La natalidad ¿carga o esperanza?

A principios de junio, el Instituto Nacional de Estadística (INE) nos volvía a recordar lo que ya conocemos, pero no podemos, no sabemos o no queremos afrontar: que la natalidad está cayendo en picado y alcanza cotas cada vez más alarmantes.

El año pasado hubo la menor cifra de nacimientos en España desde 1941, año en que se empezó a registrar este dato. Solo en esta última década, esta cifra ha caído un 27%. Y de no ser por los nacidos de madres inmigrantes, un 22% del total, el panorama sería aún más desolador. No hay que ser adivino para hacerse una idea sobre la clase de futuro que nos espera si se mantiene esta tendencia.

Las causas de este problema son de sobra conocidas, como también lo son las medidas que suelen apuntarse para contribuir a su solución.

Refiriéndose al año 2013, la OCDE señalaba que mientras el gasto público anual en ayudas a las familias respecto al PIB en España era el 1,46%, la media de los países de la eurozona estaba en 2,55% (…)

De la experiencia de países, como Francia, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Irlanda y los países nórdicos, que han conseguido aumentar su tasa de fecundidad hasta acercarla al umbral de reemplazo (2,1 hijos por cada mujer de 15 a 49 años), se puede deducir que, en el caso de España, es muy importante facilitar el acceso a la vivienda para los jóvenes; reducir la precariedad laboral, que se ceba especialmente en este segmento de edad (el 60% de los menores de 30 años tienen contratos temporales); que se amplíen las plazas de guardería de cero a tres años (el 62% de los niños de estas edades no están escolarizados); que se implanten horarios flexibles que realmente permitan la conciliación de la vida laboral y la familiar; que se ayude sustancialmente a las familias que tengan hijos, mediante deducciones fiscales o subvenciones directas, entre otras medidas.

Naturalmente, aplicar esta política de fomento de la natalidad requeriría un aumento considerable del gasto público. Cosa que no debiera sorprendernos si tenemos en cuenta lo poco que se ha venido gastando en España en este campo, en comparación con los países de nuestro entorno. Refiriéndose al año 2013, la OCDE señalaba que mientras el gasto público anual en ayudas a las familias respecto al PIB en España era el 1,46%, la media de los países de la eurozona estaba en 2,55%, Alemania se situaba en 3,03%, Irlanda en el 3,40%, Francia en el 3,65% y el Reino Unido en el 3,95%. 

Sucede que en España el gasto público está fuertemente concentrado en las pensiones. En el año 2018 (…) se le dedicó el 43% de todo el gasto no financiero del Estado.

Sucede que en España el gasto público está fuertemente concentrado en las pensiones. En el año 2018, al pago de las pensiones se le dedicó el 43% de todo el gasto no financiero del Estado. De hecho, la Comisión Europea nos avisó el pasado mes de mayo que el gasto en pensiones en España era excesivo y pedía una mayor solidaridad de los jubilados con los jóvenes.

Por tanto, si queremos recuperar la natalidad, está muy claro lo que debería hacer el Gobierno. Es algo sabido y repetido hasta la saciedad. Lo que no se dice tanto es que aumentar el gasto público en este aspecto es condición necesaria, pero no suficiente. Si, en los próximos 10 a 20 años, el gasto público para incentivar la natalidad se duplicase o, incluso, triplicase, en relación con el PIB, con un poco de suerte nuestra tasa de natalidad se acercaría al umbral de reemplazo. Pero, no es seguro que eso suceda ni, probablemente, iría más allá. Porque los motivos por los que los jóvenes tienen menos hijos también tienen mucho que ver con otros factores, que podríamos llamar de tipo educativo. Entre estos factores, destacan los siguientes desde mi punto de vista.

Los motivos por los que los jóvenes tienen menos hijos también tienen mucho que ver con otros factores, que podríamos llamar de tipo educativo.

En primer lugar, la dificultad de establecer relaciones de pareja suficientemente estables como para construir un proyecto de vida en común a largo plazo. Sin llegar a ese punto mal se puede dar el paso siguiente de pensar en tener hijos.

En segundo lugar, influye la plena incorporación de la mujer a la vida laboral. Un hecho que, como en el caso del hombre, viene motivado básicamente por la obvia necesidad de garantizarse una independencia económica y por su deseo de alcanzar el reconocimiento y el éxito profesional, con las satisfacciones que ello reporta. No hay duda de que, en un contexto económico y laboral cada vez más competitivo y exigente, esto hace que, en muchos casos, sea muy difícil compatibilizar la vida laboral con la familiar. 

En tercer lugar, destacaría lo que, por expresarlo de algún modo, yo llamaría el culto a la libertad o a la independencia personal. Un concepto que se compatibiliza mal con la asunción de responsabilidades hacia terceros, sean estos una pareja estable, unos hijos o, incluso, unos padres mayores. Lo que en el vocabulario político actual se expresa como rechazo a las “cargas” familiares. Un calificativo que no es en modo alguno neutro porque cuanto más se cultive y se priorice esa versión de la libertad personal más fácil será contemplar cualquier otro compromiso que pueda limitarla como un obstáculo a evitar.

En cuarto lugar, la idea de que el objetivo de alcanzar la igualdad de géneros debe interpretarse en el sentido de que el rol tradicional del varón, reforzado por un diseño histórico de la sociedad profundamente patriarcal, es el referente a copiar por la mujer, fomenta una actitud por su parte de abandono, total o parcial, de lo que ha sido su rol tradicional, orientado en gran medida hacia la maternidad y el cuidado de los hijos. Eso sin que, al mismo tiempo, esté habiendo un cambio equiparable por parte del hombre en su corresponsabilización hacia las tareas familiares.

Se entiende perfectamente la reticencia de los partidos y de los medios de comunicación, en general, a reconocer que estos factores también están dificultando decisivamente la recuperación de la natalidad.

Desde este punto de vista se entiende perfectamente la reticencia de los partidos y de los medios de comunicación, en general, a reconocer que estos factores también están dificultando decisivamente la recuperación de la natalidad. Y, al no reconocerlo, difícilmente se le pueden buscar soluciones. Soluciones que, en cualquier caso, no deben pasar por volver a “encerrar” a la mujer en el rol de pasividad y de sometimiento al hombre que históricamente se la había asignado.

Intuyo que la solución a este problema es inviable si nos empeñamos en perpetuar un modelo de sociedad volcado en el continuo crecimiento económico, con la dura competencia que eso conlleva. De algún modo, la solución real requerirá, en mi opinión, poner mucho más en valor la afectividad, la generosidad y el tipo de sentimientos que desarrolla la maternidad/paternidad, frente a la excesiva valoración del éxito económico y profesional que casi monopoliza el interés de nuestra sociedad.

En realidad, lo que está en juego es mucho más que la natalidad, es que vayamos hacia una sociedad realmente humanitaria y solidaria, o que sigamos avanzando hacia una sociedad cada vez más individualista y egoísta.

4 comentarios

4 Respuestas a “La natalidad ¿carga o esperanza?”

  1. Manu Oquendo dice:

    En el análisis de causas creo que vale la pena profundizar un poco.

    Por ejemplo: en los años 70 el acceso a una vivienda para una pareja recién casada estaba limitado al alquiler. Solo los muy ricos podían comprarse una porque se necesitaba una «entrada» muy importante y una hipoteca prohibitiva y no a muy largo plazo. Las casas se compraban con lo «ahorrado». Detalle de gran importancia porque la gente podía Ahorrar.

    Por aquel entonces un alquiler razonable se llevaba el 35″ del sueldo del marido. No era todavía tan habitual como hoy que ambos trabajasen. Es decir, una proporción inferior a la actual para una pareja recién casada joven. Para mantener ese porcentaje hay que tener al menos dos sueldos en casa. Entonces los chicos se casaban antes de los 25 y hoy no suelen hacerlo antes de los treinta y algo.

    Estos diez años de diferencia en la edad del matrimonio son importantísimos a efectos Fecundidad ya que son los mejores años de la mujer para ser madre ya que a partir de los treinta la fecundidad de su vida se reduce muy fuertemente. Amén de que no hay ni color entre criar un niño a los veintitantos a hacerlo a los treinta o cuarenta y tantos.

    También era muy baja la tasa de desempleo y había mucho más empleo «industrial» o «fabril» que hoy. Es decir, el empleo era de mejor calidad. El empleo público a su vez era solo de unos 700,000 empleados para toda España hoy, esta cifra se ha multiplicado por más de 5 veces. Esta «losa» no caía sobre los hombros de la parte productiva de la sociedad.

    A su vez los impuestos que gravaban los sueldos de una pareja joven eran casi inexistentes y el IVA (hoy del 21%) no existía salvo una tasa testimonial (ITE) que era del orden del 1% o 1.5%. Solo a causa de estos dos factores ha habido un encarecimiento del gasto familiar del orden del 40% o 45%. Y, guste o no guste, un proceso de pauperización y mucha mayor fragilidad e inestabilidad de la vida familiar.

    En estas condiciones ¿Quién se puede embarcar en la gran tarea vital de tener y criar un hijo?

    Los historiadores y sociólogos –los que Gramsci llama Intelectuales «orgánicos»– suelen imputar la ridícula natalidad actual a «cambios de costumbres» y casi nunca entran en circunstancias Creadas por el Poder que tienen un papel determinante en la conducta de los gobernados.

    He conseguido llegar hasta aquí sin tocar el tema de los 100,000 niños abortados anualmente en España o el millón de muertos de los EEUU. Otro factor diferencial que desde 1974 se va imponiendo gradualmente por los gobiernos en todo Occidente.

    Es decir, desde cuando los EEUU va imponiendo las políticas abortistas como condición para financiación pública internacional. El famoso memorandum 200 de Kissinger a Nixon que permanece secreto pero operativo hasta, finalmente, 1991. Ya ha sido citado en el Blog. https://en.wikipedia.org/wiki/National_Security_Study_Memorandum_200. El memorándum tiene 123 páginas.

    La combinación de estos factores –y algún otro– da pie a que los mismos gobiernos que exacerban el recurso al aborto por directrices imperiales e ideológicas comiencen a fomentar la demolición de otros pilares de las sociedades occidentales –Metrópoli y Colonias–.

    Por ejemplo la demonización de la familia clásica y la entronización de arquetipos humanos «preferidos» por el sistema de Poder. Cuestiones estas que también arrancan en aquel memorandum para «alterar los arquetipos sociales » de forma que las sociedades se orienten a modelos humanos con cero natalidad o natalidad no natural. Caso del fuerte apoyo que los modelos homosexuales reciben desde entonces.

    Una consecuencia de lo anterior es que los Gobiernos Occidentales–también urgidos por la «metrica» torticera del PIB que lógicamente decaía con las políticas anteriores– comienzan a importar emigrantes a escala masiva acelerando así el empobrecimiento de sus poblaciones que ya solo crecen por la inmigración.

    Este proceso agónico ya habían advertido que pasaría, entre otros, Arnold Toynbee en 1939, Röpke en los 40 y hasta Brecht en 1952. De esta forma, el otro gran Objetivo de Gramsci, la Demolición Cultural de nuestras sociedades, recibe otro fuerte empujón propiciado desde los sistemas de Gobierno Público que los «Estados Vasallos» llevan implantando dócilmente desde poco después de la postguerra.
    «Estados Vasallos» es como Brzezinski denomina a la UE en sus apuntes de clase en la Johns Hopkins. Es decir, terminología propia de los autores citados que no son autores marginales. Todo lo contrario.

    China, por entonces gran abortista, comienza a darse cuenta de su grave error y a corregirlo. Creo que el gran cisma del Islam con Occidente arranca en que ellos caen en la cuenta de lo que estas políticas suponen y nosotros no.

    Gracias por traer cuestiones importantes. A esta en concreto y patrocinada por Sr. O`Farrill dedicamos en 2012 una conferencia en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. En su primera versión fueron 37 páginas. En versiones posteriores llegó a 45 y hoy día se sigue sosteniendo y ratificada por los hechos.
    La entonces profesora Elizabeth Warren que documenta la pauperización familiar en los EEUU (Harvard, Derecho Concursal) hoy es Senadora y candidata a Presidenta de los EEUU por el partido de los Clinton y Obama.

    En fin que es un buen tema para reflexionar y que no es ajeno a cómo hemos sido «gobernados» desde entonces.

    Saludos y gracias.

  2. Sedente dice:

    Grandes turbulencias en todo este viaje.

    Natalidad…. y dinero.

    ¡Qué viaje! ¡Qué viaje!

    Estamos cerca ya de los 8.000 millones de habitantes. Gente amándose a todas horas. En toda esta locura.

    Hace ya tiempo, actualmente ya saltan algunas voces hablando de ello sin reparo, que esto no hay quien lo pague. La deuda de todos y cada uno de nosotros tiene visos de inasumible e impagable. Se puede ir conjeturando al respecto.

    Teniendo esto en mente sumo el incremento de población de los más pobres, aquellos para quienes el dinero no frena sus necesidades amatorias, claro.
    Se produce en mí un pensamiento de mezcolanza que se incrementa con muchas más circunstancias.
    Tener, hacer o ser responsable.
    La responsabilidad sobre las cosas hechas nos lleva a frases casi insultantes para algunos del tipo «los hijos no pertenecen a los padres», pero quizás a otros les complace en grado sumo.
    Ir haciendo para que otros asuman la responsabilidad de lo hecho puede ser un relajo para aquellos en los que la vida es un mero paso donde mejor si más trozo de tarta te comas y donde todo es parte de un festival de sumantes aberraciones.
    Dicen muchos que al ser humano le caracteriza su racionalidad. Yo creo, muchas veces, que el exponente común es más la irracionalidad. No hay ser vivo que nos iguale.
    Somos unos auténticos maestros de lo irracional. Nuestra actitud para con todo lo manifiesta.

    Dinero.

    También existe para muchos, un poso de sentimiento temeroso que otorga el conocimiento del actual orden de cosas mundial. ¿Cómo voy a traer un hijo al Mundo si el Mundo está, como poco, enloquecido?
    Yo mismo he tenido ese pensamiento, demasiadas veces, lo admito. ¿A quién y a dónde llevo a alguien?¿En dónde y entre quién lo dejo?¿Qué le dejo?
    Esto aparece en conversaciones cotidianas muchas veces. Es un pensamiento que está ahí.
    No sé decir muy bien quién lo secunda y en qué grado o a raíz de qué tipo de cultura se desarrolla, pero está ahí.
    Todo esto acompañado de la irracionalidad y la irresponsabilidad que parece predominar.

    Luego está el Orden Superior de las cosas.

    Ese punto de inflexión natural en el que las cosas necesitan compensarse.

    La Naturaleza tiene muy claros ese tipo de valores. Hace «magia» con ellos. Tienen forma de fauces de león o de virus o de cataclismo. Es sorprendentemente imaginativa y variada.
    No puedo evitar, por ejemplo, ver esta pandemia como un elemento compensatorio natural a las actuales circunstancias. Otras veces lo veo como un castigo Divino. Sin cortapisas.
    Como diciendo. «toc, toc. ¿Hay alguien ahí? ¿Sois ya conscientes o todavía unos inconscientes?¡Holaaaa! Ya Me encargé de dejaros escritas muchas cosas. Toc, toc. Toc, toc. Holaaa»

    Y debajo de todas estas cosas estamos nosotros. Con nuestras parcelas y nuestras historietas de Mortadelo y Filemón o de Pepe Gotera y Otilio, de Carpanta y todos los demás.

    Un viaje con muchas turbulencias.

    42.000 € la noche en un «resort de lujo» en no sé dónde. ¿A ver? ¿Quién paga eso? Parece que nadie porque el resort está vacío. Unos ladrillos, unas vigas de madera, tres cortinas, cuatro palmeras, una piscina con una pared de cristal…
    ¡Uy sí! Es una cosa imposible para el resto de la humanidad. Solo los elegidos pueden llegar a ese nivel de sofisticación.

    Somos los reyes del ridículo.

  3. Manu Oquendo dice:

    El artículo de Manuel aborda la cuestión de un modo pragmático. Es decir, da por sentado que el sistema es inamovible a corto y camina hacia su lento final y que, por tanto, una saludable recuperación de la natalidad pasa por paliar, vía subvenciones, sus principales factores causales más aparentes: Precariedad laboral y Acceso a la vivienda para los jóvenes.

    Al actuar así aceptamos que nuestro sistema social condena a los jóvenes en su gran mayoría a ser «mendigos estructurales» a los que hay que subvencionar no para remediar sino para que lo notemos menos durante un tiempo.
    Esta es una metodología propia del sistema de la Social democracia que inexorablemente aumenta el problema.

    Vale recordar aquí que la población negra de los EEUU es el segmento social más subvencionado del Mundo y su predicamento solo va empeorando.

    Bastaría con interiorizar reflexivamente lo anterior para ver que las medidas a corto, «paliativos», no son remedio estructural porque además de agravar el problema conducen inexorablemente a una Melancolía patológica y perdón por la redundancia porque la Melancolía ya es una Patología en sí misma.

    Tenemos la obligación moral de, además de paliar a corto lo posible o lo imprescindible, Trabajar un poco cada día por Descubrir los factores estructurales de fondo y Ponerles remedio Cambiando Estructuras y formas de pensar disfuncionales.

    Algo que se dice mucho más fácilmente que se hace pero que tiene la indudable virtud de librarnos de esa tara que es la melancolía. Un sentimiento muy destructivo.

    Hemos de recordar e ir interiorizando la historia reciente. Al principio de la Transición España y Corea del Sur éramos económicamente muy parecidos. Hoy Corea es una Potencia Global y nosotros un apéndice problemátrico de una región que subvenciona a 400 millones de personas más que todo el resto del mundo junto. Al mismo tiempo Corea produce más patentes y derechos de Propìedad Intelectual que toda la UE. Datos de 2017. Los últimos disponibles.
    Aquí mismo Irlanda tenía nuestra Renta per Cápita. Hoy los Irlandeses nos han superado en un 40%.

    Es decir las decisiones o los caminos estratégicos que tomamos –porque no tuvimos otra opción o por lo que fuere– estaban muy equivocados.
    Y si queremos resolver vamos a tener que enfrentar la realidad con otro ánimo.

    Un saludo cordial y …mucho ánimo.

    Buenos días

  4. O'farrill dice:

    Estimado Manuel: seguimos pensando ingenuamente en modelos sociales entrañables pero desaparecidos: la familia, su formación, su desarrollo y sus relaciones estrechas que trascienden el hecho puramente biológico de la reproducción y la natalidad correspondiente. Todo ello desapareció hace ya bastantes años en base a otros modelos impuestos desde la colonización cultural o desde las propias guerras. La importancia de los medios de comunicación en todo ello no es baladí pues, de una u otra forma, mandan sus señales desde el espacio a la aldea más recóndita de la Tierra con series /modelo de niños y adolescentes gritones o adultos cuyo coeficiente mental es el de un babuino (sólo hablan y actúan en función del sexo). Por cierto no he visto ninguna protesta feminista por la emisión de estos engendros que dejan a las mujeres en muy mal lugar con respecto a los «machos».
    Los nuevos modelos de «familia» culminan hoy con un caso ilustrativo: una joven andaluza se ha casado con ella misma «hasta que la muerte las separe». El esperpento social lleva a suponer que ya no es necesario el acto de procrear, sino pedirlo con una «apps» al laboratorio correspondiente especificando caracteristicas. Los aprendices de brujo proveerán el pedido en tiempo y forma expidiéndolo a través de «Amazon». Son los mismos que intentan regular el clima del planeta a través de un decreto/ley, según les convenga. Estamos en el surrealismo metafísico del vulgar «cómic» y no tendría más importancia, si sus consecuencias no fueran tan graves y dolorosas para las personas.
    «La imaginación al poder» (mayo del 68) tenía al menos un soporte cultural e intelectual sólido. Hoy sólo quedan las fantasías adolescentes de la tierra de «Nunca Jamás». Conste que lo conozco muy de cerca.
    Decía Benedetti en uno de sus poemas: «al final hay que elegir». En eso estamos o deberíamos estar: o el mundo distópico e irreal que puede llevarnos a la destrucción si se trata de imponer o el mundo de la racionalidad humana que nos permita seguir siendo nosotros mismos, con nuestras virtudes y con nuestros defectos. La evolución -como bien sabes- no es una progresión lineal hacia algo indeterminado, sino las conquistas individuales y la superación de los retos que cada día tenemos que afrontar.
    El día que dejemos de jugar a «ser como dioses», destruyendo sin saber qué construir a continuación, seguiremos progresando en lo más importante: conocernos a nosotros mismos y saber cuando nos equivocamos y cuando acertamos. Nada de «mesianismos» ni megalomanías estúpidas fruto del capricho de unos para someter a los demás. No nos representan a muchos que ya somos poco capturables.
    Un saludo.

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