La manipulación y el engaño de la población por parte de sus dirigentes políticos es una práctica habitual, incluso en las democracias. Con todo, lo que viene sucediendo en España durante la pandemia del coronavirus es escandaloso. Especialmente, si nos centramos en Madrid.
Por las cifras de contagiados, ingresados en las UCI y muertos, en relación con su población, Madrid se ha convertido en el centro de atención en todo lo que se refiere a la lucha por controlar la expansión del virus. Pero, sobre todo, se ha convertido en el escenario de una lucha política descarnada entre el gobierno de su Comunidad y el de España, acumulando ambas partes una larga lista de despropósitos y muestras de incompetencia. Basta fijarse en los últimos acontecimientos.
El 5 de julio, Pedro Sánchez declaraba solemnemente que España había “vencido el virus” y devolvía a las Comunidades Autónomas el control de sus competencias en este ámbito. Sin embargo, en julio los brotes iniciales ya empezaron a extenderse; en agosto se superaban los umbrales de máxima alerta en gran parte de España, según el propio Ministerio de Sanidad y en septiembre el descontrol era evidente.
Durante estos meses la Comunidad de Madrid, gobernada por el PP (y Cs), dejó que pasara el tiempo sin tomar ninguna de las medidas que los expertos consideraban esenciales, como la contratación de suficientes rastreadores y personal sanitario.
Por su parte, el gobierno nacional, del PSOE (y Podemos), después de haber estado imponiendo su autoridad sin pudor durante los meses de marzo a junio, con la declaración del estado de alarma, optó durante el verano por quedarse de brazos cruzados, mirando cómo a las autoridades madrileñas se les iba la situación de las manos.
Después de varios meses sin comunicarse, Sánchez y Ayuso, presidentes de ambos gobiernos, acordaron reunirse el pasado 21 de septiembre. Si el objetivo de esta reunión era establecer una colaboración para gestionar más eficazmente la pandemia, no se entiende que el día anterior saliera en una entrevista el ministro de Transportes y hombre de confianza de Sánchez en el partido, José Luís Ábalos, criticando duramente a la presidenta Ayuso. Como tampoco se entiende que unos días después de que ambos presidentes hicieran grandilocuentes declaraciones sobre su compromiso de trabajar unidos por el bien de los ciudadanos, tras su reunión, Ayuso rompiese el acuerdo alcanzado entre su vicepresidente y el ministro de Sanidad.
Al final, tras el rifirrafe entre ambos gobiernos, y el correspondiente forcejeo legal, el de Sánchez impone, recurriendo de nuevo a la declaración del estado de alarma, unas restricciones a la población de Madrid que nadie entiende para qué sirven: ¿acaso tiene alguna utilidad para frenar la expansión del virus prohibir a 3 millones de madrileños que salgan de su ciudad, dejándoles en cambio que se muevan libremente en el interior de la misma?
El problema es que la lista de incoherencias acumuladas en esta historia ya es tan larga que resulta prácticamente imposible tomarse en serio las medidas que se anuncian y las explicaciones que se dan.
Si no se entiende la pasividad y la escasa voluntad de cooperación de que han hecho gala ambos gobiernos, y los dos principales partidos, ante los efectos de este virus, más incomprensible aún resulta a la vista del devastador impacto que las medidas para frenar la pandemia están teniendo en la economía del país.
De nada vale decir que la salud de los españoles debe primar sobre la economía, cuando las empresas cerradas y la gente en paro, que ya se está viendo, dibuja un panorama aterrador para el futuro inmediato.
¿A qué está jugando esta gente?
Seguramente los estrategas de los principales partidos puedan estar pensando que, como tantas otras veces en el pasado, con un poco de suerte ahora también podrán librarse del desgaste político si son capaces de extremar lo suficiente la polarización política por medio de un discurso que cargue las culpas sobre los otros de un modo que resulte suficientemente “creíble”.
Obviamente, este tipo de estrategia va a implicar, necesariamente, la intensificación del sectarismo político, aumentando las dosis habituales de mentiras y manipulaciones, con el fin de intentar colonizar y adoctrinar aún más nuestras mentes.
Pese a la perversión y descaro del juego, mucha gente volverá al redil y “comprará” lo que le diga “su” partido. Porque, no cabe duda de que, en tiempos inciertos, el calor y las certezas que proporciona la manada consuelan mucho.
Pero es muy posible que haya cada vez más personas hartas de tanta tomadura de pelo, a las que les va a ser difícil conseguir que vuelvan al redil del adoctrinamiento partidista; personas que tampoco se van a conformar con ejercer el típico voto de castigo, voto útil, resignado, o como se le quiera llamar.
Esta es, en mi opinión, la típica situación que puede acabar yéndose de las manos a los dirigentes políticos. A lo mejor el malestar acumulado no aflora de inmediato y hasta podría parecer que se desactiva y reconduce, pero en determinado momento cualquier cosa aparentemente tonta puede encender la chispa y dar rienda suelta a la desconfianza y al cabreo acumulado, desencadenando una de esas explosiones de rebeldía política o social que luego sorprende a todos.
Sin embargo, parece que nadie de los que están en los puestos de mando de la política en estos momentos está percatándose del riesgo tectónico que se está acumulando con tanto jugar con fuego.
La cuestión es si será posible avanzar socialmente por otro camino que no sea ni entregarse, una vez más, al adoctrinamiento sectario ni sumarse a la algarada chillona de los rebeldes indignados.
Vivo unos momentos, desde el punto de vista de mi pasada vida profesional, donde todo lo que me enseñaron, estudié, aprendí y traté de practicar con más o menos trabas, dificultades y baches…ahora….no vale…se ha borrado de un plumazo.
Podría entenderse (no justificarse) el desbarajuste que algo no in- esperado, pero no contemplado en una agenda de gobierno formada por gente tan poco preparada, inexperta y a pesar de ello, tan empoderada como la que sufrimos en este país, le pillase a “traspiés”, y al no saber qué hacer, tirase por la “calle de en medio” y practicara el “confinamiento” más salvaje y duro de toda la Unión Europea.
Lo que no tiene perdón es que tras el desastre que, a pesar de ello, supuso la pandemia en nuestro país, con el mayor número de infectados y muertos de Europa y entre los primeros del mundo, no se pusieran nuestros dirigentes las pilas para averiguar en qué habían fallado y ponerse a trabajar en resolver los fallos ante la más que probable segunda ola de toda pandemia que se precie de tal….no es nuevo.
Alternativas del siglo XXI, también para una pandemia que aún en su momento más terrible, no tiene las características, hoy por hoy, de la que hace un siglo justo asoló el mundo en plena Guerra Mundial, la mal denominada “gripe española”, ni en número de afectados ni de muertes.
Medios y estrategias del siglo XXI, para proteger personas y economías, mejor que lo se ha hecho…seguro que los hay.
Estudios epidemiológicos, estudios mil sobre supuestos tanto territoriales como de posibles nuevos patógenos, tecnología para afrontarlo y utilizarla sin necesidad de agredir directamente la libertad y dignidad de los seres humanos…desde luego que también.
Siempre me enseñaron, ahí están los distinto modelos de enfermería para desarrollarlos, que la mejor forma de cuidar a alguien en situación de vulnerabilidad era, primero atendiendo a lo inmediato, la enfermedad u otro estado del individuo o del entorno que le estuviera limitando gravemente su capacidad de respuesta, y luego, enseñando a la persona, capacitándola, a dar la respuesta desde sí misma, desde el mejor conocimiento de su capacidades y su potencialidad desde todos los aspectos posibles.
Hacerlo y además no tener miedo a ello..eso ayuda, así me lo enseñaron, repito, por ejemplo, a reconocer síntomas que sean comunes o propios en una persona y cuándo esas alteraciones adquieren un matiz distinto…etc..
¿Qué propicia esa formación?…a saber protegernos de pánico, el miedo a lo fantasmal, a lo “invisible”, y a reaccionar de acuerdo con lo que nuestro organismo y el medio en el que interacciona, va demandando….eso si quien debe posibilitar la actuación ante un riesgo sanitario generalizado….no oculta información.
Todo lo contrario a lo que se ha hecho y se está haciendo hasta ahora, sin constatación coherente, sin contraste de datos, sin tener en cuenta las variables, los entornos, sin matizaciones…sin poner en relación objetiva el número de contagios (los famosos y peligrosamente etiquetados como ”positivos”…etiqueta que entiendo sobra), con los que finalmente desarrollan la enfermedad Covid, y los grados de ésta, qué niveles de levedad o gravedad se están dando de verdad y en qué porcentaje, el verdadero número de camas ocupadas en los macrohospitales ubicados en zonas de alta densidad de población y su distinción de “camas bloqueadas”, es decir vacías y sin poder ser utilizadas para otras patologías, en previsión de un aumento de casos graves que las requieran.
Todos estos elementos no se están poniendo en el tapete para deducir y aplicar unas medidas coherentes en relación con una foto más ajustada a la realidad de la pandemia, y me pregunto por qué, ya que posibilidades y medios…los tenemos….¿no estamos en el siglo XXI?.
Sin embargo, parece que en todo esto, no es que no estemos mirando los avances de este siglo, sino que estamos mirando a las fórmulas que se utilizaban hace casi dos milenios…y antes…., para aplicarlas ahora, parece un despropósito, pero así es, de verdad que lo creo.
Es más, se está aprovechando la ocasión para recuperar una despiadada estrategia utilizada en la antigüedad y del que tenemos una imagen más estereotipada en la Edad Media.
Me refiero al “estado de sitio”, que se ponía en práctica cuando se trataba de doblegar la población de una plaza, una ciudad, que se pretendía dominar por la fuerza, y que se había hecho “inconquistable” por medios únicamente militares.
Muchas veces esa dificultad de conquista militar, venía dada, parece ser, bien por una superioridad militar en equipamiento y estratégica del emplazamiento, o bien, o seguramente por las dos cosas juntas, por la fuerza moral y psicológica que esgrimían sus habitantes, muchas veces, en estos casos, consecuencia de una prosperidad económica y cultural, que sabían desaparecería o peligraría en manos de quienes se querían hacer con el dominio… a la fuerza.
Ante esa resistencia, se optaba por sitiar el lugar, y no permitir entrar ni salir a nadie.
Las cosechas se perdían, los campos quedaban por años inservibles para nuevas siembras, la ganadería dispersa, robada por los sitiadores…o muerta por los mismos, los intercambios y rutas comerciales…destruidas.
La vida de la población “sitiada” dependía, en el tiempo, de la cantidad de víveres y provisiones acumuladas.
Cuando éstas empezaban a dar muestras de precariedad…a veces se recurría al chantaje de la población que empezaba a estar hambrienta, a debilitarse y a ser presa de enfermedades ya existentes y otras nuevas que se potenciaban por el “confinamiento”….
Se llamaba a la rendición, a la sublevación contra los dirigentes empecinados en no venderse… y a la renuncia de todo lo que habían conocido, libertad incluida, y ponerse en manos del asediador….
Esto a veces daba resultado…y otras no…siempre hubo valientes en la historia.
¿Nos suena también esto a algo…que esté ocurriendo en algún lugar ahora….”Pongamos que hablo de…”?.
Por cierto…el “lehendakari “Urkullu ha puesto, a toda prisa, el equipo jurídico de su gobiernos a estudiar la posibilidad de que con ellos se quisiera hacer lo mismo que con la Comunidad Autónoma de Madrid, cosa que no lo cree, que le parece muy improbable….pero….
Y otra cosa, pienso que sería conveniente echar una ojeada a los cambios que en las leyes sanitarias propone el presidente de la Junta Gallega, señor Feijoo.
Se lanza una pregunta desde el artículo aquí comentado : ¿a qué está jugando esta gente?.
Puede que la lectura, si hay opción a ella, de las propuestas del dirigente gallego, multiplique exponencial y estremecedoramente la interrogante de Manolo.
Poco o nada se puede hacer en democracia ante ciertas situaciones, pero eso ya lo vivieron los griegos frente a los espartanos, la diferencia es que antes vivían separados por el mar, y ahora estamos todos juntos. El oráculo de Delfos la televisión y los medios escritos en general. Nada ha cambiado.
Pensar a estas alturas que la situación política está motivada por la crisis sanitaria se me hace muy cuesta arriba. Yo diría más bien que se está aprovechando la crisis sanitaria para crear unas situaciones políticas determinadas, mucho más graves que el propio virus.
Estas situaciones tienen su origen un un sistema mesiánico del poder por unos llamados «políticos» que intentan transformar la sociedad (ya lo dijo Alfonso Guerra: «dejar al país que no lo iba a reconocer ni la madre que lo parió». No hace falta señalar cómo y de qué forma se transformó: el «pelotazo» y el «pillar» por donde fuera, la «beatiful people» (la hemos visto en la Casa de América) y poner patas arriba las instituciones públicas (para peor).
Para ello se ha preparado una sociedad anómica, hedonista y receptiva a todo tipo de propaganda mediática (ya se está preparando el reparto de fondos europeos en los medios de comunicación) perfectamente regada desde los presupuestos públicos.
El problema es que ahora se parte de una concepción distópica personal de un gobierno que bebe su formación en el «cómic» o en las series fantásticas de entretenimiento que a su vez, viene del mesianismo teñido de filantropía del globalismo. De esta forma no sorprende que el capitalismo rampante utilice como marionetas a los que «dicen» estar al servicio de las clases humildes, promocionándolos políticamente (en EE.UU. conocen bien el perfil de la «izquierda exquisita» de la costa Este).
Lo ocurrido en Madrid es sólo una pequeña muestra de cómo las gasta el poder ejecutivo (de «omnipotencia extraconstitucional y antidemocrática», según Spengler), interviniendo con una simple resolución administrativa en las competencias de una comunidad autónoma, garantizadas por la Constitución, sin poner en marcha el artº 155 de la misma, lo que ha valido un revolcón jurídico importante primero neutralizado después por uno más de los muchos decretos/leyes producidos (Truman dijo: «si no puedes convencerlos, confúndelos») que han creado un caos jurídico que, hasta las fuerzas de seguridad del Estado se han negado a seguir.
No es momento de esperar de «nuestros dirigentes» nada importante. Menos soluciones sanitarias que irán a la deriva de supuestas opiniones de supuestos expertos (inexistentes) incapaces de de dar la cara en defensa de sus opiniones. Me lo decía un policía de la calle: «no tienen ni idea de lo que hacen» o unos reporteros de RTVE: «nos están tomando el pelo». La pregunta es ¿hasta cuando?
Un saludo.
Cuando un joven menor o no de edad comete una tropelía, los responsables finales del acto, son sus padres; Cuando un barco se hunde por una serie de fallos concatenados, el responsable final, es el mando de mayor rango. Así podríamos enumerar cantidad de situaciones, donde la responsabilidad final, recaería en el mando único y supremo.
Partiendo de la premisa (y lo estamos viendo) que este gobierno quiere hundir la economía, trocear España (¿más?) para a la postre, entregar y dejar que se la repartan empresas globalistas extranjeras, así, el desmembramiento y miseria sería total.
– Pintadas en la estatua de Largo Caballero: ¿memoria histórica para quien?
– Madrid confinado: el ministro Illa utilizó datos antiguos para confinar así la capital. Navarra, intocable.
– La ministra Celaá, rompe el cerco y se las pira a pasar el “finde” a su pueblo.
– Si el Tribunal Supremo se achanta, Iglesias se irá de rositas. (y tiene toda la pinta que se achantará).
– Estado de alarma y el gobierno sigue aplazando el acopio de mascarillas para sanidad.
Y como estos, se podrían seguir enumerando decenas y decenas de despropósitos de este gobierno. Para el que este ejecutivo todo vale, “el fin justifica los medios”.
Creo Manuel, que no has sido respetuoso, (así lo he entendido) al calificar a los indignados y cabreados, que ven como se quedan sin trabajo o ya lo han perdido, los que no han recibido un duro de los ertes prometidos, familiares de fallecidos por el virus, pérdidas de libertades, gente que muy posiblemente tengan problemas para llevar comida a sus hogares y de seguro lo tendrán en los próximos meses, ……. de rebeldes y algaradistas chillones.
Y si, a este paso, esperemos que no explosione un “patriotismo duro”, que nos retrotraiga a tiempos pretéritos, nada deseables para nadie.
Publica hoy el Neue Zürcher Zeitung, periódico Suizo: ¿Es España un Estado fallido?
Saludos
En este foro no faltan personas con experiencia en dirigir organizaciones y en gestionar crisis a escala de las entidades de las que eran responsables total o parcialmente. El propio autor del artículo lo atestigua en persona.
De la pésima gestión de esta crisis dan cuenta los datos enviados por el Ministerio de Sanidad a la OMS incluso si, como parece, estos datos no responden a la realidad. Los datos clave (infectados y muertos del día y acumulados) se enviaban diariamente hasta septiembre y semanalmente desde entonces. La información cierta e inmediata de lo que ocurre es el principal recurso de cualquier técnico o directivo en una crisis.
Pues bien en España no hemos sido capaces de tener un mecanismo de información diario. De viernes a lunes prácticamente no ha existido información diaria. Ni a nivel autonómico ni a nivel nacional. Tras cuatro días laborables aparece un día que acumula tres. ¿Qué validez tienen estos datos a efectos analíticos? ¿Hay un ciclo semanal en el curso de esta enfermedad? No, no lo hay. Es una función continua y no discreta.
Para más INRI el Ministerio reporta los muertos de modo más restrictivo que las CCAA limitándose a aquellos que, –¡no habiendo tests disponibles suficientes por decisiones del propio Ministerio!– habían dado positivo en un test particular. Añadamos que la OMS acepta igualmente como válido un diagnóstico médico de la causa de la muerte como no podía ser de otra forma. Pues no, ahí se van Illa, Simón y sus Jefes a elegir lo que más les conviene a efectos «foto».
Así el 3 de Junio la cifra de muertos reportada a la OMS disminuye en 2000 y al día siguiente en 800. Es decir, nuestras máximas autoridades estaban muy preocupadas con revisar los datos históricos antes de irse de vacaciones de tal modo que no fuéramos los peores del mundo.
Esto da idea del nivel –¿catadura?– y de la experiencia práctica de los más altos gestores públicos actuales que es una de nuestras grandes debilidades estratégicas porque, si había alguna duda, este desastre de mortandad y económico lo acaba de certificar para asombro del mundo como apunta Ligur.
¿Cómo se puede gestionar un problema sin conocer sus dimensiones reales? ¿Qué datos debes mantener cuando te ves obligado a gestionar con los datos reales pero te dedicas a ocultar parte de ellos cara al público?
Estamos observando que la mortalidad es más baja que al principio y que los infectados detectados son más. El segundo parámetro es función del número de tests llevados a cabo –al principio no existieron durante varias semanas– luego su valor es muy relativo a pesar de que, públicamente, es lo que se viene usando.
¿Por qué la mortalidad cae?
Pues según me ha explicado una de mis nueras –microbióloga– esto también es un fenómeno natural. Las versiones más agresivas del virus matan y el virus pierde un anfitrión capaz de seguir infectando. Las versiones menos dañinas se reproducen y siguen contagiando porque el portador no muere. De esta forma, por debilitación de la capacidad del virus, se va produciendo el efecto rebaño. Un proceso darwiniano inverso en el cual el éxito reproductivo lo tiene el débil mientras el fuerte se muere con su víctima.
El autor, gran conocedor de Darwin, podrá aclarar mejor esta cuestión que a mi se me ha escapado hasta ayer.
En fin, buenos días nos de Dios y un saludo cordial al autor, comentaristas y lectores. Uno especial a Loli por un gran comentario. No cabe duda de que alguien está pescando en un río muy revuelto.
Gracias Manu por tu amable comentario.
La verdad es que te diría que no pierdas de vista a tu nuera ante la, más que probable, necesidad de hacerle futuras consultas.
Entiendo que este “virus”, rarito él, todo hay que decirlo, como tal se comportará perdiendo virulencia, pero también mutando en varias cepas.
De hecho ya las hay, pero no nos cuentan nada de ellas.
La que parece más extendida, aquí en la Península, y entiendo que en el Hemisferio Norte que comparte estación, y eso entiendo debe propiciar cierta homogeneidad, pero no soy ninguna experta, ha reducido notablemente su virulencia, menos, quizás, en un tanto por ciento muy reducido que produce cuadros más graves, y habría que mirar por qué y en qué población y condiciones..
Esta es una evolución natural…hasta en los “virus raritos”, que no dejan de mantener una cadena molecular de nucleótidos con base…”natural”, por así decirlo, es lo que entiendo, igual estoy equivocada….
De todas formas es lo que me enseñaron, de forma generalizada, pero con los conocimientos que se consideraban debían tenerse en cuenta en una humilde Diplomatura que, y quiero puntualizarlo, iba a capacitar a sus poseedores a cuidar de las personas lo mejor posible.
El tema es que, al tener una extensión mundial los problemas ocasionados por el SARS-CoV-2, y estar su transmisión y virulencia muy ligada, como todo virus respiratorio, a las condiciones climáticas estacionales, nos encontramos ante la realidad de que se está permitiendo acceder, en nuestro país, a personas procedentes de países de Hemisferio Sur, sobretodo de Sudamérica, sin ningún tipo de control o atención.
En estos países se está saliendo ya de la estación fría y nosotros estamos entrando en ella.
La consecuencia es que llegan cargas virales muy activas, no se conoce con qué cepas, y que aquí pueden encontrar la posibilidad de una sinergia de acción muy peligrosa….entiendo yo.
Por otro lado, nada se está comentando del número, al parecer muy elevado de inmigrantes del continente africano, que han ido desembarcando en las islas Canarias desde alguna islilla más pequeña en el Atlántico y cercana al archipiélago…desde hace varios meses… al parecer.
Ni mucho menos, aunque alguna reseña se ha dado en pequeñito en algún periódico, que la intención en colaboración con el Gobierno Central, es la de distribuir dichos inmigrantes por la Península.
¿Podríamos adivinar cuántos están destinados a Madrid….o eso dependerá de que la situación sanitaria de contagios no vaya como a algunos les gustaría, y no precisamente en el buen sentido?, lo siento pero parece que ya todos estamos aprendiendo a pensar como el Príncipe…Maquiavelo.
Nadie se está preguntando, y me asombra, por qué parece que la “pandemia” no ha afectado al continente africano, sobretodo el subsahariano en la forma en que se esperaba.
Quizás por ello, y porque no pueden ofrecer las imágenes dantescas y terribles que aumentaran el temor y miedo en la población, y que de paso ayudaran a los medios de comunicación en esa especie de empeño en ello, no se informa al respecto.
Sin embargo también allí ha llegado la pandemia, pero las consecuencias son distintas, afecta…por lo que sea, de manera más leve a una población, también es cierto, más joven y con otras actitudes culturales no tan ligadas a sistemas de salud institucionalizados, pues no los suelen tener.
Sin embargo la respuesta de la población europea, sobre todos de los de “primera acogida”, como puedan ser Italia y España, a una reactivación de la virulencia en las cepas que estén circulando del SARS-CoV-2, puede ser imprevisible y peligrosa.
Países como nuestros vecinos italianos…están tomando medidas más coherentes y proporcionadas.
En nuestro país….sigue habiendo “expertos del más allá”, fantasmas que se deben comunicar a través de extraños oráculos con nuestros dirigentes.
Los consejos de ministros en Moncloa se me antojan verdaderas sesiones de “espiritismo”, el problema es con qué clase de “espíritus” se están comunicando para hacer las majaderías con las que nos están destrozando.