En la reciente reunión del G7 en Londres se llegó, entre otros, a un acuerdo entre los países más ricos del mundo para imponer un impuesto mínimo del 15% a todas las empresas y evitar así la elusión fiscal, especialmente de las multinacionales tecnológicas.
En los últimos decenios se ha producido una carrera a la baja en los impuestos a aplicar a las corporaciones entre los distintos países, dando lugar a una disminución muy significativa de los recaudados por la mayoría de los Estados. En el periodo 2000-2020 el tipo medio de sociedades pasó del 32,2% al 23,2% (en 1980 estaba en el 40%).
Según estimaciones de Tax Justice Network, los diferentes países dejan de ingresar 206.000 millones de euros anualmente por la desviación de beneficios de las empresas a países con reducida o nula tributación. En el caso de España, si se acordara una tributación mínima del 20%, ingresaría 4.300 millones más al año, que equivale a la cuarta parte de lo que recauda actualmente en impuestos a beneficios de corporaciones.
Los países con estas ventajas fiscales suelen ser países pequeños y defienden su política impositiva argumentando que no disponen de grandes recursos naturales y que ésta es su manera de competir en un mercado global.
Sin embargo, la mayoría de los países ha visto que la ingeniería financiera aplicada por las multinacionales ha supuesto detraer gran cantidad de ingresos a sus arcas, cosa especialmente sensible en un momento de crisis económica como el actual.
La OCDE lleva años intentando llegar a un acuerdo en este tema, pero ha tenido la resistencia de los países beneficiados por este sistema fiscal y la falta de apoyo de la anterior administración norteamericana que, al ser las multinacionales tecnológicas estadounidenses unas de las más afectadas por este tipo de medidas, lo consideraba un ataque a sus empresas.
Ha sido el impulso de la administración Biden la que ha propiciado el acuerdo en el G7. El presidente americano no ha promovido este acuerdo por un acto de simple generosidad, sino porque ha calculado que para su país este cambio supondría unos ingresos fiscales adicionales que superarían los 65.000 millones de dólares al año.
Entre los países con baja tributación tenemos los denominados tradicionalmente paraísos fiscales como son Islas Caimán, Bermudas e Islas Vírgenes (ver el Índice de Guaridas Fiscales Corporativas 2021), pero tenemos países más cercanos con prácticas que la Unión Europea califica eufemísticamente como “Estados miembros que permiten una planificación fiscal agresiva de las multinacionales”. Entre ellos están Luxemburgo, Irlanda, Malta, Chipre y Países Bajos.
¿Cómo hacen las empresas para detraer impuestos?
Hay varios mecanismos para ello: Uno de ellos es emitiendo las facturas directamente desde los países con baja fiscalidad.
Otro, más sofisticado, es el de facturar desde el país en que operan, pero disminuyendo los beneficios de la filial. Para ello se imputan desde la central (ubicada generalmente en un país de baja tributación) a dicha filial elevados cargos en concepto de servicios corporativos, derechos de propiedad intelectual, etc. De esta manera se transfieren los beneficios (y por tanto la tributación) de las filiales en los países en que se desarrolla la actividad a otros países donde pagan muchos menos impuestos.
Estos procedimientos se han visto favorecidos por el cada vez mayor peso de las tecnológicas en la economía. Cuando vendes un producto o una materia prima es más fácil asignar un precio objetivo al mismo, pero si hablas de tecnología o conocimiento, la valoración se vuelve más difusa. Además la prestación del servicio no requiere en muchos casos una presencia física en el país del cliente.
Analicemos algunos de los casos de países de la Unión Europea, lo cual dice poco de la armonización fiscal dentro de la misma.
Luxemburgo ocupa el sexto lugar en el índice de Guaridas (o paraísos) Fiscales Corporativas antes mencionado. Según una investigación de un grupo de medios de comunicación europeos y el OCCRP, este país es un imán para las fortunas de todo el mundo teniendo su residencia fiscal en su suelo al menos 279 de las 2000 personas más ricas del mundo. Allí se radican 55.000 sociedades pantalla sin oficinas ni empleados que gestionan más de 6 billones de euros, cinco veces el PIB español. Todo con una población de 636.000 habitantes y una superficie de 2586 Km2 (por comparación, la provincia de Madrid tiene una población 10 veces superior y una extensión 3,5 veces mayor).
En el caso de Países Bajos se calcula que su sistema impositivo le cuesta al resto del mundo al menos 22.000 millones de euros anuales. El sistema conocido como el “sándwich holandés” implica que las empresas declaran sus beneficios en ese país (donde se gravan muchos menos impuestos) y luego se permite que se envíen sin coste a paraísos fiscales (la mayoría de los países impiden esta práctica). De esta manera se calcula que son unos 200.000 millones de euros al año lo que pasa por este país en concepto de dividendos, intereses y regalías, yendo el 60% de dichas regalías directamente a las Bermudas. El gobierno holandés considera que esta tasa impositiva favorable beneficia el clima comercial y la economía del país.
Existe también el denominado “doble sándwich holandés-irlandés”. En este caso una empresa establece su sede en Irlanda y crea una filial de esta compañía irlandesa en un paraíso fiscal, transfiriéndole los derechos intelectuales. Para no pagar los impuestos a regalías por enviar dinero a un paraíso fiscal, establece una filial intermedia en Países Bajos, que carece de este tipo de impuesto. De esta manera el dinero llega a Irlanda, pasa por Holanda y finalmente se desvía a Barbados o países similares. Todo pagando un mínimo de impuestos. Solo en 2014 Google desvió 11.000 millones de euros en beneficios en Europa de esta manera.
¿Son ilegales estas prácticas? No lo son y el debate viene de lejos. Es tan antiguo como que en 1933 The New York Times revelaba que el banquero J.P.Morgan no había pagado impuestos de la renta en los dos años anteriores. Hasta el presidente de la época, Roosevelt, criticó esta actitud, a lo que él respondió indignado que no es lo mismo evadir impuestos que eludirlos. Lo primero es ilegal, mientras que lo segundo es aprovechar las lagunas legales a su favor.
¿A qué acuerdos se ha llegado? Los compromisos del G7 (que tendrán que ser ratificados en la reunión del G20 en el mes de julio) están centrados en dos áreas: por una parte reubicar la carga impositiva hacia los países en donde tiene lugar la actividad económica y por otra establecer un tipo impositivo mínimo común.
En el primero de los casos se quiere que los impuestos se paguen no donde la empresa tiene su sede (lo cual puede ser aleatorio) sino donde se genere el resultado económico.
En el segundo se ha llegado a un tipo mínimo del 15% (aunque Yanet Yellen, secretaria del Tesoro americano proponía inicialmente por un 21%).
Ante la falta de acuerdo inicial en las reuniones de la OCDE de años anteriores, algunos países (entre ellos España) habían optado por imponer la denominada “tasa Google” que gravaba especialmente a las multinacionales tecnológicas a fin de compensar esta situación de baja tributación. La administración Trump había amenazado con sanciones a los países que habían establecido esta tasa. En este momento Biden ha dejado en suspenso estas sanciones, pero el previsible acuerdo del G20 deberá suponer cambios en esta legislación.
¿Tendrán fuerza coercitiva los acuerdos de la reunión del G20? ¿Se pueden negar los países que salen más perjudicados con esta nueva situación? Es muy poco probable que estos países se nieguen teniendo en cuenta la importancia de los países que establecerían el acuerdo y sus posibilidades de presión en todos los órdenes.
Por otro lado, en la UE, todos los países están esperando las ayudas de Bruselas definidas a partir de la pandemia, de manera que cuando los mencionados países europeos con bajos impuestos presenten su Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia tendrán que incluir entre sus reformas las indicaciones de la Comisión sobre convergencia impositiva en el tema de impuestos. Esperemos que Europa sea más eficaz en conseguir estos objetivos que lo que lo ha sido anteriormente, ya que hasta ahora su actitud ha sido excesivamente complaciente con este tema (no solo con países internos como Irlanda y Holanda, sino por ejemplo quitando en 2020 a Islas Caimán de la lista de paraísos fiscales).
En resumen podemos afirmar que la escalada a la baja de los impuestos entre países no ha contribuido a una mayor liberalización de la economía, sino a un empobrecimiento general de los estados y, por tanto, a menos posibilidad de prestar servicios a sus ciudadanos. La solución a un problema global de este tipo no podía ser medidas tomadas unilateralmente, sino que tenía que ser, a su vez, de carácter global.
Es de esperar a su vez que un acuerdo como éste sea el germen de otras medidas a tomar en acuerdos internacionales como es el caso de los temas medioambientales. De momento en la mencionada reunión del G7 se acordó también un sistema estandarizado para que las compañías declaren su impacto ambiental, de manera que los inversores y las instituciones puedan tomar sus decisiones de forma más objetiva, evitando que algunos oculten emisiones en países con legislaciones menos exigentes.
Todo se andará pues ya está casi todo «globalizado». El diseño es un poder mundial (NOM) no basado en la Política, sino en los intereses de unos cuantos que son los que imponen la legislación.
Cuando estamos defendiendo la biodiversidad, nos encontramos que con respecto a la especie humana, se trata de eliminarla en sus sistemas políticos, tradiciones, culturas, religiones, conocimiento e historia. Algunos aplauden con las orejas su propia destrucción humana.
El mundo del futuro (y ya en el presente) estará dominado por una «casta» cuasi religiosa basada en nuevas «verdades» e «iluminaciones»que se imponen como dogmas, utilizan sus liturgias (el G.7 es una de ellas), publicitan la «buena nueva» y persiguen con saña y ferocidad hasta su eliminación, cualquier voz discrepante. En esa Arcadia feliz los ciudadanos conocerán sólo lo que les conviene, estarán al servicio de los amos que les procurarán un mínimo (racionamiento) para que ellos consigan un máximo, les orientarán y dirigirán en sus actividades y, cuando ya no sirvan, les procurarán un final sin dolor. Pura distopía hecha realidad.
Y por eso somos felices, nos entretenemos con las distracciones que nos procuran, nos sentimos felices y seguros bajo su tutela y, desde luego, pagaremos muchos más impuestos a unos poderes insaciables en su codicia.
Hemos renunciado a ser nosotros mismos, con nuestras imperfecciones y nuestras virtudes. Queremos ser ángeles seráficos dispuestos a ir al precipicio por nuestros amos (que nos consideran -por algo será- imbéciles e ignorantes).
Por cierto, hay pocos artículos que traten sobre su despilfarro, sus deudas crecientes, su falta de responsabilidad personal en los desmanes….
Nos lo merecemos posiblemente.
Un saludo.
Creo que el actual proceso globalizador –por transferencia de poderío Industrial a Asia– va a frenarse y al menos selectivamente revertirse.
China ha sido el principal beneficiario y Occidente el principal perjudicado. Tanto que la población occidental lleva décadas empobreciéndose sin remedio ni perspectivas de un horizonte alternativo.
Lo de Huawei fue la gota que colmó el vaso. El imperio de los EEUU esperaba liderar telecomunicaciones y sistemas globales de vigilancia y control y de repente se encuentra recogiendo velas, perdiendo credibilidad a raudales y tratando de ver cómo lo manejan.
La UE, cada día que pasa, tiene peor aspecto. Ahora resulta que Orban toma medidas con el respaldo de más del 60% de su población y esto no gusta a la «democrática» UE.
Suiza ha cortado 7 años de negociaciones con la UE por que esta muestra la misma actitud que mostró con UK durante las negociaciones del Brexit.
En 2017 el ejército Alemán incluyó un escenario estratégico para 2040 en el cual la UE ya no existía.
Francia y Alemania quieren llevarse bien con su vecino: Polonia y el resto de Visegrado se opone. Son los países que los EEUU metieron en la UE precisamente para eso.
España es, de momento, el país más europeísta y con una población peor informada. Pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.
Adjunto un artículo extraño aparecido un medio español.
https://www.expansion.com/opinion/2021/06/26/60d62147468aeb880c8b4634.html
Viene a decir que no hay ninguna evidencia científica acerca del papel del CO2 en el Cambio del Clima. Ni de eso ni de que las medidas coactivas y fiscales tomadas por la UE al respecto tengan la menos posibilidad de influir en el Clima.
Nada nuevo. Lo vienen diciendo desde hace al menos 20 años en la red varios premios Nobel y especialistas, mientras Greta navegaba tomando el pelo a las masas convertidas en rebaño atemorizado.
La pregunta es ¿Por qué de repente permiten que se publique?
No lo se. Pero seguro que no es por amor a la verdad.
Uno siempre ha sido contrario a la Globalización por una Ley Cibernética: La Ley de Ashby que, inexorablemente, crea costes de Control y de Uniformidad que solo son posibles en férreas dictaduras camino de la miseria.
Saludos
Si como apunta Manu en el comentario del artículo anterior se duplican los impuestos por una emisión de CO2 que en definitiva, y a lo mejor, como refiera Estevez en el suyo, no está demostrada su incidencia en el “cambio climático”, sea cual fuere el derrotero que seguirá, y esa realidad se conoce hace décadas, si con ello se pretende tapar, al parecer, el increíble empobrecimiento en el que se ha enredado la UE para mantenerse “cara a la galería”…., de verdad que no se entiende tanto “desatino”….al menos desde reconocimiento humilde de mi ignorancia.
Según apunta la autora de “La era del capitalismo de la vigilancia”, Shosshana Zuboff, una nueva forma de capitalismo se ha ido gestando rápidamente, como para que no decaiga definitivamente este modelo económico y social.
Cambia la “materia prima”, nuestras experiencias como consumidores, y también los “clientes”, que ya no es la población, sino las empresas….
Algunas que se han hecho muy poderosas, son las que antes han explorado, invertido e inducido esta nueva manera de crear mercado, consumidores y clientela, como son Google, Faceboo, Microsoft, Amazon…
Todo dirigido a una serie de experiencias cada vez más “virtuales”, “irreales….”
Conductas dirigidas de nuevas “doctrinas”, “estilos de vida” que ya ni siquiera se eligen, se imponen desde los gobiernos y estructuras supranacionales como la UE.
Todo para mantener también la quimera de una riqueza que no se produce, de un “dinero” avalado por “humo”.
Tasas impositivas basadas en mentiras….
De verdad que no lo entiendo.
¿Tan difícil sería educar en la madurez a la sociedad?, ¿no tener miedo a una población consciente…?.
Puede que las nuevas generaciones no perdonen el estropicio social que se les lega….y con toda la razón.
En relación con los comentarios de Sr. Estévez y Dña. Loli he visto que el enlace de Expansión restringe el artículo de Pascal Richet a suscriptores. He encontrado un enlace que sí lo ofrece y en cualquier caso lo traigo íntegro a este post.
Realmente es importante porque Pascal Richet es una figura de primer nivel que la Prensa Sistémica, en esta ocasión, no censura. No sé por qué esta vez lo permiten pero me huelo que si hay que recuperar industria y que va a haber tensiones, ciertos mantras occidentales –que las academias de ciencias de China y Rusia saben perfectamente que son falsos– dejan de ser útiles y va a haber que recuperar credibilidad.
Enlace: https://www.fpcs.es/clima-y-co2-la-evidencia-frente-al-dogma/
Cita íntegra.
Clima y CO2: la evidencia frente al dogma
28 JUNIO, 2021
Por su enorme interés reproduzco el magnífico artículo del físico Pascal Richet (Expansión 26-6-21). El Prof. Richet está ligado al Institut de Physique du Globe de Paris desde hace 35 años, habiendo sido también profesor visitante en Stanford University y en el Tokyo Institute of Technology. Autor de numerosos libros y artículos, ha recibido prestigiosos premios a su trayectoria científica, como el Ivan Peychès de la Académie des Sciences francesa, el premio Von Humboldt (Gay-Lussac) y la medalla Urey. Su último trabajo de investigación, cuyas conclusiones resume este artículo, puede encontrarse en hgss-12-97-2021.pdf (copernicus.org). Con permiso del autor.
Clima y CO2: la evidencia frente al dogma
Desde su domesticación hace 400.000 años, el paulatino dominio del fuego ha determinado en gran medida la evolución de la humanidad. Así como la cocción de los alimentos condujo a una regresión de las mandíbulas y a un desarrollo del cerebro humano, las artes del fuego han dado lugar gradualmente a la civilización moderna. La cerámica, la metalurgia, los morteros de cal y cemento, las máquinas de vapor, la luz artificial, los motores de explosión y de reacción, la producción de electricidad, todos estos avances tan familiares han estado indisolublemente ligados al fuego y, por tanto, a la producción de dióxido de carbono (CO2) mediante la combustión de madera, gas, petróleo u otras sustancias.
El aumento de la población mundial y el incremento del nivel de vida han provocado, por supuesto, un aumento de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Según el dogma imperante, se culpa al efecto invernadero atribuido a este gas de una alteración climática con consecuencias catastróficas de lo más variadas y, por tanto, la descarbonización en pocas décadas de las actividades humanas para luchar contra esta perturbación se convertiría en un imperativo. Sin embargo, retroceder milenios de ingenio humano es un desafío formidable, como ilustra el coste estimado por el Banco Mundial en ¡89.000 billones de dólares sólo para el periodo 2015-2030!
Dado el carácter colosal de las inversiones anunciadas y los recursos minerales y energéticos que se van a comprometer, conviene asegurarse de que los efectos del CO2 son realmente los descritos. En primer plano se encuentran los modelos climáticos por ordenador en los que se confía mayoritariamente hoy en día, pero que adolecen de muchas limitaciones. La principal es que abarcan periodos de tiempo demasiado cortos para dar cuenta de los grandes ciclos de glaciación-deglaciación, los cambios climáticos más tangibles, que se producen a lo largo de decenas de miles de años. La situación es análoga a la que se daría si tomáramos una pequeña ola como base de una teoría de las mareas sin tener en cuenta ciclos enteros de subidas y bajadas de distinta magnitud.
Los modelos climáticos también han relegado a un segundo plano registros mucho más reveladores. Los más valiosos los ofrecen las capas de hielo polares, donde las herramientas analíticas modernas pueden descifrar los mensajes climáticos de la historia del planeta que han conservado a medida que la nieve se compactaba en el hielo atrapando diminutas burbujas de aire. Por ejemplo, es posible medir con precisión el contenido de CO2 (y de metano, CH4) de estas burbujas en función de la profundidad del hielo en los núcleos extraídos y, por tanto, de su antigüedad. Y como la temperatura de depósito de la nieve también puede determinarse mediante métodos isotópicos, se dispone de un registro continuo de estos parámetros durante períodos de cientos de miles de años.
En este sentido, las muestras de hielo extraídas de la base antártica de Vostok constituyen una ineludible referencia entre los científicos que estudiamos la historia del clima terrestre porque abarca los cuatro ciclos sucesivos de glaciación-deglaciación de los últimos 423.000 años. Su análisis ha confirmado que estos ciclos son gobernados principalmente por las variaciones del calor recibido del sol a medida que varía la órbita de la Tierra debido a complejas interacciones gravitatorias. En el contexto de estos ciclos astronómicos, conocidos como ciclos de Milankovitch, la cuestión es entonces saber qué papel amplificador puede haber desempeñado el CO2 atmosférico. Esta pregunta puede responderse mediante un examen muy sencillo de las pertinentes relaciones de causa y efecto a la luz de los principios de la lógica establecidos por Aristóteles hace 2500 años.
Según el principio de no contradicción, una proposición y su contraria no puede ser verdaderas al mismo tiempo. Sin embargo, la evidencia paleo-climática muestra que los periodos de altos niveles de CO2 no preceden a los períodos de altas temperaturas sino que son posteriores a los mismos y sistemáticamente más largos. Por tanto, si es la temperatura la que aumenta antes que el CO2 y si los períodos de CO2 elevado duran sistemáticamente más que los períodos de altas temperaturas (es decir, que las temperaturas empiezan a bajar aunque los niveles de CO2 se mantengan elevados), la lógica refuta la creencia de una relación causa-efecto entre aumento de dióxido de carbono y aumento de temperatura. La evidencia, por cierto, tampoco muestra fluctuaciones en los niveles de CO2 de corta duración similares a las mostradas por las temperaturas.
¿Qué puede ocurrir entonces? Resulta que la atmósfera contiene una cantidad ínfima de CO2 en comparación con los océanos, y que la solubilidad del CO2 en el agua disminuye al aumentar la temperatura. Por lo tanto, el contenido de CO2 de la atmósfera se ha ajustado a lo largo del tiempo a las variaciones de temperatura con desfases temporales debidos a la homogeneización química relativamente lenta de los océanos. Un argumento de peso refuerza esta conclusión. El metano es un producto de la actividad biológica que aumenta con la temperatura y se correlaciona perfectamente con ella. Si el CO2 contribuyera al calentamiento atmosférico, sus niveles deberían estar correlacionados con los del metano. Sin embargo, esto no es así en absoluto.
Esta conclusión no contradice en absoluto la existencia del ligero calentamiento observado en las últimas décadas. En efecto, los núcleos de hielo de Vostok revelan la existencia de breves episodios de calentamiento, muy numerosos, a los que curiosamente no se presta atención, y cuya causa puede atribuirse a otros factores tales como las fluctuaciones de la actividad solar. En definitiva, lo que ocurra en unas pocas décadas ofrece poca información sobre la evolución climática, cuya unidad de medida se acerca más a la decena de miles de años.
Que los efectos del CO2 sobre el clima son mínimos no es, ni mucho menos, una conclusión nueva, aunque los que ya lo han establecido sobre otras bases científicas chocan con el pretendido “consenso” sobre la cuestión. En realidad, esta noción de consenso no es pertinente aquí, porque la historia de la ciencia no es más que un largo paseo por el cementerio donde descansan en paz las ideas aceptadas sin discusión durante mucho tiempo. Más bien, sirve de justificación para desterrar del debate cualquier idea heterodoxa que cuestione el dogma. Como ha experimentado el autor de estas líneas, el rasgo más inquietante del debate sobre el clima es el deseo de descalificar de entrada al adversario arrastrándolo a otros campos no relacionados con el problema, en lugar de ofrecerle comentarios críticos a los que podría responder científicamente. Sorprendentemente, el libre debate en que se ha basado el progreso científico en la Historia ha sido sustituido por acciones propias del totalitarismo como la difamación, el intento de silenciamiento y la persecución del disidente bajo amenaza de ostracismo. Quizá Aristóteles, con su lógica, pensaría que esta violencia y esta imposición son en sí mismas un indicio de en qué lado del debate se encuentra la verdad.
© Pascal Richet
Institut de Physique du Globe de Paris
Fin de cita.
Muchas gracias, Manu, por la cita.
En general hay mucha pereza por parte de nuestras sociedades por buscar raíces, profundizar en el aluvión legislativo que dirige nuestras vidas….y cada vez son más las normativas de las normativas….
Pero nos hemos acostumbrado a no discriminar más que de manera muy restrictiva, solo aquello que se supone afecta a nuestro día a día o a nuestra manera cotidiana de vivir.
Los gobiernos tampoco se ocupan de que esa situación de parvulismo social se acabe, más bien al contrario.
Tengo la impresión de que uno de los elementos más importantes para el hombre en la sociedad actual, es su propio esfuerzo en acabar con una inercia de costumbres, inercia que le lleva a poner las posibilidades de su inteligencia en manos de quienes les interesa que ésta sea lo más restringida posible, véase, por ejemplo, la Ley Celáa en nuestro país.
Se está sometiendo a una presión enorme, en ese aspecto, sobre todo a la población más joven, la que debe reemplazar y podría propiciar un cambio importante en el modelo social.
Y no sé, si a lo mejor, con tanta presión, no les va a «salir el tiro por la culata», y por eso, también, se empiezan a abrir espitas ante la insostenibilidad, hasta comercial, de tantas verdades a medias, falsedades.
Un saludo