La salud es lo que importa

Vaya por delante mi respeto a todos los profesionales de la salud que tienen y demuestran cada día su vocación de servicio a los pacientes, a pesar de tener que ajustarse al “sistema establecido” donde, el juramento de Hipócrates parece haberse olvidado: “Aplicaré todas las medidas necesarias para el beneficio del enfermo, buscando el equilibrio entre las trampas del sobretratamiento y el nihilismo terapéutico. Recordaré que la medicina no es sólo ciencia, sino también arte y que, la calidez humana, la compasión y la compresión, son más valiosas que el bisturí y el medicamento.”

Uno de tantos “mantras” repetidos hasta la saciedad es que “tenemos el mejor sistema de salud del mundo occidental”, lo que equivale a decir que los españoles gozamos de una salud de hierro, frente a las precarias condiciones del resto de los pueblos europeos o países desarrollados. En otros momentos nuestro sistema bancario era el más fuerte del mundo, pero hubo que inyectar miles de millones para mantenerlo aparentemente sano.

Y es que las mentiras siguen siendo mentiras por mucho que se las repita y lleguen a tapar las verdades. Esas que, un importante equipo de periodistas internacionales, empiezan a publicar, levantando las puntas de las pesadas alfombras del mundo de la salud.

La salud es el bien principal de las personas. Todos sabemos que, de ella, dependen nuestros proyectos de vida y, de la atención recibida, depende la confianza o no en el sistema sanitario del momento. Es más, está blindado como un derecho reconocido en la propia C.E.: “Artº 43.1.- Se reconoce el derecho a la protección de la salud.” ¿Qué quiere decir el legislador con esta frase que (como en casi todo el texto constitucional) queda al albur del gobierno de turno y de su interpretación posterior?

Históricamente, la salud ha sido responsabilidad derivada del Estado hacia dos sectores profesionales: la medicina y la farmacología. Ambos sectores han sido siempre especialmente duros en sus exigencias formativas, profesionales y vocacionales, porque se ha confiado en ellos las vidas de las personas. No sólo el médico era una persona respetada por su autoridad natural, experiencia y conocimientos, sino porque añadía el toque de proximidad humana con cada paciente. Lo mismo ocurría con el farmacéutico que, además de proporcionar específicos, era capaz de crearlos “exprofeso” para ayudar a los pacientes. Uno y otro, actuando conjuntamente, se ganaron el respeto de los enfermos.

El Estado por su parte, creaba las infraestructuras sanitarias necesarias para atender y acoger los casos en que, el requerimiento sanitario, precisase de una hospitalización. Unas infraestructuras que se han multiplicado a lo largo y ancho de la geografía nacional, con un alto coste para los contribuyentes y una organización sanitaria que empezaba por el llamado “médico de cabecera”. Una persona que no se limitaba a acudir cuando era llamado por el enfermo, sino que vivía generalmente en la misma zona y conocía todos los antecedentes familiares. De nuevo la confianza regía la relación entre médico y enfermo. Las llamadas “casas de socorro” resolvían un importante porcentaje de casos, lo que impedía la saturación hospitalaria.

La atención más especializada requería el concurso de otros médicos que, desde diferentes especialidades, atendían conjuntamente al paciente, estudiaban su caso, lo debatían y aportaban su experiencia clínica y humana para resolver el problema en el ámbito hospitalario. Hasta aquí todo bien, pero… nos hicimos “modernos”, los hospitales necesitaban “especialistas” y su escasa o nula experiencia y conocimientos, se intentó esconder a base de unos “protocolos” o procedimientos, sea cual fuere el problema sanitario que resolver (ya se sabe que no existen dos casos iguales). La responsabilidad se trasladaba desde el profesional al “protocolo”, transformándose la gestión sanitaria en una gestión económico-administrativa. Ya no es la vocación, sino el “dinero” o la cuenta de resultados -tanto del profesional como de las empresas sanitarias- lo que está en juego (una encuesta reciente entre futuros profesionales demostraba que, en el 80% de los casos, esa era la razón de haber elegido Medicina).

Al mismo tiempo, se obliga a los pacientes a aceptar unas reglas de juego donde los elementos formales (peticiones de cita, sustituciones y listas de espera entre otros) van desincentivando a los enfermos que, en muchos casos, se sienten como cobayas de laboratorio para experimentar en ellos fármacos, pruebas y tratamientos. El médico ya no está al servicio del enfermo, sino que el enfermo está al servicio de los profesionales de turno y del propio sistema sanitario que le exige además que conozca pero que no opine. Unos lo utilizarán para unos intereses determinados y otros simplemente seguirán las líneas que les tracen desde la política o la cuenta de resultados de quienes negocian con la salud en el ámbito público y privado (facturación al sector público por número de pruebas, no por la procedencia de las mismas). Es un sector especialmente sensible a toda clase de componendas financieras.

¿Por qué, en un determinado momento, se consideró que el sistema de salud estaría mejor gestionado desde los intereses privados que desde los intereses públicos, escondiendo tras esa falacia los negocios alrededor de la salud de las personas? La respuesta más obvia es que la “externalización” de gestión es al mismo tiempo externalización de responsabilidades. Ya no es el sistema público y político quien afronta quejas, errores, negligencias… Es un nuevo complejo empresarial de responsables, casi virtuales, quien lo hará y además pretenderá, como es lógico, obtener beneficios económicos sobre la salud humana, estableciendo un sistema de producción de servicios tasado en el tiempo de dedicación al enfermo. El mito de la “mejor administración” de lo público por lo privado, cobra fuerza y se impone al usuario. Con ello, no solamente el Estado declina su responsabilidad, sino que las reglas del juego permiten sistemas de oligopolios donde el paciente se convierte en “cliente” o, en su caso, productor de beneficios al que conviene exprimir.

El sistema parece consistir en la consabida receta de fármacos, varios volantes de pruebas repetidas muchas veces (vengan o no a cuento), en distintos centros (cuando se deberían hacer en el mismo y al mismo tiempo), donde al enfermo se le rebota desde las “citas previas”; escasa e imprecisa información sobre su problema (no vaya a ser que…) acabando por acatar sin posibilidad de cuestionamiento, su papel de cobayas inmersos en la “industria de la salud”. Todo ello bajo el mantra del “mejor sistema sanitario de occidente” que, los propios profesionales del sector desmienten una y otra vez.

Tengo delante un titular de algunos medios de comunicación, donde unos médicos británicos dicen que “las farmacéuticas causan miles de muertes”, refiriéndose al sistema de “sobremedicar” peligrosamente a la población. Algo que forma parte del “sistema” en el que se mueven las administraciones sanitarias en connivencia con los intereses de la industria farmacéutica. “El sistema de salud británico, está sobremedicando a sus pacientes, especialmente a las personas mayores y los efectos secundarios de los fármacos están provocando incontables decesos, hasta el punto de que el consumo de medicamentos con receta, es ya la tercera causa de muerte…

En las casas de los pacientes se acumulan cajas y cajas de fármacos cuya utilidad y pertinencia son discutibles o que sobran. Son parte del negocio. La factura por “cantidad” (un específico para la “gripe A” costó a España unos cuarenta millones de euros) más que por “calidad” clínica contrastada, es parte de la codicia de unos y otros, los que fabrican fármacos, los que los recetan sin criterio ni experiencia clínica, los que administran y gestionan el sistema sanitario y los pacientes que piensan que, a más pastillas, pruebas y recetas mayor garantías para su salud… ¡qué equivocados están!

21 comentarios

21 Respuestas a “La salud es lo que importa”

  1. Isi dice:

    Sñ. Laguna. De veras preferiría usted un diagnóstico basado en el «ojo clínico» frente a uno basado en un protocolo de actuación?. Piénsalo unos minutos.
    No diré que la medicina sea perfecta pero progresa adecuadamente. Se ha alargado la expectativa de vida considerablemente. Y su calidad. Nuestros ancianos gozan de muy buena salud. Se han herradicado multitud de enfermedades. Nuestro sistema sanitario cubre, sin importar el coste, la mayoría de los tratamientos. Y sobre todo, atiende por igual a todo el mundo. Al que tiene mucho y al que no tiene nada.
    Yo estoy orgullosa de nuestra sistema sanitario. Ojalá pudiera estarlo también del político.

    1. Juan Laguna dice:

      Estimada Isi, efectivamente creo más en la experiencia profesional que en protocolo técnico-administrativo. Tengo pruebas personales que, si le interesan, puedo contarle. Hoy mismo la madre de una amiga cumple 96 años y no ha ido nunca al médico. Mi abuela murió en la cama con 100 años sin ir al médico…Otra cosa es que haya una patología precisa diagnosticada con certeza donde haya que intervenir y otra que la sanidad se haya convertido en un artículo más de consumo en nuestra sociedad. Por cierto, los tópicos difundidos por la política y los medios de comunicación (ahora hemos descubierto la sanidad universal ¡nada menos!), las calificaciones o descalificaciones que se vierten a conveniencia de quien paga.
      En todo caso, como es lógico, mi respeto hacia sus preferencias sobre los protocolos. Un saludo.

      1. Isi dice:

        Sñ. Laguna. Los protocolos no sustituyen la experiencia profesional. Es la experiencia profesional la que ha llevado a elaborar esos protocolos. Conocerlos y aplicarlos es lo que hace de un sanitario un buen profesional. Ignorarlos o aplicarlos mal es lo que se conoce como » error médico». El «ojo clínico» o la simple experiencia personal falla más que una escopeta de feria.

        Todos conocemos de casos casos de personas que han envejecido con una buena salud pero hay muchas más que no lo han hecho. Las campañas de prevención, de vacunación, el seguimiento de embalados y otros protocolos sanitarios han salvado muchas vidas que antes de los 50 se quedaban en el camino.

  2. EB dice:

    Juan, le explico brevemente por qué está equivocado cuando afirma que la salud es el bien principal de la persona y que la atención sanitaria es un derecho constitucional. Si la salud fuera el bien principal entonces no haríamos muchas de las cosas que hacemos a sabiendas de que tienen efectos negativos sobre nuestra salud. Todos deseamos una buena salud para gozar la vida pero no dudamos en sacrificar nuestra salud para lograr otras cosas que deseamos más (el hecho que a usted no le guste esta preferencia revelada por unos cien mil millones de humanos en los últimos 100 mil años no cambia nada). Aunque en una situación existencial extrema prometemos compensaciones exhorbitantes a nuestros salvadores si es que efectivamente nos salvamos, los salvadores saben que no deben esperar ni la décima parte de lo prometido.

    Respecto a la atención sanitaria, si bien es cierto que los textos constitucionales más recientes incluyen un “derecho a la salud”, esta inclusión no pasa de ser un vulgar intento de asegurar que el gobierno en cuanto gestor del estado-nación puede intervenir de alguna manera de su preferencia en todo lo relacionado con atención sanitaria. Como todo «derecho a X», el derecho a la salud no implica una obligación legal específica para el gobierno como gestor del estado-nación ni mucho menos para cualquier residente en la jurisdicción política. Sí implica delegación de la facultad de imponer obligaciones legales al Poder Legislativo y en principio solo con la restricción de tomar en cuenta otros derechos reconocidos por la constitución. Luego de tantas experiencias sobre este tipo de derechos constitucionales, bien sabemos que es una deficiencia grave de la institucionalidad de la política y el gobierno porque abre la puerta a expansiones ilimitadas del poder del estado-nación. No debe extrañar que algunos que celebran la inclusión del derecho a X luego protesten por la inclusión de un derecho similar a Z.

    En otros posts usted ha manifestado interés por el análisis económico. Pues bien, nada más grotesco que los economistas que celebran la inclusión de esos derechos a través de propuestas de todo tipo de “políticas públicas”. En distintos grados, hoy la gran mayoría de economistas académicos gustan defender “políticas públicas” que jamás evaluaron seriamente a pesar de lo mucho que hablan en favor de la ciencia y la razón. Toda política pública impone alguna obligación legal, directa o indirectamente (la segunda cuando autoriza un gasto al gobierno cuyo financiamiento se hace con impuestos presentes o futuros), pero su única justificación es satisfacer deseos de grupos para movilizarlos en favor de políticos que aprueben sus propuestas. No se extrañe que esos economistas no gusten analizar la política como competencia por el poder y prefieran suponer que los políticos son gente buena que implementarán sus soluciones mágicas (excepto cuando los gobernantes se ríen de ellos y entonces sí los denuncian como demonios). La mayoría de los economistas académicos no son distintos a los intelectuales cómplices de políticos aunque, como los abogados, prefieran presentarse como expertos.

    Como la educación escolar y universitaria, la atención sanitaria se ha vuelto tema favorito tanto de quienes buscan justificación para acceder al poder como de quienes gustan lamentarse de que “la vida es cruel” (esta última expresión es la preferida por una nieta de 8 años como síntesis de cosas que escucha). Pero la discusión poco tiene que ver con el propósito último y la calidad de la atención sanitaria y mucho más con su uso para los fines personales de los políticos y sus cómplices. El extraordinario cambio demográfico de los últimos 70 años ha generado cambios económicos y políticos importantes y uno de ellos tiene que ver con la atención sanitaria. El éxito de esta atención antes de 1950 quizás fue causa importante de ese cambio, pero luego se ha convertido en preocupación importante por el envejecimiento de la población (el problema de condiciones preexistentes en recién nacidos no puede ignorarse pero es un problema menor en relación a la atención requerida por viejos que “organizaron” sus vidas en base a que morirían luego de cobrar unos pocos años de pensión —sí, ojalá los futuros viejos organicen mejor su vida). Muchos ya viven bien pasados los 90 años pero con una calidad de vida que no hay forma alguna de mejorar y para peor los cambios “religiosos” (religión entendida como búsqueda del significado de la vida) solo han ayudado a prolongar la vida por la reticencia a asumir responsabilidad alguna por facilitar la muerte. Aunque no hay cosa más grotesca que ver a tantos preocupados por los daños que los humanos hacemos a la naturaleza y al mismo tiempo preocupados por no asumir esa responsabilidad con sus viejos cercanos, no podemos ignorar que en las próximas décadas habrá que mantener “vivas” a millones de personas que ya dejaron de estarlo, y que el costo será alto, y mucho mayor si además se quiere que tengan buena atención sanitaria. Los políticos son y seguirán siendo parte del problema, no de la solución, porque es más fácil prometer a votantes activos un buen cuidado de sus padres, abuelos y bisabuelos, que ayudarlos a asumir sus responsabilidades. Y dado que como viejo he seguido los avances serios en atención sanitaria, no apostaría a que estos avances serán la solución mágica.

    1. Juan Laguna dice:

      Estimado EB, estoy totalmente de acuerdo con su comentario que agradezco. Cuando he recogido ese supuesto «derecho a la salud», también he recordado el atentado que hacen contra sí mismas muchas personas al fumar, beber, consumir drogas (los medicamentos también lo son) y no cuidar de evitar todo aquello que pueda afectarla. Me llama la atención por ejemplo algunas «modas» como llevar en invierno indumentarias inadecuadas (el caso de las articulaciones al descubierto es paradigmático en cuanto a posibles problemas futuros) o la exposición a radiaciones o la pérdida de visión por los móviles , etc.etc.
      En cuanto al papel de la política (o mejor dicho de los llamados «políticos») en todo ello coincido con sus afirmaciones.
      Un cordial saludo.

    2. Alicia dice:

      A ver si lo he entendido, EB ¿Asumir la realidad a que usted se refiere consiste en erigirse en angel exterminador de viejos inservibles?
      Si es así me felicito no ya sólo por haber acertado sino por no tener nietos (usted sí, su nieta de 8 años) que como «la vida es cruel» – dice ella, y mire que en eso no le falta razón, la verdad -, llevados de su inmenso amor por la abuelita (o sea yo) decidan por mí.
      Claro que, y también puede ser, hay alguien en el mundo que me quiera lo bastante como para asumir responsabilidades con respecto a mí. Pero no lo creo, así que duermo tranquila.
      .

      1. EB dice:

        Alicia,

        Viva, es decir, disfrute la vida mientras pueda, pero acepte que algún día tendrá que reconocer que no podrá disfrutarla más. La muerte es inevitable pero está en usted disfrutar la vida e incluso postergar la muerte disfrutando la vida. Más todavía, no hay nada que impida a usted seguir disfrutando la vida y al mismo tiempo prepararse para la muerte de acuerdo con su religión, en particular si su religión le promete una segunda vida.

        De igual manera que celebramos como héroes a quienes dieron sus vidas para que otros pudieran vivir, es decir, disfrutar de la vida, celebremos a aquellos que asumen la responsabilidad por sus propias vidas y por las vidas de otros que no pueden hacerlo cualquiera sea su edad. Y digo celebremos para dejar claro lo absurdo de comparar personas responsables con ángeles exterminadores.

  3. Isi dice:

    Sñ.EB. la salud, como todas las cosas importantes de la vida, sólo se valora cuando se pierde. Eso es ago muy humano pero que no le quita ni una pizca de valor.
    El hecho de que esté expresamente reconocida en nuestra constitución, es algo que le puede gustar o no, pero obliga a todos los poderes públicos. Economistas incluidos.
    Que su nieta, con 8 anos, aprecie la crueldad de la vida demuestra dos cosas: que posee una gran sensibilidad y que es una niña inteligente. Dos virtudes que serían muy apreciadas entre nuestros gobernantes si fueran muestras de ello y que desde luego no ha aprendido de usted tal y como se refiere a nuestros ancianos. A dónde quiere ir a parar con esa verborrea de mantener vivos a quienes dejaron de estarlo y el costo que eso supone a la sanidad?0_0

  4. EB dice:

    Isi, discrepo profundamente con usted. Las cosas importantes de la vida las valoramos todos los días –los buenos y los malos. Lo que cambia es nuestra expectativa sobre la ocurrencia de algo que pone en peligro lo que estamos disfrutando y si el cambio es repentino quizás poco podamos hacer para salvar lo que apreciamos. Lo que lamentamos en ese momento es no haber reconocido ese peligro. Por eso si uno quiere juzgar a otros sobre lo que valora o no, uno primero debe tener claro qué peligros esas personas anticipan y qué medidas preventivas toman. A los demás, incluso en la infancia, les podemos enseñar «mucho» sobre peligros, pero «poco» sobre valores.

    Sobre «el derecho a la salud», lo que yo dije es que poco o ninguna diferencia hace su reconocimiento «constitucional» porque no impone obligaciones claras al gobierno como gestor del estado-nación. Los políticos siempre querrán meterse en su vida para que usted goce de buena salud y el problema es cómo limitar esa intervención, no cómo favorecerla.

    Mi nieta no es tan sensible e inteligente como usted cree. Repite lo que escucha y los padres deberían tener más cuidado con lo que dicen enfrente de sus hijos.

    1. Isi dice:

      Sñ. EB. Habla usted de derecho a la salud, de responsabilidad, de saber vivir y de saber morir, de educación. Y se lo agradezco. Pero sigo sin saber a dónde quiere ir a parar. Es el gobierno quien determina los presupuestos. Y los presupuestos los que determinan la cobertura sanitaria a toda la población. Qué es lo que propone con limitar la intervención?

      1. EB dice:

        Isi, primero nadie pone en duda que el gobierno decide su presupuesto; segundo, no es cierto que el presupuesto determina la cobertura de toda la población porque hay mucho gasto privado que complementa el gasto público; y tercero, aunque el gasto público supere largamente al gasto privado, el hecho de que sea financiado por el gobierno no implica que necesariamente el gobierno deba ser responsable de la atención sanitaria porque el gobierno podría entregar bonos para que cada uno decida cómo gastar ese bono, algo que supone una competencia entre distintos proveedores privados y públicos de atención sanitaria.

        En cuanto a su pregunta de fondo, yo prefiero un sistema mixto de financiamiento de la atención sanitaria y un sistema mixto de prestación del servicio de atención sanitaria, y que el sistema público de financiamiento sea independiente de la prestación del servicio. Y lo anterior complementado por una reducción drástica en las regulaciones tanto del financiamiento privado como de la prestación privada del servicio.

        1. Isi dice:

          Ahora sí que le entiendo, sñ. EB. Le ha faltado decir la última frase «y que se mueran los feos». Esta noche Papa Noel le va a dejar un saquito de carbón. Pasen unas buenas fiestas.

  5. loli dice:

    Lo primero que a una servidora le enseñaron el primer día de clase al inicio de la Diplomatura, fue que “la labor de enfermera es cuidar”.

    Al parecer la misma palabra para designar “hermana” en su acepción filial, se usa en hebreo para designar “enfermera” como profesión.

    La explicación es que fueron las primeras órdenes religiosas de carácter femenino, las que ejercieron esa labor.

    Esto no es exactamente así, aunque finalmente sí que se adjudicaron éstas últimas el monopolio y gestión de la labor hospitalaria en algún momento ligado históricamente a la Edad Media.

    Sin embargo yo discrepo en cierto modo de que esta acepción tenga su origen solo en el hecho antes expuesto.

    Personalmente tengo la impresión de que, además de la relación existente entre las órdenes religiosas femeninas y el acogimiento de enfermos, la connotación de “cuidadora” sí estaba muy ligada a la condición de “hija” y “hermana” dentro del ámbito familiar.

    Y no solamente eran, o son, aspectos culturales y sociales los que determinaban, o determinan, la adjudicación de esta “cualidad” a las niñas, sinceramente pienso que también una actitud más dispuesta en las mismas hacia un pensamiento complejo más temprano, puede predisponerlas a una aptitud mayor hacia el cuidado.

    Hace poco llegó a mi conocimiento que, al parecer, en China, la figura del médico de una aldea, por ejemplo, era la de alguien con determinados conocimientos al que se le pagaba mientras ninguna persona del lugar cayese enferma, pero si esto ocurría, a ese médico se le dejaba de pagar, pues había fallado, algo había descuidado con la consecuencia de que una persona a “su cuidado” había caído enferma.

    Y pensándolo bien, es exactamente ese concepto el que contempla lo que significa “salud” o “saludable” para el ser humano.

    La enfermería comunitaria, el médico de atención primaria, representan un poco lo que en realidad intuimos por “medicina preventiva”, aunque tremendamente desvirtuado por un Sistema de Salud intervencionista que no se “comprende a sí mismo”.

    Pero, al igual que ese médico rural chino, en el ámbito de la Medicina, se sabe y reconoce que el primer paso para la prevención de las “enfermedades”, es conocer el entorno de las personas, su forma de interactuar con él, la forma social que configuran las personas de esos entornos, su cultura, tradiciones, la forma de desenvolverse, sus formas y estructuras de trabajo…en fin…., un conocimiento global y extenso, que implica también dónde y cuándo se debe y se puede intervenir…o no…

    El tema es pues, a mi modo de ver, mucho más complejo de lo que se pueda deducir en tan escaso espacio de debate, pero, sin embargo, para mí, en todo esto, vuelve a ser fundamental aquella definición del trabajo a ejercer que recibimos las aspirantes a “enfermeras” el primer día en el aula : “cuidar”.

    Y para hacerlo hay que querer conocer y formarse en los entornos de las gentes, saber que la atención y el interés por quién te rodea debe ser lo más personalizado posible, ser consciente de las Instituciones en ese aspecto, están muy lejos aún de aquello que venden como ya conseguido.

    En algún momento hay que convenir en que los conceptos económicos no pueden ligarse a la salud ni al interés por el cuidado.

    A nuestros mayores, nuestro espejo de la “vuelta de la esquina”, les convencemos, de forma temprana, de que su “viaje” termina en el momento que empiezan a necesitar de nosotros, de la sociedad…de este mal denominado “Estado del Bienestar” que ya está contemplando leyes exterminadoras que libere a ese Estado de las supuestas “cargas económicas” que él mismo ha contribuido a “mitificar”.

    En nuestra actual sociedad, los mayores, los que ahora cumplen 90 o 100 años y mueren tranquilamente en “su cama” ( y mueren porque están vivos, sr. EB) , son aquellos que menos tiempo le ha dado a “medicarse”, afortunadamente, y su organismo ha sorteado, se ha salvado y sobrepuesto a vicisitudes que, aunque no queden plasmadas en forma de consciencia, si que el aprendizaje y la memoria de esas experiencia han sido recogidas y utilizadas por un Neurovegetativo poco intervenido desde “fuera” por medicamentos, con ello no intento estigmatizar los tratamientos médicos, por favor, ni mucho menos, pero sí llamar la atención sobre la variedad de matices que el término salud, medicina y medicamentos abarca en realidad.

    Muchas cosas se conocen al respecto, pero muy pocas veces se exponen, no vivimos en una sociedad abierta a dar vuelcos importantes en nuestras creencias.

    Pero sí que es cierto, y en ello coincido milagrosamente en el sr. EB, que una de las cosas que fallan estrepitosamente en los mensajes confusos y temerarios que se lanzan desde las instituciones, es el de no contemplar la “responsabilidad” que tenemos los unos con los otros en el sentido de “cuidar”, y que se pone lamentablemente de forma manifiesta en la atención (aunque por supuesto no solo), a los que han realizado una parte del “viaje”, pero no sabemos qué es lo que les queda luego, aunque nosotros solo les reconocemos aquella etapa que nuestros bloqueados sentidos han conseguido “captar”, y por ello, quizás creyendo que es todo lo que se puede hacer, les llamamos “viejos”…..sin saber, ni querer reconocer, que no sabemos qué etapa de ese viaje que les reconocemos con término de «viejo», inicia entonces.

    También reconozco, que ese mismo Estado de Bienestar empeñado en velar y husmear “por nuestro bien” en los más recónditos espacios de nuestras vidas, muy poco o nada hace también por facilitar, ayudar y promover la consciencia sobre la responsabilidad que tenemos respecto a los más vulnerables, y así tenemos la contradicción de que familias enteras viven desesperadas la llegada de un niño con “necesidades especiales”, o la realidad de un familiar que llega al momento de la “dependencia”, cuando, bajo otro manto más cercano a la realidad del ser humano, esas circunstancias tendrían que contemplarse por un Estado que dice querer el bienestar de sus ciudadanos, desde una perspectiva de ayuda, apoyo, acompañamiento…y libertad para que vayan aflorando otros valores más allá de los económicos, que están luchando por ser descubiertos.

  6. Isi dice:

    Un bonito discurso Loli. Pero a largo plazo, en China, todos los médicos al paro porque los que estamos vivos tenemos la fea costumbre de enfermar de vez en cuando, incluso de morir, por más que nos cuiden y nos cuidemos. Aunque aquí, en España, solemos tardar mucho en hacerlo.
    Intuyo que tiene más en común con el en EB de lo que piensa.
    Buen día.

  7. loli dice:

    El tema del médico en China lo traje a colación en forma anecdótica, para romper, un poco, el carácter economicista y oficialista que se da, cuando se trata el tema salud en una estructura social como la nuestra.

    En nuestros actuales modelos, a pesar de que la intención en su origen sea de solidaridad y quiera basarse en principios loables, finalmente en su desarrollo se vuelve terriblemente dependiente de la economía, y se vuelve absolutamente susceptible al mercado, convirtiendo valores como pueden ser el de solidaridad y responsabilidad como seres humanos, en criterios con valoración económica, con oferta y demanda, y siendo, finalmente, la corrección del gasto social lo que va a definir cualitativamente la gestión de nuestra salud.

    Francamente, creo que si esos valores económicos se revisaran, y pasáramos a otros tipos de parámetros para describir lo que intuimos como “sano” o “enfermo”, quizás eso nos llevara a abarcar muchos más aspectos de nosotros mismos, y a romper esquemas no solo respecto a qué es estar “mal” o “bien”, sino también a romper rígidas etiquetas con las que calificamos a nuestros semejantes en su pensamiento, buscando siempre las mismas referencias.

    Eso es algo que quizás me ocurra a mí en parte con el sr. EB, y por lo que veo, a Ud. también conmigo.

    Hoy por hoy parece que es muy difícil intentar romper esas tendencias, pero es imprescindible intentarlo.

    La “salud”, no tiene, y es natural, aún una definición definitiva, ni siquiera por parte de su organismo más visible (o el que quiere aparecer como tal) como es la OMS.

    Creo que indagar en ello es lo que hace ampliar un motón de conceptos, que, inclusive a su propio pesar, esas grandes instituciones dedicadas estudios, cuyos resultados nos devuelven “envasados” y “etiquetados”, tanto en lo relacionado a “diagnósticos” como a sus posibles “tratamientos” , insisto, a pesar de ellos, dichos estamentos no tienen más remedio que revisar y alterar continuamente su definiciones, ante la aparición y el descubrimiento constante de nuevos elementos que desbaratan los CIEs (Clasificación Internacional de Enfermedades).

    Podríamos hacer un ejercicio de imaginación, y visualizar al atareado médico chino procurando que todo estuviera lo más razonablemente en orden para que la incidencia de alteraciones patológicas en las personas de la aldea fuera mínima.

    Para ello, no solo tendría que tener nociones de medicina, sino también de ciencias ambientales, de biología, ser un poco, o un mucho, veterinario, y tener, además, un amplio conocimiento del ser humano en su aspecto emocional, psicológico…, también tendría que conocer bien los materiales con los habitualmente se trabaja, o los que constituían la base de las casas, conocimientos dietéticos, por supuesto…, sabría incluso cómo comunicar mejor a los habitantes de esa aldea las formas saludables de vida, puede que tuviera conocimientos de música y poética, con los que impulsar la saludable actitud de alegría a los aldeanos…

    Es cierto que estoy yendo muy lejos, quizás…, pero, alguien que fuera capaz de trabajar en la salud teniendo en cuenta todos esos factores….y consiguiera que la enfermedad no hiciera acto de presencia más allá de lo debido a nuestro estado vulnerable de seres humanos….alguien tan preparado en tantos campos ¿se quedaría en paro…..?.

    Un saludo

    1. Juan Laguna dice:

      Quiero agradecer a Loli sus comentarios (al igual que a EB y a Isi), con los que me identifico totalmente. La historia del médico chino es la del médico de cabecera. Alguien que no sólo conoce y puede interpretar síntomas, sino que su conocimiento abarca también todo el entorno que va a influir en la salud. Y aquí no sirven los «protocolos» que Isi prefiere a la experiencia clínica. Naturalmente, esa experiencia ha servido para formar a otros y, para mayor seguridad (aparente) se han transformado en «protocolos» técnico-administrativos. Pero nunca van a sustituir al médico chino. Dicho de otra forma: no tienen nada que ver Hipócrates y su juramento. Tampoco son muy fiables tales «protocolos» y «pruebas» que responden a una programación de máquinas (se han detectado diferencias de resultados según se hagan en un laboratorio u otro). Lo que ocurre es que debemos creer en ellos porque la tecnología se ha convertido en una cuestión de fe para la sociedad actual, con independencia de sus resultados.
      Gracias de nuevo a todos y una feliz Navidad.

      1. EB dice:

        Juan, como dije en primer comentario la salud es algo que apreciamos pero el aprecio está limitado por otras cosas que también apreciamos y que en parte tendríamos que sacrificar si queremos más salud. Sí, todos estaríamos mejor si hubiera que sacrificar poco, muy poco, para ser sano (cualquiera sea lo que cada uno entienda por ser sano). Pero no, tenemos que sacrificar algo porque queremos más y mejor salud, aunque la distancia entre lo que queremos y lo que tenemos varía mucho entre los más de 7 mil millones de humanos. Por mucho que apreciemos una buena salud, como humanos nos enfrentamos al mismo dilema que con cualquier otro bien: si queremos más (en cantidad y/o calidad), tendremos que sacrificar algo (es decir, otra cosa que apreciamos aunque en el momento de decidir no tanto como lo que pretendemos conseguir con su sacrificio). Sí, nuestra imaginación puede entretenernos con un mundo distinto, pero cualquier adulto debiera ser capaz de distinguir entre imaginación y realidad (la gran mayoría de infantes, adolescentes y jóvenes ya saben distinguir bien).

        Ante esa realidad, muchos adultos, en principio bien intencionados, se frustran rápido y proponen cambiarla recurriendo a la magia de un mundo distinto que estaría a la vuelta de la esquina. Nos quieren convencer que no cambiamos porque somos malos: idiotas que rechazamos todo lo bueno de la vida. El cambio es fácil, solo cuestión de quererlo y lo tendremos. Cuando por accidente, alguno de estos bien intencionados se encuentra en posición de influir a todo el mundo, su mensaje no pasa de simple de denuncia de unos pocos malos —los opresores— porque de lo contrario tendrían que denunciar a toda la especie. Mao fue soberbio y quiso cambiar a todos los chinos y Jorge Bergoglio es humilde y se limita a denunciar opresores una vez al año (este año le añadió la denuncia de curas poseídos por el demonio). Mientras tanto un gran coro de frustrados sigue repitiendo que el cambio es fácil —pronto todos seremos poetas (aunque algunos insisten que la poesía murió tiempo atrás). A los frustrados les recomiendo ver las últimas películas de acción para niños, comenzando por la Mujer Maravilla, y prestar especial atención a los diálogos durante la batalla final (agradezco a mis nietos que me lleven a verlas).

        1. EB dice:

          Juan, hablando de poesía, recomiendo reflexionar sobre este párrafo en entrevista a Seamus Heaney, poeta irlandés ganador del Nobel 1995

          Trust your writing, but don’t always trust it will stay with you. I try not to give them too much hope. My own personality is skeptical and earnest and it’s my own attitude to my own work. I come here [to Harvard] and don’t write for five or six months of the year. Poetry isn’t important in one sense — it’s more important to live your life and be a good person. Who cares about poetry, there’s plenty already around. Life is more important than art.

          http://www.ithacalit.com/seamus-heaney.html

  8. loli dice:

    “Se viene llorada de casa”, fue el comentario de una compañera ante la crisis de llanto que me asoló un día desbordado de trabajo…. en un hospital cualquiera.

    No esa compañera, precisamente, pero sí muchas otras, profesionales que se empeñan en que su trabajo se centre en el único objetivo del mismo: la persona a su cuidados son las que muestran el camino “realista” de cómo conseguir “imposibles” con medios inexistentes, protocolos irrealizables y tiempos fuera de lógica.

    Personas que te enseñan, o más bien, te recuerdan para qué estás ahí, que te obligan una y otra vez a reconocer que solo olvidándote de ti mismo podrás centrarte en el trabajo desmesurado que se presenta a diario, que solo pensando en la gente a la que atiendes podrás tener una mínima posibilidad de “organizarte”, de afrontar el caos en que se ve envuelto una vez y otra también, prácticamente cualquier estamento de atención sanitaria pública (privada también, hasta donde yo conozco) de nuestro Sistema de Salud.

    .Médicos que conocen su trabajo, que se enfrentan a sanciones por no mantener la indicación de “cinco minutos” por paciente en Atención Primaria, y alargan ese tiempo todo lo que pueden, porque lo que les importa es la persona que tienen delante de ellos y no la pantalla del ordenador.

    Pediatras que son buenos, muy buenos en su trabajo, y por ello saben que si un niño responde a un tratamiento homeopático (la Homeopatía y otras “Ciencias Médicas Alternativas” son contempladas en otros países como Alemania, con una carrera de seis años, nada menos), le estás evitando una dosis farmacológica que en todo caso siempre tendrá efectos secundarios por definición, por pequeños que estos parezcan, y por ello van a ser perseguidos y hasta castigados.

    Personal sanitario y vinculado a él, que hacen más allá de lo que se supone es su mero trabajo, por verdadera vocación…por atender la llamada de ayuda de otros, porque más allá de los miedos, los recortes, los protocolos, lo científicamente probado, los tiempos impuestos, las recomendaciones restrictivas y la presión de los laboratorios farmacológicos, dedican sus esfuerzos a sus pacientes, teniendo, encima, que sortear amenazas institucionales, e incluso justificar su “dedicación”…..

    Yo he conocido gente así, ellos son los que, en cierta medida, muestran cómo hacer compatible su “Juramento Hipocrático”, con la cruda realidad del día a día.

    No se van a cambiar las cosas, desde luego, de la noche a la mañana, por otro lado creo sinceramente que el intento de llevar una forma universal de atención sanitaria, asegurar el cuidado al que lo necesita, es lo mejor que, quizás, hemos tenido hasta ahora.

    Pero repito que no estamos consiguiendo profundizar en su despliegue, para mí, por ejemplo, todo lo que se pretendía con la implementación de la Atención Primaria (la realmente preventiva), se ha visto recortada y obstruida por los estrechos márgenes a que los somete la Administración, tanto en tiempos, como en personal, como en la posibilidad de investigación, en la formación de equipos interdisciplinares….etc..

    El Sistema se contradice a sí mismo, y mientras aumenta más y más las supuestas Carteras de Servicios, la realidad es que lo que está aumentando es el tratamiento automatizado de las enfermedades , se recorta el tiempo para la atención personalizada….y se penaliza al “galeno osado” que pretenda aumentarlo.

    Una forma distinta de hacer las cosas, no está a la vuelta de la esquina, pero no está tampoco a años luz de nuestras posibilidades, y el ejemplo, para mí, está en todas las personas en el mundo de la atención clínica que me han hecho admirarlas por conseguir mantener como guía su vocación de ayuda, a pesar de las propias instituciones.

    Quizás no esté todo tan fuera del alcance de nuestra mano, quizás, en alguna región remota de China, un médico que haya conseguido mantener su remuneración de manera permanente, está ya centrado en que la gente de su aldea conozca y se interese por conocer cómo es su propio funcionamiento biológico, o en enseñar música, o poesía, o las propiedades de los materiales con los que los lugareños se relacionan y con los que construyen sus casas…..A lo mejor el futuro no está a la vuelta de nuestra esquinita más cercana….pero hay más esquinas en este mundo.
    Felices Fiestas

  9. Ligur dice:

    Respeto al médico como ser humano, no a la medicina como institución;
    Aplaudo la tecnología utilizada en la medicina, así como respeto el buen ojo clínico del médico avezado.
    Alucino cuando en urgencias sacan de las mismas garras de la muerte a una persona.
    Me molesta sumamente cuando la palabra “mantra” es utilizada por medio mundo sin tener puñetera idea de su significado. Por que si supieran que significa realmente, no dirían mantra, si no repetición.
    No entiendo la cerrazón de perseguir y eliminar las medicinas complementarias, que no alternativas, bueno si lo entiendo y por eso me cabreo más. Derecho a ser asistido médicamente o complementariamente si, eso lo debería de decidir la persona en cuestión, no los políticos azuzados por las farmacéuticas.

    Miles de personas mueren al día por una mala praxis médica, iatrogenia es la palabra que define la muerte de una persona por negligencia del médico o personal de la salud.
    Quiero resaltar, que la iatrogenia también puede ser psico-emocional, es decir, cuando un bestia de médico le suelta a bocajarro a una persona que tiene un cáncer. El shock de esa noticia inesperada, acrecienta la enfermedad, creo que hay otras manera de abordar ese delicado tema.
    Creo que el sistema sanitario que todos conocemos, cojea, puesto que no atiende a la curación, si no a eliminar los síntomas.
    Esto es un salpicaito de todo lo que se podría abordar.

    A Isi digo; hace 4 años sufrí un esguince de rodilla, fui al hospital G. Marañón. Al mes siguiente, recibí una factura de 200 €. por el tratamiento recibido en dicho hospital, claro está que yo no tenía seguridad social, no cuente milongas Isi.

    Si nuestros ancianos gozan de buena salud (los que gozan) es por su naturaleza y porque que Dios quiere, no por otra cosa.
    Y decir que la prevención por vacunación funciona, es otra milonga de Isi.,
    No voy a entrar a discutir si a las vacunas – no a las vacunas (no).

    En una de las huelgas que los médicos realizaron ya hace unos cuantos años, las defunciones disminuyeron en más de un 30%. Con eso digo mucho.
    También digo Isi, que de medicina china no tiene ni pajorera idea, y que además, desprecia lo que ignora.
    Muy bien Loli

    https://www.youtube.com/watch?v=Nb0zBoP2oHc

  10. EB dice:

    Juan, más allás de lo que aprendemos estudiando y trabajando, también aprendemos de nuestras experiencias familiares.

    Mi hija menor es profesora en una universidad pública de EEUU donde ya tiene “tenure”, es decir, un puesto vitalicio con un ingreso bueno. Trabajó mucho y duro durante años para conseguirlo porque en algún momento de su vida decidió que eso quería y que podía lograrlo con su esfuerzo personal. Pudo haber dedicado su vida a otras cosas, pero prefirió eso. Ella podría haber optado por lo que su mejor amiga de la escuela secundaria en China terminó eligiendo: una vida dedicada a la asistencia sanitaria en lugares difíciles de países pobres. Hoy su amiga también tiene un ingreso bueno y seguro para dedicarse a lo que eligió. Ya han pasado más de 20 años desde que terminaron la escuela secundaria y sus vidas siguen por caminos diferentes pero que ellas eligieron, y más importante, que han sabido caminar superando errores y obstáculos.

    Por el contrario, mi hija mayor ya falleció. Peor, falleció muy frustrada porque su enfermedad podría haberse controlado si la atención médica hubiera sido adecuada y porque había tomado decisiones equivocadas en su vida. Cuando llegó el momento de elegir el camino que siempre quiso y para el cual se había preparado muy bien (en excelentes escuelas de arte de EEUU e Italia), no estuvo dispuesta a los sacrificios que ese camino imponían. Por un tiempo apostó a tener todo lo que quería y terminó agobiada porque no podía tener todo eso. Su frustración por malas decisiones fue muy anterior al diagnóstico de su enfermedad fatal. Por edad no estuvo conmigo durante los años que viví en China, pero en esos años vivía en Chicago y se relacionó con la hija de un profesor amigo de la Universidad de Chicago. Esta mujer se dedicó por años a la búsqueda de infantes chinos para ser adoptados en EEUU (con la aprobación del gobierno chino) y gracias a ella mi hija entendió la difícil situación de muchos, muchísimos, infantes en China, al extremo de cuestionar lo que yo no hacía por esos infantes y lo que sí hacía para el gobierno. Sí, yo sabía de esa situación, pero si hubiera querido hacer algo directo, nada habría podido hacer. Hoy esa situación ha mejorado mucho, en gran medida debido al cambio extraordinario en la economía china, a su vez debido en parte a lo que algunos contribuimos 20 años atrás por poquito que haya sido.

    Hoy escuchamos muchos cuentos chinos. Algunos buenos, otros malos. Quizás algunos sean ciertos, pero la gran mayoría imposibles de verificar. Lo importante es que la pobreza de China está siendo superada.

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