El pasado 7 de junio saltó la noticia de que el Banco Santander había comprado el Popular por un euro, debido a la situación de quiebra a la que había llegado. La decisión la había tomado la autoridad europea creada para este tipo de situaciones. El ministro de Economía español, Luis de Guindos, aplaudía la solución adoptada por no haber tenido que recurrir al dinero de los contribuyentes. Y muchos analistas consideraban un éxito que, además, esto sucediera con el sexto mayor banco español sin que se produjera un terremoto financiero como el que tuvo lugar con Bankia en 2012.

Es lógico que estas situaciones se resuelvan con el máximo sigilo, para que no cunda el pánico entre quienes tienen su dinero depositado en los demás bancos y les lleve a una retirada masiva de sus depósitos, creando una crisis mayúscula.

Pero ese sigilo, y en general la discreción con la que se llevan todos los asuntos que tienen que ver con los problemas de los bancos, dan pie a que surjan todo tipo de dudas sobre el estado real de su salud y sobre la eficacia de la supervisión que sobre ellos ejercen las autoridades bancarias, en este caso el Banco de España y la Autoridad Bancaria Europea (EBA).

A fin de cuentas, el Banco Popular, que llegó a ser el más rentable de Europa, había iniciado su deterioro hace tiempo. De hecho, en 2012 era el banco español con mayor morosidad y riesgo inmobiliario. Sin embargo, entre 2011 y 2016 pasó cuatro exámenes de solvencia, de los que solo suspendió uno, en septiembre de 2012, que subsanó rápidamente con una ampliación de capital. Hace 11 meses había aprobado holgadamente el último, realizado por la EBA. ¿No es como para dudar de la validez de esos exámenes?

Otra de las cuestiones que se plantean en relación con la capacidad real que tienen las autoridades para prevenir estas situaciones, tiene que ver con el proceso de concentración al que están dando lugar las fusiones y absorciones de bancos, que hace que cada vez sean menos y más grandes los bancos que queden. En pocos años, España ha pasado de tener 45 entidades financieras a solo 14. Cinco de las cuales controlan el 64% del negocio de los créditos.

Nos acercamos así a un escenario en el que sólo queden unos pocos bancos y, además, sean tan grandes que no se les pueda dejar caer por el impacto que tendría sobre la economía nacional. Obviamente, después de lo que le ha costado a este país la crisis iniciada en 2008, no es un escenario nada tranquilizador.

Si no se les puede dejar caer, ¿podemos, al menos, confiar en que el Banco de España y el Banco Central Europeo tienen capacidad para vigilarlos eficazmente, detectar con antelación suficiente sus problemas y, sobre todo, obligarles a adoptar las medidas necesarias para que los solucionen, evitando que empeoren y acaben teniendo que ser salvados? Lo que ha sucedido con el Popular, con una crisis que se ha tenido que resolver en el último minuto y contra reloj, deja inquieto a cualquiera.

Pero es que, además, esto no deja de ser un análisis superficial del asunto. Si a ello le añadimos, como telón de fondo, una visión de cómo ha ido evolucionando el sistema financiero a nivel global, el panorama se convierte en dantesco.

Desde hace ya bastantes años, son los bancos privados los que producen la mayor parte del dinero en circulación. Como explicó Mervyn King, exgobernador del Banco de Inglaterra, en una entrevista al Financial Times, el 14 de junio de 2013, es el sistema bancario privado el que produce el 95% del dinero que realmente circula mientras que el banco central sólo emite en torno al 5%, que es el que se convierte en billetes y monedas.

Pero hay más: en lugar de que los bancos actúen como intermediarios que prestan el dinero depositado en ellos, como todos creemos, es la acción misma de prestar la que crea el dinero bancario. Esto lo explica muy bien Juan Torres López, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, en su libro Economía para NO dejarse engañar por los economistas:

“Tres economistas del Banco de Inglaterra (M. McLeay, A. Radia y R. Thomas, en Quartely Bulletin, 2014) explican con toda claridad el proceso real de creación del dinero bancario, y señalan este error como típico de los manuales de economía. En ellos, dicen estos economistas, se hace creer que los bancos son simples intermediarios que prestan los depósitos de los ahorradores, y que, por tanto, los depósitos que hay en la economía son creados por las decisiones de ahorro de los hogares. Pero, en realidad, lo que sucede es que “el acto de prestar crea los depósitos, el reverso de la secuencia típicamente descrita en los manuales”.

Y junto a este error, los economistas del Banco de Inglaterra señalan otro que consiste en creer que la cantidad de depósitos y de préstamos de la economía lo determina el banco central.

Efectivamente, en los manuales de economía se suele explicar que esa máxima autoridad monetaria determina un porcentaje de los depósitos que deben mantener en su caja los bancos para hacer frente a posibles retiradas de fondos de los clientes (un porcentaje llamado coeficiente de caja o de reservas). (…). Pero los economistas del Banco de Inglaterra explican con razón y con todo detalle que eso no es lo que ocurre en la realidad. Refiriéndose a los bancos británicos, pero con carácter extrapolable a todos los demás, exponen su funcionamiento real de la siguiente manera: “los bancos deciden primero cuánto prestar dependiendo de las oportunidades de préstamos rentables que tengan (…). Es esta decisión de préstamo la que determina cuántos depósitos bancarios se crean en el sistema bancario. (…).”

Esta descripción de cómo crean el dinero los bancos en la realidad es confirmada también por Ann Pettifor, economista especializada en finanzas y deuda soberana y directora de PRIME (Policy Research in Macroeconomics), en su libro La producción del dinero.

Según ella: “Para los bancos comerciales privados que operan en una economía monetaria, el factor más importante no es la disponibilidad de ahorros, sino la fiabilidad de el o la prestataria, su proyecto, sus avales y la evaluación de si dicho proyecto generará ingresos suficientes como para que pueda reembolsar el crédito/deuda. (…). La suposición de que los bancos mantienen reservas equivalentes a una fracción de sus préstamos –el “sistema bancario de reserva fraccional”- no es correcta.”

Si a esta capacidad que tienen los bancos privados para crear de la nada el dinero que prestan le añadimos la libertad de invertir en actividades especulativas, ajenas a las productivas, creadoras de empleo, y le sumamos además la práctica ausencia de controles y regulaciones por parte de las autoridades bancarias, el resultado tiene que acabar siendo explosivo. Y, precisamente, a ese resultado se llegó con la crisis del 2008, por el ambiente que se fue creando desde que, en 1999, el presidente Clinton derogó la Ley Glass-Steagall, que impedía a los bancos mezclar sus actividades de préstamos y depósitos con las de inversión más especulativa.

Se ha escrito hasta la saciedad sobre las causas que desencadenaron en 2008 la crisis económica. En general hay coincidencia en que uno de los factores más decisivos fue la mezcla de ambas actividades por parte de los bancos unido al desmesurado crecimiento de las más especulativas, junto con la permisividad de las autoridades supervisoras.

A todos nos gustaría creer que, tras la tremenda experiencia de esta crisis, los gobiernos y las autoridades bancarias habrán tomado las medidas necesarias para que no vuelva a repetirse. Al parecer no es así. Los bancos siguen operando con casi las mismas reglas de juego que antes de la crisis. Siguen siendo los principales creadores de dinero, siguen empleando el dinero que les parece conveniente en sus actividades de inversión especulativa y todo ello sin apenas control por parte de las autoridades. En consecuencia, la especulación financiera ha vuelto a desatarse.

Pensar que, en un mundo donde la globalización es total e instantánea, como es el de las finanzas, el comportamiento de los grandes bancos españoles es distinto al del resto de los grandes bancos europeos o americanos, sería pecar de ingenuos. Por eso, convendría saber qué clase de controles ejercen las autoridades; qué tipos de actividad llevan a cabo los bancos sin controles; quiénes asumirán la factura en el caso de que esas actividades les lleven a la quiebra, etc., etc.

Confieso que de las cosas que más me sorprende en todo esto es que no haya dado lugar a grandes debates en el Parlamento y medios de comunicación. Porque, a poco que se piense sobre ello, es como para preguntarse si los poderes políticos tienen todavía en su mano la posibilidad de reconducir el enorme poder alcanzado por los bancos y las instituciones financieras, o si esa posibilidad se ha perdido definitivamente y ya no hay quien pueda volver a meter al genio en la botella. Si fuera lo segundo, a las democracias les quedaría poco futuro.

12 comentarios

12 Respuestas a “¿Hasta dónde va a llegar el poder de los bancos?”

  1. RBCJ dice:

    Sí sorprende la falta de supervisión fiable del BCE y Bancos Centrales , así como de los auditores.En EEUU más avanzados que en Europa tienen la Ley Dodd Frank ahora en revisión y prorrogada la Volcker rule que pone cotos a las inversiones de los bancos con su propio dinero.

    https://cincodias.elpais.com/cincodias/2017/06/12/mercados/1497275718_022161.html
    https://www.wsj.com/articles/dodd-frank-law-still-far-from-finished-1405887111?tesla=y&mod=djemITPA_t&mg=reno64-wsj

    Aunque siempre hay voces sobre una sobreregulación que complica y no sirve por compleja.
    Dodd-Frank is complex and overburdens the financial sector
    https://www.ft.com/content/d2d26f6e-4f7b-11e7-a1f2-db19572361bb

    Saludos.

    1. EB dice:

      Hola RBCJ. Usted no debe sorprenderse de la falta de supervisión en todo el mundo, incluyendo EEUU. Nadie puede supervisar a otros al extremo de impedir que los otros cometan errores o crímenes, algo que es válido en todo lo que hacemos en nombre de terceros o para beneficio de terceros. Los políticos prometen supervisión pero sus promesas no valen nada porque jamás asumen las consecuencias de errores en la supervisión —pasa con la supervisión de bancos y con la supervisión de cualquier otra actividad. Más importante, la supervisión de bancos y otras entidades financieras es mucho más difícil que la supervisión de otras actividades. Yo he trabajado por casi 50 años en asesoría e investigación académica de sistemas monetarios y financieros y puedo asegurarle que nunca he encontrado un sistema de regulación y supervisión que funcione razonablemente bien, incluyendo el caso de China donde por el tamaño de los bancos estatales uno pensaría que el Partido y el Gobierno tienen especial interés en un control estricto (en 1994-96 trabajé en Beijing para reformar su sistema y asegurar una mejor regulación y supervisión, pero todavía hoy se sigue hablando de que se cometen los mismos errores, agravados por el hecho de que hoy el tamaño de los bancos estatales es varias veces mayor que en 1996).

      Por si lo anterior fuera poco, la investigación académica de sistemas monetarios y financieros sigue siendo pobre. Esa pobreza se refleja en los debates académicos, pero más importante se reflejan en los debates sobre las políticas monetarias y financieras, en particular en tiempos de crisis financieras. ¿Qué hemos aprendido de tanta investigación y qué nos falta todavía explicar? Hemos aprendido poco (por ejemplo, sí sabemos por qué se generan hiperinflaciones a pesar de que muchos todavía se hagan los tontos y prefieran ignorarlo) y nos falta mucho (por ejemplo, no sabemos cómo impedir sobreendeudamientos de personas, empresas y gobiernos), pero para responder uno debe primero distinguir claramente entre lo monetario y lo financiero. Lo monetario se refiere a los sistemas de pagos, esos que han estado cambiando de manera extraordinaria en los últimos 50 años gracias a nuevas tecnologías (quizás usted ya se haya acostumbrado a pagar cuentas con su celular dando una orden a su banco para que debite su cuenta corriente y acredite la cuenta del proveedor del bien o servicio). Lo financiero se refiere a la creación, el comercio y la extinción de activos y pasivos financieros, es decir, de títulos sobre flujos futuros de fondos, títulos cuyos términos hoy varían mucho (esta variedad dificulta entender cuando dos títulos son fungibles, sustitutos próximos o lejanos, o ni siquiera lejanos, algo fundamental para cualquier regulación y supervisión). Sí, hemos montado sistemas monetarios sofisticados y sistemas financieros complejos y tenemos dificultades para entenderlos y más importante para evitar que sean oportunidades para nuestra estupidez y peor para nuestra maldad. Por lo tanto, si alguien le dice que sí sabe lo que gobiernos incompetentes y corruptos pueden hacer para proteger sus ahorros, tómelo a la risa y no se deje engañar.

      1. EB dice:

        RBCJ, a pesar de lo dicho antes yo no lamento los grandes cambios habidos en los últimos 50 años. No, yo los celebro. Los cambios han sido extraordinarios y bienvenidos porque han permitido tanto una gran acumulación de ahorros como el financiamiento de muchísimos proyectos de inversión en todo el mundo, aunque un porcentaje no despreciable de estos proyectos resultara malo. Igualmente, los cambios en los sistemas de pagos han permitido reducir los costos de las transacciones comerciales y financieras (incluso de las remesas de los migrantes).

      2. EB dice:

        RBCJ, más allá de lo bueno y lo malo con la gran transformación y expansión de los sistemas de pagos y los sistemas financieros en los últimos 50 años, no le quepa duda que el gran problema sigue siendo lo poco que sabemos y lo mal que usamos ese poco. Por cierto, lo peor es el desprecio por ese poco reflejado en la repetición de ideas que ya han probado ser erróneas y de mentiras sobre los hechos, todo agravado por una profunda hipocresía sobre el papel de los gobiernos en esos sistemas –sí, bien harían Manuel y varios de sus lectores en tratar de entender y comparar lo que ha estado pasando con esos sistemas en China y en EEUU.

      3. EB dice:

        RBCJ, justo después de escribir mi comentario de hoy lunes 19, leo este post

        http://nadaesgratis.es/anxo-sanchez/complejidad-y-regulacion-financiera-2-el-camino-a-la-inestabilidad

        aparecido en NeG, un blog de economistas, pero escrito por el físico Anxo Sánchez. El post explica una investigación teórica reciente sobre la complejidad de las redes sociales aplicado al caso de la industria bancaria.

        Anxo reconoce explícitamente que no sabe si la aplicación es correcta o no (años atrás me censuraron en NeG porque critiqué opiniones de Anxo sobre cuestiones de economía). Pues bien, no es correcta porque esa aplicación es válida sólo para el sistema de pagos y de una manera limitada, cuando uno supone el colapso simultáneo del sistema en varios puntos (algo que por ejemplo quedó probado que no ocurre ni siquiera cuando pasa algo tan grave como el atentado de 11S en NY). Si bien podría ocurrir con algunos productos del sistema financiero, hoy sería muy raro que ocurriera (todos estos intentos de explicación de las crisis bancarias se originan en las corridas del siglo 19 que fueron generalmente locales porque la tecnología no permitía transferir fondos desde otros pueblos). Desde el punto de vista teórico, uno quiere entender las condiciones bajo las cuales un sistema «puede caerse», y aunque no hay duda de que ningún sistema soportará una «crisis extraordinaria», los sistemas de todo tipo están diseñados para soportar «crisis ordinarias». Sólo ex post podemos determinar si una crisis fue extraordinaria y usar lo que aprendemos para mejorar el sistema, pero este ejercicio no es gratis, todo lo contrario cuesta mucho y entonces los charlatanes nos quieren vender sus magias. Peor, los políticos pronto usan a los charlatanes para su beneficio personal.

    2. EB dice:

      Hola RBCJ, si antes dije que no debía sorprenderse, ahora le digo que sí sorpréndase que todavía se hacen análisis económicos y financieros que no pasan de simples pero grotescos ejercicios contables. Recién leo este post

      http://nadaesgratis.es/javier-ferri/es-la-economia-espanola-financieramente-vulnerable

      en que su autor resume una «investigación» sobre el ahorro y la inversión en España presentada en un conferencia reciente sobre la vulnerabilidad financiera de la economía española. A medida que leía el post me reía porque reflejaba muchos errores que he estado denunciando por décadas, pero lo sorprendente es que el autor en el último párrafo reconoce que todo lo anterior no es de utilidad alguna para analizar esa vulnerabilidad por las mismas razones que otros hemos estado argumentando.

      El punto es que hoy es fácil «preparar» datos de la contabilidad nacional (siempre y cuando uno no verifique su calidad), pero esos datos poco o nada dicen por sí solos sobre lo que realmente interesa. Aunque uno estuviera de acuerdo con lo que el autor dice en las últimas líneas del último párrafo, el problema sigue siendo lo poco que sabemos sobre «la calidad de nuestras instituciones y de nuestro sistema productivo» y me refiero tanto a nivel teórico como a nivel empírico. A este último nivel uno debe aclarar bien qué entiende por «nuestras» y «nuestro» ya que hacer referencia a un país (España en el caso del post referido) siempre será arbitrario (algo que se puede deducir de lo que el autor dice en su último párrafo).

  2. Loli dice:

    Empiezo a deducir que el tema que aborda el artículo, nos implica de forma determinante a todo el funcionamiento social, direcciona nuestras vidas, y sin embargo nunca podremos tener acceso a su regulación, ni siquiera entendimiento, ya que su funcionamiento responde a reglas de “alta economía”, y muy difícilmente tendremos un acceso sencillo a su comprensión.

    Bien, pues resulta que esta compleja ingeniería mercantil, en el que se ha convertido una forma, en principio ideada para facilitar y asegurar las transacciones monetarias, asegurar y garantizar los “viajes” de “las monedas”, esas que eran de un metal de determinado valor mesurable, y el papel que garantizaba su existencia y custodia en determinados lugares, aún no había usurpado su valor, esa…es la que ahora domina, dirige y decide lo que se va a hacer, o no, dónde lo va a invertir, o retirar, a quién va a vender o comprar…..nuestros recursos económicos, nuestro dinero.

    Además, ellos, los bancos, son los “delegados de los Estados”…¿o es al revés?….en el trabajo de fiscalización y seguimiento de nuestros ingresos, y de nuestros gastos.

    Ellos no custodian, guardan o realizan simples transacciones con el dinero de las gentes, sino que deciden cuándo ese dinero es “blanco” o “negro”, o sea, cuando está totalmente controlado o les falla un poquito, y en ese momento, el “cliente” pasa a estar bajo la lupa inquisidora, con cualquier excusa, de los poderes económicos…ni siquiera de los que correspondería al Gobierno de una nación.

    Así, si yo intento sacar mil euros de mi banco, con suerte no tengo que rellenar ningún “papelito”, pero si son “mil cien”, entonces sí…además de todos los registros informáticos en los que aparece mi humilde operación.

    Y como ni mi entendimiento, ni mis modestos estudios me han llevado a la Alta Ingenieria Financiera, a la búsqueda de una explicación ante estos requisitos para acceder a mi propio dinero, se me indica que es para, ahora, en estos momentos, asegurarse de que las cantidades retiradas no sirven para financiar “actividades o movimientos indeseables”, como por ejemplo “el terrorismo”.

    Vale, y yo, dentro de mis humilde entendimiento, no termino de comprenderlo, porque, las grandes actividades financieras en esos aspectos de mayor envergadura, o trascendencia,…, en fin,…me parecen que se realizan de…otras formas…y bajo otros parámetros, y no sé, de verdad, bajo qué supuestos de control.

    Pero a mí sí se me controla, regula, fiscaliza y se me dice lo qué hacer o no con mis ingresos, incluso se me juzga y califica en función de lo que haga con ellos, o en función de cómo me atreva a protestar o pedir explicaciones al respecto.

    Y me pregunto….¿por qué es obligatorio que tenga que depositar todo lo que tengo en un banco?.

    ¿Para ser una ciudadana responsable y pagar mis impuestos?…, bien eso es algo que ya se me deduce directamente del sueldo.

    ¡Ah!, pero es que puedo tener dinero “en negro”, ese que adquiere tal color por estar guardado debajo de un colchón…, pues bien, si fuera así, resulta que tampoco podría ser mucho, ya que de serlo, sería idiota de tenerlo ahí, habiendo por el mundo tantos “paraísos fiscales”, nacidos a la par de los bancos y de la “ingeniería financiera” a que ha dado lugar esta forma mercantil de concebir el dinero.

    Además, encima, ya empieza a estar mal visto pagar “en efectivo”….no señor, hay que utilizar otros medios…eso de hacer tangible el valor de las cosas…empieza a no “ser políticamente correcto”, tampoco.

    ¿Qué pasaría si decidiese, entonces, no utilizar ni los bancos, que no me saben explicar ni lo que hacen ni a dónde realmente va mi dinero, ni sucedáneos como las tarjetas de crédito, ni mi móvil, preparado ya casi para sustituirme a mí,……que me estaría saltando la ley…..¡fenomenal!…¿y a eso le llamamos progreso o….. emboscada?.

  3. Loli dice:

    Solo un apunte más a mi anterior comentario:

    ¿Se supone que cuando se me ingresa directamente el dinero de mis «servicios remunerados», por un trabajo, en un Banco, este dinero es «blanco…blanquísimo»?,….imagino que no hay manera de asegurarlo.

    Por otro lado, esa «liquidez», que no puedo «visualizar» hasta que intento sacar «efectivo» de mi cuenta corriente, en forma de dinero, de billetes,
    ¿ los puedo llamar «inmaculados»?.

    ¿De cuántos viajes especulativos, de cuántos negocios, de cuántos tipos de movimientos, transacciones, compras y ventas, vienen de vuelta?.

    Yo he de justificar en qué utilizo «mi liquidez»….pero a mí no se me garantiza que los ríos financieros que le han hecho recorrer, sean cristalinos.

  4. Rosae dice:

    La cuestión dinero…alguien sabe de qué va esto?…

    Parece que genera lío en casi todos nosotr@s..no?,

    60milmmillones d’euuroo y etc.. Que se han llevao de toos Noos?
    Que se han llevao tan ricamente y sin escrúpulo alguno.. En connivencia todos ellos, banqueros/politicos/multinacionales/ europa/ bce-otan.. Y etc..

    Dejando paro, precariedad, desahucios, enfermos sin medicinas, guerras, muertes, naufragios, refugiados, atentados y etc.. Y mira…Democracia lo llaman…

  5. O'farrill dice:

    El «poder» no sólo está en los bancos y en sus transacciones de dinero que, por otra parte, nadie ha visto. La cuestión más grave es que se han creado unos «monstruos» financieros que permanecen en la sombra que, en cuestión de momentos, gracias a la tecnología, pueden producir crisis globales. Esos «entes», sin identificación clara que permita al menos su conocimiento y (más difícil) control, han surgido como otras tantos monstruos de la concentración corporativa a nivel mundial. Son los verdaderos amos y hacen sus propios «estados de Derecho» ajustados a sus intereses. Su capacidad es total y lo mismo crean partidos políticos artificiosos (ya lo son los más importantes) que manejan mayorías en los parlamentos democráticos. Ya no son siquiera simples «lobbies» sino que se han hecho «lobby» de pensamiento único: mis intereses particulares en cada momento.
    Como dice Loli en su acertado comentario, ya no se sabe si los gobiernos trabajan para ellos o ellos lo hacen para los gobiernos. Es un perfecto mestizaje del «poder».
    Un saludo.

  6. Lucas Montes dice:

    Muchas gracias por la reflexión. Con independencia de que cuando Clinton cometiera sus pecados la desregulación del sistema financiero ya era muy importante, por obra y gracia de Reagan, da mucho que pensar hasta donde se nos ha ido de las manos. Pero es el último párrafo el que supone un tremendo aldabonazo: «…es como para preguntarse si los poderes políticos tienen todavía en su mano la posibilidad de reconducir el enorme poder alcanzado por los bancos y las instituciones financieras, o si esa posibilidad se ha perdido definitivamente y ya no hay quien pueda volver a meter al genio en la botella. Si fuera lo segundo, a las democracias les quedaría poco futuro».
    No quisiera ser negativo, pero lo que ha pasado en los últimos diez años es indicativo de la devaluación de la democracia: elegimos a los que nos gobiernan, pero no a los que mandan a los que nos gobiernan. Porque los bancos también controlan la información, la prensa, radios y televisiones; financian a los partidos y son los que realmente ponen las lineas verdes y rojas de la acción política. No hay más dios que el dinero… y es desolador!

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