“Yo ya no sé si soy de los nuestros”.
Pío Cabanillas.
El siguiente texto lo vamos a escribir dos personas: Yo y Yo. Por un lado, la que tiene clara su tesis, y por el otro, la que la cuestiona. Sacad vuestras propias conclusiones que, al fin y al cabo, es lo que se sugiere en el artículo.
He sido lo suficientemente ingenua todos estos años como para creer que al poder le preocupa que avance una ideología contraria a sus planes políticos. Si gobierna el Partido Popular y avanza Podemos, me regocijo pensando que están asustados y que por fin comenzarán a reflexionar, pero insisto en que, como decía al principio, he sido demasiado ingenua.
Lo que al poder le preocupa no es una ideología contraria a la suya, sino la diversidad de ideologías, o incluso las ideas que no han sido dogmatizadas y los criterios sin etiquetar, porque todo aquello que no pertenece a una masa es difícilmente manejable. Eso es lo de verdad peligroso. No que todos nos pongamos del lado contrario, sino que ideológicamente supongamos un grupo disperso al que no se sabe con qué tipo de discurso manipular porque no hay un mensaje común sino pensamientos individuales. Se trata de personalizar las ideas, individualizar objetivos y evitar la homogeneización.
Pero cuando hablas, Bárbara, de individualizar objetivos, la sensación es de “sálvese quién pueda”, de que no merece la pena unirse porque así se nos ve venir. Parece un discurso más egoísta que socialmente solidario.
Yo hablo del derecho a cambiar de opinión según nuestro conocimiento y experiencia, de tener claros nuestros valores por encima de lo que llamamos ideología, que a veces suena más bien a tener un carné definido para que se sepa de qué vamos y se nos pueda etiquetar rápidamente y sin esfuerzo. Yo hablo de que no nos vean venir hasta que hayamos llegado. No importa cómo de rebeldes o conservadores seamos, si nos movemos en masa con el mismo discurso no suponemos ningún peligro.
El pensamiento nazi tenía (y tiene) un discurso común, y se me ocurren pocas ideologías tan peligrosas.
Llamar a eso pensamiento me parece excesivo, pero aun así, ¿el peligro existía para el poder o para la población? Creo que son peligros distintos. Es más, es un gran ejemplo para hablar de esta especie de hipnosis colectiva en la que nos sumergimos cuando nos entregamos a una masa que acaba decidiendo por nosotros, por mucho que nos hayamos introducido en ella voluntariamente. Llega un momento en el que nos puede más la necesidad de pertenencia que la necesidad de transformación de la sociedad.
¿Das por hecho que cualquier grupo humano que en un momento dado decida unirse, implica aborregamiento?
¿Cómo de subversiva puede ser una masa? ¿Cómo de arriesgado puede ser el pensamiento único, por mucho que sea el nuestro y que tengamos la ilusoria certeza de que es el bueno? Todo lo que pueda ser etiquetado, y por lo tanto manejado, deja de ser peligroso.
No has contestado a mi pregunta, pareces un político.
Creo que es más fácil aborregarse bajo el ala del grupo, sí.
Sin embargo, acudiste a todas las concentraciones del 15M… Lo sé porque yo también estaba allí.
Recuerdo la alegría que me suponía acudir a las concentraciones del 15M y sentirme parte de aquello. Aquello que en un principio era un grupo de seres humanos dispares con ganas de darle un giro al sistema. Es muy distinto salir a la calle con el objetivo común de cambiar el “mundo”, a unirse con el objetivo de cambiar tu mundo y el de los que piensan como tú (y encima por ese orden).
Lo que propongo es revisar permanentemente nuestras ideas, adquirir conocimientos aun a riesgo de que éstos echen por tierra lo que creíamos que pensábamos, no tener miedo a descubrir que no sabemos nada y actuar consecuentemente en nuestro entorno. Convertirnos en una población civil imprevisible incluso para nosotros mismos, a la que nadie puede amenazar con quitarle lo que le han proporcionado porque ya se ha encargado de necesitar cada vez menos, y sobre todo, porque ha puesto en marcha sus propios recursos al margen del sistema.
No sé si esto suena neoliberal o anarquista.
El encasillamiento te lo dejo a ti, sería una contradicción por mi parte intentar definirme ahora.
¿En qué quedamos entonces? ¿Solos o en compañía de otros?
Es lo de menos. Podemos caminar todos juntos siempre que no olvidemos que nuestros destinos son individuales, al igual que nuestras ideas.
A ratos parece que estás en contra de la unión de las personas a la hora de movilizarse o defenderse.
Creo en la necesidad de asociaciones de vecinos, de trabajadores o de alumnos para protegerse, pero esto no debería obligar a compartir ideología. Se comparte mucho más; se comparte la preocupación por el bienestar de los demás.
No creo que tenga que existir un pensamiento común para cuidarnos los unos a los otros, más allá del único deseo de cuidarnos los unos a los otros.
Si lo que se nos pide a cambio de pertenecer a algo es pensar todos igual, casi es mejor no pertenecer a nada.
Lo que no acabo de entender es cómo puede avanzar el pensamiento individual para que de verdad resulte efectivo, transformador o peligroso. Por ahora suena todo muy abstracto.
Imagino que la forma de despistar a un gobierno es diversificar argumentos. Cada ser humano es distinto y eso es lo que enriquece a la humanidad, no la homogeneización que se esconde tras la palabra más vapuleada y peor entendida del diccionario: “Igualdad”. Todos los seres humanos deberíamos poder acceder a las mismas oportunidades, pero somos únicos y cada uno de nosotros puede aportar un mensaje diferente y personalizado, en vez de empeñarnos en repetir todos el mismo una y otra vez.
Si la población civil asumiera (asumiéramos) la responsabilidad de velar por la felicidad de los demás, al margen de un decálogo ideológico común, supondríamos mucho más peligro para cualquiera. Porque si lo que te lleva a manifestarte es el deseo del bienestar de los demás, incluso por encima del tuyo, el poder ya no tiene con qué intimidarte.
Entiendo que tú te mueves en los parámetros que predicas, claro…
(Ríe) Para nada, mi objetivo principal en este momento es conseguir un IPhone 6.
Muchas gracias por contestar a mis preguntas, Bárbara.
No sé si el artículo y un servidor han conseguido comunicarse. Me temo que no del todo. Pero algunos conceptos de los apuntados por Bárbara han resonado armónicamente con lo que mis neuronas aún guardaban.
Por ejemplo, la idea de que para el poder es más preocupante …..»No que todos nos pongamos del lado contrario, sino que ideológicamente supongamos un grupo disperso al que no se sabe con qué tipo de discurso manipular porque no hay un mensaje común sino pensamientos individuales»
Estoy de acuerdo en la segunda parte: lo del «grupo disperso al que no se sabe cómo»…..controlar.
El poder es muy sensible a la opinión pública y en nuestras sociedades, a pesar de la enorme manipulación a través de los Mass Media, mucho más.
Por ejemplo, el no ataque USA a Siria hace unos meses, el papelón de la UE apoyando a Kiev con todos los titulares en plan de Propaganda de Guerra y a pesar de las evidencias que apuntan a la autoría ucraniana del derribo del Boeing, o la reciente retirada del proyecto de ley contra el aborto (más de trescientos al día en una España que incapaz de reproducirse) son todos ellos fruto de la percepción que el Poder tiene de las Ideas en cada momento. Y esto independiente de la naturaleza verdadera/falsa de las mismas.
Que exista una gran fragmentación de ideas individuales (algo que estadísticamente es muy improbable) no es en principio preocupante porque tal masa amorfa es impotente en lo referente a resistirse o reemplazar al poder. Es lo que nos cuenta la historia y resume en términos sociales Mancur Olson en su obra «La Lógica de la Acción Colectiva» de 1965.
En otras palabras, la idea pasiva, aislada, no comunicada ni compartida sería de escasa relevancia para el poder.
No así al contrario: La idea comunicada, compartida y no controlada –o manipulada como dice Bárbara– sí es un problema.
Uno de los axiomas de ciencia política es que el poder, para sostenerse, necesita el apoyo implícito de la masa. Es indiferente si se trata de una tiranía unipersonal o de una democracia. El consenso tácito es lo que otorga la legitimidad suficiente para ejercer el poder (legislar y que las leyes sean obedecidas en general)
Esto, que comparten tantos tratadistas desde Marsilio de Padua hasta hoy, tiene a lo que parece una base sistémica que un neurólogo, Ashby, resumió a principios del siglo XX.
La Ley de Ashby viene a decir dos cosas:
1. El controlador siempre debe poseer más diversidad que el controlado.
Y si lo anterior no fuera posible entonces…..
2. La única forma de que el Controlador perdure es reduciendo la Diversidad del Controlado hasta restablecer su superioridad. Leyes restrictivas de libertades, de capacidad de decidir.
Es por tanto muy importante lo apuntado en la primera parte del artículo porque las ideas –que son los ladrillos de las ideologías– son un recurso de la ciudadanía.
Prácticamente el único del cual dispone para influir en el poder.
Pero esto exige que sean sólidas, que se compartan y se consoliden en Opinión en el Espacio Público.
Es muy importante la Solidez. Su «verdad». Esto ya en si mismo es una gran exigencia que no es nada fácil de conseguir sin esfuerzo, estudio y contraste cotidiano.
Creo que esta sería la primera tarea de cualquier sociedad humana que, buscando fines individuales y promoviendo los colectivos, pretenda zafarse del asfixiante poder que hoy controla todo……………….El poder político, el militar, el económico y…. el ideológico. Los cuatro cimientos estructurales del poder social (Michael Mann, Power in the 21st Century)
La reflexión final del artículo es también muy importante y quisiera comentarla.
Dice Bárbara: «Si la población civil asumiera (asumiéramos) la responsabilidad de velar por la felicidad de los demás, al margen de un decálogo ideológico común, supondríamos mucho más peligro para cualquiera».
Naturalmente. De hecho esta fue la causa de que a los primeros cristianos los llevasen al circo a ser comidos por las fieras. No hay nada más revolucionario que actuar a favor del prójimo.
Lo que dice Bárbara es, exactamente, la esencia del Nuevo Testamento.
Luego vino el acceso al poder, con Constantino, y se acabaron los martirios en público.
Aquí correspondería una reflexión general: Si nos concentramos en lo paliativo y no actuamos en lo estructural estamos reforzando las causas del mal.
Buenos días
Magnífico comentario, Manu.
Es cierto que, como comento en algún momento del artículo, no tengo del todo claro que la tesis que expongo no tenga demasiadas grietas sobre funcionamientos sociales e históricos que aún ignoro. He aprendido mucho con todo lo que apuntas.
Muchísimas gracias.