Water distribution in Horn of Africa

Es una de esas preguntas del millón. Seguramente habrá infinidad de libros y artículos sobre ello, pero seguimos sin tener una respuesta definitiva. Probablemente porque no haya una que valga para todos estos países, vista la diversidad de situaciones en las que se encuentran. Aunque el tema es muy complejo, y por supuesto yo no estoy en condiciones de ofrecer la respuesta, no me resisto a aprovechar un interesante libro que acabo de leer para darle alguna vuelta a esta cuestión. El libro se titula “La Globalización de la pobreza” y el autor, Erik S. Reinert, es un economista noruego que se sitúa a sí mismo en una visión alternativa a la que está dominando el mundo en los últimos 25 años, tras la caída del Muro de Berlín. Según él esa visión alternativa es precisamente la que permitió a Enrique VII, en 1485, empezar a sacar a Inglaterra de la pobreza. Y es la misma que, después, aplicaron Francia, Alemania, Estados Unidos y la mayoría de los países que hoy se consideran ricos.

Resumiéndolo mucho, los postulados básicos de Reinert son los siguientes. En primer lugar, sostiene que ningún país sale de la pobreza sin un sector industrial potente. Sólo dedicándose al sector primario (agricultura, ganadería, extracción de materias primas, etc.) difícilmente lo conseguirá. Segundo, para desarrollar una industria que llegue a ser competitiva en los mercados internacionales, es necesario pasar previamente por una larga fase en que los gobiernos apliquen políticas proteccionistas, subvencionándola y frenando a los productos extranjeros de la competencia, mediante aranceles u otras medidas. Tercero, los gobiernos deben tener una visión estratégica y apostar por aquellas actividades industriales (no vale cualquiera) con posibilidades de competir a nivel internacional, porque puedan beneficiarse de economías de escala (a medida que aumenta la producción baja el coste de fabricar cada producto), de la innovación tecnológica y de otros factores. Por último, para que esa industria siga avanzando en su competitividad, llegará un momento en que los gobiernos deberán ir quitando esas protecciones y facilitar el acceso a los mercados de otros países.

Este es el proceso que, según él, han seguido todos los países que hoy tienen industrias competitivas. Y que, en cambio, los promotores del actual modelo de globalización están impidiendo a los países pobres. El conjunto de medidas que inspira esta globalización, conocido como Consenso de Washington, e impulsado por el Banco Mundial, el FMI y los principales países occidentales, incluye la rápida liberalización del comercio y de las inversiones extranjeras, la desregulación y la privatización de las empresas públicas. Según Reinert, en los países pobres en los que se han aplicado estas medidas, la industria local ha quedado desmantelada, la economía ha vuelto al sector primario y la población se ha empobrecido.

Por tanto, la principal discrepancia en cuanto al modelo de globalización a seguir no está en la fase final a alcanzar, sino en el ritmo a aplicar para que los distintos países vayan liberalizando su economía y se sumen a la globalización. El enfoque actual apuesta por una liberalización rápida, sin distinción de casos, y el que defiende Reinert apuesta por un proceso de liberalización que se ajuste en plazos y sectores a las circunstancias de cada país.

El enfoque actual, que según este autor se inspira en la teoría del economista inglés David Ricardo, que data de 1817, dio lugar a la idea de que enviando grandes sumas de capital a un país pobre este podrá poner en pie las estructuras de un capitalismo avanzado, aunque carezca de empresarios y de una estrategia gubernamental coherente. William Easterly, ex investigador del Banco Mundial y actual codirector del Instituto de Investigación del Desarrollo de la Universidad de Nueva York, admite el fracaso de las ayudas al desarrollo que se ha venido aplicando durante 50 años y que han consumido más de 2,3 billones de dólares sin éxito. Es más, según Reinert, las políticas de ayuda al desarrollo están limitándose cada vez más a montar una economía paliativa en los países pobres, con el fin de ayudarles a sobrevivir más que a vencer la pobreza. Políticas que, además, generan un nuevo tipo de colonialismo, al hacer depender a estos países del dinero que les envían los donantes.

Dicho esto, y aunque me suena muy convincente el planteamiento que hace este autor, me siguen quedando preguntas básicas en el aire.

Dejando aparte a los países ricos, que pueden recibir mucho dinero del exterior por su gran capacidad de endeudamiento, parece que cualquier país pobre que quiera progresar podrá basarse, en una primera etapa, en su mercado doméstico, tanto más cuanto mayor sea éste. Pero, llegado un momento, le será difícil seguir creciendo solo de esta manera y necesitará exportar productos y servicios a los demás. Es más, necesitará convertirse en un exportador neto de modo estable durante muchos años, a fin de que le entre más dinero del que sale. Eso le permitirá ir acumulando un capital propio que le ayude a seguir invirtiendo en sus sectores económicos más prometedores, en infraestructuras, educación, etc. Pero aquí surge ya la primera cuestión: ¿el mercado y el comercio mundial podrían admitir que todos los países fueran, a la vez, exportadores netos? ¿O si un cierto número de países lo son es porque, necesariamente, los otros son importadores netos? Si el primer escenario no va a poder ser nunca posible, como parece por pura lógica, significaría que nuestro modelo económico se basa en el segundo, un modelo en el que si unos ganan es porque otros pierden; es decir, un modelo en el que, para que unos países sean ricos es necesario que otros sean pobres.

Por otra parte, cualquier país que quiera despegar no se puede conformar con exportar cualquier cosa. El objetivo de cualquier país pobre (y no tan pobre) debe ser disponer de sectores económicos capaces de fabricar productos o servicios que, además de competitivos, sean también innovadores, de modo que puedan venderlos a unos precios suficientemente altos que les permitan pagar salarios elevados a sus empleados. Y que estos sectores crezcan y se multipliquen, para que lleguen a constituirse en la locomotora que tire del resto de la economía nacional. Desde luego, hay países que lo consiguen, pero son pocos. No solo por la propia dificultad de crear industrias de ese tipo, sino también por la dura competencia mundial que hay para mantenerlas durante mucho tiempo al nivel adecuado. Para hacernos una idea, solo en Estados Unidos había en 1920 unos 250 fabricantes de coches y 40 años después ya sólo quedaban 4.

Volviendo, por tanto, a Reinert: parece obvio que un país debe proteger a su industria de la competencia externa de modo que esta llegue a ser competitiva. Pero con eso no basta. Aunque todos los países pobres aprendieran la lección y la aplicaran muy bien, es muy difícil que pudieran crear sectores industriales suficientemente grandes, competitivos y duraderos como para tirar del resto de sus economías nacionales… y que todos ellos ¡se convirtieran en exportadores netos de productos suficientemente innovadores! Por supuesto, si además para acceder a los créditos extranjeros tienen, en contrapartida, que liberalizar de golpe el acceso a sus propios mercados, eliminando aranceles y subvenciones, entonces el panorama se les pone enormemente crudo.

Las cosas desde luego pintarían bastante mejor si los países avanzados estuvieran realmente dispuestos a aplicar todos los medios a su disposición para ayudar a los demás en su crecimiento. Pero eso significaría que los primeros ayudasen a los segundos a crear ese tipo de empresas y a hacerlas competitivas e innovadoras… sabiendo que, casi con toda seguridad, pasado mañana estas empresas acabarían compitiendo con las propias y quizás echando a algunas del mercado.

La cuestión es si a Occidente le interesa más seguir subvencionando a los países pobres, mediante fondos de ayudas al desarrollo o préstamos de dudoso cobro, para que estos dediquen parte de ese dinero en consumir productos exportados por las empresas occidentales, o ayudarles  de verdad a su desarrollo, asumiendo que si bien así estimularán la creación de empresas que quizás un día sean enemigas de las propias, también crecerá la capacidad de consumo en aquellos países y por tanto el volumen de sus mercados.

En cualquier caso, llegados a este punto, uno se plantea si hay, de verdad, solución para los países pobres. Y, si la respuesta es negativa, tendremos que plantearnos honestamente si el problema real no será el propio modelo económico en el que estamos embarcados, que nos va tan bien a unos y tan rematadamente mal a muchos otros. Ignoro, por supuesto, qué alternativa habría; pero si esta fuera la conclusión, convendría dejarnos de eufemismos como ese de la ayuda al desarrollo y empezar a pensar en otro tipo de modelo económico que realmente nos sirva a todos.

16 comentarios

16 Respuestas a “¿Hay alguna fórmula para que los países salgan de la pobreza?”

  1. Adam Smith dice:

    Por supuesto que no hay fórmula. Para la gran mayoría de nuestros problemas individuales y colectivos no hay fórmula. No la hay porque hay pocas certezas sobre los resultados de nuestras acciones individuales y colectivas. Para peor una de las pocas certezas es que nada es gratis, es decir, que debemos sacrificar algo para conseguir algo que valoramos más, lo que implica que tanto a nivel individual como a nivel colectivo se nos hace difícil tomar decisiones, mucho más cuando tenemos en cuentas nuestras limitaciones naturales.

    Y por si eso fuera poco, la política siempre controla a la economía (politics always trumps economics). Sí, como lo prueba la historia de la humanidad (siendo España ejemplo clarísimo), la búsqueda del poder coactivo legítimo (y del ilegítimo cuando fracasa la búsqueda del legítimo) pronto se transforma en competencia entre bandidos que destruye o construye según la etapa de su dinámica en que nos encontremos. Por suerte para la humanidad (pero para desgracia de muchas sociedades, por ejemplo la griega hoy día), los bandidos no pueden controlar territorios muy extensos y siempre hay margen para que algunos bandidos en algún momento acepten que su poder depende de que el resto de los mortales generen riqueza.

  2. Jose Maria Bravo dice:

    Interesante articulo que señala con bastante claridad la dificultad del desarrollo de los paises pobres.

    Aborda, para mi, los dos grandes asuntos: el crecimiento de la produccion o el crecimiento del consumo. La alternativa de un desarrollo productivo o la alternativa de un desarrollo de la capacidad de consumo.

    Es un gran dilema en nuestros dias y lo estamos viendo en los «mercados comunes», que, como idea basica,crea la contradiccion entre la fascinacion del consumo y el endeudamiento «impagable».

    Bucear en la idea expresada,en este articulo de Bautista, es un ejercicio que se nos presenta imprescindible

  3. Jose Maria Bravo dice:

    Acotacion al margen. No quise decir que, exclusivamente, el mercado comun crea la fascinacion del consumo y el endeudamiento impagable. Sino que ha sido su grave peligro que se evidencia en los momentos de crisis, como ahora.

  4. Adam Smith dice:

    Manuel,

    No he leído el libro de Reinert, pero en base a su resumen me resulta poco o nada convincente respecto a (1) la visión de Reinert sobre el proceso para salir de la pobreza, (2) la opinión de Reinert sobre el Consenso de Washington, y (3) la observación de Reinert sobre lo que habría sido la ayuda a los países pobres después de la SGM.

    En cuanto a (1) obviamente no tengo experiencia personal de un período tan largo de la historia, pero sí conozco muchas investigaciones que no me han satisfecho y algunas que me han dado pistas para mis propias investigaciones. La visión de Reinert no me parece aportar nada nuevo respecto de, por ejemplo, lo mucho que se investigó décadas atrás sobre Japón, Taiwan, Corea y Singapur. Cuando el análisis histórico se limita a las intervenciones buenas de los gobiernos se puede concluir que los gobiernos pueden ayudar a salir de la pobreza, pero uno no debe sorprenderse si otras investigaciones encuentran que los gobiernos han sido el principal obstáculo a que miles de millones salgan de la pobreza (algo que fácilmente se comprueba en la historia de Asia). No puedo ni quiero dar un juicio definitivo sobre la visión de Reinert porque no leí su libro, pero su resumen no es un incentivo para leerlo.

    En cuanto a (2), sí tengo experiencia personal directa con el Consenso de Washington y se bien que su autor (ver http://www.iie.com/publications/papers/williamson0904-2.pdf ) se inspiró en las experiencias de varios países de AL en los años 80 y que sus conocimientos de esas experiencias eran lamentables (por ejemplo, en 1985, JW no tenía idea de la historia económica de República Dominicana pero eso no fue obstáculo para asesorar al gobierno de RD en una nueva crisis). El famoso Consenso fue resultado de buscar el mínimo común denominador en los planes de ajuste y restructuración del FMI y el BM para los países en crisis de AL. Esa búsqueda fue un fracaso y su producto solo ha servido de monigote para divertir a intelectuales.

    En cuanto a (3) tengo experiencia personal directa con la ayuda a Africa a principios de los años 90, experiencia que entre cosas me llevó a cuestionar la ayuda como una farsa. Más allá de la poca eficacia de la poca ayuda que efectivamente llegó a Africa (baja eficacia de fondos canalizados a través de los gobiernos lo que generaba un serio problema de fungibilidad que los donantes no podían controlar), el problema siempre fue la corrupción de los países donantes, destacando Benito Craxi en la ayuda italiana y los funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Suecia. Relacionar esta ayuda con las teorías de David Ricardo o cualquier otro economista académico me parece ridículo, tanto por los montos efectivos como por los medios usados.

    1. Manuel Bautista dice:

      Estimado Adam,

      Es posible que yo no haya hecho un buen resumen del libro de Reinert, bien porque haya pasado por alto argumentos y matices interesantes o porque, en mi afán por resumir, haya enfatizado unas ideas y dejado aparte otras. Quizás tú habrías valorado más otros aspectos.

      Estoy de acuerdo en que la intervención de los gobiernos puede ser, y en muchos casos lo es, muy negativa para el desarrollo económico de un país. Sin embargo, yo no deduciría de ahí que, por principio, debieran mantenerse al margen. Es más, creo que el papel de los gobiernos es fundamental. La cuestión es determinar cuál debe ser ese papel. Y ese es, en sí mismo, todo un debate.

      Un problema es que cualquier política industrial o simplemente de fomento de los sectores realmente productivos, requiere una visión de largo plazo y una acción sostenida y coherente que no se suele conciliar con el cortoplacismo de los políticos, centrados en los logros que puedan rentabilizar en las siguientes elecciones. Otro problema es que la mentalidad de los políticos y funcionarios es muy diferente de la que tienen los empresarios.

      En cuanto a los programas de ayuda al desarrollo, he tenido alguna experiencia personal y también me lleva a ser muy escéptico sobre su utilidad. Otra cosa es identificar las causas de sus fallos y, sobre todo, indicar cómo deberían hacerse para que funcionaran bien. La corrupción es una de las causas por las que estos programas fracasan, pero no es la única. En ocasiones las diferencias de cultura entre los expertos enviados por el Banco Mundial o el BID y los locales están en la base de muchos de estos fracasos.

      Un cordial saludo y muchas gracias por tu comentario

      1. José Maria Bravo dice:

        Buceando en los valiosos y experimentados comentarios. He notado, en mi experiencia personal, coloquialmente, que uno de las razones del fracaso de las políticas ‘globales» de desarrollo, es el estereotipo del modelo. Cada region, podriamos decir «cada maestrillo tiene su librillo» y cuando se quiere implementar un modelo global hay factores especificos de cultura, incluso de espacio-tiempo que se deben tener en cuenta. También la tecnificación tiene una incidencia compleja que obvia factores de muchos valores «per se». Por ejemplo el fracking en la explotación petrolifera

  5. RBCJ dice:

    Parece evidente que el modelo actual no permitirá reducir suficientemente a medio , largo plazo el nivel de pobreza de los países pobres, definición un tanto abierta. La responsabilidad sin entrar en jerarquías también cae del lado de los gobiernos en países pobres. Las grandes multinacionales de distribución de materas primas buscan por el mundo y suelen encontrar gobernantes que no siempre defienden adecuadamente los intereses económicos de sus pueblos. Y no hablamos de un país o dos sino de muchos. Miremos el desastre de Brasil con el proceso de corrupción de su empresa Petrobras. Y no parece que Brasil sea de los países que incluimos en la lista de pobres. La educación irá permitiendo en los pobres ser más selectivos en la elección de sus gobernantes y en los ricos pues sigamos pensando en un nuevo modelo que creo de momento nadie ha encontrado. Mientras mejoremos las personas.
    Saludos

    1. Manuel Bautista dice:

      Estimado RBCJ,

      Estoy de acuerdo con tu comentario, pero tengo una duda: no tengo tan claro que la solución pase por la educación. La educación siempre es necesaria, pero si estamos pensando en cómo sacar a un país de la miseria, invertir solo en educación puede servir para que ese país acabe «subvencionando» a los países ricos, si sus jóvenes más formados tienen que emigrar para encontrar trabajo en estos países.

      La educación forma parte de un paquete de medidas más amplio. Y entre otras cosas tiene que ir acompañada de creación de puestos de trabajo para ellos en sus propios países, lo cual implica creación de empresas, etc.

      Un cordial saludo y gracias por tu comentario.

      1. RBCJ dice:

        Cierto Manuel la educación como adquisición de conocimiento no resuelve o coadyuva a resolver este problema. En España tenemos muchos titulados universitarios y estamos como estamos, parece que últimamente un poco mejor. El desafío es transformar el conocimiento en producto/servicio y si es posible adoptar el mundo como mercado natural. Estoy viviendo una experiencia personal con una empresa israelita que nació hace 5 años. Con el desarrollo de un algoritmo se ha posicionado en prácticamente los 5 continentes con accionistas privados , capital riesgo local y europeo y 2 multinacional aportando capital. Sin duda no podemos esperar esto de un país pobre en África o Centroamérica…pero ese es el reto de la educación que hablo, incluso para España.. No sé si el blog admite enlaces en inglés pero existe un movimiento en África liderado por un africano formado en EEUU para formar una red de universidades donde el objetivo final es formar emprendedores. A ver si les resulta bien http://knowledge.wharton.upenn.edu/article/one-entrepreneurs-plan-to-transform-africa-educate-three-million-leaders/

  6. Manu Oquendo dice:

    Es un asunto que nos afecta a todos y que no es central hoy en teoría económica porque no es del interés Político en Occidente.
    Nosotros, los países llamados Occidentales, estamos impulsando un proceso globalizador que es, primordialmente, un requisito para la supervivencia hegemónica comenzando por el papel de nuestros amigos de Estados Unidos.

    Esta «lucha civilizatoria» que a base de guerras estamos llevando a cabo, así como todas las tensiones, esfuerzos y coacciones por implantar nuestros modelos de comercio (Desde el WTO a los secretos TTIP, TPP y Servicios gestionados por «Obama fast track») son, en último análisis, formas de extender y tratar de perpetuar una supremacía que es ya de cinco siglos.

    El comercio internacional se justifica tradicionalmente sobre la base de la Ventaja Comparativa que en tiempos modernos tradujo del pasado David Ricardo.

    Nosotros usamos el Texto de Raymond Barre por entonces ministro de De Gaulle hoy –en versiones descafeinadas que tratan de escapar de un análisis serio del asunto– se cubre en versiones que van desde refritos de Samuelson al Mochón.

    No voy a entrar ahora en por qué me parece que David Ricardo no tuvo y no pudo tener en cuenta factores que en su tiempo no existían (costes del Estado Providencia, por ejemplo) y que con toda probabilidad nos ofreció otro ejemplo de supuesta ciencia al servicio de los intereses de su nación imperial.

    Solo voy a dar un ejemplo real que he usado en alguna ocasión.

    Se trata de una pequeña compañía líder en revestimientos térmicos de hornos industriales que globalmente factura algo menos de 400 millones de euros. No gran cosa pero de lo mejorcito en su campo. Están en una ciudad de Alemania.
    Lo que llama la atención es que esta gente lleva 160 años haciendo lo mismo en el mismo sitio y, básicamente, en el mismo entorno familiar y social.

    La pregunta que me hago es ¿Qué tipo de cultura, de valores personales y sociales, de actividad física e intelectual, de relaciones personales, productivas y comerciales es preciso establecer y mantener durante generaciones para crear algo así?

    ¿Es igual esto que la sociedad de consumo que hoy hemos impuesto como si no hubiese un mañana?

    En mi experiencia este tipo de cultura se da en muy pocos lugares del mundo y es algo sobre lo cual, con excesiva simpleza, pasamos por encima.

    Por cierto que esta cultura social existe también en Asia y en alguna región europea además del mundo germano y checo –como Emilia Romagna–, un enclave de excelencia productiva en Italia.
    En otro instante seguiremos.

    Un saludo y gracias por el artículo y comentarios.

  7. Adam Smith dice:

    Quizás ayude plantear el problema de la pobreza desde una perspectiva distinta. Aunque no podemos ignorar los países (estados-nación gestionados por gobiernos), la pobreza es un problema personal, es decir, independientemente del nivel de riqueza e ingreso promedio de un grupo social, en todos los grupos en un momento determinado es probable que haya por lo menos un pobre–y en algunos grupos sociales (cualquiera sea su tamaño y los criterios de inclusión que los definen) más pobres que en otros. La probabilidad de que un joven pobre pueda salir de su pobreza depende (a) de sus cualidades personales, pero también (b) de sus expectativas de oportunidades en el grupo social al que pertenece y del que espera alguna solidaridad y (c) de sus expectativas de oportunidades en otros grupos sociales a los que podría emigrar y en los que no espera solidaridad. Por cierto, (a) determina sus expectativas (b) y (c), punto que es crítico para las decisiones que tome el joven y sobre el cual podemos especular mucho pero afirmar poco, jamás lo suficiente para que los Samaritanos sean decisivos.

    Aunque estemos de acuerdo sobre la importancia de (a), los debates interminables sobre educación (=desarrollo personal durante la infancia y la adolescencia) nos recuerdan lo poco que todavía sabemos. La intervención de extraños (=ajenos al núcleo familiar) puede ser conveniente en muchos casos, pero una vez más no sabemos con certeza cuáles son esos casos y un mínimo de decencia debería limitar e informar nuestros intentos de decirle a otros lo que deben hacer.

    En cuanto a (b), si bien las expectativas de oportunidades dependen de (a) también dependen de su grupo. Si el joven pobre tuvo la suerte de nacer en un grupo que ofrece buenas oportunidades, mayor será la probabilidad de que salga de su pobreza sin emigrar. El problema es que en cuanto observadores interesados (sea que juguemos a científicos sociales o a simples trabajadores sociales) no tenemos criterios claros para definir el grupo al que el joven pertenece y nos centramos en grupos pequeños donde todos serían pobres (barrios o pandillas en las ciudades; tribus fuera de las ciudades) y una vez más las intervenciones de extraños (=ajenos al grupo pequeño) deberían reconocer las pocas certezas de sus fundamentos y consecuencias.

    En cuanto a (c), las oportunidades efectivas que el resto del mundo ofrece son un dato. Su percepción y su posterior transformación en alternativas relevantes para las decisiones del joven dependen de sus cualidades personales. La historia de la humanidad está marcada por una continua migración en búsqueda de oportunidades en otros grupos y la intervención de extraños en facilitar esa búsqueda puede ser eficaz (aunque muchas veces no lo haya sido porque los extraños fueron personas malas o falsas que engañaron a los jóvenes pobres). No extraña que muchos observadores piensen que la emigración voluntaria sea la mejor alternativa, a pesar de sus riesgos.

  8. Jose Maria Bravo dice:

    Me parece muy interesante lo que plantea Adam Smith. Y, me remite de nuevo al problema del «estereotipo». Por ejemplo, Samuel Huntington quien fallecio hace pocos años, planteaba que la inmigracion iba contra la identidad nacional norteamericana. Podria uno preguntarse cual es esa identidad nacional?. Pues la del «estereotipo». La del «red neck»?. O simplemente la del portorriqueño que no habla en español para que no lo confundan?.

    Hoy mismo dicen los periodicos que los griegos trabajan muchas mas horas que los alemanes. Ayer mismo se decia que era un pueblo que no trabajaba. Entonces siempre se dira pero es que el aleman es mucho mas productivo. Productivo en que?. Es un estereotipo de nuevo. Es posible y casi seguro, que en el manejo de los servicios turisticos el griego pase muchas horas y dando un excelente resultado. Y al mundo lo conforma eso. El mundo tiene alma, pies y cabeza.

    Por ejemplo, es muy posible, que un español tenga muchas capacidades en una profesion tecnica pero no hable ingles. Ese estereotipo le dara menos oportunidades de trabajo.

    Ahora se exige el «estereotipo» de tener varias maestrias, etc. Y, es muy posible y ademas comprobable que el «maestrillo del librillo» sea mucho mas productivo y eficaz.

    Hay tanto de esto en todo, Por ejemplo, en relacion a la inmigracion, no hay ecuatoriana «parada», cuidan ancianos, niños, etc. Hay mucho joven parado. Ningun, o dificilmente alguno esta dispuesto, español que busque ese trabajo para sobrevivir.

    Eso de la lucha de civilizaciones vive del estereotipo. Recuerdo que, en Colombia, los españoles tienen fama de malos empresarios, aunque sean buenos, se dice que de lo que hablan en las relaciones comerciales es de mujeres y de vinos. Por ejemplo, alli, se odia a Telefonica por su mal servicio y sus tarifas altas. Es muy probable un «estereotipo». Un «infundio» de la competencia comercial.

    O aquello del corrupto o del no corrupto. De todo esto parece vivir el mundo. Y en esa lucha cotidiana de las gentes comunes tambien estan las grandes negociaciones comerciales y politicas.

    En lo ultimos tiempos el auto abastecimiento del crudo en USA generalizo el «fracking». Se bajaron los precios. Se arruino Venezuela, Mexico de camino y tambien iban en el camino los paises arabes. Entonces estos ultimos bajaron los precios. Se desmontaron, entonces estrategias politicas, armamenticias y comerciales. Asi esta el mundo

    Hace unos

  9. Loli dice:

    Da la sensación que, desde que se elevó el «sistema democrático» al nivel de lo «máximo alcanzable» en cuanto a organización en la historia de la Humanidad, parece que ha habido, y hay, un empecinamiento por exportar e imponer su funcionamiento al resto del mundo.

    Me explico, primero no aparenta existir, o más bien no aparenta interesar que exista, una concienciencia clara de que ese proyecto de organización social aún está en ciernes, sin desarrollar en profundidad, en todos sus aspectos y posibilidades.

    Eso, seguramente, pueda tener su origen en que las sociedades en general, y el ser humano en particular, aún tenemos que solventar una lucha de poderes que pasa por ampliar la actitud de generosidad y respeto por el resto de seres, por el resto de sociedades y sus tiempos de desarrollo…eso, pienso, es democrático.

    Y es posible que esta actitud se refleje en el funcionamiento del complicado mundo de mercados y finanzas…..sus blindajes…sus desconfianzas….o su generosidad en créditos que se sabe atarán a pueblos enteros, por generaciones, a un «status» de dependencia servicial….sin poder desarrollar como es debido sus propias posibilidades de generar riqueza.

    En Europa, países más desarrollados…sí, pero con un funcionamientos mucho más inflexibles y restrictivos respecto a su capacidad de interactuar y empatizar, (quizás la herencia calvinista tenga que ver con ello), imponen, a veces con formas y maneras inmisericordes y nada acogedoras, su particular manera de concebir una gran sociedad democrática, como podría ser la UE.

    Parece imponerse una visión únicamente mercantilista de ese sueño de sociedad…, y son los países del Norte de Europa los que con más rigor parecen marcar esa dinámica…también los más ricos (Calvino sigue influyendo..me temo). Y, qué curioso, siempre sobre aquéllos otros países que, en algún momento sí que fueron o constituyeron la base de nuevas civilizaciones, y aún hoy…acumulan tesoros y sorpresas históricas…(a lo mejor también esos países norteños que les cuesta tanto deshacerse de estereotipos mercantilistas, y no hacen caso de que su historia más antigua está todavía pidiendo que la miren, con otros ojos, porque tiene cosas que aportar), que conformaron en su momento lo que podría ser Europa….

    Europa….no con el referente económico como base principal, si no, en todo caso, como herramienta de ayuda al principal motivo de esa unión,….¿quizás la cultura?.

    Al menos da la sensación de que existen no pocas semillas de origen arcaico, tesoros históricos en todos los aspectos, artísticos, científicos, arqueológicos, geográficos ….en espera de su «cultivo», en espera de encontrar un sembrado adecuado.

    Esa manía de no repetar el proceso evolutivo y de desarrollo de las distintas sociedades, de los distintos pueblos….de no ayudarles a ello, sino imponerles nuestro modelo a toda costa, aunque ni esté completado, ni siquiera entendido por nosotros….está trayendo, creo, importantes complicaciones.

  10. Loli dice:

    Quisiera matizar que, cuando hablo de un objetivo más amplio y enriquecedor del proyecto de Unión Europea, y lo relaciono con la cultura, mi intención no es ceñir esa cultura a un espacio geográfico y demográfico determinado, sino que, cada vez estoy más convencida, que todo intento por bucear en las raíces de los pueblos, y darles la oportunidad de descubrirse en ellas y seguirlas, conducirán a caminos y encuentros insospechados…lejos de convenciones académicas para su divulgación….o doctrinarias para su control.

    Si Europa es capaz de anteponer ese concepto generoso «cultural» y abierto a los pueblos, igual estará posibilitando el acceso a ese cultivo profundo que empiece a desvelar caminos y rutas sorprendentemente comunes, aunque la geografía sea lejana.

    Pero hay que ayudar a los pueblos a crecer en ello…y tememos el crecimiento de los países más desfavorecidos….por la razón que da pie al artículo de Manolo…porque, tal y como tenemos montado el «dichoso chiringuito», da la sensación de que si no existen «países pobres», otros países no serán «ricos»…..

  11. Mundonuevo dice:

    Efectivamente Loli, el «dichoso chiringuito» está montado por unos cuantos enfermos mentales de avaricia, consentido por todos los que han convencido de que «no hay alternativa mejor» y sufrido por una inmensa mayoría de seres que no les dejan hacer otra cosa que sobrevivir.
    Para ver los mecanismos del chiringuito que hacen que los ricos sean cada vez más ricos a costa de que los pobres sean cada vez más pobres, se puede echar un vistazo por ejemplo a este artículo: http://utopiadejuancarmona.blogspot.com.es/2014/06/naciones-establo-y-iii-el-mercado-global_6597.html
    Ese 1% al que alude Stiglitz al final del artículo, los enfermos de avaricia que no quieren que el mundo sea de otra manera, utilizan todo su poder y todos los medios a su alcance para que nada cambie, incluyendo ejercitos poderosísimos y control de las poblaciones por medios tecnológicos de todo tipo.
    Por tanto no, no hay fórmula alguna para la igualdad humana en el mundo en que vivimos. Si queremos de verdad la igualdad entonces el ser humano tiene que dar un salto radical y absoluto en su conciencia, y superar el miedo que da luga a la avaricia, y que nos lleva a la dinámica de tener-poseer-atesorar-acumular-controlar. Lo siento mucho pero no hay ningún sistema económico ni político ni social ni religioso que haga de repente al ser humano evolucionar del egoismo al compartir, del acaparar al repartir, de la competencia a la ayuda mutua, de la guerra a la paz, de la explotación al reparto equitativo, de la esclavitud a la libertad, de la locura avariciosa a la cordura generosa. Sí que hay un sistema de organización que evita la corrupción, pero tiene como condición que todos hayan superado la avaricia, porque mira donde estamos y la esquizofrenia avariciosa en grado sumo solamente afecta al 1% del total de seres humanos.
    Pero la avaricia es esquizofrénica y autodestructiva, por lo que el camino actual de la humanidad está claro para quien lo quiere ver. La civilización actual está en sus últimos estertores y si no se produce el salto evolutivo de la conciencia pronto, terminará de caer al desastre, ya que el planeta tiene sus límites y no da para mucha más acumulación y derroche.
    Los que queden empezarán de nuevo otro ciclo, a ver si esta vez encuentran alguna manera de controlar la avaricia.
    Mientras tanto nos queda la interesante tarea de hacer que supere la avaricia aquel ser humano al que podemos convencer de todo y que podemos hacer que cambie a nuestra voluntad: el ser humano que llevamos puesto todos los días: nosotros mismos.

  12. Loli dice:

    El problema quizás radique en que ese «chiringuito avaricioso» lo queremos y lo hemos refrendado nosotros.

    No creo que un 1% de la población padezca «esquizofrenia avariociosa».

    Me parece que un porcentaje elevadísimo de nuestra sociedad sufre….sufrimos, de falta de empatía, de miedo insuperable al futuro, de aislamiento, de falta de iniciativas, de recelos y falta de solidaridad hacia otros, hacia cambios necesarios para que esa parte del mundo que hasta ahora parecía que no nos tocaba en nada, pero a la que empobrecíamos, de pronto llame a nuestras puertas.

    No, no me parece que el asunto se pueda dividir en «buenos» …el pueblo sometido al que desvalijan los «malos» o ricos maquiavélicos.

    Es mucho más complejo. No existirían, a lo mejor, políticos corruptos o avariciosos…ocupando siempre parcelas de poder, si esos mismos vicios no estuvieran presentes, de alguna manera, en la población. Los votamos nosotros. Y así quizás ocurra a nivel global.

    Las lecturas generalistas, o fáciles….es lógico que las hagamos desde el reconocimiento de lo poco que conocemos de matices y la falta de cultura política que, hoy por hoy, y como varias veces se ha apuntado en este blog, adolece nuestras sociedad.

    Por eso, creo, que el esfuerzo por discernir en nuestras conclusiones aquéllo que está más o menos inducido desde ese «cuarto poder», o medios de comunicación, de todo lo que ignoramos, y de aquéllo que responde a esteriotipos o soflamas facilonas, por mucha razón que pensamos nos asista….pues sería un punto de partida….para entender lo que pasa, y empezar a cambiar….quizás.

    Un saludo

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