El 6 de septiembre de 2022 se celebraron 500 años de la vuelta a España de la expedición de Magallanes / Elcano que consiguió por primera vez dar la vuelta al mundo. La expedición había partido de Sanlúcar de Barrameda dos años y tres meses antes al mando del portugués Fernando de Magallanes.
De cinco naves y 239 personas que partieron de España volvieron solo 18 en la nao Victoria, la única que consiguió su objetivo. Las especias que consiguieron traer consigo en la nave supusieron que, aquellos que habían padecido calamidades sin fin además de pérdida de naves y compañeros, vivieran holgadamente el resto de su vida.
El enorme valor en aquel momento de las especias (el clavo, la pimienta., el azafrán, la nuez moscada, la canela y el jengibre fundamentalmente) fue lo que impulsó al emperador Carlos V a promover un viaje que tenía mucho de incierto.
El tratado de Tordesillas de 1494 pretendía evitar el conflicto de intereses entre los reinos de Castilla, que recientemente había descubierto las Antillas en América, y Portugal que había iniciado hace tiempo la exploración de la costa africana. El tratado delimitaba las posesiones de ambos reinos de manera que Castilla se reservaba las tierras al oeste del meridiano ubicado 370 leguas al oeste de Cabo Verde y Portugal las tierras al este de esa línea.
Las especias eran fundamentales en una época en la que no había frigoríficos ya que servían para dar sabor a los alimentos, disimular el mal olor o sabor de los que estaban algo pasados y sobre todo como conservante.
A partir de las cruzadas en siglo XI los europeos se habían aficionado al uso de las especias que se producía en países del océano Índico y se transportaban a través del golfo Pérsico y Constantinopla. La caída en 1453 de esta ciudad en manos turcas produjo un encarecimiento extraordinario de estos productos, lo que estimuló la búsqueda de rutas alternativas.
Portugal exploró todo el continente africano encontrando finalmente una ruta rodeando el cabo de Buena Esperanza hasta llegar a la India y a las islas Molucas (donde se producía el clavo) lo que le supuso una importante ventaja competitiva.
Algunas voces sin embargo abogaban por llegar a Oriente navegando hacia occidente. Tal fue el caso de Colón cuyo objetivo era llegar a la India, y se topó con América (por eso llamamos indios a los habitantes originales de ese continente). Magallanes (portugués con experiencia en viajes a Oriente) propuso a Carlos V llegar a las Molucas bordeando América evitando las rutas que dominaban sus compatriotas y demostrar que dichas islas quedaban en el lado castellano de la línea de división acordada en el tratado de Tordesillas. El meridiano da la vuelta a la esfera terrestre por lo que en Castilla se pensaba que las especias se cultivaban en la mitad de la esfera que les correspondía (entonces se creía que la Tierra era más pequeña de lo que es en realidad).
Como colofón a esta descripción no me resisto a comentar el hecho de que la intención de la expedición era volver de las Molucas por el mismo camino, es decir por América, pero, después de intentarlo infructuosamente en varias ocasiones (el camino de vuelta se descubrió mucho tiempo después), decidieron volver rodeando África (lo que les supuso enfrentamientos graves con los marinos portugueses). Después de dar varios rodeos buscando rutas poco transitadas y de innumerables penalidades lograron llegar a España, consiguiendo, sin habérselo propuesto, dar la primera vuelta al mundo. Sobre toda esta travesía quiero recomendar el documental sobre la “Primera vuelta al mundo” que se puede ver en este enlace.
Aparte de la enorme gesta de estos hombres (que hoy en día nos resulta inimaginable), lo que más me impresionó de esta historia es que unas especias, que hoy encontramos en cualquier supermercado a un precio totalmente asequible, fuera el motor de una empresa de estas dimensiones que costó la vida a muchos de sus componentes y un enfrentamiento entre dos de las mayores potencias del momento.
A lo largo de la historia determinados bienes o servicios han sido claves para el comercio entre los pueblos, las relaciones de poder e influencia y en definitiva han tenido una influencia fundamental en el devenir de la historia. Las especias tuvieron ese papel en el siglo XVI y cabría preguntarnos cuáles son esos productos clave en nuestra época, cuáles son las especias de nuestro siglo.
Una de las “especias” clave de este siglo y de los anteriores es la energía. El carbón fue protagonista de la revolución industrial en los siglos XVIII y XIX y los países que lo supieron aprovechar tomaron ventaja sobre el resto de las naciones.
En el siglo XX la irrupción de los coches de combustión y del uso masivo de la electricidad impulsaron a los hidrocarburos como fuente de energía. Es de todos conocida la influencia que este recurso ha tenido en la geopolítica y las guerras que ha provocado. El acceso a fuentes de energía baratas ha sido objetivo por todos los medios de los diferentes poderes.
En el momento actual la mayor conciencia ecológica ha provocado una carrera por las energías alternativas y el hidrógeno que tiene una importancia capital para áreas como la europea donde se carece de producción de hidrocarburos suficiente.
El futuro lo escribirá casi con toda seguridad la energía nuclear de fusión (inagotable y no contaminante). Aquellos países que dispongan de la tecnología se convertirán en los líderes del futuro.
Otra de la “especias” actuales es la tecnología de la cual dependemos cada vez más.
Una de sus patas es la fabricación de chips, en manos actualmente de dos fabricantes, uno taiwanés y otro surcoreano. El riesgo de falta de suministro, que ya se concretó durante la pandemia, ha hecho que las grandes potencias se planteen inversiones millonarias para no depender de terceros en un producto del que depende hoy en día desde los automóviles hasta los electrodomésticos y los ordenadores.
El dominio de la computación, y en particular en estos momentos de la Inteligencia Artificial, también serán ventajas competitivas claras para aquellos que la desarrollen.
Relacionado con esto está el suministro de las denominadas “tierras raras”, compuestos escasos en la naturaleza pero claves para la fabricación de componentes electrónicos más eficientes. Algunas naciones como China han hecho grandes inversiones en países del tercer mundo para asegurarse su suministro.
Disponer de la información clave es otra de las “especias” de nuestra época. Para ello se necesita disponer de gran cantidad de datos y tratarlos adecuadamente. Se dice que el que tiene la información domina el mundo. De las películas de espías sabemos lo decisiva que puede ser una determinada noticia para el éxito de una operación. Hoy en día la abundancia de medios de comunicación puede darnos la impresión de que sabemos todo, pero recordemos primero que hay hechos que se guardan celosamente en secreto de forma interesada y segundo, que la desinformación o el exceso de información son maneras de mantener oculto lo que no se quiere compartir o de centrar nuestra atención hacia otro lado.
Otra de las “especias” importantes es la ciencia. Los países que lideran el desarrollo científico son los que primero se aprovechan de sus aplicaciones. Invertir en ciencia es pensar en el futuro. Obviamente este punto está muy relacionado con la tecnología antes indicado.
Al igual que en el resto de los casos, hay que recordar las implicaciones militares que tienen la energía, la tecnología, la información y la ciencia. Su dominio supone una ventaja también en el campo militar, y por tanto en la capacidad de influencia en el terreno internacional.
Me gustaría haber podido indicar que, entre los elementos clave de nuestra época, nuestras “especias” del siglo XXI, están el arte, la filosofía, la cultura o el desarrollo de las personas en todos los sentidos, pero siento decir que no lo veo así, al menos en apariencia.
Lo que sí necesitaríamos son nuevas formas de organización política social y económica que nos permitan asegurarnos que las indicadas “especias” estén controladas y que promuevan valores humanos evitando los excesos que a veces se ven.