La trivialización del sexo

Si el lector ha tenido la ocasión de fijarse en las letras de las canciones de moda este verano, habrá podido comprobar la alusión, cada vez más explícita en muchas de ellas, a las relaciones sexuales. Si no lo ha hecho, le aconsejo que escuche con atención canciones como “4K”, “Lorito”, o bien la de “Despacito” del 2019. En inglés no es muy diferente la situación, con canciones como “Smack My Bitch Up” (Golpea a mi perra) o “Blurred Lines”.

Esto no ocurre solo en la música. Nos lo encontramos también en los anuncios o en las series de televisión o el cine. No hay serie televisiva que se precie de moderna si no tiene su dosis de sexo.

También es cierto que nuestros jóvenes no le dan tanta importancia al significado literal de las canciones, al igual que no se lo damos al texto de las canciones en otros idiomas, entre otras cosas simplemente porque no sabemos lo que están diciendo (nos sorprendería entender lo que significan algunas letras en inglés). Para ellos es simplemente un juego, se trata de saltar y pasárselo bien (con el aditivo de una letra algo provocadora).

El problema es que estamos normalizando este tipo de relatos; llega un momento en que lo vemos como normal, ya no nos escandaliza, nos satura y cada vez necesitamos un estímulo, una provocación mayor. En época de nuestras abuelas, mostrar por descuido una pantorrilla suponía una clara provocación, mientras que en la nuestra, para lograr el mismo efecto, la cantante debe contonearse semidesnuda.

Algo similar ocurre en otros ámbitos como el de la violencia. La agresividad que vemos en los videojuegos o en las películas ha ido progresivamente en aumento en un intento de seguir sorprendiendo al público. Otro tanto pasa con los programas de cotilleo en algunos canales de televisión: triunfa el que tiene más desfachatez, el que más grita, el que saca más trapos sucios.

Si nos retrotraemos a unos decenios atrás, los programas de televisión, las películas y las canciones nos parecen ahora incluso naif, pero al hacer esta comparación vemos más claramente dónde estamos y nos hace reflexionar sobre hacia dónde vamos.

A la trivialización del sexo en esta época ha contribuido además sustancialmente la pornografía, que ahora cuenta con la ayuda de internet que le proporciona una facilidad de acceso nunca vista antes.

¿Qué consecuencias tiene esta trivialización?

La más obvia es que el sexo deja de ser algo importante, es una fuente más de placer más que debemos perseguir por todos los medios, es algo que tenemos a nuestro alcance con facilidad. Esto nos lleva a la cosificación de las personas del otro sexo, lo cual se centra sobre todo en las mujeres. Dejan de ser seres humanos para convertirse en algo necesario para conseguir placer.

Este hecho repercute necesariamente en la proliferación de agresiones de índole sexual. Si nos fijamos en los datos del “Informe sobre delitos contra la libertad e indemnidad sexual” del Ministerio del Interior español, la cifra de hechos delictivos registrados ha ido aumentando desde 8.923 en 2013 a 13.782 en 2018 (y en 2019 ha seguido creciendo). Son tristemente célebres los casos de las “manadas”, que son fruto del uso de la capacidad de intimidación para conseguir una satisfacción sexual no consentida, en las que se hace patente el uso de la víctima como objeto sexual, sin darle el rango de persona con sus sentimientos y sus derechos.

Algo a lo que ha contribuido especialmente la pornografía es a establecer unos modelos de acto sexual que poco tienen que ver con la realidad en la mayoría de los casos. El no conseguir llegar al nivel que nos proponen esas películas produce frustración y sentimientos de inferioridad, lo cual es un tema habitual en las consultas de psicólogos y sexólogos. Todos los expertos coinciden en que cada relación y cada acto son únicos, y que se requiere una adaptación al otro y al momento y circunstancias concretas. La uniformización es absurda y alienante.

Otra consecuencia es la separación del sexo de la relación profunda entre dos seres, del amor en definitiva. Estoy convencido de que la relación entre un hombre y una mujer no tiene como fin exclusivo la procreación, sino que es un viaje de descubrimiento de la complementariedad entre dos seres sustancialmente distintos, en los que se dan relaciones de afecto y de búsqueda común de nuestro yo interno.

Todo esto puede sonar a un discurso conservador, de hecho la Iglesia es una de las que más luchan contra la banalización del sexo. No es en absoluto mi intención y, aunque me preocupan poco las etiquetas, me precio de cultivar mi independencia ideológica. Lo que me sorprende es que, desde postulados más progresistas, no se oigan más voces en este sentido.

Porque si decimos que la prostitución degrada a la mujer, la pornografía aliena y el sexo por el sexo no nos hace desarrollarnos como seres humanos, lo que era de esperar es que se oyeran muchas más voces abogando por un cambio de rumbo.

A este respecto me resulta interesante el artículo publicado por Lidia Falcó (referente histórico del feminismo) en el que afirmaba lo siguiente: “Tacharán de anticuada y romántica esta defensa del amor fiel, pero al fin y al cabo, esos tan vanguardistas y posmodernos lo que han inventado ahora es el adulterio, la poligamia y la prostitución, tan antiguos como la humanidad, y contra los que luchamos bravamente en los tiempos en que el feminismo defendió los trascendentales cambios que eran precisos en las relaciones amorosas y sexuales entre hombres y mujeres para lograr la felicidad.”

Esta hipersexualización es en definitiva una consolidación del patriarcado en su aspecto más machista.

En una sociedad donde el feminismo  y la lucha por la defensa de los derechos de la mujer han crecido de forma tan importante en los últimos años, sorprende el éxito multitudinario de la novela, y también de la película, de “50 sombras de Grey”, en la que el argumento básico es el de una relación sadomasoquista dominada por un varón, rico y guapo por más señas, mientras que la mujer consiente en su humillación. Esto es un indicador relevante de por dónde está nuestra sociedad.

¿Qué pasará en el futuro? Me viene al recuerdo la novela de Aldous Huxley “Un mundo feliz” en la que el sexo, junto con la droga, se emplea como forma de alienación y control de la gente. Un mundo en el que todo está controlado, donde los individuos no sufren, pero donde no existe la creatividad, la imaginación, la sorpresa por el descubrimiento de lo desconocido; un mundo en definitiva donde el ser humano es menos persona y es más máquina de un engranaje.

¿Es esto para lo que estamos en este mundo? No lo creo así

5 comentarios

5 Respuestas a “La trivialización del sexo”

  1. O'farrill dice:

    Pues sí querido amigo. Para eso se nos ha estado preparando desde hace muchos años con una eficacia y habilidad fuertemente regada con fondos filantrópicos (eso dicen). Se trata de trivializar cualquier referente a principios o valores que se considera pasados de moda.
    Hace unos días veía de nuevo la magnífica película «El apartamento». Las imágenes de la «fiesta de empresa» en la compañía de seguros, casi resultan inocentes comparadas con lo que puede dar de sí las «fiestas» actuales para (según ellos, los organizadores) «fomentar las relaciones humanas entre los empleados». En vez de subirles el sueldo les montan «saraos» avalados por dictámenes profundos de ingeniería social, salidos de la Coste Este de EE.UU (la «izquierda exquisita» de Tom Wolfe. Esos que odian a Trump porque lo consideran poco «moderno» al defender la dignidad y derechos de los inmigrantes.
    Sexo y droga suelen ir aparejados en las relaciones actuales. Pero lo más grave, es que ambas cosas lleguen a plantearse ante los jóvenes, incluso menores o en la formación infantil como algo normal , dejando al margen cualquier consideración realmente sentimental o afectiva. Por eso, no debemos extrañarnos de situaciones de todo tipo. Se trata de romper los vínculos de una sociedad a la que se considera caduca, para imponer sus fantasías de «cómic» no sólo a la sociedad, sino también a quienes deben velar por tales valores: desde la escuela hasta la policía o los jueces.
    Como hemos apuntado con referencia a otras cuestiones parecidas: mientras discutimos el «galgos o podencos» la jauría se nos ha echado encima y es difícil escapar a sus fauces.
    Un cordial saludo.

  2. Mª del Mar dice:

    Frecuento poco este blog y quiero expresar mi felicitación por el tono y lo abierto que me parecen los ponentes y los temas que tratan. Está bien oír otras opiniones entre tanta morralla que nos inunda.

    Y yendo al tema que en este caso Francisco Díaz-Andreu nos expone, agradecerle su exposición en un tema que tal como lo expone le acusarán de lefebvrista como poco, pero que yo, como mujer, me he planteado en repetidas ocasiones.

    Comparto plenamente que esa redundancia de tener que mostrarse la mujer como un top del reclamo sexual es un mensaje que se repite hasta la saciedad y de múltiples maneras. Lo vemos cómo se muestra ya desde las relaciones entre adolescentes: la chica guapa, osada y «más libre» tiene muchas más posibilidad de resultar atractiva y, por tanto, de triunfar entre los chicos, que la que es tímida, retraída y no tan expuesta. Son códigos de conducta que vienen bombardeando ya de antiguo, pero ahora la forma es absolutamente grotesca.

    Pero es cierto, y no deja de ser curioso, que la propia mujer no se rebele y, por el contrario, cuando más se demanda un reconocimiento de nuestro papel en la sociedad, cuando parece que se van levantando tantas vedas hasta ahora imposible de sacudirse y parece que deberíamos ir a una conducta más versátil y con mayores matices, en lugar de enarbolar la bandera de ser mujer en toda su dimensión y con todas sus peculiaridades, sea tan común adoptar el rol y el estereotipo ¡fabricado por el hombre!, es decir, la mujer adaptada a lo que el hombre reclama, a lo que al hombre le gusta y desea. Completamente de acuerdo con el autor en que es el máximo exponente del patriarcado.

    Como mujer aplaudo sin ningún tipo de mojigatería todo el sexo y sensualidad que se sea capaz de expresar, claro que sí, pero desde una relación de entrega sincera, con valentía y donde la capacidad de darse y recibir sea un intercambio que te haga sentirte realmente mujer, sentirte persona, persona con posibilidad de sorprender al otro, no seguir cumpliendo con las expectativas del guion de siempre y saberse usada pero aceptarlo como parte del trato. Me parece inaceptable que no se rompa ese yugo de mujer-reclamo para todo y, lo peor, que la mujer se deje someter.

  3. Rafa dice:

    Que del sexo, (fundamentalmente el femenino) es utilizado por el poder desde antiguo tenemos muchas evidencias.

    Desde el señor o el jefe del clan que poseía innumerables mujeres para su uso y disfrute, el Harén en otras culturas, el derecho de pernada en la Edad Media, etc…

    En fín que la mujer desde antiguo ha sido utilizada para la satisfacción del hombre y en contadas ocasiones de ella misma.

    El problema actual, es que el sexo y la violencia se promocionan y utilizan como un consumo más al alcance de cualquiera.
    Esto afecta a practicamente todas las sociedades occidentales y como consecuencia de la globalización empieza a darse en sociedades menos permisivas.

    El concepto materialista de consumo permanente de objetos ha dado como resultado que este consumo se haya hecho extensible a las emociones, por lo que también consumimos permanentemente emociones.

    Desde la sensación o emoción de vertigo que produce una montaña rusa, hasta la grabación de sexo en grupo por algunas televisiones, han dado en llamarse una nuevas experiencias.

    Desligar el sexo totalmente de su parte afectiva produce que confundamos felicidad con satisfacción y emociones con sentimientos profundos.

    En el momento actual todo lo que nos impresiona o emociona es consumible, el arte, las relaciones sociales, con los amigos con la política etc, si no nos impresionan o emocionan son de usar y tirar.

    Porque trascender la emoción momentanea que nos proporciona el sexo para llegar a sentimientos más profundos requiere de un trabajo de entrega y crecimiento al que no estamos dispuestos porque entrañan compromiso y para eso hay que tener un par de «bemoles».

    El compromiso y la responsabilidad en este momento no estan de moda, lo que nos lleva a que sea mucho mas facil manipularnos y quizá por eso algunas personas aparcan a los mayores que probablemente no pueden enseñarnos nada sobre nuevas tecnologías, pero en general sobre compromiso y responsabilidad nos pueden trasmitir su experiencia ( la que no nos gusta oir) porque para la mayor parte de ellos un apretón de manos era firmar un contrato y darle la mano o un beso a la novia sellar un pacto.

    En fín que parece que preferimos construir una sociedad de lo inmediato e infantilizada que habría que replantearse y ver a donde nos conduce.

    Gracias Paco, un buen artículo que invita a la reflexión, pero permíteme que corrija algo en el título porque lo que estamos trivializando no es solo el sexo sino nuestra forma de vida.

    Un abrazo

  4. Manu Oquendo dice:

    Un buen amigo suele decir del Amor que consiste en «Dar de lo que no sobra para el bien del otro». Esta esta forma de amor se distingue del eros –las relaciones sexuales más o menos sofisticadas– que nuestra sociedad actual ha confundido con el Amor en un significativo desliz que, según mi amigo, no ha sido inocente.
    La forma seria del amor antes definida es la que los griegos conocían como Agapea y la diferenciaban muy bien de Filia, Eros, etc.

    El Agape tiene su aquel porque discernir el «bien del otro» no está al alcance de cualquiera y frecuentemente hasta el propio «otro» lo ignora.

    El bien del otro depende fundamentalmente de dos cosas: de Su Naturaleza y de criterios universales de Bien y Mal (Kant) . Dos territorios que la Cultura Dominante ignora y es incapaz de articular seriamente.

    Así las cosas, la trivialización erótica se derivaría directamente de la banalización del ser humano. Es decir, de lo que la Cultura Dominante piensa de nosotros: seres que nacemos porque nuestras madres no nos han eliminado por molestos antes de nacer y que vamos a morir protocolizados por algún comité de funcionarios pendiente de que este Gobierno pase por el Congreso las disposiciones pertinentes como si «progreso» fuera.
    En unos días le pondrán el lazo.

  5. pasmao dice:

    Buenos días Don Francisco

    Tiene usted mas razón que un santo. Aunque santidad y razón no vayan aparentemente de la mano, pero sólo aparentemente. Descubrir que hasta que punto van juntas es lo que diferencia el amor del sexo.. y el por qué la necesidad de que se trivialice este último hasta el paroxismo es fundamental para que la primera, la santidad (o excelencia de la virtud, incluso para aquellos que renuncian a la idea de una trascendencia ligada a la virtud suprema).

    Lo terrible no es que dichas canciones tengan cierto tirón popular, lo terrible es que acaben siendo la banda sonora institucional de anuncios de transnacionales, o de publicidad de organismos públicos que se arrogan la lucha contra a saber qué en defensa de la nueva religión.

    Que en paises con la riqueza musical popular en ritmos cómo la salsa, vallenatos, música llanera, cumbia, currulaos, canciones de «despecho», tangos, etc, etc.. acabe triunfando el reagaton, hipo/hop, perreo, … más infimo y que arrincone en los gustos populares a las anteriores (que sólo escuchan los viejos) es mas que significativo.

    Muchas gracias por scar a la palestra tan necesario tema

    Un cordial saludo

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