El 6 de octubre de 1934, a las ocho de la tarde, el Honorable Presidente de la Generalitat, el Sr. Compayns, proclamó el Estado Catalán. Redactó el oficio a Batet, General de la IV División sita en Cataluña, para que se pusiese a sus órdenes y habló con el jefe de los Mossos d’Esquadra para que dispusiese la defensa del edificio. Los hechos posteriores son de sobra conocidos: Lerroux firmó el estado de guerra, el General Batet mantuvo su lealtad a la República y 10 horas después, tras duros tiroteos, sobre las seis de la mañana del 7 de octubre el Presidente de la Generalitat llamó al General Batet para entregarse «como único responsable de aquellos acontecimientos». Curiosamente el General Batet fue fusilado por los nacionales el 18 de febrero de 1937, por mantener nuevamente su lealtad a la República.
Cuarenta años antes de estos sucesos no había apenas nacionalistas en Cataluña y el cofundador y líder de la Liga Regionalista, Francesc Cambó, afirmaba que se sentían «en la calle como extranjeros, como si no nos hallásemos en nuestra casa, porque no había ninguno que compartiese nuestras aspiraciones. Y nosotros las hemos infiltrado en todas las clases sociales de Cataluña».
El 27 de diciembre de 1978, cuando se aprueba la actual Constitución, el número de independentistas en Cataluña era absolutamente simbólico. De hecho, la burguesía catalana temía más al centralismo barcelonés que al madrileño. En 1999 los separatistas no llegaban al 6% de la población. En 2014 son prácticamente el 50%. Por este camino el porcentaje seguirá creciendo.
¿Qué significa en todo este proceso el 9 de noviembre de 2014? Para quien esté despistado, esta es la fecha en la que la Generalitat catalana se propone celebrar una consulta soberanista. Como en todo hay aquí varias dimensiones: jurídica, política, social…
En la jurídica es fácilmente predecible lo que ocurrirá. El Gobierno español lleva tiempo negándose a la consulta, porque no cabe en la Constitución. Despejadas todas las incógnitas sobre cómo se va a intentar hacer la consulta, ya están todas las cartas sobre la mesa.
La Generalitat primero lo intentó aprobando en 2010 una Ley de Referéndum, en la que se preveía la convocatoria autonómica del referéndum pero, como impone la Constitución, era necesario, antes de su celebración, la autorización del Gobierno de la Nación. El Gobierno recurrió la Ley ante el Tribunal Constitucional y, además, dijo que no autorizaría este tipo de referéndum. Seguimos esperando la Sentencia del Tribunal Constitucional en un asunto que convendría que resolviera con rapidez.
Cerrada esta puerta, la Generalitat empezó a tramitar sin prisas una Ley de Consultas, que se aprobó el viernes 19 de septiembre (un día después de la consulta escocesa ¿casualidad?). Cambiando el nombre de «referéndum» a «consultas» pretenden evitarse la exigencia constitucional de pedir permiso al Gobierno de la Nación. La trampa es demasiado burda y, en cuanto se publique la nueva Ley, el Presidente del Gobierno la recurrirá ante el Tribunal Constitucional pidiéndole que la suspenda mientras decide. La convocatoria de la consulta por parte de la Generalitat tendrá que producirse 30 días antes de la fecha de la consulta y también será impugnada por el Gobierno ante el TC y suspendida por este.
En este contexto, el líder de ERC, Oriol Junqueras, declara en una entrevista reciente: «haremos la consulta bajo el marco legal del Estado naciente. Ha llegado la hora de saltarse las leyes españolas. Ha llegado la hora de prescindir de la legitimidad española para crear la nuestra propia. Ha llegado la hora de saltarse el marco legal anterior para crear el siguiente …». Esto lo dice quien en un futuro próximo, según las encuestas, será Presidente de la Generalitat.
Interpuesto el recurso contra la Ley de Consultas e impugnada ante el TC la consulta, ambas quedarán automáticamente en suspenso, por lo que la consulta no se puede celebrar legalmente. Si, a pesar de todo, la Generalitat pretendiera llevarla a cabo, incurriría en una grave infracción de sus obligaciones y el Gobierno podría impedirlo a través del mecanismo extraordinario del artículo 155 de la Constitución. Este artículo, del que tanto se habla y tan poco se sabe, dado que nunca antes se ha aplicado, está previsto para el caso de que una Comunidad incumpla gravemente sus obligaciones o atente al interés general. En tal caso el Gobierno, previo requerimiento a la Comunidad y con autorización de la mayoría absoluta del Senado, puede adoptar las medidas necesarias para asegurar el cumplimiento de las obligaciones autonómicas o del interés general. Frente a lo que se afirma, este artículo no permite ni mandar el ejército a Cataluña, ni disolver o suspender la autonomía. Sí permite sustituir temporalmente a los cargos autonómicos en el ejercicio de sus funciones por órganos estatales o adoptar medidas económicas o financieras frente a la Comunidad incumplidora, como sería la suspensión de transferencias estatales. Por tanto, si ignorando la suspensión de la consulta acordada por el TC, esta se sigue manteniendo, el Gobierno a través del mecanismo del artículo 155 CE podría dar instrucciones a la policía autonómica para la retirada de las urnas. El incumplimiento de estas instrucciones sería constitutivo de delito y podría dar lugar a la pérdida de la condición de funcionario de los responsables.
¿Impedir la consulta soluciona el problema? Obviamente no.
Pero lo primero que hay que decir es que están equivocados quienes piensan que una reforma constitucional de corte federalista va solucionar algo. Sobre este tema expuse mi opinión en el artículo que os enlazo. Os recuerdo las palabras de Cambó: «quiero más una Cataluña sin ninguna libertad, hablando en catalán y sintiendo en catalán, que eso les dará la libertad, que una Cataluña con los mayores atributos de soberanía política, pero teniendo amortecida su conciencia nacional». El objetivo de los nacionalistas siempre ha sido el mismo y cuanto más poder se les otorgue más herramientas se ponen en sus manos para conseguirlo. Mayores competencias serían utilizadas para ahondar en la separación. Y esto me permite entrar en la causa principal de que estemos como estamos.
Es fácil entender lo que ha permitido que en 35 años pasemos de que no existan prácticamente independentistas en Cataluña a que hoy sean casi mayoría. Lo mismo que hizo que después de 40 años de infiltración nacionalista, en 1934 miles de personas estuvieran dispuestas a tomar las armas contra España. En el artículo ‘nacionalismos‘ lo expliqué: El símbolo y principal herramienta del poder del Estado ha pasado de ser la guillotina a ser la educación universal. Actualmente es tan importante el monopolio de la legítima educación como el de la legítima violencia. Podríamos afirmar que si el monopolio de la violencia es el atributo principal del Estado, el monopolio de la educación lo es de la nación. Ninguna nación, tal y como hoy la entendemos, podría subsistir sin esa universalización de una educación homogénea y estandarizada (Gellner).
Esto lo han sabido siempre los nacionalistas y han hecho de la educación su parcela intocable. Ahora nos sorprendemos de que el Gobierno vasco suprima toda referencia a la Constitución española en la asignatura «valores sociales y cívicos». Es hora de despertar del sueño. 30 años de adocenamiento escolar y universitario son como una apisonadora: imparables. Uno de los graves errores de nuestros constituyentes fue atribuir a las Comunidades Autónomas amplias competencias en materia de educación. Inciso: es exactamente igual de democrático que la educación sea competencia estatal, autonómica o local. Más allá de las tensiones políticas que pueda producir, atribuir al Estado la competencia sobre la educación es tan fácil como modificar un apartado de un artículo de la Constitución. ¿A qué esperamos? Recordemos que en pocos meses, con acuerdo de los dos grandes partidos, hace bien poco se cambió el artículo 135 de la Constitución.
Por supuesto no creo que la cuestión se solucione sustituyendo el adoctrinamiento de las autonomías por un adoctrinamiento estatal en un patriotismo español. Esto sería otra forma de manipular mentes y crear gregarios. Más productivo sería cobrar consciencia de que la era industrial que creó el caldo de cultivo de los nacionalismos se ha acabado. De que ahora resultan inútiles los adocenados que solo saben hacer un trabajo repetitivo y que lo que vale es la diferencia, la capacidad de inventar e innovar. Este cambio supondría establecer las bases de un sistema educativo anti-nacionalista, de individuos pensantes y no de manadas teledirigidas. También convendría que no solo se enseñaran los Reyes Católicos sino también los hechos ocurridos en otras partes y que han contribuido a configurar el Mundo en que vivimos. O que no se enseñara la Reconquista solo desde la perspectiva de los vencedores, sino también desde otras ópticas. Este sí sería un verdadero reto. Esta sí sería una receta contra los todos los nacionalismos.
Siempre he pensado que detras del sentimiento nacionalista se esconde un interes economico que es la causa real y poderosa para solicitar la autodeterminacion de una region. «Viviremos mejor sin estar obligados a realizar transferencias al resto de autonomias», en definitiva el sentimiento es que se pueden llegar a organizar mejor como miniestado que tratando de influir en la vida politica nacional.
Ademas cuentan con los antecedentes de Pais Vasco y Navarra, ambos gestionando los impuestos autonomicamente y pagando al estado por lo que reciben, es decir cero solidaridad con el resto de las comunidades. De incorporarse Cataluña a este esquema, posiblemente el conjunto del estado seria poco sostenible
Correcta diferenciación entre Estado y nación, algo, por otra parte no diferencia el panfleto del régimen del 78 salvo el absurdo de “la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”, un pequeño matiz.
El patriotismo, como el orgullo intelectual, no se enseñan ni adoctrina. Al contrario, la consciencia de “la propia insuficiencia” del individuo, la “máquina racional” decide que un grupo idiosincrásico (llámese cómo se llame) es un complemento necesario. El mismo sentimiento de “verdad” (mística) impulsa, por ejemplo, a individuos a rechazar las opiniones de otros cuando encuentran las suyas fundadas, es el orgullo.
Recordemos las naciones/pueblos más patrióticos de la historia siempre han sido las más democráticas*. Creo recordar, según Estrabón, Sócrates salvó el pellejo a Jenofonte en plena guerra. Es precisamente Sócrates quien muestra diáfanas las dos características, su férreo patriotismo y su orgullo por ser amigo de la verdad (ver discurso final antes de la ejecución con cicuta), es decir filósofo.
Sin embargo, es cierto, con lo monstruosos que son hoy los Estados y la imperceptible conexión entre personas (nación), más allá de la percibida entre personas y Estado**. El patriotismo tiene su complicación, pues uno podría pensar el Estado (órgano ejecutivo del país/nación) es una asociación de malhechores, viendo la explosión de la deuda pública por privatización de pufos privados. Si bien, en Norteamérica podemos observar algo.
Pablo Iglesias aunque rodeado de cierta demagogia/populismo pone de manifiesto. Ser patriota no es robar a aquellos que comparten marco legal, ni un 3%, ni un 5% ni 300.000 millones para la banca, ayudas al IBEX, sobre-costos del 200, 500 o 600% en la obra pública, sueldos inflados para los funcionarios, y una larga lista que mi memoria no puede retener por obvias limitaciones de espacio.
España no es una democracia, no es de extrañar pues, las ideas sean reemplazadas por los territorios. El ejemplo de los primeros españoles (catalanes) es solamente una muestra.
*: consultar por ejemplo guerra Maratón.
**: Hoy tenemos una suculenta frase de la vicepresidenta donde dice por el nuevo ministro “conoce bien esta casa”. Es decir, atribuye al Estado un “oikos” (casa), es decir algo privado; su cortijo. El “polites” no está ni se lo espera,…
Señor «colapso» sorprendida estoy de mi misma ( gustándome eso) de entender perfectamente esas palabras suyas telegráficas pero sustanciosas. He visualizado esa imagen maravillosa de Sócrates mientras que la cicuta le hacía efecto que habré visto alguna vez en cine o en teatro.
Y es que yo le iba a decir al señor Salama que sí, que a qué esperamos para eso de las «competencias» pero que si le parece, la sede del Ministerio de Educación la podríamos poner pasando el Tajo o en el valle del Jerte y la capital de España podría , porqué no? ser rotativa. De hecho ciudades hay «capitales europeas» de ésto y aquello, ya sabe, al antojo de los BAUs…( risas) pues en la próxima legislatura, propongo a Badajó, capital de España y a Pablo Guerrero y Miguel de Tena al alimón, ministros de cultura.
(Con el mayor de mis respetos a estas dos personalidades y a su Arte)
Buenos días, a mi me gustaría acudir a la mas elemental e histórica razón de porque el alma política del catalanismo busca la independencia, en mi opinión, en la construcción de un nuevo paraíso fiscal, de un nuevo reducto que imite a Suiza o Andorra en la gran Europa, creo que no hay mas motivos reales que la riqueza, el dinero.
Abrazos.
Coincido en que la clave del resurgimiento del nacionalismo y su exacerbación está en el modelo educativo que se ha instaurado en Cataluña desde hace 30 años.
Es interesante comparar nuestro modelo con el estadounidense en el que las atribuciones educativas son federales