco más, ¿qué ha habido de diferente en esta ocasión, en los comportamientos de los políticos y electores, en relación con otras elecciones? Los mismos pecados que han empañado la limpieza democrática de la decisión británica se repiten una y otra vez en las elecciones que se celebran en todas partes para elegir periódicamente diputados y gobiernos. En España desde luego. Lo que pasa es que como en este tipo de elecciones solo decidimos a quiénes elegimos para que nos representen en el Parlamento y, eventualmente, lleguen al Gobierno, no se nota tanto el coste que estamos asumiendo al actuar como actuamos.
¿Nos chirría que los políticos británicos hayan mentido en asuntos importantes para ganar votos? ¡Pero si a eso estamos ya acostumbrados! Con más o menos gracia, desenvoltura o persuasión, pero ninguno de los líderes de los partidos que han conseguido representación parlamentaria en las recientes elecciones en España ha dicho la verdad. Nos han mentido mucho pero, sobre todo, nos han inundado de medias verdades y nos han ocultado un montón de cosas. Y nosotros, con mayor o menor resignación, lo hemos aceptado.
Tomemos como ejemplo lo que nos han contado sobre impuestos y recortes. El PP, que incumplió gran parte de las promesas que hizo en las elecciones que ganó en 2012, sabiendo probablemente que eran incumplibles, se ha presentado a las dos elecciones que acabamos de tener prometiendo de nuevo que volverá a bajar los impuestos. Mientras la UE está debatiendo si nos ponen una multa de 2.000 millones de euros por incumplir reiteradamente los objetivos acordados para el déficit público, aquí, en España, los ingresos por recaudación tributaria están cayendo (un 2,8% hasta mayo, frente a la previsión del Gobierno de que iban a crecer un 6%) y el Gobierno sigue asegurándonos una y otra vez que no habrá nuevos recortes en el gasto público.
Por su parte, el PSOE, Podemos y Ciudadanos tampoco ven necesarios nuevos recortes en esta próxima legislatura. Los dos primeros porque, aunque han prometido medidas que aumentarán sustancialmente el gasto público, dicen que se financiarán con más impuestos. Y el tercero se apunta también, como el PP a la bajada de impuestos. ¿Acaso ninguno de ellos ve necesario contarnos qué harán si las cuentas no les cuadran o si Europa no acepta seguirles el juego? En Bruselas no paran de añadir nubarrones a nuestro horizonte y aquí nadie quiere hablar de la tarea oscura y desagradable que, con toda seguridad, tendrá que asumir el próximo Gobierno.
Al populismo también se le acusa de basar gran parte de su discurso en propuestas radicales y simplistas que, además de ser difícilmente aplicables, buscan aprovecharse del miedo y la fibra emocional de los votantes, culpabilizando de todos los males al sistema político y económico que nos rige, ya sea aludiendo al peligro de los inmigrantes o a las medidas de austeridad que impone Europa. En muchos casos, apuntan directamente, como en el caso del Reino Unido, contra la permanencia en la UE.
Dejando claro que, personalmente, no simpatizo para nada con los objetivos y forma de actuar de esos partidos, que me parecen un ejemplo de lo que no debería valer en una democracia y que, además, me considero un europeísta convencido, me surge la siguiente cuestión: supongamos que un partido llegase a la conclusión de que este país necesitase emprender un giro radical porque la marcha que lleva le conduce a una situación desastrosa, ¿qué podría hacer? Si fuera un partido serio y quisiera tener opciones reales de ganar unas elecciones sin engañar ni manipular a la gente, tendría que emplear todos los medios a su alcance para explicar hasta la saciedad cómo y por qué ha llegado a esa conclusión, y de qué modo cree que habría que llevar a cabo ese giro. ¿Tendría alguna posibilidad de conseguir que el grueso de la ciudadanía le entendiera? ¿Se lo facilitarían los medios de comunicación? ¿Entrarían el resto de los partidos a debatir en serio sobre sus datos y argumentos? ¿Y las grandes empresas? ¿Y el resto de los países de nuestro entorno?
Si las respuestas a todas estas preguntas fueran negativas, la siguiente pregunta nos llevaría entonces a preguntarnos por los límites de nuestra democracia. ¿Acaso solo es posible la democracia cuando las propuestas que se hacen no cuestionan el statu quo actual? Uno podría responder que, en tal caso y antes de aspirar a ganar unas elecciones, sería necesario emprender una larga etapa previa de explicaciones que fueran calando en la sociedad y convenciéndola de que ese cambio es necesario. Y eso es lógico. Pero, aun así, los poderes políticos, institucionales, económicos, mediáticos, sociales y todos aquellos que condicionan nuestra forma de pensar… y nuestros miedos, ¿permitirían que esas explicaciones fueran calando en la sociedad?
Si la respuesta vuelve a ser negativa, habría que concluir que…
• Existen partidos y políticos populistas porque este sistema no deja que surjan otros distintos, que puedan tener éxito en sus proyectos respetando escrupulosamente la democracia.
• Buena parte de la responsabilidad de que esos populismos existan la tienen todos esos poderes que, por proteger el modelo vigente, impiden que la ciudadanía cultive y desarrolle su propia cultura política, hasta alcanzar el nivel que le capacite de verdad para escuchar, evaluar y decidir sobre cualquier propuesta de cambio.
• Y otra parte importante de esa responsabilidad también la tenemos todos los que colaboramos, por acción u omisión, con la perpetuación de un modelo político que no admite cambios ni discrepancias importantes.
No observo que existan limites institucionales que obliguen a partidos políticos a formular sus mensajes de forma especifica.
Si observo que cuando el programa de un partido político tiene un contenido cuya formulación respeta la complejidad inherente a una iniciativa especifica, este contenido es generalmente desestimado por el electorado. Observo también que este tipo de formulaciones «difíciles», por llamarlas de alguna manera, se hacen de manera habitual por politicos de todo pelo. Dicho de otro modo, hay políticos que lo intentan. Quien falla es el electorado.
¿Deberían los politicos «educar» al electorado? Es posible, pero esta es una tarea que trae consigo sus propios problemas cuando está en manos de beneficiarios potenciales.
En última instancia, los resultados democráticos reflejan la opinión pública y ésta, tradicionalmente, ha sido mas o menos controlada por la prensa, una prensa que estos días esta en proceso de desintegración o, quizás, reinvención.
Es probable que la disponibilidad e intercambio de información que internet ha convertido en un fenómeno global aumenten la capacidad del electorado… una vez superada la neurosis que esta causando.
Hola Franc,
Planteas varias cuestiones interesantes y que darían para un amplio debate.
Empiezas preguntando si deberían los políticos «educar» al electorado. Yo les pediría algo más sencillo: que fueran honestos y dijeran la verdad en la mayor medida posible. Incluyendo, por supuesto, las partes desagradables e «impopulares». Eso les exigiría un esfuerzo didáctico, por supuesto. Y largas explicaciones en muchos casos.
Es cierto que los políticos que actuaran así se encontrarían con muchos menos ciudadanos escuchándoles. Pero podrían aprovechar, o incluso promover, entrevistas en los medios con un formato de tiempo y respeto, por parte de los entrevistadores, que se prestase a ese tipo de explicaciones. Habría muchas ocasiones en que no podrían hacerlo y tendrían que hacer como todos y expresar ideas simples, pero algunas ocasiones para hacerlo de la otra forma sí tendrían. Y eso se notaría.
De todos modos, ese esfuerzo pedagógico debería ser inherente a la democracia (sin trampas), porque la experiencia de gobernar e, incluso, de hacer oposición, no la tienen la mayoría de los ciudadanos. Y, si los políticos quieren crear unos mínimos lazos de comprensión (complicidad bien entendida) con los electores, no tienen más remedio que hacer ese esfuerzo.
Es cierto, como apuntas, que la opinión pública es construida en gran medida por la prensa y esta tiene también sus propios intereses. Pero afortunadamente ya hay suficiente variedad de medios, incluidos los de Internet, como para que el ciudadano dispuesto a dedicarle algún tiempo pueda leer u oír opiniones diversas y profundizar en el trasfondo de lo que está en juego.
La cuestión básica, creo yo, es de qué depende que haya cada vez más gente que decida dedicarle tiempo y esfuerzo para, no solo formarse una opinión, sino profundizar en ella, enriquecerla y, sobre todo, hacerlo con la menor carga de prejuicios e ideas preconcebidas como para estar en condiciones de cambiar de opinión a medida que vaya integrando más «variables» en su cabeza. Es decir, hasta qué punto la gente está dispuesta a ser «libre pensadores».
Un saludo y muchas gracias por tu comentario
Creo recordar que la expresión es «lo has clavado».
Sin duda, la formación personal es la cuestión básica. Iría incluso mas lejos y extendería la pregunta, paradójicamente, para incluir el conocimiento especializado que requieren temas específicos. Pero, quizas, sea todo una quimera. A fin de cuentas, una cirugía no puede decidirse a mano alzada en la plaza del ayuntamiento. La democracia nos fuerza a un sinsentido.
Gracias por responder a mi comentario y gracias por este lugar y estos artículos. Un saludo desde Japón.
Si es posible que haya aumentado la capacidad de información…internet…tecnologías, …pero, como ya se ha tratado en este blog en distintos comentarios, eso no supone, para nada, que el nivel de formación, de cultura política…ni en otros ámbitos…suba por ese mero hecho.
Es preciso una base previa, formativa o al menos, una fase previa con vocación pedagógica, de alentar esa formación necesaria en una sociedad que quiera, que debe, crecer.
La información, sin esos campos previos, se puede volver también un elemento más a propiciar la confusión, el desconcierto, y un gran caldo de cultivo para la demagogia y la manipulación, por lo tanto.
Creo que lo que una de las cuestiones importantes que se pueden deducir del artículo de Manolo, es que, posiblemente, si no surge, entiendo que con esfuerzo, ya que no hay una tradición reciente al respecto, una actitud decididamente activa y demandante de esa formación, de un conocer y recabar la madurez…requerirá valor, también entiendo…suficiente, como para asumir lo que se nos vaya descubriendo de verdad, no solo los cambios serán traumáticos, sino que, a lo mejor, estamos perdiendo oportunidades exquisitas para dar pasos en pos de nuevas posibilidades, que igual nos sorprendería a nosotros mismos, como personas y como sociedad.
¿Cómo hacerlo? ¿lo permitirían, cómo apunta también el artículo, los poderes, estamentos, foros, implicados en este modelo social?….Pues, es difícil de saber, creo, hasta qué punto se mantendría una resistencia, que seguro la hay…pero hay que plantearse que, de algún modo, este modelo económico y social de funcionamiento, también les afecta a ellos…y si da señales de agotamiento….seguro que ya lo saben.
Buena tarde ¿Entiendo Manuel que estas considerando como una posible solución a largo plazo la mejora en la formación politica de las nuevas generaciones para que sea posible que los analisis profundos que demuestren objetivamente la realidad sean entendidos mayoritariamente?, ¿lo entiendo bien?.gracias
Sí, lo has entendido bien, Duende.
Para mejorar la calidad de nuestra actual democracia e irnos aproximando a una más auténtica no cabe duda de que es imprescindible que, tanto las nuevas generaciones como las menos nuevas, aumenten sustancialmente su nivel de formación política.
Naturalmente, esa labor será más eficaz si además contribuyeran a ello los políticos y los medios de comunicación. Pero, aún sin su ayuda, y solo con la voluntad de los ciudadanos, se podría progresar mucho.
De todos modos, sería una condición necesaria pero no suficiente. Porque también habría que convertir esa mayor formación en acciones que influyeran en la actividad política. Eso que tantas veces hemos comentado en este blog de activar la sociedad civil.
Gracias por tu comentario. Un saludo
De acuerdo con el autor y comentarios acerca de la necesidad de que los ciudadanos estemos más involucrados y por tanto tengamos algo más de conocimiento sobre lo referente al dominio público y al ejercicio del poder.
Este tema es inagotable comenzando por el hecho de que existen al menos 650 definiciones de la palabra Democracia y siguiendo con la Sacralización mítica del término.
Hasta tal punto que ya da un cierto hastío escuchar la letanía y pavor contrastar el mito con la realidad.
Hoy va emergiendo la evidencia de que los Regímenes Constitucionales de las llamadas Democracias Representativas están llegando al final de su ciclo histórico. Lo que las sustituya no se sabe pero esta bastante claro que la sociedad civil cada vez pinta menos y va a peor.
Por varios motivos entre ellos su clara función de estructuras de Captura de muchos por muy pocos (Ferrajoli, Vega, Habermas, Todd, y otros) pero también porque ya llevan décadas de rendimientos decrecientes e incluso negativos.
Esto último es un golpe mortal porque estos regímenes funcionan ante horizontes de prosperidad y fenecen ante la evidencia de sus rendimientos decrecientes que hoy ya son negativos en muchos casos.
Por resumir:
1. Los populismos son formas de manipulación emocional y emergen de modo natural en las democracias representativas.
Da igual que sean europeas o no. Los estudiosos europeos recurren a Iberoamérica como campo de cultivo natural de populismos pero no tienen que ir tan lejos porque, por ejemplo, los boyantes nacionalismos europeos son un claro ejemplo de manipulación política emocional y los hemos inventado nosotros.
2. No debemos pensar que el Brexit ha sido un ejercicio poco pensado.
Sin duda se han usado argumentos emocionales por ambas partes pero cada vez es más evidente que las élites rectoras de UK han tomado una decisión muy pensada con datos y horizontes de los que la ciudadanía europea no dispone.
3. Involucrarse desde la ciudadanía exige alguna forma, por pequeña que sea, de estudio e interacción estructurada y periódica con otras personas. Un buen blog como este es una forma. Complementarlo con reuniones y coloquios otra, etc.
Es perfectamente posible y poco a poco, –fuera de las estructuras políticas formales (partidos, etc.)– se comienza a organizar esta necesitad sentida por gran parte de la sociedad.
Saludos
PD. Un par de vídeos más verídicos de lo que a simple vista pudiera parecer.
https://www.youtube.com/watch?v=k8vVEbCquMw
Hola Manu,
Cuando una porción nada desdeñable del Partido Conservador y de la prensa llevan años promoviendo la salida del Reino Unido de la UE significa necesariamente que al menos una parte de la élite ha debido llegar a esa conclusión después de analizarlo y ponderarlo mucho. Por lo que yo he podido ver en mi vida profesional, los británicos son de los europeos que hilan más fino cuando se ponen a definir sus estrategias a largo plazo.
Otra cosa es que los millones de británicos que han decidido este referéndum no lo han hecho movidos por esas reflexiones, sino por su particular y chata visión del asunto. Lo que no sabremos es si ha habido alguna forma de que esas minorías hayan «arrastrado» a la gran masa de votantes. Además, por supuesto, de la constante «lluvia fina» de opinión anti UE que se ha venido ejerciendo desde hace décadas.
La otra cuestión que señalas ya nos toca más cerca. Dices: «Involucrarse desde la ciudadanía exige alguna forma, por pequeña que sea, de estudio e interacción estructurada y periódica con otras personas».
Totalmente de acuerdo. Pero probablemente a esa fase habrán llegado un montón de grupos y supongo que, tras unas cuantas (o muchas) reuniones, se habrán acabado preguntando por el siguiente paso. Y el siguiente, y el siguiente.
En nuestra cultura, tan marcadamente productivista, es difícil reunir a mucha gente que esté dispuesta a dedicar horas trabajando en un proyecto de forma desinteresada, si no tiene un objetivo Claro, Útil, Creíble y Alcanzable en un plazo de tiempo razonable («que veamos sus frutos»). En mi opinión esta necesidad «psicológica» es el principal punto débil que tiene la sociedad civil para organizarse.
Necesitamos aprender a trabajar en proyectos realmente ambiciosos, donde solo es posible tener claras las primeras etapas (porque las siguiente habrá que irlas definiendo sobre la marcha) y en los que quizás no veamos nosotros sus resultados. Sin estos mimbres es muy difícil que la sociedad civil pueda organizarse en torno a algo que merezca la pena.
Y muchas gracias por tus palabras de aliento a este blog, Manu.
Sabemos que el referéndum es una convocatoria a un grupo o sociedad para dilucidar sobre cuestiones, por lo general complejas y, ante la que solo cabe una respuesta de primitiva simpleza (si/no). No evidencia el pluralismo, la libertad de disenso de una comunidad compleja, sino, más bien, lo contrario: su inmadurez política y el grado de ignorancia o de miedo que la condiciona. Creo que tiene mucho de rito cultural para apoyar la autoafirmación del poder de la élite política dirigente.
Lo utilizaron Hitler o Franco para asegurarse la complicidad de la ciudadanía mediatizada por el miedo o la machacona propaganda.
Es cierto que el referéndum también se utiliza para validar determinadas propuestas de los dirigentes estatales (ej.: Constitución española) u otros dirigentes políticos (Quebec, Escocia, …), pero como instrumentos de decisión colectiva creo que deben ser utilizados con suma inteligencia y, claridad y limpieza de intenciones. En más de las ocasiones algunos políticos las utilizan para dar apariencia de máxima democracia posible, ante sus ineficacias e irresponsabilidades, al ser incapaces de tomar y asumir las decisiones que lleva consigo el hecho de, haber sido elegidos gobernantes de una sociedad.
Los populismos son bastante afines a esto que se llama “democracia directa”; pero que, de democracia, no tienen absolutamente nada. Por el sencillo motivo de que son cosas bien diferentes y hasta heterogéneas; la democracia es una técnica para la elección de los representantes de una comunidad (los que deberán tomar las decisiones colectivas) y, los referendos, una toma de decisión colectiva, en sí misma.
Frente a estos populismos basados solo en ofrecer aquello que a muchos les gustaría, pero sin valorar y con relativa verdad, las consecuencias de esas ofertas, los partidos con vocación realmente democrática deberían tratar de, buscar y profundizar en lo que es realmente la democracia y, que el propio sistema impregne de mayor veracidad y consistencia todos sus ámbitos.
Del análisis de la reflexión sobre este artículo, que creo nos plantea cuestiones esenciales sobre las estructuras políticas utilizadas en el momento actual por los diferentes paises, se me ocurre:
Que como tu das a entender Manuel, el referendum, no solo ahora sino historicamente, da soluciones de cantidad, pero no de calidad a los problemas.
Probablemente por esa razon, los políticos se inclinan cada vez mas por este metodo que vincula pero no compromete,
Realmente la formula basicamente es, que numero de ciudadanos estan de acuerdo con lo que nosotros exponemos? por ej. (salir o no de la UE), sin analizar si esa exposición, es o no una barbaridad, pues para eso habria que formar al individuo y quiza preguntarle, (conoce las ventajas y desventajas reales de pertenecer a la UE?, conoce vd, cual serían las consecuencias de salir?, etc).
Por tanto otra cosa sería si en ese referendum, se nos pidiera un analisis profundo del tema en cuestion, ademas de la vinculación con nuestro voto tendríamos que comprometernos a estudiar el asunto en profundidad.
Es evidente que a los medios de comunicación, tampoco les interesa enseñar y profundizar verdaderamente sobre los temas a debate, sino simplemente dar un barniz (información), sobre la cuestion a debatir en ese momento: tambien como a los políticos les interesa mas el número de la audiencia que la calidad de la misma, pues una audiencia de calidad, como tu insinuas, plantearía alternativas a lo que se está exponiendo, y politicos diferentes que pudieran desarrollarlas.
Por tanto entiendo que los referendums, van a ser utilizados cada vez en mayor medida, que los gobiernos son tendentes cada vez mas al populismo, y que lo que tendriamos que cuestionarnos son nuestros actuales medios de comunicacion, y la utilización irresponsable del referendum o referendo, para algun dia, llegar a esa democracia efectiva que tu propones
La democracia sin el denominado ‘pueblo’ no sería factible (un hecho)…
Otra cosa es si el pueblo ‘piensa’ o no: Qué hace con su vida (p.e.), qué vota etc..
Entre Niza- golpe militar fallido turco: con qué nos quedamos!…por comprender algo si se pudiera: se está (estamos) en una guerra que nadie eligió, «nos mintieron y metieron» en ella, así que es lícito creer que «todo va en relación» a eso..a esa guerra que se está extendiendo cosa «grave» muy grave…
Nos deberían haber consultado?- Sí!!!
Aunque la sociedad al completo salió a decir un NO rotundo…
Les compete a los «gobernantes» o «representantes» encauzar todo esto…
la sociedad civil, con refrendos o sin ellos..es quien «paga» siempre, o con su trabajo o con ‘sangre’, y..con «populismo» o sin él, las sociedades saben que quieren: un No rotundo al «miedo» y una mirada al frente puesta en el «futuro», digan lo que nos digan, cuenten lo que nos cuenten!-….