El pasado mes de febrero se estrenó el documental “Fake famous” (disponible en HBO) en el que el periodista Nick Bilton hizo un experimento con el que pretendía averiguar si es posible convertir a una persona cualquiera en famosa, en un influente de las redes sociales (uso aquí el término influente, que es el que recomienda Fundéu para el anglosajón “influencer”).
Para ello seleccionó a tres personas no conocidas por el gran público y con pocos seguidores en redes sociales. Puso entonces en marcha toda una serie de medios para crear una imagen impostada de ellas, echando mano de estilistas de imagen y fotos falsas simulando lugares idílicos (es famosa la foto de dentro del avión poniendo una foto aérea de fondo y simulando la ventanilla con una taza de váter).
A las fotos trucadas en sitios glamurosos siguieron la compra de seguidores (“followers”) en las redes y de comentarios y “me gusta” falsos generados por granjas de bots. Solo hay que poner en un buscador “compra de followers” para que salgan un montón de compañías dispuestas a venderte seguidores imaginarios, pero que cuentan como los reales. Con 100 euros se pueden comprar 7500 seguidores, o sea que todo es cuestión del dinero que inviertas.
Algunos estudios indican que en el caso de influentes como las hermanas Kardashian, Ellen DeGeneres (presentadora famosa en EE.UU.) y cantantes como Taylor Swift y Ariana Grande más de 40% de sus seguidores son falsos.
De los tres desconocidos que empezaron el experimento, la que continuó hasta el final fue Dominique Druckman quien, a las pocas semanas vio como pasó de ser una dependienta con aspiraciones de actriz a una influente con decenas de miles de seguidores (actualmente tiene 361.000 seguidores en Instagram).
El objetivo perseguido (y conseguido) era que, lo que era una ficción, un montaje simulado, se convirtiera en realidad con el tiempo. El boca a boca funciona y, cuando se ve que una persona tiene tantísimos seguidores, se tiende a pensar que por algo será y se le sigue, aumentando por tanto los seguidores reales.
Por otro lado las firmas comerciales empiezan a interesarse por esa persona y verla como rentable para anunciar sus productos. Primero les dan muestras de regalo a cambio de que hagan algún comentarios de ellas en las redes (estamos hablando de productos de belleza, de ropa o de viajes pagados en hoteles de lujo). Más adelante se pasa a pagarles directamente dinero por recomendar productos o servicios. En el caso de Dominique empezó a conseguir además papeles de actriz para los que antes ni siquiera la consideraban.
En una encuesta realizada en 2019 por Morning Consult se deducía que un 72% de los jóvenes americanos siguen a algún influente de las redes sociales y que un 50% se fía de las recomendaciones que éstos les hacen (frente a un 38% si esta recomendación está hecha por una celebridad del deporte, de la canción o de cualquier otro tipo). Por otro lado el 86% de los jóvenes encuestados declaraban tener como aspiración ser influente.
Todo esto nos da una idea clara de la importancia de este mundo, especialmente para las nuevas generaciones. Es un fenómeno que no debemos minusvalorar.
En el experimento del documental, Dominique se da cuenta que ser influente y mantenerse como tal es un trabajo duro, es una profesión. Hay que estar continuamente creando contenido y “estar estupenda”, mantener la imagen, no te puedes relajar. El conseguir la aprobación de tus seguidores mediante “likes” y comentarios positivos se convierte en una obsesión; el no conseguirlos supone un golpe duro para tu ego, que puede llegar a provocarte depresión, por lo que harás todo lo posible porque se produzcan.
No todo el mundo lo aguanta. Así le sucedió a uno de los participantes en el experimento, que abandonó por no poder soportar las despiadadas críticas de un “troll” en las redes.
El tercero de los participantes en el documental abandonó por algo que, en el fondo les pasaba a los tres: porque se sentían incómodos dando una imagen de sí mismos que no se correspondía con su realidad. Algo parecido le pasó a la madrileña Berta Bernad que cerró su perfil de Instagram con más de 90.000 seguidores después de tener la sensación de que vivía para los “me gusta”, de tener que estar viviendo una ficción a costa de tu vida real.
Esto responde a algo más profundo del ser humano y es si hay coherencia entre tus actos y tus creencias y pensamientos. Cuando no la hay esto se transmite de alguna manera y nos llega a los demás, siendo además dañino para el propio interesado.
No es el mundo de los influentes el único en el que se han creado artificialmente famosos.
Es muy conocido el caso de las Spice Girls, grupo formado en 1994 a partir de un anuncio en la prensa puesto por los managers Chris y Bob Herbert buscando perfiles de personas desconocidas pero con dotes para la música y la danza. Después de formarlas adecuadamente, trabajar en su imagen y en las canciones, el grupo se convirtió en un éxito mundial desde su aparición oficial. Más extremo es el caso de los grupos como Spinal Tap y otros que nunca existieron pero que se hicieron igualmente famosos.
En el caso de los políticos cabe preguntarse qué parte de lo que nos muestran y de su imagen es auténtica y qué parte es artificial.
Hoy en día todo político que se precie acude a asesores de imagen para que le orienten sobre cómo debe vestir, cómo debe moverse, a qué actos debe ir, qué redes sociales emplear, qué decir en estas redes y en los medios de comunicación en general, etc. No tengo nada en contra de ello siempre y cuando se transmita verdad.
Pero, ¿Cuánto de verdad hay en lo que nos transmiten y cuánto de mensajes adaptados a lo que la gente quiere oír?
En los partidos hoy en día tienen un gran peso las encuestas de opinión, hasta el punto de que condicionan en gran medida la orientación de las políticas que defienden. La sensación que da muchas veces es que las ideologías han muerto y que el único objetivo es ganar las elecciones, por encima de todo lo demás.
¿Hay políticos totalmente “construidos” por las maquinarias de los partidos a semejanza de lo mostrado en el documental que hemos comentado al principio? Algunas películas han tratado en la ficción el tema, pero es poco factible en mi opinión. Principalmente porque los partidos opositores aprovecharían fácilmente cualquier desliz del personaje para atacarlo, siendo más rentable conseguir a alguien que se crea más o menos todo lo que dice ya que se podrá defender más fácilmente.
Sabemos de muchos casos de personajes políticos que han cambiado de partido e incluso de ideología a lo largo del tiempo. ¿Es una natural y legítima evolución de sus ideas o es simplemente una acomodación a lo que interesaba en cada momento para seguir estando en el poder? Se han documentado bastantes casos de corrupción en los que los interesados no parecen haber tenido ningún cargo de conciencia por esa incoherencia entre la realidad y el personaje que representaban. ¿O es que en realidad ése era su personaje real y por ello no les suponía ningún problema?
Los partidos tienen que buscar su espacio electoral que, además de ser atractivo para sus votantes, debe estar diferenciado del resto de opciones políticas. La relación con la ideología original tiende a ser cada vez más flexible. Podríamos decir que el ideario de los partidos está “inspirado” por la ideología original pero se va adaptando según la sociedad evoluciona y según las encuestas de opinión van dictando la dirección a tomar.
Los políticos se tienen que encuadrar en los criterios establecidos por los partidos si quieren estar en ellos, especialmente en un sistema de listas cerradas como el español; de hecho cuando alguien se sale de la línea oficial se le califica de “verso suelto”.
Lo único que les pediría es que transmitan de verdad lo que sientan y lo que crean. Ya los electores nos ocuparemos de votar lo que pensamos que es más adecuado para el país.
Buenas tardes don Francisco
No tengo la «dicha» de estar suscrito a HBO, veré como hago para poder pillarme el documental. No obstante el tema está muy bien traído.
La cuestión de fondo es que si un «amateur» con un presupuesto y recursos «finitos» cómo Nick Bilton llegó a lo que llegó, que es lo que podrán hacer instituciones con un enorme know how, muchos años de experiencia, y presupuesto cuasi infinito. Si nos ponemos conspiranoicos llamémosles Tavistock, y si nos ponemos formales Fundación Ford, Rockefeller, CFR, etc..
Conviene recordar cómo se fraguaron los liderazgos de nuestra transición, con un Felipe González salido de un «casting» hecho al alimón entre la CIA y los servicios secretos de Carrero. Y de cómo desde el otro lado se contra atacó con un Suárez.. Ambos devenidos de la nada y de repente al frente del candelabro de manera «milagrosa».
O conviene también recordar, mas próximamente, como Don Nadies cómo Pablo Iglesias se hacen una superstar, o a nuestro actual Presidente, después de que lo pillen con el carrito del helado intentando pucherizar unas urnas en elección de Presidente del PSOE sale lo suficientemente vivo del evento cómo para meses después poder llegar a la jefatura del partido.
Obviamente está claro que dichos personajes tienen un cierto «talento» personal para caer siempre de pie. Pero que sin la ayuda prefabricada desde afuera me temo que lo habrían tenido mucho mas complicado.
También está claro como cuando un outsider se cuela en las bambalinas y se niega a seguir un guión preconcebido, caso Trump, la orden es acabar con él. No porque el outsider represente un peligro per se, si no porque pone en evidencia que en determinadas situaciones toda esa tramoya es inútil.
De una u otra manera los que estaban en eso que describió el Times hace poco bien podrían haberle dicho a Trump: » no es algo personal, son sólo negocios».
Una de las cosas mas importantes que nos cuenta en su columna es lo que les cuesta a los que llegan arriba mantenerse. Supongo que «eso» será mucho menos complicado si se tiene una enorme maquinaria ad hoc para ello. Financiada con nuestros impuestos, y o con deuda, … desde luego no por el propio gachó o gachís. Y supongo también que si durante el proceso de selección y criba en el casting se pone a los que menos problemas morales tengan a la hora de mantener una disonancia entre lo que venden y lo que ellos creen que son; pues perfecto.
Incluso en el caso de las empresas privadas ocurre algo parecido.
Y supongo que ello se buscará a ex profeso. Para que suponga una barrera de entrada mas que impida que paracaidistas que por casualidad lleguen a ciertos sitios puedan permanecer allí mucho tiempo sin abrasarse.
Un cordial saludo
Estamos en un mundo lleno de artificios donde la propaganda impera y, lógicamente, nos afecta también a las personas. Las imposturas de todo tipo están a la orden del día y mucho más en la supuesta relevancia social de determinados personajes.
En todo ello tienen una especial importancia los medios de comunicación y, sobre todos ellos, la televisión convertida en un artefacto de entretenimiento doctrinario y de maquillaje cosmético al servicio de quienes engrasen sus programas.
Una estupenda película «Bienvenido Mr. Chance» protagonizada por Peter Sellers, ponía el dedo en la llaga en cuanto a la forma cómo se puede «elegir» a un presidente en EE.UU. Lo hemos visto en las recientes elecciones americanas, pero también podemos ver cómo se fabrican falsos líderes, con títulos igualmente falsos y con el blanqueo que sea necesario en muchos otros países. Se consumen «famosos» o «líderes» en función de la publicidad que reciben.
Y no, no es la sociedad, ni son los partidos o las instituciones quienes determinan a esos «dirigentes». Es más, la sensación que tenemos es que todo lo decide la comunicación y la más eficiente en mentiras y falacias, suele ser la televisión. Neil Postman decía: «ya no es la televisión dentro del mundo, sino el mundo dentro de la televisión». Quienes manejan de verdad sus hilos son conscientes de su poder y muy hábiles en fabricar falsos personajes a su conveniencia.
Un saludo.