¿Los partidos hacen posible la democracia o la impiden? Imagen de Annette en Pixabay

Al plantearnos este dilema nos referimos a los grandes partidos políticos que atraen, y se disputan, la gran mayoría de los votos en las elecciones. Por tanto, no nos referimos a casi ninguno de los 4.322 partidos que estaban inscritos en el registro del Ministerio del Interior a finales del 2023. Ni tampoco a la gran mayoría de los 59 que obtuvieron votos en las elecciones generales de ese año. Ni siquiera a los 12 que obtuvieron escaños en esas elecciones. Nos referimos básicamente a los dos, PP y PSOE, que podrían llegar a gobernar en España. Aunque también podríamos tener en cuenta a los 6 o 7 que son necesarios para el acceso al Gobierno de los otros dos.  

Estos partidos, ¿hacen posible la democracia? La respuesta es sí, si tenemos en cuenta que posibilitan una cierta pluralidad de opciones en el momento de votar y, sobre todo, una alternancia en el poder. Asimismo, ofrecen candidatos, que junto con los equipos de personas experimentadas que pueden aglutinar en torno a ellos, garantizan la gobernabilidad de un país de la dimensión y complejidad de España. Es más, son organizaciones capaces de presentar a varios miles de personas como candidatos en las diversas elecciones que tienen lugar a lo largo y ancho del país, y al mismo tiempo mantener una cierta coherencia y disciplina entre ellos. No es poca cosa, y no conviene despreciarlo.

Dicho esto, nos tenemos que preguntar a continuación si la democracia queda completada con eso o si aún le faltan más ingredientes. La respuesta plantea pocas dudas. Porque es evidente que la democracia tiene mucho que ver también con la clase de participación que se promueve en el conjunto de los ciudadanos. Si la participación de éstos fuera irreflexiva, superficial, manipulada y sectaria, no estaríamos ante una democracia real, sino sólo aparente.

¿Cómo debería ser la participación política de los ciudadanos para poder hablar de una democracia madura, completa y, en definitiva, real?

Si tomamos como ejemplo estelar de esa participación política la forma en la que deciden su voto ante las urnas, aunque nos parezca completamente fantasioso dadas las condiciones en las que se desenvuelve la política española, si lo pensamos un poco no tenemos más remedio que concluir que el voto de los ciudadanos debería ser realmente libre, sin manipulaciones, informado, formado, reflexivo y orientado a atender el bien común.

En la forma en la que habitualmente ejercen su actividad los grandes partidos, ¿contribuyen a que los ciudadanos nos vayamos acercando a ese ideal en la forma de votar o, por el contrario, contribuyen a que ese ideal esté cada vez más lejano?

Teniendo en cuenta que los partidos son causantes, en gran medida, del ambiente de polarización que domina cada vez más la vida política española, que recurren sistemáticamente a la manipulación y a la mentira, y que propagan una visión sobre los adversarios políticos enormemente sectaria, en la que éstos nunca hacen nada digno de elogio, es evidente que solo podemos contestar a esta última pregunta diciendo que los grandes partidos no solo no ayudan a que la forma de votar de los ciudadanos se vaya aproximando cada vez más al ideal lógico de una democracia, sino que son los principales instigadores de que la gente vote de forma cada vez más alejada de ese ideal.

Paradójicamente, por tanto, en un sentido nada despreciable los partidos sí hacen posible la democracia, pero, al mismo tiempo, son los grandes obstáculos que nos impiden avanzar hacia una democracia más real. Pero, que sean grandes obstáculos no significa que, aún así, no sea posible que los ciudadanos podamos avanzar hacia una democracia más auténtica.

Para hablar de una democracia más avanzada, además de lo mencionado en las líneas anteriores, habría que exigir que los partidos hicieran tres cosas que no hacen.

Por una parte, ser capaces de atraer a “los mejores” de la sociedad para encontrar las soluciones más adecuadas a los principales problemas que afectan a nuestro país. Por tanto, renunciar al sectarismo de recurrir sólo a los afines y contar también activamente con las mejores cabezas del país en cada campo.

Por otra parte, promover el tipo de debates que permiten encontrar las soluciones a las que me refería en el párrafo anterior con una visión de largo plazo y con la activa participación de los sectores afectados y de la sociedad civil. Eso implicaría que los partidos saliesen de sus intereses exclusivamente electoralistas y, por tanto, cortoplacistas, para realmente ponerse al servicio de la sociedad en este aspecto.

Y, por último, seleccionar a los candidatos para gobernar el país no principalmente por sus habilidades electorales (y entre los que hay dentro de cada partido) sino, sobre todo, por sus mayores capacidades de gobernante (sean o no del partido). Es prácticamente descartable que esta regeneración a fondo que se plantea se lleve a cabo por los propios partidos si éstos no se ven muy presionados por la sociedad. Por tanto, es la sociedad, empezando por la gente más concienciada y activa, la que debería dejar a un lado el pesimismo y la resignación para empujar en esta dirección con todos los medios a su alcance.    

Un comentario

Una respuesta para “¿Los partidos hacen posible la democracia o la impiden?”

  1. Rafa dice:

    La pregunta que da pié al artículo ciñéndonos a la situación en España, parece una pregunta retórica.

    Un partido que perdiendo las últimas elecciones, gobierna comprando los votos que le faltan con una promesa de amnistía y de financiación singular, en contra ambas de la opinión mayoritaria y que se mantiene al albur de partidos minoritarios en contra también de la opinión general.

    Que ha causado un deterioro de las instituciones colonizándolas en su beneficio, y que obvia al parlamento de la manera que lo hace, decir que posibilita la democracia parece un chiste.

    El partido mayoritario de la oposición tampoco parece hacer propuestas inteligentes que cambien esta situación.

    Si enumeramos además las principales preocupaciones y problemas de los ciudadanos:

    Desigualdad económica y social, desempleo juvenil y adulto (la emigración de la población en edad de trabajar se ha duplicado prácticamente desde 2019) baja productividad, entre un 10 y un 15% por debajo de la zona euro, de los países del mundo con mas deuda pública, inestabilidad financiera, fluctuaciones inmobiliarias (vivienda), delincuencia, inmigración, etc.

    Y comprobamos que estos problemas en lugar de disminuir han aumentado desde 2018, podemos concluir que los partidos políticos en España practican la anti democracia.

    El único funcionamiento democrático a la vista, es que como además, el partido del gobierno, mantiene una corrupción galopante en todos sus estamentos, cabe la posibilidad de que acaben todos los responsables en la cárcel.

    Esto nos haría concebir un restablecimiento democrático, si bien no vendría de la mano de los partidos políticos.

    Un abrazo

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