
El término poder blando (soft power) se emplea en relaciones internacionales para describir la capacidad de un actor político, como por ejemplo un Estado, de incidir en las acciones o intereses de otros actores evitando el uso de la fuerza o la coerción, valiéndose de medios más sutiles como su cultura, su modelo social o sus valores políticos.
El concepto es en realidad tan antiguo como la humanidad y podemos pensar cómo lo utilizaban ya los romanos u otras grandes civilizaciones para influir en otros pueblos por medios no solo coercitivos. El hecho de emplear una lengua como el castellano para escribir este artículo, si admitimos su origen en el latín, es indudablemente una prueba de la influencia que los romanos tuvieron en este país.
El poder blando se contrapone al denominado poder duro, que sería el empleado tradicionalmente por los imperios para hacer valer su preeminencia por medios militares o impositivos.
El término como tal fue acuñado por Joseph Nye, politólogo de la Universidad de Harvard, en la década de los 90 del siglo pasado en su libro “Bound to lead: the changing nature of American Power”. Nye, antiguo subsecretario de Defensa para Asuntos de Seguridad Internacional, se planteaba en su libro cómo debía EEUU mantener su influencia en el mundo, después de su exitosa victoria militar en la 2ª guerra mundial, reduciendo la necesidad de su presencia armada. Nye consideraba que los tres pilares básicos de este tipo de poder eran los valores políticos, la cultura y las relaciones internacionales.
El poder blando es menos tangible que el poder duro. Se ejerce a través de la imagen que se tiene de un país y de su sociedad, sus manifestaciones culturales (por ejemplo el cine, la gastronomía o la música) o los valores políticos que promueve. Esto influye en la percepción que la población de un país tiene sobre otro y acaba por condicionar las decisiones políticas que se toman.
Tradicionalmente dos de las mayores potencias de poder blando en el mundo han sido Estados Unidos y Europa. El modelo de vida estadounidense (The American Way of Life) y su cultura, transmitidos a través de la industria del cine y de sus empresas multinacionales han tenido un impacto decisivo en el resto del mundo. Es interesante observar que muchas películas de Hollywood hacen una exaltación continua de los valores norteamericanos mostrándolos como un modelo a imitar.
Es muy significativa a este respecto el caso de una encuesta realizada en Francia en los años 1945, 1994 y 2004 que reflejan la percepción de los franceses sobre qué país fue el responsable último de la liberación de Francia en la última guerra mundial. En 1945 el 57% de los franceses consideraban que la URSS fue el país que más contribuyó a la derrota del régimen nazi, mientras que solo el 20% lo atribuían a EEUU. En 2004 los porcentajes reflejaban que la percepción de los franceses era justo la contraria. La enorme contribución de la URSS a esa victoria es innegable, pero lo que ahora creen nuestros vecinos galos ha cambiado radicalmente gracias a las películas de Hollywood y la propaganda americana.
Hay muchos ejemplos de aplicaciones prácticas de este poder blando. Dentro del mundo de la cultura ya hemos mencionado al cine, con su gran capacidad de influencia, pero no podemos desdeñar la música en la que todo lo proveniente del Reino Unido o EEUU tiene un gran impacto (¿Cuántos grupos polacos o rumanos por ejemplo conocéis?). Es interesante aquí resaltar lo que algunos países emergentes en esta área están haciendo como la industria surcoreana del K-Pop, con influencia creciente en todo el mundo. En otro área cultural otro tanto ocurre con el Manga japonés, que se ha popularizado enormemente entre los jóvenes.
El idioma empleado tiene una gran importancia. La mayoría de los estudios, investigaciones, congresos, etcétera se hacen hoy en día en inglés, quedando muy escondidos para la mayoría la documentación o eventos realizados en otros idiomas. Esto le da una relevancia a lo expresado en ese idioma desproporcionada a la importancia de los contenidos de los mismos y les da una ventaja innegable a aquellos que tienen dicho idioma como lengua materna. A resaltar en este aspecto los esfuerzos que hacen países como Francia o España (a tevés del Instituto Cervantes) para expandir el conocimiento de sus idiomas, ya que saben la capacidad de influencia que supone la lengua.
Otra manera de influir es mediante las ayudas económicas o de inversión. Así por ejemplo China está invirtiendo fuertes sumas de dinero en proyectos de infraestructura en países africanos. Estos países se convierten en deudores económicos del gigante asiático lo que supone un grado de dependencia de ese país que condicionará su política exterior. China aplicó una política muy generosa hacia estos países en época de la pandemia facilitando mascarillas y vacunas, lo cual los convierte en naciones agradecidas. Estos países tienen además recursos mineros muy importantes para las nuevas tecnologías electrónicas lo cual hace que esta política blanda pueda tener enormes rentabilidades económicas a largo plazo.
La Unión Europea tiene iniciativas como las de cooperación al desarrollo y la de la Pasarela Mundial (Global Gateway). Esta última moviliza recursos en torno a los 300.000 millones de euros con el objetivo de “impulsar conexiones inteligentes, limpias y seguras en los sectores digital, energético y del transporte, y para reforzar los sistemas de salud, educación e investigación en todo el mundo”. La misma Ursula von der Leyen afirmaba con respecto a esta iniciativa que “la UE aspira a afianzar su papel en el orden mundial, contrarrestando así el auge de la presencia china en todo el mundo”. Como se ve el poder blando no está tan lejos de la confrontación propia del denominado poder duro. ¿Por qué hacía referencia von del Leyen a China? Porque China puso en marcha hace tiempo la iniciativa de la Franja y la Ruta como estrategia de desarrollo de infraestructura global y cooperación internacional como herencia de la antigua Ruta de la Seda.
Brand Finance publica cada año un ranking de las naciones con mayor poder blando en el mundo. En su última edición los países que consiguieron mayores puntuaciones son, por este orden, EEUU, Reino Unido, China, Japón, Alemania, Francia, Canadá, Suiza, Italia, Emiratos Árabes y España.
Es interesante prestar atención a cuál ha sido la evolución de los distintos países en esta clasificación a lo largo del tiempo. Los primeros puestos se van repitiendo en el tiempo, pero se observa un ascenso creciente de China en la lista debido a su cada vez mayor reputación de nación tecnológica e innovadora.
España destaca en Cultura y Patrimonio (4º puesto), Medios y Comunicación (9ª posición) y Gente y Valores (11º puesto). Nuestro país ha mejorado de posición, escalando a la 11ª, pero será difícil que mejore si no hace sus deberes en algunas de las métricas que más peso tienen como son las de Gobernanza (en la que estamos en el puesto 28), Educación y Ciencia (puesto 27) y Negocios y Comercio (puesto 25).
En España, el Instituto Elcano publica un índice de Presencia Global que incluye datos económicos y presencia militar además de lo que denomina presencia blanda.
Los países en puestos mejores coinciden en gran medida con los que indicaba el ranking de Brad Finance mencionado anteriormente, lo cual nos permite darnos cuenta de la clara correlación que existe entre las estrategias de poder blando y las que hemos denominado de poder duro.
Esto es coherente con lo que Joseph Nye publicó en 2011 introduciendo el concepto de “poder inteligente” en el que abogaba por combinar el poder blando y el duro afirmando que el primero no funciona sin el segundo.
En el mundo empresarial existe un concepto que guarda similitudes con el tratado en este artículo y es el de la denominada reputación corporativa, que se refiere a la imagen que da una empresa al público y a sus grupos de interés. La reputación se forja a través de aspectos como la ética de la empresa, la honestidad, la calidad percibida de sus productos, su imagen corporativa, etc. Hoy en día se considera un valor muy importante para la empresa y que puede jugar muy a favor (si es positiva) o muy en contra (en caso contrario) de los intereses económicos e incluso de supervivencia de una empresa.
El término equivalente en el aspecto personal es de la reputación o prestigio de un individuo, aspecto que procuramos cuidar ya que somos conscientes de que una mala reputación puede arruinar nuestra vida social, mientras que una imagen de gran prestigio nos facilita enormemente las cosas.
En ocasiones la reputación precisamente esconde una realidad diferente y que, como suele ir unida a los prejuicios, nos predispone injustamente a favor o en contra de una persona.
Igual que deberíamos desembarazarnos de los prejuicios que conlleva la reputación o prestigio de las personas, deberíamos ir más allá cuando se trata de la reputación de una empresa o de un país ya que a veces nos dejamos llevar por opiniones comunes, pero que no siempre se corresponden con la realidad.
No quiero negar la importancia del poder blando de los países y su capacidad de influir, pero quiero alertar sobre el peligro de generalizar: ni la democracia es perfecta en EEUU, ni todos los restaurantes franceses dan la mejor comida del mundo, ni todos los ingleses son puntuales. Separemos las percepciones generales de la población de los casos concretos reales que se nos presentan en la vida.
Felicitar al autor por introducir la cuestión del llamado poder blando.
El momento es importante porque, desde que comenzó la Operación Especial de Rusia contra la OTAN en Ucrania, estamos asistiendo, por una parte, a los Límites de dicho poder y, por otra, al Declive militar de Occidente.
De hecho el «poder blando» –preconizado por Nye en los 90 y traído al gran público por Obama ya en este siglo– está hoy muy de capa caída globalmente dada la penosa situación interna de la Nación Norteamericana. Su declive y su fragmentación interna debidos a:
1. La creciente influencia de la Izquierda Postmarxista en su estructura de Poder de los EEUU (disfrazada de «liberal» en uno de los mayores triles semánticos de la Historia) y
2. Su cada vez más cuestionable capacidad de «Hard Power». Unas 70 guerras iniciadas desde 1945 y apenas una victoria (Isla de Granada). Por no hablar –todavía silenciada– de la Obsolescencia Militar de las grandes Armadas de Superficie que hoy vemos muy debilitadas ante enjambres de drones y misiles hipersónicos.
En otras palabras: estamos viendo que, entre los EEUU y la UE, manejamos unos presupuestos militares (excluyendo los dedicados a espionaje y a guerras grises) que son unas 20 veces superiores al de la Federación Rusa y pese a ello y a la esforzada entrega de vidas de hombres de Ucrania Occidental, las armas rusas y su estrategia dirigida por Guerasimov (estudiado en todas las academias militares de Occidente) están ganando la contienda .
También estamos viendo gravísimos errores occidentales en la gestión de nuestro «supuesto» Poder Blando.
De hecho, de los 8. 000 Millones de seres humanos, al menos 7.000 no están de acuerdo con nuestros planteamientos y comportamientos y de los escasamente 1.000 Millones de «Occidentales» una buena parte no comparte ni las políticas ni los comportamiento de sus élites en el Poder. ¿Estamos en condiciones de ejercer liderazgo moral? Creo que no.
Ahora mismo Europa, los europeos, se asombra viendo los ardores guerreros de Úrsula Von der Leyen y de Borrell.
Úrsula porque nunca pisará una trinchera con cadáveres de jóvenes en el barro pero los envía encantada a ese destino, y lo de Borrell que no deja de ser asombroso porque se suponía que era el Responsable de la Diplomacia de la UE y no el Jefe militar de una panda de herederos de nazis estilo regimiento Azov.
El análisis de las razones requeriría de muchos folios y por ello voy a intentar resumir todo ello en la cuestión de Legitimidad Otorgada que expuso Guglielmo Ferrero en 1939 (en «Poder, los genios invisibles de la Ciudad»).
Su tesis es que, independientemente de la legitimidad formal, hay una mucho más poderosa: la que es Libremente otorgada por cada ciudadano en su fuero interno. Es decir, la no controlada por el Poder.
En efecto, todos hemos sido testigos de una UE que nos ha obligado a escolarizar a niños en los presupuestos destructivos de enfrentar su realidad biológica con los géneros sugestionados (Leyes de 2006 en el PE) y la profunda falsedad de atribuir como fuente del calentamiento al CO2 antropogénico silenciando los auténticos generadores de temperatura ambiental. Todo ello para disponer de una palanca Totalitaria y Fiscal que culpabilice y explote fiscalmente a los ciudadanos.
1. Paneles solares –decenas de miles de millones– que son oscuros y devuelven en forma de calor hasta el 80% de la luz que sobre ellos incide (20% de dicha luz se va en generación de electricidad)
2. Torres eólicas que operan a entre 40ºC y 80ºC.
Es decir, gobiernan mentirosos y pretenden ser creídos.
En estas condiciones deberíamos arreglar nuestra casa porque estamos haciendo el ridículo ante el resto del mundo. Algunos de cuyos países ya nos superabn científicamente muy de largo.
Hemos olvidado lo más importante del libro de la guerra Chino: «Si careces de la Virtud Moral no te embarques en una guerra porque la perderás»
Saludos
https://www.youtube.com/watch?v=zmfRG8-RHEI
Interesante artículo e importante comentario de Manu Oquendo. Felicidades en ambos casos.
El poder sea calificado como blando o como duro, no deja de ser siempre un deseo de someter a los demás.
En unos casos con la manipulación y la propaganda masiva (Bernays) en otros -comose punta en el artículo- con la coacción y el chantaje (tal como lo vivimos en la llamada «pandemia»).
En todos los casos se trata de reforzar las élites oligárquicas y debilitar a los ciudadanos con una proletarización gradual y siniestra.
Para ello cuentan con el dinero extraído de unas u otras formas más o menos sutiles de quienes lo ganan con el sudior de cada dïa. Encima cuentan con el chantaje emocional: la culpa la tienen los seres humanos por la maldad intrínseca en todos nuestros actos y la propagación mundial de una especie maldita.
Evidentemente no admiten réplicas a su poder y a nuestra necesaria sumisión.
Un saludo.
Desconocía este concepto de «poder blando», aunque hace tiempo que venía notando que, cuando un país produce grandes cantantes, o escritores, cineastas, arquitectos, cocineros… todo el mundo vale, esas personas o grupos son los mejores embajadores de ese país.
Y si fuera de nuestras fronteras, la gente quiere leer nuestra literatura, ver nuestras películas, escuchar nuestra música, ver nuestros edificios singulares o probar nuestros sabores, eso repercutirá en muchas personas, en generar riqueza, en promover puestos de trabajo, en admiración y en muchas cosas buenas.
Ahora bien, creo que en nuestro país, somos un poco cainitas. Cuando uno de los nuestros destaca, tristemente muchas veces se le machaca. Tenemos artistas que han llevado el español y lo español por todo el planeta, y aquí reciben burlas en cierta clase de prensa. O desvían la atención a sus divorcios y amoríos, en vez de a su genialidad. Estoy pensando en Julio Iglesias, Enrique Iglesias, Miguel Bosé, Nacho Cano de Mecano, Vargas Llosa, y una lista interminable. Podrá o no gustarnos su obra ,o su hazaña deportiva, o su diseño… pero reconozcamos y aplaudamos su genialidad. Su «poder blando», nos beneficia a todos.
En Reino Unido, a sus estrellas se les da el título, merecido de Sir. Sir Elton John, por ejemplo. E igual ponen en valor a sus modelos, bailarines, arquitectos o diseñadores. Aquí, tenemos algunos premios importantes, como el P.de Asturias, pero quizás van mucho enfocados a la cultura académica, valiosísima, sí, pero hay muchos más seres brillantes, y ha habido, entre nosotros.
Revisemos nuestra historia, nuestro pasado, lleno de nombres memorables, impulsores de grandes hazañas que han cambiado el mundo. Y la próxima vez que nos sintamos tentados a criticar, a descalificar, inconscientemente, porque es lo que hace mucha gente, porque lo hemos oído, porque lo ha dicho no sé quién… pensemos que ese «poder blando» que ejercen esas personas que viven o ya vivieron, representantes de nuestra idiosincrasia, nos beneficia a todos, porque muchas personas de todo el planeta, a través de ellos, querrán conocernos, admirarnos, comprar nuestras producciones, vibrar con nosotros. Dejemos atrás de una vez para siempre la «Envidia Nacional» y nuestra auto desvalorización y reconozcamos a tantos y tantas españoles brillantes.
*Ah, y cuidadito de paso con la «cultura de la cancelación», muy de moda en ciertos sectores últimamente. No cancelemos a nadie. Mirémosles con ojos de admiración.
Hola Emelia. Estoy de acuerdo contigo en que necesitamos reconocer mucho más a las personas destacadas de este país. Aunque hay reconocimientos oficiales (premios como el Princesa de Asturias, el Cervantes y otros muchos) tenía mucha razón Díaz-Plaja cuando hablaba de la envidia como el mayor pecado de los españoles.
Este pecado ha hecho que no siempre demos el reconocimiento que merecen algunos de nuestros compatriotas, que se les critique de forma a veces feroz y que alimentemos en ocasiones nuestra propia leyenda negra.
Tienen que venir muchas veces de fuera a descubrirnos nuestras propias cualidades o las de conciudadanos nuestros de mérito para que nos demos cuenta de su valía.
Circula por ahí una leyenda que cuenta que cuando fueron repartidos los, creo siete Pecados Capitales, a España le tocó la Envidia.
A otros países la Soberbia, la Pereza, la Ira…, pero a nosotros la Envidia.
Nos cuesta mucho reconocer los valores de los otros cuando destacan… e incluso los nuestros propios. Esa secular falta de autoestima que viene de tan atrás, que han impulsado otros países sibilinos, para provecho propio…
Enlazando con el magnífico artículo de Francisco Díaz-Andreu: vamos a proponernos desde ya, a empezar a ver con ojos de admiración a tantas personas que son nuestros poderes blandos, que llevan el castellano por el mundo, nuestro cine por el mundo (y no hablo sólo de Almodóvar, tenemos directores de cine magníficos: Amenábar, Zambrano, Coixet, Bollaín, Garcí… y un largo etcétera).
Y podría seguir con cocineros, bailarines, actores, científicos, médicos, hispanistas, pintores (hace poco me enteré que la Escuela Hiper-realista de pintura, uno de los máximos representantes, Antonio López, es muy valorada en Alemania, por ejemplo).
Un pequeño ejemplo: si tú con tu trabajo o tu arte, contribuyes a difundir el Castellano por el mundo, imaginemos la de personas que van a disfrutar de ello: escritores, editoriales, profesores, actores, historiadores, filólogos, teatros, imprentas, cantantes, etc.
A veces, no es sólo brillar, también es ayudar a brillar a alguien más. No nos dejemos llevar ni influenciar por los que practican la Envidia. Aupemos a todos y todas nuestros Poderes Blandos.
Buena columna e interesantes comentarios Don Francisco
Me asalta una duda, ¿hasta que punto la necesidad de crédito a bajo tipo de interés que hay en muchas grandes empresas, por ejemplo, condiciona su comportamiento para que promocionen los criterios ESG, o los LGT.., o respecto los migrantes… etc?
Porque no sólo si no se pasa por el aro te quedas sin el crédito, es que además se debe de exhibir la complacencia de esa «cultura» empresarial con esa determinada manera de ver la vida. Sino estás muerto.
Y hasta que punto ese querer hacer pasar por el aro, esa nueva forma de colonialismo «Made in the Ivy League &Partners», está haciendo que muchas naciones o entornos culturales se quieran apuntar a los BRICS.
Eso es poder blando, duro, zanahoria o garrote.
¿Que está pasando en Uropa para que el status quo de naciones como Alemania pasen por el aro de que lo que le ocurrió al Nord Stream II fue poco mas o menos que un «accidente», mientras su población asiste estupefacta y si no se la censura?
¿Es el shadow banning una forma de poder blando de los algoritmos?
¿Lo es la censura? promocionada por los Davos de turno
Yendo a otro tema, pero relacionado.
Tenemos a IKEA, donde el poder blando se expresa por todos lados. Logo con los colores de la bandera sueca, nombres de los inventos imposible de pronunciar (sueco cañí), menú sueco, cerveza sueca y hasta vino sueco.
Tenemos ZARA donde el poder blando no existe. ¿Quien sabe fuera de España que Zara, Stradivarius, Massimo Dutti … son españolas? ¿Realmente venderían menos si no sólo se supiera que son españolas, sino que lo promocionasen, con colecciones en español, logos con rojo y amarillo, … ? Y que conste que estoy seguro de que Amancio Ortega y su entorno están mas que orgullosos de su patria.
Y volviendo a lo anterior.
Estoy seguro de que si tanto IKEA como Zara se oponen de alguna nimia manera a la marea woke, lo llevan claro.
¿Es el hacer de la necesidad «virtud» con todo lo woke, una medida del poder blando del wokismo? Y hasta que punto es algo tan forzado que es imposible de acpetar por otras culturas, mientras lastra la nuestra; que arrastrará a Occidente a una pérdida de protagonismo, de poder blando real, enorme; en no mucho tiempo.
Un saludo cordial.
Hola Pasmao.
Los ejemplos que pones son efectivamente nuevas muestras del poder blando. Cuanto más nos fijamos en nuestro entorno más ejemplos seguramente vamos a descubrir que normalmente nos pasan completamente inadvertidos.
Es muy interesante el caso que indicas de IKEA haciendo gala de su origen sueco. Es como los anuncios de coches que dicen «hecho con tecnología alemana». Saben que el consumidor asocia el prestigio del país con el que supuestamente hereda la marca que nos quieren vender.
El hecho de que Zara no lo haga, refleja la imagen que da nuestro país en el exterior. ¿Es conocida España por sus diseños de ropa y moda? No es algo por lo que seamos especialmente recordados. No sería lo mismo si fuera una marca francesa o italiana (de hecho Zara utiliza nombres italianos para algunas de sus marcas, aunque no tengan nada de ese país). Quizá el que existan marcas como Zara haga que poco a poco sea reconocida España en este área.
Efectivamente Don Francisco
La cuestión es que cuando ese poder blando no es espontáneo, sino devenido de una ingeniería social que vive en el rebufo de un poder blando anterior, caso de la Agenda 2030 por ejemplo; nos podemos encontrar que al final se convierta en debe y no un haber.
Occidente: USA, Uropa, Australia… son vistos en este momento como potencias neocolonialistas por el resto del mundo; por quererse imponer dicha Agenda de manera chantajista (pero vendiéndose como poder blando).
Dándose la casualidad de que dicho Occidente va a la baja mientras los otros van al alza. Y una de las medidas de su ir a la baja es esa necesidad de vender como poder blando lo que son simples medidas de coerción.
La revolución Meiji, por ejemplo, fue adoptada por Japón desde dentro del propio Japón, no fue impuesta desde fuera. Y fue una medida desesperada de recobrar un protagonismo que veían perdido. Estaba claro que Occidente no necesitaba imponer. Lo de ahora, con esas medidas proteccionistas y amenazantes indican todo lo contrario.
No se si me ha sabido explicar.
Un cordial saludo