Todo el mundo conoce a Kennedy, uno de los grandes mitos del Siglo XX, con muchas facetas admirables y algunos de los discursos más inspiradores jamás pronunciados por líder político alguno.

Y todo el mundo conoce a Frank Sinatra, poseedor de una voz fantástica, uno de los primeros artistas realmente globales, con una vida de película y canciones que quedarán para siempre. Alguien que lo hacía todo “a su manera”.

A quien ya no conoce todo el mundo es a Sam “Momo” Giancana, el jefe de la Mafia en Chicago entre 1957 y 1966 y el personaje a quien probablemente, debido a las peculiaridades del sistema electoral estadounidense, JFK le debía su nombramiento como trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos (además de, según muchas teorías, su asesinato).

Kennedy era buen amigo de Frank Sinatra (el marido de su hermana era Peter Lawford, uno de los miembros del “Rat Pack”) y Sinatra era un viejo amigo de Giancana, de la época en la que el cantante estaba atravesando un mal momento profesional y el gánster le había dado la oportunidad de actuar en sus clubs nocturnos cuando nadie le contrataba. Reencauzada su carrera y siendo de nuevo uno de los artistas más conocidos del mundo, Frank Sinatra se implicó en la campaña para la Casa Blanca de Kennedy, y su apoyo fue fundamental.

El sistema de elección del presidente norteamericano hace necesario que, si quieres sentarte en el Despacho Oval, primero tienes que ser nominado por el Partido Demócrata o el Republicano (pocos independientes han alcanzado nunca un porcentaje significativo de votos), y era en la fase de la nominación cuando Kennedy lo tenía más difícil, antojándose vitales los delegados de muchas circunscripciones conservadoras y protestantes, donde no se veía con buenos ojos al muy católico Kennedy.

Pero si JFK quería ser presidente tenía que ser candidato, y para eso tenía que ser nominado por el Partido Demócrata, para lo que necesitaba imperiosamente los delegados de estas circunscripciones… por eso Joe Kennedy, el padre de JFK, pidió como favor personal a Frank Sinatra que hablara con Giancana y Sinatra le pidió al Capo, también como favor personal, que moviese sus hilos entre los Sindicatos, que tenían gran influencia en el Partido Demócrata. Giancana a su vez, como favor personal a Sinatra y esperando conseguir la amistad de los Kennedy, no solo le ayudó a ganar la nominación sino que utilizó dinero del fondo de pensiones del sindicato de camioneros para financiar la campaña del futuro presidente más joven de la historia de los EEUU y el resto es historia: Kennedy ganó la nominación y luego las elecciones.

Los favores de este tipo hay que pagarlos, y cuando no se hace puede tener consecuencias: una vez en el poder Kennedy consideró que ya no necesitaba la ayuda de gente poco recomendable (al menos de este tipo de gente poco recomendable) y quiso distanciarse de sus relaciones con la mafia. Además, nombró Fiscal General de los EEUU a su hermano Robert, con la misión de acabar con los principales grupos mafiosos, y este puso a Giancana bajo investigación.

El mafioso se enfureció y sabiendo que el ahora presidente estaba fuera de su alcance acudió a Sinatra para que intercediera ante los Kennedy. Este, muy a gusto en las fiestas de la Casa Blanca, no quiso arriesgarse a perder la amistad de JFK, e ignoró a su antiguo amigo mafioso, que en un ataque de furia ordenó la muerte del cantante. Según contó después Paul D´Amato, el sicario que iba a ejecutar a La Voz, la misma noche en que se tenía que cometer el asesinato recibió una llamada de su jefe, que le dijo: “Déjalo Paul. Sería un crimen contra el mundo callar esa voz. No me lo perdonaría jamás”, y después acercó el auricular del teléfono a un tocadiscos donde sonaba una canción de Sinatra.

A Frank Sinatra, que no quiso devolver un favor, le salvó la vida un ataque de melomanía por parte de un gánster despiadado y muchas de las teorías sobre la muerte de los hermanos Kennedy involucran a Giancana de uno u otro modo, pero aunque en este caso concreto el mafioso de Chicago no tuviese nada que ver con la muerte de los hermanos y el gran Frank Sinatra pudiese vivir para cantar durante muchos años más, la moraleja de la historia es que, como en todos los ámbitos de la vida, pero más aún en los círculos de poder, cuando se hace un favor se espera una retribución a cambio y los favores se pagan; nadie da nada por nada y todo el mundo espera recibir algo en compensación de sus esfuerzos.

Por eso me dan tan mala espina las puertas giratorias a ciertos niveles: hace tan solo unos días se supo del fichaje de Durao Barroso, el que ha sido encargado de llevar el timón del proyecto europeo durante 10 años, por Goldman Sachs (sí, el mismo banco que engañó a todos escondiendo fraudulentamente la crisis griega; el mismo que ayudó a causar una de las crisis que más cerca han estado de acabar con el proyecto europeo). Cuando Durão Barroso ficha por Goldman Sachs no se está buscando su experiencia en el mundo de las altas finanzas, que no tiene. Si eres bien pensado crees que se le paga una cantidad astronómica por su lista de contactos y su capacidad de influencia en otros políticos de alto nivel -lo que da por sentado que esos políticos de alto nivel se dejan llevar por otras cosas que no son los intereses de aquellos que representan- y si eres mal pensado puedes llegar a pensar que se le están pagando favores del pasado, o que se le paga para que pida favores en el futuro.

Es cierto que el tema de las puertas giratorias es complicado, se presta a fácil demagogia y además cada caso es un mundo en sí mismo, pero no es menos cierto que, a ciertos niveles, hay casos tan indignantes que no requieren de un análisis posterior.

Es posible que, en ciertas circunstancias, pueda aceptarse el caso de que un profesional que da el salto a la política vuelva a la empresa privada, cuando acaba su trayectoria pública, en un puesto de mayor relevancia del que dejó, pero no dejan de extrañar tantos casos en los que un cargo político pasa al consejo de administración de una empresa sin haber tenido nunca ningún tipo de relación con las actividades de dicha empresa. Cuando un ex Ministro, que ni es ingeniero ni ha tenido nada que ver con el mundo de la empresa, ficha por una eléctrica, cuando un ex Secretario de Estado, que ni es economista ni ha visto jamás por dentro algo que no sea la sede de su partido político, ficha por un gran banco, o cuando un ex Presidente pasa a asesorar a fondos de inversión es normal que la gente crea que algo huele mal.

Es evidente que no es el mismo caso el de Tony Blair o Durão Barroso, o nuestros Felipe González y José María Aznar, (casos todos absolutamente reprobables) que el de un profesional que abandona temporalmente una carrera en el mundo privado para llevar a cabo una función pública durante un período de su vida, pero lo que está claro es que ciertos límites deben ser fijados, porque se corre el riesgo de que, de no hacerlo, la gente pierda aún más la confianza en unos representantes que cada día se la merecen menos.

Es una opinión, pero el señor Barroso, que se va a Goldman para asesorarles en el “Brexit”, está en parte dando la razón a los ingleses que quieren huir de la burocracia casposa y oportunista que lastra el proyecto europeo.

3 comentarios

3 Respuestas a “Las puertas giratorias: los favores se pagan”

  1. Franc dice:

    Cabe preguntarse que haríamos la mayoría de nosotros si se nos ofreciese ese cargo en Goldman Sachs. Desde la distancia, allá donde se conjetura, quizas ese cargo no tiene ni responsabilidad ni requerimiento alguno. Comento nada mas, pues yo nunca he trabajado para una compañía que tenga tales cargos y no tengo constancia de tal unicornio.

  2. Loli dice:

    Leo, en un artículo sobre «Trova y Caballería» del historiador Taid Rodríguez, còmo había señores feudales en el Languedoc francés que, a pesar de poder ejercer el «derecho feudal» sobre sus súbditos, renunciaban a hacerlo, aún a pesar de que esa actitud les llevara a verdaderas penurias económicas.

    Sin embargo, podían ser considerado «nobles» y recibidos en las «cortes» de lugares como Foix o Carcasona, si habían recibido una «educación esmerada», educación que incluía conocer las leyes de la retórica,oratoria y música…entre otras cosas».

    Además debía demostrar esta preparación, su saber estar y confrontar, en los numerosos debates y encuentros que se practicaban en esas «cortes».

    Todo ello proporcionaba al «caballero»….crédito.

    Y quien parece que valoraba «el comportamiento del caballero y hacía valer su crédito, eran las damas de la corte».

    El caballero, pues, tenía puestas sus miras en el «favor» de la «dama».

    Favor, palabra que, tomada del latín favor-oris, significa «aplauso» «simpatía».

    Entiendo pues, que a nada por lo que se pague un precio, se le puede llamar «favor».

    Será una compra-venta, una transacción mercantil, pero no un «favor».

    ¿Qué ocurre para que, de forma tan continuada y asumida, se confundan ambas cosas?.

    ¿Cómo ha podido enraizar tanto en nuestras sociedades, el maquiavélico concepto de que «el fin justifica los medios», para que se pueda llegar a institucionalizar y considerar casi inevitable la necesidad de comprar el acceso al poder, aún desde una organización democrática de la sociedad? ¿incluso,llegar al planteamiento «fatalista» de que si se quiere llegar a ese poder para poder hacer algo positivo para la mayoría de la gente, hay que hacerlo desfigurando la legitimidad, de algún modo?.

    Y , como me parece insinúa Franc en su comentario, es algo también interiorizado, de una forma u otra, por las gentes que formamos esa sociedad.

    Falta «crédito», cultura, saber estar, querer hacerlo, y falta por tanto, el aplauso y la simpatía que merecen las «actitudes nobles».

    ¿Estamos perdiendo, todos, dentro del comportamiento social …e individual, la perspectiva de aquello que realmente acredita el saber hacer, la nobleza de intenciones?

    Y ¿se estará proyectando este hecho, de manera constante y pertinaz en el funcionamiento y comportamiento de nuestras clases dirigentes?.

  3. Loli dice:

    Adjunto el link del artículo arriba mencionado sobre «Trova y Caballería»:

    http://deltademaya.com/trova-y-cabelleria/

    Un saludo

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